El día que todo cambio.
—Buenas tardes, televidentes. El día de hoy tenemos noticias interesantes.
Las calles cercanas al centro de nuestra ciudad estarán bloqueadas de forma temporal debido a un accidente automovilístico, así que les recomendamos seguir rutas alternativas para llegar a sus destinos. Asimismo, les pedimos tomar precauciones debido a las olas de calor que se han presentado en los últimos días.
Ahora pasamos a los espectáculos, y es que hoy el heredero de la familia Elliot está cumpliendo años. Desde el estudio le enviamos nuestras felicitaciones...—
—Esto es una mierda, Doll —exclamó una chica apagando la televisión y tomando con desesperación sus cabellos castaños.
—дышать, Узи [Respira, Uzi].—
—Doll, sabes que te quiero mucho, pero ¿puedes hablar español? No quiero traducir nada de lo que dices.
—Dije que respiraras. Sabías que este día llegaría tarde o temprano, ya no sirve de nada hacer un drama —comentó, cansada, pues desde ayer Uzi estaba histérica.
—Ya sé, pero entiéndeme. Es difícil asimilarlo, aun cuando ya lo sabía. Ahora todo el mundo sabrá de mi compromiso. Estaré junto con N bajo mucha presión, nuestros padres tienen expectativas altísimas; esperan que unamos a nuestras familias... Prima, esto no es fácil —la desesperación en su voz, junto con su rostro triste, hicieron que Doll la observara con lástima.
—Al menos tú y él se quieren como hermanos, así que su compromiso no será del todo malo —dijo con un acento ruso apenas notable. Uzi la miró y dio un largo suspiro.
—Supongo que tienes razón —hizo un puchero—. Más vale que empiece a arreglarme. Mi papá no estará contento si llegamos tarde a mi propia fiesta —exclamó mientras se dirigía al baño.
La otra chica se acercó al ropero, tomó un vestido de noche color malva junto con unos tacones y los dejó sobre la cama. Luego fue al tocador, sacó una caja y la puso encima.
Quince minutos después, Uzi salió envuelta en una toalla. Sin decir nada, comenzó a prepararse con la ayuda de su prima. Media hora más tarde, la puerta del cuarto se abrió, revelando a una mujer de mediana edad.
—Oh, mi linda Uzi, estás hermosa —exclamó con ternura la adulta mientras abrazaba suavemente a su hija.
—Gracias, mami —agradeció ella, correspondiendo el gesto.
—¿Están listas? —les preguntó. Ambas asintieron con la cabeza.
—Sabes, tu papá no está en casa, así que puedes desahogarte —comentó con humor.
—¡Esto es una mierda! ¡No quiero ir! ¡Quiero quedarme viendo anime o películas en vez de asistir a esa puta fiesta! —gritó Uzi mientras daba vueltas en círculos. La adulta simplemente se sentó en el puff que su hija tenía, mirando con una sonrisa la pequeña rabieta.
—¡Joder con este estúpido compromiso de mierda! ¡Malditos sean los abuelos!
—Créeme que yo también los maldigo. Por suerte, están bajo tierra y no pueden molestar con sus comentarios.
—No entiendo... ¿Por qué diablos esos viejos hicieron un contrato de matrimonio? Eso era en sus tiempos.
—Eso mismo me pregunté. Pero, según lo que tu padre me contó, ese contrato existe incluso desde antes de su nacimiento —comentó la única adulta.
—¿Y por qué mierda ellos no se casaron?
—Porque la homosexualidad en su época era mal vista, cielo. ¿Ya estás más tranquila?
—Sí, ya estoy mejor, mamá. Pero sigo nerviosa —exclamó Uzi, con los labios temblorosos, conteniendo las ganas de llorar por la frustración.
—Es mejor que nos vayamos. Sabes bien que el señor Elliot odia la impuntualidad —dijo con voz sosa mientras se levantaba del puff y caminaba hacia la puerta. Ambas menores la siguieron en silencio.
Las tres mujeres estaban dentro del vehículo que las transportaría a la mansión de la familia Elliot. El camino transcurrió en silencio; Uzi imaginaba distintos escenarios, todos acabando en desastre. De no ser porque era hija única, seguramente el padre de Nicolás habría comprometido a alguno de sus hermanos.
Después de una tortuosa hora, llegaron a su destino. Al salir del auto, múltiples flashes las cegaron. Apresuraron el paso con el objetivo de evitar las preguntas que, sin duda, les harían. Al llegar a la entrada, las recibió el cabecilla de la familia junto con sus tres hijos.
—Nori, querida, me alegra mucho que hayan llegado —expresó el anfitrión, tomando su mano y besando el dorso.
—James, tan caballeroso como siempre. Veo que estás feliz —comentó Nori, algo incómoda, pues el hombre estaba oliendo su mano. Discretamente, la apartó.
—Claro que sí. Hoy, por fin, anunciaremos que mi hijo, en unos años, será el responsable de la empresa y que también contraerá nupcias con Uzi —susurró para que solo el pequeño grupo lo escuchara, haciendo que Uzi bajara la mirada con nerviosismo.
—Sí, hoy es un día importante para ambos —dijo la matriarca, algo incómoda—. Uzi, ¿por qué no entras a la fiesta y buscas a tu padre? Apuesto a que quiere verte con tu vestido —comentó, percatándose de los pequeños temblores en su cuerpo.
—Claro, madre. Señor Elliot y compañía, me retiro.
—Espera, Uzi. Deja que mi hijo te acompañe. Una dama tan hermosa como usted no debe entrar sin compañía. Nicolás, ayúdala a buscar a su padre —ordenó.
Un joven de cabellos tan esponjados como una nube dio un paso al frente. Sus ojos dorados la observaban con intensidad, y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
—Sí, padre. Señorita Doorman, ¿me permite, por favor? —dijo, doblando su brazo para que ella lo tomara.
La castaña aceptó el gesto, y ambos entraron al salón. Sentían las miradas juzgándolos. Era algo normal: en ese momento, ambos eran enemigos. Sus familias llevaban años en una riña, y verlos juntos, como aliados, era algo que llamaría la atención.
—¿Cómo te sientes? —susurró Nicolás con preocupación, sintiendo cómo ella apretaba el agarre en su brazo.
—Quiero vomitar —respondió bajito para que solo él la escuchara.
—Ya somos dos. Pero, en serio, ¿cómo te encuentras?
—N... Me siento nerviosa y juzgada. Se supone que nuestro compromiso sería algo discreto. No esperaba que tu padre quisiera que todo el mundo se enterara.
—Uzi, sabes cómo es mi padre. Le encanta festejar los grandes logros de la familia. Además, los medios ya se habían encargado de sacar teorías sobre nuestra "amistad".
—Bueno, después de esta noche sus especulaciones se harán realidad. ¿Dónde están Tessa y Cyn? No creo que quieran perderse el compromiso de su hermano mayor.
Miró discretamente a su alrededor, buscando a las mencionadas. N la observó con ternura antes de soltar un suspiro pesado, captando la atención de la más baja.
—Padre no quería que vinieran. Dice que ya han manchado suficiente el apellido Elliot como para estar presentes.
Uzi acarició un poco el brazo del albino, tratando de reconfortarlo.
—Lamento escuchar eso. Oye, sé que tienes que ayudarme a encontrar a mi padre, pero ¿qué te parece si pasamos a la mesa de aperitivos? Quiero probar esos pastelitos de chocolate —propuso juguetonamente, sacándole una pequeña risa.
—Jejeje. Oye, mira, ahí está tu papá.
Uzi observó con más detenimiento. Nicolás tenía razón: ahí estaba su padre. Ambos jóvenes caminaron hacia él, y el adulto, al verlos, también se acercó.
—Buenas noches, señor Doorman. Espero que esté disfrutando de la fiesta —preguntó educadamente.
—Es una fiesta espectacular, jovencito. Sé que mi hija y usted tienen mucho de qué hablar, pero ¿me permite charlar con ella un momento?
—Por supuesto —contestó, mientras sostenía la mano de su acompañante y se la daba al adulto—. Con su permiso, seguiré recibiendo a los invitados.
El albino se alejó, dejando solos a padre e hija.
—Estás hermosa, cielo —dijo el hombre con voz melosa y suave, provocando que Uzi lo mirara con ternura—. Aún recuerdo cuando te cargué en mis brazos. Eras tan pequeña, pero mírate ahora: una hermosa dama.
—Ay, papá, no digas esas cosas. Siempre seré tu hija.
—Lo sé, cariño. Pero entiende a este viejo: es inevitable sentir tristeza.
—Papá, estoy asustada. ¿Qué pasa si las cosas no salen como espero? Sé que N es un buen hombre, pero...
La débil voz de Uzi taladró los oídos del mayor, quien apretó su mano con fuerza y le dio una mirada comprensiva.
—Hija, no te dejaría con él si no estuviera seguro de que estarás bien. Si algo malo llegara a pasar, sabes que las puertas de nuestra casa siempre estarán abiertas para ti. Y no dudaría en iniciar otra guerra para defenderte.
—Se supone que la principal razón de este compromiso es evitar una pelea, papá.
—Pero la diferencia sería que esta vez lucharíamos por algo que vale la pena, no por tonterías.
—Papá, yo...
—¡Buenas noches, damas y caballeros! —saludó desde lo alto de las escaleras el anfitrión de la fiesta—. Es un gusto tenerlos aquí.
Las palabras del señor Elliot captaron la atención de todos.
—El motivo de esta reunión es celebrar el cumpleaños número 21 de mi hijo, Nicolás Elliot.
Los invitados comenzaron a aplaudir, llenando el ambiente de júbilo.
—Un gran muchacho que traerá prosperidad y un futuro brillante a nuestra familia.
Nicolás, que estaba junto a su padre, no pudo evitar sonrojarse de vergüenza por las palabras que estaba escuchando. Desde lo lejos, alcanzó a ver a Uzi. Aunque la había visto hace unos minutos, levantó la mano para saludarla, un gesto que no pasó desapercibido entre los presentes.
—La familia Elliot es conocida por muchas razones: ser inventores, investigadores y siempre contribuir al bienestar de la sociedad. También somos...
—Padre, lamento interrumpir, pero ¿puedo decir unas palabras? —Nicolás lo interrumpió, generando murmullos entre los asistentes, quienes se preguntaban qué sucedería.
—Señorita Doorman, ¿me haría el honor de subir, por favor? —pidió, extendiendo la mano hacia ella.
Uzi sabía lo que venía. Comenzó a caminar hacia las escaleras. La gente le abría paso, observando cada detalle de su vestido y su expresión.
Cada paso que daba la acercaba más al centro de atención. Sentía cómo su estómago se contraía, sus manos sudaban por los nervios y su corazón latía con fuerza, amenazando con salirse de su pecho. Caminaba lentamente, temerosa de tropezar y hacer el ridículo.
Al llegar al pie de las escaleras, Nicolás descendió para encontrarse con ella. Los flashes de las cámaras no cesaban, y los murmullos crecían. Todos tenían sus ojos fijos en la pareja, expectantes.
—Uzi, desde que te conocí, sentí una conexión especial. Algo en mi interior me decía que serías la compañía perfecta para el resto de mi vida. Así que... Yo... ¿Me harías el honor de ser mi esposa? —dijo en voz alta, mostrando un hermoso anillo de oro blanco con una amatista de corte esmeralda.
La habitación quedó en completo silencio, todos esperando la respuesta.
—Acepto —respondió finalmente.
Los aplausos estallaron de inmediato, y el sonido de las cámaras tomando fotos llenó el ambiente. Nicolás, con suma delicadeza, colocó el anillo en el dedo de Uzi.
Aunque ambos jóvenes estaban incómodos con ser el centro de atención, sus rostros permanecían serenos. Habían perfeccionado el arte de ocultar sus emociones reales ante el público.
La fiesta transcurrió sin problemas. Los invitados se acercaban a felicitar a la joven pareja, deseándoles lo mejor. Las mujeres solteras miraban a Uzi con envidia; su "romance" les recordaba las historias de amor como las de Romeo y Julieta.
Mientras tanto, Nicolás se retiró al balcón para tomar un poco de aire. La brisa nocturna lo recibió, dándole un instante de tranquilidad. Aprovechó la soledad para sacar un cigarrillo y encenderlo. Inhaló profundamente, dejando que la sensación de calma lo invadiera.
—Uzi no tolera el humo del cigarrillo —dijo una voz inesperada detrás de él.
Sobresaltado, Nicolás apagó el cigarro rápidamente y se giró para encontrarse con Khan, su futuro suegro.
—¡Lo siento, señor! No lo sabía —se disculpó apresuradamente.
—Tranquilo, muchacho. A estas alturas sería más apropiado que me llames "suegro" —comentó Khan, relajado.
El silencio que siguió hizo que Nicolás se pusiera tenso. No sabía qué decir para romper el incómodo ambiente. De repente, el mayor lo tomó por la corbata y lo acercó hacia él.
—Más vale que duerman en habitaciones separadas hasta el día de la boda, Nicolás. Porque si me entero de que le hiciste algo a mi preciosa hija... Te mato —dijo con una voz gélida que le heló la sangre al joven.
Nicolás sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Tenso, solo pudo esbozar una risa nerviosa.
—Jajaja. No se preocupe, señor Doorman. Uzi está completamente a salvo conmigo.
Khan, satisfecho con la respuesta, lo soltó y regresó al salón sin decir más. Nicolás se quedó unos segundos en el balcón, tratando de calmar su acelerado corazón. Finalmente, dejó escapar un suspiro y también volvió a la fiesta.
A la 1 de la mañana, la joven pareja se marchó. N había escogido su deportivo favorito para llegar a su nuevo hogar, un regalo que sus bisabuelos dejaron para el futuro matrimonio. Uzi disfrutaba del frío viento que golpeaba ligeramente su rostro; a su lado, el albino tenía la vista al frente. Ninguno hablaba.
—Uzi —murmuró.
—Mmm...
—¿Estás lo suficientemente cansada para un maratón de anime? —preguntó con diversión.
—Jajaja, hasta crees, N. ¿Pero mañana no necesitas ir a la empresa?
—No te preocupes por eso. Mi papá me dio unos días libres. Bueno, según recuerdo, nos faltan los últimos cinco capítulos de Dark Gathering.
—Mejor dicho, A TI te faltan cinco para que la termines.
—¡Oh, vamos, Uzi! ¿La terminaste de ver sin mí? Ahora que lo pienso, podría dejarla hasta donde me quedé —dijo con voz triste.
—¿Qué? Oye, N, tienes que terminar de ver algo antes de empezar otra cosa —se quejó la castaña.
—Uzi, sabes que no me gustaba mucho ese anime. Daba miedo —comentó N, mirando momentáneamente a su compañera.
—Si no te gustaba, ¿por qué lo viste conmigo? Sabes que yo podría haberlo visto sola.
—La verdad, parecías emocionada, y no quería arruinar esa felicidad. Sabes que tengo pocos ratos libres y quería aprovecharlos viendo algo que a ti te gustara.
Uzi lo miró tiernamente. A pesar de ser una "adulta", disfrutaba de ver series animadas sin importar el género, y saber que su amigo intentaba pasar tiempo con ella viendo cosas de su interés le provocaba un pequeño calor en el corazón.
—N, cuando algo no te guste, debes decírmelo. Para eso somos amigos —dijo ella.
—Bueno, lo tendré en cuenta.
Nuevamente, el silencio se hizo presente. Ambos disfrutaban de su mutua compañía. Si bien estaban siendo forzados a un matrimonio, harían que fuese lo más llevadero posible, ya que se tenían un cariño de hermanos.
Después de 15 minutos, llegaron a lo que sería su nuevo hogar: una "pequeña" villa. La fachada estaba cubierta de ladrillo rojo y el techo era de tejas color gris. El jardín delantero era espacioso; no había muchas plantas, por lo que la castaña dedujo que estaba así para que ellos decoraran la entrada a su gusto.
—Es grande —pensó.
—Oye, N, pensé que cuando tu padre dijo que la casa nos la dieron tus bisabuelos sería algo más... "vieja" —comentó.
—La verdad, no. Conforme pasaron los años, se hicieron modificaciones para que la casa estuviera adaptada a la época y a las necesidades de los residentes. Como habrás notado, ya estamos en la época moderna, así que la casa tenía que ser igual —respondió mientras se estacionaba frente al edificio.
Él bajó del auto, lo rodeó y le abrió la puerta a su acompañante. Uzi salió y miró con más detenimiento la fachada.
—Los empleados llegarán pasado mañana, así que, por el momento, seremos nosotros dos. ¡Podremos hacer todo el ruido que queramos! —dijo él con entusiasmo.
Esa noche, ambos "prometidos" tuvieron una maratón de anime, disfrutando de la poca diversión que podían permitirse. Sin presiones encima y siendo ellos mismos, lograron encontrar algo de felicidad en su peculiar situación.
Capitulo 2 corregido, como abran notado agrege y quite escenas.
Kiara145uwu, King--Kazma, Nana_Gacha5, Solecitomedusa11, The_Walking_Pendejo.
este es un ejemplo de la casa que los bisabuelos le dejaron al futuro matrimonio.
Pedida de mano de Uzi, perdón por el dibujo todo mal hecho, hace años que no dibujaba.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top