trece. ii
Stileto, Kendyle Paige - Cravin.
Salí del ascensor y mi mirada viajó rápidamente hacia la puerta del apartamento del otro extremo del corredor, antes de comenzar a caminar de forma apresurada para entrar en el mío.
Tenía tres días actuando como si viviese alguna especie de paranoia y era porque estaba tratando de evitar a Taehyung a toda costa.
Hice algo malo.
Malo para mí, claro está.
¿Mi desagrado hacia Kim Taehyung podía convertirse en deseo? Eso era lo que me negaba a aceptar en los últimos días, pero ya era inútil seguir haciéndolo. Debía admitir que algo me sucedía con ese idiota bueno para nada y por eso tomé la malísima decisión de enviarle una foto íntima.
Esa noche llegué de comer pollo frito con Jungkook y, cuando me desvestí, me encantó verme de nuevo en el espejo con el conjunto que había comprado días atrás, esa sensación de sentirme bonita y sexy no pasaba hace un tiempo atrás, antes no me gustaba verme al espejo porque recordaba lo que ocurrió pero ahora era diferente y por eso lo celebraba tomándome fotos, en mi galería tenía muchas fotos de ese estilo y la mayoría no las compartía con nadie, me las quedaba para mí. Me tomé varias fotos y cuando las estaba revisando vino Taehyung a mi mente, y surgió este pensamiento de que como ya me había visto con el vestido que me regaló, entonces sería buena idea que viera lo que había debajo. Buena idea. Claro. Fue un impulso estúpido, cosa de un segundo y cuando me di cuenta ya lo había enviado.
Fue inútil eliminar el mensaje porque lo abrió en ese mismo momento.
¿Qué si era consciente de que Hye estaba con él y pudo darse cuenta de la foto que recibió? Si, era consciente de eso, pero sinceramente era la menor de mis preocupaciones.
No recibí respuesta, aunque tampoco esperaba una y es que seguramente había sido confuso para él porque fue algo de la nada. Aunque al parecer no se lo había contado a Jungkook, porque éste no me había dicho nada al respecto.
No podía evitarlo para siempre y la suerte de no haberlo visto podía acabarse, aunque si Taehyung se caía de las escaleras y perdía la memoria sería de gran ayuda para mí.
Al menos había pasado un día más de no cruzármelo de forma exitosa.
Justo después de que terminé de ducharme y hacer mi rutina de skincare, estaba buscando alguna camisa para ponerme y acostarme, pero mi celular comenzó a sonar con una llamada de Jungkook así que contesté.
–Dime.
–Necesito que me ayudes.
–¿Ahora que hiciste?
–Nada –rió– ¿Sabes preparar pasteles?
Su pregunta me pareció extraña, pero, vamos, estábamos hablando de Jeon Jungkook. ¿Para que otra cosa podría llamarme a las diez de la noche? Para preguntarme si sabía hacer un pastel, obvio.
–Eh... Si. ¿Por qué?
–Mañana es el cumpleaños de Sunho y quiero regalarle un pastel antes de que se vaya a la escuela, se lo prometí a Misuk noona. A ella no se le da muy bien eso de la repostería.
–Igual que cortar cabello. –Reímos.
–¿Puedes venir a ayudarme? Creo que tengo todo lo necesario.
Ir significaba ver a Taehyung, cosa que evidentemente no quería.
–Jungkook para eso existe el internet, busca un tutorial y ya está. Sigue el ejemplo de Misuk.
–Por favor, Niki –insistió, en un pequeño lloriqueo– No está Tae. –Añadió, sabiendo que me negaba por eso.
–Vale, deja me visto. –Corté la llamada.
Me puse unas bragas y un vestido de algodón que usaba como pijama, me recogí el cabello en un rodete alto y desordenado.
Antes de salir agarré la pequeña caja de cartón que había guardado en el refrigerador, después del trabajo pasé por una cafetería porque se me antojó una malteada, también compré un pedazo de pastel pero la porción fue muy grande para mi y no lo terminé así que decidí guardar la mitad, se lo regalaría a Jungkook.
Al entrar al apartamento seguida del pelinegro, vi que en la barra habían varios implementos para hacer un pastel, moldes, una batidora eléctrica, tazas para medir los ingredientes y otras cosas más.
–¿Todo esto lo tenías aquí?
–No, me lo prestó noona. Lo compró para hacerle postres a los niños pero sólo lo ha intentado un par de veces, dice que prefiere comprarlos.
–Al menos es consciente de que los puede envenenar. –Soltó una risa, dándome la razón.
Dejé la caja con el pedazo de pastel sobre la barra junto a algunos ingredientes que Jungkook ya tenía allí.
–¿Y eso? ¿Es para mí? –Señaló la caja.
–Si, pasé por una cafetería y no terminé de comer el pastel que pedí.
–Qué linda, gracias.
–No es nada, prefiero que te lo comas tu porque de seguro iba a durar meses en mi refri. –Me encogí de hombros. –Bien –junté mis manos, mirándolo–. ¿Qué le gusta al mocoso?
–Sólo le gusta el cheesecake con melocotón y fresas arriba.
–Qué mocoso tan exigente. –Sonrió.
–¿Lo sabes hacer?
–Nunca he hecho uno de esos, pero puedo seguir la receta. ¿Tienes todos los ingredientes?
–Si, los compré hace un rato.
Buscamos la receta la cual se veía fácil, así que esperaba que todo saliera bien y mis conocimientos adquiridos por ver programas de cocina sirvieran de algo.
Revisamos los ingredientes que Jungkook había comprado y notamos que faltaba la crema de leche, por lo que él salió a comprarla mientras yo me quedé haciendo la base de galletas y cortando las frutas para así adelantar.
El sonido del cuchillo chocar contra la tabla al picar los melocotones en almíbar era lo único que se escuchaba en el apartamento. Hasta que el ruido de una puerta me alertó, porque no era la principal.
Maldito Jungkook, me mintió.
Ni siquiera pude huir porque ya tenía a Taehyung frente a mi, nos separaba la barra de la cocina. Tenía puesta una camisa y un pantalón de algodón, en su cabeza llevaba una bandana la cual sujetaba su cabello hacia atrás por lo que sus gruesas y oscuras cejas resaltaban aún más en su rostro. En su expresión podía leer que no se esperaba verme aquí y creo que la mía era de tragedia, aunque traté de recomponerme y seguir con lo que estaba haciendo.
–¿Viniste para ayudar a Jungkook con el pastel de Sunho?
–¿No ves? –Respondí, cortante, sin mirarlo.
Él no dijo nada por mi mala manera de contestarle y por el rabillo del ojo vi como rodeó la barra, curioseó entre las cosas que habían allí y hasta abrió la caja donde estaba el pedazo de pastel que Jungkook olvidó guardar.
–¿Y esto?
–Se lo traje a Jungkook.
Volvió a cerrar la caja y desapareció de mi campo de visión para ir hasta el refrigerador.
La incomodidad me carcomía entera al tenerlo cerca.
–¿Dónde está, por cierto? –No podía ver que era lo que estaba haciendo pero si podía sentir sus ojos en mi espalda.
–Salió a comprar algo. –Me limité a decir, tomando otro pedazo de melocotón del envase y comenzando a cortarlo.
Transcurrieron algunos tensos segundos hasta que volvió a hablar.
–Necesito una explicación.
Me quedé callada, y la tensión en el ambiente aumentó.
–Hani.
–¿Qué?
–Sabes de lo que estoy hablando.
Cerré los ojos y exhalé sonoramente, soltando el cuchillo pero sin girarme.
–Esa foto no era para ti.
–¿Para quién, entonces?
–Chanie. –Mentí.
–¿Crees que soy idiota?
–Pues...
–Es imposible que te hayas equivocado.
–Estoy teniendo problemas de la vista.
Esperaba que se tragara mi súper creíble y para nada estúpida excusa, pero supe que mi intento fue en vano al escuchar su risa irónica. Así que me di la vuelta dándome cuenta que lo tenía muy cerca y ante esto, recortó aún más la distancia entre nosotros. Apoyando sus manos en la barra, a ambos lados de mi cuerpo, encerrándome.
Tragué fuerte, temí que de alguna manera él pudiese escuchar el latido acelerado de mi corazón.
–¿Por qué no dices la verdad? –Ladeó su cabeza, escrutando todo mi rostro con sus intensos ojos, sus facciones transformadas en una seriedad intimidante.
Y no me gustaba eso.
Me sentía intimidada y no me gustaba en lo absoluto porque estaba acostumbrada a que fuera al revés.
–¿Qué verdad? –Me aclaré la garganta, tratando de fingir que su cercanía, sus palabras, todo él no me tenía afectada.
–Que quieres algo de mi. –Alternó su mirada de mis labios a mis ojos.
Maldición.
Reí, haciéndole ver que sus palabras me habían parecido totalmente absurdas, a pesar de que por dentro tenía un tornado de emociones y que había sido una risa nerviosa más que otra cosa.
–No quiero nada de ti. –Intenté sonar firme.
Intenté.
–¿Quieres tenerme de rodillas justo ahora? ¿Eso quieres? Porque a mí me encantaría. –Finalizó con un tinte lujurioso en su voz, la sombra de una sonrisa adornando sus labios y su mirada cambiando completamente.
Mi estómago se contrajo.
¿Él se refería a...? ¿Qué clase de demonio perverso había poseído a Taehyung?
Realmente no daba crédito a que fuera la misma persona quien me estuviese observando y hablando de esa manera tan sugerente.
Pero me gustó.
Maldición, si que lo hizo.
Sus palabras habían encendido una llama en mi que recorrió cada terminación nerviosa de mi cuerpo.
Él seguía observándome a la espera de alguna respuesta de mi parte con ese brillo intenso, deseoso, retador en sus orbes oscuros, y con una postura hasta arrogante porque, él lo sabía, sabía que logró descolocarme por completo y sinceramente no estaba haciendo ningún esfuerzo en ocultarlo. Me relamí los labios pensando en las infinitas posibilidades de lo que podría suceder a continuación.
A la mierda todo. Preferí dejarme llevar porque lo que estaba sintiendo.
Sonreí. Y para él fue como una señal porque su rostro se acercó mucho más al mío, tan cerca que nuestras respiraciones chocaban y yo me embriagué con el olor a vainilla de su cálido aliento. Al parecer había estado fumando. Su mano derecha ahuecó mi cara en ella y con su pulgar acarició mi mejilla suavemente lo que provocó un estremecimiento de mi parte ante tal contacto. Rozó la punta de su nariz con la mía y su pulgar delineó mi labio inferior con lentitud.
–No me beses. Al menos no en la boca. –Susurré.
–Bien. –Sus labios se posaron casi en la comisura de los míos, por un segundo creí que me besaría en la boca de igual manera a pesar de lo que le había dicho.
Comenzó a repartir pequeños besos por mi mejilla, mientras su cuerpo se presionaba contra mi por lo que pude sentir un bulto duro y recordé lo que ocurrió en la fiesta de disfraces. Demonios, eso subió aún más la temperatura porque ahora era él quien estaba dispuesto a complacerme. Siguió hasta la zona bajo mi oreja mientras me sujetaba por la cintura y comenzó a bajar sus besos húmedos por mi cuello por lo que me permití cerrar los ojos disfrutando de como lamía y chupaba la zona. Sólo con eso ya me estaba mojando y no lo podía creer.
Mis manos habían caído de forma inconsciente hasta el borde de su camisa, arrugando la tela ante la tensión y para canalizar un poco las sensaciones que me invadían. Sentía que algo estaba a punto de hacer erupción y en lo más profundo de mi ser comenzaba a crecer unas ansias aplastantes por lo que pasaría.
Quedó nuevamente frente a mi rostro.
–Dilo. –Pronunció con su voz más grave de lo usual, casi rozando sus labios con los míos. Me estaba provocando. –Quiero escucharte decirlo.
La excitación bloqueó la confusión ante sus palabras, al sentir su mano apretar uno de mis pechos, arrancándome un jadeo. Lo masajeó a su antojo por sobre la fina tela de mi vestido.
A pesar de eso logré captar lo que quería.
Abrí los ojos, clavándolos directamente en los suyos.
–Quiero tenerte de rodillas. Ahora. –Expresé con firmeza, y fue extraño que mi voz no flaqueara por la desesperación que comenzaba a apoderarse de mi.
Una sonrisa muy oscura y sensual adornó sus labios, haciéndome tragar fuerte, entonces se arrodilló frente a mi, posó sus manos en mis muslos y sentí un cosquilleo asentándose en mi bajo vientre. Mi respiración se volvió pesada y remojé nuevamente mis labios, queriendo decirle que se apurara porque quería sentirlo. Rápidamente subió mi vestido por lo que mis bragas quedaron expuestas, su mirada conectó con la mía, esa sonrisita suya que me ponía a mil se hizo más grande al darse cuenta como se transparentaba la tela debido a mi excitación, podía sentir mi propia humedad desbordarse. Acarició mis muslos con delicadeza y sentí su aliento en mi ombligo, luego el roce de sus labios en mi vientre.
Su intención era incrementar la anticipación en mi, cosa que estaba logrando. Al mismo tiempo me sentía muy cómoda con él, como si no fuera la primera vez que hacíamos esto.
Era una sensación tremenda y abrumadora. Había algo en su acciones tan precisas y seguras que me fascinaba.
Jadeé y mi cuerpo tembló al sentir sus labios presionar un segundo contra esa zona aún cubierta. Acto seguido me bajó las bragas de un tirón, despojándome por completo de ellas y alzó mi pierna izquierda haciendo que la doblara un poco, apoyándola contra la banqueta que estaba junto a nosotros, por lo que quedé suficientemente abierta para él. Su mano se mantuvo en la parte interna de mi muslo, sosteniéndome con firmeza y no pasé por alto el destello en sus ojos al poder observar sin nada de por medio como chorreaba por su culpa.
Sabía jugar bien sus cartas, sólo faltaba ver si podía completar la partida.
–Por favor...
Eso fue inconsciente.
Estaba jugando con mi cordura, y es que ver su cara tan cerca de mi entrepierna me tenía increíblemente extasiada.
–¿Me estás rogando? –Sentí su aliento cálido contra la piel interna de mi muslo, haciéndome cosquillas.
Él iba lento como si tuviera todo el tiempo del mundo, lo cual me gustaba y desesperaba en partes iguales. Jungkook podría llegar en cualquier momento y... Joder, pensar en eso me ponía muchísimo.
–Empieza, imbe-... ¡Ah! –Me vi interrumpida por un gemido involuntario que salió desde mi garganta al sentir toda su lengua en mi húmeda hendidura, mi cabeza cayó hacia atrás.
Sólo fue como una pequeña pero intensa probada.
–No puedes ni imaginar lo que estoy disfrutando el tenerte así, quisiera tomarme mi tiempo pero no tenemos mucho. –Su voz grave taladró en mis oídos, mojándome aún más.
–Tae...
Mordí mi labio y me sostuve con mis palmas abiertas contra la barra, cuando su mano se adhirió a una de mis nalgas mientras la otra, situada en mi muslo, aún me mantenía abierta y lamió con tanta lentitud entre mis pliegues trazando el camino directo a mi clítoris el cual presionó y succionó con ganas, no teniendo piedad. Comenzó con su trabajo, comiéndome como si degustara el más exquisito postre y del que no iba a tener otra oportunidad de probar.
Estaba siendo tan letal que mi garganta se deshacía en gemidos continuos.
–Así. –Jadeé.
Terminé sosteniendo su cabeza con una mano, mis dedos situados entre los mechones de su cabello porque no quería que se separara en ningún momento, lo estaba haciendo increíble. Ante esto sus dedos apretaron aún más mi carne y el ritmo de su boca se mantuvo, empujándome poco a poco a la cima.
El sonido húmedo que provocaba su boca contra mi sexo más los movimientos de su ávida lengua, eran la puta gloria para mí.
Yo intentaba contenerme un poco en mis gemidos porque la parte orgullosa de mi se negaba a hacerle saber lo bien que lo estaba haciendo, pero era casi imposible además que Tae parecía dispuesto a hacerme gritar y que no me contuviera por nada al succionar deliciosamente mis pliegues, mi clítoris, a la vez que jugaba con la intensidad del ritmo de su lengua. Sentí el muy leve roce de sus dientes en mi punto sensible y eso ocasionó que me retorciera aún más, y que la pierna que tenía apoyada contra el suelo perdiera un poco de fuerza pero él me mantuvo quieta contra el mesón.
Enderecé un poco la cabeza para mirarlo y me encontré con que tenía su vista fija en mi, observando como me retorcía gracias a su experta boca.
Tragué saliva, relamiéndome los labios. Sentía la garganta seca.
–Si... Me encanta. –Suspiré en medio de una sonrisa, cayendo completamente inmersa en el placer que hasta las palabras salían solas.
Sentí un dedo en mi entrada mientras sus labios y su lengua se encargaban de mi clítoris, me mordí el labio inferior con fuerza porque estaba empujándome al borde del éxtasis y él, quizá, ya se había dado cuenta.
–Dámelo, Hani.
Se había separado un poco para decir aquello y luego volvió a hundir su lengua entre mis pliegues. Todo mi cuerpo vibraba ante las sensaciones tan maravillosas que calentaban mi sangre y que me derretían entera.
El nudo que se había formado en mi vientre estaba a punto de desatarse y sólo bastó que volviera a succionar mi clítoris para que el orgasmo llegara a mi como un choque de alto voltaje, mis grititos ahogados se hicieron presentes al ser arrastrada por aquella oleada de placer que me arropó y nubló mis sentidos. Él evitó que terminara cayendo al suelo, sujetándome con fuerza.
Eso había sido magnífico.
La sensación fue desvaneciéndose poco a poco hasta que sólo quedó mi respiración desastrosa y mi corazón latiendo acelerado. Tae no se separó hasta recoger todos mis jugos con su lengua, gemí por la sensibilidad al sentir una última lamida en mi sexo palpitante.
Ahora tenía mis dos pies apoyados en el piso y él se había puesto de pie nuevamente, sólo pude fijarme que sus labios hasta su barbilla brillaban por el resultado de mi corrida y me invadieron unas ganas enormes de besarlo, de probarme en él. Al parecer pensó lo mismo porque se inclinó hacia mi.
Pero el ruido de la puerta siendo abierta nos sorprendió; bueno, más a mí que a él porque me quedé petrificada, en cambio, Tae, en un movimiento ágil me acomodó el vestido, aunque no vi mis bragas por ningún lado o siquiera que él las tuviera, hice un rápido barrido visual por la cocina y noté que no se encontraban en el suelo tampoco. Me giró para quedar viendo hacia la tabla con las frutas, como estaba antes. Todo esto en cuestión de un par de segundos, y yo me dejé hacer como si fuera una muñeca.
–Aquí está la crema, Nini.
Escuché como sacudía la bolsa pero ni pude dirigir mi mirada hacia Jungkook porque todavía me estaba recuperando del reciente orgasmo, seguía caliente, sin bragas y aún asimilando que Taehyung me había regalado unos excelentes minutos de placer. No creí que pudiese ser tan bueno dando un oral y no sólo con el acto en sí, sino como me estimuló de la manera en que lo hizo.
Quién lo diría, con esa cara que cargaba a veces de que no sabía en qué tiempo y espacio se ubicaba.
Tomé el cuchillo entre mis dedos temblorosos e intenté concentrarme en seguir cortando los melocotones.
–Kook ya probé el pastel que trajo Hani. –Me congelé al escuchar esas palabras, captando en seguida el doble sentido que utilizó combinado con la burla.
Taehyung estaba parado a mi lado, a unos pocos centímetros de distancia y por el rabillo del ojo pude ver que en su mano sostenía una servilleta, de seguro la usó para secarse por haber... Maldición, no pienses en eso.
–Eso era para mí. –Se quejó su hermano.
Ay, Jungkook, no sabes lo que dices.
Me sentí sofocada y con la sangre comenzando a acumularse en mis mejillas. Tomé una bocanada de aire porque tenía calmarme, sino Jungkook notaría que algo había pasado.
–Hani –llamó mi atención y yo lo miré tratando de que mi expresión fuera la más relajada posible– ¿por qué dejaste que lo probara?
Maldición, Jungkook, déjalo estar porque no se refiere al puto pastel; quise gritarle eso pero sólo me limité a alzar los hombros y centrarme nuevamente en cortar los melocotones.
–Lo siento, Kook, es que no me pude aguantar. Está delicioso.
El sonido seco del filo del cuchillo chocar contra la tabla de madera al traspasar el melocotón provocó que dos pares de ojos se clavaran en mi. Inhalé profundamente, apretando el mango del cuchillo en mi mano sin dirigir mis ojos hacia ellos, que sabía que uno me miraba con curiosidad y el otro, probablemente, con diversión debido a mis acciones desordenadas por consecuencia de todo lo que había pasado.
No podía seguir aquí, necesitaba un momento.
Dejé el cuchillo sobre la barra y pasé por detrás de Taehyung, saliendo de la cocina. Mi piernas temblaban ligeramente y también me sentía incómoda por no llevar bragas, además de la humedad que se deslizaba entre mis muslos.
–Eh... voy un momento al apartamento. –Apenas dirigí mi vista hacia Jungkook, quien me miraba con el ceño fruncido por mi actuar y seguí mi camino en dirección a la puerta.
–¿Qué pasó? –me detuvo, tomándome de la muñeca, haciendo que me diera vuelta. Inspeccionó todo mi rostro con sus grandes ojos, para luego llevar sus manos a ambos lados de mi cara. –Estás un poco caliente, ¿te sientes bien? –Preguntó, preocupado.
Oh, mierda.
Miré detrás de él, hacia Taehyung que se mantenía en el mismo lugar y que había agarrado una fresa, sonrió de una forma muy inocente mientras la mordía pero en sus ojos pude leer la malicia del acto.
Tenía que parar.
–Si, si... –titubeé, volviendo mi atención en Jungkook, tragando fuerte– No te preocupes. Sólo tengo que... ver a Coco, la dejé alimentándose –mentira–. Ya vuelvo.
Antes de que pudiese decir algo más o hacerme más preguntas salí de aquél lugar y fue como si finalmente pudiese obtener oxígeno porque sentía que me estaba ahogando allí adentro.
Casi troté hasta mi puerta e introduje la clave, entré y cerré apoyándome en ella haciendo respiraciones controladas.
¿Qué mierda hiciste, Hani? O mejor dicho... ¿Qué mierda dejaste que te hiciera Taehyung?
Me dirigí hacia el terrario de Coco y abrí la tapa metiendo mi mano derecha, ella estaba escondida.
–Muérdeme –le pedí sabiendo que lo estaba haciendo ni tenía sentido–. Fui una verdadera idiota, Coco.
Disfruté lo que pasó pero ahora caía en cuenta de que, seguramente, Taehyung se regodearía al creer que tenía algún tipo de poder sobre mi porque ya no se trataba sólo de que yo lo hubiese "seducido", sentía como si me hubiese ganado en mi propio juego.
Fui al baño, me limpié y me mojé la cara hasta que mi temperatura corporal se normalizó. Busqué unas bragas nuevas porque tampoco le iba a preguntar a Taehyung donde había dejado las que me quitó.
No pude dejar tirado a Jungkook con el pastel, así que volví con él siendo consciente que tendría a Taehyung cerca, pero por fortuna no salió más de su habitación. Kookie me confesó que mintió con respecto a la presencia de su hermano en el apartamento porque pensó que no saldría, ya que, cuando estudiaba se encerraba por horas.
Y, por supuesto, no se le escaparon los detalles de mi actitud tan extraña pero le dije que Taehyung y yo habíamos discutido de nuevo por el asunto de que me tiró el trago en el bar. Al menos creyó en mi mentira, o eso me pareció.
Me fui a la cama horas después con un montón de cosas en la cabeza, una de esas era el misterio de dónde estaban mis bragas.
Cerré la puerta y justo, él, estaba llamando al elevador, suspiré y seguí caminando, no me iba a devolver porque ya me había visto.
Casi ni nos miramos en los pocos segundos que esperamos que las puertas se abrieran. Una mujer que vivía en el piso de arriba estaba allí y ambos saludamos con una leve reverencia al subirnos. Mantuve mi vista hacia el frente en todo el descenso.
Al llegar al lobby dejé que la mujer saliera primero y cuando planeaba hacer lo mismo, sentí unos dedos rodear mi muñeca y vi con sorpresa como las puertas metálicas se cerraban frente a mi.
Me giré violentamente hacia Taehyung, que estaba de lo más tranquilo, y me solté de su agarre de mala gana.
–¡¿Qué mierd-...?!
–Ya sé cuales son tus intenciones. –Me cortó, observándome con seriedad.
Tragué fuerte porque vino a mi mente el sueño que tuve hace unas horas donde ambos éramos los protagonistas. Había soñado que me desnudaba para él y no fue a más porque mi alarma me despertó, tenía la respiración agitada y por un segundo pensé en masturbarme por la calentura que me causó dicho sueño pero me obligué a no sucumbir ante mis necesidades. Claramente lo que había pasado la noche anterior seguía muy presente en mi.
Al ver que me quedé callada, continuó: –Esa es tu venganza, ¿no? Por lo que pasó en el bar –se cruzó de brazos– ¿Creer que puedes jugar conmigo y tenerme comiendo de tu mano?
Bueno, te tuve comiendo otra cosa... Ok, ese no era el punto.
Decidí seguirle la corriente aún si sus suposiciones fueran totalmente erradas, porque no quería tenerlo cerca ahora.
–Me descubriste. –Sonreí, cínica.
Él me dio una sonrisa de labios cerrados con un tinte altanero y se inclinó un poco hacia mi, acercando su rostro a centímetros del mío.
–Anoche te demostré que es al revés.
Presionó el botón del panel y las puertas se abrieron de nuevo, salió dejándome con la palabra en la boca y con el enojo creciendo dentro de mi.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
Omgggg!!!👀🔥
¿Qué tal el capi? ¿Se imaginaron algo así? Lxs leo^^
Gracias por leer💜
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top