Capítulo 32

Abro la puerta y mis ojos se entrelazan con los de Matías, me hago a un lado rápidamente y él entra. Me quedo de espaldas limpiando mis lágrimas para evitar que se de cuenta, no quiero que me vea en estas condiciones ni alimentar su lástima hacia mí.

—Sigues evitándome, Amelia. —Me gira y no me queda de otra que encararlo—. Sé que estás pasando por un momento difícil, pero estoy aquí, recuerda que somos mejores amigos antes que pareja. —Asiento, camino hacia el sofá y me tumbo de manera despreocupada.

Resopla sonoramente y se dirige hacia la cocina. Cierro los ojos esperando que él termine, estoy segura que está preparando mi té favorito. Es lo que hace cada que viene y me ve desganada.

Coloca las dos tazas humeantes en la mesita de centro y se acomoda a mi lado. Me recuesta en su pecho, su olor característico me relaja y me derrito entre sus brazos. Siento como besa mi cabeza repetidas veces, me aferro más a él fundiéndome en su calor.

—Se van a enfriar. —Siento su pecho vibrar cuando habla y me separo un poco. Tomo de sus manos la taza y le doy pequeños sorbos al líquido con sabor a limón.

—Muchas gracias. —Hace un ademán con la mano y toma su té con cuidado.

Los pensamientos de lo que pasó —la vez que estuvimos a punto de acostarnos— inundan mi cabeza. Matías es un hombre en todo el sentido de la palabra y yo no puedo privarlo de sus necesidades.

Por otro lado, recuerdo todo lo que Irina me ha dicho desde que se enteró que él y yo estamos juntos. No se lo demostré, pero cada insulto me hirieron más de lo que creía. No puedo dejar de pensar en eso y hace que me replantee si debo seguir con Matías o no.

Sus manos acarician mi barriguita que resalta de mi camiseta ancha, observo que está concentrado tomando su té y perdido en sus pensamientos. Retiro su mano, no quise ser brusca, pero no lo pude evitar.

—¿Pasa algo? —Me mira espantado al levantarme de su regazo de manera repentina.

—Quiero que te vayas y que no me busques. Dejemos las cosas así. —No sé por qué estoy diciendo esto, pero es lo mejor. No me siento bien y no puedo arrastrarlo ni obligarlo a aguantarme.

—¿De qué hablas, Amelia? —Sus ojos claros se vuelven cristalinos y me mira con angustia.

—Lo que oíste, es mejor que terminemos. —Parpadeo para evitar llorar.

—No, no te entiendo. —Niega y puedo notar lo frustrado que se encuentra—. Pensé que estábamos bien.

—Mírame. —Abro los brazos, tratando de señalarme de manera exagerada—. Soy gorda y fea, estás acostumbrado a mujeres flacas y altas. No sé que haces con alguien como yo. —Su boca se abre y la cierra sin saber qué decir.

—A ti nunca te han importado esas cosas, ¿qué ha cambiado? —Se acerca y acaricia mis mejillas con suavidad—. Te amo, cariño. Así como eres, con tus virtudes y defectos. Con tus libritas de más y las locuras que haces. —Mis ojos se llenan de lágrimas al escuchar las cosas tan lindas que me dice.

—P-Pero puedes tener a quién quieras a tus pies, no tienes por qué hacer esto. —Coloca un dedo sobre mis labios.

—¿Por eso te pusiste así la vez aquella? —Asiento y agacho la cabeza apenada.

—Me daría vergüenza que me vieras desnuda, soy un asco.

—No, no. Eres hermosa y soy tan afortunado de tenerte. —Levanta mi cabeza y me mira directo a los ojos con tanta intensidad, que me hace temblar—. Eres el amor de mi vida, soy yo que no te merezco.

Camina conmigo a la habitación y me tumba con él en la cama. Me recuesta en su regazo y acaricia mi espalda de arriba hacia abajo.

—Me di cuenta que me gustabas cuando tenía quince y tú doce. —Alzo la cabeza y nuestras miradas se cruzan—. Siempre has sido única y nos buscabas muchos problemas. —Reímos y besa mis labios dulcemente.

—¿En serio? —Asiente sin retirar sus ojos de mí. Veo tanta sinceridad en ellos...

—Eso era lo que más me gustaba de ti, la forma tan genuina y espontánea de comportarte. Esperé a que cumplieras quince y te pedí que fueras mi novia, ya te había dicho, fue un desastre. —Me rio y él finge enojo.

—Estoy segura que fue perfecto. —Le doy un besito en la nariz y él cierra los ojos—. Sigue, por favor.

—Se me había presentado una oportunidad de trabajo y estudio en Europa y no me lo avisaron con tiempo. —Suspira, puedo notar como le afecta el tener que contarme esto.

—No debes sentirte así, amor, era por tu bien. —Acaricio su pelo rizado con dulzura.

—El hecho es que te llevé a la playa para supuestamente ponerte al tanto y fui tan cobarde que no pude —habla con tanto dolor que el pecho se me encoge—. Tú te enteraste de boca de mi hermana en una situación muy mala y tuviste un colapso emocional. Perdiste la memoria de lo que pasó con nosotros por mi culpa, perdóname, Amelia —suplica con mi cara entre sus manos.

Por mi mente pasan imágenes de sueños que he tenido corriendo por una calle oscura en medio de la lluvia, quizás no son sueños, eso lo había vivido. Siento como limpia las lágrimas que han caído de mis ojos y me saca de mi ensoñación.

—No tengo nada que perdonarte, puedes estar tranquilo. Gracias por sincerarte conmigo. —Mi voz sale entrecortada por todos los sentimientos encontrados.

Besa mis labios despacio, me coloco sobre él totalmente y disfruto del sabor de su boca. Sus manos ahuecan mis mejillas, atrapo su pelo y lo halo levemente.

—Te amo tanto, Amelia. Si tan solo lograras verte como yo te veo, te darías cuenta de lo especial que eres para mí. —Atrapo sus labios nuevamente, sin una pizca de duda a lo que dice.

Disfruto tanto su compañía, aun sin decir ni hacer nada, estar con él aquí me hace sentir llena de una manera inexplicable. A veces siento que estoy soñando, que mi amigo no es mi novio y que estoy fantaseando nuevamente. Pero no, es real, Matías está aquí conmigo porque me quiere.

Sé que no soy tan bonita, tampoco tengo un cuerpo de modelo, pero el simple hecho de que esté aquí tonteando un viernes por la noche es porque soy importante para él.

—Te amo. —Me separo para mirarlo a los ojos—. Eres lo mejor que me ha pasado. —Una lágrima sale de su ojo y eso mueve algo dentro de mí.

Duramos así algunas horas, basándonos, abrazados y contándonos cosas que han pasado. Sus manos de vez en cuando tocan mi cuerpo de manera sutil, se siente todo tan bien y no percibo ninguna muestra de asco de su parte. Al contrario, cierra los ojos disfrutando las caricias y besos que le doy al azar mientras habla.

—¿Dónde está Irina? Puedo notar que no se ha ido, Amelia. ¿Cuándo lo hará? No quiero que sigas viviendo con ella. —El ambiente se tensa ante el cambio de tema tan brusco y se separa de mí completamente.

—Creo que salió con Ruddy, ellos tienen algo raro. —Asiente y puedo notar lo confundido que está—. Ya le pedí que se fuera, me imagino que debe buscar donde quedarse primero. —Encojo los hombros sin saber qué más decirle.

—No importa, cariño. Haz tus maletas, nos vamos de fin de semana. —Se levanta de la cama y hago lo mismo emocionada.

—¿Nos vamos? —Asiente sacando ropa de mi armario—. ¿A dónde?

—Sabrás pronto. —Se acerca, me abraza y besa mis labios—. Estos días serán para nosotros dos, fuera de problemas, sin remordimientos. Quiero demostrarte todo lo que significas para mí. Eres perfecta, cariño.




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top