Camino a ti
Camino a ti
ADVERTENCIA: En esta historia Atsushi mismo recuerda su infancia, pasado y frases que le han dicho a lo largo de la historia del personaje la cual estarán encerrada en [...] hago paréntesis en esto para que vayan tomando idea y lean con menor dificultad.
Atsushi respiraba agitado sobre el puerto abandonado, la lluvia comenzaba a caer bajo sus hombros, el pequeño y joven tigre todo lo que pudo hacer fue mirar el cielo nostálgico, sus lágrimas se confundían con la lluvia en su rostro.
Inconscientemente llevo su mano izquierda a la parte izquierda de su cintura, recordando el dolor de aquella quemadura y como del tejido de piel se derramaba su sangre, pensó lo mismo con su pierna, aquella que una vez perdió – tan solo un poco más y volverá a ser como antes – se dijo así mismo, pues aquellas cicatrices que estaban allí, dudo un segundo y miro al cielo - ¿alguna vez existieron? – se preguntó, pues teniendo en mente la regeneración, su mente dudaba.
[Hace 7 años atrás
Atsushi gritaba por ser arrastrado a una habitación, una con una sola silla y aparatos que desconocía, el miedo del infante era el peor cuando entre varios ataban sus pies, manos, su pecho y cabeza: conectando cables y creando un profundo terror en el niño.
― Por favor, suéltenme – pedía el joven chico
― ¿soltarte? ¿Por qué? Esto apenas comienza
Creando con ello, el terrible terror en Atsushi, la electricidad, el miedo y un profundo bloqueo por el impacto de acabar con una vida. ]
El joven miraba el cielo desde el techo de una bodega abandonada, aquella donde Dazai le había tendido una trampa, donde descubrió que era un tigre. Se abrazó a sí mismo – no quiero volver... - menciono y suspiro. Sintió como su teléfono celular vibrada en el bolsillo de su pantalón, marcando las 12:00 de la madrugada. – Idiota – pronuncio ocultando su rostro entre sus rodillas y sus brazos quienes abrazaban a sus rodillas. – dije tantas cosas impulsivas... si acaso el consejo y el dolor engañan al tiempo... el impulso no puede ser pasado por alto – chasqueo su lengua. Se levantó, con ello golpeo sus mejillas en una expresión para darse razonamiento.
Se inclinó, trago saliva y dejo salir el aire en su pecho, volvió a tomarlo y comenzó a correr. Acelero y corrió más rápido por cualquier lado, sin saber a dónde, y ni siquiera poder ver, pero corrió sin un destino. La lluvia entorpecía sus pies, pero el chico continuo corriendo, corrió y corrió. Llegando al extenso bosque de Yokohama
Sus pensamientos le traicionaron trayendo a su mente diferentes momentos, todo era un vórtice en su cabeza, y todo se revolvía, las frases que marcaron su vida y personas que las dijeron:
[
― Si quieres culpar a alguien por esto, culpa a tu propia impotencia – decía Akutagawa serio
― No te digo que sientas pena por ella, pero el mundo está lleno de tragedias como la suya – dijo el rubio arreglando sus lentes
― ¿sabes lo que es tocar fondo? Es un lodazal apestoso lleno de autocompasión. A veces otros miraran en tu dirección desde arriba, pero nadie te vera. La miseria te quema los pulmones con cada respiro – menciono el azabache
― Seguro quieres preguntar: "Entonces. ¿Por qué matas? Bueno... ¿te gustan los pájaros? A mí me gustan. Vuelvan sin estar atados a la gravedad, la libertad perfecta... eso es lo que estoy buscando – mencionaba el rubio de trenza sosteniendo su capa.
― Tu bote solo soporta a una persona. Si intentas salvar a alguien quien o puedes salvar... ambos se hundirán – dicto el rubio mientras salía del restaurante.
― Teme a la muerte. Teme a aquellos que traen la muerte. Aquellos que buscan la muerte. Deben ser buscados... por la muerte – dijo Akutagawa en aquella presentación
― Las agallas no tienen nada que ver con la amistad – menciono sonriente Dazai
― Los debiluchos no tienen derecho de determinar su propio destino – le grito Akutagawa
― Sí, lo es... por que las palabras hirientes del pasado no tienen relación alguna contigo... - expreso Akutagawa en Moby Dick
― Solo eres un idiota que se revuelve en sus tragedias – decía Akutagawa molesto ]
Tantos recuerdos creados por sus amigos cercanos, por Akutagawa. Comenzó a llorar con más fuerza sin parar de correr y hubo algo que lo hizo tropezar, tropezó llenando su cara de lodo al igual que su ropa pero pudo ver en el reflejo de un charco de Agua – Es cierto... me abandonaron muchas veces en mi vida. Nunca se me permitió llorar, nunca me aceptó nadie, nunca tuve un lugar al que llamar... Hogar.
Desde el espacio vacío dentro de su pecho, aquel que tanto le apretujaba en ese momento, su voz revolvía su mente y su pecho quemaba – quiero vivir, quiero vivir, quiero vivir, ¡quiero vivir! – grito y volvió a correr, sacudió sus ojos con su antebrazo pero no dejo de correr, corrió con más prisa sin vacilación dejando el bosque y viendo desde lo más alto, sus días de estancamiento habían quedado lejos.
[6 Meses atrás]
En un departamento ligeramente oscuro, más bien en tonos monocromáticos, sin nada en especial más que la compañía, Atsushi estaba sentado recto, piernas juntos brazos en rodillas, todo bien sentadito – ¿e-e-e-es co-correcto que esté aquí? – pregunto
― No le veo lo malo – respondió su acompañante, Akutagawa a su lado - ¿te molesta?
― N-no
― ¿te incomoda?
― U-u-u-un poco, yo... - trago saliva – e-e-e-es algo nuevo
― Llevamos un mes saliendo, creí que querrías venir – menciono sin mucha importancia
― Gra-gracias...
Aunque fueran sentimientos comunes incluso que sean para reír, son imborrables.
[3 meses atrás]
La alarma del despertador sonaba, el azabache la apago y bostezo, - Jinko, despierta – le llamo mientras acomodaba su cabello – llegaras tarde a la agencia si duermes más
― No quiero ir – se quejó y miro al azabache - ¿a qué hora llegaste anoche?
― Tarde
― Deberías dormir
― No sin antes despertarte – menciono y el albino sonrió
El azabache se levantó mientras el albino se estiraba en la cama, miro el espacio del azabache, habían pasado tres meses que el albino iba a su departamento de vez en cuando para quedarse a dormir, pero podía sentir aquello, su mente se equivocaba a veces pero su sangre no, tenía ese presentimiento, pero el miedo era mayor para el albino.
Recordó aquellos momentos cuando era torturado, odiado, la palabra "querer" era su última opción y la palabra "Ser querido" era imposible. Recordando aquello que se le negó y que él se negaba actualmente, bajo su cabeza – Estas triste... pero yo solo atraigo a la soledad por eso estoy dentro de una jaula... - suspiro profundo, se levantó de la cama y volvió a sonreír, el azabache lo esperaba en la cocina.
... [Hace algunas horas]
― Jinko, ¿Qué piensas hacer? – preguntaba el azabache en una banca de un parque abandonado en Yokohama – yo he hecho mi parte
― ¿Qué dices Akutagawa? Eso sería imposible. La mafia jamás te dejará
― No, no lo hará pero por lo menos escucharon.
― Pero Dazai-san
― Dazai-san no se involucra en esto, lo apoya
― Sí, pero
― Jinko. Toma una decisión. Deja que el miedo se vaya. Tu y yo – interrumpió
― No me hagas elegir
― No te estoy haciendo elegir, idiota – dijo molesto pero tomando sus mejillas, lo miro fijo a los ojos. Atsushi los cerro y apretó – imbécil... - escucho el albino mientras un suspiro acompaño aquella palabra. - ¡Te amo! – grito. – no quiero seguir viéndote a escondidas en este maldito parque, quiero salir contigo, no tener noches clandestinas en mi departamento, vivir juntos, compartir ¿es tanto pedir para tu inútil cerebro? – Atsushi no dijo nada, solo se soltó del agarra de Akutagawa y huyo del lugar - ¡Jinko! – grito mientras el albino huía - ¡Atsushi! ¡regresa! – escucho a lo lejos, pero no le dio importancia, Atsushi solo corría para huir de aquellas palabras.
Herido por la esperanza, cerro sus ojos... la próxima vez... probablemente pueda escuchar palabras diferentes.
[Momentos antes]
Corrió con tanta fuerza que llego a las afueras de Yokohama, podía escapar, pensaba escapar, ¿estaba enamorado? ¿No estaba enamorado? ¿Cómo enamorarse de un mafioso? ¿Cómo seguir su camino? ¿Qué debía seguir? ¿Qué debía creer? ¿Cómo podría el mismo decirlo? ¿Cómo podría creer que alguien le quisiera? ¿Cómo podría continuar? Todo pasó por su mente, pero todo era tarde, todo había llegado al límite, era la última esperanza.
Comenzó a gritar, grito con fuerza hasta desgarrarse, si la compañía se le fue negada, si la maldad lleno de infancia, si la soledad y dolor profanaron su corazón, si todo lo malo lo vivió, si todo lo bueno le temía, ¿Cómo podía vivir? - ¡pues solo quiero vivir! – grito el albino con voz distorsionada. Comenzó a llover, el albino respiraba agitado. Había tomado una decisión
[Actualidad]
Miro la ciudad iluminada, tan oscura pero con aquellos puntos tan brillantes, como la montaña rusa, como la rueda de la fortuna, como su vida misma – Algún día... Necesitaré a alguien cerca de mí – dijo el albino y sonrió
Atsushi seguía corriendo, está vez había vuelto a Yokohama, sabía a qué dirección ir, las lágrimas seguían brotando de él y sin pesar llego, sus pulmones estaban por reventar pero eso no importaba, si estaba vivo, solo pensaba en el mañana y no en sus pulmones. Abrió con gran fuerza la puerta, tal estruendo se hizo un eco en el departamento – Aunque no es nada más que miedo ¡no dejes que te roben tu destino! – se dijo a si mismo al verse en el departamento.
El azabache le miro sorprendido, dejo su libro de lado y bajo sus lentes – Creí que no volverías
La respiración de Atsushi seguía agitada, sus pulmones quemaban al igual que sus piernas, trago saliva, apretó su camisa con fuerza a la altura de su pecho, cerró sus ojos y - ¡RYUNOSUKE! ¡TE AMO! – grito sincero
Akutagawa lo miro, se acercó, tomo sus mejillas mientras limpiaba el resto de lodo y lágrimas, el albino abrió los ojos y le miro siendo como siempre: serio. Pero cuando termino de limpiar el rostro del albino sonrió – Feliz cumpleaños, Jinko – menciono alegre.
Atsushi volvió a llorar y abrazo con gran fuerza al azabache – Jinko, ¡no! estás asqueroso – se quejó el mafioso.
...
Atsushi estaba recostado en la bañera, el azabache tallaba su cabello – en serio, ¿Dónde te metiste?
― Las afueras de Yokohama – menciono el albino
― Jinko
― ¿mmm?
― ¿sabes qué hora es?
― No
― Son las 4 de la madrugada
― Lamento haberte despertado
― No, no dormía
― ¿no dormías? ¿Por qué?
― No te encontraba por ninguna parte
― Ryunosuke, yo...
― Me alegra que volvieras – menciono y el albino sonrió
― Estoy en casa, Ryu
El azabache termino de bañar al albino, lo envolvió en toalla y llevo a la habitación, sus piernas habían quedado sin uso después de tanto correr, con descanso estaría mejor. Lo sentó en la habitación que conocían perfectamente bien. El albino miro alrededor como si fuese un extraño y suspiro – no puedo creer que temía de esto...
― Ni yo, yo fui quien inicio todo esto – menciono el azabache
― Sabes Ryu, me di cuenta de algo
― ¿de qué?
― Eres el que más me ha regañado y enseñado desde que me uní a la agencia
― ¿en verdad?
― Si, eres quien me ha hecho ver, quien me ha hecho luchar y quien me ha hecho buscar algo por que vivir, olvidar y seguir, y también... - hizo una pausa, una larga pausa
― ¿y también? – pregunto el azabache al no tener continuación. El albino apretó sus manos y miro al azabache
― Vencer mis miedos – menciono mientras las lágrimas volvían a caer
― Tu cumpleaños ha sido lleno de lágrimas ¿eh?
― Ha sido mi cumpleaños más feliz
― Aún quedan 20 horas de tu cumpleaños
― ¿iras a trabajar?
― Tengo que ir más tarde
― Ryu
― ¿si?
― ¿puedes quedarte?
― Puedo – respondió.
― Ryu
― ¿si?
― ¿también puedes cargarme? – el azabache sonrió
El albino levanto sus manos y el azabache fue hacia él, Atsushi pudo enredar sus pies, brazos y cola de tigre en el azabache – oye ¿Qué haces? – pregunto el azabache sinceramente molesto
― Quiero un beso
― ¿eh?
― Un beso de cumpleaños
― ¿Quién te hizo un gato tan mimado?
― Tu
El azabache suspiro, odiaba cuando el albino tenía razón, tomo la cintura del albino aunque esté ya colgaba de su cuerpo, se besaron cálidamente pero esa noche Atsushi planeaba algo más, fue el quien tomo la iniciativa y comenzó el juego de lenguas, atrayendo al azabache a su juego.
El baile del cascanueces se quedaba en una mísera actuación contra la guerra de lenguas, era como escuchar al cisne negro de Chaiskovsky. Tan delicado como ligeros pasos y el agua relumbrante de pequeños choques y de la nada, toda la brutalidad y emoción de oleadas golpeteando contra la costa. Era un beso perfecto, lleno de ternura y energía, pasión y devoción.
Se separaron ligeramente, aun sus narices seguían unidas el azabache miro serio al albino y el albino le miro con aquella única expresión de inocencia que tenía – te mataré – dijo el azabache y el albino sonrió
― También te amo
El azabache sonrió, volvió a besar al albino esta vez siendo el quien llevaba el dominio y la iniciativa de todo, Atsushi ya estaba acostumbrado a sus bruscos besos y serios modos de decir las cosas, en sí, solo cuando escapo le dijo aquella palabra que tanto le atemorizaba pero ambos lo sabían, y con decirlo una vez basto para traer todo un mar de desesperación en la mente del albino pero una tormenta dentro de sus pantalones.
Dejo al albino sobre la cama mientras se quitaba el pantalón. Atsushi ya estaba sin ropa, basto su mano fría sobre la tela de toalla para levantarla y dejarle desnudo.
Sus besos comenzaron desde el cuello, llenando y rodeando el cuello del albino mientras este gemía a complacer del azabache, sus manos no se quedarían quietas, pues las dejo sobre los pezones del albino para jalar y estrangular. Estrangular era una palabra que le encantaba al azabache.
Atsushi no detuvo sus gemidos, al contrario, estaba muy sensible como para detenerle y el dar iniciativa a todo lo tenía cohibido, queriendo más y más. Le miro a los ojos, lo miraba divertido, como si para el mafioso fuese una competencia de orgullos y él era el ganador, ganar, triunfar, reconocerse. Era lo que apasionaba al azabache y verle allí sonrojado e impotente era su motivación para amar cada día más al pequeño debajo de él.
Beso con delicadeza la clavícula del albino, acaricio delicadamente su herida a su costado, bajando por su cadera y tomando su muslo izquierdo – Jinko... jamás deseo soltarte – expreso pero el albino estaba conmovido – tu cuerpo es perfecto, para alguien como yo, tus expresiones y tu mirada, todo es perfecto para mí
― Ryunosuke, ya no sigas – pidió avergonzado, vaya que lo estaba
― Eres lo que continua por mi columna
― ¿Qué es eso? – pregunto el albino sin entender
― Mi sostén en la vida – aquello hizo a Atsushi lagrimear
El azabache comenzó con ligeras y proliferas mordidas en sus muslos, continuando por las piernas hasta los tobillos, dejo un casto beso en sus pies como si de devoción se tratase – siendo tan amable me asustas un poco más – confeso el albino y el mafioso sinceramente le lanzo una mirada asesina
― Lo soy porque es tu cumpleaños
― No lo negaré, si tengo que elegir donde morir, espero sea en tus brazos
― Así será. Solo yo podré matarte – ordeno el azabache recostando su cuerpo solo el albino – y yo decidiré cuando morirás
― Es un trato
― Para toda la eternidad
Volvieron a besarse, aquel beso era una vez más brusco, aumentando a sus punzadas de dolor, el azabache comenzó a introducir un dedo con el que rápido se abrió paso a un segundo, pues estaba impaciente por tener al albino para él.
Atsushi gemía mientras su pecho se alzaba y bajaba, sus caderas vibraban, podía sentir el sobre peso sobre el aun cuando el azabache había dejado una línea de espacio, podía sentir como todo dentro de él vibraba, queriendo más pero no logrando soportar aquello. Aquello que tanto le estaba enloqueciendo. Cerro sus ojos, comenzó a relajarse, no podía evitarlo solo con el azabache lograba sentir aquella corriente que pasaba por todo su cuerpo
― Jinko, estas aflojando – menciono el azabache. Definidamente eso era algo que lo tensaba – gracias – dijo el azabache al ver que el albino volvió a apretar. ¿Qué podría decir? Al mafioso le gustaba estrecho.
El azabache no le bastaba con ver al albino disfrutando de como entraba en el con sus dedos, tomo la opción de tomar su pie, comenzaba a besarlo, aquel acto tan particular de devoción que hacia enloquecer al albino, alguien como él ¿Qué besaran sus pies? ¿Acaso el azabache disfrutaba torturarlo? Bueno si, era parte de su placer.
El rostro completamente rojo de Atsushi, avergonzado, jadeante, indefenso, era como el azabache disfrutaba su "Sushi rojo con jugos adicionales".
― Jinko, entraré – menciono el azabache mientras el albino estiraba su cuerpo, las ondas de electricidad ya eran casi insoportables
― Ha-hazlo – pidió el albino, si, ya no podía soportarlo más.
El azabache saco sus dedos con algo de trabajo, algo parecido a como si estuvieran atorados, sonrió al escuchar el gemido de Atsushi al lograr sacarlos, aquel único sonido perfecto que pedía devolver los dedos, pero era mejor lo que vendría.
Tomo los muslos del albino por debajo de sus glúteos y suavemente separo sus piernas lo más que pudo mientras acomodaba su cadera en medio de ellas, Atsushi junto ambas manos en su boca y nariz mientras miraba la acción, estaba completamente avergonzado. El azabache soltó una de las piernas del albino y quito las manos del albino – no te tapes, quiero ver tu rostro
― ¿Po-por qué quieres ver mi rostro? Lo has visto muchas veces
― Quiero que pongas atención
― ¿a-atención? Pe-pero es-es que es vergonzoso
El azabache dejo su miembro frente a la entrada del albino, acerco su cuerpo dejando su rostro frente al del albino aun sin entrar, solo provocando a Atsushi - ¿qu-qu-qu-que haces? – pregunto avergonzado
― Jinko – le llamo mientras sostenía la barbilla del albino con su mano izquierda y con la derecha su cadera – quería volver a decirte feliz cumpleaños...
― Gra-gracias pe-pero justo ahora...
― Y, que te amo – dijo orgulloso mirándole a los ojos.
En ese momento Atsushi no pudo reaccionar ya que el azabache uso aquello para entrar de una estocada. Akutagawa vio aquello en cámara lenta:
Los ojos de Atsushi, más bien sus pupilas se expandieron, sus ojos se cristalizaron, y su esclerótica se llenó de tono rojizo por el llanto. Sus ojos se lo dijeron todo, pues bien decían que eran la ventana del alma.
En un movimiento Atsushi arqueo la espalda y con ello hizo la cabeza hacia atrás dejando al azabache su cuello entero para deleitar, beso y lamio aquel cuello mientras el albino posaba sus manos en sus hombros para apartarlo – te amo, te amo, te amo Atsushi – repetía para molestar al albino, mordió su hombro, tomo su cabello atrayendo su cabeza frente a él de nuevo – y si no me dices que me amas de nuevo, no me moveré – amenazo
― Ry-Ryu eso es injusto, es jugar sucio
― Soy un mafioso ¿Qué esperabas? ¿Flores amarillas? – Atsushi no evito reír ligeramente, pues un miembro estaba dentro de él causándole ligeros espasmos. Limpio el par de lágrimas en sus lágrimas y sonrió – Te amo Ryunosuke
― Buen Jinko – sonrió el azabache
El azabache reposo y escondió su rostro en el hombro y pecho del albino para comenzar a moverse con velocidad y fuerza, Atsushi abrazo la espalda del azabache aunque rasguñaba, Rashoumon evitaba que el albino le lastimará, apretaba con fuerza, sus estocadas llegaban profundas y a aquel punto que conocía bien como su punto "G".
Gimoteo por los siguientes minutos mientras el mafioso hacia su encargo preferido, trago su propia saliva intentando tener algo de palabra pero estas no salían, sus ojos pedían clemencia pero su cuerpo quería más y más duro.
El azabache alzo su rostro cuando sintió los espasmos en el vientre del albino, pues tenía su característica de dar pequeños brincos para moverse, allí era cuando el azabache sabía que su pequeño gatito estaba listo para llegar al final.
Beso una vez los labios de su tierna pareja, Atsushi le respondió, mordió ligeramente su labio y ambos sonrieron. Aunque claro, no duro mucho pues Atsushi rápido lo tomo con fuerza, el azabache ayudo al albino a terminar y segundos después termino él causando al albino gritar un poco más.
Atsushi respiro agitado una vez más, sonrió al azabache quien salía de él y juntaba sus piernas de lado para que descansarán – Ryu
― Dime
― Golpéame fuerte en el pecho
― ¿Por qué?
― Jamás te ha costado hacerlo, hazlo
Akutagawa suspiro, cerro su puño y fue con fuerza al punto en su pecho. Atsushi tocio ligeramente y sonrió - ¿tienes un estado masoquista? – pregunto
― No, - suspiro – hoy solo pude acelerar y acelerar, corriendo en cualquier dirección, tenía ese sentimiento como: no sabes a donde, no puedes verlo, así que tienes que ir – menciono y miro al azabache – y el correr tanto me trajo a ti... - cerro sus ojos relajado – pensé en todo lo que me han dicho, en todo lo que tú me has dicho, cada momento, cada suceso siempre me llevan a ti – miro al azabache alegre – siempre eres tú, Akutagawa Ryunosuke
― ¿entonces? – pregunto mientras se recostaba para abrazar el torso del albino – ¿el golpe solo fue para encontrar algo en el vacío de tu corazón?
― Pensé que si golpeaba fuerte el hueco vacío de mi pecho... llamaría al joven que debo conocer
― ¿y llego?
― Lo estoy viendo – menciono sonriente
― El futuro está cerca
― Así lo creo...
Akutagawa acomodo al albino en su pecho, Atsushi sonrió al estar en su pecho, cerró los ojos con plena confianza, pues a pesar de haber huido y corrido, ahora podía ser un joven alegre y rebosante de amor.
Los problemas habían pasado, los días estancados se habían ido y su corazón ya no sentía más el vacío, era amado, tenía amor, podía dar amor, su vida... apenas estaba comenzando.
¡Feliz cumpleaños, Nakajima Atsushi!
Gracias por leer.
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