diecisiete. i
Llegué a donde estaba aparcada mi moto en el estacionamiento, luciendo tan reluciente e imponente a un lado de los otros autos que allí se encontraban. En este edificio era la única propietaria con una motocicleta. Desde la ventana de mi sala tenía una buena vista de ella para apreciarla de lejos cada vez que quisiera y estar al pendiente por si alguien se atrevía a dañarla de alguna manera, me mantenía alerta a pesar de que esta ciudad era un poco más segura que Nueva York.
Me sentía muy feliz porque después de dos semanas había podido sacar del concesionario a mi espectacular bebé, parecida a la que tenía antes. Una Kawasaki Ninja.
Ahora sentía que podía conquistar el mundo con ella. Había extrañado tanto la sensación de estar sobre una moto.
Me subí a ella y antes de poder ponerme el casco de seguridad, mi celular volvió a vibrar en el bolsillo de mi chaqueta. Lo saqué y contesté con algo de fastidio al ver el nombre de la persona quien llamaba.
–¿Qué?
–¿En dónde estás? Tu madre y yo estamos esperando.
–Ya voy, joder. –Blanqueé los ojos aún si no pudiese verme.
–Hani no seas grosera. –Me regañó.
–Llego dentro de poco, padre. –Expresé con falsa amabilidad. –¿Puedes ordenar por mi? Tengo ganas de comer pasta.
–Bien. Date prisa. –Corté la llamada y volví a guardarme el móvil en el bolsillo, pensando en que probablemente eligiría cualquier platillo al azar porque de seguro no tenía ni idea de que era lo que me gustaba.
No esperé que en mis planes del día estuviese almorzar con mis padres, de hecho ni sabía que ya estaban en la ciudad.
Más temprano había desayunado con la señora Ji. Después de haberla ayudado, ella se volvió muy atenta conmigo y se preocupaba porque estuviese bien alimentada, mi refrigerador estaba repleto de envases. Podía decir que éramos amigas, comprendía mi sarcasmo y eso era perfecto, tenía buen sentido del humor para estar tan cerca de la muerte, pero era algo de admirar.
Después de eso limpié el apartamento y atendí a Coco, había estado trabajando por más horas de lo usual en los últimos días haciendo un esfuerzo extra por el poco tiempo que estuve sin ir al estudio y hacer esperar a mis clientes. Me había tomado el día para limpiar y tener tiempo para mi, hasta que recibí una llamada de Bill diciendo que él e Irina estaban en Seúl y que querían verme. No pude poner alguna excusa y sabía que no dejaría de llamarme durante los días que estuviesen en el país, así que era mejor terminar con eso de una vez.
Ellos estaban esperándome en un restaurante italiano - japonés, al cual llegué en unos quince minutos.
El local quedaba en el último piso de un centro comercial cercano al río Han. Al entrar no vi a Irina y Bill por ningún lado, estaba algo lleno. Noté que había una terraza con vista al río donde se situaban otras mesas y personas que preferían estar en el exterior disfrutando del clima fresco, caminé hasta allí y de inmediato divisé a mis padres. Eran los únicos extranjeros en ese momento y además de eso los dos juntos siempre destacarían en cualquier lugar.
Al verlos sentí como si hubiesen pasado años y no sólo unos seis meses de habernos visto, aunque realmente no habían cambiado casi nada.
Noté que Irina había cortado su cabello un poco por encima de sus hombros, al ras con la línea de su mandíbula y eso la hacía ver mucho más intimidante, este brillaba en su color naranja rojizo natural. Se veía igual que siempre. Perfecta. Como las muñecas de porcelana. Ella realmente no aparentaba estar por entrar en los cincuenta; se cuidaba muchísimo y su genética era de los dioses. Bill a su lado lucía igual que siempre, se quitó los lentes oscuros que le daban una vibra a Denzel Washington y sus ojos atigrados que resaltaban bastante gracias a su piel oscura y a la luz natural recayeron en mi al acercarme, sonriendo un poco.
–¡Hola! Omma. Appa. –Saludé con cierto tono irónico, al llegar a la mesa. No sólo llamando la atención de Irina que había estado metida en su teléfono, sino de una pareja que estaba almorzando en una mesa a unos metros de nosotros. De seguro les pareció curioso ver a una "familia" tan poco común.
Ignoré a aquella pareja porque los ojos verdes cristalinos de mi madre me inspeccionaban con mucho detenimiento, dándose cuenta que el número de tatuajes en mi cuerpo había incrementado desde la última vez que me vio. Me había quitado la chaqueta por lo que mis brazos estaban expuestos.
–Ya deben estar por traer la comida. –Dijo Bill cuando tomé asiento. Irina mantenía su típica expresión impenetrable.
Dios. Esa mujer no sonreía de seguro para no tener la mínima posibilidad de que le salieran arrugas.
¿Cómo Bill se había enamorado de ella? Esa duda no me dejaba dormir por las noches.
Dejé mi celular sobre la mesa y ella aprovechó ese momento para sujetar mi mano izquierda.
–Tienes más tatuajes –observó con desagrado el dorso de mi mano donde tenía el garabato de ojos y boca. Irina aún tenía cierto acento al hablar a pesar de tener muchos años fuera de Rusia, su pronunciación era fuerte, por lo que siempre sonaba como si estuviese molesta, aunque a mi parecer su humor nunca era el mejor teniéndome cerca. –No sé a dónde quieres llegar con todo esto. ¿Cómo crees que te vas a ver en unos años más? –Me soltó de mala gana por lo que mi mano chocó contra la mesa, la apreté en un puño llevándola hasta mi regazo sintiendo una leve punzada en mi pecho.
Bill se dio cuenta de esto y a pesar de que en su expresión pude ver que no le agradó esa actitud de Irina hacia mi, no dijo nada. Como la mayoría de las veces.
–No me importa como me veré en unos años más. No me arrepiento de esto. –Toqué mis brazos dándole énfasis a mis palabras, ella hizo una mueca de desagrado.
En ese momento llegó un mesero con nuestra comida.
Sashimi, para Irina. Ramen con carne, naruto y otros complementos más, para Bill. También trajo algunas gyozas al vapor.
Y cuando dejó el plato con comida frente a mi, de inmediato mi mirada se dirigió hacia Bill.
–Tu madre fue la que ordenó para ti. –Dijo al darse cuenta.
Entonces me fijé en Irina quien ya había dado su primer bocado.
–Tu padre no recordaba si lo que te gusta es la pasta a la carbonara o con salsa Alfredo y camarones –ella habló luego de limpiarse la boca con la servilleta, sus movimientos siempre se veían calculados y llenos de gracia, como si perteneciera a la realeza. –¿Es lo segundo, verdad?
Su tono duro podría interpretarse como si me obligara a responder de forma afirmativa, pero en realidad tenía razón, cosa que genuinamente me sorprendió. No es como si le hicieran un exámen acerca de mis gustos y ella pudiese sacar todas las respuestas correctas. Debía recordarlo de cuando vivía con ellos, aunque cabe aclarar que ella nunca me cocinó algo.
La pasta en salsa Alfredo y camarones era una de mis comidas favoritas. Además de la lasaña, el ramen o el samgyeopsal, por ejemplo.
–Si. Es mi favorita. –Respondí antes de tomar mis cubiertos y probar una porción de la pasta que tenía muy buena pinta.
–¿Qué has estado haciendo, hija? –Preguntó Bill después de unos segundos en silencio donde nos concentramos en comer.
Cuando sucedió todo el asunto del tipo que me atacó, él volvió a llamarme para saber si había contactado al abogado pero le dije que todo se resolvió y que los cargos fueron retirados, supuse que no le comentó nada a Irina porque de lo contrario ya me estuviese regañando por ser una irresponsable e incivilizada, aún si la culpa ni siquiera fuera mía.
–Trabajar. Al fin pude comprarme la moto –sonreí con orgullo–. Es una belleza.
–Qué bien. Te esforzaste mucho, hija –asentí–. Por cierto, ¿cómo va el trabajo? ¿tienes muchos clientes aquí?
Antes de poder responderle, Irina intervino y no para aportar algo bueno.
–¿Así vas a vivir tu vida? ¿Escondiéndote? Viniste acá a hacer algo que se considera ilegal para ganar dinero.
–Puede que las leyes cambien. –Alcé los hombros, tratando de no alterarme.
–Debiste haber aceptado trabajar en la empresa, así tendrías una mejor vida.
A diferencia de Bill que trataba de llevar la fiesta en paz e intentaba interesarse un poco en mi vida aún si no estuviese del todo de acuerdo con mis decisiones, ella hacía todo lo contrario y yo no sabía si podría soportarlo por mucho más tiempo. Por eso desde que él me dijo que vendrían al país, yo me negué a compartir siquiera una comida con ellos porque tenía muy en claro que algo como esto iba a pasar.
Bebí un poco de mi limonada antes de responder porque necesitaba algo que me enfriara un poco, ya sentía el enojo comenzar a crecer en mi interior.
–Vivo de lo que me apasiona. Lo mismo que ustedes –alterné mi mirada entre ambos–, que lo consideres algo malo o que te avergüence decirle a tus amigas lo que hace tu hija es tu problema.
Y así se quedó calladita.
El almuerzo transcurrió entre Irina criticando cada aspecto de mi vida, yo respondiéndole mordazmente y Bill interviniendo cada tanto cambiando de tema para que las cosas no se salieran de control.
Al terminar con la comida Bill decidió pedir postre y esa fue mi señal para largarme, poniendo como excusa que tenía algo muy importante que hacer. Ya había tenido suficiente de mi "madre".
Me despedí de ellos, quien sabe cuándo los vería de nuevo.
No hubo abrazos. Sólo breves palabras amables por parte de Bill y absolutamente nada por parte de Irina.
Como siempre había sido.
Taehyung
Dejé de morder el plástico del resaltador mientras leía algunos cálculos comprobando si eran correctos, cuando el sonido de mi celular se escuchó por toda la sala, pero no lo veía y comencé a buscarlo por entre los montones de papeles que tenía sobre la mesa y el piso, hasta que lo encontré detrás de mi laptop.
Era una llamada de Minny.
–Minny-bu. –Saludé al contestar, poniéndolo en altavoz.
–Hola, hermanito. ¿Cómo estás?
–Bien. –fingí un tono despreocupado, para no entrar en detalles–. Estoy estudiando, pronto comienzan los exámenes y proyectos finales. ¿Y tú? ¿Qué estabas haciendo?
–Horneo galletas y cupcakes para llevarle a Yoongi al estudio, en la semana estuvimos muy ocupados y hoy quise preparar algo especial para él ya que tengo tiempo libre. Almorzaremos juntos.
No podía verla, pero sabía que debía estar sonriendo ya que amaba tener gestos y hacer cualquier tipo de regalo a las personas importantes para ella. Podía imaginar lo consentido que tenía a Yoongi y según lo que me ha contado ella, también Jimin que lo tenía bien vigilado, él la trataba como una reina lo que me hacía sentir bien y más tranquilo sobre su relación. Minny se merece todo el amor de este mundo.
–Eso está genial.
–¿Seguro de que está todo bien? Hace un rato hablé con Jungkook, le pregunté por ti y su respuesta fue: Taehyung que se vaya a la mierda.
Eso no lo dudaba, pues lo había escuchado perfectamente. Jungkook llevaba desde que llegué encerrado en su habitación, él, siendo consciente de que yo estaba en casa, se aseguró de elevar el tono de voz exageradamente mientras me insultaba para que yo pudiese oírlo.
–Es una tontería.
–¿Están peleados desde cuando?
–Eh... Casi una semana.
–Tae, esos son muchos días sin hablarse –noté la impresión en su voz– Ustedes no suelen estar molestos por tanto tiempo. ¿Fue algo grave, verdad?
–Discutimos el día que Hye y yo terminamos, fue estúpido. Yo estaba molesto y la pagué con él.
–No me dijiste que habías terminado con esa chica. Ya no me cuentas nada. –Acusó. –Yo sabía que tenía que llamar. –Dijo esto más para sí misma.
–Lo siento.
–¿Por qué terminaron?
–Ehm, pues, porque realmente no sentía lo mismo que ella. Obviamente se dio cuenta de esto y decidió terminar –suspiré, apoyando la barbilla en mi mano sobre la mesa–. Fui un idiota. La ilusioné y no se lo merecía, la cagué en grande y me siento pésimo.
–Hey, tranquilo –expresó con suavidad–. Al menos reconoces que te equivocaste y eso es muy importante para no volver a cometer el mismo error, siempre debes hablar con la verdad para evitar malos entendidos. No eres mala persona por esto, Tae. –Comencé a lagrimear porque se juntó todo dentro de mi; la situación con Hye, Hani y Jungkook, también el hecho de que extrañaba a mi hermana. –Si sabes reconocer en lo que fallaste, entonces puedes pedir una disculpa sincera. No te condenes, ni te atormentes ¿si?
Dios. Massielle es la mejor, siempre sabía que decir.
–Te extraño mucho, Minny –sorbí por la nariz–. Ojalá estuvieras aquí.
La línea se quedó en silencio hasta que escuché como comenzó a llorar también. Con Minny siempre tuve una gran conexión, fue algo inmediato desde que nos conocimos. Ella siempre sabía cuándo algo andaba mal conmigo y viceversa, como si en alguna vida pasada hubiésemos sido gemelos.
–Yo también te extraño. A todos –se le quebró la voz–. Espero que podamos reunirnos pronto.
–Vaya. Los hermanitos llorones haciendo lo que mejor saben hacer. –Alcé la cabeza hacia Jungkook que me observaba con algo de burla, me sequé las lágrimas con el dorso de la mano.
De seguro había estado escuchando todo lo que Minny y yo hablábamos.
–¿Ese es Jungkook? ¡Yah! Jeon Jungkook. ¿Qué te crees pa-...
Jungkook se había inclinado sobre la mesa y tocó la pantalla de mi celular, cortando la llamada. Eso a Minny no le iba a gustar para nada.
–Ya se puso histérica. –Rió. Entonces su celular comenzó a sonar con notificaciones continuas y él lo revisó sonriendo. –Minny aprendió a insultar muy bien en inglés. –Volvió a mirarme y yo simplemente estaba a la expectativa porque si había salido de su cuarto, quizás, era para decirme algo. –Tú. Persona que dejó de ser mi hermano hace casi una semana, ¿puedes ayudarme con esto? –alzó el bote de crema que usaba para cuidar sus tatuajes–. No alcanzo y Hani no ha llegado.
Asentí, accediendo a ayudarle, porque después de varios días me dirigía la palabra cuando yo estuve intentado disculparme sin éxito ya que pasaba de mi olímpicamente.
Él se sentó junto a mi en el suelo, después de que junté los papeles que estorbaban haciéndole espacio y me entregó el bote de crema para luego darme la espalda.
Jungkook tenía un nuevo tatuaje que de seguro lo hizo Hani ya que semanas atrás él me había comentado que ella lo tatuaría. Éste abarcaba parte de su espalda y su brazo izquierdo por completo, era un kitsune o kumiho, como lo llamaban aquí en Corea, combinado con el rostro de una mujer y otros elementos que se distribuían por toda su extremidad. Era una pieza con un realismo impresionante y que de seguro se llevó mucho tiempo en hacerse.
A nuestros padres no les agradaría que ahora se haya tatuado el otro brazo y la espalda. Probablemente yo también me llevaría un regaño por no tratar de impedirlo, como ya había pasado anteriormente. Aunque se les pasaría el enojo eventualmente.
Esparcí la crema por toda la piel en la que hubiese tinta y luego de terminar le volví a entregar el bote. Él se levantó dispuesto a irse pero lo detuve, haciendo que volviera a mirarme.
–¿Podemos hablar?
Me observó fijamente como si meditara su decisión, hasta que finalmente asintió y se sentó, esta vez frente a mi dejando la mesa de por medio.
Comencé a sentirme nervioso, me relamí los labios y me aclaré la garganta antes de comenzar.
–Jungkook, quiero pedirte una disculpa por lo que pasó –exhalé–. Me equivoqué y no debí comportarme contigo de la forma en que lo hice. Fui un...-
–Idiota. –Me interrumpió.
–Si, eso. Tú no eres responsable de mis decisiones, no quiero que estemos sin hablarnos por algo así y... De verdad lo siento, hyung.
No sabía que más decirle para que me perdonara, mientras manteníamos contacto visual hasta que me regaló una de sus típicas sonrisas y sentí que me volvía el alma al cuerpo.
–Está bien. Perdonado. El enojo se me pasó rápido en realidad, sólo quería torturarte –Bueno, eso era de suponerse. Típico de él. –Aunque hay algo que me ha tenido con bastantes dudas –lo miré atento– ¿Por qué ese día mencionaste a Hani?
Volví a aclararme la garganta ante sus ojos que me observaban con intriga.
–Porque... Porque vi que se besaron en el show de luces. –Tartamudeé, ante los nervios que me invadieron de pronto.
Ahora caía en cuenta de que Hani no debió contarle sobre nuestra discusión, de lo contrario no podía ni imaginar lo que hubiese sido capaz de hacerme.
–Fue una broma, parecíamos ser los únicos solteros allí. –Dijo con simpleza.
–Y ese mismo días los vi aquí, durmiendo en tu cuarto. –Añadí.
–Ah, es que nos reconciliamos y... espera, no de la forma que... –ladeó la cabeza. –¿Creíste que tuvimos sexo o algo así?
Exhalé pesadamente, mirando hacia cualquier parte porque me sentía incómodo y realmente no quería revivir las emociones de ese día.
–Los dos estaban desnudos... y abrazados. –Respondí.
Alzó una ceja.
–¿Estás seguro de que ella estaba desnuda?
–Eso parecía. –Pronuncié con lentitud, comenzando a sentirme como un estúpido porque me había hecho una película mental con algo que quizá ni había pasado.
–Hani no estaba desnuda. Has visto como son sus pijamas, a veces carecen de tela –soltó una risa– Y sabes que yo duermo en bóxers. No pasó nada. Sé que para ti pudo verse como algo íntimo pero yo ni siquiera la abrazo para dormir, ella a mi si, en medio de la noche, para luego terminar golpeándome cuando se da cuenta por la mañana –blanqueó los ojos y agregó–, le gusta abrazar cuando duerme, como tú –sonrió–. Yo te dejé claro que mis sentimientos hacia ella están lejos del romance, Tae. –Efectivamente eres un idiota, Taehyung–. Además, creo que ni se me pararía si ella se desnudara por completo delante de mi.
–Jungkook.
Fruncí el ceño. No me parecía necesario que dijera eso.
–Al menos no me ha pasado –continuó como si nada–, y eso que la he visto en ropa interior, obviamente tiene un cuerpo muy bonito pero... ya sabes, hay límites. Y es obvio que yo a ella tampoco le provoco ningún interés sexual o romántico, nuestra amistad por más cuestionable que pueda ser no va por ahí. Definitivamente ese trío estaba destinado al fracaso –suspiró, arrugando el ceño– No sé en qué estaba pensando.
Yo no supe que decir porque sólo podía pensar en lo mal que me comporté con Hani y sentía vergüenza de que mi hermano tuviese que darme este tipo de explicaciones sólo por mi arrebato, pero en el fondo apreciaba que quisiera dejarme las cosas claras aún si no estuviese obligado a hacerlo. Aunque eso se significaba que ya debía tener sus propias ideas sobre lo que me pasaba con Hani.
Jungkook me miró con una clara expresión juguetona y me preparé para cualquier cosa que saldría de su boca.
–Es este el momento donde confiesas que estás enamorado de Hani –juntó sus palmas con una gran sonrisa y yo casi me atraganté con mi propia saliva–. Joder, estaba esperando este día con ansias.
Maldición.
–No estoy enamorado. –Dije cuando me recuperé de la impresión.
–Me ofende que quieras burlarte de mi inteligencia.
–No estoy enamorado... –repetí y él enarcó una ceja, volviendo su expresión seria–. Puede que sienta atracción y ya está.
–Seguro. –Ironizó. –Creo que a ella le gustas en secreto. No. Espera –se tocó la barbilla en gesto pensativo– Ahora que lo analizo todo... Ustedes dos suelen actuar muy raro cuando están cerca. Es como si... –Me inspeccionó con sus ojos negros como si de pronto se hubiese convertido en un investigador y yo en el sospechoso de un crimen, de hecho me sentí como en una sala de interrogatorio. –¿Ya follaron?
–¿Q-Qué?
–¡Si! –me señaló con el índice como si hubiese hecho un gran descubrimiento–. Follaron borrachos y ahora les causa incomodidad. Eso pasa muy seguido –él estaba sacando sus propias conclusiones y lo peor es que lo decía con mucha seguridad–... O quizás ella se arrepiente de haber estado contigo porque no lo hiciste bien –chasqueó la lengua, meneando su cabeza de un lado a otro luciendo realmente decepcionado–. Qué vergüenza, Tae.
Pues, ella se veía bastante complacida...
–¿Qué te sucede? –Exclamé genuinamente ofendido, pero no por lo que él pensaba–. No hemos estado juntos. Deja de decir tonterías.
No le diría todo lo que había pasado porque no estaba preparado para sincerarme con él, con nadie en realidad.
–Como digas –se levantó, dándose por vencido con el tema, cosa que agradecí–. ¿Tienes hambre? Pediré pollo frito para cenar.
–Si.
Él se fue a hacia la cocina donde teníamos los folletos para pedir comida.
Me alegraba volver a estar bien con mi hermano, pero esta conversación trajo nuevamente pensamientos sobre cierta castaña que trataba de apaciguar.
Ya estuve suficiente tiempo pensado en mis sentimientos hacia Hani, sincerándome conmigo mismo, claramente la atracción sexual se mantenía, pero había algo más. Algo mucho más fuerte. No quería aceptarlo ni mucho menos admitirlo en voz alta porque no es como si pudiese hacer algo al respecto.
Por más que quisiera hablarle y disculparme sabía que lo mejor era mantener distancia, así evitaría problemas.
Los días transcurrían con rapidez y yo no había hecho otra cosa más que estudiar y el poco tiempo que tenía libre lo que hacía era dormir. Cuando se acercaban las fechas de exámenes mis horas de sueño se reducían considerablemente, menos la presión por obtener buenas calificaciones.
Salí del edificio donde quedaban las oficinas de mi padre, pues ese día me llamó para que fuera ya que no tenía clases; me gustaba aprender de él porque era un gran ingeniero y en un tiempo más seríamos colegas. Estuve toda la mañana ayudándole y a la vez adquiriendo conocimientos sobre un proyecto que su empresa iba a iniciar pronto. Después de eso almorzamos en compañía de algunos de sus empleados.
Caminaba hasta el auto que estaba aparcado a unos cuantos metros de dónde quedaba la empresa, pero un grupo de hombres que salía de un restaurante provocó que me detuviera. Fue como si mis pies se hubiesen adherido al cemento y mis ojos no se despegaron de aquella persona que sólo llegué a ver en una foto.
Taekyeon estaba frente a mi.
Sentí como si me viera en un espejo y que en el reflejo tuviese unos años más, no habían diferencias tan notables.
Él debió sentir mi mirada pues me observó y su expresión se transformó en una de total perplejidad, haciendo que la mínima duda que pudiese tener de que en realidad no fuera quien yo creía, se desvaneciera. Los otros hombres que vestían de traje al igual que él, se dieron cuenta de que, así como yo, se había quedado estático en su sitio. Estos también dirigieron su atención hacia mi, creo que se dieron cuenta de lo que sucedía y sólo esperaban alguna acción por parte de ambos.
Yo no sabía que hacer, mi corazón latía muy rápido. A la par que un sudor frío corría por mi frente, como el día en que vi a Yuna.
Ya había olvidado la idea de buscarlo y ahora encontrármelo resultaba algo sumamente inesperado, aunque en realidad pudo haber pasado en cualquier momento y en cualquier lugar. Era cuestión de tiempo. Si estábamos en la misma ciudad existía cierta probabilidad de que pasara.
Pero, como si no hubiésemos estado algunos segundos, que parecieron una eternidad, mirándonos, él fingió una sonrisa y le dijo algo a las personas que lo acompañaban para seguir con su camino. Como si no se hubiese encontrado con el hijo a quien abandonó hacía años y se tratara de cualquier otra persona que simplemente caminaba por la acera; un extraño.
Aunque de todas formas eso éramos. Extraños.
Lo vi alejarse hasta que se perdió al girar en una esquina y en ese momento me di cuenta que me había quedado en el mismo sitio, y que algunas personas me miraban como si me hubiese vuelto loco.
De nuevo sentí la decepción y la rabia, pero no tan fuerte como antes. Debía ser por haber imaginado, después de mi encuentro con Yuna, que el nuestro sería igual.
Necesitaba respirar y calmarme.
Miré hacia el otro lado de la calle, donde quedaba un jardín botánico que era muy popular en la zona. Me obligué a mover las piernas y crucé la calle como un autómata después de esperar la indicación del semáforo peatonal y al estar frente a la entrada del jardín me dejé caer en una banca de madera que allí se encontraba. Algunas personas entraban para comenzar un paseo, tomar algunas fotos o hacer un picnic, disfrutando del día y el clima agradable. Pero yo me encontraba allí sintiendo como si una nube negra se hubiese posado sobre mi cabeza.
En mi mente sólo se repetía la imagen de la figura de Taekyeon frente a mi y su expresión de asombro. Quizá él se había hecho la idea que no me vería jamás y que nunca tendría que encontrarse de frente con su pasado.
Aunque si lo veía desde otra perspectiva, este era el cierre que necesitaba. Yo tenía a personas que se preocupaban por mi, como llegó a decirme Hani una vez, y que habían hecho un excelente trabajo criándome, también acompañándome todo este tiempo. No valía la pena sufrir por personas que claramente no quisieron tenerme en su vida desde un inicio y que mucho menos se arrepentían de sus acciones.
Estuve en aquella banca sentado observando a las personas pasar y los autos circular frente a mi, mientras los minutos pasaban. Sólo quería hacerme la idea de que vi a mi padre biológico y que eso no cambiaría nada porque seguiría con mi vida, quizá me tomaría algo de tiempo aceptarlo de verdad.
De pronto una persona en una moto se estacionó junto a la acera, a unos pocos metros de mi, y supe de inmediato quien era. Ella vestía completamente de negro en combinación con aquella majestuosa motocicleta, que me recordaba a la que tuvo Jimin y que no supimos como la había conseguido hasta que nos enteramos de lo que ocultaba. Hani se bajó de la moto quitándose el casco, su cabello que estaba amarrado en un rodete cayó libre por su espalda, cautivándome en apenas un segundo.
Estaba enterado de que tenía una moto pero no la había visto en ella. En un primer momento lo supe por Jungkook, obviamente, ya que un día dijo que le escondería la llave para jugarle una broma pero después se arrepintió porque, según él, Hani podría envenenarlo o llevarlo engañado hasta el río y ahogarlo. O envenenarlo y luego tirar su cuerpo al río. Jungkook tenía demasiada imaginación.
Pensé que sólo era una casualidad que ella llegara a este jardín, pero lo descarté cuando la vi caminando directamente hacia mi, sosteniendo el casco contra su costado. Mis ojos no pudieron evitar hacer un recorrido por su cuerpo enfundado en unos pantalones de cuerina que abrazaban sus piernas de una forma muy atractiva, junto con una chaqueta del mismo material, llevando el cierre hasta arriba. Y, por supuesto, sus infaltables botas de combate.
Se veía tan imponente, como siempre.
Tuve la sensación de que su caminata transcurría en cámara lenta, como si de una película se tratase y tuve que cerrar la boca antes de que algún insecto se metiera en ella. Sobretodo para evitar verme como un tonto.
–Cualquiera pudo pasar por aquí, robarte y ni te hubieses dado cuenta. –Dijo, sentándose a mi lado colocando su casco en el espacio que quedaba entre los dos.
Casi volteo hacia atrás comprobando si en realidad me hablaba a mi, aunque era muy obvio.
–¿Ya me habías visto?
Asintió.
–Pasé, te vi y di la vuelta a la manzana. Parecías en otro mundo, por eso quise evitar que alguien pudiese aprovecharse de esa cara de tonto. Deberías revisar tus bolsillos. –Sonrió con burla.
Tuve que apartar los ojos rápidamente de sus rellenitos labios pintados de un rojo vino.
–Nadie ha intentado robarme.
–¿Pasó algo?
–No deberías preocuparte por mi después de lo que hice.
Aunque me gustaba que lo hiciera, muy a su manera. De todas maneras no quería hablar de Taekyeon por el momento.
–Tienes razón.
Un silencio nos arropó y el ruido de la ciudad a nuestro alrededor se hizo más presente. Yo creí que ella se marcharía después de lo que dije, pero no parecía querer irse a ningún lado.
Me sentí más tranquilo teniéndola cerca.
–Lo siento. –Hablé después de un rato, con mi vista al frente. –Quiero disculparme por ser un idio-...
–Idiota. Imbécil. Inepto. You... fucking asshole... –y no pretendía detenerse– Svoloch'. Pridurak. ¡Arschloch! –chasqueó la lengua, blanqueando los ojos– ¡Was für ein arschloch!
Wow.
Al parecer estuvo esperando el momento perfecto para soltarme todo eso en la cara.
Aunque no esperé que me insultara en todos los idiomas que le dio la gana, pero no podía quejarme porque me lo merecía. De hecho, esa última palabra tenía claro que se trataba de algún insulto, Jungkook y Jimin a veces la decían. ¿Que otra cosa podría enseñarles ella a mis hermanos que no fuesen malas palabras en diferentes idiomas?
Pero si era sincero su acento al hablar inglés o cualquier otra lengua, me parecía muy atractivo y podría escucharla todo el día aún si fueran insultos. Hani no tenía un tono de voz muy agudo, pero al pronunciar esas palabras noté que su voz se volvía más profunda de lo normal, filtrándose por mis oídos de una forma tan dulce como la miel.
–Merezco todo eso –reaccioné, saliendo del pequeño shock–. Realmente fui un patán contigo y estoy muy arrepentido por las cosas que dije. Te reclamé como si fueras mi... –me interrumpí a mi mismo cuando me di cuenta de lo que estuve a punto de decir y reí con desgana– Qué vergüenza... –sentí sus ojos en mi perfil, así que la miré– Esa no fue la única vez en la que he sido un idiota y... En serio lamento las veces en las que he dicho cosas innecesarias.
–Si ambos nos disculpáramos por toda la mierda que nos hemos lanzado desde que nos conocemos, no terminaríamos hoy –rió divertida, viéndose como un completo angelito después de la sarta de insultos que me soltó, dejando salir aquella dualidad que tanto me volvía loco–. Está bien, disculpas aceptadas, pero sólo quisiera dejar en claro que yo no estaría con alguien que tiene una relación con una de mis amigas, no soy ese tipo de persona. Además, mis fantasías no tienen nada que ver con follarme a unos hermanos. –Las comisuras de sus labios se alzaron un poco y noté cierta picardía en su mirada.
–Lo sé... Digo, sé que Rina es tu amiga y sé que Jimin no la lastimaría. –Me aclaré la garganta, controlando mi curiosidad por la mención de sus fantasías.
Nos quedamos en silencio nuevamente.
–Jungkook me comentó que Hye y tú terminaron... –Expresó de forma cautelosa como si quisiera probar que tan dispuesto estaba yo para hablar de eso.
–Ella me terminó –aclaré–. De todas maneras tenías razón, no debí ilusionarla si pienso en otra persona.
Hani simplemente dio un asentimiento de cabeza, mientras sus labios formaban una fina línea y cierta atmósfera incómoda se creó entre ambos. Aunque ella no parecía dispuesta a darle más rollo al asunto y yo tampoco.
Vi por el rabillo del ojo como sacó de su chaqueta una caja de cigarrillos y un encendedor.
–¿Me das uno?
Ella clavó sus marrones ojos en mi, alternó estos entre mi palma abierta en su dirección y mi rostro.
–No. Se supone que estás dejando de fumar.
Acto seguido volvió a guardar la cajetilla y el encendedor. Al parecer retractándose de fumar delante de mi y me sorprendió un poco que hubiese sacado esa conclusión porque yo nunca se lo había dicho, pero quizás para ella era muy obvio al ver que usaba un juul.
Suspiró y subió las piernas sobre la banca, adoptando una posición de indio. Su mirada hizo un recorrido por toda la calle como si estuviese en otro mundo y por mi parte no podía dejar de verla porque noté algo. Algo que me preocupó.
–Al parecer hoy es un mal día para ambos.
Obviamente se había dado cuenta que yo no estaba en mi mejor momento y el como sus ojos se habían cristalizado de la nada me daba a entender que también la estaba pasando mal. Y como en otras ocasiones, en momentos así, estábamos juntos otra vez. Creo que sería imposible que mantuviésemos distancia.
–¿Qué ocurrió? –Pregunté, dedicándole toda mi atención.
Ella tardó un poco en responder hasta que finalmente lo hizo.
–Almorcé con mis padres. Están aquí en Seúl. –Entrelazó sus manos sobre su regazo y bajó la cabeza, mirándolas.
–¿Salió mal?
Asintió.
No sabía si seguir indagando porque no quería molestarla de ninguna manera, aunque no me negaría a escucharla si se quería desahogar.
Estaba en ese pequeño debate mental hasta que ella volvió hablar.
–Teníamos unos seis meses sin vernos, pero Irina fue tan desagradable como siempre. –Pronunció con evidente rabia.
–¿Te llevas mejor con tu papá?
–Si. Aunque Bill igual no hace demasiado.
"No hace demasiado". Esa frase implicaba muchas cosas, existía un mundo de posibilidades en el comportamiento de su padre con ella y que por las cuales decía aquello.
–Irina no está de acuerdo con nada de lo que hago. Cuando me adoptaron, ella quiso hacer de mi una niña perfecta, me inscribió en muchas actividades extracurriculares, estaba muy ocupada para que ella pudiera jactarse con sus amigas. Fue así por un tiempo, hasta que me cansé... –suspiró pesadamente–. Pero si soy realmente sincera conmigo misma, en el fondo lo soporté porque esperaba que ella me aceptara o que me quisiera al menos un poco de como lo hizo mamá. Nunca pasó –pestañeó muy rápido y tomó aire profundamente–. Supongo que, ahora, después de tanto tiempo aún sigo esperando lo mismo –una lágrima rodó por su mejilla y luego otra, mientras su labio inferior temblaba– Y odio que exista en mi una mínima esperanza de que seamos una verdadera familia. –Finalizó con voz quebrada.
Parecía como si esto fuera algo que Hani tenía guardado muy adentro y que no pudo contener por mucho tiempo más.
La realidad es que no todos los niños tenían suerte con sus familias adoptivas y sufrían aún más al ser adoptados por personas que realmente no los querían o que luego no sabían como lidiar con ese tipo de responsabilidad, muchas consecuencias nada buenas o trágicas podían salir de ello. Era obvio que Hani le había tocado difícil porque, como todos los niños que viven en orfanatos, esperaba ser acogida por una buena familia que estuviera dispuesta a llenar el vacío que dejaron sus padres. Su rabia y decepción eran notorias.
En estos momentos le daba mucho más valor a mis padres, pero sentía pena por ella porque claramente no corrió con la misma suerte que yo. Aunque esperaba que la situación con sus padres tuviera alguna solución.
Al verla tan triste y que sus lágrimas no dejaban de caer, extendí mi brazo tomando una de sus manos, entrelazándola con la mía, queriendo brindarle algo de confort. Ella apretó mi mano y alzó la cabeza mirando en dirección contraria, mientras se secaba las lágrimas tratando de controlar su llanto; como si no quisiera hacer más evidente lo que pasaba, porque después de todo estaba acostumbrada a mantener una coraza fuerte pero ya la había visto en ciertas situaciones no muy buenas y no tenía por qué actuar así conmigo.
No fue necesario decir algo más, nos mantuvimos con las manos entrelazadas, con la vista al frente, cada quien pensando en sus propios asuntos mientras nos acompañábamos.
Y en nuestra unión de alguna manera encontré un poco de consuelo, algo de paz también.
Después de algunos minutos ella se soltó de mi, poniéndose de pie y casi se me escapa una queja por haber cortado con el contacto.
–Voy a casa. –Dijo como si nada hubiese ocurrido, sus ojos ya no mostraban la tristeza de antes.
–Yo también me iré a casa. –Me puse de pie.
–¿Andas con tu auto? –Asentí. –Entonces te sigo.
Ambos caminamos alejándonos de la entrada del jardín, ella se subió a su moto y yo seguí hasta el auto que no estaba estacionado muy lejos.
Mientras conducía podía observar por el retrovisor como ella se mantenía justo detrás de mi, como si me escoltara. Cuando el semáforo se puso en rojo en una avenida, me detuve detrás de una camioneta y ella se detuvo a mi lado, giró su cabeza mirando hacia mi auto, aunque era imposible que pudiese verme a través del papel ahumado del vidrio del conductor y yo tampoco podía apreciar su rostro debido a la visera del casco que me lo impedía, era completamente cerrado.
Entonces se me ocurrió una idea y bajé el vidrio antes de que el semáforo cambiara.
–Compremos soju en la tienda. –Le hablé lo suficientemente alto para que me escuchara.
Hizo un "ok" con sus dedos y yo volví a subir el vidrio justo en el momento en que el semáforo se ponía en verde.
Ella arrancó, ahora yendo por delante de mi y se me escapó una sonrisa tonta.
Hani se veía genial en su moto, muy sexy también.
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👀
Opiniones del capi aquí.
Gracias por leer ✨
La moto de la Nini en multimedia 🔥
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