Capítulo 43.
Finalmente pude verla, pude tocarla, pude besarla después de dos meses. Es un niño. Mi bebé es varón. La sonrisa de felicidad que tengo en mi rostro es inevitable. Seré padre de un niño. Estoy siendo bendecido en medio de la tormenta y es razón suficiente para querer acabar con esto lo más pronto posible.
Le he dado esa memoria porque no tuve más opción. Me vio y esos malditos rusos me obligaron a revelarme. Sé que me hará caso y que todo saldrá bien. Pero algo más me inquieta... ¿Por qué querían matarla? ¿Por qué pareciera que la tenían en la mira? Esto no me gusta. A menos que...sepan que sigo con vida y quieran hacerme salir de una forma u otra.
Salgo lo más rápido que puedo del cementerio por la parte trasera y activo mis auriculares para comunicarme con Kristen.
— Las cosas se han complicado un poco. Creo que ya saben que no estoy muerto y están cazando a toda mi familia. Necesito que... — noto un movimiento extraño detrás de mí pero antes de que pueda reaccionar, me golpean fuertemente la cabeza. Haciendo que caiga en completa oscuridad.
...
Despierto.
La cabeza me duele y los ojos me arden. ¿Dónde demonios estoy? Por el movimiento y el ruido, percibo que voy en la parte trasera de un camión y cuando mi vista mejora, efectivamente es así. Me han quitado todas las armas y tengo las manos esposadas a la espalda.
¿Jack metido en serios problemas? Nada nuevo.
Hay una pequeña ventanilla en lo que divide esta parte de los asientos principales así que podrán escucharme con claridad.
— ¡Oigan! ¿Hablan español? — les pregunto mientras busco algo que me ayude a quitarme estas esposas.
— Parece que nuestra princesita despertó. — ese maldito acento ruso. Estoy harto de ellos.
— Eso es un sí. Muy bien, ¿pueden decirme a dónde vamos? — veo unos tubos que podrán servirme de algo.
— Parece que eres todo lo contrario a lo que dicen. — esta voz es diferente, así que deduzco que hay dos hombres delante.
— ¿Y qué es lo que dicen de mí, dime? — quiero hacer tiempo.
— Que no eres hombre de muchas palabras. — me muevo con mucha dificultad hasta alcanzar el tubo pero me encuentro con otra sorpresita más. Un fino alambre de metal, arma perfecta para quitarme estas malditas esposas. ¿No examinaron este camión antes de meterme aquí? Tan inteligentes no son.
Tomo el alambre con mucho esfuerzo y sin poder ver nada, abro las esposas. He hecho esto muchas veces. Tengo manos libres así que tomo uno de los tubos y me acerco con cuidado hacia la ventanilla nuevamente.
— Pues no te mintieron, solo ganaba algo de tiempo. — los provoco.
— ¿Qué dijiste? — en cuanto abren la ventanilla, golpeo con el tubo la cara del conductor mientras bloqueo las manos del otro para que no pueda dispararme. Sujeto la mano con la que sostiene su arma y en vez de apuntar hacia mí, la apunto a la cabeza de su amigo y disparo. Cuando este ya no es un problema (porque acabo de matarlo), le quito el arma y le disparo en la frente al que queda también. Malditos imbéciles.
Tomo el control del volante y lo detengo antes de que nos estrellemos. Bajo del vehículo y miro a mi alrededor. ¿Dónde demonios estoy? No conozco esta zona. Nunca había estado aquí, al menos no por mucho tiempo. Recupero mis armas y todas mis cosas y sigo buscando la manera de salir de este lugar.
Busco el número de Kristen y le marco.
— ¡Jack! ¡Dios! ¿Dónde demonios estás?
— No tengo idea. Necesito que me rastrees y busques la manera de sacarme de aquí. — toco la parte posterior de mi cabeza por el dolor y cuando regreso la mano, está llena de sangre. Está saliendo mucha sangre del fuerte golpe que me dieron.
— Dame 5 minutos.
— Date prisa. — sigo caminando en medio del bosque sin saber a dónde ir. — No me siento...muy bien. — y simplemente me derrumbo.
...
Haré lo que sea necesario para protegerlos, lo prometo.
Despierto.
Estoy recostado en una cama dentro de una casa que no conozco y con un vendaje en el golpe de mi cabeza. ¿Quién me trajo hasta aquí? Me espanto rápidamente al ver a un grupo de personas extrañas a mi lado. Dos de ellas tienen armas en las manos. Parece ser una familia compuesta por dos hermanos mayores, dos niños pequeños, una madre y un anciano. ¿A dónde llegué a parar?
— Tranquilo, no te haremos daño. — dice el anciano.
— Eso depende de lo que intente hacer. — difiere uno de los que tiene el arma en sus manos.
— Salgan de aquí, déjenme a solas con el muchacho.
— Pero abuelo...
— Déjenme a solas. Sé que no me hará daño. — los rebeldes lo obedecen y salen, no sin antes darme miradas amenazantes. La madre también saca a sus niños de aquí. Estoy completamente solo con ese anciano que no conozco y me han quitado todas las armas, otra vez.
— Sé que estás confundido pero no somos el enemigo aquí y tú tampoco lo eres.
— ¿Cómo está tan seguro de eso? — intento sentarme. La cabeza me da vueltas.
— Lo veo en tus ojos. — su mirada es muy profunda.
— Creo que está en la época equivocada. No puede conocer a una persona por sus ojos.
— Es cierto. Entonces déjame conocerte, ya que te hemos salvado. Mis nietos te encontraron en el bosque desmayado y te trajeron aquí. Curamos tu herida y dependiendo de lo que me respondas, podrás quedarte hasta que sea seguro salir.
— Se lo agradezco mucho pero no puedo quedarme. Tengo que volver.
— Estás muy lejos de donde sea que quieres ir. Estamos cerca de la frontera. — casi me explota la cabeza en cuanto lo dice.
— ¿Qué?
— Así es. Tuvimos que salir de nuestro país para buscar una vida mejor pero tampoco hemos tenido mucha suerte. Nos ha tocado escapar de la muerte una y otra vez hasta que encontramos este lugar. Sé que este no es nuestro territorio pero no tenemos otro lugar a donde ir. — responde con mucha tranquilidad.
— ¿Escapar de la muerte? — no entiendo.
— La defensa civil de estos lados odian a las personas como nosotros. Por eso debemos estar armados y muy alertas de nuestro alrededor. Ningún lugar es lo suficientemente seguro para nosotros.
— ¿Y qué hacen cuando los encuentran? Supongo que los ayudan a volver a su país de forma legal ¿no?
— ¿Tú qué crees? Estamos ilegalmente en su país, así que tienen derecho a hacer lo que sea con nosotros y en lugar de ayudar, prefieren matar. Nos consideran enemigos sin importar de dónde vengamos. — veo la tristeza en su rostro. — Reconozco que esta no es la mejor manera de viajar a otro país pero personas como nosotros no tienen muchas opciones.
— ¿Y los niños?
— También los matan si tienen la oportunidad. De no ser así, los reclutan para entrenarlos como soldados. Así de cruel es el otro lado del mundo. — sabía que estos temas son algo turbios pero nunca pensé qué tanto. — Y qué uno no haría por su familia. Sé que puedes entenderme perfectamente. Lo digo por el anillo en tu dedo. Parece que tuviste oportunidad de encontrar el amor. — miro mi anillo de compromiso y agradezco que no me lo hayan robado.
— Oh, sí. Estoy felizmente casado pero como ha de notar, no me encuentro en una buena situación.
— Cuéntame... ¿de qué huyes, muchacho? — no debería confiar en alguien que no conozco pero me da buenas vibras. Además, gracias a él, creo que me han curado.
— Es una historia larga y complicada pero trataré de resumirla. — me aclaro la garganta. — Trabajé por muchos años para el estado y para la seguridad nacional de este país y eso me llevó a ser uno de los mejores agentes de la ciudad. Por consiguiente, era el foco de atención de casi todas las pandillas y personas que iban en contra de la ley. Antes de poder renunciar se me asignó una última misión, la cual me trajo más problemas de lo que pensé y ahora estoy envuelto en una búsqueda y captura que me tiene muy cansado. Tuve que fingir mi muerte para poder salvar a mi familia y salvarme a mí. Han pasado 2 meses desde entonces y todavía siguen buscándome. Y por lo que veo, casi me sacan del país para hacerme quién sabe qué.
— Este es un buen lugar para esconderte de ellos pero no te prometo mucha tranquilidad por aquí. También tenemos nuestros propios enemigos y me temo que en cualquier momento pueden invadir esta zona y tengamos que huir a otro lugar.
— No pienso quedarme por mucho tiempo, tengo cosas que terminar todavía en la ciudad.
— La ciudad queda muy lejos de aquí, así que te costará regresar.
— Tengo gente muy capacitada que podrá hacerlo en unas horas pero para eso necesito mis cosas y mi teléfono de regreso.
— Puedo devolverte las armas pero me temo que el teléfono no, ya que mis chicos lo vendieron de camino. No te preocupes, ya los regañé por ello pero ya está hecho. Espero que no te enojes. — toda la sangre que llevo dentro me sube a la cabeza y estoy ardiendo. Maldita sea, maldita sea, maldita sea. ¿Y ahora, cómo demonios voy a comunicarme con Kristen para que me saque de este agujero?
— ¿Pero tienen otro teléfono por aquí cerca, verdad? — espero que la respuesta sea un sí.
— Desgraciadamente no. No tenemos suficientes recursos para tenerlos. Lo poco que encontramos, lo vendemos y obtenemos dinero para comer. — la cabeza me estallará en cualquier momento, lo presiento.
— Entonces, estoy jodido. Muy jodido. — intento reprimir mi ira pero sé que es bastante evidente.
— Acompáñame, te mostraré el resto. — se levanta de la silla con su bastón y después de respirar hondo, lo sigo.
No me interesa conocer nada, solo quiero recuperar mis armas y largarme de aquí. Me sorprende el darme cuenta que realmente no estaba dentro de una casa, sino en una tienda en medio del bosque. Como hay muchas más a nuestro alrededor. ¿Cómo pueden vivir en estas condiciones?
— No te los presentaré a cada uno porque son demasiados y duraríamos todo lo que queda de la tarde, así que...bienvenido a nuestro refugio. — ni siquiera sé qué decir, sólo observo todo el lugar. — Ven, siéntate, vamos a comer algo. Debes tener mucha hambre. — me indica el peculiar comedor que han formado con rocas y una tabla en medio.
— ¿Seguro que no les estoy quitando... provisiones? — me siento algo apenado.
— No, no te preocupes, aquí aprendemos a compartir de lo poco que tenemos. ¿Verdad, muchacho? — le pregunta a lo que parece ser su nieto menor mientras le acaricia el brazo y le da un beso en el cabello.
— Aquí tiene, joven. — dice una señora mientras coloca una cantina con algo muy rojo dentro. No sé si debería comer esto.
Tomo la cuchara con mucha lentitud y desconfiadamente doy el primer bocado. En cuanto lo ingiero, lo vómito de inmediato. Aparte de que está algo picante, tiene un sabor muy extraño.
— Parece que no le gusta mucho el sabor. — se ríe.
— Disculpe, es que no estoy acostumbrado a comer esto.
— Lo sé, lo entiendo, no te preocupes. No es nuestro mejor plato pero es lo que nos sostiene mejor. Con el tiempo te acostumbrarás y ni siquiera lo notarás. Aprenderás a comerlo como si fuera una hamburguesa o un sándwich.
— Espero que no le den esto a los niños, se enfermarán. — dejo de comer y me bebo toda el agua que me han dado.
— Ya están acostumbrados. Le diré a Lidia que te prepare otra cosa.
— No, no está bien, no se preocupe, no tengo hambre. Sólo necesito que me den mis armas para encontrar alguna forma de salir de aquí.
— De acuerdo, como usted quiera. — llama a uno de sus nietos armados y me entrega todas mis armas con desconfianza. Seguramente él vendió mi teléfono. Lo único que podría sacarme de aquí en pocas horas. Ahora tendré que improvisar y esperar a que puedan llegar hasta mí. Logré decirle algo a Kristen antes de desmayarme, así que espero que sea inteligente y haga algo con ello.
Anochece.
Ni siquiera sé qué hora es. No hay forma de saberlo aquí. He intentado buscar una salida pero todo lo que queda alrededor, son árboles y más árboles. Estoy atrapado en este agujero y eso me pone muy nervioso. La mayoría parece aceptarme en su refugio pero otros todavía me miran con desconfianza y no los culpo. Yo estaría igual. Hasta ahora les agradezco mucho su amabilidad, desde curarme, darme comida y dejarme descansar aquí. No cualquiera lo haría, menos en su situación.
Esta noche tendré que dormir al lado de un niño. Uno de los nietos del anciano con el que sostuve una intensa conversación esta tarde. Al igual que su abuelo, parece confiar mucho en mí. Lo noto por la forma en que se acuesta y se arropa al otro lado de la tienda.
— ¿Seguro que no te molesta compartir tu tienda con un extraño? — le digo.
— Si el abuelo no confiara en ti, no te dejaría dormir a mi lado. ¿Y si él lo hace por qué yo no?
— Porque quizás, independientemente de lo que piense tu abuelo, debes tener tu propia opinión. ¿Qué te dice tu instinto sobre mí?
— Que si de verdad hubieras querido matarnos, ya lo hubieras hecho y no estarías tratando de convencerme de que no puedo confiar en ti. Un verdadero asesino, jamás lo haría. Al menos no uno que quiera hacerme daño.
— Quizás estoy utilizando la psicología inversa.
— ¿Y cómo se supone que funcionaría si ni siquiera sé lo que es la psicología inversa?
— Es justamente lo que estoy haciendo ahora. Como sé que si te digo que no confíes en mí, vas a creer que debes confiar en mí porque piensas que si de verdad querría hacerte daño no te daré pistas de mis verdaderas intenciones. ¿Qué pasaría si estoy haciendo esto para que no sospeches de mí?
— Entonces no me estarías explicando qué significa utilizar la psicología inversa con un niño. — su respuesta me deja en silencio. Parece ser un niño muy inteligente.
— Muy bien, tú ganas. ¿Cuántos años tienes? — intento relajar el momento.
— Ocho.
— ¿Y hace cuánto están aquí?
— En este lugar, un mes. En esta situación, muchos años.
— ¿Cómo lo sabes? Noté que ni siquiera tienen forma de ver la ahora aquí.
— Cuento los atardeceres. Cuando el sol cae, sé que ha pasado un día.
— ¿Entonces, eso quiere decir que has contado 30 atardeceres?
— Algo así. — se ríe. — Tu esposa es muy linda. — que lo mencione me extraña. — Vi la fotografía en tu bolsillo cuando estabas dormido. — aclara.
— Sí. Sí que lo es. ¿Andabas husmeando entre mis cosas?
— Llegaste de la nada y me dio mucha curiosidad, lo lamento.
— Es una foto muy íntima, no deberías verla. Nadie, en realidad.
— En tu situación, no deberías exigir mucho. — este niño tiene más agallas de contestar de las que podría imaginarme jamás. — Parece que estás metido en un buen lío. ¿Qué harás para reunirte con tu familia de nuevo?
— Esa es una muy buena pregunta, porque la verdad es que no tengo idea. Tengo un equipo que en cualquier momento me encontrará y cuando eso pase, volveré a mi hogar y acabaré con todos mis enemigos uno por uno.
— Al menos tú sí tienes un lugar seguro al que ir. Tienes una familia que te espera y mucha gente que movería mar y tierra para protegerte. Nosotros no tenemos esa misma suerte y lo peor es que no podemos culpar a nadie. Mi abuelo siempre tiene esperanza pero mi hermano solo dice que en cualquier momento vamos a morir. Hemos escapado muchas veces pero no siempre tendremos la misma suerte. Mi abuelo se aferra a la idea de que Dios está con nosotros y que nunca nos abandonará, mientras que mis hermanos solo se aferran a la seguridad que nos proporcionan sus armas.
— Veo que no le agrado mucho a tus hermanos.
— No les hagas caso. Ellos son así, sólo quieren protegernos. — se queda viéndome. — ¿Puedo saber tu nombre?
— Jack. Mi nombre es Jack. ¿Y el tuyo?
— Ovi.
— ¿Ovi?
— Sí, sólo Ovi.
— Muy bien. Mucho gusto, Ovi.
— Mucho gusto, Jack. — parece que acabo de hacer un nuevo amigo.
Amanece.
Pensé que sería el primero pero en realidad soy uno de los últimos que se ha despertado. A pesar de que este lugar es todo menos seguro, ellos parecen estar tranquilos.
— Joven Jack, venga, tenemos chocolate caliente. — me dice el anciano. Me acerco y me siento junto a ellos. La madre de Ovi me sirve una taza de chocolate con una sonrisa. — Seguro que no dormiste nada bien. Las tiendas no son muy cómodas que digamos.
— No, al contrario, pude dormir un poco anoche. Tuve una agradable conversación con su nieto. — le doy un sorbo al chocolate. Al menos esto sí está pasable.
— Sí, Ovi suele ser un poco hablador algunas veces. Incluso a mí me pone de vuelta y media. — su risa es contagiosa.
— Es un buen niño. Su curiosidad lo llevará muy lejos. — se queda en silencio. — Me dijo que de todos usted es el único que tiene esperanzas. ¿Son esperanzas de aliento o están completamente vacías? Puede ser honesto conmigo. — me atrevo a preguntar.
— Se le llama fe. Fe en que todo mejorará.
— ¿Y qué hará para conseguir eso, seguir huyendo toda su vida? ¿Qué espera encontrar para saber que su vida mejorará?
— Cuando salimos de casa y dejamos todas nuestras cosas detrás para huir y encontrar una vida mejor, conocíamos las consecuencias. Pero créame cuando le digo que la vida que tenemos aquí es mucho mejor de la que teníamos allá.
— Y aún así sigue siendo una vida imperfecta.
— Pero permanecemos vivos, unidos y con fe.
— Y dos de sus nietos llevan escopetas en sus manos. Sé que no tiene forma de darles una vida mejor pero no los engañe haciéndoles creer que no merecen más que esto. — su silencio me hace sentir mal. — Lo siento, no quise...
— Descuida. Tienes mucha razón. Quizás soy algo...ignorante cuando se trata de mi familia. — tengo que aprender a no ser tan cruel con mis palabras. — Iré a tejer algunas cosas. Si encuentras alguna salida, despídete primero. — me sonríe y se marcha.
Necesito salir de aquí o me volveré loco.
Noto que los nietos armados van a otra parte, así que los alcanzo.
— ¿A dónde van?
— A cazar. ¿Cómo cree que comemos aquí? — sigue respondiéndome de mala manera.
— ¿Cuál de los dos vendió mi teléfono? — cambio de tema, mientras nos adentramos en el bosque cada vez más.
— Eso no importa ahora. Gracias a nosotros sigues con vida.
— Cuando era lo único que podía sacarme de aquí, sí importa.
— Ni siquiera era un buen teléfono, no nos dieron mucha cosa por él. — respiro profundo para no perder la poca paciencia que me queda. El otro hermano parece ser más callado. — Hay algo allí, agáchense. — dice y nos agachamos detrás de un tronco mientras cree que se ve como todo un cazador profesional. — Es un jabalí.
— Es gigante. Tendremos carne para muchos días. — finalmente el otro hermano habla. Solo observo lo mal que apuntan.
— Así nunca le darán. Ni siquiera saben cómo sostener una escopeta.
— Shhh, lo espantarás. — me dicen y luego de apuntar, disparan. Sin éxito, como era de esperarse. Solo espantaron al pobre animal.
— Se los dije. Mala postura, mala puntería y mala caza. — cruzo los brazos.
— ¿Ah sí? ¿Y qué te parece esto? — me apunta.
— Hermano, ¿qué haces?
— ¿De verdad vas a dispararme? — levanto las manos tranquilamente.
— Lo haré si es necesario. — un sonido de los alrededores hace que desvíe la mirada por segundos y aprovecho el momento para golpear su brazo y quitarle la escopeta de las manos.
Le apunto y veo el miedo en su rostro.
— Si vas a apuntarle a alguien asegúrate que los ruidos de tu alrededor no te distraigan. No puedes quitarle los ojos a tu objetivo en ningún momento con un arma llena de balas porque cada segundo cuenta. — saco el cartucho y lo vuelvo a entrar. — Nunca te acerques demasiado porque si intenta atacarte no tendrás oportunidad de moverte lo suficiente. Menos con un arma tan larga como esta. Las pistolas son más fáciles de manejar porque son más livianas pero una escopeta, aunque tenga mayor punto de inflexión, es más pesada y lenta a la hora de disparar. — le devuelvo el rifle. Me ven con mucha confusión pero toma el rifle de mis manos con calma.
— ¿Por qué me dices esto después de apuntarte?
— No soy un mal hombre y sé que tú tampoco. — lo miro a los ojos. — Todavía eres un adolescente y has tenido que forjar este carácter para proteger a tu familia. — caminamos de regreso a las tiendas.
— ¿Eres un soldado? — ahora parece estar interesado en mi vida.
— Soy muchas cosas pero hace meses dejé de trabajar para el gobierno.
— Entonces...podrías enseñarnos todo lo que sabes...antes de irte.
— ¿Enseñarte qué?
— A pelear, por ejemplo. Nos servirá de mucho.
— No es tan sencillo. Requiere meses de práctica y no me quedaré mucho más.
— Siempre he querido entrar en el ejército. Quizás tenga una oportunidad allí y gane mucho dinero.
— Es honorable pero no bonito. Solo los trajes y lo estético lo son pero cuando estás allí solo piensas en regresar a casa para la cena. Sé que no quieres una vida así, no si logras liberarte de esta.
— ¿Y cómo está tan seguro de lo que quiero? — me doy la vuelta y lo miro.
— Porque lo veo en tus ojos. Eres un niño que no ha tenido oportunidad de serlo. En cuanto tengas la forma de tener una vida distinta a esta, lo último que querrás volver a ver, será un arma de fuego. — sé que tengo razón y su cara me lo confirma. — Ahora regresemos y ayúdenme a conseguir una manera de pedir ayuda. Ya que vendieron mi teléfono.
Anochece.
Sin teléfono, ni nada con lo que pueda comunicarme con el exterior, es muy difícil conseguir ayuda. Estamos en medio de la nada y este bosque parece no tener final. Esto es una mierda. Poco a poco me he adaptado a esta gente y a sus costumbres. Los más mayores actúan con normalidad pero los más pequeños (los que han vivido en estas circunstancias desde su primer día en la tierra) se comportan como salvajes. Como caminan, como comen, como hablan... es una situación lamentable. Tengo que ayudarlos de alguna forma pero mientras esté en estas condiciones, estoy igual o peor que ellos.
— ¿En qué piensas? — Ovi me saca de pensamientos, sentándose a mi lado.
— En cómo salir de aquí. — le soy sincero.
— ¿Tan mal la estás pasando con nosotros?
— No, no es eso. Han sido muy amables conmigo. Pero tengo una situación que resolver en la ciudad y mi ausencia lo empeorará.
— ¿Tu linda esposa está en problemas?
— Si le sigues diciendo linda me pondré muy celoso. — bromeo. — Y sí. Corre peligro a cada minuto que estoy lejos de ella. Y...también está embarazada. Tendremos nuestro primer hijo dentro de algunos meses. — recordarlo me pone sensible.
— ¿Serás padre por primera vez?
— Sí, así es. ¿Por qué pareces sorprendido?
— Porque pensé que ya lo eras. — frunzo el ceño. — Lo digo por la forma en la que me trataste desde el primer momento y cómo ayudaste a mis hermanos en la cacería. — parece que hay mucha comunicación entre ellos.
— No creo que tenga mucha relación. El trato a los amigos es muy diferente a la familia algunas veces.
— ¿Ya nos consideras tus amigos? — se ríe.
— Amas burlarte de mí, ¿verdad?
— Sí así tratas a tus amigos, tus hijos serán muy afortunados porque tendrán un excelente ejemplo a seguir. — sus palabras tocan mi corazón. — Nunca he ido a una escuela pero mi madre me enseñó a leer. Por eso puedo entablar una conversación decente con cualquier persona.
— Se nota.
— El abuelo tiene una enfermedad en el corazón. Mi hermano dice que podría morirse en cualquier momento. Pero no podemos ir a un hospital.
— Eso no lo sabía.
— No tenías porqué.
— ¿Tienes miedo de que los alcancen?
— Esta vez no.
— ¿Por qué?
— Porque estás aquí. — una vez más, me deja sin palabras. Escucho gritos a pocos kilómetros de aquí y me alerto. — ¿Qué fue eso?
— Tranquilo, niño. Quédate aquí, ¿de acuerdo? — saco mi arma y salgo a inspeccionar. Los hermanos también están alertas revisando toda la zona.
— Ustedes quédense aquí. Yo revisaré. — les ordeno.
— No puede ir solo, es muy peligroso.
— ¡Solo hazme caso! — les grito y asienten con la cabeza.
— Será mejor empezar a empacar nuestras cosas.
— No hará falta. Si los encuentro los mataré uno a uno. Solo necesito que se queden quietos y no hagan ruido. — les pido y cuando veo que lo harán, me adentro en el bosque para buscar a quienes sean que estén por aquí.
Hay cadáveres de otros migrantes que se refugiaban por aquí (de aquí venían los gritos). Deben estar muy cerca. Avanzo un poco más y escucho las voces de dos de ellos. Por sus uniformes, parecen policías de Texas. Me acerco sigilosamente y los mato rápidamente sin dejarles pestañear siquiera. Deben haber más de ellos, así que sigo inspeccionando.
Las luces de una camioneta me guían hacia donde están los que quedan y me agacho para que no me vean mientras pienso cómo atacarlos a todos al mismo tiempo. Son solo tres.
— Debemos seguir revisando. Esas escorias aman los bosques. — escucho a uno de ellos decir.
— Tú, ve por allá y nosotros por acá. Así nos reencontraremos con los otros dos. — parece que se refiere a los que acabo de asesinar. Cuando se separan, salgo y mato a los dos que se quedan. Falta uno más y creo que va directo a ellos.
La patrulla. Deben tener alguna radio o un maldito teléfono que me pueda ayudar. Lo reviso y favorablemente, encuentro dos celulares y una radio. Por fin algo bueno.
Abro llamadas y marco el número de Melanie.
— ¿Bueno? — su voz. Escuchar su voz es como una luz en medio de tanta oscuridad.
— Me...Melanie...amor. — apenas me sale la voz.
— ¿Jack? ¡Por Dios! ¿Dónde estás? Fui a nuestro lugar y no estabas.
— Necesito ayuda. Pídele a Paul que rastree este teléfono por favor. No me importa si todos se enteran de la verdad. Necesito ayuda. — a estas alturas ya no me importa nada más que regresar a casa.
— Les diré, les diré, no te preocupes. — se oye nerviosa. — ¿Estás herido?
— Sí, tengo un fuerte golpe en la cabeza. No tengo mucho tiempo, estoy apartado de la ciudad en medio de un bosque. Llevaré este teléfono conmigo. — puedo escuchar su llanto. — No llores, por favor. Le hace daño al bebé. — cierro los ojos para no hacer lo mismo. — Soy duro de matar. Estaré bien y volveré. — no tengo certeza de la veracidad de mis propias palabras. No tengo idea de cómo terminará todo esto.
Escucho un disparo y me sobresalto.
— ¿Eso fue un disparo? — incluso Melanie pudo escucharlo.
— Tengo que irme. Haz lo que te pedí, por favor. — les respondo, cierro la llamada y guardo el teléfono en mis bolsillos.
Corro lo más rápido que puedo pero cuando llego, ya es demasiado tarde. El otro sheriff que se había separado está muerto y no por manos de los chicos, sino de los rusos. Aparentemente me han encontrado más rápido que mi propia gente. Son alrededor de 7 hombres y 3 de ellos les apuntan a todas las personas que se refugian aquí. Incluyendo a Ovi. Parecen estar llorando desenfrenadamente y sólo cuando veo el cuerpo desangrándose del abuelo, me doy cuenta porqué.
— ¡Malditos bastardos! — intento atacarlo pero uno de ellos me apunta a la cabeza, haciendo que me detenga.
— Si das un paso más, le volaré el cerebro a este jovencito. — me amenaza con ese asqueroso acento ruso y acerca la pistola a la cabeza de Ovi un poco más. Tiene mucho miedo. — No te preocupes, al abuelo no lo matamos nosotros, lo mató ese sheriff y nosotros le disparamos a él. — guarda silencio mientras rebusco las mil maneras de poder atacarlos. — Te has convertido en un dolor de cabeza para nosotros, señor Connor. Y a mi jefe no le agrada mucho la idea de que le vieran la cara de estúpido al creer tu muerte.
— No me interesa lo que tengas que decirme, solo libéralos. No tienen nada que ver con esto.
— Por supuesto que no pero parecen ser importantes para ti, así que los usaremos como carnada.
— ¿A qué te refieres con eso?
— A que sé que puedes librarte de nosotros perfectamente. Muchos de los nuestros han muerto en tus manos y queremos un trato más,,, pacífico.
— ¿Un trato más pacífico? ¿Me quieres ver la cara de estúpido?
— Aunque quisiéramos, no podemos. Tu audacia para matar y sobrevivir se ha ganado nuestro respeto pero mis superiores quieren ajustar cuentas con los tuyos y eres un instrumento poderoso para ello.
— ¿Soy un instrumento poderoso? ¿Por qué?
— Por la historia de tu familia. Tu padre fue uno de los hombres más peligrosos que fue capaz de matar a muchos políticos importantes de Estados Unidos él solo. Tu hermano ha cazado las cabezas de muchos enemigos del presidente y más. Y tú...te has burlado de todos los que intentan matarte a lo largo de los años. — le hago una seña discreta a uno de los hermanos para que haga exactamente lo que le enseñé esta mañana con el ruso que le apunta.
— ¿Sabes qué? Creo que hablas demasiado. — respondo y los chicos se defienden exactamente cómo les mostré. Saco mis armas y le disparo a dos de ellos, incluyendo al que le apunta a Ovi.
— ¡Ovi, corre! — le grito pero no me hace caso. Uno de los rusos intenta dispararle pero me interpongo para salvarlo del balazo. Bum. Suena el disparo pero no siento nada. Cuando levanto la mirada me doy cuenta de que el hermano que me odiaba y que vendió mi teléfono, me acaba de salvar la vida. Le ha disparado.
Asiento con la cabeza como agradecimiento.
Nos acercamos al abuelo pero aunque intentemos ayudarle, ya es muy tarde. Está agonizando.
— ¡Abuelo! — me rompe el corazón ver a Ovi de esta forma.
— Todo está bien mis niños. Este momento tarde o temprano llegaría. — dice como puede. — Tienen que irse de aquí, este lugar ya no es seguro. Jack... — me acerco más cuando menciona mi nombre. — Tú también tienes que irte. Y aunque...no es tu responsabilidad...necesito que...protejas a mi familia. Al menos solo...sácalos de este bosque. — se le dificulta hablar cada vez más.
Toma mi mano en un puño y toca mi cara.
— Lo haré. Les daré una salida. — antes de que me lo pidiera, era algo que ya tenía en mente. Da su último aliento y fallece. Respiro profundo y me levanto. En cualquier momento llegarán más de ellos.
— Ya lo escucharon. Tienen que irse de aquí. — sigue llorando y no los puedo culpar.
— ¿Lo dejaremos aquí, como un animal?
— Murieron policías aquí. Pronto vendrá un rescate y encontrarán el cuerpo. Es su única opción. Lo siento mucho.
— ¿Y tú? ¿Vendrás con nosotros, verdad? — me pregunta Ovi, dejándome en silencio por algunos segundos.
— Lo rusos no pararán de buscarme. Estarán en más problemas si sigo con ustedes.
— No importa. Nos protegeremos entre todos. — dice el hermano mayor.
— Sé que lo harán pero debo terminar esto. Hay una patrulla por allá, tómenla y huyan de aquí. — les indico el camino.
— ¿Y usted? ¿Cómo saldrá de aquí?
— Buscaré una manera.
— No, no quiero que se vaya. — Ovi corre hacia mí y me abraza.
— Ovi, escúchame. — me agacho y sostengo sus manos. — Estarás bien. Gente buena vendrá a ayudarlos. Solo refúgiense por el momento y esperen. — le seco las lágrimas que salen de sus ojos.
— Pero usted estará solo.
— Sé cómo defenderme de ellos. No te preocupes. Ahora necesito que seas fuerte, por tu familia, ¿sí? Nos volveremos a ver algún día.
— ¿Lo prometes?
— Lo prometo. — le doy una corta sonrisa y lo abrazo. Creo que me encariñé muy rápido con esta familia.
Antes de romper el abrazo, saco el móvil con el que le pedí a Melanie que me rastreen y lo meto en su mochila. Quizás esto signifique perder mi última esperanza de salvación pero ellos la necesitan más que yo. En mi lugar, darán con ellos y los acogerán, tal y como se lo prometí al abuelo. Es la única manera.
Me aparto y los veo irse hasta que desaparece de mi vista.
Al darme la vuelta, uno de los rusos me apunta con su arma y dispara, sin darme tiempo de reaccionar. Mientras más matas, más de ellos aparecen. Se reproducen como hormigas. Toco toda la sangre que sale de mi estómago mientras caigo de rodillas en la tierra.
— Finalmente lo tenemos señor. Vamos en camino. — es lo último que escucho antes de recibir otro golpe y caer en completa oscuridad (otra vez).
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top