𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓 𝐗𝐈, harry potter series

traumas, they surround me
hazel's one shot
josefina ©2021

Sirius Black avandonó a su sobrina con unos muggles cualquieras, pues pensaba que la chica era un simple squib. Luego, fue llevado a Azkaban, y nadie, completamente nadie, supo de la chica en años. 

Hazel Davis vivía con Corina Smith y Charlie Davis en un barrio cerca de Londres. Desde pequeña Hazel había mostrado señales de magia, no solo haciendo levitar algunas cosas, si no que sus ojos y cabello cambiaban de color cuando Hazel pasaba por fuertes emociones. 

Normalmente, Hazel tenía cabello negro, tan negro como el carbón y ojos de un extravagante gris. Sus ojos eran tan grises, que al verlos parecía que el color de su ojo era blanco. Hazel odiaba sus ojos. 

En la escuela a la que iba, muchas chicas le decían cosas hirientes cuando ella pasaba por los pasillos. Algunas le jalaban el cabello, y Viridiana (Hazel no se sabía su apellido) era la que más bullying le hacía, llegando a golpearla en grupo. 

En casa, Hazel no se salvaba. Se la pasaba caminando por el barrio porque tenía miedo de entrar a casa, pues sabía que sus padres la golpearían, solo por ser un demonio. Un día, cuando ella tenía 14 años, sus padres llegaron borrachos a casa, y la intentaron matar metiéndola a la chimenea, pero cuando el fuego tocó a Hazel, desapareció, y Hazel escapó a su habitación. 

Al día siguiente se dio cuenta que habían estado borrachos porque ninguno se acordaba de ello. Pero el trauma que Hazel obtuvo jamás se iba a ir. Ahora el fuego era su peor miedo. 

Cuando cumplió 15 años, pensó que le darían alguna cosa por sus quince. Pero nada, ni siquiera se acordaron de aquel día tan especial para Hazel. 

Hazel quería llorar. 

Subió a su habitación, se encerró y se sentó en el piso, abraza  ndo sus rodillas, y empezó a llorar. Quería irse de allí. Ya estaba harta, estaba cansada. Pero parecía que sus súplicas no iban a ser escuchadas. 

¿O sí?

A las dos de la tarde, se oyó el timbre de la casa, luego los pasos de Corina y finalmente un grito. 

―¡HAZEL, BAJA EN ESTE INSTANTE!

Hazel tragó saliva, temiendo por su vida. Al llegar se encontró con un hombre de pelo negro, que le llegaba hasta los hombros y parecía estar muy grasoso. Hazel frunció el ceño, sin despegar su mirada del hombre. 

―Te voy a llevar con tu tío, Davis ―le dijo con voz tan fría que Hazel se estremeció―. Tienes cinco minutos para buscar tus cosas, ya he hablado con estos señores. 

Hazel asintió y corrió en busca de sus cosas. No tardó tanto, pues a penas sí tenía ropa... y cosas personales. Al estar lista, bajó las escaleras arrastrando su baúl con todas su fuerza (no era mucha) hasta que llegó a la entrada y al ver por la puerta afuera, no vio nada en que se podrían llegar a mover. 

Al dejar el baúl en el piso, se llevó una mano a su pecho en busca de aire. Luego de varios intentos de respirar correctamente, lo logró. 

El hombre la miraba con el ceño fruncido.

―Vamos a ir por polvos flu ―le informó el hombre. Hazel frunció el ceño muy confundida―. Por la chimenea. 

―No ―se le escapó a Hazel, la cual al darse cuenta que había hablado, se llevó las manos a su boca. El hombre alzó una ceja, como si pidiera explicaciones―. Me dan miedo las chimeneas. 

―Mira, Davis, no hay otra forma de ir a la casa de tu tío ―le espetó el hombre sin un poco de empatía―. ¿Sabes qué? Vamos, y yo iré contigo. 

Ni siquiera él mismo pensó que sería capaz de decir aquello. 

―Ahora ―siseó el hombre. 

Hazel asintió y caminó hasta la chimenea. El hombre usó un palo de madera para generar fuego y sacó de su bolsillo una bolsa con extraños polvos, así que, juntando todo su valor, se acercó al fuego y cuando el hombre gritó:

―¡Grimmauld place, número 12!

Hazel saltó con terror y se apegó a cuerpo del hombre, como si buscara refugio. Al darse cuenta que estaba en otra chimenea, se apegó con más fuerza al cuerpo del hombre. 

―¿Qué haces con mi sobrina, Quejicus? ―oyó Hazel una voz de otro hombre. 

El hombre que apodaron Quejicus bajó a Hazel de su espalda. 

―No me llames así, Black ―espetó el hombre. 

―¿Y por qué estaba Hazel encima tuyo? ―siseó Black mirando con odio al hombre. 

Black caminó hacia Hazel, pero la chica se asustó, retrocedió y se escondió tras el hombre. 

―Asustas a tu querida sobrina, imbécil ―espetó el hombre. 

―Por favor, Severus, Sirius, podrían dejar de pelear, al menos por Hazel ―pidió un hombre castaño con extrañas cicatrices en el rostro. Luego miró a Hazel―. Hazel, cariño, ¿estás bien?

―¿Quienes... quienes son ustedes? ―preguntó Hazel con voz temblorosa―. ¿Como saben mi nombre? ¿Y quien es mi tío? 

―Yo soy Remus Lupin, él es Sirius Black, tu tío y él es Severus Snape, el que te trajo ―explicó Remus―. Y bien, ¿por qué estabas abrazada a Severus? 

Hazel tragó saliva.

―Me dan miedo las chimeneas... y el fuego ―contestó Hazel, con voz cargada de miedo. 

―¿Puedo preguntar por qué? ―preguntó Remus, arrodillándose frente a Hazel y mirándola con cariño. Hazel se puso pálida―. Si no quieres hablar, no importa, tú tómate tu tiempo. 

―Lo diré ―suspiró Hazel―. Mis padres intentaron quemarme, pero mágicamente el fuego desapareció. Estaban borrachos, los dos. 

Los ojos de Hazel brillaron más de la cuenta y poco a poco se fueron llenando de lágrimas. 

―Pero ya no estás con ellos, Hazel, y jamás dejaré que te vuelvan a hacer daño ―dijo Snape con seguridad. 

―Es mi sobrina, no tuya ―siseó Sirius. 

―Pero hasta ahora es el que mejor me ha tratado ―espetó Hazel―. Ni siquiera pareces mi tío. ¡¿Por qué me dejaste con esos monstruos?! ¡ERES EL PEOR!

Nunca se había sentido tan furiosa.  

―¡Dejaste que me golpearan! ¡Que intentaran extirpar lo que tengo de bruja! Te esperé toda la vida para que me rescataras de esa casa. Leí una carta que le dejaste a mi "madre" explicando que yo era una bruja. ¿Y sabes qué? ¡POR ESO MISMO CASI ME MATAN UNAS CINCO VECES EN TODA MI VIDA! 

Dicho eso, Hazel salió del lugar y subió las escaleras. Al llegar al segundo piso, oyó pisadas tras suyo y se quedó paralizada. La iban a castigar. No debió haber gritado. No debió haber insultado a su tío. No debió haber revelado su mayor miedo. 

―Hazel, tranquila, no te haremos daño. Nadie te hará daño de nuevo. 

La voz de Remus llegó a los oídos de Hazel. Se sentó en uno de los escalones, y Remus se sentó a un lado de la chica. 

―El tiempo que quede antes de que vayas a Hogwarts, me encargaré que uno, te niveles aunque sea un poco en la magia y dos, me aseguraré que nadie te haga daño y de recuperar el tiempo perdido. ¿Qué dices? ―sonrió Remus.  

Por la dulce sonrisa de Remus, Hazel se sintió como en casa. Con él y Snape estaba segura que pronto su vida mejoraría. 

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