veinte. ii

Al momento de entrar al establecimiento nos llevamos unas cuantas miradas, por mi parte ya me había acostumbrado desde que comencé a llenar mi cuerpo de tinta. Claramente la "estética" que mostrábamos al mundo Tae y yo como pareja no era tan común y era de esperarse que miradas cargadas de curiosidad cayeran sobre nosotros. O quizás eran miradas horrorizadas, no lo sé.

Meh. Poco me importaba y aparentemente a Taehyung mucho menos.

Habíamos venido al restaurante italiano - japonés en el que me reuní con Bill e Irina cuando estuvieron en la ciudad. Me gustó mucho y Tae no había venido nunca, así que pensé que sería una buena idea, además que reemplazaría aquel mal recuerdo con uno mejor.

El anfitrión nos guió hasta una mesa en la terraza.

–Este lugar me gusta. La vista que tenemos del río Han es maravillosa.

–¿Cierto? –sonreí contenta de que le hubiese gustado– De noche todo luce más bonito.

–¿Como es que nunca había venido?

–Debías hacerlo con una buena compañía.

–Pues, estoy feliz de estar aquí con una de mis personas favoritas.

Mi corazón se aceleró ante esas palabras y solo crucé mis manos sobre la mesa, escondiendo una sonrisa.

Taehyung no perdía la oportunidad de elogiarme o decirme cosas bonitas, no estaba en mi hacerlo tanto como él, pero definitivamente me gustaba escucharlas tanto como él disfrutaba verme sonrojada por su causa.

Un joven mesero se nos acercó a darnos la bienvenida y a traernos el menú, de cortesía nos sirvió agua y nos dio unos minutos para que escogiéramos lo que íbamos a comer.

Escuché voces femeninas cerca y volteé a mi lado derecho de casualidad, donde un grupo de cuatro chicas ocupaba la mesa más cercana a nosotros, un par parecían ser extranjeras. Una de ellas volteó y sus ojos se centraron en mi, entonces me sonrió pero no de una forma amable como cuando haces contacto visual con un extraño, sino con algo de... ¿picardía?.

No la había visto nunca o al menos no recordaba que haya ido al estudio, así que volví mi atención a la lista de los diferentes platos que servían en ese lugar, pasando de ella.

–¿Te parece atractiva?

Alcé la vista hacia Tae ante esa pregunta, sus ojos se encontraban fijos en el menú y me di cuenta que su expresión había cambiado por completo a una sombría.

–Sí –me miró– ¿Qué? No es como si quisiera pedirle una cita.–Bufó, pero de su boca no salió ni una palabra.

Ni siquiera observé a la chica por más de cinco segundos, aunque fueron los suficientes para notar su atractivo, pero mi respuesta no le agradó nada a mi novio al parecer.

El ambiente se volvió muy tenso entre los dos, el amable mesero se acercó para anotar nuestras órdenes y luego se retiró. Nos volvimos a sumir en un silencio y yo comenzaba a irritarme por el hecho de que esta vez no fuera directo y me dijera lo que le molestaba a pesar de que ya lo tenía claro.

Al cabo de un rato nuestra comida fue puesta frente a ambos. Él tomó los cubiertos para comenzar a comer, pero simplemente llegó a alzarlos un poco y luego los dejó junto al plato de nuevo. Se aclaró la garganta y se dignó a dirigirme la mirada.

–Lo siento. –Musitó, con la culpa expresa en su rostro.

Suspiré. Creo que era el momento oportuno para dejar claro unas cuantas cosas.

–¿Me quieres?

–Sí.

–Y yo te quiero a ti. Fue una elección de ambos estar juntos ¿no? –asintió, aún observándome expectante– Cómo también es una elección ser infiel, el hecho de que considere atractivo a alguien más no creo que sea malo. Me pueden parecer hermosas otras personas como a ti, no eres ciego, es algo normal. La diferencia está en lo que cada uno haría a partir de ahí. –Finalicé, dándole un sorbo a mi limonada.

Esperé tranquilamente su opinión con respecto a lo que le había dicho, él parecía analizar cuidadosamente mis palabras pero el arrepentimiento por su escena de celos era evidente.

Yo veía necesario tener este tipo de conversaciones incómodas para evitar los celos sin sentido.

–Entiendo lo que dices –habló finalmente, dejando salir un suspiro– y en realidad lo comparto. Es que anteriormente estaba acostumbrado a otras cosas –hizo una mueca–, más bien me hicieron acostumbrarme a un concepto de "estar en pareja" que no tenía nada que ver con lo que yo pensaba en un inicio.

Supuse que lo decía por sus relaciones anteriores.

–Una relación no es una jaula y el respeto debe ser mutuo. Así que si te veo coqueteando con alguna chica podrían pasar dos cosas, que me excite un poco o que quiera cortarte tu amiguito –sonreí falsamente–. No corras riesgos.

Él soltó una risa baja, cruzando sus brazos sobre la mesa.

–Entonces podemos apreciar la belleza de otros seres humanos juntos.

–Podemos apreciar la belleza de la vida juntos, Tae. –La sonrisa en su rostro se hizo más ancha.

Después de eso la atmósfera tensa desapareció como por arte de magia. Me alegraba que pudiésemos comunicarnos, hablarnos con sinceridad y tomar en cuenta el punto de vista del otro para luego avanzar. De eso se trataba.

Comenzamos a comer y no podíamos evitar hacer ruiditos de satisfacción cada que dábamos un bocado y hacer gestos con las manos señalando el plato. Ambos pedimos ravioles en salsa y estaban deliciosos, básicamente sobre eso fue nuestra conversación por unos diez minutos.

–¿Cómo es estar con una mujer para ti? –Cuestionó de pronto.

Me limpié con la servilleta, no sorprendiéndome de esa pregunta ya que él y yo solíamos saltar de un tema a otro con mucha facilidad.

–¿De forma sexual, dices? –asintió, luciendo verdaderamente curioso por saber– Ehm... disfruto mucho de su sensualidad, de sus curvas, me parece que es arte que debe ser apreciado. Estar con una mujer de forma íntima es de los placeres más exquisitos que pueden existir.

–Si que lo es. –Concordó sonriente.

–Y estar con un hombre es...

–Increíble.

–¿Has estado con un hombre? –Inquirí a propósito.

–No. Me refiero a... –chasqueó la lengua– Tú sabes a lo que me refiero.

Reí.

–Estar contigo es increíble. –Extendí mi mano por la mesa y él la estrechó entre las suyas, mirándome con ojos brillantes.

–Se me olvidó comentarte algo –hice un ademán para que continuara ya que me metí otro raviol en la boca y mis papilas gustativas estaban danzando en el cielo–. Esta semana hay un desfile de la marca de mi madre y quiero que me acompañes.

–¿Q-qué? –tosí, él me pasó mi vaso con limonada a la cual le di un largo trago– ¿Ya quieres que conozca a tu madre? Si que eres rápido.

Mi comentario le hizo gracia.

–Si no te sientes cómoda podemos ahorrarnos decirle todo el asunto de nuestra relación –se encogió de hombros–. No tengo problema con eso, también puedo chantajear a Jungkook para que no abra la boca, pero en serio quiero que vengas conmigo.

–Le encantaría ir con el chisme a tus padres.

Como lo había hecho con Jimin y Max.

–Por eso menciono el chantaje.

–Hablando de ellos... –jugué un poco con el tenedor en el plato– ¿Les agradará que estemos juntos?

Lo que pensara el mundo de nosotros me tenía sin cuidado, pero creo que cualquier persona querría causar una buena impresión a sus suegros y no sabía si los deseos de estos para su hijo eran que estuviese con alguna chaebol de tercera generación o que se yo. Aceptaron a Yoongi pero eso no quería decir que yo iba a correr con la misma suerte, eran situaciones distintas porque Max y él no vivían aquí. Y aunque los chicos me platicaron muchas veces sobre los considerados y buenos que son sus padres, no podía pasar por alto que la sociedad surcoreana era bastante conservadora y exigente en ciertos aspectos.

Quizá me ofrecerían dinero para que dejara en paz a su hijo, como en los dramas.

Si, había visto unos cuantos.

–¿Por qué?

–Déjame reformular –inhalé profundamente, sentía algo de nerviosismo– ¿Crees que a tus padres les agrade que seas novio de una sexy chica emo gótica con tatuajes y perforaciones?

Tae tocó su barbilla con un dedo, frunciendo el ceño a propósito.

–Es interesante la forma en que te percibes a ti misma.

Alcé una ceja.

–¿No soy sexy?

–Si lo eres, demasiado. Pero no eres emo.

–Suelen referirse a mi con muchos adjetivos –alcé los hombros– "Emo" y "gótica" es lo más normal. Luego viene "la hija de Satanás" "la enviada de Lucifer" o "la loca de la serpiente". –Dije divertida.

–La gente es muy creativa. –Espetó sarcástico, negando con la cabeza, señal de que no le agradaba que las personas se refirieran así de mi. Aunque realmente no me afectaba.

–Si. Y eso sólo quiere decir que no soy el tipo de persona que se le suele presentar a unos padres.

Ladeó la cabeza un poco. –¿Ah no?

–Sabes a lo que me refiero.

–Jimin, Jungkook y Minny tienen tatuajes.

–Pero tú no, y sé que tus padres no estaban muy contentos con que ellos se los hicieran.

Sonrió levemente ante mi pequeña preocupación e hizo un ademán con la mano restándole importancia.

–Ellos van a aceptar a mi pareja sin importar como luzca. Le darán más valor a que sea una buena persona y tú lo eres, un poco gruñona eso sí, pero soportable –me guiñó un ojo y no pude refutar a eso porque me quedé cautivada por aquel gesto, las palabras se atoraron en mi garganta– Aunque, puede que se sorprendan un poco porque pensarán que no eres mi tipo.

Volví en mí.

–Tu tampoco eras mi tipo, de hecho estabas muuuuy lejos de serlo –lo señalé con mi tenedor– No creí que caería por un... soft boy –bromeé– Bueno, "soft" fuera de la cama.

–Por todos los cielos, love. –Se carcajeó tapándose la cara con ambas manos y yo lo miré divertida, se aclaró la garganta aún sonriendo. –Eh... volviendo al tema. ¿Quieres ir? Entenderé si no.

–Está bien. Nunca he asistido a un desfile pero me interesa ver la colección tu madre.

–Quizás papá también esté allí.

–Genial. –Ironicé.

–Creéme que no habrá problema con ellos. –Comentó con tono tranquilizador y yo asentí, confiando en su palabra.

Nuestra velada súper romántica continuó sin problemas, entre pláticas y risas.

Cuando nos trajeron la cuenta fui yo la que pagué, Taehyung se sintió algo incómodo con esto pero no se opuso porque sabía lo terca que podía ser. A final de cuentas yo lo había invitado.

Al salir del restaurante, en vez de ir al auto, decidimos caminar un rato por el sendero cercano al río. La acera estaba cubierta con muchas flores de cerezo y al ser de noche y también gracias a los faroles se podía apreciar la belleza de los árboles. Taehyung tomaba fotos con su celular de cualquier cosa, de los pétalos rosa pastel en el piso, de las fachadas de los edificios, de la calle iluminada por los faroles, de nuestras manos juntas. De mí había tomado más de diez.

Llegamos a la zona de picnic frente al río donde algunas personas estaban en el césped hablando cómodamente, comiendo o bebiendo. Compramos malteadas y nos sentamos también en el césped disfrutando del panorama que teníamos del hermoso cielo estrellado, del río, de los edificios que se alzaban al otro lado del puente, de la gente disfrutando de la primavera como nosotros.

Había sido una buena primera cita.





















Ese jueves por la noche el ambiente en Gangnam estaba muy movido. Era un día antes del desfile y yo estaba en busca del atuendo que usaría, que por el trabajo lo dejé para comprarlo a última hora.

Tae me esperó hasta que terminé mi jornada en el estudio, en la hora de almuerzo fuimos a comer ya que él estaba trabajando con su padre en la constructora, lo haría por todo el mes que tendría de vacaciones en la universidad. Ian nos acompañó porque al día siguiente era su vuelo de regreso a Nueva York, así que fue como nuestra despedida, cuando volvió del viaje con sus amigos estuvimos pasando el rato juntos, también nos hicimos otro tatuaje de amistad. Luego del almuerzo volví al estudio sintiéndome un poco triste de hecho pero Ian estaba feliz de que el plan que ideó con Jungkook hubiese dado resultados. Le prometimos que lo visitaríamos en cualquier momento en que ambos tuviésemos tiempo libre, claro y al resto también.

Me detuve frente a una tienda de lencería de una marca bastante reconocida, Tae arqueó una ceja al notar mis intenciones. 

–Necesito ropa interior.

–Pero...

No lo dejé terminar y simplemente lo llevé conmigo adentro. Algunas de las mujeres que estaban allí tanto clientes como empleadas se nos quedaron viendo porque al parecer no era tan común que una chica fuera con su novio a comprar lencería.

Tae se aclaró la garganta notando las miradas en nosotros y simplemente afianzó su agarre en mi mano actuando con normalidad.

Comenzamos a dar vueltas por el local, escogí unas cuantas bragas sencillas de algodón y es que me gustaba la ropa interior sexy por supuesto, pero más la comodidad. Después pasamos a lo verdaderamente interesante, habían muchos modelos de lencería. Unos eran conjuntos simples, otros bordados, de encaje, con ligueros y medias, completos, de dos piezas. Unos bastante reveladores, otros no tanto. En fin, habían modelos para todos los gustos.

–Ya que estamos aquí, ¿puedo escogerte algo?

No esperaba ese pregunta por parte de él pero asentí complacida, fue muy evidente mi emoción ya que no pude evitar darle un beso en la mejilla. Entonces procedió a mirar algunos conjuntos, me parecía tan estimulante que quisiera escoger algo para mí, era mil veces más excitante eso, que el que yo quisiera sorprenderlo con algo sexy al momento de tener intimidad.

Yo lo seguía de cerca hasta que lo vi sonreír y me fijé en lo que había tomado. Era un conjunto de color rosa de encaje.

–¿Tienes un fetiche, verdad?

–¿No has probado usar un color como este? –Respondió con otra pregunta.

–No, pero está bonito –dije, pasando por alto lo anterior, pero otro conjunto que estaba en un maniquí detrás de nosotros llamó mi atención, también era rosa– Mira, ese trae ligueros y un babydoll.

Él simplemente se quedó mirando el maniquí sin decir nada. Sus ojos se oscurecieron un poco a la vez que sus labios se transformaron en una fina línea, tensando la mandíbula.

Creo que me estaba imaginando con el conjunto puesto.

–Tae.

Regresó a la realidad y se rascó el cuello soltando una risita nerviosa.

–Me gusta –percibí su voz en un tono más grave– ¿Y a ti?

–Está lindo, podría usarlo.

Ambos nos mantuvimos la mirada por un par de segundos y yo solo le dediqué una inocente sonrisa antes de continuar viendo otras prendas. Tae me seguía de cerca pero parecía algo tenso, lo estaba haciendo sufrir.

Después de un par de vueltas por la tienda decidí que hora de irnos porque no quería torturarlo más y también porque ya me estaba cansando de las miradas imprudentes. ¿Acaso esas mujeres no estaban allí buscando lo mismo que yo?

Llegamos a la caja con el conjunto rosa de ligueros y otros que escogí, más sencillos pero igual de seductores de color negro, blanco y rojo que eran los colores que más usaba. Tae pagó por mi y eso pareció escandalizar a una chica que estaba en la fila a un lado de nosotros, cosa que me causó gracia. No sé si es que pensó que nuestra relación era extraña y retorcida o algo parecido, pero no le dimos mayor importancia y simplemente tomamos las bolsas para irnos.

–Me pareció que estuvimos allí por una eternidad. –Dijo en suspiro de alivio, pasando un brazo por mis hombros.

–Era evidente tu cara de sufrimiento. –Me burlé.

–Es que no podía evitar imaginarte con toda esa lencería puesta, nunca había hecho algo como eso.

–Pues, no tendrás que esperar demasiado –sonrió satisfecho–, pero si la rompes te mataré.

–¿Por qué crees que me ofrecí a pagar? –Susurró contra mi oído provocando que detuviera mi andar y lo mirara. –Tengo derechos.

Se alejó de mi, caminando de espaldas con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo y con una sonrisa victoriosa, casi perversa, en sus labios por saber que podría salirse con la suya y yo no tenía derecho a reclamar. 

–Idiota. –Murmuré llegando hasta él, quien volvió a abrazarme. Aunque no podía negar que algo cosquilleó dentro de mi al imaginar ciertas situaciones que nos involucraba a ambos y una bonita lencería.

Estuvimos de una tienda a otra, caminamos mucho. Yo le había advertido desde temprano que podía ser bastante indecisa a la hora de comprar ropa, aún así insistió en acompañarme y en realidad esta era mi excusa para llevarme a casa más cosas que solo un vestido que probablemente usaría una sola vez en la vida.

Ambos terminamos comprando ropa en diferentes tiendas, nos echaron de una de ellas también porque quizás nos dejamos llevar un poco con los besos y fuimos algo imprudentes. Conté quince reverencias que hizo Tae en nuestro recorrido hasta la salida de aquel lugar, estaba muy apenado pero luego no dejamos de reír en un buen rato, haciendo que algunas personas nos miraran raro.

–Nos echaron por tu culpa.

–¿Mi culpa? –Inquirió ofendido.

–Te pedí una opinión y tú solo mirabas mi escote embobado. 

–Pero si tú te acercaste a besarme primero.

Obvio, si me miraba con tanta intensidad.

–Y tú me seguiste.

–Como si pudiese resistirme –resopló–. Me metes en problemas. –Suspiró resignado.

–Tú lo hiciste desde el primer momento en que nos conocimos –noté su confusión ante mi repentino ataque de sinceridad, pero seguimos caminando– Desde el primer momento que te vi, sentí... algo, en ese entonces no sabía si solamente era superficial o algo mucho más profundo y me molesté conmigo misma porque según yo serías un problema.

En otras palabras, puede que me haya enamorado a primera vista y ahora es que caía en cuenta. O quizá en el fondo siempre lo supe. Lo cual era bastante irónico porque solía pensar que eso no era posible.

–Así que desde aquél día pensaste en meterme en tu cama pero decidiste comenzar a fastidiarme con estar babeando por ti cuando era al revés –me señaló con su dedo índice enfáticamente–. Interesante confesión, Lim.

Demonios.

Sentí mi cara calentarse.

–Igual caíste por la persona que más odiabas. –Quise disimular la vergüenza que estaba sintiendo. Sin éxito.

–Yo no te odiaba, solo me irritabas muchísimo.

–Y tú a mi.

–Porque te gustaba.

–Ya, pero yo te comencé a gustar después.

–No te gusta perder, ¿eh?

Reímos.

–Qué linda historia de amor. –Rodé los ojos. Me adelanté, él me alcanzó a los segundos pegándome a su costado sin perder la oportunidad de seguir burlándose de mi.

Fuimos a varias tiendas donde vendían vestidos de noche, pero ninguno terminaba de convencerme al probármelos y eso comenzaba a frustrarme. Hasta que Tae propuso ir a la boutique de la madre de Suji, allí nos recibió la pelinegra muy contenta, aunque su madre no estaba.

Me di cuenta que de ese lugar era el vestido que él me había dado aquella vez en que discutimos en el bar y me tiró su trago, vendían ropa al estilo occidental también. Suji se emocionó al enterarse de nuestro noviazgo y aún más al saber la razón por la que habíamos ido allí. De hecho le ordenó a las empleadas que se encargaran de las otras clientas ya que ella se ocuparía de mí. Me indicó que esperara en uno de los probadores y no tardó en aparecer cargando un montón de prendas en sus brazos, no solo vestidos sino también conjuntos de tres piezas, de falda, blusa y blazer. Todos en color negro o blanco porque así se lo pedí.

Primero me probé unos de los conjuntos y al verme en el espejo no me agradó demasiado lo que vi, aún así salí del cubículo, donde ella y Tae me esperaban para dar su opinión.

Miré al pelinegro quien tenía su ceño ligeramente fruncido.

–No te gusta, ¿verdad? A mí tampoco.

–La falda es muy larga. –Opinó.

–Si, pensé lo mismo.

No lucía para nada bien en mi cuerpo y eso que en la etiqueta decía que era talla estándar, pero me apretaba un poco en las caderas y además el largo me hacía ver extraña.

–Te ves rara.

–Creo que está hecha para chicas más altas.

Obviamente ese conjunto quedó descartado. Me probé varios vestidos y ninguno terminaba de convencerme tampoco, me quedaban bien pero no sentía que alguno de ellos fuese el indicado.

Iba un poco triste y estresada a probarme el siguiente mientras Suji buscaba otros, cuando Tae me detuvo antes de poder entrar al cubículo nuevamente.

–¿Por qué escoges solo vestidos de manga larga? –ya se había dado cuenta– En las otras tiendas pedías que te buscaran solo vestidos con esa característica exclusivamente. ¿Quieres esconder tus tatuajes?

–Es que no quiero causarle ningún problema a tu madre –arrugó el entrecejo–. Puedo usar maquillaje en donde queden expuestos también.

–¿En serio quieres taparlos?

–No, pero...

–Entonces no lo hagas.

–Cariño. –Me acarició la mejilla.

–No hay nada de malo, esta eres tú y si hay alguien a quien no le agrade, pues, que se aguante –me hizo reír en medio de mi momento de estrés–. Mamá no va a decir nada al respecto porque tres de sus hijos están tatuados y te aseguro que Jungkook no va a usar maquillaje en sus manos ni tampoco se va a quitar los piercings.

En ese momento Suji se acercó a nosotros pero con vestidos de varios colores y tonalidades, sin mangas largas además.

–Tae me pidió que buscara algo diferente –los puso en el mueble dentro del probador–. Puedes probarte estos a ver que tal.

Miré al pelinegro quien me sonrió instándome a que lo hiciera, entonces revisé los nuevos vestidos que ella trajo y hubo uno que llamó mi atención de inmediato. Cuando me lo probé, supe que era el indicado.

Me quedó perfecto. El ocre crontastaba muy bien con mi piel, la tela era satinada, muy cómoda y se ajustaba a mi figura perfectamente.

Salí del probador, Tae y Suji sonrieron al ver mi evidente felicidad por encontrar un vestido que realmente me gustaba.

–Estaremos combinados, love.









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Opiniones del capi aquí♡

Gracias por leer!!! Recuerden que pueden encontrarme en Instagram como: @ gypsyminj. Allí les mantengo al tanto de todo lo que tenga que ver con mis historias y pueden escribirme cuando gusten.

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