12. Voldemort está muerto

Capítulo 12: Voldemort está muerto

La puerta se abrió tan lenta que la incertidumbre casi dolía.

―¡Gran Harry Potter, señor! Dobby se preguntaba si el señor Potter quiere algo para cenar. Dobby regresa a Hogwarts señor, teme que Winky vuelva a beber cerveza de mantequilla si la deja sola mucho tiempo.

El elfo se tironeaba de su camisetita a cuadros bastante avergonzado por interrumpirle, pero a Harry su voz le sonó a un cántico celestial. Casi tuvo que contenerse para no abrazarlo de felicidad. No era Ian.

― Muchas gracias Dobby, pero no te preocupes. No tengo hambre―contestó aliviado. Lanzó a Godric una mirada pidiéndole silencio. Hablar con uno de los Fundadores sería demasiada emoción para el buen Dobby.― Ve a Hogwarts con Winky. Ella te necesita más que yo, y dale saludos de mi parte. ― Antes de que pudiera evitarlo el elfo se abrazó a sus rodillas

―¡Gracias Harry Potter señor! ¡Dobby no merece tanta amabilidad! Le dirá sus recuerdos a Winky ¡Seguro que se pone contenta! ―Harry acarició la cabezota calva de su amigo con una sonrisa amable.

Le debía mucho. Si no fuera por él, se habría vuelto loco.

―No me des las gracias... ―Tragó saliva y miró de nuevo al cuadro. Gryffindor le sonreía a la espera de que terminara su conversación ―. Ve con Winky―le instó arrodillándose a su altura―. Cuando antes vayas antes vuelves. Mañana estaré encantado de probar tu delicioso bistec. ― Las orejas grandes como las alas de un murciélago, se agitaron cuando Dobby saltó de alegría.

Ya corría hacia la puerta cuando, de repente, Harry reparó en algo.

―¡Espera Dobby! ¿Dónde está Ian?―Las Converse del elfo derraparon cuando paró en seco.

―El mago malvado no está―contestó desde la puerta― El malo señor White iba a una entrevista.

―Vale. Muchas gracias―espiró el Elegido. No supo desde qué momento contenía la respiración―. Nos vemos mañana Dobby― Pero su amigo ya había salido disparado hacia Hogwarts.

― Extraño elfo― opinó el fundador con una sonrisita―. Pero el tiempo apremia, Heredero.

Harry se refregó la cara exhausto. Ni si quiera sabía si quería seguir hablando del tema o simplemente quería evitarlo más bien.

―No creo que haya mucho más que decir señor Gryffindor. El sombrero tardó bastante en escoger mi casa. Estaba indeciso y casi me manda a Slytherin. Menos mal que no lo hizo, se habría equivocado.

A Godric se le frunció tanto el ceño, que sus cejas  casi tapan sus ojos.

―Mi sombrero no duda y mi sombrero no erra―rebatió de un gruñido― ¿Cuánto tardó en designar a los demás estudiantes?

En ese momento, Harry reparó en un detalle: solo dudó con él.

―Lo hizo en el acto―contestó resignado― A algunos apenas les rozó la cabeza.

Se refería a Draco Malfoy. Antes de tocarle un solo pelo rubio, el sombrero vociferó "¡Slytherin!" como si percibiera desde lejos la serpiente que irradiaba su alma.

De repente, unos siseos olvidados, palabras en pársel tan lejanas como si se hubieran pronunciado en otra vida, evocaron a sus oídos.

― "Las serpientes debemos sumisión al portador del reflejo ofidio. Aquel con verdadera alma de serpiente"―La boa del zoológico le dijo esas palabras mientras se inclinaba ante él, no ante Draco Malfoy.

Se hizo el silencio. Harry miraba hacia la ventana, absorto en la oscuridad de la noche y el brillo de las estrellas. 

Ahí estaba, otro detalle que no quiso ver. Pensaba en el alma de serpiente de Draco Malfoy cuando era él, quien portaba el reflejo del mismísimo Slytherin. Esa fue la revelación de la boa del zoológico. Ella vivía en una cárcel, y los hechos que giraban a su alrededor le estaban encerrando en otra.

Ante la pasividad y la abnegación de su heredero, el Gryffindor empezaba a perder la paciencia.

― ¡Una muestra más de que la verdad que contienen mis palabras y que tu tanto insistes en negar!―vociferó con un rugido― ¿Deseabas saber por qué? ¡Pues ya narré lo acontecido! ¿Afirmas que puede ser otro? Sí, algún otro podría portar nuestro reflejo, e incluso nuestra sangre, pero no los de los Cuatro ¡Ninguno!―expuso con vehemencia― ¡Rehúsate cuanto desees! ¡Repudia nuestro legado! ¡Niégate a nuestros reflejos! ¡Y no harías más que ultrajarte a ti mismo! ¡Porque gustes o no, eres nuestro Heredero! ¡Descendiente de nuestro linaje! ¡La viva representación de nuestras esencias! ¡El dueño de nuestros poderes! ¡Y pelar manzanas con nuestra daga no cambiará eso! ―Godric se atusó el pelo hacia atrás intentando recobrar la compostura. ― Te escondes de la realidad escudándote en la negación―afirmó solemne― pero la verdad siempre te hallará, y para que así fuera he despertado. Para perder el tiempo con un mozalbete sin agallas que se teme a sí mismo.

El resquicio de decepción no pasó desapercibido para Harry, que con cabeza gacha y tensión en los músculos aguantó estoico los reproches del cuadro.

Un dolor punzante que se extendía desde las palmas a los antebrazos. Estaba temblando, así que inspiró fuerte. Eran los puños. Los cerraba con tanta fuerza que sus uñas le herían la carne. Al contrario que en las manos, engarrotadas por la tensión, el dolor que sentía en el pecho no era físico, sino emocional. Godric Gryffindor, el mismísimo fundador de la casa de los leones, el lugar de los valientes ... le llamaba cobarde.

Dentro del cuadro Godric paseaba de un lado a otro se afanándose en recuperar el temple que él mismo, también estaba perdiendo.

―Usted, no sabe nada―contestó mirando el suelo―. Solo es un cuadro―escupió alzando la vista. Gryffindor paró en seco―. No crea que me conoce solo por verme pelar manzanas. No sé qué ocurrió exactamente en su época pero en 1996 estamos a punto de sufrir otra guerra ―musitó entre dientes―. El heredero de Salazar, Voldemort, hará que nos matemos en nombre de la pureza de la sangre, y yo estoy destinado a luchar contra él. Una profecía marca mi futuro, y no permitiré que un pergamino lleno de garabatos sacado del bolsillo de un globin loco lo marque de nuevo. Me designasteis como Heredero y tengo que creérmelo ¿Por qué? ¿Por un basilisco al que no le hablé? ¿Por un sombrero que me quería meter en la casa del asesino de mis padres? ¿Por las palabras de una serpiente? ¿O por un don que usted dice que es de Hufflepuff cuando yo pertenezco a su casa, a Gryffindor? ¿Es eso? Vale, bien. Escúcheme―Harry inspiró hasta que se le llenaron los pulmones y espiró mirando al Fundador. Cuando habló, su voz irradiaba solemnidad―. Yo, Harry James Potter Evans, soy Heredero de los Cuatro Fundadores de Hogwarts. Del valiente Gryffindor, de la inteligente Raveclaw, de la amable Hufflepuff y del sagaz Slytherin. Por mis venas corre la sangre de los tres y mi esencia comparte los Reflejos de los Cuatro. Bien. Pues me da igual― espetó con desdén. Los dedos de Godric se cerraron tensos sobre la varita, pero Harry no paró―. Ustedes no saben nada de mí, así que no hable de mis agallas. Con un solo propósito por delante, estoy dispuesto a morir por un papel que yo no quería. Una profecía ya ha puesto el destino de miles de vidas sobre mis hombros y con eso es suficiente. Esa profecía dirige mi vida y mi muerte. Y, de esa profecía, el Elegido solo soy yo. Solo hay uno. Hay muchos descendientes vuestros y todos estarán encantados de corresponder vuestro legado. Yo no dejaré que lo que pasó hace siglos me marque de nuevo, así que ... ¿Quieren un heredero? Bien. Cambiad de nuevo el testamento. Elegid a otro, porque yo no estoy disponible.

Mientras hablaba Harry temblaba con violencia. Notaba la rabia abrasarle por dentro, como se deshacía en la boca con cada palabra pronunciada. La imagen que mostraba ese tapiz de hilos entretejidos le había derribado el muro. Lo único a lo que podía hacer era aferrarse al rechazo puro de aquello que ya aceptaba.

Porque el halo de ignorancia en el que se había envuelto estaba hecho girones. El pozo de escusas de las que se servía para justificarse estaba vacío. Y la verdad le golpeaba, revelación tras revelación, como una bludger que quería tirarlo de su escoba de la fantasía, para que cayera sobre el césped de la realidad.

Harry habló serio y tajante. Quería que el Fundador entendiera todo lo que ya tenía encima y no dejarle opción a replica.

Pero ... Gryffindor se rio en su cara. Sus carcajadas roncas resonaban por el mármol, graves y amplias como los rugidos de un león. Le quemaban  los oídos.

― Dé. Qué.Se.Ríe. ― siseó amenazante. Godric por el contrario, contenía los espasmos propios de las risas aplacadas.

― Olvidas un pequeño detalle, dulce Heredero ―puntualizó entre risitas―. No hay nada que cambiar, pues estamos muertos y ... ¡Dices que lo acontecido hace siglos no te marcaría de nuevo! ―exclamó divertido―. Joven obtuso, ... lo sucedido hace siglos ya te ha marcado. Esa profecía de la que hablas pequeño ingenuo... parece que, ... para señalar tu sino, no apreciaste su significado

―¿De qué rayos habla ahora?!― Godric inspiró varias veces y, con mucho esfuerzo, recuperó el temple.

― Veamos si recuerdo bien... Ejem..―tosió― "El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso se acerca..., Nacido de los que lo han desafiado tres veces, vendrá al mundo al concluir el séptimo mes... Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual, pero él tendrá un poder que el Señor Tenebroso no conoce... Y uno de los dos deberá morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida... El único con poder para derrotar al Señor Tenebroso nacerá al concluir el séptimo mes...―La profecía de Sybill Trelawney, su profesora de Adivinación, salió de la boca de Godric, solemne y perfectamente recitada. Tal y como la escuchó en el pensadero de Dumbledore.

Ese mazazo le dejó boquiabierto.

―Pero ¿Qué ...? ¿Usted como...?

Entre la barba cobriza del mago asomaba una pequeña sonrisa de suficiencia.

―Parece que Bormin se olvidó comentarte ciertos detalles ...

― ¿De qué está hablando ahora?

― ¿No te cuestionaste por qué habríamos de saber que necesitabamos un heredero? ¿Acaso no narran eso tus aclamados libros de historia? ―Harry negó de un gruñido―. Ejem... bien. Tiempo después de la Fundación de Hogwarts, Vangelia Trelawney llegó para ser seleccionada, y decenios después su hija―El sudor frío le empapó al oír el apellido, sin embargo, Gryffindor prosiguió―. Al igual que las mujeres de su familia, las dos gozaban del don de la videncia y a ambas la asoló un trance durante la Ceremonia de Selección. Sus voces semejaban la maldad de un dementor, nada que ver con la dulzura propia de una niña. Los ojos perdieron la mirada como si el mismísimo terror les revelara su rostro.― Harry se puso pálido. Justo en ese estado profetizó su profesora, Sibyll Trelawney, la huida de Colagusano―. Bajo el Sombrero Seleccionador, tu "amada" profecía resonó en el Gran Comedor por dos veces. Y las imágenes de desolación, charcos de sangre mágica y la sombra de un mago malogrado en magia sucia, casi les arrebatan la cordura de las dos antes de que les borráramos la memoria. Tomamos medidas la primera vez, pero años después, cuando la Profecía se nos reveló de nuevo, comprendimos que no habían sido suficientes. Temíamos que en nuestra ausencia aconteciera aquello que a los Cuatro tanto nos costó evitar. El gran sacrificio que cargábamos, todo lo que perdimos, sería en balde. Por esa profecía creamos el Testamento de los Cuatro y lo delegamos a Bormin, a la espera del Heredero que continuara nuestra labor. El resto te es de sobra conocido.

―Joder...joder..joder― blasfemó el joven revolviéndose el pelo― Esto no puede estar pasando.

―De nuevo erras Heredero. Esto ya ha pasado. Tu afán de olvidar lo que eres, te cegó ante la verdad más evidente. Que el reflejo de mi estimada Helga es una parte de ese poder tuyo que... "el Señor Tenebroso no conoce" ¿Lo ven tus ojos ahora? Los dones de los Reflejos son el poder de tu Profecía ¿Seguirás rehusándote? ¿Heredero?

Harry intentaba sostenerlo, pero no pudo. Había intentado olvidarlo, rebatirlo, excusarlo, negarlo y, rechazarlo, pero no pudo evitarlo. Su mundo cayó. Plano, seco y duro, se hizo añicos sobre su cabeza y le llovían los pedazos. El corazón le bombeaba tan fuerte que cada latido dolía. El mundo se paralizó.

Él, Harry Potter, se dio cuenta que el título que le habían asignado, El Elegido, no tenía solo un solo significado. Tenía dos. Dos significados para un mismo fin. Elegido por la Profecía, y elegido por los Fundadores que la autocumplieron con sus actos.

El frío puño del destino se cerraba más sobre él, aprisionándole, y apretaba dejándole sin escapatoria.

Pobre iluso. Creyó que olvidando una carga sería más ligero el peso de la guerra, y no era así. Jamás lo fue. La piedra que debía cargar era la misma, solo que mucho más grande. Una gran piedra entrelazada de la que él era el centro.

Miró a su alrededor. Quizás buscando una salida. Pero solo vio que el Palacio Fortificado estaba demasiado fortificado. A sus ojos, el lago que lo rodeaba le asemejaba a una frontera que le impedía la escapatoria y el bosque, el paraje más encantador que nunca vieron sus ojos, era un cuadro bonito con el que recrearse la vista. Había que darle buenas vistas al preso para que se sintiera menos preso.

Cerró los ojos incapaz de mirar.

― Dígame, señor Godric. Los demás reflejos...qué son. Cuándo despertarán ―preguntó ausente. Las copas de los árboles de movían con la brisa nocturna.

Godric veía ante el un joven astillado, pero eso no impidió que lo atravesara con la mirada. Sus facciones se endurecieron, sin embargo, se distinguía cierta tristeza en el dibujo de sus ojos.

― Heredero, tu mero tú te hizo digno de nuestros Reflejos. Nosotros no los asignamos, estos brotan como el musgo en la húmeda umbría de las montañas. Ellos son nuestras esencias, la parte de nosotros que nos hacen ser quienes somos y tu propia esencia se asemeja a las esencias de nosotros cuatro como ningún otro. Esa es la razón de que surgieran en ti. Tú encierras todo lo que los fundadores valoramos. La amabilidad, la inteligencia, el valor y la ambición en toda su plenitud y con toda su complejidad. Sería excusable afirmar, que tú mismo te alzaste como Heredero solo por ser cómo eres. No obstante, muy a mi pesar, ... el resto de reflejos quizá nunca despierten en ti sus dones.

Harry miró al cuadro tan rápido que casi se mareó y el cuello el crujió.

―Pero, pero ... el de Helga, el Tasugo ha despertado...Los demás también lo harán ¿No?

Godric agitó la cabeza.

― Las mejores lecciones son las que te hacen sentir. Las acontecidas más allá del horizonte del pergamino.― Esas palabras que pronunció al principio deberían aclarar todas sus dudas. Evidentemente, no fue así

― ¿Qué? ¿Qué quiere decir con eso?

― Será el camino que sigas, las gestas que emprendas y el honor con el que afrontes las piedras, las que muestren si eres digno de nuestros dones y se rebelen nuestros Diarios. Ellos serán tu guía.

Mientras él se revolvía el pelo a la espera de que dijera algo más, el Fundador se acomodaba la túnica, ajeno al joven que lo miraba con los ojos muy abiertos.

―Espere. Si no le importa señor Gryffindor ¿Le importaría dejar de hablarme en clave? ¿Qué camino? ¡Por Merlín! ¡¿Qué Diarios?! y ¿La guía hacia dónde? ... ¡Espere! ¡Espere! ¿A dónde va?

Godric, había dado media vuelta. Su capa ondeaba al paso del fundador que se dirigía hacia el león.

―Mi tiempo es limitado Heredero y mi labor ya se ha cumplido ―le dijo de espaldas―. Encuentra nuestros diarios, emprende el camino hacia tu destino y solo la magia dirá si eres digno de lo que nuestro legado te reserva.

―¡Espere! ¡Espere! ¡Dígame al menos si volveré a hablar con usted! ¡No se vaya! ¡Necesito preguntarle sobre el Velo de la Muerte! ¿Dónde encuentro los Diarios?

Pero Gryffindor no dio la vuelta. Paso a paso, el león le quedaba cada vez más cerca.

― Sé cómo los Cuatro y despertarán. Sé cómo los cuatro y los hallarás―le dijo en la lejanía― Y recuerda Heredero: La amabilidad lleva a la amistad, y su perseverancia alimenta la sabiduría. No hay saber sin inventiva, pero su curiosidad ama el valor. La lealtad es el mayor reto, con su temple se sostiene la determinación; pues es la ambición no es nada sin astucia ― reveló ya acariciando al león.

― ¡Por favor! ¡Espere! ¡No se vaya por favor! ― La saliva salpicaba el cuadro. Él vociferaba intentando traspasar el lienzo de desesperación.

De repente, la fuerza brutal del cuadro eventó a Harry hacia atrás.

Se golpeó contra el suelo, pero a pesar de su caída Godric no se dignó a mirarlo. En su lugar se recolocaba la capa dispuesto a saltar sobre el león.

― Estás muy lejos de merecer mi don ―reveló colocando las manos sobre el lomo―. El reflejo "Grifo" merece valor de otro talle. Aquel tipo de coraje que nada tiene que ver con el peligro― dijo antes de apearse sobre el felino―. Jamás llegó a mis oídos nada de tu ansiado Velo de la Muerte. ―Le informó ya a horcajadas ―. No obstante, cumple con tu maestro. Él sabe lo que hace.

Sobre el león, el fundador alzó la espada en una pose orgullosa. Con su varita en una mano y la capa perfecta, Godric Gryffindor ofrecía la viva estampa de la gloria. Y así se quedó.

A pesar de las súplicas, los gritos, las preguntas y las teorías que Harry formuló al Fundador durante horas, ninguna palabra salió del cuadro. Quizás no volviera a hablar jamás.

Harry intentó dormir, también estudiar, pero no podía.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero podía hacerse una idea por el saludo del amanecer. En un remolino de dudas, observó el vuelo de los pájaros y se deleitó con su canto. Su melodía nunca se le había parecido tanto a un himo de libertad.

El estómago de Harry rugió. Su sonido visceral interrumpió la maravillosa estampa por no haber cenado.

Como un autómata, Daga de los Fundadoes en mano, directo a la cafetera mágica. El Heredero tomó café acompañado de unas tostadas. Se planteó untar un pan de tostadas delante del cuadro de Godric. Si lo cabreaba quizás reaccionaría, pero al final tuvo la decencia de untarlas con un cuchillo. 

Solo, en esa pintoresca cocina antigua, la cabeza no paraba de darle vueltas; al igual que él hacía girar la Daga. Casi sentía los ojos de Godric clavados en su nuca mientras le bullía un tornado de ideas ¿Qué debía hacer? La Daga, en vertical, giró apoyada entre su dedo y la mesa ¿Podría escapar? ¿Quería escapar?¿Se puede escapar de uno mismo? Con su giro, la Daga centelleó de nuevo ¿Despertarían los reflejos? Si no lo hacían ... moriría. Porque no habría poder alguno que el señor tenebroso no conociera.

La idea de buscar al familiar perdido de Dumbledore, aquel que nombraron sus padres en la carta, se hacía más tentadora. Sería una posible salida.

― ¡Harry Potter Señor! ¡Dobby ha vuelto y le trae el periódico! ¡Debe leer esto!― Dobby apareció agitando el Profeta. Sus ojos saltones brillaban aún más, resplandecientes por la felicidad― ¡Estamos a salvo! ¡Estamos a salvo Harry Potter!― El elfo se arrodilló y se abrazó al regazo del joven que no sabía que hacer.

Harry dio un sorbo a la taza y cogió el diario. Al leer la fecha escupió el café.

―¿Cómo...?― Pero cuando sus ojos leyeron el titular, el vaso de café se hizo añicos contra el suelo.

― ¿Pero qué diablos...?

―Dumbledore. Qué diablos significa esto ― Roger Mattews, "El Viudo"(como lo llamaban a sus espaldas), no preguntaba.

Sus cuestiones siempre sonaban a afirmaciones y tal característica acentuaba la personalidad, ya de por sí severa, del nuevo Jefe del escuadrón de Aurores.

El gesto rígido del mago parecía impasible pero, solo aquellos que lo conocieran bien sabrían que su barba levemente despeinada indicaba inquietud. Roger Mattews debería tener "Severo" como su segundo apellido, pues era un mago inflexible en personalidad y eso lo demostraba su aspecto.

Peinado hacia un lado su pelo era entrecano, y su vello facial casi níveo. Sus ojos eran vivaces, siempre alertas y enmarcados por arrugas de años de responsabilidades. Su cuerpo sería desgarbado, si no fuera porque acostumbró su espalda a andar recta, con el orgullo propio de la túnica de auror. El traje oficial siempre lo lucía perfectamente lavado, y planchado por él mismo con la raya clásica en el pantalón y, a pesar de ser el Jefe del Cuartel, seguía llevando el uniforme de auror de grado bajo. Era su forma de mantener eso los pies en el suelo.

Roger se atusó la barba y comprobó el estado de su varita como un guerrero sus armas. Era de roble gris, como todo en él. Excepto por su voz. Esta era clara, ronca y pausada como un iceberg a la deriva. Perfecta para dar órdenes y esgrimir autoridad.

―No tengo todo el día Dumbledore. Quiero saber que huevos de dragón pasa y quiero saberlo ya. ―Roger se levantó y se dispuso un té de la mesita sin preguntar.

Dumbledore cogió el periódico que le alzó su buen amigo, mientras este se sentaba con la taza. El director de Hogwarts alzó los ojos por encima de sus gafas de media luna analizando al auror. Este dio un sorbo al té y aguantó estoico la cara de asco. Al Viudo no le gustaba el té, solo quería parecer tranquilo y el anciano director lo sabía.

Cuando desplegó el periódico a Dumbledore casi se le parten los cristales de las gafas. Incluso se planteó seriamente cancelar su suscripción a "El Profeta". El periódico últimamente solo le daba disgustos.

Por primera vez en la historia del Profeta, el titular de la portada cambiaba de uno a otro. Similares, y ninguno era mejor que el anterior.

―Dímelo. Dime que no me has traído aquí solo por una paranoia de viejo senil tuya―le espetó el Viudo mientras el anciano leía el artículo―. Júrame por el puñetero largo de tu barba que realmente ha vuelto y que no me convenciste con una pesadilla producto de una sobredosis de caramelos de limón ¡Maldición Dumbledore! ¡DíMELO! ¡MALDITA SEA! ―Los puños de Roger golpearon la mesa. Algunos papeles volaron y el té que había dejado sobre el escritorio volcó manchando un sobre escrito por McGonagall―. ¡Me he traído a mis hijas Dumbledore! ¡A mis hijas!¡Vine por ellas!¡No estarán seguras mientras Voldemort viva! ¡Las arranqué de su hogar buscando salvarlas!― Dumbledore le clavó sus ojos tras los cristales espejo y Roger se sentó de nuevo recolocándose la corbata―.Explícamelo Dumbledore―contestó más calmado―. Si esto es mentira ―Arrebató el periódico a Dumbledore y con la punta de los dedos,  lo tiró con asco sobre el escritorio― como va a ser ahora más segura Inglaterra. Dímelo, Dumbledore. Explícamelo que yo lo entienda. Porque te juro por mi varita que estoy a una grajea de regresar a Francia.

Al otro lado del escritorio de roble, el director recogió el currículum que volaba por todas partes y una vez ordenados los pergaminos, miró a su amigo. Roger había perdido el temple, algo no común en él. Por eso cuando contestó lo hizo con tranquilidad esperando que le creyera.

― Voldemort ha vuelto Roger. Está vivo y con pleno poder―repuso el anciano―. Yo mismo me enfrenté a él en el Departamento de Misterios y el joven Potter fue una víctima en su resurección. Pero si no quieres testimonios solo mira los hechos. Este verano un joven desconocido acabó con un grupo de dementores, vampiros y mortífagos. Toda una proeza, pero obviémosla por ahora. No es necesario decírtelo, tu bien sabes que esas tres especies no aguantarían sin matarse, excepto que alguien los encabece. Alguien vivo. Y ese es Voldemort. ―Dumbledore entrelazó los dedos sobre su barba y se inclinó esperando una respuesta del auror.

―Sí, eso es cierto. Ningún mortífago tendría las agallas de sustituirlo, ninguno le llega a la suela de los zapatos en poder o en respeto, e intentar ocupar su puesto sería un insulto. Eso es cierto.

―Todo lo que te dije es cierto. Voldemort te hallará a ti y a tus hijas aquí o en Francia. Fuiste una astilla en su pie muchos años, pero aquí podemos protegerlas. Acabar con él es la única forma de mantenerlas a salvo.

―Lo sé Dumbledore. No me digas lo que ya he vivido.―aunque parecía una orden el director vio que la culpa dominaba las palabras de Roger.

― La obsesión de Voldemort por la Profecía le hizo precipitarse y eso le trajo nefastas consecuencias. Su regreso salió a la luz, algo para lo que no estaba preparado. Y si mis conjeturas son ciertas, ahora pretende enmendar su error escondiéndose de nuevo. No soy de acusaciones infundadas Roger. Este periodista, Marcus Dawson, quizás esté a su servicio o quizás solo busque fama inmerecida. Sea como sea este artículo supone un duro golpe ¿Cómo ha caído la noticia en el Ministerio?

Recto como un soldado, el Viudo observó los cuadros de los antiguos directores de Hogwarts, dudoso de si debía hablar ante ellos.

―El Ministerio de este país está podrido―Los directores dormían y no parecían estar fingiendo―. Todos creen a ese mequetrefe de Marcus Dawson. Hasta el nuevo ministro, ese Scgrimeur, piensa que os lo inventasteis todo tu y Fudge, ahora va de víctima. Hasta yo me lo creo. Ese patán suena tan convincente que no necesita una sola prueba. Lo más estúpido de todo es que, ese artículo los pone el Ministerio como un hervidero de magos de la peor calaña. Solo han pasado dos horas y ya hay montañas de howlers atascando los buzones de los despachos. Y todos están encantados, porque los idiotas creen que están a salvo. No sé como voy a proteger a una comunidad que no cree en el peligro.

Absorto en sus cavilaciones, Dumbledore alzó la vista al planetario que giraba en la esquina del despacho. Eran poco más de las ocho de la mañana.

― Siempre es más fácil creer una mentira dulce que una realidad amarga, viejo amigo. Voldemort lo sabe y se ha sabido aprovechar de ello― contestó con una sonrisa triste―. Te imploraría que vuelvas al Ministerio, la Orden te necesita allí más que nunca ―El Viudo endureció la mandíbula, el quería resolver todas sus dudas ahora ―. Me gustaría charlar más profundamente sobre el Profeta Roger, pero el tiempo es un bien preciado que yo no poseo. Si no te es molestia, tu presencia sería muy agradecida en la próxima reunión de la Orden. Allí podremos aclararlo todo―El Jefe de Aurores asintió serio―. Por fin hay un candidato al puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras y se presentará aquí de un momento a otro. Tu mejor que nadie sebes lo importante que es la docencia con los tiempos que corren.

El Viudo se levantó como una exhalación, y cogió su abrigo del perchero.

―No traigas a un incompetente―ordenó colocándoselo con destreza de experto―. En esa asignatura, la fama de los profesores de Hogwarts deja mucho que desear. Y si escoges a un inútil, por lo menos que te dure más de un año.― Dumbledore sonrió. Él era uno de los pocos privilegiados que conocían el humor de Roger.― Y si no lo encuentras ... da tú las clases. Te vendría bien hacer algo más sentar tu culo huesudo en un despacho.

―Tendré en cuenta tu opinión. Aunque, creo que no será necesario llegar a tal extremo. Este anciano hace ya que no sirve para la docencia ¿Cómo están Keira y Katherine?

―Bien. Les he puesto escolta.―Dumbledore sonrió a través de la barba. No le extrañaba nada―. Katherine está bien y Keira...mis aurores me han dicho que apenas come. Quiere volver a Beauxbatons―reveló recolocándose la corbata― Cuando entre en Hogwarts se le pasará y Ravenclaw ganará una gran bruja.

―O puede que Gryffindor― repuso el director.

Los ojos de el Viudo se endurecieron. Su mirada, tan turquesa como la de su hija, relampagueó.

―Me has escuchado perfectamente. He dicho Ravenclaw― escupió. Sin esperar respuesta y abrió la puerta de un tirón.― Adiós Dumbledore.

― Hasta la vista Roger

El golpe de puerta lo dejó solo en el despacho. Fawkes sobrevolaba los terrenos, era su costumbre estirar las alas bien temprano. A él le hubiera gustado hacer lo mismo, pero el currículum del joven postulante todavía lo esperaba. Aunque ya lo había estudiado, continuó revisándolo hasta que llegó la hora.

Justo a las diez de la mañana, dos toques resonaron en el despacho. Dumbledore recogió los pergaminos con un golpe de varita y el gran taco de hojas cayó ordenado en un cajón. 

El candidato había llegado.

― Adelante.

Cada capítulo que escribo ha costado tiempo. Cada párrafo lleva verdaderos quebraderos de cabeza, así que:

Si lo has leído, gracias :)

Si te ha gustado, me encantará saberlo! ;P y si no te ha gustado...también XD

Si has votado, comentado o lo que sea te regalo un gran abrazo y te contestaré en cuanto pueda. Gracias por reconocer todo lo que escribir conlleva. Muaaks!

El artículo del Profeta, sobre el que se habla en este capítulo, está escrito casi al completo y he pensado que será una especie de "regalo".Quien no lo lea, no pasa nada, no perderá el hilo de la historia, pero como lo subiré como "parte privada" solo podrán verlo aquellos que me sigan. Es una forma de agradecimiento para aquellos que les guste mi escritura. Quiera leerlo solo tiene que seguir mi cuenta (siempre puede dejar dejar de seguirme después, si quiere >.<). 

Me gustaría agradecer a @MareiFawn @NishaSaez @ItsasoAU que siempre esten ahí #OsAdoro, vuestras historias son oro y siempre espero ansiosa vuestras opiniones. Espero que no dejeis de escribir nunca porque valeis para esto. Cada una teneis un estilo único que os hace inimitables.

RubnPrezPardo gracias por darme una de las mayores alegrías que me he llevado en Wattpad. Entrar en tu libro de recomendaciones ha sido todo un privilegio. Me gustaría dedicarte un capítulo. Este capítulo es para ti, aunque quizás te guste más el anterior. Sea el que sea, es tuyo. Muchas gracias de nuevo por leerme. Me faltan agradecimientos por todos lados. jajaja. 

@OsachD @silice2 @bulmagtbrief gracias por seguir leyendome! Sé que hay capítulos más interesantes y otros que menos, pero todos son necesarios. Solo os digo que Hogwarts se acerca ;p

A los que me siguieron:  me siento honrada. Espero no decepcionaros.

@Skybrume @TARuu @PauuNT @AryanneMalfoy @RocioOrt4 @Fighterprincess6100 @TWD__CC @MargotWriterHope sebymelano44 @Kariis78 @espumademar1 @claymorgen2

A los que votaron: Gracias por hacerme saber que os gusta esta historia, me anima a no dejarla  inconclusa: ilyeneazul_okamoto23@Shinami_Nigashi@AlexaEalvarado@EduardoAlvaradoAlamo @bulmagtbrief  @LUNATICAWEASLEY302 @silice2 @MariaBS3 @ErzaNingth @Steph_Inguazo (Steph igual que mi usuario *-*)  @Alexiayar @tsukii501 @Rxvxrx @natsuxd2000

A quienes lo agregaron a su lista de lectura: sé que algunos caps. del principio son largos (estoy viendo como arreglarlos), pero a partir del 3.3 son más amenos. Espero que os guste: @hiragui@HowaitarazuBara@Lourdes331@AryanneMalfoy@zeroromanov@unpower @Yakharelli @espumademar1 @Catalina_Zuniga @claymorgen2



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