17. Los desvaríos de Fred y George

Capítulo 17: Los desvaríos de Fred y George

―¡Hedwig! ¡Hedwig!

El pecho le ardía como si un "Incendio" le arrasara los pulmones, y no tenía que ver con que fuera por el bosque corriendo a toda velocidad. Los árboles solo eran borrones. Algunos arbustos los esquivaba, otros no, arrasaba con ellos igual que con las ramas bajas.

―¡Hedwiiiiiiiig!

Nada. Su respiración acelerada y sus propias zancadas le contestaban mientras se adentraba más y más entre los árboles. No hubo ningún gorjeo familiar. 

Harry apretó los puños, imprimiéndose más más velocidad.

Sus pisadas aplastaban hojas, piedras y raíces; y si se descuidaba a su propio corazón podría estallar. Le llenaba la aprehensión, el miedo. Había perdido a Sirius, ya no tenía a Ron, ni a Hermione, tampoco a Dumbledore, ni a los Weasley... corrió más rápido, no podía perder a Hedwig.

―¡Por favor, si puedes dime algo! ¡Chilla! ¡Gorjea! ¡Lo que sea! ¡Por favor!―vociferó con la voz tomada.

Pero Harry sabía que no habría respuesta. Solo eran súplicas propias de una esperanza desesperada. Estaría desmayada... solo esperaba que no estuviera muerta.

Paró y miró hacia los lados, a su alrededor solo había bosque y más bosque.

La luz cálida penetraba entre el follaje creando pequeños haces dorados que iluminaban las flores silvestres. Algunas de ellas soltaban esporas iridiscentes, que levitaban perezosas al brillo de la mañana. El silbido de los pájaros era una melodía, suave y pegadiza convertía en música la magia de un paisaje que para Harry se había convertido en el lugar más tenebroso de su vida. Peor que el Bosque Prohibido, de noche, solo, sin varita y atado a un nido de acromántulas.

Porque rodeado de animales igual de asustados que él, pero por su presencia, el mago respiraba agitado confuso por el pánico y sin saber hacia dónde buscar a su amiga.

Debía buscar, tenía que pensar. Gritando no conseguiría nada excepto llamar la atención de sólo Merlín sabría qué.

Debía ser racional.

Inspiró y espiró. Inspiró y espiró, muuuuy lentamente.

Cerró los ojos.

A él llegó el susurro del viento, el suave vaivén de miles de hojas de diferentes especies, alas y plumas batiéndose entre corrientes de aire, la textura de la tierra en sus zapatos, el destello del sol que traspasaba los párpados. Las pulsaciones descendieron, y la oclumancia ayudó con el resto.

El conjuro de atracción, "Accio" era solo para objetos, el de ubicación solo señalaba el norte, el revelador era para lo que había sido ocultado con magia, "hominum revelio" para humanos y el localizador*... solo serviría de algo el que era para el ataque. Localizaba al objetivo y explotaba al golpearlo. Si Hedwig no estaba muerta, la mataría él.

No tenía más opciones, excepto una. Si los Patronus tenían más capacidades, quizás fuera el momento de comprobarlo.

Unas garras perforaron la corteza de una rama lejana, pero Harry ignoró el  chasquido de la madera. Sería un pájaro.

Solo pensaba que en todo aquello que pudiera ser un recuerdo feliz. Hedwig. Hedwig le hacía feliz. Era su mejor amiga. La que nunca le había abandonado. Siempre fiel, siempre ahí cuando la necesitaba. Nunca pedía nada a cambio, solo golosinas.

Una leve sonrisa apareció en sus labios.

Hedwig...cuando se posaba en su hombro ululaba, y siempre le pellizcaba levemente en la oreja antes de salir a entregar sus cartas. Ese verano en Privet Drive, ella estaba igual de enfadada que él con Ron y Hermione, e intentaba animarlo regalándole ratones. Seguramente creía que podrían ser Colagusano. 

―Expecto Patronum―pronunció con parsimonia.
El conjuro no fue más que en susurro, palabras suaves cargadas de cariño.

No hacía falta gritar, pues la potencia de un hechizo no radica en la fuerza de la voz, sino en la fortaleza del mago.

Y el ciervo salió de la varita, como si siempre esperara su llamada.

Enorme y de un azul celestial, su cornamenta destacaba por encima de unos ojos inteligentes rebosantes de seguridad. Las patas fuertes y ágiles resplandecían en halos que ascendían formando el resto de su cuerpo, esbelto, cegador y... espectacular. El morro le llegaba hasta la frente y sus astas se elevaban hasta casi tocar las ramas de algunos árboles. De todas las veces que lo había conjurado nunca lo había visto tan grande, e incluso se atrevería a decir que se veía casi más...más... físico.

―Encuéntrala, por favor―ordenó sereno.

No tuvo que pedirlo dos veces. El patronus se inclinó hacia adelante en señal de respeto y, antes que pudiera de prepararse para lo que vendría, una onda celeste le arrolló. El tsunami de luz cegadora traspasó árboles, sacudió flores, hizo temblar el agua y espantó a los pájaros. Hasta las hadas se escondieron en sus madrigueras ante la fuerza del ciervo, que inmóvil, mantenía los ojos cerrados, con Harry frente a él, espectante y a la espera.

Entonces, tal y como ocurrió dos años atrás, cuando espantó a cientos de dementores que los rodeaban a él y a Sirius en el bosque Prohibido, la onda se replegó escindiéndose.

El sol de la mañana se le antojó oscuro mientras intentaba recobrar la vista. El patronus levantaba los párpados, como si despertase de un largo sueño y dos segundos después, ambos se encontraban corriendo por el bosque. 

Ignoraban el susurro de unas alas gigantescas que les perseguían.

 A medida que avanzaban, los troncos de estaban más juntos, las ramas eran más gruesas y, la vegetación en general, era más espesa. Las raíces sobresalían grotescas de la tierra, entre ellas crecían numerosos hongos y plantas mágicas de diferentes especies que no reconocía haber visto en ninguno de sus libros.

Harry esquivaba con gran habilidad, siempre tras la estela plateada que relampagueaba a sobre los troncos y la hierba. Justo estaba sorteando lo que parecían hojas de mandrágora adulta*, cuando se percató de que el patronus disminuía la velocidad y unos pocos metros más tarde, este paró ante una barrera de árboles.

Unas alas se batieron entre el follaje, posándose en lo más alto de uno de los ciruelos dirigibles* que formaban un claro en el bosque.

―¿Está ahí?

El espectro bajó la cabeza, casi perezoso, en lo que pretendía ser un asentimiento. Si después de esa respuesta, si Harry aún tenía alguna duda sobre la cierta conciencia de los patronus, solo tenía que mirarle los ojos: eran más vívidos. Desprendían un cierto tinte a... comprensión, que no sabría describir.

El mago le devolvió el asentimiento con cierta reverencia, y entonces, Cornamenta desapareció. En su lugar dejó una neblina plateada que poco a poco se fue disipando, igual que la entereza de Harry.

Por que la realidad le sacudió como un rayo. Miró hacia el claro, paralizado por una idea.

Hedwig había caído desde más de cien metros de altura hasta una zona sin árboles. No había ramas que amortiguaran su caída. El impacto fue en seco y su cuerpo... estaría... 

Sacudió la cabeza. No, no, ella estaría bien. Tenía que estar bien.

Del otro lado de los árboles llegaba el murmullo del agua. Si hubiera caído en ella no estaría destrozada, pero... ¡Se estaría ahogando! Traspasó la barrera de árboles como una exhalación pero,una vez al otro lado, paró en seco.

Había un riachuelo de agua plateada, pero eso no era lo más extraño de todo. Era el suelo. No era de hierba y piedras como el resto del bosque, sino una especie de nido, un lecho gigante,  bulboso; hecho de plantas púrpuras junto a otros retazos blancos y regros.

―¿Pero qué...?¡Hedwig!

Mientras corría hacia ella, sentía que botaba a cada zancada. Se arrodilló junto a ese pequeño cuerpo de plumas, deseando con todas sus fuerzas que no fuera un cadáver.

Pero no estaba muerta. Acurrucada, gorjeaba un poquito como si hablara en sueños. No pudo evitar una sonrisa de alivio cuando notó el pequeño corazón latiendo bajo sus dedos. La inspeccionó en busca de heridas o magulladuras, y respiró aun más tranquilo cuando no encontró ninguna.

Quería llorar, gritar de felicidad y rió abrazándola ¡Solo estaba dormida! Y, ni desmayada había soltado la carta que aún sostenía entre sus patas ¡Esa era su Hedwig! Miró a su alrededor mientras la guardaba en el bolsillo de los pantalones.
El río, los árboles... era propios de un bosque normal, pero el... ¿Lecho? ¿El nido? Estaba claro que había sido construido ¿Por qué? o ¿Por quién?

Un grito de ave resonó por los ciruelos mientras inspeccionaba el suelo. 

Parecían tallos de bulbo rebotador*, de ahí la sensación de salto cuando andaba, por sus propiedades amortiguadoras. Esos tallos púrpuras se entrelazaban con otras flores casi formando una alfombra natural. Arrancó una de las plantas y la examinó con cuidado. Tenía las hojas escasas, rectas y blancas de las que sobresalía un largo tallo negro. Era Moly* frecuentemente utilizada en la elaboración de pociones del sueño.

Entonces se escuchó otra vez. Ese sonido agudo y largo, muy parecido al que realiza un ave de presa al acecho. No veía el pájaro pero viendo donde estaba aquel bien podría su nido o... una trampa para cazar alimento. 

No se lo pensó dos veces. Resguardó a Hedwig en su regazo, protegiéndola con su cuerpo y se incorporó mirando las copas de los árboles con la varita en alto dispuesto a enfrentarse a lo que fuera.

Y de repente, lo vio. Apostado en lo alto de una rama, un halcón gigantesco los smenazába desde las alturas. Con plumaje del color del oro viejo, les lanzó un graznido de advertencia, gritándoles que ese era su territorio.

Apretó más a Hedwig contra su pecho.

Podría despertarla y que escapara volando, pero sabía que su amiga no lo haría. Además tampoco podía arriesgarse a que el halcón fuera tras ella y no a por él.

―¿Vas a atacarme o no? ¡¿A qué esperas?!― le replicó envalentonado.

El ave inclinó la cabeza a un lado, casi divertida ante su reto.

Durante el silencio solo hablaba el riachuelo. Su susurro de plata mecía los juncos mientras ambos se evaluaban. En el claro reinaba la calma, pero el frenesí les fustigó en solo centésimas de segundo

El halcón se lanzó hacia ellos.

Harry lanzó un hechizo.

―Arrestum momentum

El pájaro lo esquivó.

Ni había tiempo para lamentaciones, ya conjuraba un escudo para ataque físicos (ese pajarraco infernal se estamparía como un Flubber*) cuando, sin motivo aparente dejó de pronunciar las palsbras.

No llegó a conjurarlo porque no haría falta.
Su boca casi cae directa al suelo, abierta de sorpresa, mientras veía como el halcón se transformaba en pleno vuelo.

Las alas se convirtieron en brazos envueltos en una túnica. Las garras se juntaron y se alargaron las patas convirtiéndose en piernas, el plumaje retrocedió cediendo el espacio a la piel y, la cabeza creció hasta adquirir forma humana.

―No creerías en serio que iba a matar a una simple lechuza ― respondió Ian aterrizando suavemente― y menos la tuya. Levantaría muchas sospechas que no la tuvieras cuando regreses, si es que regresas.

En otro momento, mientras veía a su maestro alisándose la túnica como si nada, se hubiera quedado mudo ¡Era un maldito animago! Pero... Harry miró a Hedwig que se acurrucaba más contra su camiseta,... ese maldito la había atacado.

No bajó la varita, sino que la agarró aún más fuerte.

― ¿Por qué lo has hecho? Podría haber muerto. Joder, estás más chiflado que Lestrange― escupió apuntandole a la cabeza.

―Cuida tu lengua Potter si no quieres que te la corte ― amenazó recolocándose el pelo hacia atrás―.  ¿Cómo te creías que interceptaba las cartas? ¿Acariciando las lechuzas hasta que se les pasara el hechizo?

Harry frunció el ceño con la varita aún alzada y temblorosa; no por el miedo, por rabia.

―Me da igual, podrías haberla matado...pajarraco de mierda.

Su maestro miró alrededor excrutando entre los árboles antes de contestar. Asegurándose que no había animales cerca.

―Digamos que yo no hubiera habilitado este sitio ―Dio unos toquecitos sobre el suelo, refiriéndose al lecho― Si la hubieras encontrado muerta... ¿De quién sería la culpa?

Harry enmudeció sin saber que decir. El agarre de la varita flojeó un poco entre sus dedos.

¿Cómo que de quién sería la culpa? ¡Esa era una pregunta estúpida! ¡De Ian, que había hechizado a Hedwig en pleno vuelo! ¡Él mismo la vio caer con sus propios ojos!
De repente un nudo le oprimía la garganta. La boca se le quedó pastosa cuando reparó en algo.

Miró hacia abajo, hacia su lechuza que seguía dormida.

Sí, Harry la había visto y... eso fue todo lo que hizo: verla caer.

Fue su maestro quien disparó, y Harry... él se quedó mirando sin hacer nada mientras su amiga caía. Tendría que haber reaccionado, tendría que haber hecho algo en lugar de gritar como un idiota y correr como un loco por el bosque.

―Exacto, Potter. Si yo fuera un mortífago y esto una guerra, en los minutos que has perdido haciendo el imbécil yo ya hubiera matado a otros siete amigos tuyos. Eso, por darte una estimación suave. Un mortífago real, solo habría matado tres.

Harry alzó la vista abrazando mas a Hedwig contra sí.

― No me extrañaría nada que fueras un mortífago. Actúas igual que ellos ¿Esto es lo que haces para recoger el correo? ¿Te dedicas a jugar al tiro al plato con las lechuzas?―replicó sin bajar la varita. 

―No con todas. Las desmayo y caen aquí. Las esporas de Molly las mantienen dormidas y la barrera protectora mantiene a los animales alejados mientras yo les quito todos los hechizos y recojo los paquetes. Luego las despierto con un "Enervate" y vuelven. Fin.

Aunque Harry había relajado un poco la guardia todavía fruncía el cejo, escéptico.

― ¿Y si no estás?

―Yo siempre estoy, pero si te refieres a mi pequeña salida, puse una barrera permutadora* y un conjuro de electricidad leve.

La imagen que le vino a la mente fue horrible. Decenas de lechuzas volaban hacia el palacio e impactaban de golpe contra una barrera invisible. Una tras otra, soltaban un pequeño quejido y después de cientos de metros de altura, las que no caían en ese claro, quedaban tieadas por el bosque. Desmayadas, heridas y a merced de bestias hambrientas que esperaban agazapadas entre los arbustos. Casi parecía la trampa de un sociópata. 

Su brazo tembló alrededor de Hedwig, se aferró su varita hasta que los nudillos que quedaron agarrotados sobre la madera y la alzó de nuevo apuntando a su maestro.

―Te juro por mi vida que lo único que deseo ahora mismo es que no viniera ninguna carta. Eres un enfermo y deberías estar internado en San Mugo. Alertaré al Ministerio, a Dumbledore, utilizaré la mismísima conexión con Voldemort si hace falta. Las lechuzas no te han hecho nada. Los animales no tienen la culpa de que estes loco. Eres un psicópata.

Ian se recolocaba un poco el cuello mientras contestaba.

― Tienes razón. Nanigi es solo una lombriz, tu basilisco de segundo año era un inofensivo gusarajo* y todos los magos desean una acromántula como mascota  ―respondió mordaz y de un movimiento aburrido le desarmó. La varita levitó hacia su maestro que la atrapó al vuelo―. Eres toda una bruja del melodrama Potter. Ahora aclárame algo, tengo curiosidad. En el remoto caso (muy, muy remoto) de que yo no me enterara, y que pudieras hacer alguna de esas cosas... ¿En qué lugar exactamente ibas a decirles que estamos para que nos encontraran? ¿En el secreto palacio fortificado de Godric que nadie ha podido hallar nunca?

 El Elegido frunció los labios y desvió la mirada hacia las ciruelas que flotantes que los rodeaban. Básicamente porque no tenía respuesta. De hecho, era una pregunta tan evidente que fue realmente estúpido no habérsela planteado.

―Devuélveme mi varita.

―Antes vamos a dar un pequeño paseo ― dijo girándola en su palma―. Empieza a andar hacia allí.

―Para qué.

― ¿Quieres unos Cruciatus?¿Ver la muerte de tu padrino? Si resulta más  eficaz, puedo probar el tiro al plato con tu lechuza. Al menos me lo pone más difícil que tú.

Harry apretó los dientes, soltó un par de improperios pero obedeció. Salió del claro con su amiga en brazos e Ian detrás, siguiéndolo a pocos pasos.

A medida que se adentraban, el bosque se desplegaba aun más profundo y salvaje. Las plantas cambiaban a especies propias de climas cálidos, donde primaban sobre todo los arbustos. Hacía mucho calor y el sol quemaba. La temperatura era tan asfixiante que el sudor empezó a perlar su frente.

El bosque se había convertido paulatinamente en una sabana.

A sus espaldas, Ian con la túnica azul impecable se limitaba a dar órdenes ("izquierda" "derecha", "Un kilómetro recto") a un Harry en chándal que abrazaba a Hedwig todavía dormida en su regazo.

―Al menos déjame que la despierte― Le pidió después de veinte minutos de marchar en silencio.

―Créeme Potter, te he hecho un favor. Esa lechuza es temperamental y tu te fuiste de Privet Drive sin ella. Los picotazos que recibas pueden esperar ―El joven Gryffindor miró a su amiga con una sonrisita. Era verdad, ella actuaría así―. Sigue recto y gira a la izquierda cuando llegues a la mierda de nundu* que encontrarás a trescientos metros.

Las cejas de Harry se alzaron. A lo lejos creyó escuchar el bramido de un Erumpent*. Estrechó un poco a Hedwig contra su pecho.

― ¿Has dicho nundu?― preguntó mirando hacia los lados.

Casi esperaba ver a ese leopardo salvaje acechando entre la maleza... y él sin varita.

―Siempre preguntado lo evidente Potter ―respondió su maestro desde atrás

―¿Y qué hace aquí? ¿Lo has traído tú?― preguntó sorteando una piel de serpiente arbórea africana*.

Ian se limpió el hombro mientras hablaba.

― Si me tomas por uno de esos ecomagos* o un magizoólogo* como el pirado de Scamander, te equivocas heredero.

Harry chasqueó la lengua divertido.

―Perdona tienes razón, esas serían tareas demasiado honradas para ti―contestó con una risita.

―No me halagues más Potter, al final conseguirás que me sonroje.

―No sé de lo que hablas, créeme que eso es lo último que pretendo.― replicó con el ceño fruncido. 

― Pues es lo que parece― respondió conjurando un sortilegio anti insectos―.  Se necesitan cien magos perfectamente entrenados para reducir a un nundu. Dice mucho sobre tu concepto de mi, que me creas capaz de doblegar a uno, pero quizás deberías preguntarle a Gryffindor (si es que te vuelve a hablar algún día), esto es algo así como su zoo privado. Una especie de despensa salvaje llena de algunas especies ya extintas.

Harry miró a su alrededor asombrado. En su propio entorno, las plantas y animales mantienen todas sus propiedades en perfectas condiciones, lo que las hacía casi el doble de potentes. La curiosidad sobre todo lo que habría en ese bosque le carcomía pero, mientras seguía paseando entre arbustos cargando a su amiga, solo deseaba que nadie le hubiera escrito durante esa semana. No quería imaginarse que otro tipo de criaturas habría rodeando el Palacio de Godric, ya con el nundu era suficiente. Para esa bestia un grupo de lechuzas desmayadas sería como Dudley en un banquete de muslos de pollo.

―Gira a la derecha cuando llegues a la arboleda del fondo y todo recto.

Asintió pensativo. Ante él se alzaban unos árboles delgados y altos que franqueaban otro tipo de naturaleza. A cada paso, la carta crujía levemente dentro de su bolsillo recordándole que estaba ahí, que alguien quería decirle algo. Seguramente sería de Ron o Hermione intentando localizarlo otra vez. Si eran ellos, con sumo gusto se la daría alguno de los animales para que se la comiera. Había un nundu, también un erumpent. No entendía en qué estaba pensando el fundador para tener animales así a su palacio. Eso sin contar las otras tantas especies que no había visto.

―Por qué crees tu Godric haría algo así. Traer todos esos animales.

―Tú portas su esencia ― respondió su maestro desde atrás.

Harry bufó. Esa era la forma que tenía de decirle que él debería saberlo.

―Para protegerlas― aventuró espantando un mosquito enorme.

 ― O para usarlas.
El elegido asintió. También podía ser.

La sabana quedaba atrásy el camino pronto se convirtió en otro bosque. Fue como si alguien hubiera conjurado la lluvia y el color verde. El suelo era barro bajo sus pies mientras él protegía a Hedwig del agua lo mejor que podía. Entre tantos árboles y arbustos, todos apretujados como si les faltara espacio, le pareció ver un nido de huevos de Occamy*, lo que le terminó de aclarar que estaban en lo que debía ser una recreación de uno de los bosques típicos de Asia.

A él no le molestaba la lluvia. Merlín sabía que había corrido bajo peores climas, pero su lechuza se estaba mojando. Al lanzar una mirada desdeñosa hacia atrás vio que Ian estaba perfectamente seco gracias a su encantamiento impermeabilizante.

―Sigue recto hasta el Celián Ebony*.

Empapado de agua como si acabara de hacerse unos largos con el calamar gigante, Harry frunció el ceño y apresuró el paso. Entrecerró los ojos y a lo lejos le pareció distinguir las hojas del Celián y sus ramas oscuras.

Unos minutos después con cuidado de no tocar un par de Mimbulus Mimbletonia, todo acabó.

Paró de llover. De golpe no había más bosque, ni siquiera el suelo era de tierra sino de losa negra.  Ante él se veían enormes las montañas por las que salía el sol cada mañana, de ellas pequeñas cataratas vertían sus aguas en el lago. Azul, y profundo rodeaba toda aquella pequeña isla de tierra. 

Miró hacia abajo. Solo había precipicio vertiginoso y una gran baranda a juego con el suelo que se extendía rodeando la isla. Harry siguió su recorrido hasta que pudo entrever una especie de puente que comunicaba con otra orilla.

―Este paseo rodea toda la isleta del Palacio. Imagino que Gryffindor lo utilizaba para pasear o para enseñarle las vistas a los invitados, sea como sea, rodea todo el bosque. Síguelo e inspecciona lo que quieras. No encontrarás ni una sola lechuza, excepto la que tienes en tus brazos.

Ian agitó la varita y Hedwig quedó seca al instante. 

Su lechuza gorgeó en sueños y Harry, todavía empapado, sonrió acariciándole la cabeza.

―¿No las hay? Conociéndote me extraña ―soltó mirando el puente de soslayo.

 Relucía blanco, casi transparente bajo el sol.

―No son pocos los que te escriben. Recibes cartas de fans, amenazas, declaraciones de amor, ofertas de manicomios, insultos y maldiciones a diario.

Harry frunció el ceño y se sacudió el pelo para que dejara de gotear.

― ¿Manicomios? ―refulló. Eso era culpa de Dawson, estaba seguro.

―El mundo mágico cree que Voldemort nunca resucitó y tu desaparición te ha puesto en el punto de mira ―dijo mirando el lago―. Un imbécil incluso siguió a su lechuza en escoba, se estampó contra la barrera  y  los encantamientos protectores le frieron las neuronas.

Ian rio brevemente y Harry sonrió un poquito también. 

Él casi le hizo algo parecido cuando estaba transformado en halcón. De repente, la imagen de un cuerpo estampándose contra una barrera no le parecía tan horrible. Apoyados sobre la baranda de piedra ambos magos rieron juntos, aunque fueran por diferentes motivos y a la vez por el mismo. 
―¿Por eso has atacado a Hedwig porque pensabas que me traía una maldición? Eso si es verdad que no me lo creo ― preguntó realmente escéptico.
Ese no era el estilo de su tutor ni de lejos.
Ian lo miró de reojo, casi con asco antes de contestar.

―No digas idioteces. Si no supieras lidiar con maldiciones menores significaría que no te he lanzado los suficientes Cruciatus  ―Harry asintió. Eso ya le encajaba más―. Desmayé a tu mascota porque había traspasado las barreras y venía del sur/sureste, como tus regalos de cumpleaños y las cartas de tus"amigos",  y eso significa que es de la Orden del Fénix―acalaró apoyándose en la baranda―. Al contrario que en tu amado colegio, cuando una lechuza cruza esta barrera la carta desaparece de sus patas y aparece en una habitación sellada con magia; el pájaro vuelve a casa sin saber qué ha pasado. Solo hay una forma de que esto no suceda: protegerla con un encantamiento protector, y nadie se molesta en hacerlo, solo la Orden. Por eso puse la barrera permutadora en esa dirección y acondicioné solo ese claro ―explicó mirando el reloj de pulsera―. No voy a desperdiciar mi valioso tiempo haciendo lugares como ese por todo el bosque, si solo tengo que hacer uno.

Harry asintió. Eso tenía sentido y respiró aliviado por ello. No había más lechuzas esparcidas por el bosque, era tranquilizador. Casi tanto como saber que Ian no estaba tan enfermo como parecía. 

―Y si sus lechuzas llegan del sur, suroeste... es que estamos más al norte o noreste.

―En el Valle de Godric más concretamente. 

Fue un jarro de agua fría. Una respuesta tan evidente que por un instante se sintió realmente estúpido. No pudo evitarlo. La mirada de Harry se deslizó tímida, casi temerosa al puente que relucía unos pocos metros más allá comunicando con el otro lado del lago.
Ahora que ya sabía a donde llevaba, la veía de otra manera. Le llevaría al valle de Godric, la que fue su casa.
Podría... podría visitarla y también la tumba de sus padres. Estaban ahí, a tan solo unos metros de distancia. 

De repente, Ian movió la varita y un aluvión de cartas calló sobre Harry. Algunas rosas, otras con bultos que se movían. También había howlers.

―¡Pero que haces!―gritó enterrado en cartas hasta la cintura.

Pero su maestro no contestó, de otro movimiento le sobrevino otra cascada de sobres. El montículo le llegaba al pecho y tuvo que levantar a Hedwig por encima de su cabeza para que no quedara enterrada ella también.  

― ¿Ves las cartas Potter? Son solo una quinta parte de todo lo que recibes. Algunas son amenazas de mortífagos, otras son de simples magos que pueden morir si te atacan...digamos... en el Valle de Godric por ejemplo. Muertos por tu sola presencia ―le informó con voz tranquila. Cogió algunos sobres y los ojeó aburrido― Pero la gente que muera por tu culpa es lo de menos ― tiró las cartas al abismo y se sacudió las manos.

―Puedo camuflarme, transfigurarme la cara o...

―Y si te atacan dementores, pues sueltas tu ciervo mediocre. Ese que no reconoce nadie ¿No?

Con Hedwig todavía alzada, Harry salía de la montaña de cartas apartándolas a patadas y refunfuñando. Maldiciendo el juicio del año pasado, por su culpa todo el mundo sabía la forma de su patronus. 

―Mi ciervo no es mediocre.

 Ian rió leyendo una carta de pergamino rosa con olor a algodón de azúcar. 

―Te enseñaría mi patronus, pero bastante vergüenza has pasado ya con la lamentable actuación por lo de tu lechuza ―Harry abrió la boca avergonzado y dispuesto a replicar, pero su maestro lo interrumpió―.Si no tienes la cabeza fría para salvar a tu mascota, imagínate cuando estes rodeado de cadáveres y magos heridos. Pero tú eres tan estúpido que solo te interesan los que ya están muertos.

Hizo una bola con la carta de amor y la tiró por el precipicio.

Después, de un movimiento de varita, un remolino de viento azotó el resto de sobres.
Estos volaban en espiral alrededor de Harry que veía ante sus ojos todo un espactáculo de colores y papel. Su maestro apuntó al abismo y el tornado de pergaminos saltó por encima de la baranda ascendió hacia el cielo e implosionó.

Las cartas caían lentas y perezosas como si fueran una lluvia de confeti. Algunas reventaban, otras soltaban humo, los howlers gritaban; pero hicieran lo que hicieran, dos minutos después todas se habían perdido entre las aguas del lago.

―Para ti no valen nada los desconocidos que te escriben pero... algunos conocidos... "¡Accio carta!". 

No pudo hacer nada. El sobre que trajo Hedwig voló desde su bolsillo hacia las manos de su maestro y con la lechuza aún en sus brazos, seco por el viento pero despeinado, Harry también se quedó pálido.
Entre bosque, animales y el valle de Godric se había olvidado del sobre por completo.

  ―Podría quemarla ...  ―reflexionó Ian examinándola entre sus dedos.

  ―Me da igual, pero antes dime de quién es ―Si era de Ron, Hermione, o Dumbledore le importaba una mierda.

Para su sorpresa, su maestro no la hizo estallar en llamas, se la tendió con el reverso boca abajo. No había remitente. 

―Es la única de la Orden que no lleva un hechizo rastreador o localización. Si tienes una pizca de inteligencia, después de leerla entenderás por qué no puedes cruzar ese puente.

En la parte de atrás ponía "Para Harry" en una letra que no supo identificar y mientras la examinaba, por un breve instante creyó que podría ser de Sirius. Una carta en la que le decía que había aparecido en la otra punta del mundo y había estado peleando contra hidras salvajes y banshees sin posibilidad de decirle que estaba bien.

Solo era una idea estúpida. Esa tampoco era su caligrafía.

Harry la abrió, y solo tuvo que leer el encabezado para sacarle una sonrisita.

"A nuestro querido, amado, adorado, alucinante y perdido el-niño-que-desapareció

Harry... Harry... Harry... pequeño granuja cicatrizado ¿Cómo has podido? ¡Estamos muy disgustados jovencito! ¿Te vas vacaciones y no cuentas con los inocentes Fred y George? ¡A nosotros que te salvamos en un Ford Angelina! Diríamos de encontrarte pero para eso ya están los miembros de la Orden, se pasean el día como inferis, agotados de tanto buscar.  A ti, y al master hechicero, el ¡Oh todo poderoso y prometedor mago! Que acabó el solito con todo un grupo de alimañas mortífagas.

Nos duele Harry, nos duele, ¿Quién mejor que nosotros para apoyar a la proxima generación de rebeldes que deseen probar las mieles de la libertad? ¡Pero a pesar de tu abandono malvado Potter no creas que desaprovecharemos tus vacaciones ¡Están resultando de lo más suculentas!  El otro día apostamos con Mundungus a que no sería capaz de encontrarte. Según él tenía un método infalible: seguir a las lechuzas en escoba. Regresó nueve horas después entumecido, deshidratado y contando tubérculos. Pobre Dung, sus trescientos galeones, nos vendrán genial para nuestra nueva tienda.

¡Sí amigo!¡Somos empresarios de éxito!¡

Gracias a tu generosidad y a nuestro talento innato (diríamos genético pero, como siempre, Ronnie nos fastidia la estadística) Sortilegios Weasley está a la cabeza en las novedades del lucrativo negocio de la malicia humorística. Y todo gracias a ti, compañero. Desde donde quiera que estés queremos que sepas que nuestro cutre apartamento infectado de Doxys te abre las puertas. Libre de miembros de la Orden y de gritos de vieja amargada (¡Garantizado!).

Pero no solo nos llama el mágico tintineo de los galeones, sabes que nuestro corazón rebosa bondad y nos obliga a debernos a los brujas y magos. Por ello, al igual que Ron, Hermione y Ginny hemos entrado en la honorable Orden del Fénix, que prepara una reunión para dentro de una semana. Te avisamos porque seguramente te piten los oídos durante horas.

Se nos saltan las lágrimas de orgullo por tu espantada ¡Tu salida fue espectacular! Hechizando a dos aurores sin que te localice el Ministerio ¡Ese es nuestro Harry!¡Todo un digno sucesor!¡Nos alegra muchísimo ser una inspiración para el niño-que-desapareció!Porque donde quiera que estes, esperamos que te encuentres bien, tranquilo y sobre todo, feliz. Nosotros, al contrario que el resto, hemos decidido respetar tu decisión. 

Expande nuestras enseñanzas, bebe Whisky de Fuego, hazte un tatuaje (te regalamos un estudio por tu cumpleaños) y, si dudas, solo piensa "¿Qué harían George "el Magnífico" y Fred "el Audaz"?" No vuelvas si no quieres. No nos debes nada, a nadie. Ron y Hermione... ellos se han pasado un mes buscándote, solo piensan en ayudar a la Orden pero ¿Y si no quieres que te encuetren? Solo piensa en ti, o como mucho en Remus. Al pobre se le está viendo el cartón* desde que te fuiste ¡Pero tranqui! Con nuestra nueva gama de belleza "Veela Wiztantánea " le encontraremos una buena novia.

No sabemos si llegará el Profeta allí donde estés, pero la gente ya no cree que "Voldeamor"(patente en tramite: ¡Un Snickle si lo utilizas!) haya regresado. Todo está volviendo a la normalidad, y la Orden nos entrenará para protegerte en caso de que te ataquen. Eso...¡Si tus vacaciones no se vuelven indefinidas! Te echaríamos de menos, pero creemos que en el extranjero estarías más seguro, porque si realmente eres el Elegido como se rumorea, tú estarás en mayor peligro que todos nosotros.

No te preocupes por Hedwig ha vivido en nuestro apartamento todo este tiempo (nos ha ayudado mucho con las ratas); mamá intentó cuidarla en Grimmauld Place pero tenía a Ron y a Hermione llenos de picotazos. Creemos que si hay alguna forma de encontrarte es con ella. Le hemos puesto todos los hechizos protectores de la Orden que conocemos y unos cuantos más de indetectabilidad y antiseguimiento; la carta tiene un encantamiento de camuflaje e impermeabilidad. Si te llega queríamos asegurarnos que fuera en perfectas condiciones. Aquel que no seas tú encontrará la receta de un delicioso guiso de pezuñas de Troll.

Cuenta con nosotros siempre que lo necesites. Jamás olvidaremos que tú nos diste una oportunidad cuando nadie apostaba un knut por nuestro sueño.

Un abrazo fuerte Harry, esperamos volver a verte algún día

Fred y George Weasley

Orgullosos fundadores de "Sortilegios Weasley", 

Magnates del humor con amor.

―Los que te importan estarán muertos, solo porque te importan― le espetó Ian de reojo―. A la hora de la verdad solo eres un mago más, un estúpido que se salva por golpes de instinto y pura suerte, como los mediocres.

― Pero que dices... estoy entrenando todos los días. No descanso ni un solo...

―Idiota, aun no lo entiendes―  Su interrupción fue como un escupitajo de indiferencia. Se arreglaba los puños de la túnica y su tono le recordó al que siempre utilizaba cuando decía  "Ponme un macallan".  

Porque sus palabras no transmitían emoción alguna, eran mera información. Quizás fuera por ello que no se imaginó lo que vendría después.

Ian le miró fijamente a los ojos y Harry gritó. Cayó de rodillas, llevándose las manos a los oídos mientras su tutor encantaba a Hedwig para que levitara hacia sus brazos.

"Estaba en el cementerio de pequeño Hanglenton era de noche, había niebla y  las tumbas le rodeaban.

 "James y Lilian Potter". Sus padres flotaban ante él como espectros, tal y como aparecieron con el Priori Incantatem durante la resurrección de Voldemort. Estaban enfadados, le ...le decían que se avergonzaban de él que no deberían haberlo tenido. 

"Morimos, por ti y tú... te cortaste las venas como un cobarde" le dijo su madre entre lágrimas. 

Harry también lloraba y huyó, corrió desesperado. Tropezaba entre las tumbas intentando alejarse de sus voces. Entonces calló sobre una lápida:"Sirius Black". 

También estaba allí. Le echaba la culpa por su complejo de héroe, decía... decía que... 

―"Estaba equivocado, tú nunca serás como James. Si me hubiera olvidado de ti podría haber vivido feliz en el extranjero. Después de doce años en Azkaban habría limpiado mi nombre, pasearía todos los días con mi moto...

 Entonces aparecieron Fred, George, Lupin, Hagrid, Neville, Luna todos culpándole de su muerte, al igual que Cedric. 

"Morimos por tu lucha. No era la nuestra"

―"¡NO! ¡NO! ¡Por favor! ¡LO SIENTO! ¡Lo siento!"

Enervate― susurró Ian.

Con la palma extendida sobre el vientre de la lechuza, la mano brilló un instante y Hedwig despertó. Ululó, miró los lados buscando a Harry y revoloteó directa hacia él. Estaba en el suelo, desmayado.

―Déjalo en paz y vete al palacio― ordenó mirando a su aprendiz. Seguía temblando bajo la influencia de su visión, pero no importaba. Ya pararía―.Tendrás tiempo de picotearlo después.

Pero la lechuza no hizo cas, se posó sobre el pecho de su amo con sus ojos ambarinos fijos en los de Ian y su instinto la avisó, advirtiéndole del halcón que ese humano llevaba dentro. Pero no se asustó lo mas mínimo. Se mantuvo junto a Harry, dispuesta a protegerle de lo que hiciera falta.

―No me hagas desmayarte de nuevo. Voy a llevarlo dentro ―Hedwig ululó y abrió el pico amenazante.

Nada. Era de las tercas, como su amo.

―Tal para cual ―soltó por lo bajo.

Vigilado por la mascota de su aprendiz, Ian le devolvió la varita resguardándola en la funda de su antebrazo. Desde la bruma de la semiinconsciencia, el Elegido veía a su tutor transformarse en el halcón de ocres alas gigantescas. También sentía como sus garras afiladas le agarraban la ropa y el tirón mientras lo alzaba en vuelo. 

Las copas de los árboles pasaban bajo Harry a toda velocidad, desde abajo entreveía a su maestro volando contra el viento, libre en su forma animal. Fue entonces cuando comprendió dos cosas: que sí había una manera de salir sin riesgos; y cual era la lección que su tutor intentaba mostrarle.

El elegido se desmayó, mientras en el cielo del atardecer, Ian y Hedwig sobrevolaban juntos el bosque hacia el palacio de Godric Gryffindor.

Cada capítulo escrito lleva detrás tiempo, esfuerzo y quebraderos de cabeza, pero si lo has disfrutado habrá merecido la pena.

Si ha sido así, dímelo. Con un solo click sabré lo que piensas y si lo tengo que mejorar.

*    *    *

[N.A] Aquí está el siguiente, no he podido subirlo antes porque el programa no me dejaba hacer la carta. 

El capítulo es largo porque tiene mucha información prescindible, pero la pongo para el pequeño juego que describo abajo.

De ahora en adelante de Harry e Ian solo saldrán pequeños fragmentos, porque quiero mostrar los planes de Voldemort, la Orden, Marcus Dawson, y que será de Katherine y Keira, además de por supuesto Ron, Hermione y qué es lo que sabe el Viudo sobre Ian. 

Para dentro de ... 3 capítulos (capítulo arriba o abajo) estaremos en el andén.

Por otro lado, en celebración por superar los 5K ...

  Quiero jugar a un juego...  

@EvelynHail es una mente muy pensante (y legeremante), que me propuso soltar easter eggs en los caps.Un "easter egg" es una especie de elemento de la historia que pasa desapercibido pero que más adelante se revela que tiene algo que ver con acontecimientos del futuro

Para los que no lo sepan, mi historia está plagada de ellos (algunos todavía no han sido revelados), y este capítulo no es la excepción. 

Así que haciéndole caso a Evelyn, en su honor, he decidido hacer este pequeño...llamémosle juego.

La cuestión es la siguiente: Harry utilizará uno de los animales o de las plantas en uno de sus "proyectos" propios y quién adivine cual es, tendrá premio. Podrá elegir entre.

1. Una carta que  Harry escribirá a uno de sus (como diría Ian) "amigos", que saldrá  próximamente y, será material extra; por lo que solo podrán verla aquellos que me sigan (al menos durante dos semanas).

2. La página que explica para qué querrá Harry ese ingrediente.

-Pista 1: está en la lista de aclaraciones

-Pista 2: en los últimos párrafos del final de capítulo hay otra pista (XD)

Aclaraciones

1. Hechizo localizador: (invención propia) Utilizado directamente sobre un objeto, sirve para seguir el recorrido de este cuando entra en movimiento. Puede ser un anillo, un colgante, un abrigo, una escoba,... Un mago de gran habilidad, con práctica, podría realizarlo sobre animales de no demasiada embargadura, como las lechuzas y así seguir su vuelo. Pero una vez perdido el objeto o animal, si no se le ha puesto previamente, no sirve para localizarlos. 

Este hechizo surgió a raíz del que sale en el videojuego  de HP y la priedra filosofal. Este sortilegio de localización se utiliza como un conjuro de ataque que localiza al enemigo y explota al impactarle y es al que hace referencia Harry porque el otro no es posible.

2*. Mandrágora adulta:  entre otros usos, se utiliza para crear una poción para traer de nuevo a la vida a las personas que han sido petrificadas. El llanto de una mandrágora adulta es capaz de provocar la muerte.

3*. Ciruelos dirigibles: un árbol de ciruelas con frutas flotantes. Luna Lovergood menciona la planta y es más tarde vista en la puerta de su casa en Harry Potter y las reliquias de la muerte (Parte I)  

4* Bulbo rebotador: es una planta mágica que salta,  el tallo principal de las bulbos rebotadores es un bulbo de color púrpura desproporcionado, con un montón de hojas que crecen en la parte superior. Pueden alcanzar el tamaño de puertas.

5*. Moly: brindan protección contra los conjuros oscuros, y pueden ser ingeridas para contrarrestar sus efectos. El Moly se distingue fácilmente de otras plantas gracias a su distintivo tallo negro y sus flores blancas. Usada para hacer la poción del sueño 

6*. Flubber: se refiere a la gelatina verde con vida propia, de la película protagonizada por Robbin Williams

7*. Gusarajo: gusano de unas de diez pulgadas de longitud, de color marrón, sin dientes y que se come vegetación, especialmente lechuga y repollo. Uno de los animales más aburridos del mundo mágico

8*. Tiro al plato: Deporte que consiste en alcanzar o derribar un blanco fijo o móvil con armas de fuego o con arcos y flechas.

9*. Nundu: similar a un leopardo, nativo del este de África. Se mueve silenciosamente pese a su gran tamaño, y es considerado la criatura más peligrosa del mundo. Su aliento causa enfermedades tan virulentas que pueden aniquilar poblaciones enteras. El Nundu es extremadamente difícil de doblegar, y nunca ha sido dominado por menos de 100 magos capacitados bien coordinados

10*. Erumpent:  bestia gris, de gran tamaño y poder, natural de África. Pesa más de una tonelada y, de lejos, puede confundirse con un rinoceronte. Tiene una piel gruesa que repele la mayoría de hechizos, un cuerno largo y puntiagudo sobre el hocico y una cola larga que parece una soga

12* Piel de serpiente arbórea africana: natural del áfrica Subsahariana, donde vive en los árboles. La piel es principalmente verde en los machos y marrones en las hembras,resulta muy útil como camuflaje. Son muy venenosas, pero a no ser que se las intimide no son peligrosas para los humanos. Su piel es un ingrediente para la poción multijugos.

13*. Magizoologo: profesión creada por Rowling. Se trata de aquel mago que se dedica a la magizoología, es decir, a la rama de la mágica encargada del  estudio, cuidado y ocultamiento de las criaturas.Recorre el mundo, en busca de nuevas criaturas. Cuando las encuentra, las oculta del resto del mundo, para que así, estén protegidas de cualquier peligro/daño que pueda causar un Mago, Bruja o muggle, luego, las estudia para saber sus utilidades y las protege para que no sufran daño.

14*. Ecomago: (invención propia) relacionado con un área de la magizoología. Mientras que los magizoólogos se encargan de los animales y bestias, los ecomagos abarcan un área más amplia y unos métódos más directos. Su objetivo principal es la preservación de los espacios naturales mágicos tanto su flora como su fauna. En lugar del estudio y la preservación individuales sus métodos se enfocan, sobre todo, en la apuesta por cambios legislativos y el boicot ante proyectos ministeriales que pudieran prejudicar el ecosistema natural mágico. 

15*. Occamy: criatura serpentina de cuerpo emplumado, con  dos patas  y alas. Puede crecer o encoger mágicamente para adaptarse al espacio del que dispone en su entorno. Es muy protectora de sus huevos, que están hechos de la plata más pura y suave. Se encuentra en el Lejano Oriente y la India.

16*. Ceilán Ebony: es un árbol nativo de Sri Lanka y la India. Se utiliza para hacer varitas. De color negro azabache, tiene una apariencia y reputación impresionantes siendo muy adecuada para todo tipo de magia  combativa y para la trasnfiguración. Ebony se adapta perfectamente a la mano de aquellos que tienen el coraje de ser ellos mismos. Con frecuencia no conformistas y altamente individuales.

17*. Se le está viendo el cartón: es una expresión española que  significa empezar a quedarse calvo, más concretamente por la coronill. Hace referencia a la piel que se entrevé por el pelo cuando la abundancia capilar empieza a ser escasa.

*     *     *

- Aviso de detalle 4 - 

He pensado que, a aquellos que lean y estén votando desde el principio pero no escriben historias... quizás les regale una cicatriz en forma de rayo que podrán poner en la frente de sus selfies, unas gafas, o una lechuza. O quizás todo. Estoy indecisa. 

- Ya tengo pensado el detalle si algún día llego a los 3k en votos (allá por el 2025 XD) y tengo que decir... que es alucinante (y no, no es dinero XD aunque en realidad para adquirirlo lo cueste)

- Mi lista de tesoros está en constante actualización y no podría sentirme más feliz por ello ^^. Espero que os gusten los detalles que os estoy preparando x3

@ItsasoAU @MareiFawn @EvelinHail IamCronamenta @NishaSaez@RubnPrezPardo @Shinami_nigashi @EduardoAlvaradoAlamo @ylienneazul_yokamoto23 @Beflody  @Silice2 @Steph_Inguanzo @p-prxngs @descubres nuevamerodeadora @Usuario685 @Anhiluz87 @stydiadidas @AlyssaMGH La_letra_Escarlata @yadedgaliciaquintero @moryel8 @yoch-zan @crbarrera 

Deseandoos siempre una buena lectura se despide,

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