Capítulo 8.

Capítulo 8. Tan salado y anaranjado.



No llevamos mucho tiempo juntos, quizá y una semana, he tenido tanto trabajo, estafando, creando estrategias y enseñándole al enano a llenar los papeles oficiales, en verdad que estoy cansado. ¡NO HE PODIDO INTENTAR SUICIDARME EN UNA SEMANA! Moriré por falta de prueba de suicidio. Mira hacia el mueble y suspire, Chuuya se había vuelto a quedar dormido entre el mueble y el piso, y ahora flotaba por su habilidad - ¿Cómo hace eso enserio? – me queje.

Suspire profundo, debe ser lindo sentir que flotas al dormir

― Lo he sentido, la sensación de volar cuando en realidad caes – mencione divertido – Esa vez, Fukō me detuvo

― ¿Quién es Fukō? – escuche al pequeño. Chuuya despertaba, bajaba lentamente hasta el mueble mientras tallaba su ojos

― Nadie – respondí – al igual que tu

― ¿no tienes mejores insultos?

― Quizá, ¿debo sacar mi repertorio?

― Guárdatelo

Sonreí, ahora que lo pienso... Chuuya se parece en mucho a Fukō, me protege de todo, se pone bravo si me amenazan. – pff – aguante la risa

― ¿Qué te pasa imbécil? – preguntó molesto

― Na-nada – realmente debo contener mi risa, no quiero que siga preguntándome pero... acabo de llamarlo perro.

Chuuya siguió peleando toda la noche hasta la madrugada se quedó dormido otra vez y podía oír cómo se quejaba en sus sueños – creo que sueña conmigo, pobre infeliz – dijo mirándolo. Recargue mi cuerpo en la silla reclinable, talle la cien de mi nariz, y mi entrecejo – diablos, me duele todo. ¿Cómo terminamos teniendo tanto trabajo está semana? Malditos comercios de año nuevo – me queje. – pero he terminado todo, bueno, Chuuya merece algo de crédito por entretenerme y no dejarme dormir. – Suspire y deje mi mano sobre mi mejilla, mi codo sobre mi escritorio y mire a Chuuya flotar de nuevo – realmente eres un buen compañero... - sonreí – lástima que hoy moriré. La buena noticia, tu harás todo el trabajo.

Deje la silla rodar cuando tome si saco de ella, salí de la oficina, los pasillos oscuros, en tonalidades grises me cubrían aunque, no me escondía de nadie, subí a la parte más alta de la base de la Port Mafia donde me encontraba, mire a todo alrededor mío, comenzaba a amanecer, aquel brillante sol que pintaba el oscuro cielo de un tenue rojo, casi naranja y con destellos amarillos, el mar con tal salinidad que podía sentirlo en mis papilas gustativas, era hora.

Entre los oscuros y recónditos lugares que me encontraba, una vez más di media vuelta dándole la espalda al sol. Una vez más abrí mis brazos para encontrarme con el sueño eterno, una vez más, deje mi cuerpo caer desde el piso más alto.

Sentía el aire golpear mi cuerpo, mi ropa, mi cabello, pronto todo acabaría, no pensaba abrir mis ojos, la última vez Fukō arruino mis planes está vez no sería así, está vez le daría la vuelta.

Los abrí, sentí una tenue presencia, fue un golpe al corazón eso que ni qué. Vi el sol, naranja una vez más, pero esta vez veo el azul, ¿Cómo? Si estoy de espaldas al mar

― ¿Chuuya? – pregunté pero la caída se añadió a los raspones, era obvio, él no podía usar su habilidad si me tocaba pero amortiguo nuestra caída

― ¡QUE ESTABAS PENSANDO MALDITO IMBECIL! – empezó a gritar, tomo el cuello de mi camisa, diablos se ve muy molesto, creo que estoy impactado de ver esto - ¡PUDISTE MORIR MALDITO SACO DE VENDAS! MALDITA SEA – seguía gritando... ¿está llorando? – NO PUEDES MORIR ASÍ – sí, está llorando.

― Solo intentaba suicidarme – respondí al fin. Diablos se puso furioso

― ¡¿SUICIDARTE?!

Todo se volvió negro por un momento, desperté regresando a aquel momento, no este era diferente, pude ver la mañana, el cielo era claro, me levante y note a Chuuya en posición fetal, seguía llorando – Chuuya...

― ¡Estás en plena juventud! – grito - ¿Cómo puedes pensar en suicidarte maldito maniaco?

― Es algo que he buscado por muchos años, veras... he tenido muchos intentos pero nunca logro morir – sonreí – siempre hay un perro que interrumpe

― Maldición Dazai – tallo sus ojos – cuando te vi caer en verdad sentí que moriría – expreso mientras limpiaba sus lágrimas, creo que es lindo... como lo era Fukō... - no vuelvas a hacerlo... por favor, lidiaremos con todo... pero... no te suicides.

― Fukō...

― ¿eh?

― Na-nada, pensé que estaba pensando – dije con vergüenza. ¿Cómo pude equivocarme así? Debo cambiar el tema – y bien Petit ¿Qué haremos hoy?

― ¿ah?

― Terminamos el trabajo, estamos en plena juventud, no más suicidios – por hoy.

― Quiero ir a desayunar

― ¿desayunar? Que simple

― Tengo hambre, quiero... - sonrió ampliamente – unos hot cakes con jugo de naranja

Vaya... Esa sonrisa... Es realmente encantadora. Valdría la pena cometer menos intentos de suicidios... 

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