7. Uno de los nuestros
Contra todo pronóstico he obtenido una puntuación de 19/20 en la segunda fase de los BestiesAwards, así que, espero que no te moleste que deje el link al final del capítulo.
Mi objetivo principal es entretener y hacerte pasar un buen rato de lectura y ya que estoy ,pues almenos me gustaría intentarlo. Para ello piden los votos de usuarios.
Espero que disfrutes el capítulo. Tu opinión siempre será bien recibida.
Capítulo 7: Uno de los nuestros
Las arrugas de Dumbledore dibujaban surcos más pronunciados en su piel reblandecida por los años. Las gafas de media luna disimulaban el color "morado agotado" que envolvía sus ojos azul cielo, adormecidos sobre los pergaminos que se desplegaban sobre su mesa de roble. La larga barba de un blanco grisáceo le otorgaba una especie de nobleza propia de los tiempos pasados, que quedaba totalmente opacada por el sombrero de snitches multicolores; cuyo movimiento divertido servía de distracción a las visitas. Así no se fijarían en su estado.
El director de Hogwarts sentía como si hubiera envejecido varias décadas en pocos días, pues la situación actual le estaba arrebatando lo que nunca creyó que perdería: la entereza. Después de la reunión de la Orden del Fénix hacía poco más de una semana las cosas no habían hecho más que empeorar. Buscaban a Harry y al extraño individuo simultáneamente sin resultado.
De Harry no había el menor rastro. Era como si se lo hubiera tragado el mismísimo infierno. Los miembros de la orden vigilaban aquellos lugares a los que podría acudir: Hogsmeade, Hogwarts, la Casa de los Gritos, la Madriguera, El Valle de Godric, el Callejón Diagón, el Callejón Knockturn, El Caldero Chorreante,...incluso algunos sitios muggles, pero no lo encontraban. Y tampoco había sacado un galeón de su cuenta de Gringotts.
Esperaban localizarlo con los hechizos rastreadores en los regalos de cumpleaños, pero el plan no surgió efecto. Lo único que pudo sacar en claro es que Harry seguía vivo, pero no sabía ni cómo, ni dónde y las opciones se acababan y el tiempo apremiaba. Lo único que facilitaba la situación era que la desaparición del Elegido aún seguía siendo un secreto. Tuvo que mover numerosos hilos para que así fuera, era vital que la comunidad mágica no se enterara. Si eso ocurriera cundiría el pánico.
La búsqueda del extraño individuo tampoco ofrecía resultados. Esa noche no se realizaron hechizos curativos, ni se compraron ingredientes para pociones regeneradoras, ni fue ingresado nadie en San Mugo con ese tipo de heridas. Y las investigaciones de los aurores tampoco habían ayudado. Era un fantasma. Otro callejón sin salida.
Para empeorar las cosas Voldemort estaba furioso por la masacre entre sus filas, pero también estaba contento con la desaparición de Harry en las narices de la Orden del Fénix. Así que él también estaba utilizando casi todos sus recursos para encontrarlos a ambos.
La búsqueda se había convertido en una carrera contrarreloj.
Albus Dumbledore, sentado en su despacho de Hogwarts, se frotaba las sienes y los ojos cansado, frustrado. Tenía que haber algo que se le pasara por alto, un matiz que no estaba teniendo en cuenta.
Ignorando las preguntas y los comentarios de los cuadros de los anteriores directores, se dirigió lentamente a la ventana para admirar el paisaje de Hogwarts mientras esclarecía hechos, conclusiones y teorías. La noche negra, el refugio de lo desconocido y lo imprevisible, se cernía sobre el Bosque Prohibido vaticinándo al anciano la era sombría que estaba por venir.
Unos toques apresurados y firmes en la puerta de su despacho no le hicieron apartar la vista del tenebroso paisaje de Hogwarts. Últimamente las visitas eran de lo más común. Cuando susurró un "adelante", la puerta se abrió de golpe mientras el mago se trasladaba de nuevo al asiento de su escritorio. Ante él un Remus Lupin respiraba muy agitado.
Una vez normalizada la respiración, el hombre lobo sacó un ejemplar de "El Profeta" y lo arrojó con fuerza encima de la mesa revolviendo algunos de los pergaminos que la decoraban.
―¿Ahora qué hacemos profesor?― tras leer el título la primera plana no tuvo necesidad de ver más para saber cuál era el problema.
En gigantescas letras mayúsculas, de un negro fuertemente marcado, se leía un título de tres palabras, corto y claro que despertaría la atención de toda la comunidad mágica
El anciano se quitó las gafas angustiado. Sabía que tarde o temprano eso sucedería y albergaba la esperanza de tener el problema solucionado para entonces.
― En este asunto el silencio es nuestro mejor aliado Remus. Habla con la Orden y con los chicos, tendrás que filtrar sus correos. Estoy seguro de que recibirán cientos de lechuzas de sus compañeros de Hogwarts buscando información. Cualquier palabra disonante generará más confusión, y la calma ante la tormenta es la mejor consejera para encontrar el camino correcto.―El licántropo asintió desde su butaca, hipnotizado y divertido por las snitches que daban vueltas y vueltas por el sombrero del anciano―. Habrá que vigilar el número cuatro de Privet Drive. Estoy seguro que algunos periodistas averiguarán la dirección de sus tíos y querrán hacerles preguntas. Yo mientras tanto intentaré calmar los ánimos. Hablaré con el ministro.
― ¿Cómo se habrán enterado?
―Créeme Remus, nadie puede esconder nada eternamente y esta noticia era demasiado jugosa. La luz de la verdad siempre sale a flote por mucho que nos esforcemos por ocultarla. Tengo mis teorías sobre quién ha podido divulgarlo, pero cada una más improbable que la anterior y a cada cual más disparatada― Dumbledore metió la mano en un cuenco y se llevó un dulce a la boca―. ¿Un caramelo de limón?
―No, gracias profesor. Yo ya me voy. No se preocupe, informaré a los demás y me encargaré de que los chicos no digan nada, ellos lo entenderán... ¿Se sabe algo? ―Ante su pregunta Dumbledore lo miró con sus dejas níveas fruncidas de preocupación. Un suspiro le preparó para responderle lo mismo que todas las demás veces que el licántropo le formulaba esa pregunta.
La luna llena acechaba, más próxima al paso de cada día, debilitando la voluntad de un afligido Remus. En sus largos años de vida, el anciano no había visto a un hombre consumirse por la tamaña agonía de la pérdida.
―Nada. ―Lupin se recostó derrotado. Como si llevara años cargando un fardo de plomo su espalda cayó contra el respaldo de la silla ―. Lo siento mucho, Remus. Sabes que no estás solo, todos estamos preocupados por Harry.― El licántropo suspiró abatido refregándose la cara con su mano temblorosa.
Una gota de esperanza se perdía con cada una de las respuestas negativas
―Sí, lo sé profesor. Pero ... ―Lupin miró a Dumbledore dudando si contarle todas sus aflicciones, pero el gesto lúgubre del anciano le desechó la idea. El Jefe de la Orden del Fénix debía atender cosas más importantes que las preocupaciones de un simple licántropo.― Nada, no importa. Tengo que irme. Buenas noches profesor
― Buenas noches Remus.
El suave crujido de la puerta indicó que Lupin ya se había marchado. Entrelazándose los dedos a la altura del pecho, con ambos codos colocados en su correspondiente reposabrazos, olvidó por completo las referencias del nuevo candidato que debía entrevistar. Lo haría más tarde, ahora necesitaba alejarse el papeleo propio de un director y averiguar cuál era el dato que pasaba por alto.
* * *
No sabía dónde estaba.
Recordaba llegar al ático e intentar dormir durante horas, con la adrenalina aun hirviéndole en las venas, pero ahora que despertaba ... no se encontraba en su habitación.
La varita la mantuvo firme en su mano, preparada para atacar a cualquier movimiento fuera de lugar. Nunca se separaba de ella, sobre todo desde que Ian lo despertó una mañana con maldiciones quebrantahuesos.
En su búsqueda de cualquier ataque, el suelo de mármol blanco le heló los pies mientras bajaba de la cama. La estancia era enorme, decorada de un estilo antiguo propio del medievo y Harry no tuvo que ser muy inteligente para deducir donde se encontraba. Los doseles rojo granate, los brocados dorados que decoraban los muebles oscuros y, sobre todo, el enorme cuadro a tamaño real del fundador de su casa, le dejaron claro que se encontraba en el Castillo de Godric Gryffindor.
Deslizando sus pies descalzos, sigilosos sobre la piedra blanca, se dirigió al inmenso armario de roble y lo abrió de un tirón. La tensión acumulada en sus hombros se relajó, al igual que el agarre de su varita, cuando vio dentro toda su ropa. Todas las túnicas, capas, abrigos y demás prendas perfectamente colocadas, dejaban claro que ese "pequeño" cambio de residencia era cosa de Ian.
La noche anterior Harry quiso entrenar directamente, pero su tutor no se lo permitió.
―"No quiero un incompetente durmiéndose sobre la espada" ― alegó limpiándose el zapato con magia.
Le pareció extraño. A su maestro le daba igual lo que hiciera fuera de su instrucción, siempre y cuando en esta diera lo máximo. De hecho, no hubiera sido la primera vez que entrenara después de tres días sin dormir; pero ahora entendía su repentina preocupación por su descanso: sin dormir, no le hubiera podido dar la sorpresita de cambio de domicilio.
Veinte minutos después paseaba por enormes pasillos alumbrados por bolas de fuego blanco. Las llamas flotantes apostadas en el techo, creaban un baile de sombras sobre los cuadros, esculturas y armaduras que encontraba a su paso.
En otro momento Harry se hubiera deleitado con cada uno de los bustos de ónice, o analizado algunos de los cuadros, intentando adivinar a quién pertenecía ese gesto serio y algo desdibujado por los años del lienzo en el queese personaje reposaba. Pero su búsqueda de algún sitio en el que pudiera correr era más acuciante que su curiosidad.
Giró un par de veces a la derecha y unas más a la izquierda. Así encontró la magnífica escalinata que daba a un gran pórtico cerrado.
No necesitó deslizar la mano en el picaporte, ni si quiera empujar la gruesa madera brillante y pulida como recién barnizada. A su mera presencia, la puerta se hizo a un lado permitiendo que la brisa glacial de la madrugada le cortara la cara. Pero el dolor no le disgustó; es más, lo hizo sentirse purificado.
La belleza de la vista le entrecortó el aliento y el sobrecogió el corazón. El paisaje, la sencillez de su irrealidad, le hizo creer en la esperanza del futuro, olvidar las miserias vistas en el pasado y mitigar la presión que lo asfixiaba en el presente. Tal pureza lo hizo sentirse tan sucio como un dementor entre unicornios, así que Harry se recreó en ese candor incorrupto, bebió de él hasta llenarse por completo con la esperanza de sentirse un poco más limpio.
Dicen que la noche siempre es más oscura antes del amanecer, y el Elegido así pudo comprobarlo cuando a sus ojos la oscuridad plateada de las estrellas cedió su lugar a los rayos dorados del sol.
Tímido como un niño asustado, el enorme orbe amarillo se asomaba extendiendo su lento y suave manto de luz entre el escudo de las montañas nevadas. Ante la caricia de los rayos, el brillo de la nieve hizo que su blanco anterior pareciera un gris tosco y muerto. El calor del sol derritió la nieve, cuyos ríos perlados corrieron melodiosos contra la piedra caliza; redondeando, puliendo sus formas, en su camino hacia la cascada que desembocaba en un lago de aguas cristalinas que rodeaba el castillo. El agua calma recibió a su vieja amiga, la luminosidad, cambiando su color oscuro de noche por el vívido celeste del día a modo de saludo. El fluir de los riachuelos plateados, el sonido de las cataratas como base, eran el acompañamiento perfecto para el sonido de los animales que regalaban su canto a la luz de un nuevo día. Las hadas de bosque liberaban su magia creando un espectáculo de luces con olor a hierbabuena, coco y algodón de azúcar, el trotar de los unicornios entre el musgo violáceo sonaba como un traqueteo de tambor suave entre bambalinas, de camino al estanque de agua blanca y el vuelo de los pájaros entre las copas de árboles frutales, decoraban el amanecer dibujando en él sus siluetas con su movimiento grácil contra el susurro de la brisa.
Harry desearía admirar toda la vida esa antítesis del Bosque Prohibido, beber de sus manantiales, deleitarse con el sabor de los jugosos frutos, sentir el rocío de la hierba fresca y el calor del sol en la piel, pero tenía una tarea que cumplir. Así que comenzó a trotar alrededor del castillo, sabiendo que si se adentraba en el bosque jamás quería salir de él.
Tardaba cuarenta y cinco minutos en rodear toda esa especie de elegante castillo. Vuelta tras vuelta pudo deducir que la puerta por la que salió era la trasera. Pues el pórtico delantero, aún más enorme, y dorado como el oro, se encontraba elevado y protegido por altos muros de piedra gris pálido y un jardín de fuentes de agua turquesa y estatuas de cristal negro. A lo lejos una especie de pasarela de cristal atravesaba el lago con un final que no se podía distinguir.
Tras tres horas y media de carrera sentía como apenas se le habían acelerado las pulsaciones. Era normal, estaba acostumbrado a correr bajo los climas y situaciones extremas que le preparaba la "Sala" del ático, por lo que para él, correr dos horas y media con un buen clima y bajo un suelo firme suponía un paseo. No le quedó más remedio que aumentar a cinco horas el entrenamiento físico para mantener el ritmo del incremento de su resistencia.
A punto de finalizar la última vuelta Ian lo esperaba apoyado sobre la puerta trasera
―¿Qué hago con esto?― un montón de paquetes y cartas golpearon el suelo
Harry no pudo contener un suspiro hastiado mientras se secaba el sudor con el dorso de la mano. Encorvado y apollandose sobre sus muslos se lamentaba de que su maestro apareciera antes de que pudiera visitar el bosque. Aun secándose el resto de sudor de los hombros y el cuello, miró los paquetes con desprecio. Ya se imaginaba lo que eran, al parecer sus amigos no se habían olvidado de su cumpleaños.
― Quémalos.
― Este año se han esforzado más que los anteriores. Se nota que te echan de menos y que quieren recuperar "desinteresadamente" tu maravillosa amistad. ―el Elegido suspiró agotado. Le iba a tocar escuchar un informe mordaz sin ni siquiera tomar el café de la mañana―. Granger te envía la extraordinaria Enciclopedia del Quidditch con todas las jugadas de los mejores buscadores la historia. Weasley se ha dejado los ahorros de su vida en tu regalo: una snitch de plata, muy bonita tengo que añadir. Los gemelos no te han mandado el típico surtido de bromas. Lo que hay en su caja, son sus últimos inventos y no son precisamente para hacer reír. Están diseñados para el espionaje y el camuflaje, además añaden una pistola de pircings y un salón de tatuaje. La pequeña Weasley ha sido un poco más... "descarada" es la palabra. Una emotiva foto de vosotros dos en un marco de corazón. Hagrid te ha regalado unas tartas caseras. Los señores Weasley un reloj de muñeca con localizador, evidentemente. Lupin, un libro: "Lo mejor de la Defensa" ―bufó― Alguien debería espabilar a ese lobo. Y hasta el gran Dumbledore ha tenido la gentileza de regalarte un diario. Pero no es uno cualquiera, sino un "ilegible original". Todo lo que escribas día tras día formará parte de sus páginas duplicando tu consciencia; hasta que podrá contestarte como si fueras tú. Lo que se le olvidaba comentar en su carta es que lleva un hechizo de vinculación a un duplicado, muy típico de Dumbledore. Las cartas eran kilométricas y bueno ya te imaginarás lo que dicen: "¿Cómo estas, Harry?"," ¿Dónde estás?", "Estamos muy preocupados", "No debes culparte" "Responde por favor" "― imitó Ían con una vocecilla aburrida―. Entre tantos kilómetros de pergamino malgastado podrían haber tenido la gentileza de informarte de los sortilegios localizadores y rastreadores que llevaban hasta en el lazo de los paquetes. Con los regalos entonces...vale, los quemaré.
El Elegido los miraba, a la espera de que terminara esa especie de informe. Por el tono empleado cualquiera pensaría que Ian hablaba del tiempo, pero Harry no era cualquiera, sabía que esa situación lo divertía.
―No los quemes. Los necesito. Me ordenaste que me comportara como siempre y no puedo volver sin los regalos o harán demasiadas preguntas. Dame las cartas― Estas cayeron ordenadas sobre sus manos y Harry las leyó una por una.
Cada cual era más absurda que la anterior ¿Qué le importaba a él que los Chuddley Cannons perdieran las semifinales? ¿O que el autor del libro de transformaciones abogara más por la metatransfiguración alógena que por la transfiguración elemental atómica?
¿Acaso esas mierdas importaban? Estaban en guerra. Y ni una mención a la Orden del Fénix o al homenaje de la "noche de los cristales rotos" que hizo en su habitación.
Esperaba la furia. Estaba preparado para aplacar la tristeza, incluso la frustración por la pérdida de una amistad que creía pura e irrompible; y resultó ser una orquesta de espejismos dirigidos en la sombra. Una manta de irrealidad, de tejido meticuloso y brocados enrevesados, con la que abrigaron a un huérfano solitario y desdichado para que se creyera arropado ante la noche fría de su vida. Pero ya no había manta. Quedó solo ante el oscuro y gélido túnel de la realidad. Expuesto, desecho y tirado al mundo entre girones comprendió que nunca tuvo nada. Sus cartas... solo eran otro retazo más de ese mar de intrincados brocados del velo de la falsedad. Harry estaba listo para recibir a furia y le llegó indiferencia.
Sin el más mínimo gesto, sacó su varita y convirtió las cartas en el polvo.
― Ya está, solucionado.― Ian caminó unos pasos oteando el paisaje, más que complacido por la actitud del joven Potter.
― Ya veo que te gusta el sitio.
―Sí. Parece el paraíso― contestó girándose hacia el paisaje, admirándolo tal y como como lo hacía su mentor
―Este es el palacio fortificado de Godric Gryffindor. Admíralo bien mi querido aprendiz, porque hoy, día 1 de Agosto aprenderás lo que es sufrir.
* * *
―Acércate ...
Movió un pie. Luego el otro. Como un autómata, su cuerpo se desplazaba por si solo atraído por la llamada. Su mente estaba en blanco pero pudo percibir, lejana como un eco, la espiración de su padre, ruidosa a través de la máscara.
Tras subir las escaleras, las antorchas le iluminaron formando un juego de luces y sombras en sus facciones. Con la cabeza gacha y los ojos clavados en sus zapatos, se arrodilló ante el Lord Oscuro tal y como le había enseñado su progenitor desde que tenía uso de razón. Nunca debía alzar la vista, a no ser que su señor así se lo pidiera.
―Perfecto ... me es grato saber que tu padre es capaz de enseñar modales ―El mortífago se removió nervioso mientras que, al otro lado del semicírculo de adeptos, Bellatrix contenía la risa. Voldemort clavó la vista en la cabeza gacha del joven y se inclinó hasta que el chico pudo sentir su gélido aliento en la nuca erizándole la piel―. ¿Me temes ... Draco Malfoy?
El Círculo Interno contuvo la respiración preso de la expectación. Esa pregunta era crucial. De su respuesta dependía que lo torturara o no después de la ceremonia y ninguno había conseguido salvarse.
El chico de Slytherin no se movió un ápice a pesar del terror, quizás fuera este el que le impedía moverse. Sabía que ese momento llegaría, el de su decisión final. Aquel en el que todos sus instintos e ideales, durante años reprimidos, le gritaban que rebelara, que se negara a participar en la masacre que estaba por venir
Apretó los dientes. Luchar no serviría de nada, solo para acabar muerto. Su destino ya estaba fijado, su propio padre lo selló en cuanto lo trajo ante el Lord. En su dividido corazón, el slytherin supo lo que debía hacer. Haría sentir a sus padres orgullosos aunque eso le costara, el sueño, la vida, ...y lo peor de todo... la conciencia.
―No, mi señor oscuro ...―dijo con toda la seguridad que el pánico le permitía―. No, si no le fallo.
Bellatrix se tapó la boca como si hubiera oído una blasfemia mientras que la sonrisa triste de Snape pasó desapercibida tras su máscara.
Al contrario de lo que esperaba el Círculo Interno, las roncas carcajadas de Voldemort aminoraron el fuego de las antorchas
―Mírame Draco...―clavando su varita en la garganta del joven, el mago oscuro lo obligó levantar la cabeza. Los párpados de Malfoy agachados y temerosos, se alzaron mientras la madera le oprimía aún más contra la tráquea, casi impidiéndole respirar. Gris y rojo se encontraron ―. Fracasa, ... y sabrás por qué soy el-que-no-debe-ser-nombrado ― vaticinó a unos centímetros de su rostro. En ese momento, con sus fosas nasales impregnadas por el fétido aliento muerto de su señor, Draco Malfoy supo que durante el resto de su vida esos ojos formarían parte de sus pesadillas. El slytherin hubiera asentido, si la varita aun clavada en su garganta se lo permitiera.
―No lo haré, mi señor. ― aseguró con los ojos rebosantes de determinación. El Lord Oscuro sonrió seducido por el valor y la contundencia de sus palabras.
―Mis queridos mortífagos, ... ― Con los brazos abiertos y una sonrisa de dientes afilados el mago tenebroso se dirigió a su Círculo Interno simulando un jocoso ritual ceremonial. A su espalda,arrodillado y sin la amenaza de la varita para sostenerse, la cabeza de Draco cayó como la de un muñeco desarticulado― ...estamos hoy aquí reunidos... para dar la bienvenida a un integrante más en nuestra pequeña familia....
Si lo has leído, gracias. Espero que te haya gustado.
Si has votado, gracias de nuevo, así podré agradecertelo en tu tablón o en el próximo cap.
Si has comentado, tienes toda mi gratitud por perder unos minutos de tu tiempo en decirme lo que piensas. Para mi es importante y te responderé, así tarde un mes.
* * *
Me dejaré muchos, las notificaciones me vienen cuando les da la gana... pero las voy guardando una a una para no olvidarme de nadie.
Este capítulo es para @Itsaso prqeers dlaspcas quemntiend candoscrib'asi y la que me ayudó a darle el toque que me faltaba a la escena final. Tu vuelta es una bendición (y mira que no soy muy católica) al igual que tu historia, tu escritura y más que eso, ya tu vales mucho. Me quedas lejos, pero nos entendemos como si vivieramos cerca... a pesar de que no tengo ni idea de euskera... jajaja. Muaaks chica de los ojos color verde... como las lechugas XD
A mi @NishaSaez que aunque sabe dibujar flores como nadie, nadie es más flor que ella. Para ti me faltan y a la vez me sobran palabras perraca ;p. Solo que digo que espero que tu historia no acabe nunca para seguir leyendote para siempre.
A mi querida @MareiFawn que es por ella uno de los motivos por los que sigo por aquí y por los que cojo el teclado cada día. Porque adoro sus largos comentarios casi tanto como a su historia, a su "gato gordo" (como ves me llegó bastante) y a su capacidad de mostrar la belleza en aquello que otros no la verían.
A MaryEstuardo2112 porque su filosofía de vida es única e irrepetible excepto por la mía que es la misma XD.
A @Xandy547 que me hizo ver que mi pasión por los GIF's tenía una salida más artística que utilizarlos por Whatsapp jajaj Gracias por incluirme en tu proyecto de poemas.
@LakeDark porque me tiene enganchada a ese Draco que ha creado y por darme el visto bueno a mi escena, por eso, tal y como te dije, este capítulo es para ti.
A LikeWeAreGreen a la que fui a nominar a un concurso pero la joía ya estaba metida. Mucha suerte guapa! Oesed se merece un premio, que lo sepas.
A @IamCronamenta porque me ha dado más de lo que podría imaginarse. Quizás no tengas idea de lo mucho que implicaron tus palabras. De verdad que muchas gracias a ti por leer. Actualizaré en cuanto pueda. Estoy deseando llegar a Hogwarts.
A AdictaAlChicoDelPan a la que le deseo mucha suerte en los PanditaAwards
A @RubnPrezPardo porque el simple hecho de que me lea ya es para mi un logro por lo bien que escribe.
A @-JulesBehindTheBooks- Lee cuand puedas guapa. Espero que te guste y lo que te disguste...solo tienes que decírmelo ;p. Sientete libre de decirme si te parece una mierda. Un saludo!
A @Silice2 por agregarme a su lista de lecturas y por sus comentarios. De verdad que me alegran el día!
A @Beflody @Raaannya @PatronusQueen por votarlo. Gracias a ese pequeño click sigo escribiendo.
P.D: Y a @Nickel2 que le gustan los posdatas jajaja. Enterramos el hacha de guerra? Aunque yo ganara la última batalla. Un saludo! Al bueno y al malo XD
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