➛02.A Dangerous Agreement

❲ HARD TO KILL ❳
━━ 𝑎 Deckard Shaw 𝑓𝑎𝑛𝑓𝑖𝑐𝑡𝑖𝑜𝑛
▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃

02.Un acuerdo peligroso


La idea que tenía de un té no era exactamente lo que había imaginado cuando Shaw me lo ofreció. Me esperaba algo más íntimo, quizás en su apartamento, los dos solos, tal vez en esa impresionante cocina que había notado antes, tan fuera de lugar para un asesino como él. Pero en vez de eso, aquí estamos, en una terraza de un bar público, con las luces de Londres parpadeando a nuestro alrededor y el ruido de la ciudad mezclándose con nuestras respiraciones.

Miro mi taza, el vapor subiendo lentamente, y luego lo miro a él. Shaw está sentado frente a mí, con la misma actitud relajada de siempre, como si este fuera solo otro día cualquiera. Suelto un suspiro y me recuesto en la silla, intentando hacerme a la idea de que esta es mi realidad ahora: compartiendo té con el hombre que destruyó mi vida.

—No está envenenado—dice, con una pequeña sonrisa en el rostro.

Lo miro, confundida, frunciendo el ceño.

—¿Qué? —respondo, todavía desconcertada.

—El té. —Shaw levanta su taza y da un sorbo casual—. No está envenenado, si es lo que te preocupa. Si te quisiera muerta, lo habría hecho antes.

Ruedo los ojos. El té es lo último que me preocupa ahora mismo. De todas las cosas que podían pasar, una taza de té envenenada no está en la lista. Mis dedos tamborilean en el borde de la mesa, inquietos, mientras intento ignorar el sarcasmo en su tono y centrarme en lo que realmente importa.

—El té no es lo que me preocupa, Shaw. Lo que quiero son respuestas—le espeto, clavando mis ojos en los suyos—. Y no pienso irme hasta que las tenga

Shaw deja su taza sobre la mesa con un leve "clink" y me observa en silencio por un momento, sus ojos estudiándome con esa misma mirada calculadora que siempre lleva. Esa mirada me pone de los nervios. Nunca sé lo que realmente está pensando, ni hasta qué punto está jugando conmigo. Pero ya no me importa. Estoy aquí por algo más grande que sus juegos.

Sé que está calculando, evaluando cuánta información darme y cuánto retener. Su estilo, siempre manipulador, nunca directo. Pero no puedo permitirme perder más tiempo. Mi paciencia ya está al límite, y él lo sabe. Cada segundo que guarda silencio es un recordatorio de que, aunque me senté a esta mesa buscando respuestas, Shaw sigue teniendo el control.

Y eso me irrita más de lo que quiero admitir.

—Está bien—dice al fin, su tono más serio, como si hubiera decidido que era momento de hablar—. Pero ya te advertí que la verdad no es tan sencilla como te gustaría. Así que dime, ¿estás segura de que quieres escucharla?

—Dímelo. Estoy lista—respondo, mi voz firme.

Shaw se inclina ligeramente hacia adelante, sus ojos fijos en los míos. Lo que está a punto de decir, lo sé, no será fácil de escuchar.

—Han no era un hombre inocente en todo esto —dice, sus palabras cayendo como plomo en el aire—. Él estuvo involucrado en la muerte de mi hermano.

No, eso no puede ser verdad. Me levanto ligeramente en la silla, mis músculos tensos.

—¿Qué estás diciendo? —mi voz es apenas un susurro, pero Shaw sigue, implacable.

—Han y su equipo lo atacaron, lo dejaron al borde de la muerte. Él no apretó el gatillo, pero fue parte de todo. Han sabía lo que estaba haciendo.

Mis manos comienzan a temblar sobre la mesa. Todo lo que pensé que sabía sobre Han empieza a desmoronarse. Mi hermano, el hombre que me protegió, el que siempre estuvo ahí para mí... ¿era capaz de algo así? No, esto es otro de los trucos de Shaw. Tiene que serlo.

—No, no es posible. Han nunca habría hecho algo así—le digo, con el dolor atravesando mi voz.

Shaw suelta una risa amarga, su expresión imperturbable.

—¿No?—pregunta, alzando una ceja—. ¿De verdad conocías a tu hermano, Kira? Porque Han era parte de algo más grande, y las decisiones que tomó lo llevaron casi a la muerte de mi hermano. Yo no maté a Han por capricho. Lo hice por venganza. Igual que tú viniste a buscarme a mí.

El peso de sus palabras cae sobre mí, aplastando todo lo que he creído hasta ahora. Las piezas comienzan a encajar. La razón por la que Shaw mató a Han no fue al azar, sino una respuesta. Él estaba tan cegado por la venganza como yo lo he estado todo este tiempo. Y en este juego de traiciones, de justicia y de violencia, ¿quién puede decir quién está en lo correcto?

Las luces de la ciudad parecen más borrosas ahora, como si todo lo que me rodea estuviera perdiendo claridad.

—Entonces... lo mataste porque creías que era justo. —Mi voz tiembla, y sé que Shaw lo nota.

—Lo maté porque mi hermano casi muere por su culpa —responde Shaw, su tono bajo, casi como una confesión—. Pero ahora que estás aquí, Kira, te daré un consejo: si sigues persiguiendo la venganza, no encontrarás paz. Solo un vacío más profundo.

El silencio cae sobre nosotros. Lo miro, tratando de ver al monstruo que había creído que era. Pero lo que encuentro es algo más complicado, algo que me aterra. Porque Deckard Shaw, el hombre que mató a mi hermano, no es muy distinto a mí.

He pasado meses alimentando mi odio, creando una imagen de Shaw como un monstruo sin remordimientos, un hombre que mató a Han por pura crueldad. Pero ahora, sentado frente a mí, veo a alguien impulsado por la misma sed de justicia que yo. La misma ceguera que me ha llevado a este punto

Mis manos están frías sobre la mesa, temblando ligeramente, mientras Shaw me observa, su mirada tranquila pero llena de algo más... quizás cansancio. Tal vez incluso arrepentimiento. Aunque sus acciones lo han llevado al mismo abismo en el que estoy, parece haber llegado a una conclusión que yo no quería admitir: que la venganza nunca es suficiente.

—¿Vacío? —murmuro, más para mí misma que para él. El vacío ya está ahí, lo he sentido desde el día en que Han murió. Y he intentado llenarlo persiguiendo a Shaw, imaginando que acabar con él aliviaría ese dolor. Pero ahora, al estar frente a él, después de saber lo que sé, empiezo a entender lo que Shaw me advirtió.

—Tú ya lo sientes, Kira —dice, con una calma desconcertante—. Ese vacío. Cuando maté a Han, creí que obtendría paz, que todo acabaría ahí. Pero no fue así. Y no lo será para ti, si sigues por este camino.

Mi respiración se acelera. No quiero creerle, pero en el fondo sé que tiene razón. Matar a Deckard Shaw no traerá de vuelta a Han, ni aliviará el dolor de su pérdida. Tal vez, lo único que hará será arrastrarme aún más a ese abismo del que no sé si puedo salir.

—¿Y ahora qué? —le pregunto, mi voz quebrada. Porque en este momento, no sé qué más hacer.

Shaw se encoge de hombros, su mirada se suaviza apenas.

—Eso depende de ti. Puedes continuar por el mismo camino, o puedes intentar encontrar otra forma de seguir adelante. Yo ya hice mi elección. Ahora te toca a ti.

La taza frente a mí ya está fría, el té sin vida, igual que la ira que antes sentía por Shaw. No puedo decir que lo he perdonado, pero tal vez, por primera vez, comprendo que su historia no es tan diferente de la mía

De repente, el móvil de Shaw suena, interrumpiendo el silencio que se había asentado entre nosotros. Él lo saca lentamente del bolsillo y, tras mirar la pantalla, responde con una frialdad calculada.

—¿Dónde?—pregunta con el ceño fruncido. Tras una breve pausa, su mirada se desvía hacia mí, sus ojos se oscurecen—. Es para ti.

—¿Qué? —respondo, sorprendida. ¿Por qué alguien me contactaría a través del móvil de Shaw? Algo no cuadra, pero antes de que pueda pensar más, él extiende el teléfono hacia mí. Lo tomo, y al otro lado, una voz distorsionada, casi metálica, se escucha.

—Kira Lue... —La voz distorsionada pronuncia mi nombre, sin vacilar.

No me sorprende que lo sepan. De hecho, no me sorprende nada en este momento. Mi vida ha girado en torno a secretos, traiciones, y a enemigos que siempre parecen saber más de mí que yo de ellos. Aún así, una sensación incómoda me recorre la espalda. Miro a Deckard, pero él no da señales de saber más que yo.

—Necesitamos que ayudes a Shaw en una misión—continúa la voz—. Se trata de una organización de sanguinarios que trafican con tecnología ilegal. Con tus conocimientos, la misión será más fácil de completar.

Ruedo los ojos, tensando mi mandíbula. Esto no es lo que esperaba. Primero, estoy aquí por venganza, no para convertirme en aliada de Shaw, y mucho menos para que me utilicen. ¿Quiénes son estos "sanguinarios"? ¿Y por qué necesitarían a alguien como yo? El nudo en mi estómago se aprieta más.

—¿Y por qué les ayudaría?—digo, mi voz afilada, sin ocultar mi desconfianza.

Al otro lado de la línea, hay una breve pausa antes de que la voz regrese, más fría, más calculada.

—Porque tenemos algo que te interesa.

Antes de que pueda responder, siento mi móvil vibrar en el bolsillo. Lo saco rápidamente, mis dedos temblando mientras abro el mensaje que acaba de llegar. La pantalla se ilumina, y lo primero que veo es Han. Mi corazón se detiene. Está vivo.

Antes de poder procesarlo completamente, mis pensamientos se desbordan. Han... vivo. ¿Cómo es posible? Mi mente no deja de correr en círculos. La imagen en mi teléfono muestra las luces de Tokio al fondo, y aunque mi instinto me dice que es imposible, no hay signos de manipulación en la foto. La fecha de hoy brilla en la esquina de la pantalla de un edificio, fresca y real.

Mis manos comienzan a temblar, y siento que el mundo a mi alrededor se cierra. Esto no puede ser real. Han está muerto... ¿o no?

Miro a Shaw por un momento, buscando alguna pista, pero mantengo mi expresión bajo control. No puedo dejar que vea esto. No aún. Mi mente sigue en caos, y ahora no confío en nada ni en nadie. Todo lo que creía saber se desmorona en cuestión de segundos.

—Si nos ayudas en esta misión, te daremos más pistas sobre tu hermano... ¿Aceptas?

La propuesta me golpea como un balde de agua fría. Mi mente sigue atrapada en el misterio de Han, pero escuchar la mención de mi hermano me arrastra a otra tormenta de pensamientos. No tengo tiempo para dudar.

—Acepto—respondo con una determinación que no siento del todo.

Cuelgo sin más palabras y le devuelvo el móvil a Deckard Shaw, manteniendo mi mirada firme y mi expresión neutral. Nada en mí delata el caos que arde por dentro.

—¿Por qué ha aceptado ayudarme? —pregunta Shaw, con esa expresión de curiosidad que parece siempre estar cargada de un propósito oculto.

Cruzo los brazos, tratando de mantener mi control.

—No lo hago por ti, Shaw. Tengo mis razones.

Él sonríe, esa sonrisa arrogante que logra que lo odie un poco más con cada segundo que pasa.

—Bien, pero vas a necesitar un vestido —dice con una tranquilidad que me irrita.

Espero que esté bromeando. Lo miro con incredulidad.

—Yo no uso vestidos, Shaw.

Shaw se inclina ligeramente, esa sonrisa traviesa apenas disimulada en sus labios

—Oh, créeme... no será para mí, pero lo agradecerán todos los demás.

Me señala el lugar al que vamos a ir, y un suspiro escapa de mis labios. El restaurante tiene un aire demasiado elegante, con luces tenues que iluminan cada rincón y una decoración sofisticada que no se alinea con mi estado de ánimo.

Usar un vestido no era una opción que me pudieran negar, pero eso no significa que tenga que sentirme cómoda con ello.

—Bien, pero no pienso usar un vestido corto —respondo, cruzando los brazos con firmeza.

Shaw se ríe, una risa suave pero llena de picardía.

—¿Corto? ¿Quién ha dicho algo sobre corto? Estoy pensando más en algo elegante, tal vez un poco ajustado, algo que realce esa actitud desafiante que tienes.

Lo miro, sintiendo cómo mi cara se calienta un poco.

—No necesito un vestido para demostrar que soy desafiante, Shaw. Ya tengo suficiente con el hecho de estar aquí.

Shaw levanta una ceja, claramente divertido por mi reacción.

—Oh, lo sé, pero un vestido bien elegido puede ser la guinda del pastel. Además, imagina cómo deslumbrarías a todos en esa cena. Te aseguro que recibirás miradas de admiración... y quizás un par de miradas con envidia.

Frunzo el ceño, tratando de ocultar la curiosidad que despierta su comentario.

—¿Y qué hay de ti? ¿Te imaginas con un esmoquin? No creo que eso te haga justicia.

Él se ríe de nuevo, inclinándose un poco hacia adelante, su mirada burlona.

—Tienes razón, pero a veces la apariencia es solo una parte del juego. Y tú, Kira, definitivamente sabes jugar.

Intento mantener mi expresión seria, pero hay algo en su tono que me hace dudar.

—No voy a dejar que tu encanto me convenza de hacer algo que no quiero.

Shaw se encoge de hombros, el brillo en sus ojos no desaparece.

—¿Y si te dijera que un vestido podría ser la clave para abrir esas puertas que tanto deseas? Te haría ver aún más formidable.

Mi mente sigue girando, la idea de un vestido elegante empieza a parecer menos repulsiva y más intrigante.

—Está bien, pero solo si prometes no hacerme pasar vergüenza.

La sonrisa de Shaw se amplía, como si hubiera ganado una pequeña batalla.

—Prometido. Además, prometo que tú serás la que robará las miradas.

Me obligo a no sonreír ante su entusiasmo, pero no puedo evitar sentirme un poco más ligera. Quizás la noche no sea tan mala después de todo.

Pero este acuerdo iba hacer peligroso, si implicaba estar cerca de Shaw.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top