15

Jungkook se había acostumbrado a reprimirse desde que lo supo, y en los últimos meses, le había estdo gustando tener la libertad de ser transparente con una persona, incluso aunque no del todo. Taehyung, que nunca le enseñó a propósito que estaba bien ser él mismo, pero que de alguna manera se lo dejó claro, que lo quiso y lo dejó quererlo, que le tuvo paciencia, que lo prefería siendo suyo, todo para al final terminar lastimado por la poca seguridad y valentía que poseía.

Él sabía que no estaba mal, o al menos no tan mal, pero aquel aserto era solo un pensamiento fuerte y ruidoso en su cabeza que se negaba a convertirse en su propia materialización, siendo él mismo aquel impedimento. Era como si pudiera aceptarse, pero no en voz alta. Y aquella negación muda traía consigo un comportamiento orgulloso que, en realidad, siempre lo caracterizó, pero que empezaba a volverse más severo cuando salía a colación una afirmación que pretendía mantenerse por siempre como una negativa.

Jungkook no había tenido esos gustos desde que recuerda, por lo que no quería llamarse así, de esa forma en la que estuvo a punto de ser clasificado, porque más que propias preferencias, parecía un desvío en su vida en el que tendría que dar la vuelta y volver por el camino inicial. Primero empezó con una repentina atracción a los labios de uno de sus amigos en la escuela, aquello cuando tenía doce, provocando que, cuando en un arranque inofensivo de confianza confesara aquel pensamiento, fuera excluido y tachado como marica de inmediato, porque los hombres no encontraban bonitos los rasgos de otros hombre y eso hasta sus amiguitos lo sabían.

Esa fue la primera vez que se sintió solo, mal visto y criticado, porque nadie quería ser amigo de un niño que no pretendía jugar contigo, sino mirarte como si fueras una chica bonita.

Después, cuando estaba cerca de los quince, en el momento en que empezó a enterarse de los asuntos de los adultos y escuchó en medio de la cena aquellas mañas que tenía su tío, su abuelo empezó a advertirle que no debía ser como él, que aquel comportamiento era asqueroso y que no había nada mejor que tener una bella mujer sobre las piernas. Jungkook metió en un cesto los sentimientos raros que podrían atraer aquello contrario a lo que su abuelo le deseaba, porque su abuelo era su persona favorita y él no podía hacerle infeliz.

Entonces, cuando cumplió dieciocho y sus compañeros de clase le empezaban a molestar con el hecho de que no había tenido novias, que si acaso sus gustos eran los contrarios, Jungkook se sintió descubierto, atacado y presionado, queriendo dejar de ser la burla y evitar a toda costa las sospechas de una sexualidad vergonzosa.

Consiguió una chica que nunca le gustó ni siquiera un poquito, solo para que un mínimo tiempo después descubriera que quizá su hermano le caía mejor. Y aquello podría pasar sin ningún problema, pero en un descuido, cuando se encontró mirándolo demasiado, porque Jungkook siempre miraba a los
hombres demasiado, se le cuestionó aquella pizca extraña en su mirada, y él solo pudo responder con que no era gay, incluso cuando no fue lo que se le preguntó.

Ese día Jungkook huyó avergonzado porque había dado una respuesta que le haría ser el blanco de la burla entre su grupo de amigos, misma que atraería la mirada de los demás con muchísima más atención sobre él, porque claro que querían descubrir si Jeon Jungkook era un virado, y él no estaba dispuesto a dejárselos saber. Él no lo era, sus gustos eran totalmente normales, así que esa vez fue la última que Jungkook miró con demasiado agrado un chico.

Desde aquel momento, Jungkook había empezado a acostarse con chicas, al principio teniendo experiencias raras lideradas por su versión más joven e inexperta, luego convenciéndose de que así era como debía sentirse y que aquello le debía gustar, solo para querer tapar el hecho de que probablemente le encantaba mirarle los labios a los hombres, que le parecían atractivos y que todavía podía pasarlo mejor con ellos. No tuvo ningún amigo más que Namjoon desde ese entonces, queriendo evitar las charlas de cuantas chicas había tenido en una semana y cuan bien la chupaban, pero de todas formas, seguía manteniendo costumbres que pretendían ser la cortina sobre lo que verdaderamente deseaba.

Se sentía aliviado de que Namjoon nunca le había preguntado por su sexualidad, que nunca le cuestionaba sobre su tipo de chica o le alentaba a estar con varias al mismo tiempo, porque según sus ex compañeros de secundaria, aquello era la honda, que si lograbas aquella hazaña eras un verdadero hombre entre los hombres. Su amigo actual, el verdadero, lo veía tal cual era, y sabía que no se atrevería a menospreciarlo si alguna vez le confesara aquellas preferencias, pero todavía se negaba a hacerlo porque no se sabía si esa en realidad era la forma en la que iba a actuar o solo era la imagen que le había dado lo que le hacía asumir aquello.

Estaba tan cansado de tener que ocultar lo que podría estar viviendo, de prohibirse ser y aceptarse, que estaba sintiendo pena de él mismo por estar llevando un rumbo que pretendía joderle la vida, y ni siquiera le molestaba tanto eso, lo que en realidad lo volvía loco era el hecho de que lastimaba a Taehyung en aquel proceso infinito de ocultarse de él mismo.

Y justo en ese momento, como un acto de auto convencimiento nulo, Jungkook estaba besando con violencia a una chica que se le acercó en aquel bar, en una esquina oscura y despejada, tocándola y haciendo que se estruje sobre él. La besaba como si la deseara, como si fuera el lugar en el que siempre había querido estar, diciéndose que así era como debía estar y no deseando besar otros labios que en ese momento probablemente ni siquiera quisieran acercarse a los suyos.

No actuó de la mejor manera, y lo sabía tan bien que le dolía el alma al darse cuenta de cuan estupido fue, pero ya estaba hecho, y aunque hubiera sido la segunda mentira más grande que había dicho, fue lo mejor que pudo hacer para poder mantener aquella fachada que le libraría de sospechas sobre su sexualidad.

En un momento de frustración, aquella chica que se movía plácidamente sobre la entrepierna de Jungkook que ni siquiera estaba un poquito dura, se vio casi cayendo al suelo por la forma violenta en la que el pelinegro se la quitó de encima, mirándole con enojo de inmediato.

La cabeza de Jungkook solo reproducía el recuerdo de un Taehyung llorando a causa de sus palabras, y eso era tan pesado que no podría ser capaz de cargar con algo más.

— ¡¿Estás loco?! — la chica rubia, delgada y bonita le gritó, enderezándose sobre sus tacones de aguja mientras se preparaba para hacer un berrinche que Jungkook no querría escuchar.

— ¿Por qué? — inquirió, mirándole neutro —. Te ahorré energía, no ibas a ponérmela dura aunque te dejara tocarla.

Ella le miró indignada, sintiéndose atacada de inmediato, con una expresión que dejaba aquello en evidencia.

— Ya estás duro, imbécil, ni siquiera te aguantaste hasta que te besara bien — le respondió, arreglándose el vestido de brillos que le ajustaba al cuerpo.

Jungkook la jaló con fuerza, tomando su mano y llevándola a tocar su entrepierna.

— ¿Crees que esto es estar duro? — le preguntó, sin dejar que retire su mano —. Claramente el tamaño te hizo creer que estabas haciendo un buen trabajo, que te avergüence que no lograste nada.

— Pues el problema será bastante tuyo, porque después de eso no hay forma de que no sientas nada — retiró su mano del fuerte agarre de Jungkook, acercándose a su oído —. O tienes problemas para que se te pare, o simplemente las mujeres no te encienden. Tú ya sabrás, pero ninguna opción te hace quedar bien.

Entonces se fue, guiñándole un ojo a un Jungkook atónito que se tomó todo el contenido de su vaso de un solo trago, tomando su chaqueta del respaldo de la silla y largandose de aquel bar sin mirar atrás.

Caminó entre el gentío sin delicadeza, empujando a todo aquel que se interpusiera en su camino porque en ese momento no tenía el humor para pedir permiso o disculpa. Estaba frustrado, enojado y ofendido, y aquellos tres estados no eran una buena combinación, por lo que tenerlos agrupados en su interior significa ser impulsivo y descuidado.

Tiró su chaqueta con fuerza sobre su moto cuando llegó al lugar en el que la tenía parqueada, llamando la atención de quienes estaban alrededor fumando o tocándose de aquella forma que advertía sobre la calentura que tenían, cosa que Jungkook esperaba encontrar y al final terminó siendo acusado de disfunción eréctil.

Jungkook estaba bien, su pene seguía intacto y su atracción por las mujeres también, suponía, sin embargo, analizando aquellas que estaban a la vista, podía asegurar que no le gustaba ninguna, ni siquiera para un beso. Un hombre no era una opción, pero solo se negaba a curiosear mentalmente, porque sus ojos se paseaban por cada uno sin ningún disimulo, y en lo único que pensó era en que ninguno era Taehyung.

El mayor ocupaba cada espacio de su mente y no había forma alguna de negarlo, estaba estampado en sus pensamientos y lo único que podía hacer al respecto era lamentarse por la forma en la que había volteado las cosas. Al menos, si se hubiera quedado callado, fuera un poquito más decente la idea de querer recuperarlo, pero mientras se subía en su moto y acomodaba su casco, le quitó importancia a lo desvergonzado que se veía ir detrás de él.

La situación lo empujaba a eso y él no quería aguantarse porque sabía que al final terminaría haciéndolo. Lo iba a arreglar, esa vez de verdad. Esperaba que, con un poquito de suerte, el camino no le resultara tan difícil debido a las vueltas que daba su cabeza gracias al alcohol ingerido hace poco.

En su camino lo único que pensaba era en lo bien que lo haría desde ese día porque ya estaba dando por sentado que Taehyung lo disculparía. Sin embargo, todavía se cuestionaba cómo hacer para poder salir a la calle de la mano de un hombre sabiendo lo mal visto que estaba, que probablemente su familia lo odiaría y cómo lidiaría con la reacción de Namjoon al respecto. Esperaba que no le diera la importancia que le daban sus amigos de la escuela, y que el aceptar a su hermano no solo sea porque eran familia, sino porque no le daba asco el hecho de relacionarse con gente que tenía aquellas preferencias.

Cuando llegó a la casa de Taehyung, tocó la puerta y el timbre al mismo tiempo, desesperado, queriendo que le dejaran entrar de inmediato. Namjoon se asomó a los pocos segundos, con una mueca de confusión en el rostro que desapareció al ver el estado desaliñado de Jungkook y el olor a alcohol que salió de sus labios cuando le pidió que se quitara de su camino sin ninguna cortesía.

Corrió por las escaleras, siendo seguido por Namjoon.

— ¡Taehyung! — gritó en su camino, dejando que la impaciencia se colara en su tono de voz. Ya ni siquiera quería actuar como si nada, él solo quería recuperar a quien quería. Abrió la puerta cuando estuvo frente a ella, entrando a la habitación y pasando sus ojos por cada esquina —. ¡¿Dónde estás?! — se dirigió a la puerta del baño, abriéndola también para no encontrar rastros de él. — ¿Dónde está?

Namjoon, que estaba parado en la puerta, viéndole en silencio mientras buscaba a su hermano intentando no caerse por los tambaleos, le miró con una expresión de duda antes de responderle.

— Se fue.

Jungkook se rió, una carcajada amarga que trepó por su garganta mientras le hacía apretar el pecho, dejándole claro a Namjoon que no le creería aquello porque apenas hace dos días Taehyung estaba allí y ni siquiera tenía clases hasta dentro de otros dos. Claramente, él seguía por allí.

— No me hagas esas bromas que no quiero estar riéndome por compromiso — le dijo. De inmediato notó la cara seria de Namjoon y empezó a buscar en el closet, encontrándolo casi vacío, lo único que tenía dentro era la chaqueta que él mismo le había puesto sobre los hombros aquel día en la playa. Quiso llorar, los ojos se le aguaron de inmediato cuando siguió mirando y no vio ni siquiera un par de zapatos por el suelo, como si no pensara volver —. ¿Por qué lo dejaste ir?

Su expresión miserable y el repentino llanto que Namjoon podría jurar que era más que nada provocado por el alcohol, le hacían lucir realmente dolido. Se sentó en la cama, dejándose caer mientras se tapaba el rostro con una mano, sin ocultar ni uno de los hipidos que salían de él.

— ¿Estás bien? — preguntó como si no supiera, acercándose a él hasta estar sentado a su lado, sin embargo, no quiso tocarlo.

— Tenías que llamarme, o no sé, encerrarlo, pero no debiste dejarlo ir así — hablaba mientras lloraba, y eso era lo más afectado que Namjoon lo había visto alguna vez porque Jungkook nunca lloraba por nada —. ¿Qué hago, Namjoon? — le tomó la mano, dejando su rostro al descubierto por el que sus lágrimas bajaban sin pausa —. Él piensa que lo dije en serio, ¿qué hago ahora?

Namjoon le dio golpecitos en la espalda que pretendían ser un consuelo, sabiendo totalmente que por la forma en la que Jungkook estaba llorando y lamentándose, aquello no iba a ser suficiente de ninguna manera.

— ¿Qué quieres decir? — preguntó, esperando que Jungkook le contara las cosas que mantenía guardadas en una caja de la que creía tener acceso solo él.

— Lo lastimé mucho, perdóname — dijo, recostando su frente en el hombro de Namjoon, mojándole de inmediato el poloche negro que tenía puesto —. Yo sé que es tu hermano y que no debí, pero me gusta tanto que no quise dejarlo nunca — empezó a contar su versión, encontrando aquella valentía probablemente por el alcohol en su sistema y por lo mal que se sentía —. Te juro que lo quiero, pero es que no puedo ser gay.

Al final, Namjoon terminó cediendo y le acarició la espalda mientras le apretaba la mano que Jungkook todavía no soltaba, intentando consolarlo aún cuando el único consuelo que Jungkook tomaría sería estar de nuevo con Taehyung.

— ¿Por qué no puedes serlo?

— Porque está mal.

— ¿Qué es lo que quieres hacer, entonces? — preguntó, haciendo que Jungkook levantara la cabeza y le mirara de inmediato, girándose hacia él.

— Yo... — la respuesta que ya conocía le hizo volver a llorar desesperado, sabiendo que ya no podría porque las cosas no se veían como que estuvieran a su favor, sin embargo, aquello que quería lo seguiría manteniendo hasta el fin. Se tocó el pecho, señalándose con varias palmaditas que fueron más duras de lo que él pensó —. Yo solo lo quiero querer a él.

— Jungkook, lo lastimaste mucho — le recordó —. Puedes quererlo todo lo que quieras, pero eso no va a cambiar.

— ¡Que no es verdad! — respondió, limpiándose las lágrimas que seguían bajando —. No lo dije en serio, te lo juro. Yo solo quería que él no se diera cuenta de lo mal que me dejó saber que él ya no quería estar conmigo.

— Pero lo dijiste, Jungkook. El motivo  por el que lo hayas hecho no le quita importancia.

— Pero sí valor.

— Pues él no lo ve así — le dijo, luego le pasó un pañuelo que estaba sobre la mesita de noche —. Y ya deja de llorar que haces que te coja pena — Jungkook se limpió las lágrimas, esnifando. Cuando terminó, se mordió los labios para contener las próximas que pretendían salir —. A mi no me digas cuánto lo sientes que yo no soy Taehyung, si en algo querías meterme debía ser solo para convencerme de que serías bueno con él aunque ni eso me tocara. Ya metiste la pata, y si valoras nuestra amistad, entonces deja las cosas así porque no quiero ver como lo sigues lastimando.

Era una obviedad decir que Jungkook ya estaba al tanto de todo el mal que le hacía, y hasta habían veces que lo hacía conscientemente porque aquellos momentos en los que se sentía atacado y en evidencia, le hacían querer defenderse sin importar cómo, perdiendo cualquier filtro que su boca podría tener.

— No me puedes pedir eso — negó de inmediato, pareciéndole atroz la idea de no tener nada que ver con el mayor —. Taehyung es lo único a lo que me quiero aferrar, lo quiero de verdad y no puedes prohibirme eso.

— No te lo estoy prohibiendo, Jungkook. Lo que sí te pido es que dejes de lastimarlo, por favor.

— Pero no me dejas demostrarte que no lo voy a hacer de nuevo — había una mezcla entre queja y ruego colándose en la voz de Jungkook, como si Namjoon era quien tenía la última palabra cuando claramente no era así, sintiéndolo como un impedimento del que se tenía que deshacer de inmediato.

— Eso le corresponde a él, te lo estoy pidiendo porque realmente no puedo ser amigo de alguien que haga llorar a mi hermano, lo haga sentir menos y lo quiera mantener con él con falsas esperanzas. Tú haces todo eso, Jungkook — se levantó de la cama, dando por terminada aquella conversación, dirigiéndose a la puerta de inmediato —. Sal cuando estés listo.

Jungkook se levantó antes de que Namjoon lograra salir, levantándose y yendo detrás de él.

— Espérate — le pidió, siguiéndolo —. ¿Por qué me haces esto?

Su pregunta salió con la intención de recibir una respuesta sincera, esperando que se le dieran razones claras y que llenaran sus dudas. Namjoon se detuvo en medio de las escaleras, girándose a verlo.

— Me estás preguntando cosas que te puedes responder tú mismo.

— Está bien, soy el malo, lo he sido desde el principio, pero en ningún momento se detuvieron a pensar cómo me siento yo al respecto y eso es lo único que me molesta — respondió, realmente afectado porque sentía que en todo ese tiempo nadie se preocupaba por lo que pudiera sentir él. Era decepcionante, sin embargo, sabía que no estaba en posición de reprochar nada.

— Me estás echando encima una carga que no me pertenece, Jungkook — Namjoon le respondió, retomando su camino.

— ¿Mi amistad es una carga? — inquirió, soltando una risa nasal —. ¿Es porque sabes que me gusta un hombre?

— ¿De qué hablas? — volvió a girarse para mirarlo, esa vez en su camino a la cocina —. Me refiero a la culpa que me estás echando. No estuviste en una relación conmigo, yo solo sé lo que me cuentan y no ha sido mucho.

— Pero tomas decisiones como si supieras más de la cuenta — afirmó.

— Yo hago lo que considero mejor.

— En este caso, no deberías.

— Pues sigue jodiendo las cosas y te vas a quedar solo de verdad, porque yo no puedo ver lo mal hecho y hacerme la vista gorda — el tono en el que lo dijo no pretendía ser suave ni dubitativo, Jungkook sabía que estaba hablando en serio, pero todavía se sentía inconforme, como si lo juzgaran sin saber cómo son las cosas de su lado.

— Me dices las cosas como si fuera un maldito sádico — se quejó, soltando una risa seca, sintiendo como en su garganta empezaba a formarse un nudo —. Ha sido duro para mi tener que vivir engañándome para poder encajar, a mi ni siquiera me gustan las mujeres, pero tenía que follar a diario para convencerme de que era lo que me gustaba — se limpió una lágrima que bajó por su mejilla, despeinándose el pelo, frustrado —. Taehyung me hizo sentir que podía ser yo, que no tenía que encajar ni negarme a mi mismo, pero no todos son como él. Todavía pienso en si realmente te caigo bien así, o si te estás aguantando las ganas de decirme que me aleje de ti. Yo no quiero que me juzguen ni ser del que se burlen otra vez, yo también quiero que me quieran así.

— Vas detrás de un objetivo por el camino equivocado, Jungkook. No tienes que ser lo que alguien más acepte, tienes que ser lo que aceptes tú — se le acercó, dándole palmaditas en el hombro cuando empezó a llorar de nuevo —. Eres humano, igual que los demás, tus gustos no definen que tan bueno eres, son meras preferencias que te caracterizan.

— Humano con preferencias extrañas.

— ¿Desde cuando el amor es extraño? — preguntó sin esperar respuesta, haciendo que Jungkook le mirara con la derrota en su rostro, pareciendo analizar aquello —. Estás siendo tu propio obstáculo, Jungkook. Esos pensamientos tuyos te van a terminar haciendo infeliz.

— Es que el problema no es amar, tú lo sabes — dijo, llevando una mano a su nuca y ladeando la cabeza —. El problema es a quien.

— ¿Por qué le das tantas vueltas en vez de ser feliz con ello? Eres tú, de todas formas. A ti es que te queremos.

A Jungkook, de una forma casi imperceptible se le iluminó la mirada por el hecho de saber que lo quieren de esa forma, que alguien más no lo rechazaba, que lo veía como él.

— ¿Me quieres así? — preguntó con esperanza, sus brazos colgando a sus lados.

— Dices "así" como si en realidad tuvieras algo — Namjoon arrugó la nariz, restandole importancia —. Que te gusten los hombres no significa más que eso, que te deje de parecer malo.

— Pero se supone que lo es. Más que parecerme malo, me enseñaron que es detestable. Yo no quiero ser detestado.

— A todo el mundo no le vas a caer en gracia, claramente va a haber quienes intenten menospreciarte usando tu sexualidad como ataque, pero tú decides que tanta importancia le das. Si eres feliz y aceptas todas tus facetas, entonces ya no tendrán con que atacarte para lastimarte.

— Debería ser más fácil aceptarse.

— Si fuera más fácil no valiera lo mismo.

Jungkook soltó una risita que no pretendía ser más que eso.

— Mi abuelo me debe de estar odiando desde dónde sea que esté. Sinceramente, aunque lo amé muchísimo, no creo que esté en el cielo por lo horrible que trató a mi tío — soltó una exhalación, escuchando una risa nasal por parte de Namjoon —. Aunque ese no es el tema, pero él fue la principal razón que me hizo querer negar mis gustos.

— Pues tus gustos nunca han tenido nada que ver con él — le dijo mientras se encaminaba a la cocina, sirviéndose un vaso de agua y dándole uno también a Jungkook —. Toma, que estás deshidratado.

— Es que bebí mucho — se excusó, llevándose el vaso a los labios, hablando un segundo después de haber tomarse el contenido —. Eres la primera persona a la que se lo digo. Supongo que por eso me da tanta vergüenza.

— Yo ya lo sabía — dijo con obviedad.

— ¿Qué? — le miró con curiosidad y sorpresa, encontrándose raro que Namjoon supiera aquello que nunca había dicho ni, según él, demostrado.

— Mientes malísimo, no sabes ocultar las cosas. Te he visto entrar y salir de ese cuarto a horas no prudentes para visitas amistosas.

— Ya que lo sabes, ¿puedo ser gay contigo?

— No — respondió de inmediato —. Yo digo que seas gay siempre.

Jungkook soltó una risita.

— Sabes que no puedo, Namjoon — se encogió de hombros, como si ya estuviera rendido —. Pero si no te opones a que sea tu cuñado, lo puedo intentar.

— ¿Por qué hablas como si realmente te pudiera detener?

— ¿Significa que aceptas?

— Significa que no soy Taehyung — dijo lo evidente —. Mira, te lo digo como testigo de todo lo que pasó: déjalo.

Claramente Jungkook no quería regresar a ese tema, al menos no a la parte en la que Namjoon se manifestaba totalmente opuesto a verlo cerca de Taehyung. Sin embargo, sabía que, si en realidad quería arreglar algo, debía convencer a Namjoon de cambiar de opinión. Y no era que aquel asunto fuera de su incumbencia, pero era una amistad que no quería afectar de ninguna manera.

— Que no puedo.

— Jungkook, es en serio. Taehyung sufrió muchísimo antes de salir del closet porque pensaba como tú, después de que logró superarlo, lo único que ha querido es presumir de querer a alguien abiertamente, y contigo eso no va a pasar. Tú lo sabes.

— Nos queremos, Namjoon, no es algo que se pueda deshacer porque sí — respondió, enfurruñado.

— No es un secreto que te quiere, ni siquiera me quiso decir bien qué lo tenía tan mal porque quería cuidarte la imagen de heterosexual, y aunque tú lo quieras también, no estás dispuesto a hacer lo que conlleva una relación con él — eso último, aunque cargaba cierta verdad, le ofendió.

— Me voy — dio un golpecito en la isla antes de darse la vuelta, de repente un poco enojado, queriendo evitar el peso de aquella conversación, mismo que ya tenía encima. Retrocedió, mirando a Namjoon con seriedad —. No le vas a decir a nadie, ¿verdad?

— Me ofendes, Jungkook.

— Gracias.






las quiero amiguitas que votan y comentan siempre cada cap, que dicen que les gusta y que van a leer HTG hasta que termine, soy su fan número uno. 💗

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