Voy

No dormí en toda la noche, y cuando lograba conciliar el sueño pensaba el los gruesos y suaves labios de Gala, en su cabello castaño entre mi dedos, en su pequeño pero bien formado cuerpo contra el mio, en como la lleve hasta el muro y con locura devoré sus labios. Mis piernas tiemblan aún sabiendo que estoy acostado, y mi cuerpo se estremece aún sabiendo que ella es un sueño imposible.

Sin embargo, sonrío tontamente, en lo que paso mis dedos sobre mis labios y disfruto del recuerdo de su beso venenoso.

Gala y yo, no encajamos, de eso soy conciente, no pegamos ni con cola, pero aún así muero por ella, por volver a besarla, a abrazarla a tenerla tan cerca de mi.

Repito la escena una y otra vez, siendo conciente de que esto quizás para ella es un juego.

Me gusta, siempre me gustó, desde el primer momento en que la vi, pero así también siempre supe que ella es una estrella y yo una hormiga.

Me giro y veo la ropa de la chica colgando en el tendedero de mi habitación, y ahora aquí todo huele a ella, o solo es mi cerebro imitando su aroma, trayéndome de forma traicionera la sensación de su suave piel.

¿Cómo fue que ocurrió? Es evidente, ella me enloquece.

El sonido de unos golpecitos a la puerta de la habitación, borraron la imagen de Gala contra la pared y me trajo a la realidad.

Me puse de pie, abrí la ventana para que ingresara la luz del sol y luego fui por la puerta.

Lo primero que imaginé fue que tendría a Antonio, a Juan o Gregorio ante mi, seguro para avisarme del trabajo para hoy, pero no, la persona que está ante mi es Lisenda.

—Buenos días señora—saludo algo incómodo.

—Buenos días —La mujer entra a mi habitación sin decir nada, simplemente da unos pasos y me hace un gesto para que cierre la puerta—¿Dormiste bien?—pregunta cruzándose los brazos.

—Sí señora...

—No parece por esas ojeras...— acusa.

—La tormenta...

—Dejemos las excusas Eire, sabes porque estoy aquí.

Trago fuerte, la verdad es que desde que la vi en mi puerta las sospechas invadieron mi cabeza, pero hice de cuenta que sólo se trataba de una visita de trabajo, pero Lisenda nunca me encarga nada personalmente.

—Puedo imaginarlo— mi estómago se retuerce por el miedo, y porque ya veo las consecuencias de mis actos.

—¿Qué mierda fue lo de anoche Eire?

—¿Lo vio?

—Todos los de servicio lo vimos.

Temblé, Antonio me va a liquidar ¡carajo! Ahora no solo estoy ilusionado y enganchado por Gala, sino que además me van a despedir.

—Lisenda yo...

—¡No quiero escuchar excusas! Quiero que te controles, antes de que hagas una estupidez o termines con el corazón roto.

—¿Cómo?—pregunto confundido, ahora no sé que vio.

—Que empieces a disimular, te vuelves loco viendo a Gala, tanto que se nota como babeas por ella.

—Ahhh— suelto aliviado, culpable, pero aliviado.

—¿Cómo que "Ahhh"? Eire, si la señora llega a ver como te embotas por su hija no dudará en echarte y yo no voy a poder intervenir... y tú tienes mucho que perder, tus hermanos dependen y tu madre dependen de lo que ganas aquí.

—Lisenda, lo sé.

Digo cruzándome fe brazos y con unas terribles ganas de fumar para que se me pase lo idiota, porque aunque la amenaza de Lisenda es tan real y me da miedo perder el trabajo, me alivia saber que ella no sepa que me besé a la hija de la jefa.

—Bien, que te quede claro Eire. Piensa, controlate y deja de babear por la chica ¿estamos?

—Sí, señora—respondo con culpa, porque la verdad es que tengo ganas de no hacer caso.

—Bien, solo quiero que sepas que te aprecio mucho, pero yo no te voy a defender si los De la Sierra hacen un escándalo para que te saquen de este lugar. Ni mucho menos me haré responsable de ayudarte a recoger los pedazos de tu corazón si Gala te lo llega a romper, y créeme, tú tienes un solo final con esa chica y es que terminarás contra el piso.

—No pasará Lisenda.

—Estoy segura que si no te controlas, va a ocurrir, y te vas a quedar sin corazón.

—Lisenda... soy conciente de que Gala es de otro universo y está lejos de mi alcance.

—Pero eso no me garantiza que no busques jugar con fuego...Eire. busca una novia en la escuela, y deja de suspirar por la niña, es solo por ti bien.

—Lo prometo Lisenda... me voy a buscar una novia.

—Ok, ok, solo eso Eire, cuídate, y mejor si te mantienes alejado.

Lisenda se retiró sin más y me dejó solo de nuevo en la habitación, cuando esto ocurrió me recosté contra la pared y reviví los recuerdos del beso con Gala.

Muerdo mi labio y abrazo mi cuerpo, porque voy a hacer todo lo contrario que me dijo Lisenda, voy a seguir suspirando alto, aunque me duela el corazón, aunque luego tenga que barrer el piso buscando los fragmentos de mi alma.

Ya sé que quiero hacer hoy, y siento mucho por Lisenda, por mi, por los señores De La sierra, pero voy a ir tras Gala.

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