Inmarcesible

Por: Tabris-XX

Sipnosis: Las cosas muchas veces no son lo que parecen y tomar decisiones precipitadas pueden desembocar en cuestiones que podrían tornarse irreparables. Kaworu Nagisa tuvo que aprender lecciones muy valiosas un tanto por las malas que le enseñarían que el tiempo se encarga de poner a cada quien en su lugar y si tiene que ser, será.

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Todo lo que siempre había soñado era conquistar el amor de aquel chico castaño que se decía su mejor amigo. Desde que Kaworu Nagisa conoció a Shinji Ikari, cuando ambos eran unos niños, floreció en él un sentimiento muy especial que lo llevó a querer ganarse un lugar importante en el corazón del otro, y si bien lo había conseguido, no era el lugar que en verdad ambicionaba.

Kaworu amaba a Shinji. Sin embargo, no lo hacía del modo en que se ama a un amigo o a un hermano; sus sentimientos tenían matices románticos pero él recién al llegar a la adolescencia fue capaz de entenderlo mejor. A partir de ahí, aceptó lo que sentía sin cuestionarse ya absolutamente nada y creyó que quizás algún día, lograría hacer sus temores a un lado y declararse al joven Ikari.

Uno de los recuerdos tangibles más gratos y bonitos que Kaworu conservaba de su infancia junto con Shinji, era una fotografía que Yui Ikari -madre de su amigo- le obsequió. La mujer capturó con su cámara esa instantánea cuando los chicos regresaban de la escuela, los pudo retratar sin que ellos se percataran, pues al parecer iban muy enfrascados en su conversación mientras caminaban juntos compartiendo un paraguas que era sostenido por el rubio.

Fue aquella tarde que el pequeño Nagisa se dio cuenta de lo mucho que le agradaba la cercanía de su amigo y entonces, los días de lluvia se convirtieron en sus favoritos, ya que allí tenía una excusa perfecta para poder acercarse más a Shinji o incluso, abrazarlo cuando caminaban juntos.

Kaworu conservó esa fotografía todos esos años; de hecho, la consideraba el mayor de sus tesoros personales y la tenía siempre a su vista. Por alguna razón, observarla le infundía cierta esperanza y a veces pasaba horas sonriendo e idealizando una vida en el futuro con el castaño, se decía a sí mismo que si llegaran vivir juntos, sin dudas pondría esa foto en su sala, en un sitio privilegiado.

Pero ahora, todo eso le parecía tan lejano e imposible. Tanto Kaworu como Shinji crecieron y si bien siguieron siendo los mejores amigos todo ese tiempo hasta que finalizaron la preparatoria, las cosas comenzaron a cambiar bastante cuando tuvieron que separarse, ya que eligieron carreras diferentes.

Shinji optó por una carrera relacionada con la gastronomía, en tanto Kaworu eligió la carrera de música. Si bien coincidían ocasionalmente en el campus y hablaban un rato, el distanciamiento se comenzó a dar de manera paulatina hasta que el contacto personal se redujo drásticamente a saludarse de vez en cuando por mensajes de texto o través de sus perfiles en redes sociales.

Sin embargo, Nagisa estaba muy al tanto de las actividades en línea de Ikari. Cuando el castaño subía algún contenido a su perfil, el otro era casi siempre el primero en ponerle un corazón o comentar sus publicaciones. Pero aún así, no hablaban más allá de eso.

Nadie sabía que aquel hecho empezó a afectar terriblemente al rubio. Era tanta la añoranza que sentía de Shinji y la rabia que le generaba el hecho de ya no poderlo ver como deseaba, que no supo cómo canalizar sus emociones. Comenzó a fumar compulsivamente y a desvelarse mientras componía las más tristes y hermosas melodías, inspirado en las obras de clásicos compositores que tanto admiraba. Era para él una manera eficaz de dejar salir toda aquella amargura que lo consumía por dentro. Hasta que un día ya no fue suficiente.

—Ngh...Shinji...ahhh...

Respiraba agitado y gemía aquel nombre mientras desnudo y tendido en su cama, veía las fotos del castaño en la pantalla de su celular y se autosatisfacía. Sentía su cuerpo caliente y en su mente visualizaba con claridad una sucesión de lascivas escenas en las que él y Shinji eran los protagonistas de un erótico encuentro carnal. Sí, Kaworu lo deseaba sexualmente y no pasaba noche sin que repitiera aquello, cada uno de sus intensos orgasmos estaban dedicados a Shinji Ikari.

Cuando todo aquello cesaba, un terrible sentimiento de culpa invadía al rubio y en ocasiones, terminaba llorando hasta quedar dormido. Por alguna razón, se sentía sucio e indigno al hacer ese tipo de cosas y al mismo tiempo, saber que lo disfrutaba mucho. Era una lucha bastante dura la que el joven Nagisa libraba consigo mismo.

Esa situación empeoró para Kaworu el día que Shinji Ikari hizo público un estado en el que revelaba a sus contactos que dejó de estar soltero y pasó a estar en una relación sentimental con una atractiva joven pelirroja de nombre Asuka Langley Soryu.

El rubio quedó como en un estado de shock momentáneo, tardando varios minutos en asimilar lo que había visto y en poder reaccionar. Cerró su laptop con violencia y encendió un cigarrillo mientras caminaba en su habitación de un lugar a otro, sin saber qué hacer. Los celos y la rabia estrujaban su corazón y las lágrimas se volvieron inevitables. Shinji tenía ahora una novia y definitivamente se había olvidado de él. Todas sus esperanzas se esfumaron por completo.

Volteó a ver hacia un lado y sus ojos dieron con la fotografía que tanto amaba, la había puesto en un bonito portarretratos de marco morado, color que sabía era el favorito de Shinji. Por primera vez en todos esos años sintió que detestaba aquella foto y no quería verla, deseaba romperla en mil pedazos y arrojarla a la basura.

Fue hasta su mesita de noche y tomó el portarretratos para segundos después terminar estampándolo contra una pared con todas sus fuerzas. Obviamente, el marco quedó roto y el vidrio se hizo añicos en el piso.

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Cuando despertó y sus ojos consiguieron enfocar poco a poco, se dio cuenta de que aquel lugar no le era nada familiar pero el olor característico a medicamentos en el ambiente le daba una pista. Se vio a sí mismo en la cama de un hospital, estaba siendo hidratado con suero a través de una vía intravenosa. Cuando levantó un poco los brazos pudo ver sus muñecas vendadas y tuvo vergüenza de sí mismo al entender lo que había tratado de hacer.

—¡Por fin despertaste! -la alegre voz de una joven que acababa de ingresar a la habitación lo sacó de su ensimismamiento- ¿Cómo te sientes?

—Sakura... -murmuró sin poder responder a la pregunta de su interlocutora, ni él sabía a ciencia cierta cómo se sentía en ese momento-

—Avisaré al médico que despertaste. Lo más probable es que te den de alta hoy por la tarde pero eso sí, ni creas que dejaré que te marches a tu departamento -advirtió la chica- Hablaré a Touji para que pase por aquí y te llevaremos a nuestra casa.

La muchacha de larga cabellera castaña se retiró de nueva cuenta y Nagisa lanzó un suspiro. Recordó cuando tomó un pedazo de vidrio roto y sin medir las consecuencias de sus actos, se realizó cortes en las muñecas. Lo único que deseaba en ese momento era morir y dejar de sentir aquel dolor tan horrible que parecía aplastaba su alma, quería dejar de pensar en Shinji Ikari y deshacerse de sus sentimientos para siempre.

—Fue una cobardía de mi parte -musitó con rabia; no por el hecho de haber intentado terminar con su vida sino por nunca haber tenido el valor necesario para hacer frente a la situación-

Al ver cómo su sangre brotaba con rapidez de las heridas y manchaba el piso de su habitación, fue que recobró su estado de consciencia y comenzó a desesperar. Se vio invadido por el pánico y la angustia, y solo atinó a tomar su celular y marcar al último número que tenía en su registro de llamadas para pedir ayuda.

Una bonita y alegre chica llamada Sakura Suzuhara, a quien Kaworu daba clases particulares de piano, actuó con rapidez para auxiliarlo. Por fortuna, Nagisa fue trasladado justo a tiempo al hospital y lograron estabilizarlo a pesar de haber perdido una considerable cantidad de sangre.

Cuando Kaworu despertó, ya pasaron dos días del acontecimiento que pudo haber sido nefasto. Como Sakura sabía que Kaworu no tenía familiares en la ciudad, así que ella y Touji, su hermano mayor, se hicieron responsables de velar por el rubio ya que lo apreciaban bastante.

Touji Suzuhara -al igual que Shinji- había sido compañero de Kaworu en la escuela y en ocasiones seguían coincidiendo en el campus universitario. El joven sabía que Nagisa impartía clases de piano a su hermana, quien desarrolló un inusitado interés por la música, luego de haberlo conocido en un bar donde el rubio solía tocar para ganar un dinero extra.

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Pese a haberse negado, insistiendo con que ya se encontraba mejor, los hermanos Suzuhara se llevaron a Kaworu a su casa en calidad de huésped para poder atenderlo mejor durante algunos días. Lo acomodaron en una habitación destinada a invitados y se encargaron de que estuviera bien.

Ninguno de ellos había mencionado hasta entonces lo que Nagisa había hecho ni lo que lo orilló a tomar tan drástica determinación. Los médicos habían sugerido a los hermanos que pidieran a su amigo ir a consultar con un especialista en salud mental y estaban esperando el momento más oportuno para conversar sobre el tema.

Sin embargo, Kaworu optó por dar el primer paso y decidió hablar con Touji en cuanto este se metió a la habitación trayéndole algo para comer. El rubio permaneció sentado en la cama con la mirada al suelo, se sentía demasiado apenado por todo pero no quería dar más largas al asunto.

—Touji, lamento mucho todas las molestias que les estoy ocasionando -empezó diciendo- Sé que lo que hice fue una tremenda tontería y no quería que se vieran involucrados.

—No te preocupes por eso. Hiciste bien en llamar a Sakura, por suerte ya estás bien. Es lo que verdaderamente importa.

—Lo siento -murmuró, no se atrevía a levantar los ojos hacia el otro muchacho-

—No sé qué problema estés teniendo pero somos tus amigos y estamos para ayudarte, Nagisa. Si quieres hablarlo, puedes contar con nosotros -aseguró el otro y le dio una pequeña palmada en el hombro derecho para infundirle ánimos- O quizás prefieras acudir con un profesional.

—Gracias. Prometo que lo tomaré en cuenta.

—Bien. Por favor, come algo y descansa. Si quieres alguna cosa, estaré en la sala -dijo Touji y dio media vuelta con intenciones de abandonar el recinto pero antes que se marchara, Kaworu lo llamó-

—Touji...

—¿Sí? -volteó a verlo nuevamente y notó que por fin el otro levantó los ojos hacia él-

—¿Has visto a Shinji últimamente?

—Mmm...la última vez fue hace como dos semanas. Coincidimos en una salida en el bar Nerv. Hablamos un poco y al parecer se ha vuelto habitué de ese lugar.

—¿En verdad? ¡Qué extraño! Shinji no era de frecuentar bares hasta donde yo sabía.

—Bueno, es que su novia es cantante y suele realizar presentaciones en ese bar.

—¿La tal Asuka?

—Sí, esa misma, ¿la conoces?

—No.

—No te pierdes de nada en realidad. Admito que es muy hermosa pero así también es una presumida de aquellas -el joven Suzuhara rodó los ojos e hizo una mueca de disgusto al referirse a aquella chica- Como está ganando cierta notoriedad como cantante, ya se cree una gran estrella.

—¿Ellos se llevan bien? -preguntó Kaworu, en verdad le producía mucha curiosidad saber sobre la persona que ahora ocupaba el corazón de Shinji-

—Supongo que sí, por eso están juntos -el otro se encogió de hombros-

—Ya veo.

Touji pudo notar una expresión triste en el semblante de Kaworu. Al parecer, lo que hablaron lo dejó afectado de cierta manera. Tuvo ganas de preguntarle más cosas pero prefirió ser prudente y no ahondar en detalles que probablemente el otro deseaba mantener en reserva.

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Mientras tanto, Sakura Suzuhara se había dirigido a aquel conocido local nocturno llamado Bar Nerv. Necesitaba resolver algo con suma urgencia con una persona y no quería esperar un día más para ello. Cuando llegó al sitio, pudo ver a un joven que barría el frente, el mismo creyó que la chica deseaba ingresar al establecimiento.

—Disculpe, señorita. Aún no abrimos -comentó con amabilidad- Atendemos a partir de las 21 horas.

—Me dijeron que aquí podría encontrar a la cantante Asuka Langley Soryu. Está teniendo presentaciones en este bar todos los días durante esta semana, ¿cierto?

—Así es.

—¿Cree que pueda hablar con ella? Se trata de algo urgente.

—Mmm...no creo desee ser molestada en este momento que se encuentra realizando pruebas de sonido -replicó el empleado con notable nerviosismo- Pero si quiere contratarla para algún evento, le recomiendo que venga por las mañanas y trate ese tema personalmente con su representante.

—¿Representante? ¡Vaya! No sabía que ya tenía un representante.

—Sí. Quien la representa es su novio y dueño de este local.

—¿Shinji es el dueño de este bar?

—No, no. El dueño es el señor Ryoji Kaji pero él solo atiende en horario de oficina.

Sakura quedó pálida al enterarse de aquello, no le costó mucho atar los cabos y darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

—Así que Ryoji Kaji, ¿eh? -dijo por lo bajo- De acuerdo, volveré en otro momento.

La chica regresó a su domicilio bastante consternada, sin proponérselo había descubierto algo ciertamente turbio. Sakura apreciaba mucho a Kaworu y quería ayudarlo, de hecho, él le gustaba y se le había declarado hacía unos meses atrás. Sin embargo, el rubio fue muy sincero con ella y le aclaró que no podía corresponder a sus sentimientos amorosos.

Sakura lo entendió y quedaron como buenos amigos. Tiempo después, Kaworu le tuvo la suficiente confianza como para contarle a su amiga sobre Shinji y desde entonces, ella quiso hacer algo para unirlos. Aunque sus intentos fracasaron una y otra vez pero en vista a las circunstancias, ya no pensaba quedarse con los brazos cruzados.

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Una semana después de haber salido del hospital, Kaworu se había restablecido por completo, por lo que estaba dispuesto a reanudar sus actividades y volver a su departamento. Todavía llevaba aquellos vendajes en sus muñecas y no podía evitar sentir una gran vergüenza al rememorar lo que había hecho.

El último día que estuvo en casa de los Suzuhara, Sakura decidió poner a Nagisa al tanto de todas las cosas que estuvo haciendo y averiguando esos días y también darle una sorpresa, aunque sabía que lo más probable era que el rubio terminara molestándose con ella.

—Me tomé el atrevimiento de ir a tu departamento a limpiar y ordenar un poco para que te sientas cómodo una vez que vuelvas a instalarte ahí.

—No debiste molestarte, Sakura.

—Sé que no has querido hablar del tema pero estando ahí, me quedó muy claro lo que sucedió -confesó la chica poniendo especial atención a las expresiones en el rostro ajeno- La desesperación de creer que lo habías perdido para siempre te llevó a eso. No creas que te estoy juzgando, pero si morías, ¿cómo crees que él se hubiera sentido?

Kaworu tragó saliva y sintió un nudo en la garganta. Ella lo había descubierto todo y no tenía manera de negarlo ya; sin darse cuenta de sus ojos empezaron a caer unas gruesas lágrimas.

—Lo más probable es que ni siquiera se hubiera enterado -musitó el rubio con la voz casi quebrada- Shinji ya me sacó de su vida y ni siquiera se acuerda de mi existencia. No habría diferencia alguna, es más, quizás ni le hubiera importado.

—¿Tan seguro estás de eso?

—Totalmente -aseveró- Pero está bien, me alegra saber que logró ser feliz con alguien que ama.

—Eres muy malo mintiendo, ¿lo sabías?

—No estoy mintiendo, Sakura. Amé a Shinji Ikari desde el día que lo conocí, lo sigo amando aún hoy y todo lo que siempre he deseado es su felicidad. Aún si no soy yo quien pueda brindársela.

—Y sin embargo, nunca te atreviste a confesarle tu amor.

—Porque soy un cobarde.

—¡Entonces es hora de que dejes de serlo y que vayas por él ahora mismo!

—¿Eh? -Kaworu no era capaz de procesar con rapidez lo que su amiga le estaba diciendo-

—Él te está esperando en la playa, en el mismo lugar donde solían ir cuando eran niños.

—¿Cómo es que sabes eso?

—Shinji me lo dijo. Eligió ese sitio y te está esperando ahí.

—¿¡Hablaste con él!?

—¡Deja de hacer preguntas y vete de una vez!

Kaworu salió corriendo de la casa de sus amigos y ni siquiera notó que Touji estaba en la sala viendo televisión. Pasó tan rápido dejando al otro todo desconcertado, sin entender nada de lo que ocurría. Cuando vio a Sakura bajando las escaleras, quiso preguntarle qué había ocurrido pero ella se le adelantó.

—No te preocupes -dijo la muchacha a su hermano mayor- Él estará bien.

—¿En verdad lo crees?

—Por supuesto.

—¿Puedo saber qué fue lo que le dijiste para que se pusiera así y se fuera como alma que lleva el diablo? -Touji seguía ciertamente muy confundido-

—Le dije que vaya al encuentro del amor de su vida y que la próxima vez, piense un poco mejor antes de tomar medidas tan radicales. Las cosas no siempre son lo que parecen.

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Ni él mismo supo como fue que pudo correr tanto y tan rápido. Al cabo de unos 20 minutos, Kaworu se encontraba en aquella playa que lucía exactamente igual como la recordaba, a pesar de que pasó mucho tiempo desde la última vez que estuvo ahí.

Se llenó de nostalgia al recordar aquellos felices atardeceres de su niñez, en los que se sentía inmensamente contento en compañía del chico que robó su corazón, ese a quien tanto echaba de menos.

—¡Kaworu!

Levantó la mirada hacia al frente y su ser entero experimentó un regocijo indescriptible, sintió como si su alma fue devuelta a su cuerpo y todas sus piezas rotas volvían a fragmentarse en una sola. Su conmoción fue tal que se puso a llorar y a sonreír al mismo tiempo. Después de tanto, finalmente lo volvía a tener frente a él.

Corrió al encuentro de su querido Shinji Ikari y sin mediar palabras, lo sostuvo con fuerza y lo levantó, comenzando a girar con él. Claro que se ganó unas reprimendas por parte del castaño, quien pedía que lo bajara ya que se estaba mareando de tanto dar vueltas.

Ambos quedaron de pie en la arena, viéndose frente a frente y con una inocultable sonrisa que denotaba cuan emocionados se sentían con el reencuentro.

—Pensé que no ibas a venir -inquirió Shinji y luego tomó las manos ajenas fijando la mirada en esas muñecas vendadas-

—Supongo que ya lo sabes todo, ¿no?

—Sí, pero no te molestes con Sakura. Ella no lo hizo con malas intenciones.

—Lo sé. Hizo lo que yo debía haber hecho hace tiempo.

—No, Kaworu. Ella hizo lo que ambos debíamos haber hecho hace tiempo.

—¿Ambos?

Ikari asintió con la cabeza y lo miró fijamente.

—Pensé que te habías olvidado de mí y que por eso dejaste de buscarme y de hablarme. ¡Te extrañaba tanto pero no sabía cómo debía acercarme a ti! -confesó el castaño- A pesar de que fuimos los mejores amigos en la escuela, sentí que algo cambió luego entre nosotros.

—Sí, cambió. ¡Claro que cambió! Hace mucho dejé de verte como a un amigo y me enamoré de ti.

—¿Quieres decir que...--?

—¡Te amo, Shinji! -finalmente pudo pronunciar aquellas palabras que durante años las tuvo guardadas, se sintió libre como nunca en su vida-

—Entonces promete que nunca volveremos a apartarnos el uno del otro.

—Lo prometo.

—También te amo, Kaworu -replicó Shinji y con total determinación, tomó al rubio del rostro hasta que sus labios se unieron en un cálido beso largamente anhelado por los dos-

Una vez más, la playa y la puesta del sol eran testigos de un amor verdadero que el ni tiempo, ni la distancia ni los problemas lograron marchitar. Aquel era un nuevo inicio para los dos.

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Días después, la flamante pareja de enamorados paseaba por la ciudad y no les importaba en lo absoluto que los vieran caminando abrazados por las calles. Ellos estaban en su propio mundo y disfrutando de su noviazgo sin molestar a nadie.

—Hace tiempo no veía al estúpido Shinji tan feliz y sonriente -comentó Asuka con un tono de burla- Creo que se ha vuelto el doble de estúpido.

—¡Déjalo! ¿No ves que están enamorados? -replicó Sakura, quien la acompañaba en ese momento, por alguna razón se habían vuelto bastante cercanas luego de una seria plática que mantuvieron antes de echar andar el plan para juntar a los otros dos-

—No me mal entiendas -sentenció la pelirroja- Claro que estoy contenta por Shinji. Era insoportable cuando se la pasaba chillando por el narcisista ese y ahora míralo, está que se derrite por completo.

—¿Entonces nunca fuiste su novia?

—¿Yo? ¿Novia de ese tonto? ¡Claro que no, niña! -explicó Asuka con una falsa indignación-

—Pero pusieron que tenían una relación.

—¡No creas todo lo que ves en internet! Solo le pedí a Shinji que pusiéramos eso porque quise darle celos a mi novio, ya que estábamos peleados en ese momento.

—¿Así que era eso?

—Sí. Bueno, debo irme ya -dijo la pelirroja, quien esa noche tenía que dar un concierto- ¡Ah! Mira, te regalo estas cuatro entradas para mi próxima presentación en el bar -refirió Asuka y quitó unos boletos de su bolsillo- Dale un par a esos tontos cuando puedas. ¡Más vale que todos asistan porque será el lanzamiento de mi primer álbum musical!

—¡Muchas gracias, Asuka! Ahí estaremos sin falta.

Sakura quedó viendo los boletos que Asuka le obsequió y llamó su atención el nombre que que la pelirroja le puso a su álbum debut.

"Inmarcesible" -una sonrisa se dibujó en sus labios- Justo como el amor de esos chicos.

Fin.

* Ilustraciones realizadas por Kokoro No Tenshi y Luro Hersal.

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