➛01.The shadow of revenge

❲ HARD TO KILL ❳
━━ 𝑎 Deckard Shaw 𝑓𝑎𝑛𝑓𝑖𝑐𝑡𝑖𝑜𝑛

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01.La sombra de la venganza

Dicen que la familia lo es todo. Crecí creyendo eso. Mi hermano Han siempre me decía que mientras nos tuviéramos el uno al otro, podríamos superar cualquier cosa. Y así fue... hasta que él ya no estuvo. Se lo llevaron. Alguien que no conocía, alguien que jamás había visto venir.

Cuando escuché su nombre por primera vez, no significaba nada para mí. Pero ahora... ahora lo es todo. Porque él fue quien me arrebató a Han. Y cuando te quitan lo único que te queda en la vida, algo dentro de ti cambia. La Kira que Han conocía, la chica que soñaba con construir autos más rápidos y hackear sistemas de seguridad por diversión, murió junto con él. Lo único que quedó fue una sombra, movida por una sola cosa: venganza.

Han siempre fue el estratega, el que pensaba en el futuro. Yo soy más directa. Si veo un problema, lo resuelvo. Pero esto... esto no es tan simple. Deckard Shaw no es cualquier hombre. Es un fantasma, siempre un paso adelante, cubriéndose las espaldas. Pensaba que no quedaba nadie que pudiera tocarlo.

Pero aquí estoy. Y he aprendido a ser más rápida, más inteligente... y más peligrosa.

Han me enseñó a tener paciencia, a esperar el momento justo. Durante meses he estado planeando, esperando, observando. He rastreado cada movimiento de Shaw, hackeado cada red en la que ha puesto un pie. Y al fin lo he encontrado. Ahora estoy aquí, en la misma ciudad, a pocas calles de donde duerme tranquilo, sin saber que su pasado está a punto de alcanzarlo.

Londres. Nunca me imaginé terminando aquí, pero la ciudad encaja con Shaw. Fría, calculadora, siempre moviéndose bajo una niebla de secretos. He seguido sus pasos por todo el mundo y, finalmente, me ha traído hasta las calles húmedas de Inglaterra. Casi puedo sentir el eco de mis propios pasos persiguiéndome.

Lo he seguido hasta aquí, y no me voy sin respuestas... o justicia. O lo que venga primero.

La lluvia fina golpea mi chaqueta mientras camino por una calle estrecha, las luces de los pubs y restaurantes parpadeando entre la niebla. Algo en el fondo de mi mente me dice que esto no será tan simple como pensé. No es un simple enfrentamiento. Esto es personal. Y cuando las cosas se vuelven personales, las reglas cambian. Lo que venga después de esto… puede que no me guste. Pero ya he llegado demasiado lejos para dar marcha atrás.

Acelero mi moto por las calles mojadas, dejando que el rugido del motor se mezcle con el sonido de la lluvia. El viento es frío, cortante, pero no tan frío como lo que siento dentro de mí. Mi mirada se fija en un punto al frente: un edificio oscuro, sólido y silencioso. El refugio de Shaw. Sé que está ahí dentro, tan confiado como siempre.

Deckard Shaw. El hombre que todos temen. Pero lo que siento no es solo miedo. No es solo odio. Es la necesidad de terminar lo que empezó. Porque sin respuestas, no hay futuro. Solo vacío. Han siempre decía que la vida es encontrar tu propio camino. Y ahora mi camino… me lleva directamente a él.

Freno frente al edificio. La lluvia sigue cayendo, pero apenas la siento. Mi corazón late fuerte, cada pulso retumba en mis oídos, pero mi respiración es tranquila. Miro hacia la puerta, las luces amarillentas brillan detrás de las cortinas. Todo parece tan ordinario… excepto por lo que sé que está a punto de suceder.

Apago el motor y me quito el casco lentamente. El aire frío de Londres me golpea el rostro, trayendo consigo recuerdos de Han y de todo lo que me trajo hasta aquí. Durante un segundo, la duda me invade. ¿Qué pasará cuando lo vea? ¿Qué dirá él? ¿Y si la verdad es más oscura de lo que esperaba? No importa. Estoy aquí por Han, y no me iré sin la verdad.

Este es el momento. Lo que venga a partir de aquí no me importa. Estoy lista para lo que sea.

Miro el edificio una vez más, sabiendo que el hombre que me lo quitó todo está ahí dentro, sin saber que su mundo está a punto de cambiar. Deckard Shaw cambió mi vida cuando me arrebató a Han. Pero ahora, es mi turno de cambiar la suya.

La puerta se abre con un suave clic, casi inaudible. El edificio está en silencio. Demasiado tranquilo. Entro lentamente, sin hacer ruido, mi respiración controlada. A pesar del frío de Londres, mi cuerpo está caliente, alimentado por la adrenalina. Las sombras se alargan a mi alrededor mientras me muevo por el pasillo oscuro, siguiendo el sonido de su respiración en la habitación de arriba.

Shaw está aquí. Durmiendo. Indefenso.

No me gusta lo fácil que parece esto. Nada en su vida ha sido fácil, y no debería serlo ahora. Pero la ira es más fuerte que la duda. Me acerco, mis pies apenas tocan el suelo. Mi mano se mueve hacia la daga oculta en mi cinturón. El filo brilla débilmente bajo la luz que se filtra por las ventanas.

Entro en su habitación. Lo veo, tendido sobre la cama, durmiendo profundamente. Deckard Shaw, el hombre que ha destruido mi vida. Tan tranquilo. Tan vulnerable. Esto debería ser fácil. Solo un movimiento rápido. Una puñalada certera y todo termina.

Me acerco lentamente, mi respiración contenida, mi corazón latiendo con fuerza en mis oídos. Estoy a un paso de la cama cuando sus ojos se abren de golpe.

— Haces mucho ruido — dice con la voz fría, cogiéndome fuertemente del brazo, haciendo que se me caiga la daga.

El sonido metálico resuena en el suelo, y mi pulso se acelera. En un instante, la situación cambia; ya no soy la cazadora, sino la presa. Su agarre es firme, y la intensidad en su mirada me hace dudar de mi plan.

— ¿Qué demonios haces aquí? — pregunta, levantándose lentamente, manteniendo su agarre en mi brazo. La cercanía me desconcierta.

— Vine a... — tartamudeo, tratando de encontrar mis palabras, pero me quedo sin aliento por la proximidad.

— ¿A qué? ¿A matarme mientras duermo? — Su tono es burlón, pero hay una seriedad en sus ojos que no puedo ignorar.

Intento liberarme, pero su mano es como una garra alrededor de mi muñeca.

— No te creas tan importante — respondo con desafío, aunque mi voz tiembla un poco. — No soy una asesina de medio tiempo, Shaw.

— Claro que no. Eres una aprendiz. — Su risa es baja y llena de confianza, como si disfrutara de este juego.

Intento concentrarme, buscando una manera de escapar de su agarre, pero él no me da tregua. Me empuja suavemente hacia la cama, manteniendo un control sorprendente.

— ¿Tienes idea de cuánto ruido haces al entrar? — dice, inclinándose un poco hacia mí, su rostro tan cerca que puedo sentir su calor.

— Tal vez necesitabas un despertador más efectivo — respondo, tratando de hacer una broma, aunque la tensión en el aire es palpable.

— ¿Un despertador? ¿Eso es lo mejor que se te ocurre? — ríe, y es una risa que me irrita y, al mismo tiempo, me atrapa.

Aprovechando un instante de distracción, giro el brazo y consigo liberarme, dando un paso atrás.

— No puedes dejarme caer así. — Sus ojos centellean, y veo la diversión en su expresión.

— ¿De verdad piensas que esto es un juego? — le digo, sintiendo la adrenalina correr por mis venas.

— No sé, tú pareces disfrutarlo — responde, cruzando los brazos, disfrutando de mi frustración.

— Te lo aseguro, no es tan divertido como parece — replico, respirando con dificultad.

Nos observamos durante un momento, la tensión entre nosotros palpable. No sé si estoy más frustrada por no haberlo matado o por el hecho de que, de alguna manera, me resulta difícil mantenerme enojada con él.

— Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? — pregunta, con una sonrisa desafiante.

— No lo sé, pero te prometo que no voy a dejar que esto termine así. — Digo, intentando recuperar el control de la situación.

— Eso espero. Me gusta cuando una mujer sabe lo que quiere. — Sus palabras son provocadoras, y me siento confundida por la chispa que hay entre nosotros.

De repente, la habitación se siente más pequeña. Siento que debo salir de aquí, alejarme de esa mezcla de peligro y atracción.

— Ya que estás aquí, déjame invitarme a un té — dice con una sonrisa burlona, como si la situación no fuera tan seria.

— ¿Un té? — pregunto, frunciendo el ceño, tratando de desviar la atención de la tensión que hay en el aire. — ¿Eso es lo que haces después de un intento de asesinato?

— A veces la gente solo quiere un poco de cortesía. — Se encoge de hombros, su tono juguetón casi irritante.

— ¿Y tú crees que yo quiero tomarme un té contigo? — Mi voz suena desafiante, aunque una parte de mí se siente intrigada.

— Bueno, no puedo culparte. Un té puede ser muy reconfortante después de una pelea.

Se acerca un poco más, y el espacio entre nosotros parece cargado de electricidad.

— No estoy aquí para tomar té, Shaw. Estoy aquí para... — Me detengo, recordando mi misión, pero su mirada me hace perder el hilo de mis pensamientos.

— Para hacer justicia, lo sé — Interrumpe, sonriendo con suficiencia. — Pero la justicia puede esperar un momento. ¿Qué tal si me cuentas sobre esa daga que llevas? Me parece que tiene una historia.

Sus dedos juegan con mi daga en su mano derecha, sujetándola como si fuera un regalo. Esa mirada desafiante en su rostro solo alimenta mi frustración. No me había dado cuenta que me la había robado, solo querría recuperarla y seguir con mi misión.

— No es una conversación que debería tener contigo. — Replico, tratando de mantenerme firme, aunque su interés me desconcierta.

— ¿Por qué no? — pregunta, dando un paso más cerca, acercándose lo suficiente como para que mi corazón empiece a latir más rápido. — Puede que tengamos más en común de lo que crees.

La idea de abrirme a él me resulta extraña, pero hay algo en su mirada que me invita a relajarlo. Sin embargo, sé que no puedo permitir que eso suceda.

" No caigas en la trampa, Kira" me digo a mí misma, recordando por qué estoy aquí.

— Devuélvemela, Shaw — le digo, tratando de mantener la calma, aunque la tensión entre nosotros es casi insoportable.

— ¿Y si no lo hago? — responde, alzando una ceja con un aire de desafío.

Por su mirada sabía quién era; me había investigado. Pude verlo en sus ojos, esa mezcla de interés y precaución que solo se adquiere después de haber hecho los deberes. La idea de que había estado observándome, analizando mis movimientos, me irritaba y, al mismo tiempo, me intrigaba.

— No sé qué esperas lograr al retarme, Shaw — le digo, intentando sonar más segura de lo que me siento.

— Lo que me interesa es entenderte, Kira. No eres solo otra persona que busca venganza. Tienes talento y determinación. Eso es lo que me intriga. — Su tono se vuelve más serio, y por un momento, olvido que estamos en medio de un enfrentamiento.

— ¿Entenderme? No necesito que me entiendas. Estoy aquí por Han, no por ti. — Respondo, sintiendo la rabia burbujear en mi interior.

— Lo sé, y lamento lo que le pasó. — Su voz se suaviza, y veo un destello de sinceridad en sus ojos. — Pero a veces, la rabia puede cegarte.

— ¿Y tú qué sabes de la rabia? — le espeto, cruzando los brazos. — Eres el motivo de toda esta locura.

— Soy un reflejo de todo lo que deseas destruir. Pero ¿realmente crees que la venganza es el único camino? — Su mirada se mantiene fija en la mía, desafiándome a responder.

Me acerco un poco, el aire entre nosotros cargado de tensión.

— No puedo cambiar el pasado. Solo puedo hacer lo que creo que es necesario. — Mi voz suena más firme, pero la incertidumbre se cierne sobre mí.

— ¿Y si te dijera que hay más en juego de lo que imaginas? — pregunta, manteniendo la daga entre nosotros, como un símbolo de nuestra conexión y nuestro conflicto.

— ¿Qué quieres decir? — pregunto, la curiosidad superando mi desconfianza.

Él me sonríe, engreído, como si supiera un secreto que yo no sabía.

— Te lo puedo explicar todo tomando un té.

Me cruzo de brazos; había algo en su mirada que me ponía incómoda, como si me estuviera analizando y lo detestaba.

— No podía ser más británico — le digo, soltando una risita nerviosa, intentando desviar la tensión que se acumula entre nosotros.— Pero eso no cambia el hecho de que eres un asesino.

— Quizás, pero también soy un tipo que sabe disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Como un buen té, por ejemplo. — Su tono es ligero, pero hay una profundidad en su voz que me atrapa.

Suspiro, rendida.

— Está bien, un té. Pero no esperes que esto cambie nada entre nosotros. — Decido, tratando de mantener mi distancia emocional.

Me devolvió la daga como si estuviéramos en paz pero eso no iba a suceder entre nosotros.

— No espero nada. Solo un buen té — responde, levantando las manos en señal de paz.

Él me sonríe triunfalmente, disfrutando de su victoria momentánea.

— Vas a dejar que me vista...¿o prefieres mirar? — dice Shaw, mientras comienza a buscar su ropa en un rincón de la habitación. Su pijama de seda azul no podía ser más inglés, lo que me hace rodar los ojos.

— Como si eso fuera suficiente para distraerme. — respondo, intentando mantener la compostura mientras lo observo moverse.

— ¿No te gustaría un espectáculo? — dice, con una sonrisa burlona mientras se quita la parte superior del pijama, dejando al descubierto su torso esculpido.

Mi corazón late con más fuerza de lo que debería, y trato de desviar la mirada, aunque no puedo evitarlo del todo.

— Eres insoportable, ¿sabes eso? — le digo, intentando mantener la voz firme, aunque me siento un poco atrapada por la situación.

— Insoportable pero encantador, creo. — responde, mientras se pone una camiseta ajustada que resalta su figura. Me doy cuenta de que me resulta difícil no mirarlo.

Mientras me detengo en la puerta, la incertidumbre me consume. ¿En qué momento se volvió esto tan complicado? La intención era simple: entrar, matarlo y cumplir con lo que había prometido desde que Han murió. Pero aquí estoy, atrapada entre el impulso de la venganza y algo mucho más confuso.

Me doy la vuelta una vez más, encontrando sus ojos. Deckard Shaw me observa, como si ya conociera mis pensamientos, como si estuviera un paso por delante. Tal vez siempre lo ha estado.

Respiro hondo, como si el aire de la habitación hubiera cambiado. Tal vez ya lo había hecho desde el momento en que entré. Shaw es mi enemigo, pero... algo más está creciendo entre nosotros. Y por una vez, estoy dispuesta a ver hasta dónde llega este juego, aunque solo sea por esta vez.

—No juegues conmigo, Shaw. Todavía no hemos terminado—le advierto.

Y sin esperar una respuesta, cierro la puerta tras de mí, sabiendo que esto, lo que sea que esté pasando entre nosotros, apenas está comenzando.

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