3. 2. El Secreto de Gringotts
Capítulo 3.2. El Secreto de Gringotts
-Ya hemos llegado. Voilà Gringotts, el banco de los magos- Ían miró a su pupilo esperando su respuesta, y la verdad, todo había que decirlo, se la esperaba.
- ¿Gringotts? Ahora no me cabe ninguna duda de que estás loco. He estado aquí cientos de veces y nunca me ha dicho nadie nada.
-Sí, pero... - El joven hizo una pausa dramática- ¿Viniste solo?
Harry hizo memoria de todas las veces que había estado en el banco. Por mucho que se esforzara a su cabeza no acudió ninguna vez en la que no la hubieran acompañado los Weasley, alguien de La Orden o sus amigos. El gruñido gutural de frustración que salió desde su garganta, indicó a Ian la respuesta que, otra vez, ya sabía.
El corazón de Harry latía a toda velocidad mientras subían las escaleras del banco. Sentía cómo sus nervios retumbaban como un tambor en el pecho.
Justo había cruzado la puerta cuando un globin algo patizambo palideció de golpe al reconocerlos. Sin decir palabra, salió corriendo en dirección contraria. Los demás trabajadores del banco clavaron sus ojillos avariciosos en ellos. Se hizo el silencio. Los globins olvidaron los diamantes grandes como puños que estaban analizando, obviaron la enorme cantidad de notificaciones que estaban compulsando y abandonaron las cuantiosas montañas de monedas que estaban contando. El silencio inundó el hall Gringotts, roto únicamente por los zapatos de los dos magos resonando sobre el suelo; los murmullos se incrementaban a cada paso.
- ¿Qué pasa? - le preguntó a su maestro en voz baja.
- Saben que ha llegado el momento.
-Explícate mejor ¿Quieres?
- ¿Has visto ese globin que ha salido corriendo nada más vernos? -Harry asintió- Pues ha ido a cancelar la reunión que tiene el presidente de Gringotts con los empresarios más importantes del mundo mágico. Imagínate la importancia que tienes que el presidente del banco, quizás el globin más ambicioso de todos, prefiere reunirse contigo a hacer nuevos negocios que podrían darle una fortuna.-Harry lo miró desconfiado, pensaba que Ian estaría exagerando-. Escucha Potter, los globins han guardado durante siglos el mayor secreto del mundo mágico bajo rigurosa confidencialidad. Como entenderás (si tu cabeza tiene la inteligencia mínima para deducirlo), no te podían decir nada viniendo acompañado. Es un asunto muy delicado que solo te concierte a ti. He de reconocer que Dumbledore es muy inteligente.
- ¿Dumbledore? ¿Qué tiene que ver Dumbledore aquí?
- Eres un ingenuo- expuso el joven con cierta lástima-.¿Piensas que Dumbledore ordenaba que de que fueras escoltado solo por tu seguridad?-Harry agachó la cabeza sin contestar.- No seas absurdo Potter, él sabe perfectamente las condiciones de seguridad por las que está guardado el "Sanguine Prima" (condiciones que nunca te imaginarías). Por eso te obligaba a venir acompañado, no era por tu seguridad. Por una vez en tu vida, piensa. Mira donde estamos: Gringotts, uno de los lugares más seguros del mundo. No hacía falta que vinieras escoltado, te podían haber esperado en la puerta.
- Pero si hoy también he venido acompañado y quizás tú seas más desconocido que cualquier otra persona-escupió Harry con rabia salivante. Como todo eso fuera cierto, las manipulacionees de Dumbledore habían llegado muy lejos.
- Bueno... digamos que los globins y yo nos vimos hace ya tiempo por un asunto parecido.
-¿Qué clase de asunto?
- Nada olvídalo. Ahora escúchame, ofrezca lo que te ofrezca, te recomiende lo que te recomiende y te diga lo que te diga el presidente de Gringotts no aceptes nada ¿Me oyes? Nada. Eso sí, niégate sutilmente para que no se ofenda, no nos conviene enemistarnos con los globins.
-¿Por qué?
-Cállate. Los globins nos observan.
Justo en ese insante, un pomposo trabajador abrazó a Ian con efusividad. Este le correspondió su abrazo, y lo separó sutilmente. No le gustaba que lo tocaran. Ajeno al gesto del mago, el globin le habló en un lenguaje tosco de palabras duras, e Ian le contestó en el mismo idioma que debía ser el natural de la raza.
No fue mucho tiempo durante el cual Harry intentó enterarse de algo de la conversación. El globin patizambo había vuelto y ahora le tiraba de la manga arrastrándolo hacia dentro.
Ian no lo acompañó. El globin lo llevó frente a unas enormes puestas de oro y allí lo dejó, solo. Elegido inspiró hondo, haciendo acopio de valor las abrió de un empujón. Tenía que enfrentarse a la verdad él solo, como siempre lo había hecho. Las puestas se cerraron de un portazo. El golpe resonó en el silencio de Gringotts, donde sólo se escuchaban la conversación entre un mago y un globin.
* * *
En una gran butaca de piel, con filos de oro blanco, el globin más joven que jamás hubiera visto le miraba impasible. Sus pequeños ojos negros se clavaban en los suyos verde esmeralda.
Harry avanzó lentamente deleitándose con la magnificencia del despacho. Sentía la mirada del presidente de Gringotts escrutándolo mientras arrastraba una de las butacas de cuero. Cuando se sentó, aún estaba tenso por el silencio del despacho.
-Buenos días señor Potter. - El mago le devolvió el saludo con un movimiento de cabeza. El nudo de su garganta le impedía pronunciar palabra.- Por lo que puedo ver usted no tiene ni la más remota idea de lo que le tengo que decir ¿Verdad?- asintió enérgicamente y tragó saliva. De repente tenía mucho calor-. Esta bien, empecemos con una pregunta señor Potter. Si alguien le preguntara quién es la persona más respetada, rica, poderosa e influyente del mundo mágico ¿Qué me contestaría? - El hecho de conocer una respuesta, aunque solo fuera a una simple pregunta carente de sentido, le otorgó la seguridad suficiente como para contestar.
- Albus Dumbledore- contestó sin atisbo de duda.
La pregunta era enormemente sencilla. Toda la comunidad mágica sabía que el director de Hpgwarts era el mago más poderoso e inteligente de todos los tiempos.
El presidente de Gringgotts no contestó de inmediato, solo sonreía de forma misteriosa dejando entrever sus dientes afilados.
- ¿Sabe lo que contestaría yo?- preguntó con voz relamida.
-No, señor.
- Yo diría que es Harry Potter – Por primera vez en mucho tiempo, el Elegido rió. Las carcajadas resonaron sinceras, barriendo sus nervios y evaporando sus tensiones.
- Lo siento señor -dijo con una sonrisita- pero, usted se equivoca.
- Si todo va como debería ir, no me equivoco señor Potter. Es más, si todo va como debería ir, creo tener en mi poder algo que lo demuestra.
Antes de que Harry pudiera ofrecerle una réplica, el presidente de Gringgots metió la mano por, lo que parecía ser, dentro de su chaleco y comenzó a rebuscar. Aunque a simple vista lo pareciera, no era precisamente en algún bolsillo interior donde su mano buscaba. Era en un lugar mucho más profundo y primario. El interior de su propia esencia, de su propio cuerpo.
Las muecas de un dolor atroz, el pequeño cántico forzado y la sudoración repentina entre exhalaciones ahogadas, desconcertaron a Harry. El presidente apretaba los dientes, con la mano metida en el pecho hasta la muñeca. No sabía que hacer. La piel del globinse oscurecía en agonía contenida, la boca rezaba palabras apretadas y se convulsionaba brevemente. Esto no estaba bien, tenía que pedir ayuda.
El alarido agudo salió de lo más profundo de la garganta del presidente del banco. Ese grito sordido, jamás olvidaría cómo resono en el despacho. Harry lo miró boquiabierto del susto. Esperaba verlo morir o desmayarse en algún momento, sin embargo, para su estupefacción, el presidente de Gringotts volvía a la normalidad. De su mano extraía un pergamino viejo y desgastado. Más incluso que el mapa de merodeador.
El globin miraba el papel totalmente fascinado, sosteniéndolo entre sus garras como si fuera del más fino material. Cuidadoso, rozando casi la ternura, lo extendió sobre el escritorio con la locura brillando en sus ojos. Por un instante, Harry comprendió que ya no era lo más importante de esa habitación.
- ¿Sabe que es esto señor Potter?-preguntó embelesado por el pergamino-. Esto es un árbol genealógico de todas las familias de sangre mágica del mundo. En la era medieval el miedo a que se perdiera el apellido de la familia debido al casamiento con muggles se extendió por todas las familias de sangre pura. Fue entonces cuando las familias mágicas empezaron a trazar sus líneas de sangre en pergaminos. Este concretamente, parte desde los Fundadores. Los primeros antepasados de las familias de sangre pura más prestigiosas de nuestra era están aquí representados. Este pergamino creado por los mismísimos Fundadores fue el primer árbol genealógico mágico que se hizo. Las leyendas lo llaman el "Sanguine Prima" – El globin extendió sus dedos por el pergamino, sin atreverse a tocarlo. Nervioso, acercó su ganchuda nariz y lo olió, como si quisiera retener su esencia para siempre en su memoria-. Todos los demás son simples copias de este que no se le pueden comparar –Harry veía como lo devoraba con los ojos y pasaba sus manos por encima, como si quisiera protegerlo del mismisimo aire-. Quienes lo veían creían que era un pergamino normal, pero no sabían lo equivocados que estaban ¡No lo sabían! Pensaban, pensaban que,... que era un pergamino vulgar – el presidente rió y la demencia de sus carcajadas echó a Harry hacia atrás-. Pero,... pero,...estaban equivocados. Este es el primero ¡El único! Este demuestra que todas las familias de sangre mágica tienen alguna relación con los Fundadores- El globin lo miró, y por primera vez desde que sacó el pergamino, el mago reconoció la locura en sus ojos.
Habían pasado unos minutos, y la escena no había cambiado. El globin volvió su vista al pergamino embelesado, mientras Harry lo miraba con el pie inquieto de impaciencia y expectación.
-Perdone señor ¿Está bien? - el presidente de Gringgots dio un respingo y por un segundo lo miró sin reconocerlo. Para el mago no pasó por alto que el primer instinto ante su interlocutor ante su susto, fue cubrir el "Sanguine Prima" para protegerlo.
- ¡Oh! Sí,...sí, sí señor Potter disculpe ¿Por dónde iba? ¡Ah! ¡Sí!¡Sí! ¡Mírelo, señor Potter!¡Mírelo!
Con un nerviosismo fuera de lo común el presidente de Gringotts giró el pergamino en su dirección. Harry le echó un vistazo por encima intentando distinguir algo, pero era imposible. Todo era un amasijo líneas, nombres y flechas sin sentido alguno. No entendía como el presidente de Gringotts, que tendría miles de tesoros impresionantes a su disposición, podía admirar tanto ese viejo pergamino ilegible. Por muchos años que tuviera y por mucho que estuviera hecho por los mismísimos Fundadores.
Estuvo unos minutos más escudriñándolo en busca de algo que consiguiera identificar, hasta que localizó el nombre de los Fundadores debajo de una pequeña imagen sin movimiento.
- Tóquelos señor Potter, tóquelos- El ansia del globin lo hizo desconfiar.
Estuvo tentado a no hacerle caso, podría marcharse, olvidarse de todo aquello; pero ¿Para qué le hubiera servido haber llegado tan lejos si ahora se echaba atrás? No, debía seguir adelante, debía averiguar de una vez por todas quién era.
Como si su mano se moviera más por inercia que por propia voluntad, acercó sus dedos temblorosos y tocó una a una las fotos de los Fundadores; esperando que así se desvelara de una vez el misterio.
Las pequeñas imágenes se fueron iluminando con su tacto y acto seguido haces de luz empezaron a recorrer todos los trazos. Pasados unos segundos, todos los caminos de luz chocaron en un mismo punto. Laasombrosa explosión luminiscente deslumbró por completo a los ocupantes del despacho y cuando Harry y el globin recuperaron la vista, un nombre resaltaba sobre todos los demás. La tinta de sus letras brillaba formando un nombre: "Harry James Potter Evans"
El joven quedó en shock.
-Que, que, ¿Qué quiere decir esto?- susurró muy bajito. Esperaba con todas sus fuerzas de que aquello que le estaba pasando fuera un sueño, nada más.
- Lo verá, señor Potter. Lo verá- El globin se levantó de un salto, se acercó corriendo a una estantería y a los pocos segundos le entregó una daga.
Cuando el Elegido la sostuvo entre sus manos pudo ver más de cerca su mango brillante de color plateado, su decoración de rubíes, zafiros, esmeraldas y ámbar. Su hoja era transparente, tan terriblemente afilada que brillaba con luz propia
- Su sangre señor Potter, el pergamino necesita su sangre.- El globin le sonreía demencial desde la butaca de su escritorio. Lo miraba tan fijamente que Harry dudó que supiera pestañear. Admiró la daga durante unos instantes memorizando cada milímetro. Había algo en ella que le fascinaba-.Le pertenece señor Potter, la crearon entre los cuatro. Córtese.
No lo pensó demasiado. Colocó filo contra su mano, cerró el puño alrededor de la hoja, y tiró. El corte ocuparía toda la extensión de la palma. Apretó el puño con fuerza y unas relucientes gotas carmesí cayeron como a cámara lenta sobre el pergamino.
Treinta segundos después a Harry se le acumulaban las dudas y también la esperanza. El pergamino no reaccionaba. Quizás, solo quizás, no pasara nada. Pero cuanto mayor es la altura, más grande es la caída y las esperanzas cayeron en picado cuando el pergamino reaccionó.
La gota fue extendiéndose hasta pintar de rojo todo el papel y de un fogonazo de luz roja la tinta desapareció. A partir de ahí, fue todo aún más extraño: como si una mano invisible escribiera, unas palabras de fuerte color rojo aparecieron en el pergamino hasta rellenarlo por completo. Pero no se quedó ahí, cuando las palabras llegaban al final de la hoja, esta iba duplicándose. Los escritos surgían uno tras de otro como si los expulsara una fotocopiadora.
Al cabo de unos minutos todo terminó. El globin ordenó los papeles uno por uno, revisándolos con sumo cuidado e interés.
-Esto es... asombroso –susurró el presidente de Gringgotts. Harry sentía un cúmulo de sensaciones difícil de organizar. La impaciencia, la desilusión y la curiosidad se entrelazaban entre sí formando tal nebulosa que le impedía pensar-. Son los testamentos perdidos de los Fundadores. Tendré que proceder a leer todos los testamentos que contienen su nombre.
-Perdón ¿Testamentos?
-Por supuesto señor Potter, el testamento de sus padres (familia Potter y Evans), la herencia de los Black y los testamentos de los cuatro Fundadores.
-Pero no puede ser, yo ya tengo la herencia de mis padres y la herencia de Sirius...- Un nudo se formó en la garganta- él no está muerto.
- Lo siento señor Potter pero el Ministerio ha catalogado al señor Sirius Black como fallecido y en ese caso se debe llevar a cabo el procedimiento habitual. Empezaré leyendo el testamento del señor Black para terminar cuanto antes con este asunto tan doloroso para usted.
Antes de que pudiera decir nada el globin sacó otro taco de pergaminos y comenzó a leer.
"Iré directo al grano, quiero acabar con esto cuanto antes:
Yo Sirius Orion Black heredero actual de la familia Black declaro como heredero universal de todos mis bienes y los de la familia Black a mi ahijado Harry James Potter Evans con el deseo de que él pueda disfrutar con este dinero como yo no pude hacer. Las pertenencias que pasaran a nombre de Harry James Potter Evans son:
- Las cámaras de dinero en metálico: 711, 712, 14 y 15
- Las armas y objetos de la cámara 6.
- Los libros, pociones, pergaminos antiguos y escrituras de la familia Black de la cámara 7.
- Las joyas y objetos personales de la familia guardados en la cámara 8.
- Los objetos y cuadros de la cámara 9.
- Mis motos.
- Las diferentes propiedades de la familia en Mónaco, París, Hogsmade, Moscú y Madrid.
- Las acciones de las empresas mágicas Saeta, Gringotts, Borgin y Burkes, Potente Potions S.A
- Todas las demás participaciones de empresas del mundo muggle.
*Las escrituras de las propiedades y objetos a los que hagan referencia los pergaminos de la bóveda 6 serán incluidas en el traspaso de bienes
Como verás Harry mi familia no era nada pobre, todo lo contrario, era una de las más ricas del mundo mágico, por encima incluso que los Malfoy y por lo tanto yo también era muy rico, ¿Como no serlo teniendo solo en metálico 4 trillones 985 mil millones de galeones? Pero no he podido disfrutar de nada por culpa de cosas sin importancia que tú y yo sabemos. Conociéndote como te conozco seguro que no quieres nada de lo que te he heredado, pero una de las condiciones que puse en el banco es que una vez que te leyeran el testamento sería imposible que lo rechazaras, así que no tendrás más remedio que quedarte con mi fortuna y disfrutarla. Espero que seas feliz y que consigas la vida tranquila que deseas y que te mereces. No te preocupes por mí, yo estaré bien con Lily y James.
Se despide para siempre:
Sirius Orion Black, Canuto para los amigos y el Merodeador más guapo de Hogwarts."
Harry lloraba de tristeza e impotencia. Se notaba que lo había escrito él, solo Sirius podría despedirse de esa manera tan arrogante y divertida en una situación tan seria como su testamento.
Lloraba porque sabía que Sirius no estaba muerto y todo a su alrededor le indicaba lo contrario. Sirius no estaba muerto y él tenía que quedarse con su fortuna después de ser el causante de que cayera tras el Velo. Una sonrisa apareció en sus labios al recordar la despedida de su padrino. Solo él podía hacerlo sonreír en un testamento.
- Señor Potter ¿Está bien? Ahora tengo que leer el testamento de los señores Potter.
- Ya le he dicho que ya tengo la herencia de mis padres.
- Señor Potter esa es solo su cámara personal en la que sus padres depositaron el dinero para sus estudios en Hogwarts. No es ni la mínima cantidad de su verdadera herencia. Solo se nos autorizó a informarle de esa cámara – En esa última frase el sudor empezó a recorrer el rostro del globin. Harry, prefirió no preguntar, esa actitud demostraba que el presidente de Gringotts sabía más de lo que decía. - Bien, el testamento dice así:
"Nosotros James Potter y Lilian Potter dejamos todas nuestras posesiones a nuestro hijo Harry James Potter Evans además de la carta adjunta al testamento. Las propiedades son:
Las cámaras: 1, 2, 3, 4, 5, 10, 11, 12 y 13
Dinero en metálico de las bóvedas 10,11,12 y 13
Recuerdos y cartas de la cámara 1
Armas y joyas de la cámara 2
Libros, pergaminos y escrituras de los Potter y Evans de la cámara 3
Cuadros, esculturas y objetos personales de la cámara 4
Artefactos mágicos y antigüedades de la cámara 5
Las casas de: Nueva York, Londres, Chelsea, Kensington Palace Gardens, Notting Hill, Hong Kong, Beverly Hills, Suiza, Miami, Chicago y Los Ángeles.
- Los numerosos terrenos fincas y parcelas de Europa, África, Asia y América
- Nuestras Acciones en las empresas mágicas: Profeta, Nimbus, Artículos de calidad para el Quidditch, Madame Malkins, Flourish y Blotts y Saeta
- Nuestras participaciones en numerosas empresas muggle.
*Las fincas, objetos y del resto de bienes a los que las escrituras de la cámara 3 hagan referencia también revertirán a Harry James Potter Evans
Esperamos que todo lo que te hemos dejado sirva para cumplir tus sueños. Nunca olvides que siempre estaremos contigo y deseamos que seas muy feliz. Si nosotros faltamos tienes que seguir adelante. Los Potters somos fuertes y estamos seguros de que tú lo serás todavía más.
Te quieren y te cuidaran siempre
James Potter y Lilian Potter"
Más lágrimas resbalaban por las mejillas de Harry, que todavía no había parado de llorar desde que leyeron el testamento de su padrino. Sus padres querían que él siguiera adelante con su vida y la noche anterior casi muere por cortarse las venas.
Aterrorizado se levantó la manga de las muñecas, sería imposible medir el asco que sintió hacia sí mismo cuando vio las marcas. La vergüenza era indescriptible.
Sus padres le habían dejado más oro del que él podría desear, y él lo daría todo para que ellos y su padrino volviesen a su lado. No quería el dinero, y tampoco sabía qué hacer con él. En otro momento se lo hubiera dado casi todo a los Weasley, pero ya no; las palabras de Ian le habían creado dudas.
Quería salir de allí cuanto antes, necesitaba respirar, pensar, digerir todo lo que había descubierto. No soportaba más estar en ese despacho. Se asfixiaba.
- Lea el último testamento por favor, quiero salir de aquí.
El globin asintió con la cabeza, cogió los ultimos fajos de pergamino leyó.
"Yo Godric Gryffindor, en nombre de Rowena Ravenclaw, Helga Hufflepuf y Salazar Slytherin, cuatro Fundadores de Hogwarts, declaro como nuestro heredero universal de todas nuestras posesiones y bienes a nuestro sucesor Harry James Potter Evans, hijo de James Potter y Lilian Evans.
Las cámaras *1 *2 *3 *4 *5 *6 *7 *8 *9 *10 *11 *12 *13 *14 *15
*8 *9 *10 *11 *12 *13 *14 *15 - dinero en metálico
*7 - armas
*6 - libros
*5 - pergaminos antiguos y escrituras de propiedades
*4 - pociones e investigaciones
*3 - joyas y obras de arte
*2 - artefactos mágicos
*1 - X
Hogwarts
El banco de Gringotts
Isla en el atlántico
Espada de Godric
Terrenos de Hogwarts
Las acciones en numerosas empresas muggle así como en las diferentes corporaciones en las que pudieran derivarse.:
Las propiedades de: Hogsmade, Gales, Milán, Los Ángeles, Málaga,Roma, París, Pekín, Sidney, Egipto, Alemania, Tokio, Barcelona, Hogwarts.
Harry James Potter Evans nuestro heredero tendrá acceso a todas nuestras pertenencias sin excepción. Pero no solo recibirá nuestra herencia si no también nuestras obligaciones de proteger la comunidad mágica. Esperamos que demuestre valor, justicia, astucia e inteligencia. Sabemos que no nos hemos equivocado al elegirlo a él.
Con gratitud se despiden:
Godric Gryffindor
Helga Hufflepuf
Rowena Rawenclaw
Salazar Slytherin
-¡Por todos los rubíes! Por favor, firme aquí, aquí y aquí – Harry firmó sin apenas mirar donde estampaba el garabato. Quería salír de allí, pero el último pergamino se le resistía. Firmar el testamento de Sirius sería como aceptar que había muerto. Ante él, el globin le miraba insistente. Suspiró. La mano estaba rígida a cada trazo que conformaba su firma. Harry jamás aceptaría su muerte, jamás. Sacaría a Sirius del Velo de la muerte y le devolvería todo, aunque fuera él mismo quien tuviera que cruzarlo.
- Quiero irme, deme el informe de todas mis cuentas. – El presidente de Grigotts sudaba y tartamudeaba nervioso.
- Bueno...esto...es... complicado
- ¿Donde está el problema?
- Verá las revisiones de su cuenta las lleva su tutor hasta que usted cumpla diecisiete años.
- Sirius era mi tutor y estaba en Azkaban. Ahora se le considera fallecido ¿Quién llevaba mis cuentas? -
- El señor Albus Dumbledore se autodenominó su tutor legal desde la muerte de sus padres y la encarcelación del señor Black. Solo él puede utilizar sus cuentas y manejarlas hasta que usted cumpla la mayoría de edad.
- ¡¿Cómo?! – Eso no le podía estar pasando, controlaba sus amigos, controlaba su vida, controlaba su tiempo-. ¿Cómo lo impido? - preguntó más con un gruñido que con palabras.
- Yo... no sé... quizá
- Va a decírmelo. Porque creo que me estoy planteando seriamente retirar mi fortuna del banco cuando cumpla los diecisiete. O mejor, soy el dueño del banco, lo que significa que a los diecisiete podría quitarle de su puesto y ponerlo a contar knuts - Harry sabía que el presidente de Gringgots no tenía la culpa, pero el remordimiento y el decoro habían salido de escena. Quería repuestas y las quería ya.
- No, no, ... señor hay otras opciones – El globin estaba blanco. El presidente de Griggotts sabía que existía la posibilidad de que el joven Potter heredara el banco y al verlo, con sus ojos verdes brillantes de rabia, por primera vez en sus largos siglos de vida, maldijo los tratos del pasado que lo habían colocado en aquella situación– Usted podría cambiar de tutor legal
- Cambiar de tutor legal ,... ¿Qué más?
- Podría emanciparse
- ¿Qué es eso? Explíquese.
- Cuando sus padres mueren y su tutor también. El menor, si tiene unos requisitos mínimos, puede emanciparse. Entonces sería tratado como un adulto en el mundo mágico.
- ¿Y qué hay que hacer ?
- Tiene que ir al Ministerio, al Departamento de Ley Mágica. Allí le dirán todo lo que necesita saber.
- Muchas gracias, volveré en unos días para terminar con los trámites de emancipación o cambio de tutor legal. Ha sido un placer. – contestó Harry levantándose. Por fin podía marcharse.
Guardó la daga en el bolsillo interior de su capa, cogió los papeles y en dos segundos se encontraba frente a la puerta.
- Señor Potter, ¿Se va así sin más? Quizás deberíamos hablar de las inversiones que podría usted realizar cuando alcance la mayoría de edad o su emancipación. Su fortuna da para muchas posibilidades, podría llegar a ser el más rico del mundo haciendo unos buenos negocios ¿Quiere un té? Podría facilitarle la extracción del dinero cuando usted venga a Gringotts, bajarle el interés por tener su fortuna en el banco o... - Si no fuera porque estaba retrasando su salida la desesperación del globin, sería divertida. Y más, al ver cómo le temblaba una pequeña taza de té temblaba en sus manos.
Ahora entendía su nerviosismo y su interés por él. Si conseguía que Harry emplease su fortuna en alguno de sus negocios, la cantidad de dinero que ganaría en poco tiempo sería increíble. El presidente de Gringotts tenía que haber estado esperando este momento desde hace años, atesorando el "Sanguine Prima" a la espera de su aparición. De repente las palabras de Ian le vinieron a la cabeza:
- "Ofrezca lo que te ofrezca, te recomiende lo que te recomiende y te diga lo que te diga el presidente de Gringotts no aceptes nada ¿Me oyes? Nada. Eso sí, niégate sutilmente para que no se ofenda, no nos conviene enemistarnos con los globins."
-Lo siento señor...- Harry enmudeció. No sabía su nombre. En todo el tiempo que había estado hablando con él ni siquiera se lo había preguntado.
- Torboc señor, Bormin Torboc.
- Sí, discúlpeme señor Torboc, pero ahora no estoy de humor para hablar de mi herencia. Lo que menos me importa ahora es agrandar mi fortuna, espero que lo entienda.
-Lo entiendo, lo entiendo, ... quizás no le importaría venir cuando se encuentre mejor. Siempre estaré disponible para usted.
-Sí, señor Torboc lo pensaré. Una última pregunta antes de marcharme ¿Quienes saben sobre el "Sanguine Prima"? - Bormin comenzó a tartamudear. Se notaba que no quería decirlo, pero la amenaza del joven Potter aún era reciente. Miró a Harry con ojos llorosos y se amedrentó al ver que el muchacho todavía seguía esperando su respuesta. - ¿Señor Torboc?
- Ian White y el señor Albus Dumbledore.- contestó de carrerilla. Bormin lamentó habérselo dicho en cuanto pronunció el segundo nombre. Las facciones del chico se volvieron puro odio al escucharlo.
- Gracias señor Torboc, eso era todo lo que necesitaba saber.
Abrió el portón de golpe y lo cerró con tanta fuerza que, tras él, todo el despacho tembló.
Harry al salir no encontró nada muy diferente a como lo había dejado. Todos los duendes lo miraban en silencio mientras su maestro estaba apoyado sobre un mostrador.
Cuando Ian sonrió entre el cabreo del joven Potter. Por el enfado monumental que llevaba y la gran cantidad de improperios que se estaba conteniendo de gritar en voz alta, estaba seguro de que ya sabía quien dirigía sus cuentas.
-Vámonos – Fue lo único que le dijo el Elegido.
Este pasó por su lado sin detenerse y ambos atravesaban el vestíbulo de Gringotts en silencio. Ya fuera, ninguno de los dos dijo nada, cuando les dio el sol de mediodía en la cara.
-Agárrate a mí – le ordenó Ian mirando al frente.
-¿Por qué?- la pregunta ruda sonó con asco. Estaba harto de que lo controlaran
- Nos siguen, no preguntes más- El Elegido miró hacia atrás.Bill los perseguía a unos veinte metros. Aceleró aún más el paso, pero no hizo falta; Ian se había desaparecido y ahora estaban enfrente de la puerta del coche. Una vez dentro del auto dos minutos después estaban saliendo de Charing Cross.
-Vamos al Ministerio de Magia - ordenó Harrymontando en el coche.
- ¿Vas a cambiar de tutor legal o pedir emancipación?- preguntó su maestro tras arrancar el motor
- Estoy harto de que lo sepas todo ¿Cómo lo haces?
- Contesta.
- Pediré la emancipación. Es lo que siempre he querido, que me trataran como un adulto. Además de que no tengo a quien poner como tutor legal. - respondió mirando a los transeuntes por la ventana. Envidiaba esas vidas que veía tras el cristal.
- Yo podría ser tu tutor legal, no tengo ningún problema.
- Pero yo sí, no confío en ti. Es mejor la emancipación, así no dependería de nadie.
- No te darán la emancipación. No olvides que eres Harry Potter el niño-que-vivió. No pueden permitirse que su salvador, un adolescente de 16 años, vague por ahí sin control. Dumbledore ya se habrá encargado de prevenirlos y en el remoto caso de que lo consiguieras te asignarían a un escuadrón de aurores como escolta.
- ¿Entonces qué hago?
- Acepta que yo sea tu tutor legal. Pero eso solo sería a los ojos del Ministerio, en realidad tu harías lo que te diera la gana. Tengo mejores cosas que hacer que ser tu niñera y bastante tengo con tener que aguantarte.
- ¿Y por qué tendría que fiarme de tu palabra?- preguntó mirándolo. Ian lo miró brevemente antes de devolver sus ojos a la calzada.
- Porque si hace falta hago el Juramento Inquebrantable. Lo único que quiero es venganza y haré lo que sea necesario para conseguirla. Incluso si eso implica hacerme cargo de un niñato. - Harry le creyó.El odio de sus palabras era lo más sincero que jamás hubuiera oído. No perdía nada por intentarlo, si algo salía mal pediría la emancipación. La conseguiría como fuera.
- Está bien.
- Perfecto.- Respondió Ian con una sonrisa. Ian sacó la varita y un portafolios apareció en las piernas de Harry – Firma.
Harry leyó los pergaminos de la carpetita.
- Son una Solicitud de Cambio de Tutor Emergente.
- Muy agudo Potter. Una solicitud normal tardaría unos días en terminar de tramitarse, pero con esta solamente al poner tu firma, todos los papeles en los que Albus Dumbledore aparezca como tu tutor cambiarán su nombre por el de Ian White, incluidos los del movimiento de cuentas. -
- ¿Lo tenías todo planeado?
- Más bien preparado. Me imaginaba que ocurriría algo así, por eso estuve prevenido. Dumbledore te ha robado durante años. Ya es hora de cerrarle el grifo.
Presa de su enfado contra Dumbledore, Harry casi agujerea el pergamino por la furia con la que estampço su firma. A los dos segundos, el pergamino empezó a disolverse por abajo hasta desaparecer por completo.
– Perfecto, todo listo ¿Otro paseo por Gringotts? – preguntó Ian sonriendo de lado. Todo había salido como esperaba.
Con un giro de volante a los 5 minutos volvieron a aparcar en la puerta del Caldero Chorreante.
- Creo que nos apareceremos directamente en el banco. No quiero que te vuelvas a distraer y a los dos segundos aparezca aquí toda la estúpida Orden del Fénix- Lo cogió del brazo y en un solo parpadeo se encontraba en frente de un impactado Bormin Torboc.
- Buenos días señor Torboc no sé si se acordará de mí. Soy Ian White, el nuevo tutor legal del señor Potter – Informó su maestro estampando algunos papeles sobre su escritorio. A Torboc los ojos se le abrieron de la impresión. Incluso se protegió el pecho con una mano–. Como ve las cosas se han acelerado un poco. Estamos aquí para ver el estado actual de las cuentas de mi tutelado y extraer dinero. Por supuesto ya no hay que informar de nada al señor Dumbledore ¿Me equivoco? - El presidente de Grigotts tembló..
- Por supuesto, por supuesto. No hay ningún problema, yo mismo los llevaré a sus bóvedas.
-Excelente – exclamó Ian con una sonrisa.
El globin se levantó de su butaca y se acercó a la pared que estaba detrás de su escritorio. Con susurros previamente elegidos a modo de contraseña, la silueta amorfa y rectangular apareció en la pared. Con mucha lentitud y cuidado el presidente de Gringotts puso su mano en esa extraña puerta que absorbió un poco de su sangre.
-Llegaremos antes por aquí. Es un portal usado para los clientes exclusivos.
Sin dudar un instante su maestro cruzó con Harry a la zaga. Pasar fue como si le hubieran tirado un cubo de agua helada por encima. Cuando abrió los ojos, esperaba encontrarse con unas bóvedas normales, lo tipico llenas de humedad, piedra y puertas redondas de hierro oxidado. Pero una vez más, Gringotts le sorprendió. Las paredes y el suelo no eran de piedra, sino de un mármol tan blanco que parecía emitir luz propia; las puertas, al contrario que las otras bóvedas que había visto, no eran viejas, oxidadas, con olor a moho y un feo color ocre, sino, de un negro elegante, muy bien cuidadas. Era como si el polvo la mugre y el moho nunca hubieran existido en esa habitación.
-Bien, esta es la cámara del dinero en metálico de la familia Potter. Coloque su palma en la puerta – al hacerlo esta emitió una luz como si fuera un escáner y a los dos segundos un clic dio a entender que estaba abierta.
Oro. Es lo único que podía describir al ver lo que había dentro de su cámara. Montañas y montañas de monedas de oro. No sabía cuál era exactamente la cantidad que podía haber, solo sabía que necesitaría por lo menos quince vidas para contarlo.
-Todo... todo esto ¿Es mío? –
- Y esto solo es la mínima parte ¿Verdad señor Torboc?- le preguntó Ian burlón. Pero el presidente de Gringotts no estaba escuchando, tal montaña de oro lo había dejado sin aliento. Tanto que aún le costaba respirar.
-Tiene razón señor White, esta es la mayor cantidad de oro que he visto en mis largos siglos de vida-
- Pues bien, me gustaría sacar un millón de galeones- informó Ian impasible
-¡¿QUÉ?!- se escucharon los gritos del globin y de Harry a la vez
- Lo que habéis oído.-
- Ian es demasiado dinero ¿Pretendes arruinarme antes de que cumpla los 17?
- Potter tu duda me ofende. Para ti ahora mismo un millón de galeones es como un knut para los magos normales. Hazme caso, necesitaremos ese dinero. Y no tienes de qué preocuparte, sólo con el dinero de las inversiones que realizó la familia Potter volverás a tener un millón de galeones más o menos en unos ... -Ian hizo un gesto con los dedos cómo haciendo cálculos - dos días ¿Verdad señor Torboc?
- Sí...sí es verdad señor White. -
-Pues bien, se me hace tarde – contestó Ian mirando su costoso reloj de pulsera – Otro día volveremos para ver con detalle cada una de las bóvedas.- se quedó pensativo unos minutos – No podemos llevar un millón de galeones en metálico por la calle ¿Alguna sugerencia señor Turboc? -
- Sí, pero tendremos que salir –
-Está bien. Potter, vamos. - el chico solo le dirigió una mirada perdida. No había dicho una palabra desde que Ian y el globin empezaron a conversar. Se había quedado en blanco, solo podía observana cada rincón de la bóveda, hasta la última esquina estaba llena de monedas de oro. Con paso lento y siempre con la cabeza dirigida a la montaña de dinero Harry salió y atravesó el portal donde lo esperaban Ían y el presidente de Gringotts, sentados cada uno en las butacas.
-Lo que puedo ofrecerle es esto – en su huesuda mano tenía una muñequera negra de cuero completamente normal. - Solo tiene que colocársela y decir en voz alta el dinero que necesita entonces aparecerá en su mano una bolsa de terciopelo negro con la cantidad ordenada. -
-Perfecto. ¿Tiene algo para sacar dinero de forma muggle? -
- La muñequera en establecimientos muggles también da dinero muggle en metálico, pero por si le interesa tenemos lo que los ellos llaman tarjeta de crédito. Le explicaré como funciona: el dinero ...
- Sí, ya sé cómo funcionan. - interrumpió Ian quién ya se había puesto el brazalete y había cogido las tarjetas de crédito y la documentación del escritorio - Y creo que le falta algo por entregar ¿No? - el duende se revolvió nervioso y avergonzado.
- Bueno sí, señor Potter tome. – en sus manos tenía tres anillos.
Uno de ellos tenía el aro transparente, su diseño tenía mucha similitud al de la daga; de hecho el material era como el de la hoja, transparente con un brillo especial. El sello ovalado estaba decorado con un pequeño escudo en relieve y cuatro piedras preciosas con los colores propios de cada una de las casas de Hogwarts.
El segundo anillo era más sencillo, de plata, y tenía engarzada una piedra cuadrada un negro tan oscuro que asemejaba al vacío, una fina y elegante "B" se vislumbraba a contra luz.
El tercero ostentaba el estilo más recargado y noble propio del medievo con una rectangular piedra violeta grabada con una "P" en dorado.
-El anillo de la piedra negra forma parte de ti como heredero de los Black. El otro anillo, cuídalo como si fuera tu propia vida, porque lo crearon entre los Cuatro Fundadores, igual que la daga. El morado como ya te imaginarás es el que te identifica como cabeza de la familia Potter. Con ellos tendrás acceso a sus cámaras directamente. No te olvides que la daga también es tuya, la habrás cogido ¿No? - preguntó algo amenazadador. Harry asintió con la cabeza- Dicen que esos dos objetos tienen algunos poderes únicos que no han sido descubiertos todavía. Supongo que deberás descubrirlos por ti mismo. Señor Turboc para cuando vuelva me gustaría tener un informe detallado de la fortuna exacta de mi tutelado. Y quiero que el día de hoy quede en absoluto secreto, nadie debe saber que Potter ha obtenido el total de su fortuna y su herencia. Como me lleguen indicios de que usted haya...abierto la boca lo pondremos a contar knuts o lo que es mejor, lo pondré a vivir bajo tierra. No sé si me entiende... - el presidente de Gringotts solo cabeceó en señal de entendimiento. Sabía que la amenaza era una mera formalidad. Su lealtad siempre había estado con el elegido por el pergamino y no diría nada a nadie aunque eso le costase la vida- Ha sido un placer hacer negocios con usted. – globin y mago volvieron a estrechar sus manos.
Después de las pertinentes despedidas de cortesía. Ian se levantó de su asiento con elegancia y Harry lo siguió. El joven agarró a su tutelado por el brazo y desaparecieron.
Volvieron a tomar carretera en menos de tres minutos. El viaje era tenso y silencioso. Harry no paraba de darle vueltas a lo que había descubierto y el joven conductor, estaba más atento a los pensamientos de su pupilo que a la carretera.
El sol de las dos de la tarde traspasaba la ventanilla y le cegaba los ojos, pero no le importaba. Ya sabía quién era, lo que significaba que ahora sabía exactamente lo que significaba él para Albus Dumbledore. Era lo mismo que decir que tenía a su disposición al salvador y ternelo de su lado le aseguraba una posición de poder. No sabía si conocía su relación con el "Sangine Prima", pero no se quería imaginar todo lo que intentaría si se enterara. Ya casi lo había controlado hasta la obsesión solo por ser el Elegido y un Potter. Ahora era descendiente y heredero de los cuatro Fundadores, incluso de Slytherin ¿Pero no era Voldemort heredero de Slytherin? ¿Había dos descendientes de Slytherin? No tenía sentido. Si hubiera sido así él también podría haber controlado al basilisco de La Cámara de los Secretos.
Observando con detenimiento sus anillos recién adquiridos repasó con la mirada el de los fundadores. El escudo de Hogwarts a relieve relampagueó a la luz como reconociendo su presencia
En el despacho de Dumbledore descubrió lo que significaba ser Harry Potter, el niño que vivió; pero no entendía que implicaba ser descendiente de los Fundadores. Por ahora solo repercutía en sus cuentas. Era inmensamente más rico, pero nada más, con eso no conseguiría derrotar a Voldemort. A no ser que con unos cuantos trillones de galeones el mago tenebroso decidiera parar la matanza de magos y muggles. Cosa que dudaba.
¿Entonces qué había cambiado? Él era igual en todos los aspectos.
Cada capítulo escrito lleva detrás tiempo, esfuerzo y quebraderos de cabeza, pero si lo has disfrutado habrá merecido la pena.
Si ha sido así, dímelo. Con un solo click sabré lo que piensas y si lo tengo que mejorar.
A todos aquellos que me indiquen que les está gustando, los estoy añadiendo a mi lista para prepararles un detalle de agradecimiento.
Uno que podrán elegir ellos mismos, quedárselo y darle uso.
Te deseo siempre una buena lectura,
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