Sempiterno
Por: FerSanchez14
Sipnosis: La inocencia y la pureza de los niños son las virtudes más hermosas que pueden existir. Un par de amigos que estuvieron juntos desde su infancia hicieron una tierna promesa, sin imaginar que lo que el futuro les tenía preparado.
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—¡Shinji! ¡Mira lo que encontré!
—¡Wow! —respondió el niño castaño con asombro luego de dejar de lado su pequeño automóvil de juguete junto al resto y acercarse a su amigo.
—¿No crees que son geniales? Me agradan sus pinzas —dijo apreciando a unos cangrejos.
—Hmmm, son geniales pero prefiero a los peces.
—A mí me gustan los dos —sonrió ampliamente y se sentó sobre la arena, su amigo se sentó junto a él y lo miró atentamente.
—¿Aún te duele? —miró los vendajes de su mejor amigo con algo de tristeza.
—No mucho, sólo a veces. Espero que pronto me los quiten —miró al sol hacer su recorrido de descenso por el cielo.
—Me alegra que nuestros padres nos trajeran aquí hoy. Creo que es una buena manera de celebrar.
—Es buena porque estás aquí —le dedicó una pequeña sonrisa que fue correspondida por su amigo.
—Oye, Kaworu.
—¿Qué?
—Nada. Es sólo que me alegro mucho de que seas mi mejor amigo — sonrió tímidamente y puso su mano sobre la de su amigo sintiendo un extraño calor en su corazón.
Se sentían como cosquillas en la panza.
—Somos los mejores amigos, por siempre y para siempre —respondió entusiasmado el otro.
—¿Lo prometes? ¿Por la garrita? —le extendió el meñique esperando a su amigo.
—Por la garrita —entrelazó su meñique y sonrió de nueva cuenta.
—¡Niños, es hora del pastel! —los llamó Yui desde la entrada de la pequeña cabaña y ambos corrieron hacia el interior de la casa.
Feliz cumpleaños a ti,
Feliz cumpleaños Kaworu,
Feliz cumpleaños a ti.
—Pide tu deseo —dijo con emoción su mejor amigo, ambos se sonrieron y entonces el rubio supo qué era lo único que deseaba a sus cortos seis años de edad.
Sopló y apagó las velas, todos aplaudieron y su corazón brincaba contento de emoción.
Mi deseo es que Shinji esté siempre conmigo.
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Diez años después.
—Hey, Kaworu, ¿qué tienes? —preguntó su mejor amigo al verlo algo distraído.
—Nada, sólo recordaba cosas —le sonrió de aquella forma tan particular que aceleraba el corazón de Shinji.
—¿Qué clase de cosas?
—Algunos deseos de cumpleaños. Este es el único cumplido hasta ahora.
—¿De qué deseo se trata?— preguntó con curiosidad.
—De ti —dijo sin pensar.
Luego un poco avergonzado quiso cambiar sus palabras.
—N-no en sí de ti, ya sabes, el hecho de que hemos sido amigos desde pequeños y me gustaría que así fuera siempre —sonrió ligeramente.
—¿Siempre amigos? —preguntó algo desilusionado, pues hace tiempo que Shinji buscaba algo más, pero su lucha interna no le permitía expresarle sus sentimientos a su mejor amigo, aunque estaba decidido a hacerlo pronto.
—Claro, ¿o ya no quieres ser mi amigo? —se desanimó.
—¡Nada de eso! Es decir, eres mi mejor amigo, no me agrada la idea de que dejes de serlo.
—Está bien —le sonrió con un pequeño sonrojo y luego cambió de tema— ¿No había tarea de química?
Llegaron a tiempo a su primera clase y el día transcurrió de manera totalmente normal. Excepto para Shinji, quien se vio bombardeado con preguntas de Kensuke y Toji acerca de sus planes para el cumpleaños de Kaworu mientras se encontraban en la clase de deportes.
—¿Qué es lo que tienes planeado hacer? —le cuestionó el moreno.
—Pues quería invitarlo a pasar la tarde en la playa, como cuando éramos niños.
—¿Y...?
—¿Y... qué? —miró a sus amigos con algunas dudas.
—¿Y qué más harán?
—Pues nada, simplemente dejaré que todo fluya a su ritmo. Creo que es mejor así.
—No tienes remedio —dijo Kensuke con cara de fastidio—, pero si así lo prefieres está bien.
Kaworu los observó conversar a la distancia, pero no le dio importancia. Eso sí, cuando el castaño le sonrió a lo lejos, sintió un extraño impulso que aceleró su corazón y volvió la vista a la cancha con un gran sonrojo.
Al término de clases Kaworu y Shinji fueron juntos a sus hogares, como ya era su costumbre. Entonces Shinji se decidió a preguntarle.
—Oye, ¿t-tienes planes para tu cumpleaños? —estaba más que nervioso.
Kaworu le sonrió.
—No. Ya sabes, mi padre tiene que ir a SEELE de nuevo —suspiró—. Así que no, día libre.
—Entiendo. Entonces... ¿te parece que vayamos a la playa como cada año? ¿O algún otro lugar? ¡Donde tú prefieras! —sonrió con un poco de nerviosismo y miró a su amigo en espera de respuesta.
—¡Perfecto! Acepto tu propuesta, vayamos a la playa. Será divertido. Como en los viejos tiempos.
—Como los viejos tiempos —Shinji sonrió ampliamente.
Luego de que Kaworu lo dejara en su casa no pudo contener su emoción y nerviosismo, inmediatamente fue con su madre a contarle lo sucedido. Ella siempre había sido su confidente y la persona en la que más confiaba en el mundo; y es que ella le había ayudado tantas veces a que su padre aceptara las decisiones que tomaba y a que lo dejara ser quien realmente era. Y a pesar de que le estaban ocultando esta situación a Gendo por su forma de pensar , Yui le estaba brindando su apoyo incondicional. Estaba ansiosa por saber qué le contaría su hijo ése día; en cuanto lo escuchó llegar salió de la cocina y fue a su encuentro, lo recibió con un abrazo cargado de cariño.
—Hola ma' —sonrió y la abrazó también.
—Hola cariño, ¿qué tal tu día? ¿Qué pasó con Kaworu? ¿Qué te dijo?
—Mamá, una pregunta a la vez —rió un poco—. Vamos por partes, ¿quieres que te ayude con la comida?
—Está bien, ayúdame a preparar la mesa, ya podré interrogarte luego —le guiñó el ojo.
Luego de servir se sentaron juntos y Yui no tardó en hacer la primera pregunta.
—¿Lo invitaste?
—Sí, creí que diría que no pero fue todo lo contrario, me dijo que sí y lo noté muy contento —comentó con una gran sonrisa.
—Me alegro mucho por ti cariño. ¿Y qué le vas a regalar?
—Aún no lo pienso...
—Tómalo con calma, ya diste el primer paso. Ahora sólo piensa en cómo se lo dirás pero trata de no martirizarte mucho con eso, deja que fluya a su ritmo, ¿está bien? —le dio un beso en la frente y se levantó para servirse más comida.
—Gracias mamá, espero que funcione.
El resto del día pasó con normalidad, los siguientes no, Kaworu notaba a Shinji muy pensativo y aunque trató de preguntarle varias veces el por qué recibía como respuesta un "nada" y una sonrisilla nerviosa. Y fue así incluso en el transcurso de la escuela a sus hogares.
Luego de dejarlo en su casa la tarde anterior a su cumpleaños fue de camino a su casa. Como la mayoría del tiempo, su padre estaba trabajando en alguna parte del extranjero, en esos momentos deseaba poder tener a su madre con él. La extrañaba tanto como el día en que se fue.
Calentó la comida que había sobrado del día anterior y la comió en la sala de estar mientras veía una película; cuando se aburrió lavó su plato y fue a darse una ducha, al quitarse los vendajes no pudo evitar mirarse al espejo con algo de tristeza. Odiaba tener que convivir con esas heridas, pues al curar su padre le recordaba lo horrible que era su existencia. Y él mismo completaba esa tarea.
Cubrió el espejo y dejó que las gotas de agua resbalaran por su piel y lo hicieran sentirse mejor. Al salir se vistió. Faltaba poco para que llegara la noche; se puso vendas nuevas y se sentó junto a la ventana un rato mientras hacía la tarea, aunque no podía concentrarse del todo al pensar en su mejor amigo. No sabía por qué estaba tan pensativo pero quería ayudarlo, aunque Shinji no lo dejaba.
Dejando sus libros y sus pensamientos a un lado se decidió a irse a dormir, no quería saber nada hasta el siguiente día.
Mañana será un día mejor.
Se dijo a sí mismo para darse ánimos y luego durmió.
A la mañana siguiente, en la escuela, pudo ver a Shinji un poco más contento, eso lo hizo olvidarse de todo y sonreír un rato. Y a la hora de la salida estaba muy entusiasmado por pasar un rato con su mejor amigo. Primero lo invitó a comer y luego de un rato fueron caminando hasta la playa, se sentaron sobre la arena conversando un rato mientras el sol descendía, se deleitaban con la hermosa vista, con todos esos tonos anaranjados y rojizos rodeándolos con su calidez, sin nadie que los molestara. Solo ellos dos.
—Shinji...
—Dime —volteó para ver a su amigo a los ojos.
—Gracias por todo. Hiciste de este el mejor cumpleaños —sonrió.
—No tienes que agradecer —le devolvió una sonrisa tímida—. Además, aún hay algo más —buscó en su mochila y le entregó una pequeña cajita—. Sé que no es mucho, pero espero te guste. Feliz cumpleaños.
—¡Wow! Muchas gracias —abrazó a Shinji y después abrió la cajita; era una pulsera morada con un pequeño colgante.
—Me alegra que te guste —sonrió—. Yo tengo la otra, es de color azul.
—De verdad gracias. ¡Me encanta!
Entonces se la puso, Kaworu estaba tan contento que no podía dejar de sonreír.
Hubo una pequeña pausa realmente cómoda entre ambos. Y Shinji, con el corazón acelerado, supo que era el momento que había estado aguardando. Suspiró con nervios y miró a su mejor amigo.
—Kaworu...
—¿Qué pasa?
—Hay algo que me gustaría decirte... —tragó grueso y su amigo lo miró con atención, aún sonriendo.
—Claro, te escucho, ¿está todo bien?
—Bueno, ¿sabes? Siempre te consideré mi mejor amigo, crecimos juntos y de una forma tan especial que nos era imposible separarnos. Pero es que... comenzamos a crecer y a ver la vida de otra manera. Fue entonces que me percaté de este sentimiento... —agachó la mirada— y es que tú hiciste de mi vida algo especial, maravilloso y no podía, no puedo visualizarla sin ti en ella. Kaworu, mi afecto hacia a ti es algo más grande que la amistad. Tú... me gustas. Sólo me gustaría saber si tú sientes lo mismo por mí o no.
La sonrisa del rubio se desvaneció poco a poco. Shinji se asustó y supo que saldría herido. Kaworu se levantó de golpe sin atreverse a mirarlo a los ojos, para luego tomar su mochila.
—Tengo que irme a casa —dijo en voz baja.
—Pero...
—Te veré después.
El rubio se fue rápidamente dejando anonadado a su amigo. Se quedó un rato sentado viendo la última fracción del sol desaparecer en el mar, como si se lo hubiera tragado. Decidió volver a casa, al llegar ignoró todo y fue a su habitación, se recostó y se puso los audífonos; se dejó llevar por su inseguridad y liberó su sentir en forma de llanto hasta que se quedó dormido.
A la mañana siguiente no se molestó en ir a clases, no tenía ganas de nada. Yui le llevó el desayuno y al verlo tan triste lo abrazó de esa forma curativa que sólo las madres tienen.
—Lo siento mucho cariño. Pero aún no te dio una respuesta concreta, tal vez estaba nervioso, lo tomaste por sorpresa.
—No mamá, debiste ver su reacción. ¡Nunca debí decirle nada! —el llanto vino a él de nuevo y Yui lo consoló una vez más hasta que se sintió mejor.
Al anochecer Shinji trató de contactar a su mejor amigo, pero no le respondía ni mensajes ni llamadas, decidió rendirse para no estropear más las cosas.
Los siguientes días la situación estaba muy tensa entre ambos, Kaworu trataba de evitarlo sin mucho éxito, incluso dejó de acompañarlo a su casa. Esto ponía más que triste a Shinji, y por más que tuviera el apoyo de su madre y su reducido grupo de amigos, seguía anhelando una respuesta por parte del rubio.
Lo que no sabía es que Kaworu estaba confundido y en cierta forma tenía miedo, inquietudes, pues jamás se había detenido a pensar cómo se sentía realmente. Además una pizca de su ser tenía miedo de herir y salir herido. Era esa enorme inseguridad la que le pedía acercarse a Shinji hasta que aclarara su mente y ordenara sus sentimientos; pero mientras eso sucedía no quería acercarse a él hasta tener su respuesta.
Pasó al menos una semana desde que Kaworu se fue de la playa dejando a su amigo desolado. El rubio había faltado a unas cuantas clases y pidió consejo con su amiga Rei.
—Es que no quiero que se aleje. Es mi mejor amigo.
—Pero, ¿estás seguro de que es sólo un amigo?
—No.
—¿Cómo te sientes cuando él no está?
—Se siente un vacío. Pero cuando él está es todo lo contrario, todo es lindo, agradable. Él... es lindo... —dijo lo último sin pensar.
—Entonces dejémonos de preguntas —sonrió y le palmeó el hombro—. Esa es la respuesta que tanto buscaste.
Suspiró pero sonrió de lado.
—Tienes razón. Siempre lo supe.
Entonces, al final del día le envió un mensaje de texto a Shinji que decía: ¿Podemos vernos mañana en la playa al término de clases?
No pasaron ni 30 segundos para que recibiera una respuesta afirmativa. Estaba emocionado y nervioso a la vez, sentía un zoológico llenarle el estómago.
Ya tenía más que claro lo que sentía, siempre lo había sabido pero se negaba a ello. Y es que ése sentimiento nació en él desde que era pequeño, aunque al principio no sabía lo que era por su corta edad, al crecer poco a poco lo entendió; pero fue el miedo al rechazo de su amigo lo que lo hizo mantener todo como una amistad, engañándose y fingiendo sentir algo que no lo llenaba.
Se fue a dormir con una enorme oleada de pensamientos llenando su mente y al siguiente día fue a la escuela con una ligera sonrisa en su rostro que se volvió de nerviosismo al ver a Shinji. Se la pasó toda la mañana tratando de hallar la forma correcta de decirle. Como ninguna le convenció se decidió a dejar que todo fluyera en el momento.
Y fue así que acabó el horario de clases y ambos chicos se sentían de lo más nerviosos, caminaron juntos a una distancia relativamente corta, no se atrevían siquiera a verse. Al llegar la playa se sentaron sobre la arena y dejaron existir un enorme silencio incómodo que Shinji decidió romper.
—Gracias por invitarme a venir.
—No tienes que agradecer —de nuevo silencio y agachó la mirada—, quiero pedirte una disculpa. No debí irme de ésa manera, es sólo que tenía miedo.
—No tienes que disculparte, entiendo cómo te sientes —lo miró y le dedicó una pequeña sonrisa.
—Gracias —lo miró también y un pequeño sonrojo adornó las mejillas de ambos—. Oye, hay algo más que me gustaría decirte.
—Claro, te escucho.
—Bueno, cuando me confesaste tus sentimientos me pediste saber si era algo recíproco o no —sintió su corazón acelerarse—. La verdad es que fui muy tonto al evadirte todo este tiempo, al encerrarme en mis pensamientos, y es que me dí cuenta de que lo único que no quería era lastimarte o lastimarme. Así que simplemente me concentré en tratar de fingir algo que no siento, pero al hacerlo pude tener otra perspectiva y entonces me quedó más que claro que la vida sin ti es tan triste, tan gris... —tímidamente tomó la mano de Shinji y lo miró a los ojos—. Así que puedo decir con toda la seguridad que me gustas, me gustas tanto como no te imaginas.
—¿De verdad? —sonrió con un pequeño sonrojo tiñendo su piel.
—Sí —le devolvió la sonrisa—. Y ahora que está todo claro me gustaría hacerte una pregunta —se sonrojó y su corazón casi se le salía del pecho por lo rápido que latía.
—Claro —estaba nervioso, sólo tenía una posible pregunta en mente que le emocionaría escuchar.
—Shinji, ¿quieres ser mi novio?— su blanca piel se tornó totalmente roja al sentir al castaño abrazándolo.
—¡Sí! —se separó un poco y sonrió.
—Te quiero Shinji.
—También te quiero, Kaworu— se separó y se sonrieron tiernamente.
Luego de la timidez inicial acercaron sus rostros poco a poco y cerraron los ojos para sentir la calidez de los labios ajenos y a las mariposas volar salvajemente en sus estómagos. Así sellaron su amor, el amor que surgió desde que eran niños y había crecido y perdurado con el paso del tiempo.
Desde entonces supieron que aquello no iba a ser un amor de sólo unos meses o pocos años, iba a ser algo eterno. Que es una de esas cosas que inician pero nunca terminan.
Algo sempiterno.
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Trece años después.
—¡Papá, papá! ¡Vamos al parque!
—Ten paciencia pequeñín, tu padre viene disfrutando la vista.
—¿Ah, sí?
—Claro, ¿a ti no te gusta la playa?
—Además, esta playa es especial —sonrieron.
—¿Por qué?— dejó que el castaño lo cargara.
—Aquí pasamos casi todos mis cumpleaños desde que nos volvimos amigos. Además, fue aquí donde tu padre y yo nos volvimos pareja —besó a Shinji.
—¿De verdad? —preguntó asombrado el niño.
—Sí, mi niño.
—¿Entonces venimos aquí por tu cumpleaños, papá?
—Exactamente— le guiñó el ojo.
El niño muy contento abrazó a sus padres y al final se sentaron juntos en la arena, su hijo jugaba por aquí y allá. Kaworu se quedó pensando un poco y su esposo decidió preguntar la razón.
—Descuida, la encontré.
—¿Qué cosa?
—La felicidad. Tengo todo lo que deseé siempre justo aquí —le sonrió y Shinji le tomó la mano, acarició con las yemas su muñeca ahora con cicatrices casi imperceptibles.
—Yo tengo eso y más, y así será siempre y cuando estemos juntos. Todas esas heridas del pasado se han ido y nos espera un hermoso futuro.
Abrazó a Shinji de la cintura y el contrario rodeó su cuello.
—Gracias por todo Shinji, y hablo de verdad cuando digo que ustedes son lo mejor que me ha pasado.
—Por eso te amo, Kaworu Nagisa —sonrió con cariño.
—Yo también te amo, Shinji Ikari —le devolvió la sonrisa y sellaron su destino con un beso al atardecer, tenían lo que deseaban, no lo dejarían ir.
Fin.
* Ilustraciones realizadas por Kokoro No Tenshi y Rowan Scribbles.
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