Chapter 15

—Sabrás de antemano por qué estás aquí ¿verdad? —Norte habló con severidad.

Jack levantó su mirada del suelo para observar el ceño fruncido del hombre fornido e impotente.

—Quizás —respondió vacilante mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa socarrona.

Nicolas apretó las mandíbulas con exagerada fuerza, ese joven lo tenía fuera de sus cabales con su actitud infantil y pedante. Lo había soportado cuando era guardián porque pensó que maduraría con su trabajo, pero con el paso del tiempo resultó ser aún más rebelde, ni con la inesperada aparición de su hermana pudo cambiar.

—Utilizaste tus poderes frente a los humanos, sabiendo muy bien que eso está prohibido —comentó Tooth con un tono de voz pasivo para no alterar al peliblanco.

Él chasqueó la lengua con indiferencia.

—No puedo simplemente ocultar lo que soy —refutó, luego cruzó los brazos y desvío la mirada hacia la ventana —El hielo y la nieve son mi vida y si pretenden que actue como si no los tuviera están muy equivocados, porque si mal no lo recuerdan mi nombre es Jack Frost, espíritu del invierno —concluyó con una sonrisa.

Desde el sofá donde se encontraba pudo notar el gesto de decepción que se dibujaba en el rostro de su hermana Emma, ella le miraba desde las escaleras pero no podía creer el modo en el que le estaba hablando a sus compañeros.

—Entiende de una vez por todas que ya no eres un guardián, Jack —Nicolas le contradijo —Por tanto, tienes prohibido hacer uso de tu magia. Respeta la decisión del Hombre de la luna o de lo contrario haré que te exoneren de tus poderes.

—Tu vaga amenaza no hace mella en mi interior. Yo no obtuve este poder para ocultarlo, por el contrario me fue otorgado para divertir a las personas y eso estoy haciendo —objetó, sujetando en lo alto a su cayado mientras que este emanaba una tenue luz.

Luego, lo dejó caer a su lado. Norte de un tirón se lo quitó, ante esto Jack estalló de rabia y arremetió contra el otro sujeto, sin embargo, Aster lo atrapó antes de que lastimara a Nicolas.

Jack gruñó, enojado y trató de zafarse del ojiverde, pero fue en vano. Emma intentó calmarlo, pero él parecía no atender a su llamado.

—¡Dámelo! —gritó, se soltó de Aster y le arrancó el cayado de la mano para después guardarlo en su bolsillo.

Fulminó con la mirada al fortachón y luego dijo:

—No me importa lo que ustedes crean, yo podré utilizar mis poderes las veces que sean necesarias —escupió entre dientes —No se inmiscuyan en mi vida.

Dio media vuelta, recogió su muchila y salió por la puerta despavorido.

—Es un zoquete —dijo Aster después de escuchar el azote de la puerta.

Norte dejó escapar un suspiro cansado, caminó hasta las escaleras y se despidió de Emma, para luego caminar a su habitación. La pelea con aquel niño lo había dejado abatido y cansado. Nunca entendería la extraña forma de ser que poseía Jack.

—¿Por qué no entiende que lo que decimos es por su bien? —Toothina se sentó en el sofá y masajeó sus sienes con las yemas de sus dedos.

Aster soltó un bufido y se situó a su lado. Necesitarían tiempo para poder domar a ese chico rebelde, pero en ese lapso de tiempo tenían que aguantar sus desplantes y groserías.

Jack pateó una piedra que se interpuso en su camino. Estaba muy enojado con todos, sentía que ellos lo único que querían era restringirle el uso de su magia para que ellos no se sintieran tan mal al lado suyo.

Envidia, eso era lo que ellos sentían hacia él, genuina envidia.

Se ubicó en la parada del autobús mientras que esperaba que Emma apareciera en cualquier momento para reclamarle por su mala actuación, sin embargo, ella tardaba en hacer acto de presencia, por lo que decidió sentarse en una banca a esperarla.

En una hora pasaría el vehículo y si no llegaba rápido la dejarían tirada y no podría llegar al lugar que tanto le gustaba: el instituto para ineptos.

Pronto dejó de estar solo. Un chico castaño se sentó a su lado sin siquiera pedir permiso. Jack lo observó con detenimiento, lucía joven, pero su mirada denotaba cansancio.

—Parece que lloverá en poco tiempo —comenzó hablar el castaño mientras dislumbraba el cielo grisáceo de esa mañana.

Jack se mantuvo en silencio.

—¿Eres mudo? —preguntó al ver que el peliblanco no le respondía.

—¿Qué te hace pensar que lo soy? —respondió a las patadas con el ceño fruncido.

El desconocido sonrió como si el comentario grosero de Jack no le hubiese importado.

—Vaya, te levantaste con el pie izquierdo, amigo —el apelativo le resultó osado al joven peliblanco.

Jack solo desvió la mirada con fastidio, hoy no era un buen día como para molestarlo con tonterías como esas.

En un par de minutos escuchó pisadas aceleradas a su alrededor. Levantó la mirada para poder ver a su hermana llegar con la respiración entrecortada y con una capa de sudor cubriendo su rostro dando por hecho que estuvo corriendo.

Emma posó su mirada en el atractivo muchacho de ojos verdes que acompañaba a su hermano mayor. Levantó la mano y la agitó para saludar al joven castaño.

En su momento no pudo hablar por la fatiga, pero no perdía su carisma y sonrisa. El castaño le respondió con una radiante sonrisa.

—No es muda, por si se te pasó por la cabeza —comentó Jack. Emma lo fulminó con la mirada por mostrar una actitud tajante con el lindo chico.

Caminó hacia los dos hombres y se sentó en la mitad de ellos.

—Hola, soy Emma —saludó —Y él es mi hermano Jack —señaló al peliblanco, este no quiso dirigirle la mirada.

—Un gusto, soy Hiccup —se presentó el castaño y le extendió una mano para saludarla. Emma se la estrechó con suavidad.

Jack rodó los ojos y guardó silencio en tanto su hermana charlaba amenamente con su nuevo amigo Hiccup, le resultó molesto que hablaran como si nada de lo que hacen en las mañanas cuando apenas se conocen.

Emma trató de animarlo para que hablara insinuándole que él no había sido tan tímido con la chica rubia del día anterior. Jack no pudo evitar sentir algo de vergüenza al recodar cómo se había conocido con Elsa, pero después evadió el tema con facilidad.

—Así que, te diriges al mismo instituto que nosotros ¿cierto? —inquirió Emma.

Hiccup asintió con la cabeza.

—En efecto, Emma, compartiremos varios viajes en autobús juntos —sonrió de nuevo.

Jack entendió aquello como una molesta insinuación por lo que decidió parar la conversación con un golpe suave en el hombro de su hermana.

—Emma, deja de hacerle tantas preguntas, debe sentirse incómodo —posó su mirada azulina en los ojos verdes del muchacho.

—Claro que no, Emma me parece una chica muy simpática. No me molestan sus preguntas.

El peliblanco iba a refutar, pero el autobús se detuvo frente a ellos. Emma e Hiccup se levantaron para luego subir al vehículo. Jack subió detrás de ellos con una mueca contraída.

Esperaba que su hermana apartara un puesto a su lado, pero para su sorpresa había decidido reemplazarlo por el castaño. Con el ceño fruncido se sentó en otra silla al lado de una mujer rubia de ojos verdes.

El trayecto hasta el instituto resultó más silencioso de lo que esperaba en un principio. Desde su puesto podía escuchar las risas de los otros chicos, una mueca de molestia se instaló en su pálido rostro.

—Parece que su chica se está divirtiendo con el moreno —escuchó que decía la rubia.

Jack volteó y observó a la chica con una de sus cejas arqueadas.

—Es mi hermana —respondió seco.

En el rostro de la chica se impuso un color carmesí en sus mejillas ante la vergüenza.

—Ops, no sabía —dijo con una sonrisa tímida.

Jack giró los ojos y se inclinó en su silla, aburrido.

Pasaron unos minutos hasta que por fin el auto se detuvo en el instituto. Jack se levantó y bajó a toda velocidad antes de que lo hiciera su hermana. Caminó hasta la entrada sin esperar la compañía de Emma.

Tomó un suspiró y continuó con su caminata, en su mente se instaló una frase motivadora.

"Hoy será mucho mejor que ayer"

Lo repitió en su cabeza varias veces hasta que logró creerlo.

(...)

Gothel observaba, a través de un espejo de cristal, el rostro blanquiciento del joven Jack.
Admiraba el color azul que teñían sus ojos y como poco a poco perdían vida.

Sonrió para sus adentros al ver al guardián de la diversión tan apagado, justo como quería que estuviera para después debilitarlo con su magia y hacerlo parte de sus seguidores. Pitch no logró convencerlo de unirse a la fuerza oscura, pero ella si lo lograría.

—¿Crees que esto es necesario? —el chico pelinegro habló a su espalda.

Ella se giró en sus talones para observar sus ojos ambarinos. Levantó sus comisuras al ver que su hechizo había dado resultado y que pronto tendría en sus manos a esa pequeña niña.

—Es algo esporádico —fue lo único que pudo responderle en su momento.

—Es... Absurdo y patético, Gothel —objetó el sujeto frunciendo los labios.

—Decidiste unirte a mí. Así que, debes seguir mis mandatos que son acertados y relevantes, no te quejes, lo que tienes que hacer es muy fácil —le guiñó uno de sus ojos azul oscuro.

Él levantó su mano, observó la piel blanca que la cubría y con fuerza formó un puño. El cambio por él que había pasado no le gustó en lo absoluto, su magia había sido menguada por la magia de la bruja. Ya no era el mismo Señor de las sombras, ahora solo podía mirarse en el espejo como un ser inferior.

El sentimiento de venganza inundaba todo su interior. Anhelaba poder destruir a su enemigo, correría con los sacrificios necesarios para hacerlo pedazos, así tuviera que tener que vivir cerca de él disfrazado como un enclenque humano.

Había aceptado la propuesta de Gothel, convencido de que a su lado podría conseguir más poder para hacer sufrir al malnacido Hombre de la Luna. Pitch nació para ser el rival innato del dios de la luna, ya había perdido dos veces contra él, pero una tercera no la soportaría.

Está dispuesto hacer todo lo posible por renacer y reavivar el miedo en los seres humanos, acabaría con los guardianes de la luna, en especial con aquel mocoso peliblanco.

—Este cuerpo no es lo suficientemente fuerte para un dios como yo. Es poca cosa e inservible —alegó con el entrecejo fruncido.

—Pitch, estás muriendo, necesitas recuperar tu poder absoluto, convirtido en humano podrás ser acreedor del miedo del muchacho.

—No entiendo tu estúpido plan —escupió.

Gothel caminó hasta él y colocó la mano sobre su cabeza, luego revolvió su cabello como si fuera un niño de apenas diez años y no una deidad.

Pitch retrocedió y fulminó a la bruja con su intensa mirada, luego dio media vuelta y salió de la mansión que había construido con su potente magia oscura en el bosque, cerca de una sonora cascada. Giró su rostro para escuchar lo último que Gothel tenía por decirle.

—Recuerda el plan, Pitch, o mejor dicho, Logan —cantarrueó.

Logan, ese era su nuevo y repugnante nombre de mortal. Pronunciado por aquella ambiciosa bruja se escuchaba horrible, no era un nombre digno para llamar al Amo de las pesadillas y dios del miedo. Negó con la cabeza.

Luego, sintió que algunas sombras se posaban a su alrededor, sombras que no le pertenecían porque su magia estaba dormida en su interior, sin embargo, cuando tuviera suficiente poder podría despertarla, solo le faltaba conquistar el temor de cierra chica que se hizo presente en su mente, su próxima víctima.

Gothel se despidió con una maliciosa sonrisa, para luego chasquear los dedos. Las sombras lo envolvieron en una cópula oscura. Pitch cerró los ojos sintiendo como en pocos minutos ya no estaba en la mansión sino fuera del bosque.

Abrió los ojos y observó todo a detalle, este mundo no le agradaba, pero debía dominarlo y hacerlo más oscuro y temerario. Sonrió con maldad, acarició su cabello oscuro, para luego emprender su caminata hacia donde se encontraría la chica que tanto deseaba ver.

En poco tiempo podría ver las lágrimas calientes correr por las mejillas de Jack Frost al ver a la mujer que tanto quería tendida en el suelo, muerta.

(...)

Después de un tranquilo día de escuela, Elsa decidió dar un paseo por el parque siendo acompañada solo por el sonido de sus zapatos al pisar la suave hierba mojada.

Hans estuvo molestándola toda la mañana con sus insidiosos comentarios de que su magia era peligrosa para este mundo y que debía ser destruida, pero ella solo lo ignoró y con esto el sujeto se aburrió y dejó de buscarla por unas horas, sin embargo, un sujeto como ese era imposible no tenerlo al lado como un cuervo que quiere sacarte los ojos, por tanto, nunca debería bajar la guardia ante su nuevo adversario.

Por otro lado, aún no encontraba su motivación para ser feliz, problemas y más problemas se presentaban en su vida constantemente, su paciencia y templanza estaban siendo amenazadas por su tristeza y soledad. Requería de su familia en estos momentos de crisis, pero sus padres y hermana no se encontraban a su lado.

Se dejó caer sobre el suelo. Veía como las nubes transitaban por el cielo azul con parsimonia, una de ellas tomó forma de corazón haciéndole recordar que el amor de su vida era ella misma, nadie podría fijarse en ella y aceptar que es diferente, sin embargo, puede con eso y más.

Dejó que sus párpados se cerraran para luego sentir el aire puro que se instalaba a su alrededor. Amaba esa sensación; estar tan desprendida del mundo que ya nada importa, solo el momento de tranquilidad. En Arendelle, hace siglos, no podía ser libre, siempre estaba atada a una responsabilidad nueva cada día, sin embargo, tenía a su hermana para hacerle compañía

Abrió los ojos, observó con disimulo si alguien se encontraba cerca, y cuando notó que no había nadie, sonrió y comenzó a crear con sus dedos varios copos de nieve que flotaban en el aire, luego, los dejó escapar para que la brisa se los llevara lejos. Sin embargo, decidió levantarse y seguirlos como si fuera una niña.

Atravesó varios árboles que estaban en el verde parque. Corrió sintiéndose libre y feliz, pero, sin darse cuenta, una silueta se presentó ante ella, de repente.

Frenó en seco, retomó el aliento y pensó que quizás alguien más estaba gozando de la tranquilidad del parque. Siguió a la figura humana, notando en un par de minutos que se trataba de una mujer pelirroja que caminaba lentamente, esta chica no se había precavido de que Elsa la estaba siguiendo, no obstante, la rubia platinada sentía esa curiosidad de querer saber quién era esa mujer.

La pelirroja se detuvo y se acuclilló para tomar entre sus dedos una pequeña flor que estaba en medio del césped. Elsa, sin poder evitarlo, pisó una rama, esta crujió, llamando la atención de la otra chica. La mujer giró el rostro para conocer a la persona que la seguía, sin embargo, se llevó una gran sorpresa.

Elsa trastabilló, abrió la boca varias veces, mientras que sus ojos se abrían, considerablemente. Ese iris celeste solo lo tenía una persona en el mundo.

—¿A... Anna? —tartamudeó. Lágrimas calientes cayeron por su joven rostro.

La otra chica, a diferencia de Rapunzel, sonrió al verla de nuevo.

—Elsa, hermana...

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