extra. iv
GSoul - Everytime.
Hani
La imagen de una madre con su hija pequeña capturó mi atención, así que me quedé mirando como la mujer ayudaba a la pequeña de unos siete u ocho años a cruzar el arroyo que atravesaba todo el parque, ella daba pequeños saltitos sobre las piedras, agarrada de la mano de su madre y esta al estar cerca del otro lado la soltó y se adelantó esperando que la pequeña hiciera lo mismo. La niña pasó de una piedra a otra y al final la mujer la recibió con los brazos abiertos felicitándola por su hazaña.
Ver eso me hizo recordar los años anteriores a mi adopción; mi madre y yo íbamos al parque cerca de casa, ella me veía jugar por horas o si el parque estaba vacío jugaba conmigo. Ella siempre me recibía con los brazos abiertos... Aunque en algún punto eso cambió.
Miré al frente donde Tae se acercaba con nuestras bebidas, traté de recomponerme y que no se diera cuenta que me había dejado llevar por los recuerdos.
Le sonreí aceptando el vaso con el té helado que le pedí.
–¿En que pensabas?
–En lo bonito que te luce el magenta. –Deslicé un dedo por la solapa de su blazer, él entrecerró los ojos con sospecha– ¿Vas a decir que nunca te doy halagos? –Inquirí ofendida.
–No es eso... –me regaló una sonrisa pequeña olvidando el asunto– ¿Ya pensaste cual sería un buen regalo para Sara?
–Mmm, peluches y ropa. Ella ama los peluches y una bebé en crecimiento siempre necesita ropa.
–Buena idea, vamos entonces. –Tomó mi mano. Fuimos hasta el centro comercial que quedaba al cruzar la calle y entramos a la primera tienda de ropa para niños que vimos.
Habían demasiadas prendas muy bonitas y del estilo que Misuk solía vestir a Sarang, era muy difícil elegir que llevar por lo que decidimos separarnos y que cada quien escogiera según sus gustos.
La tienda era de dos pisos y había mucha variedad. Después de un rato vi como una de las vendedoras fue detrás de Taehyung y le informaba sobre algunas ofertas y cupones que ofrecían, él le respondía cordialmente, evidentemente la chica tenía otras intenciones porque no dejaba de verlo con cara de enamorada. Me causó gracia el hecho de que no dejara de peinarse el mismo mechón de cabello detrás de la oreja, supongo que en un intento de resaltar su belleza.
Yo entré a otro pasillo porque vi unos enterizos que me llamaron la atención y después de escoger un par, volví al pasillo donde estaba Tae para salvarlo porque ya no hallaba la manera de dejarle en claro a la chica que no estaba interesado, ya le había hecho saber de la forma más educada que no necesitaba su ayuda, pero ella seguía insistiendo en mantener una conversación.
–¿Y cuantos años va a cumplir la bebé?
–Dos años, nuestra pequeña va creciendo muy rápido. –Dije, colocando los enterizos en la canasta que cargaba Tae. Él ahogó una risa por mis palabras tan llenas de ironía, aunque pasó desapercibida por la chica porque su semblante cambió por completo.
–Oh, pensé que se trataba de alguna sobrina... –Expresó con evidente decepción detrás de esa falsa sonrisa. El pelinegro y yo intercambiamos miradas, él parecía estar un poco en shock por esas palabras.
¿Acaso ya se imaginaba casada y con hijos junto a mi novio?
Era normal que algunas personas pensaran que Tae y yo no teníamos ningún tipo de relación sentimental, ya había perdido la cuenta de los comentarios que hemos escuchado al respecto. Siempre pensaban que éramos familia o amigos a la primera, hasta que veían nuestras muestras de afecto. Supuse que ella no se dio cuenta que entramos a la tienda tomados de manos, o quizá sí, y simplemente no le importó.
Finalmente la chica cerró el pico, desistiendo en su intento de llamar la atención de Taehyung y se centró en sus asuntos, dejándonos solos.
Creo que nos emocionamos un poco, porque terminamos con un montón de bolsas llenas de ropa de diferentes tallas para que Sara no la perdiera tan rápido, zapatos también. La gama de colores que yo escogí fue tan diferente a la de Tae, que resultaba gracioso, pero debía admitir que la ropa tan pequeñita me causaba mucha ternura.
Luego fuimos a una jugueteria y le compramos tres peluches y una muñeca, además de un par de juegos interactivos. También aprovechamos en comprar varios juguetes para Taeri, ya que iríamos a visitarla pronto.
–Oh, no, no, vas a conducir tú. –Tae me tomó por los hombros cuando, después de guardar todo en los asientos traseros del auto, pretendiera ir hacia el lado del copiloto.
–Honey... –Suspiré, rindiéndome. No me gustaba tanto conducir autos porque el tráfico en la ciudad era de muerte, pero ahora tenía uno así que debía darle uso.
Hace una semana me desperté con la noticia de que Irina y Bill me habían comprado un auto como regalo muuuy atrasado de graduación, claramente era una excusa; me lo dieron solo porque les dio la gana. No pude negarme porque al no ser las personas más cariñosas del mundo en cuanto al contacto físico o a verbalizarlo, su forma de mostrar amor era regalando cosas. Obviamente seguíamos trabajando en ser más abiertos en expresar nuestros sentimientos y pensamientos, tanto yo como hija y ellos como padres.
Además, ¿quien no se sentiría agradecido por tener un Mercedes sin haber gastado ni un centavo?
–A esta hora el tráfico es infernal. –Encendí el motor, mientras Tae revisaba su cinturón de seguridad por tercera vez.
–Esta es apenas la segunda vez que lo conduces. No te quejes tanto –me dio una palmadita en el muslo– Igual te ves como una diosa. Muy sexy.
Lo miré, sonriente.
–Sé que te calienta verme en cualquier vehículo. Hasta se te pararía con solo verme conducir un tractor...
–¡Love...! Por todos los ángeles del cielo. –Soltó una risotada con sus mejillas encendidas.
Jungkook casi lloró de emoción cuando me vio llegar en el auto, al igual que Taehyung, quien ya estaba al tanto del regalo. Dijo que debía disfrutarlo, porque, aunque no me quejaba, me sentía un poco incómoda al ya estar acostumbrada a obtener mis cosas por mis propios medios. Nunca me aproveché del dinero de mis padres a no ser para comprar cigarrillos y alcohol cuando estaba en el instituto.
–¡Naaani! –Sara corrió hacia mi en cuanto entramos al apartamento de Misuk, me agaché para recibirla entre mis brazos– Nani, Nani... Hola. –Movía sus piecitos de emoción con un dedo metido en su boca.
–Hola princesita, estás muy bonita –apreté sus mejillas y ella rió mostrándome su vestido blanco con estampado de corazones rojos. –Qué hermoso, me gusta.
–Ahora que estás tú aquí Sara me va a ignorar por completo. –Se quejó Jungkook, exagerando como siempre.
–A todos, a mi ni me ha visto. –Le siguió Tae y fue entonces que la pequeña lo saludó.
Aproveché para darle a Misuk el pastel que había horneado más temprano, mientras él le mostraba a Sara los regalos. Los peluches los habíamos mandado a meter en cajas y luego a envolver en papel de regalo.
–¿Te gustan, Sara? –Ella se sentó sobre mis piernas mientras que Tae y Sunho le ayudaban a abrir las cajas.
–¡Sí! ¡Mucho, mucho...! –Chilló, abrazando al oso con faldita rosa haciéndonos reír de ternura.
Aún faltaba mostrarle la ropa, pero creo que no le iba a importar tanto como sus nuevos juguetes.
Sarang estaba cumpliendo dos años y no iba a mentir, ver a la mocosa crecer me ponía algo nostálgica. Ella era una niña muy dulce e inteligente, afortunadamente estaba rodeada de mucho amor.
Taehyung
–¿En donde se metió Hani?
–No sé, dijo que iría a buscar algo. –Respondió Misuk cortando uno de los pasteles para guardarlo en un contenedor de vidrio.
Ya habíamos cantado cumpleaños, también nos tomamos muchas fotos con Sara, comimos pastel y terminamos de abrir los regalos que recibió de parte de algunos familiares y compañeros de Misuk. Ni me di cuenta del momento en que desapareció.
Dejé a Sara con Jungkook porque ya se estaba quedando dormida y salí en busca de Hani, supuse que estaría en el apartamento así que me dirigí hasta allí y al entrar la vi en el balcón abrazando a Cotton.
–Love... –Me acerqué a ella y me di cuenta que estaba llorando, cosa que me preocupó. –¿Qué ocurre?
Dejó ir a Cotton, quien se acostó en su hamaca como suele hacer, y volteó a mirarme secándose las lágrimas, luego se pegó a mi abrazándome muy fuerte, acaricié su espalda por algunos segundos.
–Es algo tonto... –Sorbió por la nariz.
–Te escucho. –Acaricié su mejilla y tomé su mano.
–Es que... –desvió la mirada hacia el piso– Aunque Sara no recuerde este cumpleaños va a poder buscar las fotos y verá que Misuk siempre estuvo a su lado. Cuando pienso en mi madre... en mi mamá biológica, me aterra que en algún momento se borre su rostro de mis recuerdos... –su voz se cortó y comenzó a sollozar tapándose la cara con las manos, así que la atraje contra mi pecho– N-No tengo nada... nada que pueda reavivar esos recuerdos...
–Cariño, ella seguirá visitándote en sueños, esos recuerdos no se irán. –Murmuré con el corazón pesado, aunque no se podía comparar a lo que ella podría estar sintiendo.
Ella soñaba con su madre constantemente y siempre me lo comentaba con una sonrisa, pero sus ojos se teñían con tristeza cada vez porque la extrañaba.
Su miedo era muy real y me rompía el corazón verla tan triste, más por ser una situación que no se podía cambiar. Hani era una persona muy fuerte, pero vivía con el dolor de que su propio padre le arrebatara a su madre.
Llegué a casa, viendo a Hani revolotear por toda la sala mientras hablaba por teléfono con quien supuse era Irina, pues mezclaba el inglés con el ruso. Salem estaba enrollado en su cuello.
Ella apenas se dio cuenta de mi presencia se acercó para saludarme con un beso. Fui directamente al baño para darme una ducha rápida, luego volví a la sala justo cuando terminaba la llamada, tenía algo que decirle pero me sentía un poco nervioso, aunque traté de disimularlo. Ella había estado muy sensible en los últimos días y no estaba seguro de cómo mis acciones pudiesen afectarla.
–Mamá nos invitó a cenar la semana que viene. –Dijo a la vez que me sentaba en el sillón y ella no tardó en sentarse sobre mis piernas, Salem comenzó a enrollarse en mi brazo subiendo hacia mi pecho. Coco estaba mudando de piel así que se mantenía escondida.
–¿Si van a llegar a tiempo para el evento? –Asintió.
–Irina le prometió a tu madre que iría, no se lo iba a perder por nada del mundo.
–Entonces así podemos darle los regalos a tu padre por su cumpleaños.
–Sí, creo que le gustaran.
Me quedé en silencio, perdido por un segundo en mis pensamientos mientras hacía figuras invisibles con mi dedo sobre el muslo de Hani.
–¿Pasa algo? –Cuestionó con curiosidad.
Suspiré, mirándola.
–Ehm... –aquí vamos– sé que este fin de semana habíamos planeado pasarla juntos ya que tienes días libres después de tanto tiempo, pero hoy me avisaron que debo viajar a Busan, la empresa comenzará un nuevo proyecto allá.
Ella hizo una mueca. –Está bien, podemos hacer algo luego.
–Lo siento.
–No te disculpes, honey. Es tu trabajo, no puedes faltar. –Sonrió levemente, pero no pasé por alto su tono decepcionado y estuve a punto de decirle la verdad. –¿Cuando te vas?
–Pasado mañana, intentaré regresar antes del domingo.
–No te preocupes, no te presiones... –Me miró comprensiva mientras acariciaba mi cuello, dejé un corto beso en sus labios. –Hice pastel frío en la tarde, ¿quieres?
Asentí y ella se levantó yendo a la cocina, me sentía mal por mentirle. No iba a viajar a Busan sino a Daegu porque tenía planeado hacer algo muy importante que la involucraba a ella y no podía retrasarlo más.
♡♡♡♡
Hani
–A ver, dame una sonrisa. Levanta la canasta, posa bonito.
–Estás exagerando. –Me quejé, pero igual hice lo que me pidió.
–Así... Eres bonita. –Canturreó sacando otra foto, mientras yo sostenía la canasta con las fresas.
–Te quiero ahorcar pero no de la forma que te gusta.
–Yo también te amo.
–¿Ya?
–Sí, ya. –Respondió contento mientras sacudía la instantánea que acababa de sacar.
Sonreí con vergüenza hacia una pareja que nos observaba con ternura desde unos metros de distancia, minutos antes nos hicieron el favor de sacarnos varias fotos juntos. Parecían estar en sus cincuentas, casi sesentas y creo que tenían muchos años de casados porque desprendían esa aura de complicidad, de que llevaban siendo compañeros desde hace un buen tiempo. Fueron muy amables con nosotros y no dejaron de halagarnos en cada momento, no se sintieron incómodos por mis tatuajes que estaban expuestos en su mayoría; las personas de cierta edad solían escandalizarse y decir/gritar cosas muy fuera de lugar.
Tae estaba tomando tantas fotos como le era posible, porque por primera vez habíamos venido a una granja donde cosechan fresas y también porque decidí usar un vestido veraniego, bastante bonito, en colores 'vivos' que no solía ponerme. Jungkook decía que ya me estaba ablandando, pero la verdad es que de vez en cuando me gustaba salir de mi zona de confort en cuanto a la ropa, sobre todo los colores, aunque siempre volvería al negro.
El día estaba precioso y muy fresco, me emocioné mucho cuando Tae me despertó contándome sobre el plan que tenía para nosotros. Desayunamos, nos alistamos y emprendimos camino; creo que de alguna manera quiso recompensarme el hecho de que tuvo que viajar a otra ciudad en mis días libres. Era domingo, él había llegado la noche anterior, por lo que el plan era muy tranquilo, además que llevábamos queriendo venir a esta granja desde hace un buen tiempo cuando la vimos por internet.
Quedaba a una hora de Seúl, todo el lugar era muy hermoso. Nos hicieron un recorrido en lo que nosotros mismos recolectamos las fresas que nos llevaríamos, también el guía, y uno de los dueños, nos comentó que producían su propia mermelada y helado para la venta. De hecho, compramos varios frascos de mermelada y comimos helado teniendo la vista de todo el hermoso cultivo desde la cafetería, era rústica y pequeña, pero muy acogedora. Había sido un buen plan.
Llegamos a casa a eso de las ocho de la noche, después de parar a cenar en un restaurante de carretera.
Estaba terminando de hacer mi rutina de cuidado facial cuando Tae entró a la habitación, sentándose en la cama con su vista sobre mí. Desde que llegamos estaba actuando extraño, pero decidí esperar a que él mismo me dijera que le pasaba antes de yo preguntar.
–Love, ven aquí. –Palmeó la colcha, indicándome que me sentara.
Dejé la crema hidratante sobre el tocador y fui hasta la cama sentándome frente a él en posición de indio, mirándolo atenta y a la expectativa de lo que quería decirme.
Pero se quedó en silencio, como perdido en sus pensamientos y yo comencé a ponerme nerviosa.
–Tae.
Suspiró, y tomó mi mano derecha entre las suyas.
–¿La pasaste bien hoy?
–Sí, muy bien. ¿Y tú?
–También –sonrió–. Quise que te distrajeras un poco, estuve preocupado por dejarte aquí sola cuando no te has sentido bien.
–Gracias al bonito día que pasamos juntos me siento mejor. –Me incliné para besarlo.
–Me alegra oírlo, preciosa –acarició mi mejilla– Sé que has estado extrañando mucho a tu madre en estos últimos días y estoy siendo muy cuidadoso con las cosas que digo porque no quiero incomodarte.
–No tiene que ser así, te he hablado de eso muchas veces. –Le sonreí con tranquilidad.
–Lo sé, pero odio verte triste o cuando lloras por eso. Que el brillo en tu mirada se apague no me gusta y-... –su voz se quebró– Maldición, ahora voy a llorar yo.
–Honey... –Lo abracé sintiendo mucha ternura porque se pusiera tan sentimental de repente.
–Odio ser uno de los hermanitos llorones. –Se quejó apoyando su cabeza sobre mi hombro.
–Los cuatro son unos llorones de primera, no solo Max y tú. –Reí, pasando mis dedos por entre los mechones de su nuca.
Después de un rato se separó de mi cortando con el abrazo y tomó varias respiraciones para calmarse.
–Está bien. –Susurré secando sus lágrimas con mis dedos.
–Espera, dame un segundo. –Me sonrió y se levantó, saliendo del cuarto para volver segundos después cargando una caja más o menos grande, aunque no parecía tan pesada y la dejó en medio de los dos sobre la cama.
Lo miré con extrañeza y esperé a que me explicara que había en dicha caja, porque no tenía conocimiento de ella.
–Bien... cuando dijiste que tenías miedo de olvidar el rostro de tu madre este pensamiento que tenía rato dando vueltas en mi cabeza se hizo más presente –comenzó a explicar vagamente– Por eso decidí ir a Daegu, no estaba en Busan, fui a Nowon dong.
¿Por qué iría al vecindario dónde yo viví en mi infancia?
Tenía muchas preguntas pero no podía formularlas, extrañamente nada salía de mi boca. Mi cabeza iba a mil por segundo, un nudo comenzaba a formarse dentro de mi garganta, a pesar de que no entendía nada de lo que estaba pasando.
–Busqué a tu familia, si es que se le puede llamar así, contraté a un investigador privado para poder localizarlos y estuve estas dos últimas semanas esperando buenos resultados. Por suerte, él encontró la casa de uno de los hermanos de tu madre, fui hasta allá y le pregunté si se había quedado con alguna de las pertenencias de ella o si tenía alguna foto, tú me contaste que ellos entraron a tu casa y se llevaron todo, por eso tenía esperanza de encontrar algo. –Hablaba mientras abría la caja, mi corazón latía acelerado. ¿Acaso se trataba de lo que yo pensaba? Varias lágrimas rodaron por mis mejillas. –Me enviaron a un almacén y pude recuperar lo que está aquí, fue complicado pero creo que valió la pena. –Le dio unos golpecitos a la caja ya abierta y se quedó mirándome a la espera de que yo la revisara.
Me incliné un poco para ver lo que había dentro y dejé salir un sollozo en cuanto reconocí la pañoleta favorita de mi madre. Me llevé las manos a la boca por la impresión, mi corazón iba a salirse de mi pecho.
No lo podía creer.
Tomé una respiración profunda y, temblando, saqué la pañoleta, se sentía delicada contra mis dedos, era de seda y a pesar del tiempo se mantenía intacta. Ella dejó de usarla cuando dejó de arreglarse y vestirse bien debido a los celos de mi padre. Él había apagado su luz por completo, mucho antes de matarla.
–No quise decirte de que se trataba realmente el viaje y a donde me dirigía por si tú querías acompañarme y que después todo fuera en vano, lo siento por eso. –Miré a Tae, él también tenía sus ojos llorosos. Aún así con un ademán me instó a que siguiera viendo lo que había dentro de la caja.
–¿Necesitas que te deje sola?
Negué rápidamente tomando su mano. –Quédate conmigo.
Entonces se arrimó, situándose junto a mí en la cama y posó una mano sobre mi rodilla, transmitiéndome un poco de calma.
Ahora ya sabía que no era un sueño.
Dejé la pañoleta a un lado y volví a meter la mano dentro de la caja sacando varios de los libros que mamá solía leer, en su mayoría eran de poesía y dentro de estos, entre las hojas ya un poco amarillentas, habían algunas figuras hechas de origami. Había una grulla como la que yo tenía tatuada en mi dedo índice de la mano derecha, lo que me hizo sonreír. También habían frascos de perfume que ya debían estar vencidos y se me ocurrió la idea de comprar los mismos para así impregnar la pañoleta con alguno de esos aromas. También estaba, lo que creía yo, era su diario, se trataba de una pequeña libreta de tapa roja y dura, recordaba verla escribir en ella cuando mi padre no estaba en casa. Tenía su nombre grabado en una esquina: Yoon Hari.
Y debajo de todo eso se encontraba lo que me hizo soltar más lágrimas: fotos. Yo sabía de la existencia de muchas de esas fotos, pero cuando me enviaron al orfanato no pude llevarme ni una. Afortunadamente, no había ninguna donde saliera mi padre.
Algunas tenían fechas escritas por detrás y una pequeña descripción.
–Sonríen igual –Tae señaló una donde salíamos mi madre y yo, ella me cargaba entre sus brazos y ambas sonreíamos a la cámara, yo debía tener unos cinco o seis años al momento– Te pareces demasiado a ella, love, era muy hermosa.
Asentí, estando de acuerdo. Ahora de adulta creo que nos parecíamos mucho más.
Tomé entre mis dedos una foto donde aparecía ella sentada en el porche de nuestra casa, lucía tan feliz, tan joven y llena de vida. Estaba segura de que en ese momento aún no había probado las drogas. La llevé a mi pecho y simplemente lloré, permitiéndome sentir el dolor de su muerte como el primer día, recordando como adultos le daban el sentido pésame a una niña de ocho años quien había quedado sola producto de una tragedia.
Era triste e injusto que todas las vivencias y experiencias de mi madre quedaran resumidas a una caja.
Sentí la calidez de los brazos de Tae al atraerme a su costado, acarició mi espalda mientras dejaba una serie de besos en mi sien mientras me daba algunas palabras de consuelo.
Después de unos minutos mi llanto se apaciguó un poco, volví a contemplar la imagen de mi madre, tan hermosa y con un sentido de la moda bastante envidiable.
–¿Qué crees que pensaría ella sobre ti en estos momentos?
–Creo que no le agradarían mis tatuajes... –Reímos.
–Yo creo que debe estar muy orgullosa de la persona en la que te has convertido. –Sonreí, más lágrimas se escaparon de mis ojos.
Mierda, no podía parar de llorar.
Abracé a Tae nuevamente, me sentía tan abrumada por todas las emociones que me recorrían, porque no creí que viviría una situación así y mucho menos después de hacerle saber uno de mis más grandes miedos.
Hubo momentos en donde pensé buscar a mis "familiares" y exigirles que me devolvieran todas las pertenencias de mi madre, teniendo la esperanza de que aún las conservaran, pero sentirme rechazada era algo que no quería volver a experimentar y por eso descarté la idea. Sus acciones al momento de quedar huérfana dijeron demasiado de ellos como personas.
Después de unos segundos me separé solo un poco para mirarlo con toda la gratitud que inflaba mi corazón.
–Gracias, en serio gracias.
Hasta ahora había cargado con el dolor de no tener nada de mi madre y el hecho de que Tae recuperara parte de sus cosas significaba el mundo para mí y no podía sentirme más agradecida.
Ojalá hubiese una mejor palabra para describir lo que sentía.
–No tienes nada que agradecerme, love –acunó mi cara entre sus manos, acariciando mis mejillas con sus pulgares y mirándome con una calidez reconfortante, para luego depositar un beso en mi frente– Ahora tienes lo que te pertenece, es lo justo.
♡♡♡♡
Me gustaba la casa de mis padres en Seúl, era muy iluminada, bonita y moderna. Cada vez que venía, casi siempre, me esperaba alguna comida deliciosa preparada por las mismísimas manos de Irina.
Después de su tratamiento, la recuperación fue bastante larga, pero exitosa; Irina era uno de los afortunados casos que lograba salvarse de un cáncer tan agresivo. De igual manera debía hacerse chequeos cada tantos meses para revisar que todo estuviese en orden.
Ella había cambiado mucho, su perspectiva de la vida era otra. Se convirtió en una persona más comprensiva, más cálida, se tomaba las cosas con más calma y ya no era tan adicta al trabajo, aunque no dejaba de lado su carácter imponente. Eso dio pie a que Bill, ella y yo pudiésemos sanar nuestra relación, hubo muchas conversaciones difíciles, incómodas y dolorosas, pero que fueron necesarias para que pudiésemos avanzar en nuestra dinámica como familia.
Mucho del resentimiento que yo tenía hacia ellos, sobre todo hacia Irina, ya no estaba, pude perdonar y entender muchas cosas, también pude tomar la decisión de mantenerlos en mi vida. Igual todo era un proceso, cada día nos conocíamos mejor.
Ahora podía llamarlos mamá y papá.
Irina ya no intentaba cambiar mi estilo de vida o criticaba mi forma de ser, aceptó el hecho de que simplemente vivía a mi manera y así era feliz.
Ellos venían de visita a Corea muy seguido para que pudiésemos pasar más tiempo juntos y era común que nos invitaran a Tae y a mi a comer, al menos dos o tres veces por semana. Nuestros padres se llevaban muy bien, ya todos nos habíamos reunido unas cuantas veces.
–Ya estás aquí. –Los vi salir al jardín donde me encontraba esperándolos, ambos vestían ropa deportiva.
Ellos tenían una rutina de ejercicios que cumplían al pie de la letra, ya sea ir al gimnasio, ir a trotar al parque de la residencia o al puente, subir alguna montaña. Todos los días hacían algo diferente.
–¿Hace cuanto llegaste? –Preguntó papá, mientras me desordenaba el cabello con una mano.
–Mmm, quince minutos creo. No sé si el pastel que estaba en el refri era para mi, pero me lo comí. –Mamá me miró divertida.
–Si era para ti.
Los seguí adentro de la casa, se fueron a cambiar y yo busqué mi bolso donde había traído algo muy importante que quería mostrarles.
Había leído el diario de mi madre y me di una idea de como pensaba, como era su personalidad, lo que le hacía feliz o entristecía. También en él plasmó cada pequeña cosa que yo hice, como mi primera palabra o el día en que di mis primeros pasos. Lo empezó a escribir cuando yo tenía un año de edad y fue doloroso leer como todo fue cayéndose a pedazos con el pasar del tiempo. A lo último ya parecían cartas que escribió para sí misma y también muchos párrafos me los dedicaba a mi, donde me pedía perdón por no ser una buena madre, por condenarnos a quedarnos en aquella casa, por no poder separarse de mi padre.
Yo la había perdonado hace mucho, pero de cierto modo pude entenderla mejor gracias a esas páginas.
–Mamá, ven. Hay algo que quiero mostrarles. –Vi que Irina había entrado a la cocina, quizá a preparar algún bocadillo pero eso podía esperar. Bill se sentó a mi lado viendo lo que yo sostenía contra mí pecho con curiosidad.
Había traído las fotos y quería mostrárselas, primero les conté todo lo que hizo Taehyung para que ahora yo pudiera tenerlas y comencé a ordenarlas una al lado de la otra sobre la mesa que adornaba la sala.
Obviamente no era algo que esperaban.
Ambos se quedaron absortos, observando todas las fotos y de un momento a otro parecía como si quisieran llorar, lo que me tomó por sorpresa porque no pensé que iban a reaccionar de esa manera.
–Te pareces mucho a tu madre.
–No puedo creerlo, hija.
–Aquí ya tenía cara de problemática. –Bromeé para aligerar un poco el ambiente porque sino yo también lloraría, señalé una de las fotos donde salía una Hani de tres años muy adorable.
Después admirar las fotos una y otra vez me preguntaron si podían quedarse con algunas, en particular donde yo estaba bebé y les dije que sí.
–¿Has pensado en visitarla? –Preguntó Irina después de aquél momento tan emotivo.
–No me agrada la idea de pisar un cementerio, pero creo que es momento. –Lo he estado posponiendo por años.
–Cuando te sientas lista queremos acompañarte, claro, si estás de acuerdo.
–Está bien, si ustedes me acompañan creo que se me hará más fácil.
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Pienso que este extra es de los más especiales🤍
Espero que lo hayan disfrutado. Aún no terminamos aquí👀
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