Capítulo 4
Cubro mi boca en sorpresa al escuchar todo lo que Matías presenció. Agacha su cabeza con pesar, estoy consciente que se siente culpable porque no pudo hacer nada para salvar a esa chica.
Estamos en su apartamento, al principio no le salía la voz y lucía muy nervioso. No es para menos, no tenemos idea de quién es esa persona ni qué pretende.
—¿Qué vas a hacer ahora? —pregunto y él me mira horrorizado.
—¿Qué voy a hacer? —Se acerca y de sienta frente a mí en la mesita de centro—. Ese tipo te vio conmigo, Amelia, temo que estés en peligro. —Mi corazón se acelera al entender lo que dice.
—¿Quién era ese hombre? Quizás si vamos a la policía... —Niega rápidamente y cierro la boca de golpe.
—No tengo idea de quién puede ser, pero estoy seguro que es uno de los que abusaron de la mujer. —Se levanta y camina de un lado a otro—. Por lo menos, no tenía ningún documento personal en ese bolso, solo ropa y algunas toallas.
—Debes ir con la policía, Matías, no puedes andar por ahí así. —Asiente, se acerca a mí y me toma de las manos. Me levanta haciendo que quedemos frente a frente.
Matías es más alto que yo, pero no por mucho. Mi complexión hace que me vea más bajita de lo que soy, además que él es un chico musculoso y en forma.
Sus ojos me miran de una manera que no logro descifrar, sé que siempre nos hemos conocido, pero ahora lo veo diferente. No quiero pensar más en él de esa manera, quiero despertar un día y que no esté este sentimiento que me está dañando.
—No quiero que vayas a ningún lado sola, Amelia, voy a estar ahí contigo hasta que esté seguro que no corres peligro. —Me alejo molesta, no podría soportar estar cerca de él a cada instante si quiero olvidar que lo amo. Aunque será difícil porque trabajamos juntos.
—Eso es exagerar. —Suelto una risita nerviosa—. Además, solo voy a la universidad y al trabajo. —Sus manos se cierran en puños y se acerca a mí, visiblemente furioso.
—¡Eso es lo que más me molesta de ti! Todo lo tomas a chiste, esto es serio. —Me exalto por su arrebato—. Te conozco y sé que no tendrás ningún cuidado, Amelia. —Sus ojos lucen angustiados y deja caer los hombros en resignación.
—Estaré bien —susurro esperando que no se moleste más de lo que está.
—Eres muy importante para mí, linda, si algo llega a pasarte me muero. —Asiento ida, perdida completamente en sus ojos miel.
Sus manos acarician mis mejillas, cierro los ojos y puedo percibir su aliento chocar con el mío. Mis labios pican de deseo, queman esperando sentir los suyos, pero nunca llegan.
Un frío se apodera de mi cuerpo cuando se aleja, abro los ojos y Matías me mira espantado. Cubro mi boca con una mano sabiendo que arruiné todo, quiero salir corriendo pero estoy paralizada en el mismo lugar, mi mente repasando cada una de las cosas que él debe estar pensando ahora.
No, no puedo seguir aquí. Da unos pasos hacia mí, pero retrocedo. La puerta se abre de repente y entra Claire, se cruza de brazos cuando sus ojos se encuentran con los míos.
—¿Qué hace esta tipa aquí contigo, Mat? —no responde, se queda quieto sin abandonar su mirada de mí.
—Yo ya me iba —logro decir y camino hacia la salida. Esperaba una palabra de él o algún gesto de su parte, pero no hace nada.
Nuestros labios se juntan, el beso se vuelve apasionado y él se posiciona sobre mí. Nuestros cuerpos desnudos y sudorosos se mueven al compás de la canción que resuena en la radio. Sus manos se posan en mi rostro, me mira con amor y deseo.
—Te amo.
•••
Mis pasos son apresurados, arrastro mi bolso lleno de cuadernos y tropiezo porque mi pelo cubre parte del rostro. Soy un desastre y estoy de mal humor.
Me detengo, echo mi cabello hacia atrás con las manos y suspiro tratando de calmarme. Es inútil, ya estoy tarde. Conociendo al profesor de estadísticas, estoy segura voy a reprobar su materia.
Estudio Contabilidad, empecé algo tarde mis estudios universitarios porque no me decidía y quería tener mi propio lugar donde vivir.
Mis padres al principio se opusieron, ellos creen que no puedo valerme por mí misma porque son sobreprotectores. Fueron muchas las discusiones cuando les dije que quería vivir cerca de la universidad, mi madre dejó de hablarme por días y mi padre me dio la charla del año.
Sin contar que llevan mi calendario menstrual porque están horrorizados con la idea de que pueda quedar embarazada. Fue muy vergonzosa la "conversación importante" que me dieron la última noche que dormí en su casa.
Me hablaron de sexualidad, de todo lo que debía hacer si un chico se quiere aprovechar de mí y que no entregara mi virginidad sin compromiso. Fueron las dos horas más terribles de mi vida.
Nunca me he acostado con un hombre, no porque sea una santa, sino porque no pienso tener intimidad con alguien que no lo merezca. Además, mi historial no es bueno y tengo miedo que rompan mi corazón más de lo que han hecho ya.
Otra razón es que quería que fuera con Matías, quizás él no lo recuerda, pero cuando yo cumplí los doce años él me hizo prometer que seríamos la primera vez de cada uno. Sí, estoy segura que lo olvidó porque él ha tenido varias novias y chicas de una sola noche.
Matías no es un santo, lo sé, por eso ya no sueño con entregarme a él como antes. Además, era cosa de niños y no sabíamos de qué hablábamos. Nunca pasó por mi mente que me iba a enamorar de él. Rayos, es el chico que me seguía a todos lados y que hacía lo que yo quería.
Ahora estoy esperando al indicado, aunque al paso que voy moriré virgen y criando gatos.
—¿Podrías apoyarnos? —El chico rubio, al que había ayudado con su horario, me extiende un papel. Lo miro con recelo, lo tomo y leo como si de un insulto se tratara—. Mis amigos y yo nos vamos a presentar en un bar y me gustaría que fueras.
Está vestido ahora de negro completamente, su cabellera rubia en una colita y con algunos mechones de pelo cayéndole por la frente. Tiene su guitarra atada en la espalda y una mochila colgando en uno de sus hombros.
—Ah, claro. —Sus ojos azules me escanean profundamente, haciendo que me sienta incómoda.
—Muchas gracias, toda la información está en el volante. —Asiento ida, no sé por qué este chico me intimida—. Por cierto, mi nombre es Ruddy Benson. —Extiende su mano y la miro con recelo.
—Amelia Díaz. —Le correspondo el saludo, él aprieta mi mano levemente.
—Mucho gusto, espero que podamos ser amigos. —Se aleja y camina hacia unos chicos que lo esperan junto a un auto.
Observo la invitación, será en unos días y me gustaría ir acompañada. Le pediré a Matías que venga conmigo, eso sería agradable.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top