Desastre.

—Según algunos testigos, una furgoneta apareció cuando dos hombres sostenían a una prostituta. Las autoridades aún no han emitido un comunicado, así que les recomendamos no salir de sus hogares tan tarde. No sabemos si estos hombres estaban involucrados en temas de pandillas o si se trata de un ajuste de cuentas, así que...—

—Díganme que lograron rastrear sus teléfonos —dijo un oficial apagando la televisión y mirando a sus compañeros.

—Encontramos sus dispositivos cerca de una calle sin cámaras, así que no sabemos dónde podrían estar —respondió una oficial, mostrando una bolsa plástica con dos teléfonos parcialmente destruidos—. Sin mencionar que son inteligentes. Después de pasar por esa calle, tres furgonetas más aparecieron en escena y tomaron diferentes direcciones, así que tampoco sabemos en cuál iban nuestros compañeros.

—Carajo —murmuró otro oficial, golpeando la mesa con el puño.

—¿Qué hay del reporte forense?

—Tardaron un poco, pero los análisis dictaminaron que la causa de muerte fue envenenamiento. Le administraron una dosis de veneno —dijo otro oficial mientras revisaba los documentos.

—¿Qué tipo de veneno?

—De pulpo, más específicamente del pulpo de anillos azules. Además, tenía varias drogas en su sistema... Digamos que sería un milagro si estuviera vivo.

—¿Qué tipo de drogas encontraron? —preguntó el líder.

—Heroína, antidepresivos, alcohol y benzodiacepinas —respondió alguien.

—Maldición, esto se está complicando —murmuró un oficial con enfado.

—Hay que llamar a la señorita De Luca. Fue la última testigo en verlo con vida. También hay que contactar a los hijos y darles un informe sobre lo que descubrimos... y nuestras sospechas sobre esa chica.

—Creí que los íbamos a interrogar por separado.

—Tú misma lo dijiste, pero hay demasiadas cosas que apuntan a ella. Tal vez, si le ofrecemos un trato, nos diga qué pasó exactamente en esa oficina —respondió el líder del escuadrón.

—Pero incluso si nos dice qué pasó, eso no explica cómo asesinaron al señor Elliot en el hospital. La chica solo es sospechosa por lo ocurrido en ese cuarto, pero no tiene relación con lo que pasó después.

—¿Entonces está sugiriendo que alguien contrató a un asesino a sueldo para matarlo? ¿Con qué propósito?

—¡Silencio! Hay algo que me preocupa de todo esto... ¿Cómo sabían que dos de nuestros oficiales harían un cateo por esa zona? —preguntó, haciendo que todos en la sala se quedaran en silencio—. Creo que hay un infiltrado.

El ambiente, que antes era solo tenso, cambió rápidamente a uno pesado. La idea de que uno de ellos estuviera colaborando con los mismos criminales que estaban investigando era inaudita. Se miraban unos a otros, como si eso ayudara a descubrir al impostor... sin darse cuenta de que, a la distancia, una mujer ocultaba su sonrisa tras la taza de café que bebía. Era obvio que nadie sospecharía de una simple recepcionista.

—Me duele la cabeza —murmuró N, masajeándose la sien en un intento de apaciguar el dolor. Se encontraba revisando algunos informes de la compañía que no había podido atender—. Necesito un descanso y una buena taza de café —dijo en voz alta, estirándose sobre la silla y sintiendo cómo su espalda se relajaba.

La puerta de la oficina se abrió, y Uzi asomó la cabeza.

—¿Interrumpo? —preguntó.

Él negó con la cabeza y, con un gesto de la mano, la invitó a entrar.

—¿Mucho trabajo?

—Para mi desgracia, sí —contestó con resignación.

El albino no pudo evitar admirarla. Llevaba puesta una falda lisa de color negro junto con una blusa tipo corsé blanca, dejando sus hombros descubiertos. Su cabello estaba adornado con una diadema de flores y mariposas en tonos cardo y plateado (un regalo).

—¿Pasó algo, Uzi? —preguntó, intentando no incomodarla con su mirada.

—No, es solo que me preocupé y pensé que podrías necesitar ayuda —dijo ella con una sonrisa.

—Con gusto acepto tu ayuda, Uvita —respondió.

N volvió a escribir en la computadora mientras la pelimorada tomaba una carpeta.

Después de dos horas, la carga de trabajo se redujo considerablemente. Muchos problemas no solo surgían a nivel local, sino también en otras sucursales.

—Dios mío, qué bueno que ya terminamos con una parte del trabajo.

—Sí, ya estoy cansada y tengo hambre. ¿No tienes personas que se ocupen de esto, N? Literalmente hay problemas que los superiores pudieron resolver por su cuenta. Es decir... quejas de clientes, mantenimiento en algunas tiendas, administración de personal... son cosas que no necesitaban tu opinión —dijo Uzi mientras mostraba unas hojas—. Entiendo que puedan quejarse sobre los locales, pero ¿en serio mandan informes sobre clientes exigiendo que se coloquen aperitivos en las tiendas? ¿O sobre reemplazar empleados porque "no son físicamente atractivos"? Es una locura... sin mencionar que metieron una queja porque un empleado fue "excesivamente amable".

—¿En serio de eso tratan las quejas? Pensé que eran sobre el servicio o porque pasó algo, no imaginé que fueran sobre eso...

—Bueno, ya me encargué de eso. Separé las quejas que realmente necesitan ser revisadas por ti y también hice anotaciones en las carpetas donde te proponen ideas para nuevos celulares. Además, aparté unas con propuestas interesantes para la línea de ropa que tienes que lanzar en otoño —respondió Uzi, orgullosa de su desempeño.

—Eres muy inteligente, ¿lo sabías, Uz?

—Pues mis padres son Nori y Khan, así que de algún lado tenía que sacar la inteligencia y la belleza, mi querido Nicolás.

—¿Tienes hambre? Podemos ir a comer al...

La puerta se abrió de repente, interrumpiendo al hombre.

—Disculpe, señor Elliot, pero ya casi es hora de la junta. Lo están esperando —dijo una mujer mientras revisaba la tablet que tenía en sus manos.

N se golpeó la frente; había olvidado por completo la reunión de esa mañana. Uzi miró divertida la reacción de su prometido.

—Tranquilo, N, sé que estás ocupado. Además... —Se detuvo al escuchar el sonido de su celular. Al ver el identificador, notó que era su padre.

—Disculpen —dijo ella—. ¿Papá? Claro que puedo. ¿Cuándo? ¿Ahora? Sí, nos vemos ahí —colgó la llamada—. Lo siento, N, pero mi padre quiere que vaya a comer con él.

—Tranquila, yo también estaré ocupado, así que lamento no poder ir con ustedes —murmuró con culpa.

Ambos salieron de la oficina y posteriormente del edificio, sin saber que alguien los observaba.

—¿Lizzy? ¿Qué haces aquí? —preguntó N, mirando cómo la rubia se detenía delante de la puerta que daba a la sala de juntas en la que debían estar.

—Ni yo sé. Recibí una llamada solicitando mi presencia, así que aquí estoy.

—Bueno... supongo que hay que entrar para saber, ¿no?

Ella se encogió de hombros y ambos entraron en la sala. Dentro, se encontraban otros tres hombres mayores, siendo ellos los únicos jóvenes.

—Joven Elliot y señorita De Luca, me alegra mucho que hayan llegado. Vamos, tomen asiento —indicó el anfitrión.

Las únicas dos sillas disponibles estaban al lado del hombre. Lizzy estaba por sentarse en la segunda silla, lejos de él, cuando la voz del anfitrión la detuvo.

—Disculpe, señorita, pero esa silla es para el joven Elliot. Su asiento es al lado mío —dijo el mayor.

La rubia hizo una mueca que no pasó desapercibida para el albino.

—No se preocupe, señor Smith, la señorita puede ocupar mi asiento —comentó N con voz suave.

Sin dudarlo, tomó el asiento que le correspondía a la chica, lo que provocó una expresión de molestia en el anfitrión.

La junta dio inicio y, durante el transcurso de esta, N notó las miradas que el señor dirigía a Lizzy, algo que no le gustó en lo absoluto. Para buena suerte de los más jóvenes, la reunión finalmente terminó.

—Bueno, señores, la señorita y yo debemos retirarnos.

Sin esperar respuesta, ambos salieron de la oficina.

—Gracias —murmuró Lizzy.

—No tienes por qué agradecer —contestó él.

Lizzy comenzó a caminar con el ceño fruncido. Lo que acababa de vivir le dejó un mal sabor de boca. Agradecía no haber comido nada antes, porque de haberlo hecho, probablemente estaría en el baño vomitando.

—¿Quieres que te deje en algún lado? —preguntó N con preocupación al notar que la chica se había puesto pálida.

—No te preocupes, estoy bien.

—Estás pálida, es obvio que no estás en condiciones de irte sola. Al menos permíteme dejarte en algún lugar cerca de tu casa —ofreció.

Lizzy suspiró y asintió con la cabeza, sin ánimo de discutir. Después de algunos minutos, salieron del edificio. Nicolás se apresuró hacia el coche que lo había llevado allí, abrió la puerta y dejó que Lizzy entrara primero antes de subir él también. Una vez dentro, el vehículo comenzó a avanzar.

Desde la distancia, uno de los trabajadores de Joel los vio salir y, sin perder tiempo, le envió un mensaje a su jefe informándole de lo sucedido.

Señor, su hermana acaba de salir del edificio junto con el señor Elliot. ¿Los seguimos?

¿Tomaste una fotografía?

Sí, señor. ¿Quiere que se la envíe?

Envíala a alguna editorial y sigue a mi hermana.

El ambiente era tenso. Ninguno de los dos hablaba y se limitaban a mirar alrededor. Khan no sabía cómo empezar la conversación y, al parecer, su hija tampoco. Por suerte, un camarero llegó con su pedido (antes de que Uzi llegara, Khan ya había ordenado por los dos).

La pelimorada se sorprendió al ver que la tarta de manzana frente a ella tenía escrito un "Lo siento" con chocolate. Sonrió levemente.

—Perdón por lo del otro día, cariño. No debí explotar como lo hice —balbuceó el hombre, tomando las manos de su hija y mirándola con arrepentimiento.

—Tranquilo, papá, sé que tenías razones para preocuparte.

—No intentes justificar mis acciones, Uzi. Sí, estaba enojado, pero eso no significa que debía descargar mi frustración contigo. Es solo que...

—Te molestó que la gente hablara cosas sobre mí, así como lo hicieron con mamá en su tiempo, ¿verdad? —dijo ella. Khan asintió.

—Sé que estás preocupado, pero confía en mí. No haría algo que perjudicara a nuestra familia o a la de Nicolás.

—Lo sé, tesoro, es solo que... Dios, a la gente le encanta hacer conjeturas sobre los demás, y no quiero que hablen mal de ti.

—Papá, la gente está más al pendiente de nuestras vidas que de las suyas. Es inevitable. Pero si te hace sentir mejor, limitaré mis encuentros con Joel y, si salgo, llevaré a alguien para evitar malos entendidos.

Khan le dedicó una sonrisa, satisfecho con su respuesta.

—Jejeje, ya que todo está solucionado... ¿podemos empezar a comer? Esa tarta de manzana se ve deliciosa.

Ambos empezaron a comer mientras conversaban de cosas sin importancia, hasta que Uzi recordó algo importante.

—Bueno... No creo que solo me hayas llamado para conversar.

—Jajajaja, como siempre tan perspicaz. Pero tienes razón, se trata de tu cumpleaños —dijo el hombre con una sonrisa.

—Oh... es sobre eso.

—¿Pasa algo, cariño? No suenas muy animada.

—Es solo que... ¿es buena idea celebrarlo?

—¡Por supuesto que sí! Siempre te ha gustado festejar, sobre todo porque es en Halloween. ¿Por qué piensas que no es buena idea?

—Por lo del señor Elliot. No quiero que la gente piense que soy irrespetuosa...

—¿Pero Nicolás está de acuerdo con celebrarlo?

—Sí... él quiere que lo festeje —admitió la chica, jugando con un trozo de pay con el tenedor.

—Entonces, no veo por qué no hacerlo. Además, este año tu fiesta será grandiosa.

—¿Ustedes la están organizando?

—Por supuesto. Tu madre y yo nos encargamos de todo, pero no te diremos la temática... eso es sorpresa —dijo Khan con una sonrisa cómplice.

La pelimorada sonrió también. Ambos siguieron conversando, disfrutando del momento padre e hija.

—¿Estás segura? Puedo llevarte al hospital si te sientes mal —dijo N con preocupación, observando a Lizzy, quien sostenía su cabeza.

—Voy a estar bien... solo déjame cerca de mi apartamento —pidió ella.

El silencio se instaló entre ambos mientras el auto avanzaba. N no dejaba de mirarla con preocupación, hasta que su atención se desvió hacia su cuello. Ahí, brillaba una delicada cadena de oro con un dije de paloma sosteniendo en sus patas la mitad de un listón rojo. Su rostro reflejó sorpresa.

—Wow... ¿Todavía lo tienes? —murmuró.

Lizzy lo miró con incredulidad hasta que comprendió a qué se refería.

—Por supuesto que lo conservo. ¿Por qué te sorprende?

—Bueno... creí que... ya sabes... mmm, que tal vez te habías deshecho de los regalos y eso —admitió con vergüenza.

Lizzy soltó una risa suave, lo que solo aumentó los nervios del albino.

—Jajaja, eres un tonto. No porque termináramos significa que tomaría represalias contra ti —dijo con una sonrisa, aunque en su mente pensó: "Sí, claro..."

—Además, el hecho de que nuestra relación terminara fue cosa de los dos —añadió, notando cómo N abría la boca para decir algo y luego la cerraba de inmediato.

—Tranquilo, ni que fuera a morderte —bromeó, llevándose las manos a la nuca para desabrochar la cadena. Al separarla, la sostuvo frente a él, ofreciéndosela.

—Toma, te la devuelvo.

N abrió los ojos con sorpresa y empezó a negar con la cabeza, ahora visiblemente sonrojado. No esperaba que sus palabras la hubieran ofendido.

—¡No! Es tuya —exclamó con firmeza.

—¿Seguro? Parecía que quisieras de vuelta la cadenita —comentó Lizzy con una media sonrisa.

N negó rápidamente, tomando sus manos con suavidad y apoyándolas sobre su pecho.

—Quédatelo. Fue un regalo con un lindo significado. Solo me tomó por sorpresa que aún conservaras algo mío, eso es todo.

Lizzy asintió, reconociendo que sus palabras tenían algo de razón. De nuevo, el silencio llenó el auto, hasta que ella decidió romperlo con un toque de picardía.

—¿Tú todavía tienes mis obsequios? —preguntó con una ceja alzada.

La respuesta fue una serie de balbuceos torpes de parte del albino, lo que provocó que Lizzy soltara una carcajada.

—Jajaja, era de esperarse... y más considerando cómo terminaron las cosas.

—Yo... lo siento —murmuró N, evitando su mirada.

—¿Por qué te disculpas? —cuestionó ella con ligereza—. Es normal que reaccionaras así, no te tortures con eso.

El ambiente entre ambos se tornó más relajado, hasta que, de repente, el auto frenó de golpe. La inercia hizo que ambos perdieran el equilibrio: N quedó recostado a lo largo del asiento, sosteniéndose con los brazos, mientras que Lizzy terminó sobre él, su rostro quedando a la altura de su pecho.

Antes de que pudieran reaccionar, la puerta del auto se abrió de golpe y miles de flashes los cegaron.

—¡Mierda! —exclamó N, saliendo de su aturdimiento e intentando cerrar la puerta.

Lizzy reaccionó rápido y lo ayudó. Con esfuerzo, lograron cerrarla y ponerle seguro, pero los flashes seguían disparándose sin tregua.

Tras lo que parecieron minutos eternos, el personal de seguridad logró alejar a los paparazzi.

Ambos permanecieron en silencio, recuperando el aliento.

"Esto va a terminar mal", pensaron al unísono, preocupados.

Después de comer, Uzi acompañó a su padre a las oficinas para ayudar a su madre con un nuevo proyecto que se estaba complicando más de lo esperado. Al llegar, no perdió el tiempo y se puso a trabajar junto a Nori, quien la recibió con una sonrisa agradecida.

—Hija, vuelvo en un momento. Debo ir a la oficina de tu padre, se me olvidó una carpeta —anunció la mayor, tomando su bolso.

—Claro, mamá —respondió Uzi sin apartar la vista de la computadora, concentrada en los documentos en pantalla.

Nori salió de la oficina, dejando a su hija sola. Todo parecía tranquilo hasta que el teléfono de Uzi vibró sobre el escritorio.

—¿Qué está pasando...? —murmuró con el ceño fruncido, tomando el dispositivo.

Al encenderlo, una avalancha de notificaciones inundó la pantalla. Sus redes sociales estaban explotando. Con un mal presentimiento, abrió Twitter y su estómago se hizo un nudo al ver lo que era tendencia.

Una foto de N y Lizzy, en lo que parecía una pose comprometedora dentro de un auto, se había vuelto viral.

El aire se le atascó en la garganta. Sus ojos recorrieron las imágenes y luego los comentarios de la gente:

@pollit0
"Sabía que esto iba a pasar tarde o temprano."

@Aranza190
"Pobre Uzi... Esto debe estar destrozándola."

@Wilson780
"¡Siempre supe que Lizzy y N tenían algo! ¡Lo sabía!"

@corazon265
"¿Y todavía decían que Uzi y él eran la pareja perfecta? JAJA, qué chiste."

Un sentimiento de enojo y tristeza se instaló en su pecho como una roca pesada.
Respiró hondo, tratando de calmar el ardor en sus ojos y el nudo en su garganta.

"Esto no puede estar pasando..."

Cuanto más leía, más sentía que su pecho se apretaba, como si un puño invisible la estrujara por dentro.

@CubitoDeHielo
"Siento lástima por @UziDoorman, pero eso te pasa por andar de zorra. 😤"

@Yisus30
"¿Quieren dejarla en paz a @UziDoorman? Su padre ha dicho que es un familiar suyo. Además, ni siquiera sabemos si realmente @NicolasElliot tiene o tuvo algo con esa mujer."

@Nuziforever
"Dejen de molestar a @UziDoorman. Se nota que no tienen nada mejor que hacer y su único hobby es fastidiar a la gente."

@RebeccaJames
"Jajaja, era de esperarse que el pobre @NicolasElliot buscara a alguien más. Es decir, de algún lado la 'linda niña' Doorman aprendió lo perra ofrecida. ¿No es así, querida @NoriDoorman?"

Los comentarios seguían, cada uno más cruel que el anterior, como puñaladas en su ya herido orgullo. Sus piernas cedieron y cayó de rodillas, con el teléfono aún temblando en su mano. Las lágrimas, pesadas y ardientes, brotaron sin control, deslizándose por su rostro.

No sabía en qué momento unos brazos la envolvieron, sujetándola con firmeza, pero sin apretarla demasiado. El dulce aroma de zarzamoras y la profunda fragancia a roble la envolvieron, calmando apenas el temblor en su pecho.

Alguien estaba ahí. Sosteniéndola. Pero en ese instante, ni siquiera tenía fuerzas para mirar quién era.

—Mamá... Papá... —

La imagen de su hija, con el rostro bañado en lágrimas, hizo que el corazón de Khan se encogiera con furia y dolor. Un instinto primitivo le gritaba que saliera a buscar al responsable de su sufrimiento, que lo hiciera pagar. Pero no podía. No cuando las dos mujeres más importantes de su vida estaban destrozadas.

Nori sintió una punzada aguda en el pecho al ver a Uzi así. Hacía apenas unos minutos, estaba en la oficina de su esposo discutiendo sobre un nuevo proyecto cuando su teléfono vibró. Una mención en Twitter llamó su atención. Con curiosidad, desbloqueó la pantalla... y su sangre se heló.

Un desastre se desataba en redes sociales.

Y lo peor no era solo la fotografía comprometedora de N y Lizzy. No...

Era ella: Rebeca.

Una sombra del pasado, un fantasma que nunca terminaba de desaparecer. Sacando a la luz, una vez más, aquella vieja polémica.

No supo en qué momento Khan le quitó el teléfono de las manos. No hubo necesidad de palabras. Sus miradas se cruzaron y un pensamiento los atravesó al mismo tiempo:

Uzi.

Sin dudarlo, salieron corriendo de la oficina.

Los sollozos de su hija eran cada vez más audibles, cada vez más desgarradores. Cuando la encontraron, su pequeña estaba en el suelo, con el móvil aún entre sus manos, temblando por la angustia.

No hubo dudas.

No hubo titubeos.

Ambos se arrodillaron y la envolvieron en un abrazo firme, desesperado, protector.

Como si pudieran reconstruirla.

Como si pudieran protegerla del mundo.

Debido a la conmoción de los reporteros y a que Lizzy todavía se encontraba indispuesta, N tomó la decisión de llevarla a la mansión. Al llegar, pidió a su servidumbre que preparara una habitación. Luego, la cargó y la dejó para que pudieran ayudarla a sentirse cómoda.

—Por favor, llamen al doctor para que la revise —ordenó el albino, a lo que sus trabajadores asintieron—. Estaré en mi oficina si algo pasa.

Salió del cuarto y se dirigió al lugar mencionado. Sus pasos se sentían pesados, y tenía una idea de lo que ocurriría próximamente. Cuando llegó, se encerró y sacó su teléfono, el cual había silenciado con el propósito de que no lo molestara. Tomó un respiro profundo y lo encendió. Múltiples mensajes, mayormente de J y de Tessa, saltaron como locos en la pantalla.

Empresaria 💼
¿Qué pasó? ¿Qué significa esa foto, N?

Le poussin 🐣
Nicolás, sé que no te gusta hablar mucho de tu vida antes de mi llegada, pero... ¿Lizzy fue alguna ex? ¿O tienes una relación con ella? Sé que no debo meterme, pero revisa cualquier red social... Hermano, creo que la cagaste.

Los mensajes de sus hermanas le dieron una idea de lo que estaba pasando, así que presionó una notificación de Instagram. Al instante, la fotografía de él con Lizzy apareció en la pantalla. Su rostro reflejaba enojo, preocupación y tristeza. No quería imaginar cómo se encontraba Uzi en esos momentos.

Salió de la aplicación y fue directo a la lista de llamadas. Buscó su número, el cual fue fácil de encontrar: "Chaparrita 💜", así la tenía guardada. Esperó y esperó.

"El número que usted está marcando no se encuentra disponible o está fuera del área de servicio. Le sugerimos..."

Colgó y lo intentó otra vez. Luego otra. Y otra. El mismo resultado.

Fue en el cuarto intento cuando, finalmente, la llamada fue contestada.

—¡No es lo que parece, lo juro! ¡Ocurrió un accidente cuando...! —

—Mi hija está dormida, muchacho. Ambos necesitan espacio para pensar las cosas. —

La llamada se cortó abruptamente, y el sentimiento de enojo y tristeza en N se intensificó. Sin pensarlo, arrojó el teléfono al piso, haciéndolo pedazos.

Respirando con dificultad, se dirigió al minibar. Tomó una botella de vodka y le dio un trago directo al envase. La quemazón de la bebida fue un alivio fugaz, pero no suficiente.

El médico se había ido hacía unos minutos, después de darle un largo sermón sobre su alimentación. Hacía años que no pisaba la residencia Elliot y la sensación de incomodidad lo invadía. En un intento de distraer su mente, revisó sus redes sociales y vio que todos hablaban de la foto que les habían tomado. "Solo una persona fue capaz de planear esto," pensó, con el ceño fruncido. Decidió entonces ir al chat que tenía con su hermano, viendo que estaba conectado.

Rubia oxigenada 👱‍♀️
¡¿Qué hiciste?! Los malditos reporteros me siguieron como si estuviera desnuda.

Engendro del demonio 👿
En mi defensa, no pensé que llegarían a tales extremos.

Rubia oxigenada 👱‍♀️
Ojalá estuviera en casa para darte una patada en las bolas, pedazo de pendejo.

Engendro del demonio 👿
¿Y cómo que no estás en el departamento? ¿Dónde estás?

Rubia oxigenada 👱‍♀️
Estoy en la casa de Nicolás. Me encontraba mal y él se ofreció a llevarme a casa, pero cuando llegamos esas hienas llegaron y tomaron esa foto.

Engendro del demonio 👿
No sé si eres tonta en algunas ocasiones, ¿no ves que esta es la oportunidad que tanto estábamos esperando? 😒

Rubia oxigenada 👱‍♀️
¿Esperando...? ¡Esperando mis ovarios! Se suponía que iría despacio, no lanzarme de forma estúpida.

Engendro del demonio 👿
Los comentarios de la gente dicen lo contrario 🤫. Hay quienes te están apoyando.

Rubia oxigenada 👱‍♀️
En este momento me importa un comino, solo quiero dormir y comer algo. 😭

Engendro del demonio 👿
¿No desayunaste lo que preparé? ¿Qué pasó en esa junta?

Lizzy dejó el teléfono a un lado y se hizo bolita en la cama. El recuerdo de cómo ese viejo la miraba la asqueó. "Era de esperar, es amigo de mi adorado abuelo," pensó con amargura.

—¿Será con él...? No pienses en eso, Lizzy. Mientras tengas a Joel, todo estará bien —murmuró para sí misma. De la bolsa que traía consigo, sacó el estuche de los pupilentes, se los quitó y los guardó. Cerró los ojos y dejó que el sueño la arrastrara.

Otro capítulo corregido y editado, me gusta mucho mi propia historia.

Por cierto, ¿Cómo les gustaría el formato de mensajes? ¿Así escritos o los hago como un chat?

Capitulo dedicado a: DesignacionExilon, Kiara145uwu, King--Kazma, Nana_Gacha5, Solecitomedusa11, The_Walking_Pendejo, UniCri2, Emi_68181

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