La petición de Dumbledore, café aromático y un profesor no tan frio
HARRY POTTER Y SAKURA CARD CAPTOR
Capítulo 7: La petición de Dumbledore, café aromático y un profesor no tan frío
―¡Maldito Dumbledore! ―se quejaba Snape―, no es suficiente acaso con tener que soportar a todo ese grupo de retrasados mentales que tengo por alumnos y ahora me impone la compañía de esa mujer.
El profesor llegó a sus aposentos y se desplomó sobre su sillón. Una hora antes fue mandado a llamar por Dumbledore, el anciano director le comunicó que la señorita Maki Matsumoto de ahora en adelante ayudaría a Snape a preparar su aula previa a cada clase.
―¡Esto es inaudito! ―recordó que le dijo―, no necesito ninguna ayuda.
―Tuve reportes de que pequeños accidentes pasaron en tu aula, debido a que tus alumnos se dirigen en tropel lo más rápido posible para llevarse el material necesario para elaborar las pociones. La señorita Matsumoto, gustosa se ofreció a ayudarte con ese problema.
―¿Qué?, ¿qué reporte?, ¿cuál fue el hijito de mamá que dijo eso?
―Ningún estudiante me lo dijo en persona, lo escuché de algunos profesores en la sala de maestros, mientras compartíamos un exquisito café muggle preparado por la señorita Matsumoto.
―Así que ahora los demás profesores hablan a mis espaldas.
―Nadie habla a tus espaldas mi muchacho, pero si vinieras al menos alguna vez a la sala de maestros, te aseguro que compartirías placenteras pláticas con tus compañeros.
―No soy ningún niño para que me ordenes ir a hablar con quien no quiero, y a todo esto, ¿qué hacia esa mujer dentro de la sala de maestros, si es una muggle?
―La señorita Matsumoto, es para todos los efectos una bruja hasta que la señorita Kinomoto recupere todas las cartas Clow. Además, es una invitada en el colegio, ¿no esperaras que le restrinja la entrada a la sala de maestros, verdad?
―Puede ir donde se le antoje, ¡pero no irá a mi aula!, punto final, se acabó, ¿me entiendes, Dumbledore?
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El hombre rumiaba su derrota, tendría que soportar la presencia de la mujer en su aula, y es que no solo le convenció de que la mujer le ayudara a preparar los materiales de clase antes de que empezara cada una de estas, sino que también, ¡se quedaría en su aula durante las mismas!
«Me hubiera quedado callado, al menos no tendría a esa mujer durante mis clases», pensaba con amargura. «Tal vez si hubiese dicho otra cosa».
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―¡Pero ya tengo a Kinomoto ayudándome! ―recordó que le dijo al director.
―La señorita Kinomoto, sólo te ayuda en las noches y sólo en tu despensa. Castigo en el cual, Severus, no estoy de acuerdo, ella tuvo que capturar la carta Clow a como dé lugar, pero tú la castigaste sin ver ese aspecto.
―¡Le quitare el castigo!, pero no me metas a esa mujer.
―No puedes quitarle un castigo a un estudiante solo por no querer aceptar la ayuda de la señorita Matsumoto.
―¡Se lo cambiare entonces!, que sea Kinomoto la que me ayude a preparar mi aula antes y durante mis clases.
―Mi niño, ¿qué estás diciendo?, cualquiera diría que le tienes miedo a la señorita Matsumoto.
―¿Qué?, yo..., yo no le tengo miedo, ¿por qué debería?
―Entonces... ¿Me dices que le temes a las mujeres? ―recordó como se lo dijo Dumbledore, escaneándolo con esa mirada suya. ―Severus, ¿tienes problemas al relacionarte con las mujeres?
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Derrotado, se levantó de su sillón, ya no deseaba seguir recordando la conversación con el anciano, pero las imágenes de la conversación seguían golpeando su cerebro. Recordó como Dumbledore hizo llamar a Matsumoto y esta le agradeció esta oportunidad de sentirse útil. La mujer, previa reverencia, le tomó de las manos y con una sonrisa cálida, le aseguró que le ayudaría en todo lo posible.
«Vaya ojos más negros», pensó. «Y ese cabello, tan negro y largo, y sus manos eran tan suaves, no muy cálidas pero no tan frías como las mías, pero sí lo bastante cálidas para ser una sensación agradable».
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La noche siguiente, luego de que Snape le indicase a la señorita Matsumoto como preparar los materiales que necesitarían los alumnos cada clase.
―¿Le gustaría un café, profesor?
―Escuché que usted servía café a los demás profesores en la sala de maestros.
―Solo lo hice una vez, me costó encontrar en Hogsmeade los ingredientes necesarios para preparar café a mi gusto.
Snape degustó el aromático café, era sabroso y tenía algo de especial que no supo definir que era.
―¿Le gustó, profesor Snape?
―Estuvo bien ―dijo lacónico―. Sabe, no tiene que quedarse durante mis clases, lo que sea que le dijo el Director Dumbledore, señorita Matsumoto...
―No es necesario eso de señorita.
―¿Pero usted es casada?
―Viuda.
―Lo siento.
Maki negó con la cabeza indicando que no era necesario sentir pena por ella.
―¿Y usted?
―¿Yo, qué?
―Me refiero a que ¿cuándo estuvo casado?
―Yo, nunca me case.
―Disculpe, pero el profesor Flitwick me dio a entender otra cosa.
―Seguro le dio a entender que estaba casado con mi trabajo ―dijo Snape y tomó otro sorbo de café para apurar la conversación.
―También el Director Dumbledore me dijo que estaba de duelo.
Snape escupió el café sin querer.
―¡Cuidado, profesor! ―le dijo Maki y le limpió el pecho con su pañuelo
Snape pudo notar como la mujer despedía un aroma a café, era tan agradable. Detestaba como las mujeres se ponían demasiado perfume, ¡apestaban tanto aquellas! En eso, la mujer levantó la vista y los ojos de ambos se encontraron, Maki la miraba con una expresión serena y amable, Snape rogó para que no escuchara los latidos de su corazón.
¡Crash!
―¡¿Qué fue eso?! ―exclamó Snape.
―Parece que viene de la despensa de materiales, profesor.
Tanto Snape como Maki, corrieron al lugar y al llegar vieron como todos los frascos de especímenes se habían juntado y formado una especie de conejo gigantesco. Sakura intentaba detener al monstruo pero no tenía éxito.
―¡Cuidado, Maki! ―gritó Snape y agarró a la mujer antes de que fuese aplastada por la criatura antes de colapsar en el suelo y romperse en cientos de fragmentos. Sakura aprovechó para capturar a la carta Salto en ese momento.
―¿Está usted bien?, ¿está herida?
―No, yo me encuentro bien, ¿qué hay de Sakura?
―Iré a ver, usted regrese al aula.
Sakura se hallaba ilesa pero ante el espectáculo de todas las muestras en frascos desechas ante sus pies, empezó a llorar.
―Lo siento, profesor. Todas los frascos se rompieron, no me castigue, por favor.
―Kinomoto ―le dijo el hombre―, no fue su culpa, así que deje de llorar. Respecto a su castigo..., este queda levantado. No olvide que no debe distraerse en mis clases o consideraré reponerle el castigo y ahora vaya a su sala común, si Filch la sorprende yo no abogare por usted.
―Gracias, señor ―dijo Sakura y se apresuró a correr a su sala común, no fuera que el hombre cambiara de decisión.
Toda la escena era un caos, llevaría toda la noche al hombre reparar todo, aun con la ayuda de la magia.
―Bueno esto puede esperar, todavía no acabé de tomar todo ese aromático café.
CONTINUARÁ...
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