La promesa que hicimos
Por: ShinjiIkari728 (ex Suneater_Ikari / gato-mon)
Sipnosis: Porque sin importar el espacio, el tiempo, las múltiples vicisitudes que puedan presentarse en medio y los muchos obstáculos que sortear, hay amores y promesas que están destinados a hacerse realidad. "Nos volveremos a ver, Shinji y te demostraré cuánto te quiero".
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A pesar de ser unos niños, ya sabían perfectamente acerca de los sentimientos del corazón y a su vez compartían también el mismo dolor.
Kaworu había perdido a su padre en un accidente automovilístico y la mamá de Shinji murió a raíz de una enfermedad. Sin embargo, el inmenso cariño que se tenían uno al otro los ayudaba a no sentirse solos.
El pequeño castaño disfrutaba mucho de la compañía del niño rubio. Si se sentía ignorado por su propio padre, ese chiquillo de ojos rojos como rubíes le hacía sentir una gran calidez en su corazón.
Kaworu por su parte, encontraba la paz necesaria a lado de Shinji Ikari, si bien eso se estimaba en cuanto llegaba a su casa debido a los malos tratos que su madre le daba, contemplar los azules ojos de Shinji y ver su sonrisa le daban fuerzas para seguir viviendo.
Sin embargo, un año después de haber perdido a su esposo, la madre de Kaworu se había vuelto a casar con un hombre mucho mayor que ella. Su nombre era Keel Lorenz, un importante empresario, y en consecuencia los dos pequeños amigos tuvieron que separarse.
—¿Me esperaras? —preguntó Kaworu a Shinji mientras veían la puesta de sol en la playa, lugar al que siempre les gustaba ir a jugar.
—¡Por supuesto que lo haré, Kaworu! ¿Porqué lo preguntas tanto? —Shinji sonrió, sabía que su amigo era demasiado inseguro en algunas cosas.
—Es solo que tengo miedo.
—Yo también, pero... el destino de los que se aman es juntarse. No importa lo lejos que estén uno del otro, siempre se encontrarán. Jamás dudes eso Kaworu.
—Muchas gracias, Shinji. Mi vida tiene sentido gracias a ti.
El pequeño Ikari sonrió sonrojado mientras tomaba la mano del contrario.
—Shinji, cierra los ojos —pidió Kaworu de repente.
—¿Eh?
—Solo hazlo.
—De acuerdo —con algo de dudas Shinji cerró los ojos; ante eso Kaworu colocó su mano en sus labios para después pegarla a los del niño castaño.
Shinji abrió los ojos sorprendido pero feliz al comprender que eso había sido un beso indirecto. No pudo evitar imaginar que así se verían cuando fueran grandes realizando esa misma acción, la cual era una forma de sellar una promesa.
—Nos volveremos a ver, Shinji y te demostraré cuánto te quiero —respondió el rubio con una sonrisa melancólica y una mirada taciturna.
Ikari asintió y lo abrazó.
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Ahora solo era un vago recuerdo; habían pasado varios años desde entonces. Shinji había cumplido ya los 16 años y era todo un adolescente aunque aún conservaba su aspecto de niño.
Afortunadamente ya no se sentía solo, pues meses después de que Kaworu se fuera se hizo amigo de Toji Suzuhara y Kensuke Aida pero especialmente de una niña pelirroja de origen alemán; su nombre era Asuka Langley Soryu quien a pesar de ser bastante ruda con él, también se preocupaba por el chico y daba la impresión de sobreprotegerlo.
En el fondo seguía preocupado pues había pasado casi un año y ya no tenía contacto alguno con Kaworu.
¿Acaso esa promesa ya no era válida?
—¡Shinji, tonto! —la voz de Asuka lo sacó de sus pensamientos—. Se nos hace tarde. Fui a buscarte a tu casa y al no encontrarte supuse que estabas aquí.
—Hola, Asuka. Amm... lo siento.
—Como sea, date prisa o se nos hará más tarde.
Asuka tomó del brazo a Shinji y caminaron presurosos a la escuela. Hablaron de cosas triviales, sin embargo, Shinji no podía sacarse de la mente a Kaworu y nunca les había hablado de él a sus nuevos amigos. Sus esperanzas de volverlo a ver poco a poco iban muriendo conforme Kaworu dejó de hablarle. Aunque por alguna extraña razón, ese día había despertado pensando precisamente en él.
Cuando llegaron a su salón notaron que había gran alboroto y muchas chicas parecían emocionadas.
—¿Qué les pasa a estas idiotas? —preguntó Asuka irritada.
—Ahhh, no es nada —respondió Toji acercándose—. Al parecer acaban de transferir a un chico a esta escuela y será nuestro compañero.
—¿Por eso tanto alboroto? ¡Que patéticas!
—¿Y ustedes ya lo vieron? —preguntó Shinji.
—No, yo no, Kensuke iba a averiguar pero ni siquiera trajo su cámara.
Poco a poco, todos tomaron su lugar al escuchar el timbre anunciando las clases. El profesor entró al aula y seguido de él, el nuevo estudiante.
Shinji no pudo evitar abrir mucho los ojos sorprendido y creía estar alucinando. Era Kaworu Nagisa, su amigo de la infancia y la persona que más quería en el mundo.
¡Era el chico de recién ingreso!
Al toparse con el rostro de Shinji, Kaworu le sonrió discretamente y ante eso, el joven Ikari bajó la mirada mientras sonreía avergonzado.
Kaworu escribió su nombre en el pizarrón y se presentó ante los que serían sus compañeros. Varias chicas lo miraban todas emocionadas y vaya que tenían razón; el mirar de ese chico rubio era en verdad cautivador y además parecía tener gran carisma y encanto.
Cosa del destino o suerte, pero el profesor le ordenó sentarse a un lado de Ikari. Kaworu lo hizo con naturalidad mientras que Shinji estaba nervioso; diez años sin verlo y un año sin hablar con él. Estaba nervioso pero feliz.
—Me alegra volver a verte, Shinji —susurró Kaworu al otro, quien volteó enseguida.
—A mí también. Bienvenido, Kaworu.
La única que miraba con recelo la escena era Asuka. ¿Por qué ese chico se dirigía así a su amigo si no se habían visto antes? Le daba muy mala espina a decir verdad.
Kaworu era por así decirlo el estudiante perfecto. Sus altas notas y sus habilidades para los deportes lo hacían un verdadero estuche de monerías sin olvidar su apariencia física era sin duda alguna super cotizado.
Pero pese a todo pronóstico, Kaworu no volvió a hablarle a Shinji y todo el tiempo evitaba verlo a la cara. A Shinji comenzaba a fastidiarle su actitud, ¿qué demonios pasaba con él? ¿Acaso alguna vez le había hecho algo desagradable? ¿Ese en verdad era Kaworu o una especie de clon muy mal parecido?
Lo que más le inquietaba era ver que el rubio llevaba suéter todo el tiempo hiciera frío o no. Necesitaba investigar. Por el amor que le tenía, sentía esa necesidad de ayudarlo.
Lo encontró en el salón leyendo una nota de partituras.
—Hola, Kaworu.
—Shinji... —le sonrió melancólicamente.
—¿P-puedo sentarme?
—Claro.
Shinji así lo hizo, no dejaba de ver a Kaworu; estaba tan hermoso para él como el día que se despidieron hace diez años. Debía encontrar un tema para conversar pero esa nunca había sido su especialidad.
—Y dime, Shinji —Kaworu rompió el silencio—. ¿Cómo has estado?
—¿Yo...? Amm, pues bien... creo... aunque ahora me siento mejor.
El rubio sonrió, para Shinji era la sonrisa más bonita que haya visto, pero al parecer no había entendido esa indirecta.
—Esta ciudad no ha cambiado nada —volvió a decir Nagisa—. En verdad la eché de menos y tú... luces realmente lindo.
Shinji se sonrojó abruptamente por ese comentario y no pudo evitar bajar la mirada.
—Gra-gracias.
Quería decirle que se veía más guapo que cuando eran niños, pero su torpeza e inexperiencia no se lo permitieron. Kaworu volvió a lo que leía; quizás no todo estaba perdido para ellos, Shinji debía arriesgarse un poco más.
—¿Kaworu?
—Dime.
—Emm... yo me preguntaba si... si te gustaría que fuéramos a la vieja playa; como cuando éramos niños.
La expresión de Kaworu se tornó totalmente seria.
—No —respondió secamente.
—Pero, Kaworu, a ti siempre... —intentó tomar la mano ajena haciendo que el otro la retirara enseguida.
—¡Solo no y ya! —dicho esto, se puso de pie y se salió del salón dejando a Shinji confundido y sobretodo lastimado por esa actitud de rechazo.
Asuka, como siempre, presenció toda la escena y no dudó en acercarse a su amigo. Realmente le daba rabia y tenía ganas de golpear al chico rubio por su actitud, pero más que nada sentía inmensas ganas de golpear a Shinji, ya que desde que Kaworu había llegado, no pasaba tiempo con ella.
—¡Hmmm! No entiendo tu afán en querer que a fuerza ese idiota narcisista te haga caso —le dijo al ver que el castaño solo estaba sentado con las manos hundidas en la cabeza.
—Tienes razón —respondió él con voz baja—. No lo entenderías.
Las semanas pasaban y Shinji tenía la impresión de que Kaworu se escondía de él. Cada que parecía acercarse, el otro simplemente se alejaba. También podía jurar que el rubio tenía una gran tristeza reflejada en su rostro y con ese suéter -que nunca se quitaba ni para la clase de educación física- le daba la impresión de que trataba de ocultar.
Ahí estaba Shinji en su habitación tirado de bruces en la cama, tratando de sacar más conclusiones. Se sentía mal por las acciones de Kaworu, quien con cualquier otro compañero se mostraba gentil, excepto con él.
—Se supone que teníamos una promesa. Si no iba a cumplirla entonces ¿por qué regresó?
Ahora lloraba como si así liberara toda la tensión y el estrés.
—¿Por qué, Kaworu? ¿Por qué nunca me dices nada? ¿Por qué este silencio?
Miró sin querer la fecha en el calendario. Se sintió más miserable todavía; era el cumpleaños de Kaworu y ni siquiera tenía oportunidad de felicitarlo y darle un abrazo.
—Estúpido Shinji —la voz de Asuka lo sacó de sus pensamientos— ¿Puedo pasar?
El muchacho secó sus lágrimas rápidamente y respondió que sí. La chica entró y se sentó en la cama examinando a su amigo, en verdad le dolía mucho verlo así, especialmente porque ella nunca lo había visto como un amigo nada más.
—Shinji, no tengo idea qué te está pasando. Solo sé que ese rubio narcisista tiene la culpa y lo detesto —dijo sin rodeos.
Shinji no respondió. Entendió que Asuka hablara de esa forma pues él nunca le contó su pasado con Kaworu y mucho menos, de esa promesa que habían hecho de niños. Esa promesa que lo más seguro era que Kaworu había olvidado para siempre.
Hundió su cabeza en la almohada, en verdad se sentía frustrado.
—Lo siento, Asuka. No quiero hablar de eso. Por favor, déjame en paz.
Enfadada ya, la chica lo jaló bruscamente de la camisa haciendo que al fin la mirara.
—¡¡¡Idiota!!! ¡¡¡Eso es lo que eres!!! ¿Qué hay con ese narcisista? ¿Por qué le ruegas tanto? ¡¡¡Dímelo!!!
Shinji seguía sin hablar y Asuka lo soltó, viéndolo caer cual muñeco de trapo.
—No cabe duda que eres tan estúpido que no te das cuenta —su voz empezaba a quebrarse—. Por estar tras él, te has olvidado de todo... de mí. Creí tener esperanza... te... quería... ¡Fue mi error!
Sin más, la chica abandonó la habitación dando un portazo y dejando a Shinji totalmente confundido con tan inesperada declaración.
Ahora se sentía peor que antes; hubiera preferido darse cuenta de los sentimientos de Asuka porque entonces así no se hubiera aferrado a la promesa que hizo con Kaworu.
¡Se hubiera ahorrado tantas lágrimas!
Se levantó enseguida y se lavó la cara para salir de su casa caminando sin rumbo fijo.
Sus pasos se detuvieron hasta la vieja playa. Allí se sentó en la arena y quedó observando las escasas olas.
—¿Así que todavía te gusta venir aquí?
Shinji volteó de inmediato al reconocer esa voz. Se trataba de Kaworu, quien estaba de pie al lado suyo, mirando melancólicamente el mar.
—¡Kaworu!
—¿Puedo sentarme?
Shinji no podía creer lo que escuchaba y solo asintió sin poder articular una sola palabra.
Un silencio incómodo surgió entre los dos.
—¿Recuerdas que aquí festejamos mi último cumpleaños?
¿A dónde quería llegar Kaworu esta vez con esa pregunta?
—Sí... —respondió Shinji al fin—. Tu padrastro te había preparado una fiesta y tú no quisiste estar ahí.
—No, porque yo solo quería estar contigo.
Shinji quedó perplejo al escuchar todo eso.
¿Qué caso tenía recordar aquellas cosas si al día siguiente en la escuela iba a ignorarlo por completo? El castaño se levantó con intenciones de irse pero fue detenido por Kaworu, que lo tomaba de la mano.
—Quédate, por favor, Shinji.
La expresión en el rostro de Kaworu era capaz de conmover hasta al más insensible. Shinji no podía hacerse por mucho tiempo el fuerte y lo sabía muy bien.
Volvió a sentarse.
—Nademos, Shinji.
—¿Q-qué?
—Sí, ven.
—Pero...
—Sin ropa o con ropa, no importa, ven.
Kaworu lo tomó de la mano de nuevo y corrieron hacia el agua empapándose el uniforme. Al rubio no parecía importarle para nada ese detalle.
—Mínimo nos hubiéramos quitado la ropa, ahora arriesgamos a un resfriado.
—Ah, ya veo —Kaworu lo miró de forma sugestiva— ¿Querías que te viera desnudo?
Ikari se sonrojó de golpe.
—¡Claro que no! Es solo... por cuestiones de salud.
Estuvieron jugando en el agua por un rato más; Kaworu sonreía como nunca y eso nuevamente revivía las esperanzas en Ikari. Ambos se volvían a convertir en aquellos niños que disfrutaban de su compañía uno del otro hasta el último momento.
Shinji salió rápidamente del agua corriendo y el otro trataba de alcanzarlo. Justo cuando Kaworu logró atrapar del brazo a Shinji, éste trastabilló cayendo sobre su propia espalda y en consecuencia, Kaworu sobre él.
—¿Estas bien? —Kaworu estaba alarmado al verlo quejarse un poco.
—Descuida. Es sólo que... —el castaño ya no pudo articular ni una sola palabra pues al ver directamente los ojos de Kaworu, quedó atrapado en ese rojo intenso que los caracterizaba y entonces sintió su corazón acelerarse.
Ikari se quedó embelesado pues Nagisa estaba a escasos centímetros de él, sintiendo la respiración ajena sobre su rostro. Kaworu lo miraba con ternura llevando una de sus manos hacia el flequillo húmedo de Shinji y recorriéndolo con suavidad, haciendo camino hasta acunarse en su mejilla.
—No has cambiado nada, Shinji. Tu piel sigue siendo tan suave, al igual que tu aroma.
Su rojo mirar seguía siendo tan cándido que Ikari tampoco le quitaba la mirada de encima mientras sentía entrecortada su respiración al ver como Nagisa se acercaba más y más a él, haciéndolo sonrojarse al instante y cerrando sus ojos casi por inercia.
¿Acaso quiere besarme?
Se preguntaba el castaño.
Sí. Yo también quiero besarlo.
Estaba nervioso y feliz a la vez, pues creía que Kaworu lo besaría. Pero tal fue su sorpresa al escuchar sollozar al rubio y antes de que pudiera decir algo, una lágrima del contrario cayó sobre su rostro.
Tristes. Ahora esos ojos tan bonitos lucían tristes y ya no había rastro de candidez en ellos, solo reflejaban amargura.
—Lo siento —habló Kaworu al fin—. Yo... no puedo corresponderte. Lo lamento, pero... no puedo corresponder a tus sentimientos.
Se enderezó enseguida y secó sus lágrimas, dispuesto a abandonar el lugar.
Shinji sintió unas inmensas ganas de golpearlo. Sin embargo, su mente acató otra idea posible.
—¡Mientes! ¡Estás mintiendo, Kaworu!
—¡No! Yo...--
Se abalanzó sobre él sin disimular su rabia. Con eso, hizo que Kaworu quedara debajo suyo esta vez, acorralándolo con su propio peso.
—Claro que sí lo haces ¡¡¡Mírame!!! ¡¡¡Mírame a los ojos!!!! ¡¡¡MÍRAME!!!
Kaworu se mostraba impasible ante la desesperación ajena.
—Déjame en paz... —réspondio en hilo de voz.
Ante eso Kaworu forcejeó para quitarse a Shinji de encima. Sin embargo, tanto jaloneo dejó al descubierto eso que ocultaba bajo las mangas de aquel suéter que nunca se sacaba.
Las muñecas del rubio hasta su antebrazo completamente vendados. Al ver eso, Shinji salió de encima por su cuenta quedando anonadado y mirando a Kaworu completamente avergonzado mientras trataba de cubrir sus brazos nuevamente.
—¡Vete! —una vez más, esos ojos rojos se llenaban de gruesas lágrimas—. No soy digno de tu amor, Shinji. ¡Entiéndelo de una vez!
—¿Por qué dices eso? ¡Yo sé que estás mintiendo! ¡Dime qué es lo que te pasa! Por favor, si realmente es tan grave como aseguras, te prometo nunca más volver a insistir.
Al escuchar eso último, Kaworu palideció. Pero tampoco era justo para Shinji soportar su actitud indiferente y fría, sobre todo si rato antes había intentado besarlo.
El rubio se sacó al fin el suéter para después quitar las vendas que cubrían sus delgados brazos.
Los vendajes iban cayendo poco a poco descubriendo su pálida piel ante la mirada de Shinji. Mirara lo que mirara, eran heridas ocasionadas con algún objeto punzo cortante. Algunas eran ya cicatrices mientras que otras parecían hechas días recientes; tenía varias puntadas que sus brazos parecían ya un trapo remendado en varias ocasiones.
Shinji no pudo decir nada. No sabía qué decir ante eso que sus ojos acababan de ver. Kaworu rápidamente volvía a acomodarse las vendas y a ponerse el suéter otra vez sin importarle que estuviera mojado.
—Yo... —volvió a decir el rubio con voz entrecortada—. Yo jamás olvidé la promesa que nos hicimos hace diez años. Eso siempre me mantenía con muchas ganas de vivir. Te lo juro.
—¿Y entonces qué pasó?
—Mi verdadero infierno inició el año pasado cuando entré a preparatoria. Ciertos compañeros eran crueles conmigo, me odiaban y nunca supe por qué hasta que una vez me acorralaron en uno de los pasillos cuando las clases habían finalizado y...--
El chico se llevó ambas manos a la cara para seguir llorando con amargura, dándole a entender a Shinji el horrible final de esa historia. Ahora entendía también las razones por las que Kaworu se había distanciado de él hace ya casi un año.
—A mis padres ese asunto les dio igual. Mi única forma de desahogar mi rabia era esto —confesó, haciendo referencia a los cortes en sus brazos—. Shinji, me he portado horrible contigo pero no tiene caso que sigas acumulando esperanzas y amor en un despojo humano como yo. No valgo nada, ni mucho menos para ti. Por favor, Shinji, vete y busca tu felicidad en alguien más, en alguien que si valga la pena.
Nagisa ya no pudo decir más al sentir a Ikari abrazándolo con fuerza, acunándolo en su pecho y sollozando al fin. Esa era la respuesta que le daba a su confesión.
Kaworu no podía creer tal reacción.
Tan noble... tan puro.
Tímidamente se aferró al delgado cuerpo ajeno disfrutando de su dulce abrazo; ese abrazo que estaba demostrándole que no iba a abandonarlo.
—Te amo —susurraba Shinji al fin—. Aunque haya pasado lo que pasó, esto que siento por ti jamás va a cambiar, ¿te quedó claro?
—Shinji...
—Sé que tal vez tú piensas que yo actúo así por capricho o por la necedad de cumplir aquella promesa que hicimos, pero nunca ha sido así. Todo este tiempo lejos de ti, me sirvió para definir mis sentimientos. Ahora estoy totalmente seguro de ellos... ahora con mayor razón. El destino de los que se aman, ¿lo recuerdas, Kaworu?
Kaworu no pudo decir nada más. Solo se aferró más al otro chico, sin dejar de sollozar, sacando todo ese dolor acumulado durante tanto tiempo. Shinji también hizo lo mismo, pero sabía que los días siguientes se dedicarían a sonreír. Cerró sus ojos para disfrutar más de la cercanía y del contacto con Nagisa.
Permanecieron así durante varios minutos.
—Shinji —dijo el rubio ya más calmado, sintiendo cómo Shinji no dejaba de acariciar sus dorados cabellos—, creo que en verdad fue mala idea meterse al agua con ropa.
Shinji soltó una pequeña risita.
—Lo hecho, hecho está. Por cierto... feliz cumpleaños, Kaworu —fueron las dulces palabras del castaño, seguido de un tierno beso en los labios que Kaworu no dudó en corresponder—. Ya no te sentirás solo porque ahora me tienes a mí.
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Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, cierta alemana pelirroja caminaba furiosa; estaba totalmente dolida al recordar cómo Shinji ni siquiera se disculpó con ella por no corresponder a sus sentimientos.
—¡Todo es culpa de ese maldito rubio narcisista! ¡Él eliminó cualquier esperanza de que el tonto de Shinji se fijara en mí!
Sacó su celular y con desesperación marcó un número.
—Guten Tag! ¿Señor Ikari?
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Pasó una semana y Shinji ya no volvía a la escuela, cosa que tenía muy preocupado a Kaworu, ya que le marcaba al celular y el chico jamás contestaba.
—Por más que lo intentes, el estúpido de Shinji no te va a contestar —era Asuka, quien estaba ahí de pie frente a Kaworu con los brazos cruzados.
—¿Tú sabes el motivo? —pregunto él.
—Sí, y debo decir que es mi culpa —el rubio abrió los ojos sorprendido pero siguió escuchando los motivos de la pelirroja—. ¡Estaba demasiado dolida y celosa! ¡Tú llegaste acaparando su atención y se olvidó por completo de mí! Sin embargo, lo que menos quería era arruinarle la vida. Yo no sabía que ustedes ya tenían una historia juntos desde antes ¡Nunca me lo dijo el muy idiota! Quiero enmendar mi error por el amor que le tengo. Sé que no todo está perdido.
Asuka ya no pudo continuar debido al llanto, Kaworu por su parte posó suavemente sus manos en los hombros de ésta.
—Tienes razón —respondió—. No todo está perdido y esa fue una de las principales cosas que Shinji me mostró a mi regreso. Llegó el momento al fin de cumplir mi promesa. Adiós y muchas gracias, Asuka.
Mientras tanto, en su habitación Shinji lloraba a todas horas. Su padre le había encerrado con llave quitándole además su teléfono celular.
— ¡Maldita sea! Justo cuando al fin había arreglado las cosas con Kaworu.
—¡Shinji! —esa voz conocida dando ligeros golpecitos en la ventana; el castaño no se equivocó.
El rubio estaba tratando de abrir la ventana con unas herramientas que llevaba consigo; afortunadamente lo logró.
Lo primero que hizo fue abrazar a Ikari, quien no dejaba de llorar.
—Mi padre se enteró y me enviará al colegio militar.
Kaworu lo tomó del mentón y se dedicó a limpiar sus lagrimas con delicadeza. No se atrevió a decirle que Gendo se había enterado de todo gracias a Asuka.
—Shinji, tú me diste el mejor regalo de todos hace días y fue la esperanza. La esperanza de volver a sentirme amado porque el destino de los que se aman es juntarse, no importa lo lejos que estén uno del otro, siempre se encontrarán. ¡No voy a permitir que te aparten de mi lado!
Dicho esto posó sus labios sobre los de Shinji besándolo pasionalmente. Era un beso de amantes, un beso en el cual Kaworu daba el primer paso para cumplir con la promesa de hace diez años.
Nos volveremos a ver, Shinji y te demostraré cuánto te quiero.
Días después, Asuka recibía un mensaje de Shinji enviado desde el número de Nagisa, en donde le agradecía mucho por haberles ayudado a escapar de Gendo Ikari y también por darles hospedaje en la casa que ella ya nunca visitaba con su padre, pero que pertenecía a su difunta madre Kyoko Zeppelin Soryu.
Para el 13 de septiembre del siguiente año, los chicos recibieron un pequeño presente de la pelirroja. Ya no solo se trataba del cumpleaños de Kaworu sino que además, en esa fecha ambos chicos habían arreglado su situación amorosa.
También los días siguientes daban paso a un año de que aquella promesa de niños se convertía en una hermosa realidad para ambos jóvenes, pues el destino no desistió y los unió una vez más.
Fin.
* Ilustraciones realizadas por Rowan Scribbles y Nicky Banner.
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