Capítulo 46.
— Se quedó dormido. — Eric baja las escaleras después de dejarlo en la habitación. — Es la primera vez que dormirá en casa después de tres meses de desesperación.
— Nunca lo había visto así.
— ¿Así como?
— Tan deprimido, tan débil. Ni siquiera habla mucho ni sonríe.
— Es normal. Ha pasado por mucho. Estuvo al borde de la muerte no una, sino varias veces y...lo torturaron demasiado. — recordarlo me da impotencia. — Lo importante es que ya está aquí y no volverá a pasar. — eso espero.
— Por cierto, lo siento mucho. Supe que renunciaste para salvarlo. Yo sé cuánto amabas tu trabajo en ese departamento.
— Sí, es una pena pero no te preocupes, puedo volver cuando quiera. El ministro nos regresó nuestros puestos pero decidí tomarme unas vacaciones. Creo que las merecía.
— Estoy de acuerdo. Me alegra mucho que todos hayan recuperado su trabajo. ¿Y qué pasó con tu nueva jefa?
— El ministro la despidió y la mandó de regreso a Chicago. Se fue con el rechazo de mucha gente. El karma actuó muy rápido con ella.
— Qué bueno, no puedo sentir pena por ella.
— Yo tampoco. Por cierto, ¿sabes dónde está Jacob?
— Aquí estoy. — entra antes de que pueda responder. — ¿Para qué quieres saber?
— Paul me dijo que has estado pidiendo información sobre la supuesta organización y me preocupa bastante que sigas buscando lo que sabes que no vas a encontrar. Ya mataste a uno de ellos, es suficiente. ¿Abriste la tumba memorativa de tu propio padre para perseguir a esa gente?
— No lo hagas, sabes que no me detendrás. — Eric alza las manos como derrota. Sabe que por más cosas que le diga, nunca dejará de hacer lo que quiera. — ¿Dónde está mi hermano?
— Está dormido. — frunce el ceño como si no me creyera.
— Bueno, yo ya me voy. Te llamaré más tarde para saber cómo van. — Eric se despide y se va.
— ¿Mi hermano está dormido?
— Sí y es mejor dejarlo descansar. Ha tenido días muy difíciles y esto le ha afectado mucho.
— ¿Le ha afectado mucho? ¿En qué sentido?
— No ha querido decir muchas cosas desde que despertó en el hospital y tampoco sonríe por nada. Parece desanimado todo el tiempo y conozco esa sensación. Llamé a la psicóloga Gardner para que hable con él algunas horas. Quiero asegurarme de que esté...completamente bien.
— Haces bien.
— ¿Cómo está Lía? — cambio de tema.
— Está bien. Le estoy ayudando a estudiar para sus exámenes, cosa que nunca hice por mí mismo. — se ríe. — La magia de ser papá. Ustedes tendrán esa tarea en unos cuantos años. — señala mi vientre.
— Sí, espero estar preparada. — sonreímos. — ¿Y Melodie? Últimamente anda mucho contigo. ¿Qué se traen ustedes dos?
— Nada. Solo es mi cómplice en algunas aventuras y nada más.
— ¿Seguro?
— ¿Por qué no debería estarlo, Melanie? — que se ponga a la defensiva me da la impresión de que sabe más de lo que admite.
— Ok, no he dicho nada entonces. — no lo presionaré.
— Bien. Creo que ya me voy. — toma un dulce del frasco, me sonríe y se va.
Todo ha estado muy tranquilo estos días y puse como regla no encender las noticias hasta que Jack supere esto.
— Mi lady, el pastel que pidió ya está aquí. — dice Freddy, con el pequeño pastel de chocolate que pedí para Jack.
— Genial, muchas gracias. — lo cojo de sus manos.
— Karol llamó y dijo que vendría más tarde. — cuando Karol supo que Jack estaba vivo, se volvió loca y no pasó una noche sin estar con él en el hospital.
— Claro, no hay problema. — contesto y subo las escaleras.
Al cruzar la puerta, Jack sigue recostado pero despierto. Me siento a su lado y enciendo la vela del pastel.
— Mira lo que tengo. No pudimos celebrar tu cumpleaños, así que...feliz cumpleaños retrasado mi amor. — intento hacerlo sonreír pero no lo logro. Solo mira el fuego de la vela sin parpadear. Como no la sopla, lo hago en su lugar. — Sé cómo te sientes. Y está bien, es una etapa que tienes que superar y yo estaré ahí, contigo. — tomo su mano y la acaricio.
— Estaba seguro de que moriría y no tenía salvación. Estaba resignado a perder y por eso no luché. — me sorprende y me pone muy feliz que finalmente se esté abriendo conmigo.
— Luchaste más de lo que cualquier ser humano podría.
— Había estado en muchas circunstancias de muerte pero nunca en una como esta. Fue como un viaje en el tiempo para descubrir quién soy. Todo lo relacionado con mi padre y las pruebas que obstaculizaban mi camino para tomar una decisión. Fue un destino que no vi venir.
— Así es la vida. Nunca sabemos lo que nos podría pasar. Ahora solo nos queda agradecer, porque aunque parecía imposible, la vida te regaló otra oportunidad para ver a tu hijo nacer. — coloco su mano en mi vientre. — Este niño es suficiente motivo para reconstruir nuestras vidas, superar esto y seguir adelante. Todos los que tenían que pagar ya lo hicieron. Ya están pagando el precio y no tendrás que arriesgar tu vida nunca más.
— Lamento haberte hecho pasar por todo esto. — sus ojos se llenan de lágrimas y los míos también.
— Está bien, está bien. — me abraza fuertemente.
— Ya nada nos volverá a separar. — me susurra y asiento con la cabeza.
Hemos tenido muchos días tranquilos. La madre de Jack pasa mucho tiempo con él para asegurarse de que esté bien, al igual que Jacob y Eric. Saben que esto ha sido muy traumático pero lo ha llevado de la mejor forma posible. La psicóloga también se ha dado sus vueltas por aquí y dice que todo está bajo control. Kristen también parece estar pasando por un episodio de depresión después de la muerte de Gwen y por suerte, Paul ha estado ahí con ella.
Esta guerra ha dejado muchas secuelas.
Mi embarazo está en la recta final, cada vez más estoy muy nerviosa por el momento del parto. Estoy en mis últimas semanas y Jack ha dejado todos sus problemas detrás para ser mi sustento (como siempre) y ser fuerte para nuestro bebé. No hay algo que sea más sano que el amor de la familia y es por eso por lo que hemos organizado muchos momentos en familia para que pueda sentirse mejor.
— ¿Estás lista? — me pregunta Jack, después de terminar de arreglarse.
— Sí, estoy lista. — vamos vestidos deportivamente, ya que disfrutaremos de una grandiosa carrera en familia. Me toma de la mano, me ayuda a bajar las escaleras y mis hermanos vienen con nosotros.
— Por fin algo emocionante. ¿Por qué auto apostaron? Yo al rojo. — dice Melodie mientras vamos de camino.
— Los rojos siempre son los más lentos, yo apostaré al azul. — dice Junior. — ¿Y ustedes? — nos pregunta a nosotros.
— Creo que me iré por el rojo esta vez. — miro a Melodie con una sonrisa. — ¿Y tú, amor?
— Por el negro. — contesta Jack.
Cuando llegamos, nos acomodamos en el público, junto a Karol, Cooper, Jacob, Lía Eric, Lisa, Paul y Kristen. Todos vestidos deportivamente acorde al color del auto al que apostaron. Cuando empiezan, todos gritan y la adrenalina corre por mis venas cada que mi auto está a punto de ganar.
— ¡Vamos! ¡Avanza! ¡Eso! — es lo que logro diferenciar de lo que gritan las personas. Hasta que finalmente gana al que más subestimaron: el rojo. Melodie se burlará de ellos hasta cansarse.
— Espero que no hayan apostado mucho por sus...autos perdedores. — comienza. Jack me toma de la mano y vamos por unos deliciosos helados.
6pm.
Después de un dinámico día, Jack ha decidido visitar la tumba de Gwen. Es algo que tenía pendiente todavía. Nos hemos cambiado de ropa acorde a la lluviosa tarde que tenemos.
Se agacha y le coloca un ramo de flores en su lápida.
— Siento mucho que tuvieras este final. Merecías algo mejor. — dice. — Me salvaste la vida una y otra vez y no pude agradecértelo. — coloco mi mano en su hombro. — Gracias, Gwen. — en el fondo, aunque no lo diga, también podría decir lo mismo. A pesar de que siempre supe que de una forma u otra que sentía un afecto inusual hacia Jack, jamás pensé que sería lo que me ha contado.
— Oh, no pensé encontrármelos aquí. — Kristen se nos une.
— Kristen, ¿cómo estás? — le pregunta.
— Bien. Esto ha sido un poco frustrante para mí pero sabemos lidiar con estas cosas ¿no? — deja las flores que ha traído junto a las de Jack.
— ¿Tú sabías lo de su esposo?
— No. Bueno, sí sabía que había fallecido pero no que era la razón por la que arriesgó su vida por ti. Confundí sus intenciones pero nunca me contó la verdad. — se seca las lágrimas en cuanto salen. — Ahora solo conservemos sus buenos recuerdos y dejemos que descanse en paz. — y estoy de acuerdo.
Jack se levanta y pone su mano en mi cintura.
— ¿Quieres que te esperemos?
— No, está bien. Me quedaré un poco más. — contesta, nos despedimos y vamos a casa.
8pm.
No ha parado de llover en toda la noche. Ya entramos en la época de tormentas. Acabo de darme una relajante ducha pero el tamaño de mi pansa no deja que siquiera pueda untar crema en mis piernas. Últimamente me siento más haragana de lo normal, más inflamada y débil. Los pezones me duelen por la lactancia y tengo algunas estrías en varias zonas de mi cuerpo.
Me espanto al ver a Jack parado en la puerta a través del espejo.
— Perdón, no quería asustarte.
— ¿Hace cuánto estás ahí?
— Lo suficiente para contemplar tu belleza. — me ruborizo y se acerca. — ¿Todavía hago que te ruborices? — besa mi cuello.
— Nunca pierdes tus encantos. — nos miramos en el espejo. Apenas llevo una bata y bragas.
— Wao, ha crecido tanto. — me da la vuelta y se agacha. — ¿Cuánto falta para que nazca? — lo acaricia y le da besitos.
— La doctora dijo que en cualquier momento.
— ¿En cualquier momento? ¿Podría ser justo ahora?
— Justo ahora, dentro de 10 minutos, en tres días, una semana...no lo sé.
— Qué locura.
— Sí, es una locura. Ni siquiera puedo ponerme mis propias cremas.
— Puedo ayudarte con eso. Ven. — me lleva hasta la cama. Toma la crema y la embarra en sus manos.
— ¿Qué haces?
— Te daré un masaje. — me sujeta y me masajea ambas piernas. Se siente tan bien, sus manos son muy suaves. Cuando termina de las piernas continúa en todo mi vientre y senos. — ¿Te duelen?
— Sí. Es horrible pero al menos sé que podré alimentar bien a mi bebé. — cierro los ojos para disfrutar de sus masajes.
— ¿Te has dado cuenta de que no hemos pensado en un nombre?
— Yo sí.
— ¿Tú sí? ¿Y nunca pensabas decirme cómo llamaré a mi propio hijo?
— Jensen.
— ¿Jensen? ¿Por qué Jensen?
— No sé, me gusta. Es simple y...tiene nuestra esencia. — me mira a los ojos. — ¿Qué te parece?
— ¿Ahora me lo preguntas?
— Perdón...tienes razón. Debí consultártelo antes.
— No, no te preocupes. Estaba bromeando. Me gusta.
— ¿De verdad?
— Sí, me gusta.
— Okey. Me alegra saber eso. — atraigo su cabeza a la mía y lo beso. — Mira, se mueve. — coloco su mano donde Jensen da patadas.
— ¡Dios! Parece un ninja. — me hace reír.
— Un mini ninja. — le sigo el juego. — Por cierto, tengo que explicarte varias cosas. — me levanto y busco los bolsos que he preparado para el momento del nacimiento.
— ¿Cuáles?
— Cuando se me rompa la fuente, que podría ser en cualquier momento, estos son los bolsos que necesitaré. En este están todas las cosas que necesitaré para el bebé y este, son mis cosas personales. — los señalo. — Aquí están los biberones, pañales, la ropita de sus primeros días, baberos, entre muchas cosas más. Y en este, están mis pijamas, mi ropa interior, mi ropa y todas las cosas que también necesitaré. ¿Entiendes?
— Sí, entendido.
— Esto es lo primero que tomarás cuando me lleves al hospital. Todos mis documentos están en mi bolso personal.
— Lo sé, baby. Sé lo que tengo que hacer. — pone los bolsos en su lugar y nos acomodamos en la cama. Estoy muy cansada y todo lo que necesito, es dormir.
8am.
Jack Connor.
Antes no podía empezar mi día sin ver las noticias, ahora ni siquiera puedo encender el televisor. Todos estos hábitos me traen malos recuerdos. He intentado seguir con mi vida y superar mi casi muerte por mi hijo y mi esposa pero ni siquiera eso es suficiente para controlarme algunas veces. No quiero volver a ver armas, ni balas, ni nada que me recuerde a mi antigua vida como agente. Hoy los responsables de esto están pagando. Aunque algunos (los demás miembros secretos de la élite) siguen esparcidos en las calles sin que nadie lo sepa. No me preocupo por eso. Me prometí a mí mismo dejar todo al respecto atrás y creo que Jacob también.
— Mi lord, tiene visitas. — me dice Frederick.
— ¿Quién? — lo veo con mis propios ojos cuando salgo a la sala: el ministro de defensa. — ¿Usted? Qué sorpresa tenerlo en mi casa. — estrecho mi mano con la suya.
— Sí, no es muy común en mí pero me vi en la necesidad de hacerlo. — que esté aquí me pone nervioso. No sé si viene para convencerme de estar en una nueva misión o algo similar.
Nos sentamos.
— ¿Y qué se le ofrece?
— Con tantas cosas no tuve oportunidad de pedirte una disculpa por todo lo que pasó y... no me sentía tranquilo hasta hacerlo.
— Se disculpó de la mejor manera posible. Hizo todo lo que estuvo en sus manos para salvar mi vida y fue justo con mis agentes. O bueno, los que una vez trabajaron a mi lado.
— Jamás había visto tanta lealtad hacia una persona como la de ellos hacia ti. Es sorprendente. Era lo menos que podía hacer. Eric acaba de reincorporarse esta mañana, quizás usted...debería reconsiderarlo. Sabe que tiene las puertas abiertas de cualquier departamento en el que quiera trabajar.
— Le agradezco pero no. No estoy listo. Todavía no estoy preparado para volver a esa vida y sinceramente creo que nunca lo estaré. Quiero tranquilidad y sé que allí no la conseguiré. Ni siquiera puedo sostener un arma sin temblar. Eso... nunca me había pasado. — soy sincero.
— Es comprensible. Pasó por mucho. De hecho, me sorprende que lo haya superado tan rápido. Se nota que tiene una gran familia detrás de su bienestar.
— Sí. Sí que la tengo.
— ¿Y su esposa, se encuentra bien?
— Sí. Todavía duerme.
— ¿Y el bebé?
— En cualquier momento nacerá. — sonrío. — Estoy...muy emocionado.
— Raro sería que no lo estuvieras. Me alegra mucho que sigas aquí. No quiero que cada vez que intente acercarme a ti pienses que es por trabajo. Contarás conmigo para cualquier cosa, ¿de acuerdo? — se levanta y golpea ligeramente mi hombro.
— ¿Ya se va?
— Sí. El deber me espera. Todavía hay cosas que tengo cerrar con la potencia rusa.
— ¿Y cómo quedó eso?
— En paz, por ahora. Rusia no podrá tocarnos en mucho tiempo. Tenemos el respaldo de muchos países. Solo estoy atendiendo daños colaterales. — lo acompaño hasta la puerta. — Todos los deterioros de la ciudad fueron reconstruidos y siguen limpiando las calles.
— Me alegra saberlo.
— Ve las noticias. Ahí no te perderás de nada. Salúdame a tu esposa. Nos veremos en otra ocasión. — le abro la puerta. — Por cierto, le dejé mucho dinero a todos los que participaron en tu rescate y sobre todo, a ti. Los pañales subieron de precio. Y esa familia...la que rescataste, tienen una vida digna gracias a ti. ¿Ovi, se llama el niño, no? Siempre preguntaba por ti.
— Sí. Era lo mínimo que podía hacer. Salvaron mi vida. Solo les devolví el favor. Y con lo del dinero, no era necesario.
— Sí, sí que lo era. Hasta pronto, Jack. — me da una sonrisa y se va, acompañado de sus guardaespaldas. Cuando regreso a la sala, noto que ha dejado mi placa y mi arma sobre la mesa sin que me diera cuenta.
Me quedo varios segundos observándola sin saber qué hacer con ellas.
— ¡Señor! — Frederick baja como loco.
— ¿Qué pasa?
— Es Melanie. El bebé ya va a nacer.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top