XLI
— ¿Que hiciste con Taehyung? — Preguntó la chica al día siguiente, en toda la noche Jimin no hizo presencia a su lado, lo cual fue para nada extraño, constantemente Park no dormía a su lado y sabía perfectamente el porque. Solía irse a los bares donde se encontraba rodeado de muchas mujeres que lo complacerían. Pero a Haneul le daba igual.
— Nada, Haneul. Él se fue de aquí, no molestes — Le dirigió una mirada molesta, ella soltó un bufido, harta del mal humor de Park. No había día en el cual ella pudiera despertar tranquila y feliz pues Jimin siempre solía tener esos arranques tan.... estresantes. Haneul no podía decirle algo sin necesidad de discutir pero él se empeñaba en hacerlo, entonces, se creaban las discusiones y algunas veces Park intentaba abofetearla pero ella estaba capacitada para detenerlo. Algunas veces.
Con mucho cuidado, Haneul tomó asiento en el comedor que se encontraba al aire libre, le gustaba tomar el desayuno en el jardín pero no con el mal humor de Park porque automáticamente ella se ponía en ese estado. Soltó un suspiro, agradeció por la comida y prosiguió a comer aquellos pancakes de frutos rojos que tanto le encantaban. Poco tiempo después, la primogénita se hizo presente con una gran alegría que solía caracterizarla, besó la mejilla de su padre quien solo le sonrió un poco y la miró hasta que se sentó a un lado de Haneul.
— Papá, quiero hablar contigo, bueno... con ustedes — Se dirigió a la chica quien solo asintió pero no la miró, ella siguió saboreando las moras azules.
— ¿Que sucede? — Jimin soltó el teléfono móvil y prestó toda su atención a su hija quien parecía estar nerviosa, mordía su labio inferior y ya había exhalado aproximadamente unas cinco veces.
— Bueno, en el instituto... agregaron un taller para entrenarse y tener oportunidad de entrar a alguna empresa como lo es Big Hit Entertainment, tú sabes papá...
— Te escuchó — Park llamó a la sirvienta con solo una seña de mano quien rápidamente se acercó donde vertió más café a la taza de cristal. Soyeon tragó saliva y miró a Haneul quien también esperaba la gran noticia, aunque no le importara del todo.
— La conclusión de esto papá es que... necesito tu permiso para entrar, quiero convertirme en una gran cantante o actriz, me gusta el ambiente y me gustaría que me apoyaran en esto — Explicó con un tono alegre, la verdad es que ella estaba muy feliz porque su padre nunca se negaría ante un sueño que tuviera, tenía el noventa y nueve por ciento de esperanza que le diría que si.
— Lo siento Soyeon, pero no puede ser posible — Soltó, de manera pacífica, como si lo que hubiera dicho su hija era un simple comentario más. Haneul colocó los ojos en blanco y se preparó para la siguiente discusión que presenciaría.
Soyeon volvió a depositar el vaso de cristal relleno de malteada de chocolate en la mesa y miró a su padre, con lágrimas en los ojos, sintiendo como su mundo se venía encima.
— ¿Porque, papá? — Susurró.
— Hay tantas situaciones que no entiendes, puede ser peligroso como tanto para ti, para tus hermanos, para Haneul e incluso para mí. Debemos mantenernos bajo guardia, cariño, me encantaría verte cumpliendo ese sueño pero al momento de hacerte más reconocida, comenzarán a investigarte y... las cosas no saldrán bien, debes entenderlo — Explicó, Soyeon soltó una risita irónica al mismo tiempo que las lagrimabas bajaban, una tras otra de manera incontrolable.
— ¡¿Y yo tengo la culpa de que estes dentro de este asqueroso negocio?! ¡Sé perfectamente lo qué haces! ¡Y por ello, no me permites realizar lo que he querido ser desde muy pequeña! ¡Papá, yo no tengo la culpa! — Gritó demasiado alterada, su pecho bajaba y subía de manera impresionante. Haneul se había quedado sin habla, solo miraba su platillo a medio terminar, esto era un terrible caos.
— Soyeon, guarda silencio y tranquilízate.
— ¡No, papá! ¡Estoy harta de que ni siquiera haces un esfuerzo por entenderme! ¡Pero no, ¿como puedo lamentarme esto?! ¡Si me dejaste sola en otro país! No te importo — Hizo a un lado su comida y secó sus lagrimas con brusquedad — Haneul, dile algo, por favor.
— Haneul no tiene voz ni voto en este tema, Soyeon. Olvida por completo que ella te ayudará — Jimin la miró, pero solo se dedicaba a tratar de seguir comiendo el desayuno. Park notó que Bora no se encontraba, por lo qué recargó su espalda en el respaldo de la silla y pregunto:
— ¿En donde esta Bora?
— Con la niñera — Respondió con sequedad.
— Te he dicho miles de veces que no me gusta que la bebe se quede allá, ella debe estar con nosotros en todo momento — Reclamó, tanto así, que Haneul ya comenzaba a darle una ligera jaqueca.
— Ya cállate, no le pasará nada.
— No me hables de esa manera, Haneul — Trató de sonar tranquilo pero claramente estaba molesto, demasiado, pero hacía todo lo posible por no estallar frente a las dos mujeres. Una se encontraba estresada y la otra continuaba sollozando.
— Entonces basta, hiciste llorar a Soyeon solo porque a ti se te antoja no permitirle seguir lo que tanto le gusta.
— No es tu hija, no te metas. Haré lo que sea conveniente como tanto para ella así como para nosotros. ¿No entiendes el peligro que sería? Podrían enterarse de todo.
— Bueno, ese es tu problema, porque tú decidiste estar metido en estos negocios, prácticamente le estas prohibiendo la felicidad a tu hija, Jimin — Aunque Soyeon era un dolor de cabeza para ella, la defendió y lo hizo con sinceridad. Park lo único que hacía era enfocarse en él y no en los demás.
— Vete a la habitación, Haneul — Ordenó, la chica sonrió y negó cruzándose de brazos. Jimin soltó los cubiertos causando un fuerte sonido al impactarse contra el platillo, la mirada del hombre permanecía en el norte, su lengua recorrió las paredes interiores de sus mejillas en signo de molestia. Trataba de estar tranquilo pero claramente no podía controlarse, por lo que se levantó de golpe de la mesa y tomó a Haneul del brazo con demasiado fuerza hasta conducirla dentro del hogar.
— Llévate a Soyeon y a Bora — Se detuvo a medio camino ordenándole a la sirvienta quien solo asintió rápidamente y él con la mirada oscura miró a su hija, lo cual Soyeon temió. Por primera vez en su vida, consiguió temer de su propio padre, entonces eso quiere decir que ella no podía estar tranquila en el hogar que tanto deseo estar desde hace mucho tiempo. A lado de su padre, todos le hablaron maravillas de él pero estuvieron equivocados.
Soyeon no podía hacer más, solo observó como su padre se llevaba a Haneul por un pasillo angosto, quiso llorar por ver a la chica de esa manera. Ella con un embarazo de pocos meses y Park se atrevía a no cuidarla correctamente.
Haneul fue lanzada dentro de la oficina de Jimin, justo en un sofá de piel, miró al hombre que tenía frente a ella, se deshacía de su blazer pero al mismo tiempo también del cinturón que apretaba su cadera, entonces, Haneul volvió a temer. Los recuerdos de aquellos días en agonía, deseando no esforzarse más habían llegado en un lapso de un tiempo muy corto.
— Escúchame bien Haneul — Se acercó a ella y al tomo fuertemente de la barbilla pues la obligó a mirarlo, la respiración de la chica se volvió pesada, se aferró a los brazos de Park y entonces la abofeteó — Has llegado al límite de mi paciencia, crees ser la que lleva el mandato aquí pero estás equivocada porque el único que da órdenes, soy yo. Te guste o no te guste. Ha pasado más de un año y aún no puedes comprender que nunca saldrás de mis manos, estarás siempre para mí y créeme que cuando ese bebé nazca, lo primero que harás es irte al bar con Hoseok y Namjoon, eres muy cotizada ¿lo sabías? Me sirves demasiado.
— Prometiste no volver... a hacerme daño — Susurró ella, cerrando sus ojos con fuerza al sentir la opresión que hacía Jimin contra su agarre.
— Eres tan ingenua Haneul — Carcajeó, la soltó de manera brusca y acto seguido, el momento había llegado. Haneul trató de escapar pero Jimin fue más rápido y volvió a lanzarla contra el sofá causando que se lastimara.
Aquella oficina fue inundada de gritos y sollozos, Jimin había optado por golpearla con la hebilla del cinturón pero también con el material restante. Después, se cansó de aquel artefacto y utilizó sus manos anilladas. A este punto, Haneul parecía no poder resistir más pero si lo lograría, cuando el líquido carmesí comenzó a deslizarse por sus mejillas, unas horribles náuseas la inundaron pero solo fue eso, náuseas.
— Entiende Haneul, no saldrás nunca de aquí. Y más te vale comportarte en los siguientes días o la cosa se pondrá peor, esto no es nada para mí — Dicho aquello, Jimin retrocedió sin dejar de mirarla pero ella estaba concentrada en mantener sus ojos cerrados por los golpes que le había proporcionado, el fluido heterogéneo resbalaba por su rostro, estaba muy mal. Un estado deplorable.
Park tomó la taza de cristal que reposaba en su escritorio, vertió un poco de café frío y segundo acto, se posicionó frente a Haneul, alzó el brazo izquierdo y el líquido oscuro se deslizó hasta caer de inmediato. Haneul soltó un jadeo por lo frío que se encontraba, sintió como caló hasta sus huesos. La estaba humillando de la peor manera.
Tercer acto, llamó a Hoseok.
— Jung, si tanto la deseas, tienes quince minutos para llegar a casa. Es la última oportunidad que te daré.
Haneul se colocó en alerta, llevó sus manos al vientre donde esperaba a su bebé, sollozo y le suplicó a Jimin que la dejara en paz.
— Por favor... — Susurró, Jimin sonrió y se acercó una vez más, mordió su labio inferior para después chasquear la lengua.
— Lo siento, Haneul. En unos momentos Hoseok hace presencia y tendrás que hacer todo lo que él te pida.
Hoseok había llegado poco tiempo después, estaba de más el explicar lo que habían hecho con ella. Sufrió, tanto que a Park se le ocurrió marcarla con sus iniciales en la espalda baja. Este acto, lo había hecho con una pequeña aguja que encontró.
Entonces Haneul se preguntó: ¿Algún día lograré cobrarme todo lo que me han hecho?
Definitivamente si.
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