uno.
Acababa de llegar a Seúl y ya estaba más perdida que Leonardo Di Caprio en un club para cuarentonas. Y decían que era difícil andar en Nueva York, esas personas no habían estado aquí.
Tenía que encontrar el edificio donde viviría. Nunca había estado en Seúl porque nací en Daegu, pasé parte de mi vida allí hasta que fui adoptada, aunque tampoco recordaba mucho de esa ciudad, así que era como una extranjera más como los que visitaban este país.
Jungkook me envió la dirección con muchos puntos de guía pero creo que el taxista me dejó donde se le dió la gana porque no veía la entrada del subterráneo en Hongdae. También al parecer el hombre mayor le tenía miedo a mi bebé y creo que por eso quiso deshacerse rápido de nosotras.
Sabía hacer y leer planos perfectamente, pero Google Maps me estaba haciendo la vida imposible. Muy bien, Hani.
Decidí pedir indicaciones. Más fácil.
Le pregunté a unos chicos sobre la dirección que buscaba y ellos pudieron ayudarme por suerte, aunque me miraron de una forma extraña. No sé si fue por mi acento al hablar coreano o por mis tatuajes. O por mi bebé de siete meses.
¿Acaso nunca habían visto una pitón?
Ellos me dijeron que estaba cerca de mi destino, así que solo tenía que caminar unas pocas cuadras en dirección contraria a la que iba.
No cargaba con mucho equipaje. Sólo una maleta mediana, un bolso de mano y el pequeño terrario donde transportaba a mi bebé.
Traer a mi linda mascota requirió de algunos permisos, un proceso muy tedioso, pero que de igual manera hice porque no iba a dejarla. Decidí viajar en primera clase aceptando el ofrecimiento de Bill, así estaría más cómoda. Fue gracioso ver la cara de los auxiliares de vuelo y los demás pasajeros, creo que recrearon en sus mentes una escena de Serpientes a bordo.
Las personas tenían un mal concepto de estos lindos animalitos, no todas las serpientes eran peligrosas o letales.
Me estaba llevando miradas extrañas por ella, pero poco me importaba, y creo que también por mi aspecto. A pesar de estar en una zona digamos que más juvenil, entendía que aquí no todos se atrevían a llevar los tatuajes tan al aire libre y menos si tenían tantos como yo y que podían verse muy fácilmente. Llevaba un top corto sin tiras, lo cual fue una buena idea por el clima un poco caluroso al ser entrada la primavera, por lo que me estaba ganando muchas miradas por la tinta que recorría mi piel. Estaba acostumbrada, aunque en Estados Unidos era más común ver a personas tatuadas como yo o con mucha más tinta.
Tenía entendido que las personas aquí, en su mayoría, optaban por los tatuajes muy pequeños y en lugares no tan visibles o que fueran fáciles de cubrir. Todo esto por la percepción negativa que aún tenía este tipo de arte. Aún estaban acostumbrándose a estos, pero era difícil si en televisión todavía los censuraban como si fuera algo malo, además de las prohibiciones que establecían las leyes.
Llegué al bendito edificio después de veinticinco minutos. Estaba cansada, quería dormir y el jet lag me estaba haciendo mierda. Justo una mujer algo mayor iba saliendo del lugar y pude entrar sin problemas, aunque no pasé por alto su mirada desdeñosa.
Todo hubiese sido más fácil si Jungkook hubiese ido a buscarme al aeropuerto, pero no podía así que tuve que arreglármelas sola.
Decidí mudarme a Corea porque ya no me estaba sintiendo tan cómoda en Nueva York, me sentía asfixiada por decirlo de alguna manera, quería experimentar algo diferente y que mejor que volver después de tantos años a mi país natal. Aunque ese hecho vendría con consecuencias, pero creía poder lidiar con ello.
Subí en el ascensor revisando mi celular para ver la contraseña del sistema de seguridad del apartamento que me había enviado Jungkook. Ya estaba listo para ser ocupado y eso era un alivio.
Cuando Max se dió cuenta que iba en serio lo de que quería mudarme, ella le pidió a sus hermanos que buscaran algún lugar para mí y de casualidad habían desocupado un apartamento en el mismo edificio y en el mismo piso donde ellos vivían, así que no dudé en decir que si. Aunque me ponía triste dejar a mi amiga debido a todo lo que estaba pasando a pesar de que estuviese mejor, pero ella misma me dijo que tenía que ocuparme de mi vida y de hacer lo que quisiera, ya que, anteriormente yo había expresado mi deseo de irme de Estados Unidos.
Sabía que ella tenía a Rom y Rina, también Jimin, que estarían ahí a su lado, por eso no me sentía tan culpable. Aún a la distancia yo estaría para cualquier cosa que necesitara. En el Orfanato no fuimos tan amigas, pero Max era una persona muy especial y el volvernos a ver fue muy significativo para ambas.
Ella había pasado por cosas muy fuertes y yo podía entenderla muy bien, por eso nos apoyamos mucho la una a la otra. Hace unos pocos meses se enteró de la muerte por sobredosis de Yoongi, la persona de quién estaba enamorada y eso la había destrozado por completo.
No me sorprendió tanto el hecho de que esos dos hubiesen tenido algún tipo de relación, porque yo recordaba verlos siempre juntos después de que ella lo defendiera en una pelea cuando estábamos en el Orfanato. Me causaba curiosidad como ella podía ser tan dulce con aquél niño a quien muchos le tenían miedo, incluyéndome, y me daba mucha más curiosidad ver que él simplemente la dejara estar a su alrededor cuando alejaba al resto. Crearon un lazo muy especial que nadie podía entender.
Lo que si me sorprendió es que el destino los juntara de nuevo, después de tantos años, pero que todo haya sido tan doloroso y que al final terminara de una manera muy trágica.
Esperaba que pudiera seguir con su vida, ella merecía ser muy feliz.
Salí en el piso correspondiente, recorrí el corredor buscando el número de mi puerta hasta que di con ella. Ingresé el código y abrí.
El lugar estaba a oscuras a excepción del terrario que tenía la luz fluorescente encendida. Jungkook me había hecho el favor de comprarlo, le había enviado todas las indicaciones para que mi bebé tuviese lo necesario y se sintiera cómoda.
Dejé mi maleta y mi bolso en el suelo, y avancé con el terrario en mi mano hasta el que sería el nuevo hogar de Coco.
Mi bebé era una pitón bola totalmente blanca de ojos azules; una belleza. La tenía desde su primer mes de vida.
Esta especie no era venenosa y no tenía un mal temperamento, en realidad eran muy tímidas. Su método de defensa era enrollarse como una bola, escondiendo así su cabeza, por eso el nombre. No solían enfrentarse a su amenaza, al contrario, huían.
El terrario estaba ubicado junto a la ventana sobre un mueble de madera, ella necesitaba la luz natural. Me aseguré que la manta térmica estuviese encendida, la cual se encontraba debajo del mismo. Jungkook me había dicho que la dejaría así antes de irse a clases.
Abrí la tapa y procedí a meter a mi bebé, viendo las plantas y los palos de madera que ella podía usar para pasar el rato, también el bol que debía llenar con agua el cual era necesario para mantener su piel húmeda de vez en cuando. Todo había quedado muy bien porque guié a Jungkook para que lo armara a través de una videollamada, fue muy considerado.
–Bienvenida a tu nuevo hogar, Coco.
Observé como exploraba todo con mucho cuidado, acostumbrándose. Dentro de un rato se escondería, suele estar más activa en la noche.
Cerré la tapa con el pequeño seguro y me di la vuelta para así ahora explorar mi nuevo hogar, ya lo había visto por fotos. El apartamento era perfecto para mí, no tan pequeño. Dos habitaciones, dos baños, la sala y la cocina al estilo abierto, dos sillones y una que otra decoración simple, al parecer al dueño le gustaba lo minimalista. También había un pequeño balcón que me daba una vista muy bonita de la ciudad desde el doceavo piso.
Recordé que tenía que buscar el resto de mis cosas, obviamente una maleta era muy poco para mí y más si se trataba de una mudanza. Como Jungkook y Taehyung habían ido recientemente a Nueva York a visitar a Max y a Jimin, les pedí que se trajeran algunas de mis cosas primero, ya que, ellos no llevaron mucho equipaje. Yo solo me había traído algo de ropa, zapatos, mis dispositivos tecnológicos, como mi laptop y mi tablet, y lo más importante mis máquinas de tatuar.
Salí del apartamento avanzando por el corredor viendo los números de las puertas, igual que hace un rato, hasta que di con la que pertenecía a la de los chicos. Ellos y yo estaríamos de extremo a extremo del corredor.
Toqué el timbre un par de veces, esperaba que Taehyung estuviese adentro. Su hermano me dijo que pasaría todo el día en casa porque no vería clases.
La puerta se abrió dejándome ver la cara del pelinegro y en seguida su expresión fue una de total molestia.
Idiota.
No es como que si verlo fuera una de las mejores cosas de mi día.
–Hola, vecino. –Saludé con falsa alegría.
–¿Qué haces aquí? –Se cruzó de brazos, recostándose del marco. ¿Esta era manera de recibir a su amiga querida del alma?
Por el espacio que había dejado pude notar una figura detrás de él, se trataba de una chica rubia.
¡Ups! Creo que interrumpí algo, pero me daba igual, mis cosas eran más importantes que interrumpir el polvo tan cutre que Tae le iba a ofrecer a esa pobre chica. En realidad le hice un favor.
–Acabo de llegar, genio, creí que lo sabrías.
–Pensé que llegabas la semana que viene. Jungkook no me dijo nada.
–Pues no. Vine por mis cosas, lamento interrumpir. –Sonreí falsamente porque no lamentaba una mierda y entré al apartamento como si fuera el mío e ignorando la queja del chico detrás de mi, encontrándome de frente con la rubia, quien me recorrió con la mirada de pies a cabeza acentuando una mueca de disgusto.
Tenía el cabello algo despeinado, el labial corrido y una de las tiras de su camiseta estaba caída, lo que me confirmó que si se estaban enrollando. La examiné como ella hacía conmigo y sólo una cosa me vino a la cabeza... ¿Por qué tanto rosa junto? Parecía haber sido sacada de Mean Girls, era la versión coreana de Regina George. No me sorprendía que estos fueran los gustos de Taehyung, típicas cabezas huecas a las que podía engatusar fácilmente sin mucho esfuerzo.
Digo, porque para hacerle caso a ese idiota debía tener un nivel intelectual muy por debajo del promedio.
–Iré por tus cosas. –El pelinegro se fue por el pasillo y yo decidí seguirlo, no sin antes guiñarle un ojo a la rubia.
Mmm... Debía admitir que era bonita, pero no mi tipo.
Vi una puerta abierta y entré viendo como Tae sacaba mis maletas que estaban adentro del clóset. Suponía que esta era la habitación de Jungkook por los monitores que abarcaban casi una pared entera y las luces de neón, esto era por completo la cueva de un gamer/friki como lo era él.
Y la verdad es que yo también hubiese querido tener algo así en Nueva York.
–Creo que no te agradecí por traer mis maletas. Gracias. –Hablé.
Él me echó un vistazo y sacó la última maleta, eran cuatro, cada uno había traído dos. Pero antes de que pudiera acercarme para agarrarlas él avanzó a grandes zancadas y se detuvo, de manera que las puntas de sus pies y las puntas de mis zapatos se tocaron. Tuve que alzar un poco más la cabeza por la diferencia de altura.
–¿Lo hiciste a propósito, verdad? –Inquirió, con el ceño fruncido.
Uy, que miedo.
–¿Qué? –Me hice la desentendida.
–No te hagas –sonrió, sin gracia–, debías suponer que revisarían las maletas.
–Oh... –Moví la cabeza en un gesto, falso, dándole a entender ya comprendía a qué se refería. –¿Entonces el guardia lo vió?
–¡No te hagas la que no sabías! –exclamó, indignado, y yo tuve que reprimir una carcajada. –Jungkook debió contarte.
–Bueno, yo no juzgaría si veo a un hombre con un vibrador en su maleta. –Alcé los hombros. –No todos somos tan cerrados como tú.
–Debí imaginar que buscarías la forma de joderme –mencionó con recelo– Acepté a traer tus cosas por Minny, porque de lo contrario no lo hubiese hecho.
–Ya –una risita se me escapó, pero traté de contenerme. Él no dejaba de mirarme con seriedad. –No creí que las revisarían. –Pero lo esperaba...
Él chasqueó la lengua y negó con la cabeza sin creer en mis palabras por supuesto.
Yo le había dicho a Jungkook que le diera a Tae la maleta morada para que la llevara la cual era más grande que las otras, éste, inocente, acató mi petición sin preguntar. A Tae le dió igual llevar esa o cualquiera.
Yo sabía que había una pequeña probabilidad de que las revisaran, no había empacado nada del otro mundo sólo ropa, zapatos y otras cosas que tenía en mi antiguo apartamento.
Jungkook me dijo que el pobre pasó el bochorno de su vida. Es que sólo imaginar su cara en el momento que abrió la maleta y se encontró de frente con la caja donde guardaba el vibrador, no sólo su cara, sino también la del guardia y de las personas alrededor, me daba mil años de vida.
–Relájate, Kim. No fue la gran cosa –hice un ademán con la mano restandole importancia al asunto. Sólo fue una bromita, pero no perdería oportunidad en un futuro de molestarlo con ello. –Ya me voy, que tienes algo que hacer. –Dije, refiriéndome a la chica que lo esperaba.
–Que considerada –sonrió, irónico. –¿No vas a revisar a ver si está todo? –Ya no parecía tan molesto.
–¿Metiste un ratón muerto en alguna de las maletas?
–Alcé una ceja.
–Tal vez. –Se echó a reír, pero no de una forma cínica o irónica, sino más bien divertida dándome a entender que sólo bromeaba para fastidiarme un poco por lo que le hice pasar.
O eso quería creer.
–Bueno, de ser así se lo daré a Coco cuando le toque alimentarse. –No pasé por alto el como se removió del asco y miedo. –¿No quieres saludarla?
–No.
–Ella te echa de menos.
–Y una mierda.
Reí.
Lo había molestado mucho con mi bebé cuando iba a Nueva York. Él creía que podría atacarlo o algo así, pero Coco estaba acostumbrada al contacto humano.
Agarré dos de las maletas pegandolas para así deslizarlas al mismo tiempo e iba hacer lo mismo con las otras dos pero Tae las agarró por mi, haciéndome una seña para que saliera de la habitación.
En la sala, la chica se encontraba colocándose un abrigo. ¿Adivinan de que color?
No tenía nada en contra del rosa, yo tenía algunas prendas de eso color dentro del mar de ropa que poseía de tonalidades oscuras, pero usarlo a ese extremo en un solo outfit, era demasiado.
Parecía apurada, entonces reparó en nosotros y me ignoró centrándose en Tae directamente.
–Tengo que irme. A mi mejor amiga, Yerim, se le presentó una emergencia. –Su tono de voz chillón me hizo pensar, de pronto, que era de las que gritaba como cabra loca mientras follaba.
–Seguro no puede decidir que tinte para el cabello comprar. –Dije, ganándome una mirada asesina de ambos.
¿Qué? Eso me ha pasado.
Tae se acercó a la chica se besaron brevemente, mientras yo como idiota los veía. Ella avanzó hasta la puerta, no sin antes mirarme despectivamente de nuevo. Se notaba que su excusa para irse era mentira, pero no se lo diría al pelinegro, quizá se dio cuenta también.
–Gracias por interrumpir. –Tae se giró hacia mi con el ceño fruncido, cuando la chica abandonó el lugar.
Recorté la distancia empujando mis maletas hasta quedar frente a él y muy cerca de la puerta.
–No me agradezcas, muñequito. Fue un placer. –Sonreí, con cinismo sin dejar de mirarlo a los ojos y salí cuando se apartó de mi camino.
Escuché el portazo detrás de mi, pero aún así la sonrisa no abandonaba mi rostro.
~~~~~~~~~~~~~~
*Hani en multimedia*
Me encantaría saber que opinan de este primer capítulo^^ 💕
Estoy muy emocionada por este nuevo proyecto:')
Gracias por todo su apoyo. LXS AMOOOO!💜
Coco:
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top