IX





En el rincón de aquella habitación se encontraba Haneul con el maquillaje corrido y su vestido mal colocado. Su mirada estaba totalmente perdida en algún rincón de aquella gigantesca y oscura habitación. Se sentía sucia y no podía creer lo que había sucedido hace unas horas, odiaba a esos hombres. Aún sentía sus manos recorrer todo su cuerpo y los besos húmedos que le daba. Quería vomitar.

Haneul había sido abusada.

No por un hombre, si no por dos.

Tan solo deseaba que todo esto fuera un sueño y que al despertar estuviera junto a su familia y amigos. Era increíble como en segundos le cambió la vida por completo. La puerta se abrió bruscamente y su cuerpo se paralizó cuando escuchó los pasos fuertes provenientes de aquel hombre que ya odiaba por haberla llevado a ese bar.

— ¡Levántate, llevas casi toda la madrugada en ese lugar! — Le alzó la voz, Haneul no se movió para nada — ¡Te estoy hablando! — Caminó hacía ella con pasos fuertes para tomarla de la barbilla fuertemente y obligar a que le mirara.

— Déjame — Susurró cerrando los ojos, no quería mirarlo. Definitivamente no quería mirar al causante de todas sus próximas desgracias.

Jimin no tuvo ni un poco de lástima hacia ella, la tomó de su cabellera sin ningún cuidado y la  arrastró como una muñeca hacía la habitación de baño donde la empujó dentro. Haneul se vio obligada en meter sus manos para no golpearse la cabeza.

— Comienza a arreglarte, Hoseok vendrá de nuevo — Esas palabras bastaron para ella, los sollozos comenzaron de nuevo.

— Por favor no, me... me ha lastimado mucho— Rogó con dificultad. Sus ojitos tristes miraron a Park tratando de convencer que no lo hiciera.

Park empezó a reírse frente a ella como si fuera un chiste. Aún así ella llorará sangre, no le importaba para nada.

— A mi eso no me importa Haneul, él hará contigo lo que quiera. Yo solo recibo el dinero— Empezó a quitarle el vestido con desesperación. Haneul se mantenía quieta mientras Park hacía aquel trabajo como si se tratara de una madre que ayudaba a su hija pequeña.

En algunas horas uno de los mejores clientes de Park Jimin, se llevaría a Haneul por dos días. Le había encantado desde que la había mirado de pies a cabeza y por supuesto que gastaría mucho dinero con tal de pasar dos días junto a ella. La llevaría a una cena de negocios pero nada serio, Jung siempre llevaba una chica diferente en cada cena.

— ¿Porque me miraste a mí? — La chica por primera vez observó su rostro. Era guapo, si. De eso no había ninguna duda.

Pero su forma de ser arruinaba todo, a simple vista podía verse como un chico lindo de buen vestir, siempre con ropa muy cara. Park Jimin lo único que tenía de lindo era su físico.

— Porque tienes muy bonito cuerpo y un extra, eres guapa. Me hiciste ganar mucho dinero con Hoseok, espero sigas así — Sonrió cínicamente. Haneul realizó una mueca indiciando un juego con sus dedos en su regazo.

— ¿Me dejarás ir? — Preguntó con esperanza. Park negó con frenesí.

— No, de aquí no sales nunca — Dicho aquello, se fue dejándola completamente desnuda y con lágrimas de por medio.

Haneul quería irse y tendría que hacer un plan más que perfecto para poder estar en casa. Y probablemente cambiarse su dirección y colegio. Era una lastima que solo podía imaginarse eso porque no iba a pasar, no tenía las posibilidades de escapar pues a cada segundo la acompañaba Jimin o algún otro hombre. La gigantesca casa también tenía hombres por todos lados, en cada rincón de ella. También cámaras en cada rincón.

Le dolía el pecho y la cabeza de llorar tanto, aún no quería rendirse porque tenía muchas esperanzas de que la encontrarían. Pero ni siquiera sabía si estaba en Seúl aún. Entró a la bañera y tomo la barra de jabón para restregárselo por todo el cuerpo, quería quitarse las marcas de Hoseok y Jimin de su cuerpo, se sentía sucia y asqueada.

Después de treinta minutos la chica salió con una toalla envuelta a su cuerpo, tuvo la iniciativa de mirarse al espejo y por primera vez no le gustaba lo que veía. Una chica totalmente rota como por dentro así como por fuera, sus ojos estaban algo hinchados y mantenía unas leves ojeras. No se sentía bonita como otras veces.

Con mucho cuidado se sentó en la cama pues el cuerpo le dolía horrores, aquellos hombres no lo hicieron nada bien y la lastimaron. Empezó a colocarse el vestido que Park le había dejado en la cama y arreglar su cabello.

"¿Así sería todos los días?" Era lo que Haneul se preguntaba.

Porque si era así, prefería rendirse ante ellos.

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