Capítulo 12.
Capítulo 12. Te necesito
― Dazai-kun, Odasaku-san... Si las cosas cambian y la División y la Port Mafia dejan de existir... Si llegamos a convertirnos en hombres libres, regresemos y...
― No lo digas, Ango. No digas nada más.
Con los acontecimientos del día a día, Chuuya debía ir a otra misión, pues si, Dazai ahora era un ejecutivo y solo los juntaban para problemas mayores. Dazai sentía una gran incertidumbre, Ango había sido secuestrado y Oda se encargaba de todo, Chuuya no estaba y volvió a sentir aquella soledad que le abrazaba de pequeño. Con altos o con bajos, amaba el ser cuidado por Oda, con regaños o con sarcasmo, amaba ser amigo a Ango. Y sobre todo, con peleas, gritos, golpes o riñas, amaba estar con Chuuya.
Con los días notó la distancia, la ocupada agenda del pelirrojo y la búsqueda infalible de su amigo lo tenían en un mar de penumbras, Ougai le retenía lo más que podía, pero la duda era el "¿por qué?"
La organización que lo retenía era Mimic, una organización criminal de Europa, liderada por André Gide. Un usuario de habilidad del mismo calibre que el de Oda. Un ex héroe, el más asombroso del ejército desconocido, traicionado por su propio país y etiquetado como criminal en la guerra. Sus actos fueron tratados como criminales en la guerra por atacar a una ciudad amurallada. Incapaz de encontrar una razón para vivir fuera del campo de batalla, el bien André juro a sus compañeros que juntos morirían como soldados. Buscaron guerra con los mismísimos caballeros de la Orden de la torre del reloj, pero fueron expulsados de Europa. Algún tiempo después, llego la calamidad a Japón. ¿Pero cómo un grupo había logrado tal logró?
Ougai se contactó con ellos.
― Siempre lees ese libro, muchacho. ¿tan interesante?
― Lo es. Lo he leído muchas veces.
― En el mundo hay historias más interesantes que las que encontraras en ese libro.
Oda recordaba aquellas palabras con gran gratitud.
― Me dolía la garganta. No podía respirar. Oí el grito de alguien. Me percaté de que mi garganta dolía tanto porque era yo quien gritaba...
El dolor comenzaba a consumir a Oda Sakunosuke.
― ¿Dónde está la tercera parte?
― No la tengo. La busque mucho sin éxito
― Ahora todo cobra sentido. La tercera parte de esa historia es de lo peor. Confórmate con las dos primeras partes. Lo digo por tu propio bien.
― No creo poder
― Pues escribe un final
― ¿Qué lo escriba?
― Solo así podrás mantener la perfección de esa novela...
Aquellos dolorosos recuerdos resonaban en la cabeza de Odasaku antes de entrar a la batalla con Mimic. Sus pensamientos le llevaban derecho, sin detenerse incluso cuando choco con un joven chico y sus palabras le removieron
― Si vas a dónde quieres ir, morirás.
Fueron las palabras del pequeño castaño, le hizo dudar ligeramente, un recuerdo fugas sobre Dazai llego a él, pero no. Los niños merecían descansar en paz, fue así como una vez más aquella persona sabia apareció en su mente.
― Escribir una historia es escribir sobre alguien, y como dicha persona debería vivir y morir
Oda cerró los ojos al recordar aquel hombre de bigote y bastón con el que hablaba años atrás. Suspiro en un profundo ahogo. Era hora de enfrentarse a André.
Mientras tanto, Dazai se ponía al tanto de esté enfrentamiento, fue en busca de Ougai, la única persona que podía parar la calamidad, la única persona que podía confiar, pues de ella fue quien tuvo su más sincera y siniestra traición, aquel día. Dazai supo el miedo que tenía Ougai a su persona, el miedo de que Dazai hiciera lo mismo que Ougai a su antiguo líder. Ougai temía que Dazai fuese el próximo líder de la Port Mafia.
Logró liberarse, corrió al rescate de Oda, no importaba nada, importaba su amigo, la traición de Ango, la traición de Ougai, y mirar a Oda caer, eso solo significaba algo para Dazai.
Él era el único indigno
La muerte les abrazaba con calidez, cada centímetro, cada persona que moría, Dazai solía sentir envidia, desde Fukō quien le había defendido con gran esmero siempre, quien cuidaba de él, habí muerto dignamente, incluso al chico que una vez vio, no solo fue torturado, murió sin queja ni agobios, si no hubiera sido por que Dazai mismo lo mío, probablemente ese chico jamás hubiese sido visto, había sido perfecto. Incluso a Akutagawa que buscaba superarse, incluso a Chuuya quien daba todo por sus subordinados, incluso Ougai que le temía. A todos, Dazai odiaba y envidiaba, ¿Por qué la muerte les tomaba la mano? Por qué le ignoraba a él. Pues aquel día, Dazai lo temió a la muerte, más si comprendió... porque era tan dolorosa.
― Dazai, tengo que decirte algo, escucha... Me dijiste que creías que encontrarías tu razón de seguir viviendo en un mundo de violencia y sangre... No la encontraras, ya debes saberlo bien, aunque estés del lado de los que matan o de los que protegen, jamás llegara algo que no tienes previsto, nada en este mundo llenara el vacío de tu desolación, transitarás las tinieblas por toda la eternidad.... Vete del lado de los que protegen si ambos lados son iguales, se alguien de bien...salva a los débiles, protege a los huérfanos, yo sé que el bien y el mal no tienen mucho significado para ti... Pero sé que te hará un poco mejor ¿Cómo no saberlo? Lo sé mejor que nadie porque... Soy tu amigo... La gente existe para salvarse a sí misma ¿eh? En efecto, es así...
Después de aquel discurso, el joven pelirrojo, Oda Sakunosuke murió. Dejando en Dazai una marca no significa por toda la eternidad.
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