Capítulo 5.
Día siguiente.
— ¿Ya viste los periódicos? — me pregunta Jack mientras le sirvo una taza de café.
— No. ¿Qué hay? — me siento en la mesa para desayunar con él. Me pasa el periódico. Son múltiples fotos de nosotros cuando regresamos del aeropuerto.
— ¿En qué momento las tomaron? Ni siquiera lo noté.
— Cuando se trata de invadir la privacidad de un agente federal saben que deben ser muy cuidadosos o tendrán serios problemas. Tú también eres una diseñadora muy reconocida, así que lo normal es que tengas muchos... admiradores. — suelta una sonrisa.
— ¿Por qué lo entonas así? ¿Estás celoso?
— Eres mi esposa, no tendría por qué. — arqueo las cejas. — Antes de que cualquiera intente acercarse a ti y sepa que eres la esposa del agente Connor, lo pensará dos veces. — se acerca, me da un beso y toma las llaves de su vehículo.
— ¿Ya te vas? — agarro mi taza de café con ambas manos.
— Sí. Tengo que llegar más temprano. Hay muchas cosas que arreglar en la estación. — vuelve a besar mi frente. — Conduce con mucho cuidado, ¿de acuerdo? Y cualquier cosa, infórmame.
— Lo haré. Que tengas un lindo día. — se gira y me da una media sonrisa. — Y te quiero aquí a las a 1:00 para almorzar. — sonrío y él también.
— Como usted diga, señora Connor. — dice por última vez antes de salir. Sabe que ahora tengo el control.
8am.
Dejo mi auto en el estacionamiento, me arreglo el cabello, tomo mi bolso y entro en mi empresa. Todo está tal y como lo dejé. A pesar de que solo fueron algunas semanas, es como si hubieran sido años lejos de aquí. Saludo cortésmente a los conserjes y me tomo el delicioso té que la señora de la cafetería me ha preparado como regalo de bienvenida. No puedo sentirme mejor. Cuando tomo el ascensor y llego a las oficinas, todos sonríen y se emocionan de verme.
— Es un gusto tenerla devuelta, señora... ¿Connor? — dice mi asistente.
— Prefiero que se me conozca aquí por el apellido Cross, ya que es el nombre de la empresa pero...ya saben que somos como una familia, así que solo díganme, Melanie, ¿está bien? Al menos los que ya nos conocemos.
— Como usted quiera, señorita Cross. — inclino la cabeza. — Melanie. — se corrige y sonrío.
— Así está mejor. ¿Y cómo va todo por aquí? ¿Todo en orden? — cambio de tema.
— Todo en orden, no se preocupe. Por cierto, la popularidad de la empresa aumentó muchísimo más después de su boda con el agente Connor. Nuestra página web cayó dos veces por las entradas masivas. — contesta mi asistente mientras ve los datos en su iPad y me sigue hasta mi oficina. Dejo mi bolso en una de las repisas y me acomodo en mi sillón. Se siente tan bien volver.
— ¿Y las ventas también aumentaron?
— Sí. Muchas mercancías se agotaron y han tenido buenas críticas. Dicen que nuestros productos son los mejores. — lo dice con tanto orgullo que contagia.
— Eso es excelente. No sé si Junior te comentó pero...traje nuevas telas de Italia y pienso diseñar nuevas prendas con ella. Tomé muchos apuntes y con suerte, tendremos más éxito todavía.
— ¡Wao! ¡Eso es una estupenda noticia! Junior me había pedido que te preparara toda la carpeta y lápices para tus creaciones. Así que aquí están. — me los coloca sobre el escritorio. Me encanta tener un equipo tan eficiente.
— Perfecto. En cuanto pueda, comenzaré con ello.
— Por cierto, muchos presentadores de televisión han enviado correos para que les concedas entrevistas. Les dije que de momento estabas de viaje y que recibirían nuevas noticias en cuanto regresaras, así que les contestaré lo que me digas. — me emociona el reconocimiento que tengo, pero con todas las desgracias que he pasado, no me gustaría que toquen ciertos temas y me hagan sentir incómoda.
— Por ahora no quiero entrevistas. Estoy recién casada y los últimos acontecimientos en mi vida han sido horrorosos. Me gustaría mantenerme fuera del foco público por algunos meses. Después...ya veremos. ¿Puedes enviarles un mensaje con estas palabras pero un poquito más bonito para que no se sientan mal y piensen que soy borde?
— Por supuesto. No te preocupes, yo me encargo. Estaré en mi escritorio entonces. — le asiento con la cabeza para que salga y trato de concentrarme en los nuevos diseños que tengo en mente. Ver los lápices de diferentes colores, la primera enorme hoja en blanco de la carpeta y los apuntes de las costureras Italianas, hacen que mi creatividad vuele. Tomo el lápiz negro y dejo que mi mano y mi imaginación, tracen las líneas que poco a poco le darán forma a mi nuevo diseño.
11am.
Aun no he terminado. Me faltan muchos detalles, pero así es el proceso de esto. No me presionaré demasiado. Ya tengo que irme. Quiero tener suficiente tiempo para prepararle algo rico de comer a Jack. No porque me sienta obligada ni porque intente actuar como la mejor esposa del mundo, sino porque realmente se lo merece y es algo que me sienta bien.
Suenan tres golpecitos en la puerta.
— ¿Se puede...señora Connor? — es Junior.
— ¡Claro! Pasa. — me levanto para saludarlo con un abrazo.
— Te ves radiante. Siempre te ves así, pero hoy...tienes una vibra diferente. — me mira de arriba abajo.
— Quizás es porque ahora soy una mujer casada. — nos reímos. — Mira, tengo algo para ti. — busco en mi bolso. — Es un bolígrafo italiano. Lo ganamos en una subasta y pensé que sería más valorado en tus manos que en las nuestras. — escribe como cualquier otro pero está cubierto de un material muy peculiar con la firma de uno de los escritores más famosos en Italia.
— ¡Es muy lindo! Se nota que es caro.
— Sí lo es.
— Muchas gracias. Será mi favorito a partir de ahora. — me alegra que le haya gustado. — Hice lo que me pediste, aparté suficiente dinero para invertirlo en tu nuevo diseño aunque aun no sé exactamente de qué se trata. — cambia de tema.
— Pronto lo sabrán, te lo haré saber en cuanto lo termine. Estoy avanzando.
— Tú tranquila. Acabas de regresar. Tómate tu tiempo. — entro las cosas en mi bolso y mi carpeta y mis lápices en un maletín. — ¿Ya te vas?
— Sí. Tengo algo que hacer en casa.
— Entiendo. Vida de una mujer casada. — se ríe.
— Tranquilo, no he dejado de ser la misma Melanie de siempre. — sonrío. — Y por cierto, necesito ver a Melodie antes de que se vaya. Dile que volví y que pase por mi casa más tarde, ¿sí? — camino a la puerta.
— Está bien, le diré. — sonreímos como despedida, tomo el ascensor para bajar y salir por las puertas delanteras. El que se encarga del servicio de aparcacoches me traerá el mío en unos segundos. Mientras espero, de repente siento mucho movimiento cerca de mí y mucha gente hablando al mismo tiempo.
Cuando presto atención, son muchísimos periodistas y paparazis haciéndome un sinnúmero de preguntas simultáneamente. Todas sobre mi vida personal, el misterioso caso de mi hermana gemela, mi matrimonio con Jack y muchas cosas que la verdad, no les importa. Intento alejarme pero me tienen rodeada. Me siento muy agobiada y algo mareada. Los seguridad de la entrada intentan apartarlos pero son demasiados y muy imprudentes.
— Disculpen, por favor, no me siento muy bien. ¿Pueden dejarme pasar? — les pido amablemente. Todo da vueltas a mi alrededor y ellos me están empeorando. Necesito aire fresco, me estoy asfixiando. Los guardias también abren los brazos para que no se acerquen mientras les piden que se retiren, pero sin importarles nada, siguen abrumándome con sus preguntas fuera de lugar.
Dejo de caminar cuando mi vista se nubla y no puedo ver nada. Escucho la voz de Junior detrás de mí y solo siento cómo caigo sin poder ver absolutamente nada más.
Abro los ojos lentamente.
Estoy en mi habitación, en mi casa. ¿Cómo he llegado hasta aquí? Al menos me siento mucho mejor y la cabeza ya no me molesta. Me han quitado la chaqueta y los tacones. Miro el reloj y son las 12 del mediodía. ¿Me he quedado una hora dormida? Me levanto, me coloco sandalias y bajo los escalones.
El aroma de un caldo de pollo invade mis fosas nasales. Lo más probable es que alguien me esté cocinando. ¿Será Junior? Fue la última voz que escuché antes de desmayar y posiblemente haya sacado las llaves de mi bolso para poder entrar. Mis preguntas se responden cuando veo a Jack de espaldas, con una toalla en uno de sus hombros preparándome algo rico de comer.
Me acerco a él y le doy un beso en uno de sus brazos.
— ¿Estás cocinándome? — lo abrazo mientras asomo la cabeza.
— No, estoy bailando, ¿no lo ves? — bromea. Jack Connor bromea.
— ¿Tú me trajiste a casa? — cambio de tema. Me aparto para dejarlo cocinar tranquilo.
— No, Junior te sostuvo y te despertaron con verrón, pero creo que perdiste la consciencia unos segundos y volviste a dormirte. — me sirve el plato con una deliciosa pechuga a la crema y un poco de arroz blanco muy bien cocinado. — Me llamó y te traje a casa. Sé que si despertabas en una clínica te pondrías peor, así que llamé a mi doctor para que viniera personalmente. Dice que todo parece estar muy bien, pero de todos modos se llevó algunas muestras para hacerte más análisis. — solo porque lo dice, me doy cuenta de la curita que tengo en el brazo. Me han extraído sangre al parecer.
— ¿Y por qué no me despertaron otra vez?
— También llamé al neurocirujano, ya que dijo que podrías padecer ciertas secuelas luego de tu operación porque evidentemente, esto no es normal. Así que dijo que te lleve mañana a primera hora para examinarte. — se sienta conmigo después de terminar de servir todo lo demás, incluyendo un vaso de jugo con dos pastillas que supongo que tendré que beberme después de comer. — Sentí mucho miedo. Cuando vi la llamada de Junior sabía que algo andaba mal y me puse muy nervioso. Cuando te encontré desmayada, pensé cosas horribles. Todos estábamos en pánico pero tus signos vitales estaban bien, así que eso nos tranquilizó. Solo cuando el doctor me dijo que estarías bien, pude calmarme. — lo cuenta con mucha vulnerabilidad.
— Ya me siento mejor. Solo fue un desmayo. No creo que sea nada de lo que debamos preocuparnos. Además, mañana iremos con el doctor y nos aseguraremos de ello. — sostengo una de sus manos sobre la mesa. — Creo que los paparazis me pusieron peor. Son un horror. No me dejaban pasar a ninguna parte. — cada que los recuerdos, me siento abrumada otra vez aunque ya no los tenga cerca.
— Son unos imbéciles. — desvía la mirada. Está muy enojado. — Pero no te preocupes, no pasará otra vez. Cuatro patrullas se encargarán de asegurar la zona. Dos en el día y dos en la noche. No podrán acercarse más de dos metros. Pero también te recomiendo que trates de llevar el trabajo más despacio. — frunzo el ceño. — Acabas de regresar de viaje, quizás necesites trabajar con más respiro.
— ¿Qué quieres decirme con eso?
— ¿Recuerdas lo que nos dijo el doctor cuando fuimos por última vez?
— Que a pesar de que la herida sanó siguiera teniendo cuidado.
— Y que también cualquier anomalía se le informara para evitar posibles secuelas en tu salud.
— Pero solo pasó una vez. No hace falta exagerar. Estoy bien. — intento calmarlo.
— ¿Y cuántas veces piensas que deberíamos dejar pasar para preocuparnos? — se arrima al espaldar de la silla.
— Tienes razón. Pero estoy muy segura de que no es nada más que... el estrés que sentí al tener tanta gente cerca preguntándome cosas absurdas.
— No les hagas caso. Evita ver cualquier información que se diga de ti. — comienza a comer.
Hago lo mismo.
— ¿Y tú? ¿Qué tal tu bienvenida en el trabajo? — cambio de tema.
— Ni siquiera en mi cumpleaños había recibido tantas felicitaciones. — sonreímos. — Están contentos de verme otra vez y...todo sigue como lo dejé. Ya sabes... entre Eric, mis agentes, el equipo y Paul, resuelven los problemas sin ninguna dificultad. Y ahora con la ayuda de Jacob, me siento más tranquilo y preocupado a la vez. Eric se está volviendo loco.
— ¿Jacob trabaja con Eric? Pensé que solo quería ser un cazarrecompensas. — le doy un sorbo a mi jugo.
— Tuve que aceptarlo en el equipo. Así que lo dejé en manos de Eric para que lo adapte a nuestros métodos de trabajo.
— ¿Qué? ¿Por qué? Pensé que serías el primero en oponerse a la idea.
— Y lo estaba, pero...es lo mejor. Así el ayudará más cuando yo...ya no esté. — lo entona con angustia.
— ¿Cuándo ya no estés? ¿Sigues con la idea de renunciar? — paro de comer unos segundos.
— Sí. Ya es una decisión tomada. Solo estoy esperando el momento adecuado.
— Nunca llegará, porque no lo estás haciendo porque así lo quieres tú. Lo estás haciendo por mí y ya te he dicho de mil maneras que no quiero que renuncies a algo que sé que amas por...darme tranquilidad. Ya la tengo, tengo suficiente con tenerte aquí conmigo, como mi esposo. — sostengo su mano otra vez. — Sé que no quieres renunciar, así que...no lo hagas. Al menos no por mí. — lo miro a los ojos y acaricio su mejilla.
— Tome la decisión que tome en el trabajo, no tiene nada que ver contigo. Porque sé que haga lo que haga, me apoyarás. Así que ya no te preocupes por mis decisiones y no te sientas culpable de ninguna de ellas, ¿de acuerdo? — me acaricia la mejilla también.
— Okay. De acuerdo. Tú sabrás lo que haces. — no lo presionaré más con el tema.
— Ahora termina de comer y vuelve a descansar. Le llevaré algunas cosas que compré a mi madre y volveré enseguida.
— Okay. — seguimos comiendo.
Minutos más tarde, terminamos, le ayudo a lavar los platos y me doy una relajante ducha para seguir con mis diseños desde casa mientras él le lleva las cosas que compró para la cena de mañana en casa de Karol. Quisiera volver a la empresa, ya que no me siento nada mal, pero me abruma pensar que podría encontrarme a uno de esos paparazis de nuevo por las calles.
Llamada entrante de Junior.
— ¿Bueno? — contesto.
— Melanie, ¿Cómo sigues? ¿Todo bien?
— Sí. Estoy muchísimo mejor. No fue nada. — me acomodo en el formidable sofá de la sala.
— Que bien. ¿Estás en casa?
— Sí, aquí estoy. ¿Necesitas algo?
— No, yo no. Le dije a Melodie que habías regresado, así que está de camino a tu casa.
— Ah, genial. Muchas gracias. La esperaré entonces. — y justo entonces suena el timbre. Debe ser ella. — Creo ya llegó. ¿Hablamos luego? — camino hasta la puerta.
— De acuerdo. Bye. — cuelga la llamada. Dejo el teléfono en uno de los estantes y abro la puerta.
Definitivamente es ella.
— ¡Melodie! ¡Hola! — verla me pone muy feliz.
— ¡Hola! — me mira de arriba abajo. — ¡Wao! El aire de casada te sienta bien. Regresaste más bonita. ¿Me dejas pasar? — sonrío ante sus cumplidos y me echo a un lado para que entre. — ¿Por qué hay una patrulla rondando por tu casa? ¿Estás en problemas otra vez? — coloca la caja que traía en manos sobre la mesa central.
— No. — miro por la ventana. — Es cosa de Jack. — frunce el ceño. — Esta mañana me desmayé delante de muchos paparazis. Estaban rodeándome por todas partes y haciéndome preguntas abrumadoras. Luego me quedé dormida por una hora, creo. — le explico.
— ¿Dormida?
— Sí. Sé que es extraño pero me siento bien. Mañana iré con el neurocirujano para hacerme un chequeo y descartar cualquier anomalía.
— Menos mal, porque sí es extraño. — me siento a su lado. — Y bien... ¿qué tal tu luna de miel? ¿Cómo es la vida en un matrimonio? — cambia de tema.
— Soy muy feliz. Es todo lo que puedo decirte. — acaricio el diminuto diamante de mi anillo.
— Se te nota. Me alegro mucho por ti. Mereces todo esto.
— Gracias. Tú también mereces una vida bonita. Supe que te vas a Francia mañana.
— De hecho, dentro de dos horas.
— ¿No te quedarás para noche buena?
— No puedo. Valerie tiene algo de prisa, así que será mejor que no pierda el tiempo. Habrá más navidades que podré compartir con ustedes. Quizás cuando ya tenga un sobrino. — sonreímos.
— Te voy a extrañar. — nuestras miradas se conectan por varios segundos y ese silencio emocional se adueña del momento.
— Yo también. Pero seguiremos en comunicación constante, no te preocupes. — eso es algo al menos. Observo la caja que ha puesto en la mesa.
— ¿Y esa caja? ¿Qué es?
— ¡Oh! Son algunos obsequios para la familia de....Javi. — que lo mencione, me conmueve. — Bueno, solamente su tía. Investigué un poco y obtuve su dirección. Quería...de cierta manera, disculparme con él a través de ella por no haber hecho nada para...salvarlo. — agacha la cabeza. Que esto la haya atormentado en silencio todos estos meses me preocupa. — Como ya no tengo tiempo quería pedirte que se la llevaras tú. Aquí tienes la dirección. — coloca una papel sobre la caja.
— ¿Qué obsequios tiene la caja, específicamente? — tengo curiosidad.
— Cosas que Javi tenía en tu empresa. Le pedí algo de ayuda a Junior. Pensé que... sería lo correcto, a pesar de que hay más personas ocupando su lugar.
— Jasper quiso conservar sus cosas en su oficina. Pensó que era lo correcto y la verdad, yo también. Nunca tuvo una buena relación con sus padres, así que...no pensé que a su tía le agradaría recibir las pertenencias de su sobrino de los familiares de la persona que lo asesinó.
— Tiene lógica, pero al menos inténtalo...por las dos. Solo así cerraremos este capítulo, porque...no quiero arruinarte tu felicidad. Sé que algunas veces este tema te da muchas vueltas. — y tiene razón. La muerte de Javi fue algo que me marcó. Tenía toda una vida por delante. Siempre apostó al éxito de esta empresa y duele que no esté aquí para disfrutarlo.
— ¿Y por qué esperaste tanto para hacerlo?
— Porque teníamos muchos problemas para pensar en eso también. Estar tan cerca de ti me ha contagiado la empatía y...supongo que el destino lo quiso así.
— ¿El destino? ¿Desde cuándo crees en el destino? — no parecen palabras de la Melodie que conozco.
— Desde que vi cómo, sin importar las veces que todos nosotros nos separemos, el peligro y los problemas nos unen otra vez. Como a ti y a Jack, por ejemplo. Las veces que se han alejado y mira...ahora están casados. — me sorprende y me alegra ver lo consciente que puede llegar a ser. Esa vibra sádica sigue estando en ella pero en general, es solo una chica de 25 años al igual que yo.
— Cuídate mucho por allá, ¿quieres? — cambio de tema.
— Lo haré, no te preocupes. Peleo mejor que tú, ¿lo recuerdas? — nos reímos nuevamente. Nos levantamos, la acompaño hasta la puerta y nos abrazamos antes de que se vaya. — Tranquila, solo es un vuelo. No moriré. — me asegura. A pesar de que tenemos la misma edad, me siento como la hermana mayor que necesita proteger a sus hermanos.
— Lo sé. Llámame cuando aterrices.
— ¡Oh, no! Con un mensaje bastará. — vuelve a sonreír. — Adiós, hermanita.
— Adiós. — camina hasta la salida y los portones se abren en cuanto escanean su cara.
Jack Connor.
Le he llevado todo lo que mi madre me pidió para mañana. Le he contado a Eric por llamada lo que sucedió con Melanie para justificar mi ausencia por el resto de este día.
¿Tengo algo más que hacer? De momento no. Así que conduzco hasta llegar a casa.
Cuando veo a Melodie salir, me sorprendo un poco. Ahora lleva el cabello más rizado, la misma vestimenta oscura de siempre y esa forma de expresarse y andar por ahí. Cosas que siempre diferenciarán a una de la otra.
— Melodie. — la saludo.
— Jack. — me imita.
— ¿Visitando a tu hermana? — cruzo los brazos y me arrimo a mi jeep.
— Sí.
— ¿Y ya te vas? ¿No quieres quedarte a cenar con nosotros?
— Mi vuelo sale en dos horas. Y además, sé perfectamente que...te incomodo.
— ¿Incomodarme? ¿Por qué?
— Tengo el físico exactamente igual que el de tu esposa. Sé que como se dieron las cosas, podrías preguntarte... ¿Y si hubiera sido yo? ¿Y si Martha no se hubiera equivocado al escogernos y yo hubiese sido Melanie? Sé que fue abrumador para ti. Se que por un momento, el lado egoísta de tu mente te decía que me dispararas pero al final, solo me aceptaste por ella. Porque sabes que me quiere. — la seriedad con la que lo dice, me causa mucha intriga.
— Tu llegada a nuestras vidas fue una ecuación que nadie calculó. En eso de que fue abrumador, tienes mucha razón. No sabía si podía confiar en ti, pero has demostrado que estás de nuestro lado, así que mientras sea así, prometo no dispararte. — coloco una de mis manos en las caderas para apartar un poco mi gabardina y pueda ver el arma. — No sé de dónde sacas que quise matarte. Lamento si te he dado una mala impresión, pero...si algo puedo asegurarte, es que si lo hubiera querido, hoy no estuvieras aquí. Ya eres parte de la familia y siempre podrás contar conmigo cuando lo necesites. — le soy completamente honesto.
— Me alegra que estés con ella, ¿sabes? La has mantenido a salvo durante muchos años, así que...gracias. Yo hubiera soñado con tener a alguien que me protegiera así, pero...solo me tuve a mí.
— Has sido muy valiente. Ambas, en realidad. Han tenido una vida muy trágica pero mírense, están aquí. Tú te irás a Francia y Melanie es feliz con su empresa, con su familia y conmigo. ¿Qué más podríamos pedir?
— Tienes razón.
— Casi siempre la tengo. — me acerco un poco más a la puerta. — Que tengas buen viaje y no te olvides de tus hermanos. Ellos te adoran.
— No te preocupes, no pretendo hacerlo. — me da una última sonrisa, sube a su vieja camioneta y se marcha.
Cuídate mucho, Melodie.
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