Esperar
—¿Estás segura de esto Gala?—Asier me pregunta nervioso mientras yo acomodo su corbata fingiendo que me interesa como se ve.
—Muy segura... debe ser antes de que ellos den su tonto discurso, porque allí todos los guardias de la casa estarán en el patio.
—Ok, ok, no será fácil...
—Pensé que bastaba con entrar al WiFi de la casa.
Asier me niega y se limpia los dientes con la lengua, ese gesto lo conozco bien, es el que ponen las personas cuando te guardan un secreto, o tienen noticias terribles.
Di un paso atrás para verlo a los ojos, y un pinchazo en el pecho me da una una advertencia, como si lo que esté haciendo está mal, pero muevo la cabeza, niego, se supone que estamos en el mismo bando, llamé a Asier porque es la persona indicada, el que me entiende y con el que estábamos viendo el caso de los colegios que apadrinamos, él debe comprender esto.
—¿Qué harás si descubres que mi padre tiene que ver con los desvíos de dinero de los colegios que apadrinamos Asier?
—Decírtelo Gala, y ya tu, decidirás que hacer con esa información.
Siempre he tenido la habilidad de detectar una mentira a kilómetros, mis instintos se encienden, y esta vez, no lo sentí, no sentí ese rechazo hacia Asier, así que debe ser como él dice, al fin y al cabo, no me queda de otra que dejar esto en sus manos.
Asier me toma del brazo y me atrae un poco más a él, mira mis ojos con atención y con un leve susurro me habla a continuación.
—¿Qué sucede Gala?—se lleva los dedos de la mano derecha a sus labios, y me siento algo frustrada.
—Nada... es solo que se supone que nunca tuve amigos o alguien en quien confiar, y me da miedo, hacerlo ahora.
—¿Por qué me llamaste a mi?—pregunta serio, Asier de repente me intimida, es como si fuera otro chico, pero también comprendo esa actitud.
—Por que juntos descubrimos esto, y esos niños no merecen vivir en la miseria por culpa de nadie, y sé que tú...
—Qué lo sé... qué sé lo que eso vivir en la miseria por las injusticias...
—Que tienes sed de justicia como yo—completé apretando mis labios—Ahora ¿por qué no basta con entrar a la red Asier?,
—Por que la compu de tu padre no usa la red de WiFi...
Levanto una ceja y lo miro anonadada, de nuevo ese pinchazo en el pecho.
—¿Ya lo probaste?
Asier vuelve a mirarme con ese gesto que delata sus acciones ¿Por qué me huele mal su actuar?
—Dijiste que...—Él levanta una mano y yo guardo silencio.
—Gala... hay cosas que quiero decirte, pero no puedo hacerlo sin pruebas... te pido por favor que confies en mi.
Miro al rededor, la gente sostiene sus copas de champaña, sus caros vestidos relucen contrastando con los mozos, entre ellos Eire.
Suspiro, recuerdo mis dramas, en 15 días me voy de aquí, o me quedo en la pobreza, quién sabe que ocurrirá, lo único cierto es que tengo miedo de lo que pueda pasar.
—¿Es probable que consigas pruebas hoy?
—No lo sé —responde cuando pone sus manos en mi hombro—. Gala en verdad me interesan esos niños, y descartar a tu padre de esta lista... si no es él, si no consigo nada de info entonces, te sacaras un peso, yo otro e iremos por el siguiente en la lista. ¿OK?
—ok...—respondo apretando los dedos, mirando de nuevo hacia la gente que se está divirtiendo en la fiesta.
—Dime la verdad ¿está dudando de mi?
—Un poco—confieso mordiendo mi labio inferior.
—Gala, yo no voy a hacer nada que te dañe a ti, si quieres que dejemos esto... no voy por la computadora y ya.
—Ese es el problema, necesito descartar a mi padre y eres él único que me puede ayudar...
—¿Sólo me ves así Gala?
—Te veo con cuidado Asier...
—Gala yo debo decirte algo, quiero que sepas...
Cuando Asier me estaba hablando lo interrumpe una bandeja de canapés en medio de ambos, separandonos más, la verdad es que no sabia que estábamos tan cerca, hasta que el salmon ahumado y el sushi se interpuso.
—¿Un bocadillo?—La voz de Eire sonaba dura, decepcionada, herida.
—¡Hola campeón!—Saluda Asier con una sonrisa al empleado—. ¿Te pusieron de mozo esta noche?
—Sí... a parte es dinero extra... no hay que desaprovechar las oportunidades.
Miraba a ambos chicos con miedo, la verdad es que ver a Eire celoso y a Asier meticuloso me daba una ligera sensación de placer en medio de la tormenta.
—¿Quiere señorita Gala?—pregunta Eire mirandome con profundidad y eso hizo que mi estómago se electrificara y trayera de regreso el recuerdo de ese beso de fuego.
—No, gracias —dije a duras penas.
—Deberia probarlos, son los mejores de la fiesta, yo siempre ofrezco lo mejor, de lo mejor—la indirecta se va haciendo directa cuando sus ojos me examinan.
—Definitivamente, pero, en verdad hoy no, quiero algo menos... japonés, quizás...
Eire se voltea y mira a Asier quien hace un gesto de incomprensión a mi negativa mientras toma un bocadillo.
—Imagino que son los lujos que se pueden dar, ustedes los ricos, pueden elegir que llevarse a la boca.
Lo miré con algo de enojo, pero también con dolor. ¿Qué mierda es lo que acaba de insinuar? Estana por hablar cuando Asier da un mordisco al sushi y solo sonríe amablemente.
—Con permiso señores— Eire me ofrece una última mirada y se retira finalmente.
Asier se sacude las manos y con un gesto de sorpresa lanza una pregunta anzuelo.
—¿Pelandote de nuevo con la servidumbre Gala? Creo que ya hablamos sobre la importancia de no alejarlos.
—Ese es el problema, yo lo acerqué de masiada— suelto sin pensar.
—¿Cómo?—Asier suena algo molesto, como que entendió mi frase y eso me incómoda, porque tampoco es que quiera esperar a Asier, porque siento que hay algo también entre los dos, y no quiero perder esa atracción.
—¡Es hora que demos la bienvenida a los agasajados!—Dice la voz del animador de la fiesta, justo a tiempo, porque no quiero dar explicaciones que alejen a Asier de mi.
—Es ahora, ahora debes entrar, ya sabes cuál es la oficina.
Empijo a Asier y este termina entrando a la casa.
Bien, ahora solo resta esperar y rezar para descartar a papá de la lista de sospechosos.
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