Noches de insomnio
Había terminado de peinarme cuando Harry apareció en la puerta. Mi visión no se apartó de su cuerpo mientras se quitaba el abrigo por los hombros para revelar su torso desnudo, una capa necesaria para taparle del viento helado afuera. Los pantalones de chandal de Harry colgaban en sus caderas, quitando sus deportivas de sus pies descalzos.
Había preocupado a Harry, ya que fue a ver si habíamos recordado cerrar el coche antes de meternos en la cama. Parecía un poco tonto, pero la acción rutinaria de pulsar el cierre automático de la llave se había escapado de mi mente.
"Gracias por asegurarte."
Recibí un destello de la adorable marca de las mejillas sonrosadas de Harry; el rosa una consecuencia del clima de invierno. Su pelo estaba ligeramente despeinado, sus tirabuzones caían sobre su frente. Mis ojos vagaron por la expansión de su pecho y estómago, la suave piel pálida en los meses más fríos del año.
Coloqué mi peine en su sitio a un lado antes de girarme a Harry. Sus ojos verdes brillaban con diversión mientras miraba su mano apoyarse en la pared, largos dedos cubriendo el interruptor de la luz. Mi cuerpo se movió rápidamente hacia delante, intentando llegar a él, pero fue demasiado tarde.
"No, no, no." Supliqué antes de que la habitación estuviera sumida en la oscuridad.
Caminé hacia atrás, chocando con el armario. Odiaba cuando hacía esto, él sabía como me sentía con la falta de luz. Por supuesto que reconozco que Harry nunca me dañaría. Era solo un juego tonto, pero era la anticipación de esperar que él se abalanzara.
"¿Haz?"
La habitación se quedó en silencio, el sonido de mi respiración empezó a incrementar. Incluso en completa oscuridad, hubiera jurado que Harry era capaz de buscarme por el latido de mi corazón apenas contenido en mi pecho. Me moví un poco a la derecha, intentando maniobrar alrededor del espacio conocido de la habitación.
"En serio Harry, más te vale no asustarme." Dije débilmente.
Silencio.
"Te lo advierto, la vas a tener en tus pantalones un indeterminado periodo de tiempo si me asustas como ayer."
Parece que hizo oídos sordos a la amenaza. Mis ojos se movieron por la oscuridad, pero era inútil, no podía ver nada. Era en momentos como estos en los que deseaba tener una antorcha a mano.
"No vamos a hacer nada divertido en esta cama durante mucho tiempo." Estaba empezando a estar un poco desesperada.
Segundos después, un par de brazos se envolvieron alrededor de mi cintura desde detrás. Mi cuerpo saltó mientras chillaba. La parte delantera de Harry se presionó firmemente en mi espalda, un cosquilleo atravesó todo mi cuerpo cuando sus labios fríos presionaron mi cuello.
"¿Y qué hay del suelo?"
Le di un pequeño codazo en las costillas, haciendo que se riera.
"Vale, vale."
La luz de mi mesilla estaba encendida, la sonrisa de Harry mostraba lo divertido que estaba.
"No fue divertido, Styles." Refunfuñé.
Caminé hacia él, sus dedos juguetearon bajo mi camiseta, sus palmas presionadas en la parte baja de mi espalda. Un chillido escapó de mi boca mientras me apartaba de un salto.
"Ah, joder, tus manos están frías." Me quejé.
"Ven y caliéntamelas entonces." Guiñó un ojo.
Segundos después se giró, corriendo hasta la cama antes de tirarse animadamente encima del edredón. Me encantaba como era capaz de hacerme reír siempre, su lado juguetón no se iba demasiado lejos antes de hacer una aparición bienvenida.
***
"H-Harry." Me quejé.
Había usado su fuerza y me giró contra mi voluntad hacia un lado, usándome como fuente de calor para acurrucarse mientras sus piernas se doblaban debajo de las mías. Encontré la posición un poco rara para leer, teniendo que subirme más las gafas y recolocar el libro para que reposara en la almohada. Una vez Harry se asentó, me volví a concentrar en las hojas. Pero la paz no duró mucho, solo fui capaz de absorber unas cuantas líneas más.
"Ted, apaga la luz." Murmuró Harry en mi pelo.
"No, estoy leyendo Harry."
Él dejó escapar un quejido, haciéndolo más obvio.
"Teddy." Sopló.
Me giré en mi espalda, el brazo de Harry seguía en mi cintura, subiendo una de sus piernas encima de la mía. Me recordó a un gatito, enterrando su cara en mi cuello mientras gruñía.
"Cinco minutos más."
***
Como prometí, como cinco minutos más tarde, me quité las gafas, colocando mi marca páginas entre las hojas y devolviendo los objetos a mi mesita. Harry se había quejado un poco más mientras yo intentaba leer desesperadamente más de mi novela fantástica, pero no tardó mucho en callarse, cansado por las actividades del día.
"¿Harry?"
Su brazo se tensó alrededor de mi cintura mientras murmuraba algo en mi cuello. Lo suaves rizos hicieron cosquillas en mi piel, su cálido aliento saliendo. Sabía que estaba despierto, apretándome más cerca de él.
"¿No has apagado la luz todavía?" Dijo.
Ignoré su pregunta.
"Harry, quiero ser la cuchara grande." Dije, luchando por girarme en su agarre.
"¿Qué?" Preguntó somnoliento.
Su fuerza me mantuvo en mi lugar mientras yo intentaba moverme. Pero mientras unos pequeños sonidos de molestia salían de su boca, yo tenía un sentimiento de que Harry querría complacer cualquier cosa que le pidiera, siempre que detuviera el perturbador movimiento que impedía que él se deslizara a la inconsciencia.
"Quiero intentarlo, gírate."
A pesar de sus gruñidos, Harry se reajustó pronto, permitiéndome moverme detrás de él. Mis piernas desnudas rozaron los pantalones grises que cubrían las de Harry, doblándolas debajo de las suyas. Era un poco extraño estar en el lado de fuera de nuestro mimo; normalmente yo era la que estaba protegida. Aunque me gustaba la sensación de sujetar a alguien, queriendo mantener a Harry a salvo.
"Me siento castrado." Murmuró.
El tono viajó a través de su cuerpo hasta mi pecho mientras yo cerraba el pequeño espacio entre nosotros.
"¿Por qué?"
"Porque el tío debería ser la cuchara grande... es una cosa masculina."
Lo evalué un momento. Mi boca se abrió para informarle de que eso era un estereotipo tonto. Pero pronto me distraje, moviéndome incómoda. Harry giró su cabeza un poco hacia atrás para investigar qué estaba pasando. Un gemido de dolor salió cuando accidentalmente le di un codazo en la espalda. Me disculpé, dejando mi beso en su hombro.
"¿Dónde pones el otro brazo?" Pregunté.
"¿Qué quieres decir?"
Sabía que tenía una pequeña arruga entre sus cejas con su pregunta, la confusión clara en su tono. Harry siempre parecía adorable cuando no entendía algo, sea por palabras de mi boca o por una tarea doméstica. Sus labios rellenos hacían un puchero de concentración, sus cejas se juntaban.
"Bueno, se que este va aquí." Dije mientras colocaba mi brazo sobre su cintura desnuda. Mis dedos acariciaron ligeramente el área sobre sus pantalones. "¿Pero qué haces con la otra? Es como que molesta."
Hubo unos cuantos segundos de silencio. Mi brazo se tensó un poco alrededor de su cintura, intentando sacar una contestación de él. Su piel era suave y ahora caliente contra mi brazo descubierto, como mi propio calentador. Siempre me encontraba enredada en sus extremidades cuando nos despertábamos por la mañana. Mi cuerpo gravitaba a ese calor reconfortante.
"Ugh, no me acuerdo. Déjame asegurarme." Me removió en mi agarre. "Ted, gírate."
Retorciéndome bastante, volvimos a nuestra posición previa; el edredón seguía cubriéndonos. Las piernas de Harry se curvaron bajo las mías, su brazo envolvió mi cintura. Mientras seguía moviéndose, me reí.
"¿Qué pasa?"
"Me has hecho dudar, no tengo ni idea de dónde va este brazo." Refunfuñó.
Me reí, entrelazando nuestros dedos, mis labios dejaron un pequeño beso en sus nudillos.
"¿Cómo quieres hacerlo, entonces?" Pregunté, refiriéndome a nuestros planes para dormir, ahora que el plan anterior se había vuelto imposible.
"¿Podemos dormir cara a cara?" Sugirió Harry.
"No, todo lo que oiré durante la noche será a ti roncando."
Hubo una pausa, asumo que por el cansancio de Harry. Le llevó un par de segundos asimilar la información.
"Yo no ronco." Contestó a la defensiva.
"Si que lo haces. Estoy a punto de comprar esa aplicación que te graba cuando duermes." Bromeé.
"Bueno, si eso pasa, te grabará hablando dormida también."
"Yo no hablo dormida." Dije un poco confusa.
Mis padres me habían dicho que hablaba en sueños de pequeña pero estaba segura de que ya no lo hacía. Justo como mi hermana dejó de hacer la rutina de subir y bajar por la escalera en su estado de ensueño.
"Tuve una conversación contigo la otra noche sobre darle de comer al gato. Ted, ni siquiera tenemos gato."
Nos quedamos en silencio un momento, mi espalda seguía contra su pecho. ¿Por qué demonios hablaría sobre un gato? Ya habíamos tenido suficientes problemas con el felino blanco y negro del vecino que intentaba infiltrarse continuamente en nuestro piso desde la ventana de la cocina. Culpé a Harry y a su rollo raro con los gatos que parecía atraer a todas las criaturas peludas de la calle. Volví a la realidad sintiendo su pecho vibrar un poco por la risa.
"Tú babeas." Murmuré en un débil intento de contestación.
Mi cintura estaba sujeta, Harry me giró boca arriba sin esfuerzo. Surgieron olas a mi alrededor cuando sus ojos me miraron, unos cuantos mechones color chocolate colgaban sobre su frente. La pequeña lámpara que había usado de ayuda en mi lectura mostró la suavidad de los tirabuzones de Harry.
"Me despertaste pateándome la espinilla la otra noche."
"Eso fue porque se te van las manos cuando duermes." Contesté. "Aparentemente no eres un caballero cuando se va la luz."
No pude evitar darme cuenta de la sonrisa engreída de sus labios rellenos, el brillo de sus ojos verdes mirando de refilón mi pecho. Aparté su mano de un manotazo cuando su índice se enganchó en el cuello de mi camiseta.
"Ugh, chicos."
Él se rió, enterrándose en el hueco de mi cuello un segundo. Sus labios esparcieron besitos en mi piel, la punta de su nariz trazó mi mandíbula.
"Tú robas todas las mantas." Susurró Harry.
"Bueno, tengo que agarrarlas primero antes de que tú lo hagas." Me reí.
Su rasgada voz hizo eco en la tenue habitación, volviendo al colchón. Nos tumbamos de lado con los brazos pegados mientras Harry jugaba con mis dedos bajo el edredón.
"¿Cómo has llegado a dormir en ese lado de la cama? Nunca decidimos el lado, ¿no?"
La cabeza de Harry giró hacia un lado, mirándome. Sus grandes ojos verdes brillaron, absorbiendo mi expresión inquisidora.
"Primero, los hombres siempre duermen en el lado más cercano a la puerta. Y segundo, Teddy, todo el colchón está en tu lado de la cama."
Mis labios hicieron un puchero, sin entender lo que estaba dando a entender Harry. Vi la pequeña sonrisa.
"No importa si duermo en este lado o en ese." Gesticuló con su mano. "Cuando estás dormida te pones encima de mí de todas maneras, sin importar que nos hayamos colocado a derecha o izquierda."
"Pensé que te gustaba acurrucarte conmigo." Dije, aunque sin conseguir esconder el halo de dolor.
"Claro que me gusta." Sonrió. "Eres como un koala algunas noches." Sabía que estaba evaluando nuestra conversación, mirando al techo antes de volver a girar su cabeza hacia mí.
"Como cuando vimos esa película de miedo con todo el mundo en casa de Niall, tú insististe en que estabas bien y luego no podías ir a la cocina sola para beber algo. Me hiciste agarrarte la mano toda la noche, luego te pegaste a mí cuando nos fuimos a la cama."
Me sonrojé un poco por el recuerdo. Lo admito, puede que haya sido un poco pegajosa, pero fue solo por esa estúpida película. A pesar de lo que dijera Harry, sabía que la única razón por la que los chicos habían elegido una de miedo era por los factores de ese género específico. Las mujeres buscarían comodidad y protección en los hombres, lo que había funcionado perfectamente para Niall que estaba intentando impresionar a su futura novia, Michelle. Habían acabado acurrucados en el sofá mientras susurraban y se reían en silencio. Yo, por otra parte, corté la circulación de Harry con mi agarre, terminando en su regazo en un punto de la película e intentando esconderme en su sudadera. No fue uno de los momentos en los que estuviera más orgullosa.
Cuando volví a ver a Harry, me estaba sonriendo, con hoyuelos y todo.
"¿Qué?" Dije tímida.
"Nada."
Su sonrisa provocó mariposas en mi estómago. Encontraba asombroso que Harry pudiera seguir teniendo el mismo efecto en mí. Todo lo que tenía que hacer era mostrarme esos adorables hoyuelos y yo me derretiría al instante.
"¿Qué más digo dormida?" Intenté cambiar el tema de conversación.
"Oh nena, hemos tenido muchas conversaciones reveladoras." Provocó Harry.
"¿Cómo cuales?"
Ahora no quería dormir, el tono de su voz me preocupó sobre lo que había escapado de mis labios en mi estado de inconsciencia. Me incliné hacia delante un poco, sobre Harry, mientras él se reía, aparentemente por algún tipo de broma privada.
"No te preocupes, te beneficiaste mucho por eso." Sonrió.
Mis ojos empezaron a abrirse, escondiendo mi cara con mis manos y cayendo de nuevo al colchón.
"Oh dios mío."
"¿Ya lo sabes?" Se rió Harry.
"La- la semana pasada, cuando te dije que fue el mejor... orgasmo que había tenido..."
Él había dicho después que había tenido una pequeña ayuda. Había estado avergonzada con el pensamiento de Harry hablando de nuestras actividades privadas en la habitación con sus amigos. Pero no era el consejo de sus amigos lo que había adquirido.
"Eso fue resultado de una nuestras más interesantes conversaciones de madrugada." Dijo juguetonamente Harry. "Estabas muy dispuesta a darme trucos."
Mis mejillas se tiñeron de rosa. Temí pensar cómo había surgido la conversación. Mis manos fueron sujetas por las de Harry cuando las quitó de mi cara. Les di un manotazo molesta.
"¡No puedes hacer eso! Es tener ventaja."
"Si, pero no te oí quejarte cuando hice que te corrieras dos veces solo con mi boca."
No había duda de que Harry conocía bien mi cuerpo. Era muy observador con las pequeñas cosas que me daban placer, y yo con él. Con su ya extenso conocimiento de mis puntos sensibles, la nueva información que había sacado de mí había creado una combinación mortal. Nunca me habían estimulado así antes, casi hasta el punto de perder la consciencia. Harry había tenido que disminuir el ritmo varias veces, las habilidades seductoras de su lengua y sus labios demostraban mucho. Él lo había retrasado más tiempo del que normalmente hacía, llevándome hasta el borde en múltiples ocasiones, pero retrasando el final en el que estaba trabajando desesperadamente.
"Estás pensando en ello ahora, ¿no?" Sonrió ampliamente.
Era la misma sonrisa que había tenido mientras me miraba caer bajo sus cuidadosos y deliberados toques. Desconocido para mí en ese momento que yo había sido la que le informó sobre qué hacer exactamente en los momentos oportunos.
"¡Harry!" Pegué su brazo.
"Podemos tener otra pequeña demostración ahora si quieres."
Mis ojos se agrandaron mientras él empezaba a hundirse en las mantas, descendiendo al calor de la cama. Segundos más tarde, sus rizos habían desaparecido, todo lo que podía oír era su risa. Me retorcí cuando una gran mano se enganchó en mi tobillo.
"¡No!" Dije, luchando mientras él sujetaba mis piernas.
Seguí a Harry, el sonido de su risa rasgada sonaba contra la manta mientras yo luchaba. Sus dedos engancharon mis shorts en la oscuridad, pero conseguí distraerle, fallando en mi objetivo unas cuantas veces antes de colocar un pesado beso en sus labios. Mi frente se presionó con la suya, compartiendo nuestros alientos.
"Mantén esa lengua en tu boca." Dije en voz baja.
Me retorcí, riéndome cuando un desaliñado lametón aterrizó en mi mejilla. Mi mano se elevó, limpiando la provocación de Harry.
"Eso es asqueroso." Me quejé.
"En realidad te encanta." Contestó descaradamente Harry.
Pude sentirle acercarse a mi otra vez pero actué rápidamente, apartándole para sentarme a horcajadas en su cintura antes de luchar por colocar sus muñecas en el colchón. Seguíamos en la oscuridad, nuestra lucha tapada por la manta. Mi cabeza bajó, mis labios sobre su cara a ciegas, rozando ligeramente sus pestañas mientras besaba la esquina de su ojo derecho. Moví su cabeza a un lado para encontrar su oreja, sus rizos provocaban mi piel.
"Ríndete." Instruí a Harry.
"Solo si me das un beso."
Su voz se había profundizado, el sonido normalmente áspero era más bajo. Sabía exactamente lo que estaba haciendo. Se me puso la piel de gallina a pesar del hecho de que había una temperatura confortable bajo la manta. Encontré sus labios rellenos haciendo un adorable puchero mientras esperaba seguir el compromiso. Sonreí para mi misma. El beso fue necesitado y pasional, casi como si nos estuviéramos reuniendo tras un tiempo separados. La sensación de los labios de Harry era muy familiar, la suavidad y el calor eran algo que demandaba. Se sentía como en casa.
Me reí cuando mordió mi labio inferior, gimiendo ligeramente. Su rudo susurro era todo lo que podía oír, la manta nos permitía provocarnos encubiertamente.
"Me rindo."
Sus palabras debilitaron mi cuerpo, liberando el agarre del que podía haber salido fácilmente mientras yo soltaba sus muñecas. Mi cuerpo descansó encima del suyo sin una palabra de queja de Harry. Espolvoreé afecto en su hombro derecho, sus músculos contorneándose bajo mis besos. Todo ello mientras mis dedos acariciaban su mejilla antes de peinar su pelo.
Me moví hacia un lado cuando la respiración de Harry empezó a nivelarse, recobrándose de nuestra caliente sesión. Las mantas seguían sobre nuestras cabezas cuando él se giró para mirarme. Sonreí por lo cercano que estaba Harry, nuestras narices tocándose, nuestras piernas entrelazadas. Sus dedos trazaban la curva de mi cuerpo en la oscuridad.
"Se está agradable aquí debajo." Comenté suavemente.
Un brazo se colocó alrededor de mi espalda, asegurando mi cuerpo al de Harry.
"Nos vamos a quedar sin oxígeno... y moriremos."
"Tenías que estropearlo." Me reí.
X.
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