—¿Tienes algo que decirme, Bee?

Preguntó Ladybug, estando unos pasos por delante de su compañera.

—Uhm, no...

—¿Segura?

La abeja tragó saliva, solo esperaba que no se tratara de lo que ella creía...

—Supongo que sí...

—Escucha, ya lo sé, ¿si?

—¿Saber qué?

—¿En serio quieres que lo diga?

Estaba claro, Ladybug sabía que Queen Bee la amaba, pero los nervios la comían viva.

—¡Eso, eso no es cierto! Yo lo decía bromeando.

—¿Y por qué estás tan nerviosa entonces?

En su cabeza sólo pensaba quien podría haberle dicho, Chat Noir, lo iba a matar...

—Queen, ¿por qué no me lo dijiste?

—¿Para qué hacerlo? Sé bien que tú no me quieres, no de esa manera.

—¿Quién dijo que no?

Fue ahí cuando la rubia sintió casi como si su corazón dejara de latir y se detuvo en seco, cosa que Ladybug no notó porque iba en frente.

—¿A qué te refieres?

—Bueno, ¡no lo sé! Cuando me enteré estaba muy confundida y no sabía qué sentir, incluso le pedí ayuda a Rena Rouge.

“Qué pena, ahora todos lo saben” pensó Chloé.

—Bee, ¿nada va a cambiar entre nosotras?

Ladybug lo preguntaba con cierta intención, quería algo más con su compañera, pero no encontraba las palabras perfectas para expresarlo.

—¿Qué podría cambiar?

Claramente, ella no sabía a lo que la del traje moteado se refería.

—No lo sé, quizá algo entre nosotras...

—No, no debería de.

Fue ahí cuando Ladybug, un poco frustrada, se detuvo y se colocó en frente de Queen Bee, tomándola por los hombros.

Se armó de valor, con sus mejillas totalmente rojas y unió sus labios con los de la abeja, fue un beso corto pero ese beso paralizó totalmente a la rubia.

—Entonces...¿quieres ser mi novia?

—Yo, ¡yo no sé qué quiero! ¿okay?

Tenía miedo, miedo de lo que podrían pensar los demás, miedo de que lo que sentía no fuera amor, si no confusión, estaba aterrada y sin saber, había roto el corazón de alguien a quien quería más que a nada.