Los colgantes perdidos

Las caricias de unos dedos juveniles comenzaron a apretujar la nota, presos de total excitación.

—Te los regreso cuando termine la fiesta —leyó. La letra era casi ininteligible y corrida hacia la izquierda.

Hermione oteó presurosa la mesa donde se encontraba el regalo de su abuela. Empezó a escrutar cerca  de un boleto para el partido de Quidditch, algún indicio de su posesión.
—No puedo creerlo —dijo con estupor—. Es imposible que me los hayan robado.

Fue a buscar su pasantía para la sección especial de la biblioteca, dejando ese asunto un poco de lado, aunque su preocupación siguió turbando sus sentidos. Así sin más, se estampó en el suelo resbaladizo, manchándose la túnica negra con alguna sustancia.

—¿Qué es esto? —Hermione olió el viscoso compuesto, después del tropezón—. Es mi poción alisadora.
Sus ojos se enfocaron en los indicios de la poción haciendo ver unos pasos ungidos por este, que iban en dos direcciones, de la puerta hacia la mesita de noche y en círculos hacia la puerta.

Demasiado turbada por ese imperfecto hurto, se levantó y acomodó su uniforme. Con sus tres libros contra su pecho salió de sus aposentos.

—Ya leíste el Manual de La Floritura Perfecta para Varitas.
— ¿Es necesario? —Ron guardó a Scabbers,su mascota, cuando terminó de alimentarlo—. Ya basta con los cinco libros de Magia y pociones que debo estudiar. Es solo una nimiedad.
—Los pequeños detalles pueden llevarte a una nota nada reclamable. Hazle caso a Hermione, por una vez.
Un chico de enmarañado cabello negro había respondido y Ron miraba  con resistencia el pequeño manual.
—Tal vez —le respondió a Harry.

Una amistad tripartita yacía en la última mesa de la gran biblioteca. Los tres estudiantes de Hogwarts se preparaban juntos para las extenuantes TIMO´s de ese año.

—Se rumorea que Neville tiene algún amorío—dijo divertida Hermione mientras escribía sus deberes, alistando su vivos cabellos en una coleta—, hace rato que no se le ve cometiendo torpezas. Todas las noches va a la torre alta contemplando las estrellas con un telescopio. Está como hipnotizado.
Ron bufó casi conteniendo la sonrisa.
— ¿Y? —preguntó atento Harry.
—Nunca se sabe, el futuro es impredecible —respondió.
—No pensaras, Hermione Granger que está... —Ron la señalo con un gesto— de ti. Sería muy divertido.
—No seas tan absurdo, Ron. Solo pienso que pronto se sabrá, ¿no lo crees Harry?
Harry suspiró sonriente.
—Cambiemos de pláticas, chicos. Estos asuntos no son muy relevantes.
— Estos asuntillos solo son para chicas SIN DEBERES QUE HACER —insinuó Ron.

Hermione reprendió a Weasley mirándolo a los ojos con carácter desafiante. Harry terció la escena evitando que Hermione respondiera la indirecta de Ron.
—Tengo partido de Quidditch el fin de semana ¿Van a asistir chicos? Ya que no pudimos ir a la fiesta de esta tarde.
— ¿Qué fiesta? —interpeló el pelirrojo muchacho.
—Una fiesta que se montó Lavender para pavonear su presencia en la portada de Sonrisa de Bruja —aclaró Harry.
—Si solo pudiera encontrarlos —masculló Hermione deseosa, distante de la conversación.
— ¿Encontrar qué? —preguntó Ron.
— ¿Me estaban escuchando? —Hermione abrió los ojos sorprendida—, es solo que perdí algo… cuando iba a mi habitación, y vi ese escenario tan extraño, solo pude pensar en una cosa cuando salí de ahí… mis pendientes desaparecieron.
— Ah, eso —dijo Ron desviando su atención.
— ¿Y cómo, Hermione? —preguntó Harry interesado.
—Venía del almuerzo, cuando entré en mi habitación y en mi mesita de noche encontré una nota que decía que algo se me devolvería, y cuando observé que mis pendientes no estaban, me tropecé con mi propia poción alisadora, y pude ver pasos marcados por mi poción. Y todo ese asunto empezó a dar vueltas en mi cabeza, y no ha parado desde entonces.
Harry se reclinó contra el respaldo de su silla, y acariciando su mentón, fue cavilando sus ideas. Miró a sus amigos, tomó su varita y su pluma  y se fue.

Harry colocó cinco fotos en una mesa de sauce. Había estado mucho tiempo en ausencia de sus amigos en busca de algún indicio que llenará los vacíos de la situación que le planteó Hermione.

Un gemido fue acompañado de una mirada perspicaz. Harry oteaba las fotos con detenimiento.
Se reunieron en la Sala Común de Gryffindor, mientras el fuego de la chimenea crepitaba.
— Ya sé quién es el culpable —Harry se acomodó un mechón de molesto cabello—. Según tengo entendido, los aretes son justificaciones de un robo de mujer, dos fueron la que entraron en la habitación de Hermione, dos fueron las únicas que no descarté en las fotos.
— Explícate Harry —apostilló Hermione.
Ron tragó en seco su rana de chocolate, mientras pestañeaba aturdido.
—Las pisadas que encontramos en la habitación de Hermione... Claro, eran dos mujeres.
Harry se sorprendió al ver que Ron comprendía su hipótesis.
— Fueron dos jóvenes de nuestra edad y de nuestra Casa. La que escribió la carta, me atrevería a decir que oscila  1.60 metros de estatura, y la cómplice era un poco más alta.  La protagonista de nuestro robo participó en la fiesta de anoche, además es zurda y proviene del sur Asiático.
— ¿Cómo sabes todo eso, Harry? Déjate de juegos, por favor.
—Los juegos son mi pasión, Hermione. Déjame explicarte.
—Las pisadas que se mostraban en tu habitación mostraban un redondo tacón trasero gracias a la geometría de la pisada lo que deja entrever a dos mujeres. Es evidente la estatura de cada una por la longitud de sus pasos en el suelo, con los cálculos apropiados se puede deducir con facilidad.
— ¿Y en cuanto a que participó en la fiesta? —preguntó interesada.
— Imagínate, volviste a tu habitación justo a la hora de la fiesta, si el robo se efectuó minutos antes, debieron estar apresuradas por asistir, lo que justifica la ilegible y apresurada letra de la carta. Son de nuestra edad, pues poseen regularmente  la misma estatura tuya, y en cuanto a que provienen de la misma Casa, todos sabemos que para ingresar a Gryffindor deben saberse la contraseña adecuada, y les aseguro que la dama gorda no deja entrar a nadie que no pertenezca.
—Harry, pero es imposible saber solo con una carta que ella es zurda y surasiática —dijo Ron.
—Imposible, no. Sencillo, absolutamente. La letra inclinada hacia atrás por lo general dice mucho de cual mano ejerció la caligrafía, ella es sin duda zurda. Ahora, fíjate en la tinta con que se escribió la carta. —Harry tomó la carta y la colocó en la mesa—. Huélela, un aroma sutil a compuestos asiáticos de antaño, provenientes del sur.
Hermione abrió con ligereza los ojos.
—Todo eso fue posible, con una carta, unas pisadas y ocurrentes deducciones. Increíble.
—Revisemos las fotografías. Díganme lo que observan.
Harry apartó la primera fotografía. Era un vivido escenario de estudiantes, muchos pertenecían a Gryffindor, pero solo cinco eran mujeres.
— Una lista de la fiesta que extraje de mis contactos; muestra exactamente cinco chicas de nuestra casa: Parvarti, Lavender, Alicia Spinnet de 16 años, Angelina Johnson y Padma. Exactamente las que se ven en la foto.
—Descartemos a Alicia Spinett, pues no es de nuestra edad —dijo Hermione.
—Además de eso, recopilé algunos testimonios. Alicia llegó mucho antes del robo —respondió Harry.
—Veamos la segunda.  Angelina se retoca sus tostadas mejillas, Padma se ajusta el brazalete, Parvarti coquetea a Lee Jordan, Lavender es la única que está ausente en la fotografía —afirmó Harry.
Ron miró suspicaz.
— No dejó verse en la foto, es de nuestra edad y de nuestra casa. HARRY...
—Sin precipitarse. Ajusta tus teorías a los hechos, no distorsiones los hechos para comprobar tus teorías. Lavender proviene de una familia al sur de Londres con dos casas a la orilla del mar, me parece suficiente para otorgarle la coartada de acomodada, y de perfecta inocente, no necesita valerse de los pendientes de los demás.
— De acuerdo —respondió a Harry— Aunque tal vez, eso es lo que quiera que creamos.
— No nos adelantemos. Seguimos —replicó Harry—, en la tercera foto se ve los perfectos mechones de Lavender postrados en la mesa, parece estar cansada. Parvarti toma cerveza de mantequilla con Padma entre risas y Angelina baila con Lee. Angelina lleva un moño muy atrincado, se deja ver inocente, mostrando sus orejas sin los aretes de Hermione.
— Descartada, entonces —dijo Granger— Ahora déjenme exponer los hechos. En la siguiente fotografía se ve a Lavender tumbada en la mesa, a Parvarti bailando con Dean y con un moño recogido, situada de espaldas  y con un cuello de vestido muy alto, desafortunadamente el cuello cubre sus orejas y no se ven, mientras tanto Padma la mira sin expresión en el rostro. Hay otra chica, que nunca he visto, parece acomodarse algo puesto es sus orejas, muy extraño.
Hermione frunció el ceño un poco enojada, despertó ante la chica nueva muchas dudas.
—Esto da un giro inesperado a la situación— Ron se acarició la barbilla—. Déjenme ver la última y quinta foto: Parvarti esta tumbada en la mesa con un moño y sin aretes de ningún tipo, Padma tiene la oreja derecha descubierta, pero como en la foto solo se ve de perfil, su lado izquierdo no es identificable, mientras, Lavender se encuentra en el ponche, y la chica nueva baila con Dean Thomas. Solo disponemos de cuatro sospechosas ¿Cuál es, Harry?
Harry señaló una muchacha morena de sugerentes rasgos indios, llevaba un vestido rojo.
—La chica nueva se llama Naela Chohan y viene de Pakistán.
—Escuché que eso queda por Asia. Pero, Harry, sigo sin entender como resolviste el misterio, ¿Ella es la culpable?
— A la hora del almuerzo tus pendientes aparecerán, Hermione. Nos vemos.
Y sin más, Harry salió de la habitación dejando a sus amigos con muchas preguntas.

Hermione regresaba del comedor con Ron.
—Los TIMOS este año estarán difíciles, ¿estás estudiando Ron?
Ron la miró sin expresión.
—Ciertamente no, es que siempre que quiero estudiar se me presenta algún partido de Quidditch de Bulgaria —dijo con un poco de paella en los labios.

Ron colocó los libros sobre la cama de Hermione y Crookshanks su gato pelirrojo chilló de dolor.
—Lo siento, Crookshanks.
El gato portaba algo entre sus dientes, era brilloso y pequeño.
Hermione se horrorizó al ver cierto objeto en las fauces de su amigo. De su boca extrajo un pendiente y debajo de la cama se encontraba el otro.
—Ten, Hermione —replicó Ron, recogiendo el otro.
— ¿Cómo es posible esto? —oteó confusa sus encontrados pendientes.

Un sonido se oyó. Era Harry, entrando a Gryffindor.
— Hola chicos —afirmó saboreando un pastel que llevaba consigo—. Veo que encontraron los pendientes.
Hermione se llevó una mano a la cintura e insinuó con un gesto de autoridad saber lo que estaba pasando.
— Es muy fácil. Todo lo prestado debe ser devuelto, el ladrón después de usarlo se tomó la molestia —dijo Harry.
—No me pudiste decir que era Crookshanks todo este tiempo —dijo Hermione.
— ¿Quién te asegura tal tontería?— Harry sonrió sagaz— Si miras detenidamente a la mesita de noche, encontrarás pelo de gato, es casi seguro que tu gato lo tomó cuando ya lo habían devuelto pues tus pendientes claramente los guardas en otro sitio más seguro.
— ¿Y entonces quién? —interrogó Ron.
— En la cuarta y tercera fotografía hay una chica que no posee aretes, dejando a otra que los posea, están las cinco chicas, cuales de ellas son tan amigas como para guardarse el secreto de robar tus aretes. Indudablemente son las que encajan perfectamente en el perfil, son sur asiáticas, o sea, indias, están en el curso y Casa de Hermione. Son las hermanas Patil: Parvarti y Padma. La chica nueva y las demás quedan descartadas.
Hermione se asombró de la rápida respuesta de Harry.
—Ellas fueron la que entraron en tu habitación. Parvarti escribió la carta, pues su mano siniestra es la que ejerce mayor uso, para tomar la cerveza, apoyar su cabeza y bailar. Padma demuestra las mismas acciones, pero con su mano derecha. En la cuarta fotografía se ve a Parvarti sin los pendientes ya que Padma se los había puesto, pero uno se encontraba perdido o ciertamente roto, como es el caso del que se cayó debajo de tu cama, Hermione, y por eso una oreja se encuentra desnuda, y por eso ella se evidencia en apariencia inocente. Seguramente, alguna de ellas guardó el inservible pendiente cuando se rompió, y quedándose solo con uno.
—Fue Padma. Me cuesta decirlo pero es tan torpe como para eso —dijo Ron con un dejo de risa—. ¡Qué  hermanas! 
— ¿Cómo lo supiste —preguntó Hermione.
—Si observas las fotos, y deduces un posible escenario detrás de lo evidente, encontraras la respuesta —respondió Harry.
— ¿Cómo supiste que un pendiente estaba roto?
— Porque encontré una tuerquita en el lugar de la fiesta de anoche. Aquí tienes, Hermione.
— ¿Y lo del pendiente debajo de la cama? —preguntó Ron.
—Conociendo a Hermione como una persona meticulosa, que el cubrecama tenga un lado   levantado demuestra que tuvieron que recoger sus puntas para ver lo que había debajo —Harry señaló con un dedo admonitorio el lugar—. Cuando se terminó la fiesta lo debieron situarlo en el lugar de origen. Muy fácil.
— Eres un genio, Harry. Muchas gracias por encontrarlos— Hermione pareció muy entusiasmada, aunque un poco decepcionada—. Eran de mi abuela, ahora supongo, que ya no podré usarlos.
— ¿Quién dijo?— Harry sujetó su varita, tomó el colgante y la tuerquita, e hizo una floritura— Reparo. Listo.
Los pendientes se arreglaron al instante, como si nunca se hubieran roto.
-El acontecimeinto fue un poco absurdo ¿ No creen? Tomarse tantas molestias para robar unos pendientes. Y lo mejor de todo es que las dos los usaron. Ni que fueran mágicos.
-Creo que las hermans Patil, a pesar de su inapropiado y conjunto comportamiento, no son tan tontas ¿No es verdad, Hermione?
-Puede que le haya hecho algunas modificaciones para la suerte.
«Con los chicos. Son los mismos pendientes con los que conoció a Viktor, mi pasado contrincante en el torneo de los Tres Magos», pensó Harry.
Hermione se sonrojó de sobremanera.
—Ahora que todo está en orden, porque no vamos al Caldero Chorreante y lo celebramos, chicos —propuso Harry para evitar las preguntas de Ron hacia Granger.

Los chicos deambulaban por el callejón Diagon, en busca de su bar más frecuentado. Harry se volteó hacia Hermione, con un tono alegre.
— ¡Ah! Parvarti te pidió perdón, claro, cuando yo le conté todo.

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