Capítulo 21.
Entramos a casa besándonos desenfrenadamente. No pudimos resistirnos más. Cierra la puerta detrás de nosotros y me arrima contra la pared. Acaricia mis muslos por debajo de mi vestido y pega su cuerpo al mío cada vez más. Me muerde el labio y para por unos segundos. Acaricio su cabello y vuelvo a besarlo. Enreda mis piernas en su cintura y sube los escalones hasta llegar a nuestra habitación. Me sienta en el borde de la cama cuidadosamente y se quita el traje delante de mí. Acaricio su marcado abdomen y le ayudo a quitarle el pantalón.
Lo miro a los ojos y lentamente meto su erección en mi boca.
Me muevo de adentro hacía afuera seguidamente por varios minutos hasta que casi me ahogo.
— Lamento tener que quitarle ese precioso vestido, señorita. — dice mientras se agacha y me retira el vestido completamente. Acaricia mis tetas y me empuja suavemente hasta quedar recostada en la cama. Camina hasta la mesita de noche sin apartarme la mirada y bebe un poco de agua. Saca un cubito de hielo, lo coloca entre sus labios y me besa. El frío humedece mis labios y me deja aún más sedienta. Sigue bajando sin soltarlo por todo mi cuerpo hasta llegar a mi entrepierna. Lo coloca entre mis bragas y lo deja ahí. No sé qué hace pero me gusta. Vuelve a subir y con su lengua juega con mis pezones. Besa mi cuello y presiona el hielo a través de mis bragas para volverme más loca de lo que estoy. El frío intenso estremece todo mi cuerpo y me hace perder la cordura.
— Eso es. Retuércete. Amo volverte loca de placer. — me susurra y entra una de sus ásperas manos en mis bragas. Del ardor creo que he derretido todo el hielo. Me masajea el clítoris de arriba abajo y en círculos, suave y bruscamente sin parar. Cuando aumenta la velocidad, esa ola de calor hace que todo mi cuerpo tiemble y quiera tenerlo dentro de mí.
— ¡Mételo! ¡Mételo ya! — le ruego. Vuelve a besar mi cuello y rosa su glande sobre mi vagina. ¡Maldita sea! Intento tomarlo y meterlo yo misma pero me sostiene las manos y me las esposa a los metales de la enorme cama. Esto me provoca un deja vu con la primera vez que tuvimos sexo.
— Si halas, te lastimarán. Sé buena chica. — pasa su dedo índice por mis labios y abre mis piernas lo suficiente. Entra, entra en mí. Estoy lista. Cierro los ojos y siento cómo penetra lentamente en mí y arqueo mi espalda para soportar la sensación. Sostiene fuertemente mis piernas mientras entra y sale de mi sin piedad alguna.
— ¡Ag! — gimo. Apoya una de mis piernas en su hombro mientras sigue entrando en mí. Deseo tocarlo y apretarlo pero no puedo, y eso me vuelve salvaje. Acerca su cara a la mía y nos miramos como dos maniáticos obsesionados con el sexo. Suelta una de mis esposas mientras me besa y aprieto su cabello inmediatamente. Reduce la velocidad de sus embestidas y desciendo mi mano para masturbarme. Si seguimos así, no tardaré mucho más para correrme.
Se detiene.
Me quita la otra esposa y deja mis manos en libertad. Cambiamos de posición y me siento sobre él aún sentados en la cama. Me muevo de arriba abajo y en círculos hasta que lo escucho gemir. Minutos después, me recuesta de lado, levanta una de mis piernas y sigue penetrándome salvajemente. Me sostengo de su cuello y no pensamos en nada más hasta que nos corremos. Lo que le da la cereza a la maravillosa noche que he tenido hoy.
11am.
— Nena... — escucho una voz conocida pero muy lejana. — Nena...despierta. — siento besos en mi cara y abro los ojos. Me cuesta ver con claridad los primeros segundos. Me siento y paso los dedos por mis ojos. — Buenos días. — me dice Jack. Está vestido formalmente con un traje azul de tres piezas y su pelo bien recogido.
— Buenos días. — coloca una bandeja de desayuno en la cama. — ¿Por qué te levantas tan temprano? — pregunto. O todavía estoy muy dormida o no entiendo nada.
— Son las 11 de la mañana. Fui a una reunión a las 8 y me tomé el resto del día libre. Te vi tan relajada que no te pude despertar. Además, creo que es justo que descanses después de tantas semanas de trabajo. — explica.
— No puede ser. Tenía reuniones para hoy. — agarro mi celular y me lo quita de las manos pacíficamente.
— Tranquila. Hablé con Junior. Todos en tu empresa tienen el día libre. Bueno, al menos los de tu área. El bar de Jasper y lo demás sigue funcionando. — eso me deja más tranquila. Además, creo que tiene razón. Es justo que después de tanto, tengamos un día de descanso. — Ahora desayuna por favor. — me indica la bandeja. Todo lo que tiene se ve delicioso.
Me acomodo mejor y empiezo a comer.
— ¿De qué se trataba tu reunión? — quiero entrar en conversación.
— Trabajo.
— ¿Una nueva misión importante?
— Algo así. Estaré fuera de la ciudad por tres días. — mis ánimos bajan en cuanto lo dice.
— ¿Tres días?...¿Y cuándo te vas?
— Mañana. — ¿tan pronto? De solo imaginármelo, me dan ganas de llorar. Solo serán tres días, Melanie. Estuviste todo un año sin él una vez, así que podrás con esto. — Volveré el viernes en la noche y será mi última misión. Cuando regrese mostraré mi renuncia definitiva. — me quedo en silencio. — Dime algo...por favor. — su voz suena muy suave. Se acerca más a mí y me acaricia las piernas.
— ¿Es algo muy peligroso?
— Nada a lo que no me haya enfrentado ya. Estaré bien, tranquila. Soy Jack Connor. — su sonrisa me contagia. Besa mi frente. — Tu cumpleaños se acerca. — lo recuerda.
— ¡Sí! — la sonrisa se me borra cuando recuerdo todo lo malo que me ha pasado en esas fechas.
— ¿Tienes algo en mente?
— La verdad es que no quiero hacer absolutamente nada. Solo quiero quedarme aquí contigo.
— No tengas miedo. No todos tus cumpleaños serán así mientras no me alejes de ti. ¿No lo harás esta vez, o sí?
— Por supuesto que no. — sonreímos.
— Bien, eso me deja más tranquilo. — sigo comiendo. Tengo mucha hambre. — A propósito, tu hermano y yo encontramos a alguien de suma confianza para que nos ayude con la casa. Ya está abajo, preparando algo de comer.
— ¿De verdad? ¿Y cómo es?
— Frederick. — me pone muy feliz saber que es él.
— ¿En serio? ¿Y qué pasó con tu mamá?
— Ella decidió hacerse cargo de la casa sola para pasar más tiempo de pareja con Cooper. Siempre ha amado eso de cuidar y preparar sus propias cosas. Así que estará bien. De hecho, también fue su idea y Frederick está muy contento de estar aquí.
— Que bien que sea él. Así seguimos en familia. — recuesto mi espalda en las almohadas.
— Le di un par de instrucciones con la casa y estoy seguro de que se adaptará fácilmente.
— No me cabe la menor duda. — respondo. De repente algo que mastiqué me sabe horriblemente mal, a tal punto de querer vomitarlo.
— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Algo no te gustó? — se preocupa. Dejo la bandeja a un lado y me cubro la boca con mis manos. Me levanto y corro hasta el baño para vomitar lo que sea que me ha caído mal.
Esto se siente fatal.
Jack me sostiene el cabello con una mano mientras con otra me limpia la boca con un pañuelo. — ¿Qué tienes amor? — pregunta pero todavía me encuentro muy mal para responderle. Me guía hasta el lavamanos y me lava la cara. Tomo una toalla y me seco yo misma. ¿Y ahora qué me sucede? No creo que haya sido algo de la comida.
— Te llevaré al hospital.
— ¡No! Estoy bien.
— No estás bien, Melanie. Te has desmayado muchas veces y ahora vomitas lo que comes. Deja tu latrofobia de un lado y preocúpate más por tu salud. — me regaña.
— No quiero ir a médicos para empeorar. No creo que tenga nada malo.
— ¿Entonces...?
— ¿Y si estoy embarazada? — en cuanto lo digo, me arrepiento. ¡Demonios! ¿Por qué lo he dicho así?
— Es... una posibilidad pero con análisis podremos saberlo. — tartamudea.
— Lo siento, creo que mi mente se fue demasiado lejos. — respiro profundo y dejo la toalla perfectamente colgada. — Solo necesito descansar un poquito más y estaré bien. ¿Vienes conmigo? — intento calmar la tensión. Sigue con su cara de "cómo puedo convencer a esta mujer", así que lo tomo de la mano y nos recostamos en la cama juntos. Dormir a su lado son unos de mis momentos favoritos.
Si mañana se irá de la ciudad, lo que menos quiero es preocuparlo más de lo que estoy yo por esa misión.
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