Capítulo 31.
— ¿Dónde está Jack? — le preguntó a Freddy en cuanto cruzo la puerta de la casa.
— No lo sé, no dijo a dónde iba. — responde.
Busco mi teléfono y marco su número.
— ¿Pasa algo, mi lady?
— No, tú tranquilo. Si llega antes que yo, por favor, dile que necesito hablar con él urgentemente. — contesto, subo a mi habitación y cambio mis tacones por unos cómodos tenis mientras sigo llamando a Jack.
— ¿Bueno? — responde la llamada.
— ¿Dónde estás? ¿Podemos hablar? — pongo el teléfono en altavoz mientras me cambio de ropa.
— Estoy en la agencia. Han llegado nuevos carros y quería estar más metido en el tema, ya que también son soy fundador. ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Todo está bien?
— No lo sé, no sé si las cosas están bien, solo necesito hablar contigo de algo. Bueno, de alguien, específicamente.
— ¿De alguien? ¿De quién?
— Quiero hablar en persona, por favor, dime dónde nos podemos ver ahora.
— Puedes venir aquí si quieres. Te esperaré afuera.
— Muy bien. Dame unos minutos. — cierro la llamada. Termino de arreglarme la ropa y me miro al espejo. Me pongo de lado y puedo notar que mi vientre está creciendo. Poco a poco pero está creciendo. — Todo estará bien, mi amor. — digo, como si pudiera escucharme mientras acaricio mi vientre.
Conduzco hasta llegar a la agencia, gracias a la ubicación que me ha enviado. Dejo mi coche bien aparcado y salgo. Él está a unos metros de pie, con las manos en sus bolsillos delante de su jeep. Lleva una chaqueta negra, jeans oscuros, tenis y camisa blanca. Lleva una vestimenta similar a la mía.
Camino hasta llegar a él.
— Buenos días. — me toma de la cintura y me da un beso. Aunque estoy molesta, no puedo dejar de ser cariñosa con él.
— No tan buenos después de todo.
— ¿Por qué? — frunce el ceño.
— No tiene caso que te lo siga ocultando, así que te lo diré.
— Está bien, como veo que es algo serio, mejor vamos a otro lugar para estar más tranquilos.
— No, no quiero esperar más. Aquí estamos bien, no te preocupes. Estamos solos.
— Okay, entonces dime qué pasa. — cruza los brazos y respiro profundo.
— ¿Recuerdas la pregunta que te hice ayer de que si algún día te atreverías a engañarme con otra mujer? Realmente hubo una razón por la cual te la hice. — empiezo. — Unas horas antes llamó una mujer preguntándome por ti. Decía que quería hablar contigo urgentemente. No tienes ni idea de lo extraño que fue para mí. Y justamente cuando le pregunté quién era, cerró la llamada. Desde entonces no salió de mi cabeza. — me presta mucha atención.
— Después de lo de anoche, pensé que lo correcto era olvidarme de eso y lo hice. Hasta que una mujer fue a mi oficina y casualmente se chocó conmigo en el estacionamiento. Cuando reconocí su voz supe que era la misma que había llamado por teléfono el día anterior y efectivamente, fue así. Es ella. Volvió a preguntar por tu paradero e incluso quería robarme la tarjeta para hacer quién sabe qué cosa dentro de la empresa. — en su cara puedo ver que no comprende mucho la situación.
— ¿Una mujer preguntando por mí e intentando robarte la tarjeta de acceso? No tiene mucho sentido. ¿Qué cree que encontrará de mi en esa empresa? Seguramente es una loca más, al igual que a la que le encontraste una foto mía en su teléfono y querías matarla por ello. Quizás no es para tanto. — se acerca y me toma de la cintura nuevamente.
— ¿Que no es para tanto? — me exalto. — ¿No es para tanto que alguien ande investigando tanto sobre ti y que necesite hablar contigo urgentemente?
— Muy bien, sí, es un poco raro pero teniendo en cuenta de quién se trata, es decir, de mí, no es algo nuevo. Ya no estoy en la policía, no tenemos nada de qué preocuparnos, ya no tengo nada que ver con absolutamente nadie. Si sigue molestando le pondré una orden de alejamiento y ya está. O al menos dime cómo es para tener más datos sobre esta persona y ver qué puedo hacer al respecto.
— Es morena, tiene un afro de rizos y viste muy elegante. Se nota que es algo adinerada. También dijo que era una vieja amiga tuya y que ahora que volvió a la ciudad pues... quería contactarse contigo.
— ¿Una vieja amiga? ¿Y de qué ciudad vino, no te dijo? — frunce el ceño.
— No, no me dijo nada más. Sólo eso. Ah, y también su nombre. — saca su móvil y busca algo en él. — Gwen. Me dijo que su nombre era Gwen. — y en el momento en que se lo digo, levanta lentamente la mirada hacia mí con una expresión de horror en su rostro.
Es entonces cuando creo que después de todo, esa mujer tenía razón. Con su reacción, solo me confirma que hay algo más detrás de todo esto y que realmente sabe de quién se trata.
Eric Anderson.
Me he levantado esta mañana con menos ganas de trabajar de lo habitual. Llegar a la oficina y saber que Jack no está, se siente horriblemente mal. Ha dejado un vacío en este departamento inexplicable. La gente ya no tiene la misma alegría de antes pero de todos modos, siguen trabajando porque saben que es su deber. Aunque lo más probable es que me asciendan y me den su lugar, no quiero adueñarme de una oficina que siempre fue suya.
Me detengo en frente de la puerta mientras miro hacia su interior por largos segundos. Estaba acostumbrado a verlo ahí sentado, atendiendo una llamada, leyendo algunos casos, tramando algún plan mientras lo molestaba y entraba sin permiso para interrumpirlo. Son cosas que con su renuncia, definitivamente ya no volverán a pasar. Así que no nos queda de otra que acostumbrarnos.
— Sí, el departamento tiene una vibra diferente desde que Jack no está. — de tan solo escuchar la voz de Jacob a mi lado, me irrita. Es lo último que necesito para empeorar este día.
— Sólo espero tener la suficiente paciencia para poder lidiar contigo, porque la verdad es que no voy a dejar que me hagas la vida de cuadritos, ¿me entiendes?
— Ay, perdón. Veo que hoy la gente ha amanecido de malhumor. — camino hasta mi oficina y siento cómo me sigue. — No puedo sentirme igual que ustedes porque, bueno, no tengo mucho tiempo aquí, la verdad no me importa si se queda o no. Intenté convencerlo de quedarse aquí, ya que sé perfectamente que esta oficina, este departamento, esta placa y esa pistola han sido toda su vida. Pero fue muy en serio con su decisión. ¿Y qué podemos hacer nosotros? Absolutamente nada. Además, no es que esté muerto. En las cenas familiares seguiremos viéndonos igual. — sigue opinando del tema.
— Entonces... ¿tú serás nuestro nuevo líder? — sigue hablando. ¡Dios, dame mucha paciencia!
— No lo sé, ¿de acuerdo? No lo sé. Esas decisiones las toman los superiores, no nosotros. — me acomodo en la silla de mi escritorio.
— Pensé que Jack tenía el poder de eso.
— Los superiores eligieron a Jack para que se quedara como líder de este departamento. Ahora que ya no está, el poder del departamento vuelve ellos y sólo ellos podrán escoger quién será nuestro nuevo líder a partir de ahora. Puedo ser yo, puedo ser alguien externo. Nadie lo sabe. — respiro profundo para tratar de mantener la calma.
— Escucha, estamos pasando por un momento muy tenso en este edificio y no estoy de buen humor. Pelear contigo ya no tiene caso. Así que necesito saber si estarás de mi lado o no. — intento entablar una conversación sensata.
— No me gusta estar del lado de nadie, siempre hago las cosas a mi manera y por mi cuenta. — pongo los ojos en blanco. Por más que intente, no hay manera de que lleguemos a un acuerdo. — Pero efectivamente, si me ponen a elegir entre dos bandos, siempre voy a escoger en donde esté mi familia y aunque me arrepiente mil veces por lo que diré... tú ya lo eres desde el momento en que te pusiste los pantalones que yo nunca pude ponerme al ayudar a sacar a mi madre de esa horrible ciudad. En el fondo, creo que siempre estaré agradecido contigo. Pero eso no quita que hagas cosas que a veces me den ganas de golpearte. — bueno, al menos me alegra escuchar eso. Lo dice a su manera pero estoy de acuerdo.
— Muy bien. Eso quería escuchar. Todavía no olvido el golpe que me diste pero trataremos de actuar lo más cuerdo posible para poder enfrentar esta situación. — por su cara, creo que está de acuerdo.
— Chicos. — Paul se asoma por la puerta. — Tenemos visitas. — dice de una manera muy sospechosa y salimos tras él. Aparentemente todos están reunidos pero en la admisión de la estación. ¿Qué está pasando? ¿Por qué nadie está trabajando?
— ¿Qué está pasando, Paul? — le pregunto cuando me coloco a su lado.
— Es el viceministro de defensa. — de tan solo escucharlo, me pone los pelos de punta. Pero ya creo saber de qué va todo esto.
— Muy bien, señores, lamento venir así de imprevisto pero era necesario. Antes que nada debo felicitarlos por su gran trabajo en los últimos meses y los casos que hemos resuelto gracias a ustedes. Así que de mi parte, tienen todo el mérito que se merecen. — nos sonríe.
— Lastimosamente uno de los mejores agentes y detectives de esta ciudad, Jack Connor, ha renunciado. Quedará para siempre en nuestros corazones por el gran trabajo que hizo mientras estuvo en el servicio. Pero como todo lo bueno, tuvo su final. Ahora que ya no será su líder, hemos decidido traerle a alguien lo suficientemente capacitado para poder llevar un edificio tan importante como este. Hemos evaluado su experiencia y su capacidad intelectual y es la perfecta para este puesto. Así que espero que logren comprenderse y formar un gran equipo. Les presento a su nueva líder: la inspectora Romanov. — todos aplauden por educación, mientras la vemos caminar hasta alcanzar al viceministro.
Es una mujer muy elegante, alta y se nota que ya lleva sus años de experiencia.
— Como ya les ha dicho el viceministro, soy la inspectora Romanov y vengo de Chicago. Tanto él como el ministro y todo el equipo de seguridad nacional, me vieron apta para ejercer este puesto. Así que les doy mi palabra de que seré lo suficientemente capaz de llevar todo ese edificio de la mejor manera posible. Poco a poco me conocerán y yo los conoceré a ustedes, y así, formaremos un bonito equipo. Sin olvidar cuál es nuestro objetivo principal: seguir las leyes y atrapar a los villanos. — da lo que creo que es su discurso de entrada. — Así que ya pueden volver a su trabajo. Iré a instalarme en la oficina y cualquier cosa ya saben dónde estaré. — en cuanto lo dice todos se retiran y vuelven a sus posiciones.
— ¿De verdad será esta mujer quien nos regirá ahora? — dice Jacob.
— Eso parece.
— No sé por qué pero no me da buena espina. Hubiera deseado mil veces que fueras tú.
— Quién te daría a ti buena espina, me pregunto. — le doy una mala mirada y camino de regreso a mi oficina.
Tengo una fuerte jaqueca, necesito un poco de café.
— Oiga, agente Anderson, ¿usted sabe la razón verdadera por la cual Jack renunció? — Paul se acerca y me susurra. Tomo un sorbo de café.
— No. Porque no hay una razón que deba ocultar. Simplemente tomó una decisión y ya está. Solo quiere proteger a su familia. — respondo mientras camino de regreso a mi oficina y él me sigue.
— Es que se me hace muy extraño que una persona como el agente Connor se haya ido así por así. Creo que pasó algo más en esa misión que lo obligó a tomar esta decisión. — pensándolo bien, no llegué a preguntarle de qué se trató dicha misión. Ya tendré tiempo para hablar con él de ello.
Coloco la taza de café sobre el escritorio y me acomodo en el sillón.
— Si hubiera otra razón lo hubiera dicho pero no creo que haya renunciado porque alguien lo obligara o algo así. Todos conocemos a Jack y sabemos que él jamás se doblegaría por nadie. Si tomó esta decisión, fue porque pensó que era lo correcto por el bienestar de su matrimonio, de su familia y de sus futuros hijos. Ya que todos sabemos que mientras trabajemos en este lugar, tendremos enemigos a diario. Nadie vive tranquilo así y creo que Jack llegó a un punto en el que no podía lidiar con eso. Eso es todo. — enciendo mi laptop.
— Y con lo de la misión, creo que para hacer algo clasificado fue algo rápido y extraño. Tampoco creo que haya sido el motivo de su renuncia porque ya lo tenía planeado desde antes. Aunque siento que hay algo más detrás de todo esto y teniendo en cuenta que es un caso clasificado, por más que queramos investigar, no podremos dar con resultados verídicos. Sólo sabremos algo si Jack no los cuenta y evidentemente sabemos que no será así por temas de confidencialidad.
— Quizás para mí no sea tan imposible descifrar ese caso clasificado. He descubierto cosas más grandes que esta, contando con que sólo fueron dos días, supongo que no será algo tan complicado.
— Y no lo dudo, de verdad, no dudo que no puedas ser capaz de hacerlo pero será mejor que nos mantengamos alejados de esto. Sea lo que sea, si es algo clasificado, es muy peligroso y no podemos interferir sin una orden.
— Sí pero se trata de Jack. Al menos sólo para saber de qué se trata y si es algo de lo que debamos preocuparnos.
— No podemos hacer eso, Paul. Ahora tenemos suficiente con lidiar con la ausencia de Jack y aliarnos con nuevas personas como la inspectora Romanov. Por cierto, necesito que mantengas a Jacob vigilado. No quiero que haga una tontería y empeore las cosas por favor.
— Cuente con ello. — responde con una media sonrisa y sale de mi oficina. Solo le ruego a Dios que no se meta en problemas por su curiosidad.
Desearía estar resolviendo un caso en las calles pero creo que por el momento no hay alguno en el que tenga que intervenir. Estos días de trabajo serán muy malos.
— Agente Anderson. La inspectora Romanov lo quiere en su oficina ahora. — dice una de nuestras policías mientras se asoma por la puerta. ¿Para qué me necesita ahora? Tengo mucha intriga, así que me levanto de la silla, salgo de mi oficina y camino hasta alcanzarla.
Verla sentada en el escritorio de Jack, me resulta algo incómodo. Creo que selló de una forma u otra esta oficina para que solo él pudiera ocuparla.
— Agente Anderson, tome asiento, por favor. — me indica la silla y lo hago. Normalmente entraba aquí y me sentaba sin permiso. Lo que hace el momento más extraño todavía. — Supe que usted es uno de los más viejos en este departamento, ¿es así?
— Podría decirse que sí. — respondo sin ánimo alguno.
— Bien, entonces supongo que usted era la mano derecha del agente Connor mientras estuvo aquí. El que siempre lo seguía a todas partes.
— Su compañero de trabajo. Eso era. — intento corregir sus términos de una manera educada.
— Discúlpeme, creo que no utilicé los términos adecuados. Me han dicho que eres uno de los mejores agentes. Entonces, seguirás en tu puesto. Serás como mi mano derecha ahora. Serás el que se encargue de cumplir todas mis órdenes al pie de la letra. Tanto fuera como dentro de este departamento.
— Creo que no ha entendido muy bien cómo funcionan las cosas. Aquí no hay mano derecha de nadie, solamente hay gente que hace su trabajo individualmente. Juntos investigamos, desciframos códigos, interpretamos pistas y resolvemos casos. Esa es la razón por la cual este departamento es uno de los más exitosos de la ciudad y en el que la gente confía.
— No me cabe la menor duda. Pero cada departamento federal funciona según los valores y criterios de su líder. Todos los métodos y las costumbres que tenían inculcados mediante el liderazgo del agente Connor quedaron atrás. Ahora tendrán que acostumbrarse a los míos, que serán totalmente distintos y más apegados a la ley. Porque creo que no necesito recordarle la mala fama que tiene este departamento también. Se lleva diciendo desde hace mucho tiempo que son unos corruptos y eso es justamente lo que vamos a evitar. Me encargaré de limpiar el nombre y la fama de este lugar.
— Con todo su respeto, yo no creo que...
— Las cosas serán como yo las ordene y punto. Espero no tener que llegar al punto de tener que despedir a las personas que no sean capaces de captar una orden. Y para evitar estos conflictos, necesito alguien en quien confiar. Así que espero que ese seas tú. Puedes seguir con tus labores habituales, no tengo ningún problema con ello. — me quedo en silencio. — Supe que había pasantes aquí, así que puedes seguir siendo su instructor. — tengo muchas ganas de responderle pero como le faltaría el respeto, mejor guardo silencio.
— Por cierto, ¿ese quién es? — miro a mi espalda y volteo para ver. Es Jacob. Está parado cerca de la puerta fingiendo que lee el periódico.
— Es Jacob Connor. El hermano de Jack.
— ¿Y qué hace aquí?
— Trabaja aquí. — pone mala cara.
— ¡Hey! ¡Tú! — lo llama. Jacob mira de inmediato y entra. Finge muy mal.
— Inspectora Romanov, ¿para qué soy bueno? — se hace el niño bueno. Este chico no tiene manera.
— ¿Es agente al igual que su hermano?
— No, en realidad soy un cazarrecompensas.
— ¿Un qué? — pregunta en tono burlón. Será mejor que no se meta con Jacob, señora. Está más loco que todos nosotros juntos. — ¿Y dónde está tu contrato?
— Estaba entrenando...primero. Así que todavía no hay ningún contrato.
— ¿Y en qué momento pensaron que era necesario tener un..." cazarrecompensas" en el edificio? — antes de que alguno le responda, nos interrumpe. — Bien, entonces, como no hay contrato de por medio será más fácil hacer esto. — mira a Jacob a la cara. — Estás despedido. — le dice sin más. Creo que se ha tomado demasiado en serio el puesto.
— ¿Qué dijo? — cuando Jacob intenta acercarse a la inspectora de mala manera, me levanto y lo detengo.
— Creo que le quedó perfectamente claro. Ahora, si nos disculpa, tenemos otras cosas que hacer. De todos modos Jacob no iba a durar mucho en este lugar. — intento evitar una desgracia mientras lo empujo y salimos de la oficina.
— ¿Por qué me sacas en la mejor parte? No ves que es una prepotente. ¿Por qué dejaste que me hablara de esa manera? ¿Quién se cree para despedirme? — está alterado.
Al menos estamos fuera del edificio y nadie puede escucharnos.
— No nos conviene enfrentarnos a ella desde el primer día. La amansaremos como a todos los demás pero eso requerirá tiempo y paciencia. Cosa que evidentemente no tienes. — aunque también estoy muy molesto, trato de ser lo más sensato que puedo.
— ¡Me importa una mierda lo que sea que pienses hacer! No puede hacer lo que se le da la gana en este departamento. En el que está solo porque mi hermano se fue.
— Sí, de hecho, sí puede hacer lo que se le da la gana. Es nuestra jefa. Y no está haciendo nada malo, por el momento, solo sigue las leyes que nosotros no tomamos en serio algunas veces.
— ¿Es una broma, verdad? — se ríe sarcásticamente en mi cara. — No puedo creerlo. ¿Tan rápido te acostumbraste a la ausencia de Jack? ¡Claro! Quizás esto fue lo que quisiste siempre. Así podrías tener más oportunidades, ¿no es así?
— No me obligues a tener que golpearte de nuevo. — aprieto mis puños para controlar mi ira. — Después de todo estoy muy de acuerdo con la inspectora Romanov. Será mejor que te largues de aquí. No te necesitamos. — no quiero tenerlo cerca en este momento o cometeré un grave error.
Asiente seguidamente con la cabeza.
— Muy bien. Disfruta tu maldita estación mientras dure. — tira el arma que le habíamos facilitado al suelo. — De todos modos prefiero las navajas. — hace muecas, me da una mala mirada y se va. Conduce como loco. Sin él haciéndome perder la paciencia por estos lados, será lo mejor. Así podré calcular fríamente mis próximos pasos.
Melanie Cross.
— ¿Por qué dejamos mi coche tirado? — pregunto. Desde que dije el nombre de esa chica (Gwen), me obligó a subirme en su jeep mientras conduce hacia no sé dónde.
— No lo dejamos tirado. El guardaespaldas lo traerá después. — se coloca los auriculares mientras el número al que ha marcado desde hace minutos, aún no le responde.
— ¿Qué está pasando Jack? ¿Por qué te alarmas tanto?
— No estoy alarmado, solo soy precavido. — no entiendo una mierda. — Esa mujer, Gwen, no es solo una simple ladrona de tarjetas. Es una inspectora de la ciudad de Chicago con la que trabajé en la misión clasificada. — revela. ¿Una inspectora? ¿Es que acaso todas son así de psicópatas? Primero Laura y ahora esta.
— ¿Y a qué se supone que vino? ¿Por qué hace todo esto solo para hablar contigo?
— No lo sé, es justamente lo que averiguaré.
— ¿Y a dónde vamos ahora? ¿A quién llamas?
— Te llevaré a casa y resolveré esto.
— ¡No! Ya estoy metida en esto. Necesito enfrentarla también. Necesito saber por qué quería entrar a mi empresa.
— Lo averiguaré y luego te contaré todo, lo prometo. Pero por ninguna razón te expondré más de lo que ya estás. Por lo poco que la conocí, sé perfectamente que no hace nada sin una razón, así que eso es justamente lo que quiero descubrir pero no contigo.
— ¿Por qué no conmigo?
— Porque estás embarazada. Tú y mi bebé son lo único que me importa en este momento y hasta que no me asegure de que todo esté en orden, no dejaré que te metas en problemas. ¿Podrías estar de acuerdo conmigo, por favor? — paso la mano por mi cabello y respiro profundo. — Hazlo por nuestro bebé. — mi bebé. Toco mi vientre y coloca una de sus manos sobre las mías.
— ¿Se mueve?
— Aún no mucho pero muy pronto sí. — sonreímos. Lo único que puede sacarnos una sonrisa en un momento como este.
— Daría mi vida por ustedes si es necesario. ¿Lo sabes, verdad? — me mira a los ojos. Puedo ver lo preocupado que está con todo esto y muchas cosas que sé que no me cuenta aunque intente ocultarlo. Dejo que su mano toque mi vientre directamente.
— Y nosotros por ti también. — casi se me llenan los ojos de lágrimas otra vez. Toma mi mano y la besa mientras sigue conduciendo. Algunos minutos más tarde, llegamos a casa. A nuestra fortaleza. Ahora entiendo por qué la construyó así. Quería asegurarse de que nuestro hogar fuera nuestro único lugar seguro.
Me ayuda a bajar del coche mientras las puertas se abren y se cierran a nuestro paso.
— ¡Bienvenidos! — nos dice Freddy. — ¿Quieren que les sirva algo de comer ahora?
— Sí, a ella sí. Prepárale algo saludable y sostenible. No quiero que se desmaye otra vez. — responde por mí y ayuda a sentarme.
— ¿Y a usted, qué se le apetece? — le pregunta.
— Nada, por el momento. Volveré en unas horas. — me da un beso en la frente. — Volveré antes del anochecer. — acaricia mis mejillas. — No salgas de casa hasta entonces, ¿de acuerdo?
— De acuerdo. Te esperaré.
— Bien. — me da otro beso, toma las llaves y sale. Espero que no sea nada grave y pueda solucionarlo esta misma noche para poder estar tranquilos y disfrutar de nuestro embarazo como las parejas normales. Mientras tanto, buscaré algo con lo qué entretenerme.
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