2.Dos espías en Grimmauld Place

Capítulo 2: Dos espías en Grimmauld Place

Estimada señorita Granger:

Necesito que se presente en el cuartel general de la Orden del Fénix a las 11:30 horas para la  una reunión que se llevará a cabo a las 12 del medio día. Se le asignarán nuevas misiones debido a la eficiencia de las realizadas el pasado y los anteriores años. Espero que tenga unas agradables vacaciones.

Atentamente

Albus Dumbledore

 Hermione se arregló lo mejor que pudo a toda velocidad y sus esfuerzos se vieron recompensados, pues terminó justo a tiempo. El timbre sonó. 

La joven sacó la varita antes de abrir, preparada ante cualquier circunstacia. Después de lo sucedido en el Departamento de Misterios lo mejor era prevenir

—Buenos días profesor Lupin.

Desde la puerta, el Merodeador le dedicaba una sonrisa amarga. La pérdida de Sirius primero, y la de Harry después ,le estaban pasando factura. Sólo había que ver sus negras ojeras y su pelo cada vez más canoso.

—Buenos días Hermione —La sonrisa el mago aunque sincera parecía forzada. No llegaba a sus ojos, cuyo dorado estaba apagado, lleno de tristeza y vacío—. Ya no soy tu profesor, creo que es el momemento de que me llames Remus.

—Perdona...prof... Remus.

Aprovechó que guardaba la varita para bajar la vista algo azorada.

—No tienes que disculparte sé que es la costumbre —Miró a ambos lados de la calle— Tenemos que irnos ¿Saben tus pader que vienes? — La joven bruja asintió y lo dejó pasar, también miró a ambos lados de la calle antes de cerrar la puerta. Al darse la vuelta se encontró a Lupin mirando el recibidor con curiosidad. Su sonrisa era amarga mientras examinaba cuadros y fotografías.

—Me recuerda tanto a la casa de James y Lily. Tan muggle, tan... normal—El licantropo se limpió las lágrimas con su manga ajada. Su túnica nunca había estado tan raída— Perdona... yo ...

Hermione sacudió la cabeza a ambos lados, negando profusamente.

- No, no pasa nada —agregó con una sonrisa forzada— Yo, lo siento mucho Remus.

El licántropo correspondió con un asentimiento seco, el nudo en la garganta no le dejaba pronunciar palabra. Quería cumplir su misión cuanto antes, salir de aquella casa cuyo olor le evocaba los buenos tiempos. 

Sacó una copa de su bolsillo y Hermione la agarró firme por una de las asas. El antiguo profesor les hizo un encantamiento desilusionador y antes de poder decir nada, la joven Gryffindor sintió el tirón del traslador.

*     *     *

A cualquiera que le preguntara que hacía allí podría decirle que leía el periódico. La idea la había sacado de una de las peliculas muggles que vio en primaria, y estar así, sentado en un banco de una pequeña plaza pudo comprender porqué se repetía ese cliché en tantas escenas de espías. El periódico era un objeto perfecto. Barato, ligero, grande, y encima, hacía más entretenida la espera. 

Desde su privilegiada posición, alzando los ojos por encima del papel en blanco y negro, pudo ver como  Hermione y el profesor Lupin  aparecian mediante traslador en un callejón cercano. Había tantos muggles deambulando de un lado a otro que sería muy complicado que se fijaran en ellos, y el encantamiento desilusionador también ayudaba mucho. 

—"Homo invisibilium" —Sus movimientos de varita fueron imperceptibles gracias al periódico. 

Otro motivo más para escoger ese cliché. Se miró las manos y la ropa para cerciorarse  que el hechizo había funcionado a la perfección. Así era.

Mientras tiraba el papel veía como Hermione y Lupin estaban a dos pasos de la puerta. Tenía que darse prisa. Corrió. Esquivó muggles y coches a toda velocidad. Ya casi llegaba. Esquivó una bicicleta, y entonces...la puerta del número 12 de Grimmauld Place golpeó a Harry en la cara.

Se revolvió el pelo, frustrado sin saber que hacer. Maldijo a la bicicleta. Había estado tan cerca, pero... aún podría echarse atrás. Volver al ático y hacer como si nada hubiera pasado. Porque la unica opción que se le ocurría,  era la más obvia y tan absurda que jamás funcionaría. 

Un Harry invisible miró al cielo, como si esperaba que su celeste le diera la solución. Por Merlín, había llegado hasta allí, ya no podía echarse atrás. El televisor encantado de Ian no servía para lugares protegidos con magia. 

Suspiró y agarró la varita. Harry necesitaba saber que pretendía la Orden. La idea de espiar la reunión, ya era una locura en sí; por una más... no pasaría nada.

—Alohomora —La cerradura hizo click y se abrió de un pequeño chasquido.

Si alguien hubiera podido ver los ojos de Harry, se los hubiera encontrado abiertos como platos por la sorpresa.

Dumbledore confiaba tanto en su Fidelius y en los magos de la Orden que no brindó más seguridad al Cuartel. Un grave error por su parte.

La puerta apenas hizo ruido cuando la cerró tras de sí. Estaba allí y a cada paso, entre aquellas paredes oscuras y ambiente lúgubre, el nudo de la garganta se cerraba más y más, casi negándole la respiración. Aquel pasillo, aquellos muebles polvorientos... ahora eran suyos. Ese lugar que tanto odiaba su padrino, en el que Sirus pasó sus ultimos meses de vida, le pertenecía. Y él también lo odiaba. Las lágrimas picaban en los ojos, quizás porque peleaba por no llorar. No derramaría más lágrimas por Sirius. Lo rescataría. Lo sacaría del Velo. 

—¡Fred! ¡George! ¡Ginny! ¡Ron! ¡Hermione! ¡Bajad ya! — Harry dio un respingo y al instante se escuchó un estruendo por la escalera.

 Con Hermione encabezando la marcha, Ron, Ginny y los gemelos, bajaron por la escalera alertados por la llamada de la señora Weasley. Pasados unos segundos, después de que Molly Weasley peinara un poco a Ron y cacheara a los gemelos, magos y brujas entraron en la sala de reuniones. No sabían que Harry se deslizaba junto a ellos antes de que George cerrara la puerta. 

Allí, quince magos y brujas se sentaban alrededor de una mesa rectangular acompañados de pergaminos, té y pastelitos mientras se ponían al día de las novedades ¿Esto era una organización de guerra o un club social?

Albus Dumbledore, presidiendo la mesa con Snape a su derecha y Moody a su izquierda,  asintió a cada uno de los recién llegados en un saludo respetuoso que los jóvenes correspondieron con un cabeceo nervioso. De hecho Ron le dió un cabezazo a Hermione por el ímpetu y ella apretó los labios molesta mientras se sobaba la cabeza. Harry la conocía bien, quería reprenderlo pero eso supondría un espectaculo. 

Harry cruzado de brazos apoyado en una esquina los observó. Allí estaban todos. Personas a las que quiso y en las que confió. Allí estaban. Traicionándole. 

—Bienvenidos, me alegro de contar una vez más con vosotros en otra de nuestras reuniones. Espero que brindeis con una calurosa bienvenida a los próximos integrantes de la Orden de Fénix.

Los murmullos de reprobación azotaron la mesa como un vendaval.

—Silencio — La orden de Dumbledore casi fue un susurro pero la reunión enmudeció como si hubiera sido una amenaza—.  No subestimesis la juventud. Ella posee la fuerza, el valor y la perseverancia que tan necesarios son en esta guerra. Yo mismo soy conocedor de sus habilidades desde que tenían once años. Ellos han pasado más peligros que muchos de nosotros. Estos jovencitos fueron los primeros en impidir el regreso de Tom  gracias a la confianza, el amor y la lealtad que los une —Al otro lado de la sala Harry hubiera reído si pudiera—.  Por eso hoy les tatuaremos la Marca del Fénix.

Era como si la pared quemara de repente, Harry se separó de ella lentamente, blanco de la impresión.  Esto era mejor de lo que se esperaba. Si le grababan hoy la marca, en esa reunión conocería  las intenciones exactas de sus amigos a lo largo del próximo del curso. 

—Director, aún no encuentro alguna función en la que estos "niños" puedan ser de utilidad — Los miembros de la Orden consideraron la voz arrastrada de Snape como el sumun de la elocuencia—. Lo mejor que pueden hacer es mantenerse al margen y dejar lo importante a las personas capacitadas.

 El murmullo de asentimiento fue generalizado

—Siento no estar de acuerdo contigo, Severus. Tengo muy buenas razones y cuando las escuchen tras grabarles la marca, no seré el unico conforme  —Snape abrió la boca, posiblemente para replicar, pero Dumbledore lo interrumpió—. Por favor, no intentes convencerme de lo contrario, Severus.

—¡Pero Albus son unos niños! —gritó Molly Weasley desde el otro lado de la mesa— ¡No puedo creer que los dejes entrar! ¡Severus tiene razón! ¡No están preparados!Yo, yo no soportaría tener a cuatro más de mis hijos en peligro — terminó sollozando la Sra. Weasley— ¡Arthur di algo! — Ante el palmetazo de su mujer el señor Weasley pensó en algo que babucear.

—Molly no podemos hacer nada. Fred y George son mayores de edad, Ron lo será el año que viene como Hermione y Ginny es una de las mejores de su curso. Además yo confío en Dumbledore. Él sabe muy bien lo que hace y precisamente por no dejarles entrar... el año pasado... —Arthur lanzó una mirada lastimera a Lupin—fueron al Departamento de Misterios —Los ojos del licántropo se volvieron acuosos.  Aunque pareciera ausente, seguía atento a la reunión

 Molly miró de hito en hito al resto de la mesa, pero todos le evadían la mirada. Sin apoyos, ni argumentos, no podía objetar nada. Reticente, asintió con la cabeza.

—Bien —El director sonrió a través de su barba—.  Es el momento.

Harry jamás imaginó que le harían algo así al dormitorio de su padrino. Las ganas de gritar le palpitaban en los oídos. Había desaparecido todo, absolutamente todo. 

La habitación era lúgubre, iluminada por antorchas con unos espantosos fénix de marmol rodeando un círculo de runas rojas. Ya no había fotos de motos muggles, ni estandartes de Gryffindor,  o imágenes de chicas en bikini. 

Dumbledore se adelantó con paso solemne, se colocó en el centro de la circunferencia, cerró los ojos y estiró los brazos hacia los lados formando una cruz. Los chicos se situaron entre los huecos  entre las estatuas de marmol.  Desde el dintel de la puerta, Harry cerraba los puños.

 Un repentino fogonazo de luz roja y naranja los iluminó. Dumbledore  alzó los brazos sosteniendo su varita por encima de la cabeza apuntando al techo, donde una bola de fuego giraba sobre sí misma. Poco a poco esta cobró la forma de un fénix, Flawkes; que con su canto, a modo de saludo,  bajó como una columna de fuego hasta adentrarse en la varita del director. El anciano realizó unas rápidas florituras y poco después,  una espiral de llamas rodeó a los cinco chicos. Tras unos segundos fuego se extinguió. Dumbledore guardó la varita con Flawkes posado en su hombro.

—Bienvenidos a La Orden del Fénix –les felicitó el anciano.

Ya sentado de nuevo en el salón los magos y brujas aún seguian felicitando a los chicos con palmaditas en la espalda- 

—Ahora oficialmente sois miembros de la Orden del Fénix. Habéis sido escogidos por vuestro valor, intuición e ingenio; habéis pasado por experiencias peores de las que muchos magos se jactan de salir ilesos, y pese a vuestra juventud conoceis la crueldad y el sufrimiento de la guerra —Snape produjo un carraspeo mal disumulado y Molly lanzó un sollozo lastimero de orgullo y pena.

Al otro lado de la sala de reuniones, Harry no se creía nada. Ya tenía una ligera idea de cómo habían sucedido las cosas pero tenía que asegurarse. Ahora Dumbledore se sentía en confianza, tendría sus defensas mentales nulas. Utilizaría la Legeremancia y llegaría la verdad del asunto. Tras un segundo de indagación el Elegido encontró el recuerdo que buscaba.

"Estaba en el despacho del director. El anciano miraba por la ventana melancólico como si las respuestas a todas sus preguntas estuvieran en el paisaje de Hogwarts. Flawkes posado en su percha cantaba una preciosa melodía. La música del fénix se rompió cuando Hermione Granger y Ron Weasley entraron en el despacho. Ambos alumnos se sentaron tímidamente en las sillas frente al escritorio. A Harry no le pasó inadvertida, la mirada suspicaz de Dumbledore mientras ocupaba asiento.

Señor Weasley, Señorita Granger ¿A qué debo el placer de su inesperada visita?- La expresión de sus amigos tensó, y desde su butaca el anciano mago disimulaba una leve sonrisa.

Verá profesor es que... —  la joven se manoseaba las manos nerviosaRon y yo... — agachó la cabeza y suspiró cobrando fuerzasRon y yo renegamos de la tarea que nos encomendó. Estamos en esto durante años y hemos llegado a la conclusión de que esta situación no nos aporta nada y...bueno...que lo dejamos.

A su lado, Ron tragó saliva.

Dumbledore los observó unos segundos en silencio y sus dos alumnos se revolvieron incómodos en sus asientos.

Entiendo lo que quiere decir señorita Granger, pero creo que podríamos llegar a un acuerdo ¿Qué les parece? ¿Está de acuerdo señor Weasley? —Por lo que Harry pudo deducir, el director parecía que ya sabía que ese momento llegaría y estaba preparado

—Estoy de acuerdo profesor —aseguró el pelirrojo asintiendo enérgicamente.

—He estado pensando y he llegado a una solución: si ustedes rectifican su opinión respecto a la pequeña tarea que piensan abandonar yo recapacitaría y convencería a todos los demás de que estáis preparados para entrar oficialmente en La Orden del Fénix al margen de la edad.

¿Está insinuando que en realidad no estamos preparados?El tono de Ron parecía amezador. A Hermione se le abrieron mucho los ojos en su dirección, instandolo a que se relajara; pero Dumbledore solo sonrió complacido.

Nada más lejos de la realidad señor Weasley, solo que por su edad algunos miembros se muestran algo...como decirlo ... recelosos. Es comprensible con los tiempos que corren.

Aceptamos —dijeron sus amigos al unísono. 

Muy bien, la ceremonia será en verano. Les enviaré una lechuza contestó Dumbledore mirando algunos papeles al azar. Una sutil forma de decir que estaba ocupado.

De acuerdo profesor, que pase un buen veranole deseó Hermione. 

Adiós señor director.

Que pasen buen verano — se despidió Dumbledore. 

La puerta del despacho apenas hizo ruido cuando se cerró tras los gryffindors.

La sala de reuniones  le vino a Harry tan de repente que pensó que se le iba a caer encima, pero el carraspeo de Snape terminó por traerlo de vuelta. 

—La tarea de prioridad en la Orden será servirnos de espías en Hogwarts e informarnos de cada unos de los pasos del Sr. Potter sin distinción alguna. Nos contarán cada uno de sus secretos, sus sueños con Voldemort,     —un escalofrío se generalizó— miedos, planes, suposiciones y sospechas que pueda tener. Queremos saber que se dice en los pasillos de Hogwarts respecto a él, quien le habla, con quien está, dónde y cuando en cada momento. Harry tiene que ser progegido a toda costa.

En la cara de los chicos se reflejaba decisión. Este momento era lo que siempre habían soñado, comportarse como adultos, que se los tuviera en cuenta. Por otro lado, los gemelos miraban a Dumbledore casi estupefactos. Eso no se lo esperaban, era como si no lo reconocieran.

—Me entregaréis informes cada semana por lechuza y yo os contestaré con otra si quiero que vengáis a mi despacho. Si ocurre algo urgente, os comunicaréis conmigo mediante el tatuaje del Fénix. No lo utilicéis si no es importante. Os podrían descubrir. Fred, George vosotros os ocupareis de seguir a Harry cuando se pierda, lo más seguro que vaya a Hogsmade a la Casa de los Gritos. También informaréis  de cualquier persona sospechosa que salga y entre al colegio. Sentiréis que alguien no autorizado ha salido de los terrenos del castillo cuando este broche en forma de Fénix se ponga de color rojo. En 30 segundos os trasladará a la zona correspondiente.

Los gemelos asintieron decididos, pero Harry no dudó. Usó la Legeremancia con ellos, para conocer que pensaban. Nunca había tenido tanta confianza con ellos como con Ron y Hermione, necesitaba saber si ellos sabían algo más, conocer de qué parte estaban. La sonrisa hubiera deslumbrado el semblante de Harry, si no fuera porque era invisible. Fred y George no estaban de acuerdo con el Director, no sabían nada de la traición de Ron y Hermione. Podía confiar en ellos.

—Dumbledore ¿Vamos a hablar sobre el artículo de "El Profeta" de esta mañana? Porque personalmente pienso que es un tema que hay que solucionar cuanto antes—comentó Kingsley Shacklebolt auror de grado superior de la Orden

—Tienes toda la razón, Kingsley.-el anciano carraspeó-. Como ya sabréis, los que hayan leído El Profeta, ayer hubo una descomunal batalla en el bosque donde se celebraron los últimos mundiales de quidditch. Un hombre encontró cientos de cadáveres, que eran sin duda los restos de la batalla. El ministerio estuvo rastreando el lugar de la pelea y sacó unas conclusiones muy interesantes: la primera fue que , la mayor parte de los combatientes se mataron entre ellos a consecuencia de una maldición de control mental extremadamente poderosa; la segunda fue que no se encontraron vestigios de que fuera otro ejército el que acabó con las criaturas oscuras y los mortífagos, pero si encontraron otras huellas todas iguales que indicaban claramente que era un solo hombre el que se enfrentaba a todo ese regimiento. A este "Individuo" (es así como lo llama el periódico) lo hirieron en algunas ocasiones y éste para dar final a la batalla lanzó el conjuro de control mental. Y lo último, pero no menos importante, no se ha podido averiguar su identidad  porque el rastro de su varita es irrastreable, al igual que su desaparición. La poca información que se ha conseguido gracias a la profundidad, el tamaño y la forma de las huellas es que es varón, muy joven de unos 18 o 19 años, de 1'75 de altura  y una potencia mágica de un mago de 23 años. Nada más.

-Disculpe señor, pero me parece completamente imposible que un "niño" sea capaz de tal cosa. Sin duda el ministerio se ha equivocado, algo muy probable, pues no sería la primera vez- debatió Snape. 

Era inconcebible que un mocoso consiguiera tal heroicidad.

-Lamento informarte de que no es así Severus. Yo mismo comprobé todas las pistas, incluidas las de rastro de magia. Por extraño que parezca, no hay duda. El Ministerio no ha cometido ningún error.

- Albus según El Profeta le pediste al ministro que continuara con la investigación de la identidad del joven pero no dijo tus razones.- preguntó Hestia Jones 

A Harry le palpitó violento el corazón. Ahora sabría lo que en realidad necesitaba saber. Qué pretendían hacer con el "individuo" de la batalla de anoche.

-Las razones son muy claras, estimada Hestia. Ese joven no ha tenido reparos en matar a sangre fría. Ha decapitado, torturado, amputado y manipulado. Ese no es el camino. Tener un gran poder puede llegar a corromperlo y si lo permitimos tendremos un segundo Lord Oscuro antes de acabar con el primero. Por otro lado ese poder llamará la atención de Voldemort –a algunos les castañearon los dientes- si lo recluta la guerra será aún más difícil.  Pero si se une a la Orden tendríamos la victoria más a nuestro alcance y...-

- Además desde aquí lo tendriamos más controlado y sería más fácil ganarnos su confianza. No podremos quitarle el ojo de encima Dumbledore...- aseguró Ojoloco Moody. 

- Concuerdo con la opinión de Alastor. Nos ganaremos su confianza y así sabremos si puede ser util de nuestro lado- prosiguió el anciano

- Pero señor director no puede meter a un desconocido en la Orden del Fénix así como así ¿Y si no acepta? Nos expondremos a ser descubiertos para nada - contradijo Tonks.

-Bueno... no tiene porqué saber quienes estamos en esto ¿No?- una voz  respondió desde el otro lado de la mesa. Hermione  que se puso algo colorada por ser el centro de atención

- Sigue Granger- la incitó Moody con su ojo girando a toda velocidad. Algo en esa sala no le encajaba. Se golpeó tres veces con la palma, pero el ojo seguía girando.

- Bueno , ... puede verse con el profesor Dumbledore en su despacho... y conocer a algunos miembros para que no sospeche.O lenviarlo a pequeñas misiones arriesgadas. En lugar de tatuarle la Marca, le daríamos un broche igual que el de Fred y George pero con un encantamiento de rastreo. Así lo tendremos siempre vigilado- la explicacion de Hermione fue de carrerilla, igual que sus respuestas en clase de Transformaciones. 

- No está mal tu idea Granger- aprobó Moody. Estaba mareado, el ojo se le había vuelto loco.

- Una idea brillante señorita Granger, es perfecta. Ni yo mismo la hubiera confeccionado mejor- la elogió Dumbledore. La cara de Hermione se torno de un rojo escarlata.

-Perdone señor, si no me equivoco solo será unos pocos años mayor que nosotros ¿No? - Dumbledore asintió - bueno creo que se sentirá más a gusto si con quien habla es mas de su edad....al menos así es como me sentiría yo. Podíamos presentarnos y...bueno quizás... siendo sus amigos nos lo cuente todo. Si a usted la parece bien- la voz de Ginny sonó segura y formal, todo lo contrario que la señora Weasley que sacudía la cabeza. La posibilidad de exponer a sus hijos a un demente sanguinario la aterrorizaba, estaba tartamudeando tanto que apenas podía pronunciar palabra. Fred y George miraban a su hermana alarmados, sin comprender desde cuando ella era también tan retorcida.

-Me parece muy bien señorita Weasley, otra idea excelente- Ginny sonrió- Pero consideraremos su idea como la fase 2. Porque, como Molly estará a punto de objetar, no podemos exponerlos a una persona que podría ser peligrosa - aclaró el director con una sonrisa. La bruja pelirroja se respiró aliviada.

-Pero ¿Qué haremos si no acepta? ¿Cómo lo encontraremos? ¿Y si es una trampa del Innombrable?- preguntó Ron jugueteando con la varita. 

- Esas son unas buenas preguntas Dumbledore- aseguró Elphias Doge

- Todas las preguntas cobardes lo son.- ironizó Snape. 

Harry nunca hubiera imaginado que estaría de acuerdo con su profesor de pociones.

- Reflexionando sobre ello  he llegado a la conclusión de que si tras entrablar una propuesta no acepta deberemos capturarlo e interrogarlo. Respecto a su segunda pregunta señor Weasley, estoy seguro de que lo encontraremos si hay un ataque. Allí podremos entablar la propuesta; pero por si eso no ocurriera... Alice, – una mujer de pelo rizado con gafas lo miró- busca en los registros de San Mugo pacientes con signos de pelea. Kingsley manda algunos de tus aurores a que vigilen e interroguen a recepcionistas y clientes de todos los boticarios con ingredientes curativos y Albert rastrea todos los hechizos sanadores que se realizaron anoche. -los tres magos asintieron- Y para asegurarme de que no es espía de Voldemort, señor Weasley, utilizaré la Legeremancia.

- Creo que debería considerar la posibilidad de que el sujeto sepa Oclumancia, señor director- siseó Snape

-No quiero ser arrogante Severus pero solo Voldemort ha sido capaz de cerrarse por completo. En el caso de que este muchacho lo consiguiera no cabría duda de que es un espía, pero nosotros estamos preparados y en todo caso, será él quien nos dará información revelándonos su guarida, gracias al broche rastreador.

-¿Y si está con nosotros?- preguntó Molly Weasley algo esperanzada.

-Lo meteremos en la Orden del Fénix como uno de los nuestros y esperaremos que sea él quien se enfrente a Tom. – los susurros volvieron a inundar toda la sala. Creían que era Potter quien tenía que acabar con el Innombrable.

Desde el lado opuesto de la sala Harry temblaba de furia:  él era el único que podía acabar con Voldemort lo decía la estúpida profecía por la que Sirius murió. Furia, engaño, manipulación, dolor, pero sobretodo cansancio. Harto de tantas mentiras, batallas, desconfianza, torturas, secretos y entrenamientos. Aún tenía una posibilidad de huir... pero ¿Sería lo correcto?¿Los podría dejar a todos a su suerte?

- Y ¿Dónde está Harry? - La pregunta que todos se temían fue formulada por George Weasley que deseaba que sacaran de una vez el tema.

- Eso Albus, ¿Has recibido alguna noticia del chico? - preguntó Moody también preocupado. Lupin prestó atención a la conversación más que nunca. 

Dumbledore suspiró.

-Harry está algo resentido por algo de lo que no voy a hablar ahora. Lo único que sé es que lo vieron al día siguiente de su desaparición en el Callejón Diagón. Envié a Charlie y Bill a buscarlo pero tiene un don para escabullirse.-el licántropo sonrió orgulloso- No contesta las cartas, de hecho no sabemos si las recibe. Aún así tengo a varias personas en su búsqueda ¿Señorita Granger trajo lo que le pedí? 

-Sí profesor, aquí está. Perdone, señor director, pero...no creo que sirva de mucho. No pensó mucho en su futuro y si lo hizo no los compartió con nosotros.- le informó Hermione pasándole un pergamino. Dumbledore escudriñó los lugares que conocía Harry escritos sobre el papel. 

- Está claro que el mocoso ya no sabe qué hacer para llamar la atención. - siseó Snape mordaz.- Hay una profecía que le involucra con el Señor Oscuro ¿No sería más lógico pensar que por muy estúpido que sea, es el indicado para acabar con él s? Veo más indicado enviar a Potter que además de arrogante como su padre, no tiene ningún talento para la magia. Por eso si muere tampoco será una gran pérdida. Y si el otro mocoso acepta, tendremos una segunda oportunidad con este otro mocoso, que al menos ha demostrado ser de más utilidad -puntualizó Snape con una irrefutable lógica

-Por favor Severus, ¿Cómo puedes decir eso? ¡¿Cómo puedes hablar así de un joven de 16 años?!-los gritos de Tonks sobresaltaron a algunos presentes que miraban a Snape alarmados. Como si un tubérculo le hubiera crecido en la cabeza- ¡No es una poción que tiras si no te ha salido bien, es una persona!-siguió gritando Tonks-. ¡No puedes estar hablando en serio! ¡Estas proponiendo mandar a unos chicos apenas mayores de edad a luchar una guerra que no comprenden! ¡Morirán a la primera equivocación! 

Las varitas no tardaron en apuntar al profesor. Lupin, Fred y George no eran de recriminar y mantener la entereza. Sus caras crispadas de rabia los mostraban decicidos a lanzar una maldición. La más dolorosa que conocieran. 

-Tonks, Remus, Fred, George sentaos -ordenó Ojoloco. Los todos hicieron caso omiso hasta que Dumbledore los miró con un gesto conciliador. Hermione, Ron y Ginny se revolvieron en sus asientos intercambiando miradas. Ellos deberían haber defendido a su amigo.

- Volviendo al tema de Harry, el Ministerio se está percatando de su desaparición. Estoy haciendo verdaderos milagros para que no le llegue la información al Profeta y para que lo aurores no empiecen a buscarlo bajo las piedras. No podemos permitir que lo sepa demasiada gente o Voldemort se enterará. Yo visitaré todos los lugares de la lista de la señorita Granger y os informaré de los resultados en la próxima reunión. Deberíais dejar de temer el nombre, que no lo nombréis no significa que vaya a desaparecer antes- les aconsejó el anciano comprensivo- ¿Un caramelo de limón para el camino?- algunos golosos como Bill y Tonks cogieron algunos mientras Harry salió por la puerta en cuanto pudo. 

Tenía que salir de allí, tenía que respirar. La ira le estaba quemando.

Cuando Remus Lupin salió a la calle junto a otros miembros con la intención de volver a casa o al trabajo, uno de esos "automóviles"(como lo llamaban los muggles) casi le atropella.

Cada capítulo escrito lleva detrás tiempo, esfuerzo y quebraderos de cabeza, pero si lo has disfrutado habrá merecido la pena.

Si ha sido así, dímelo. Con un solo click sabré lo que piensas y si lo tengo que mejorar.

A todos aquellos que me indiquen que les está gustando, los estoy añadiendo a mi lista para prepararles un detalle de agradecimiento.

Uno que podrán elegir ellos mismos, quedárselo y usarlo. 

*     *     *

Si quieres saber lo que pasó, que descubrió Harry sobre Ron, Hermione y Dumbledore...todo vendrá en el próximo capítulo. 

Te desea siempre una buena lectura

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