Complementados

Por: CharlotMAD

Sipnosis: Kaworu Nagisa era un chico de 15 años muy desconfiado, que se aislaba de todo el mundo. Al siempre estar rodeado de compañeros fastidiosos, jamás dejó entrar a nadie en su vida, hasta que la luz dio hacia alguien que siempre había estado en las sombras. Alguien Igual de solitario que él.

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Despertó cansado como siempre, y preparó sus cosas para ir a clases. Aunque no le gustaba ir, era mejor que quedarse en casa encerrado no haciendo nada.

Se vistió con su lindo y clásico traje de marinero de color azul, que siempre había usado desde niño y se fue a la escuela.

Cuando iba llegando a la entrada principal, se quitó los audífonos, y de pronto sintió un gran choque contra él.

—Oh, discúlpame, Kaworu... —Dijo un tranquilo chico de su clase. Siempre que cruzaba palabras con Shinji Ikari era lo mismo, él se disculpaba y nada más. Ni siquiera alcanzó a responderle esa vez, pues se fue muy rápido.

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En medio de la clase, Kaworu se distrajo un momento y cuando vio hacia la ventana, sin querer se topó con la tímida e inquieta mirada de Ikari, pero rápidamente el chico se compuso y evitó todo contacto visual. ¿Acaso lo estaba mirando desde antes? Rio por lo bajo y el intenso sonrojo que toda esa situación provocó en el castaño le endulzó un poco esa pesada mañana.

La verdad es que Shinji Ikari y Rei Ayanami eran las únicas personas que le caían en gracia en toda la escuela. Y aunque se podía sentir más identificado en cuanto a personalidad a Ayanami, Ikari le enternecía y hasta lo hacía reír a lo lejos en ocasiones. En otras circunstancias probablemente hubieran podido ser amigos. Pero debido a su actutid era poco probable que alguien quisiera tenerlo cerca. Sobretodo alguien tan tímido y retraído como ese chico. Era una pena.

Al sonar el timbre para el almuerzo, Kaworu tomó todas sus cosas y se dirigió a las escaleras para comer solo como siempre.

—Adiós, princesita... —dijo Suzuhara en voz baja.

Kaworu ya estaba más o menos acostumbrado a todas esas muestras de estupidez por parte del bruto de Touji. Desde que llegó a los 11 años había sido así. Aunque también, cada vez era más complicado y fastidioso para él asistir a clases. Le desagradaban mucho casi todos sus compañeros, las clases eran tan sencillas y burdas que no le parecían interesantes y las autoridades eran completamente inútiles.

Kaworu se fue a almorzar con toda la cabeza revuelta en pensamientos pesimistas. Aun cuando trataba de convencerse a sí mismo de que ya no le dolía nada de lo que dijeran los demás, ahí aparecía nuevamente ese punzante y molesto dolor.

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Mientras tanto, en la sala de clases sólo quedaban esos problemáticos muchachos, dispuestos a irse, pero la maestra Misato los interrumpió.

—Touji, ¿Puedes venir un momento por favor?

El chico moreno miró a su amigo, confuso, y se dirigió hacia su profesora.

—¿Sí, maestra?

Misato suspiró y se talló las cienes. Siempre intentaba comprender a los jóvenes y su actitud tan inconsciente pero a veces iban demasiado lejos.

—¿Por qué sigues molestando a Shinji?

—¿De qué habla, maestra? —se hizo el inocente.

—Hablo de que su madre por cuarta vez en el año, ha venido a reclamarme por la actitud que tienes hacia él. Porque no le tienes respeto, porque lo insultas, porque pase lo que pase te metes con él...

—Maestra... Yo soy un hombre de honor... no puedo simplemente respetar a quien no se lo ha ganado. Además, ¿En serio son bromas tan crueles?

—Le has dicho marica, y te has reído de él frente a varias personas.

—¿Tengo yo la culpa de que nunca aprendiera a defenderse?

—Muy bien. Como veo que no comprendes un mínimo de la situación, me temo que me veo obligada a charlar con el director para que tu estancia en esta escuela sea a partir de hoy, condicional.

El chico quedó totalmente impresionado, y optó por salir del aula sin decir otra palabra.

—¡Maldita sea! ¿Qué harás? —preguntó Kensuke, muy serio.

—Ese imbécil me las va a pagar...

—¿En serio piensas que eso resolverá las cosas? Eso sólo te hundirá aún más...

—No si nadie se entera... Hoy podemos ir a la parte trasera de la escuela.

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Kaworu, hastiado después de todo un día escolar, se dispuso a salir rápidamente por la puerta principal, pero de un momento a otro cayó en cuenta de que olvidó un cuaderno en su casillero. Dio un suspiro de resignación y se volteó nuevamente hacia el pasillo.

Todo hubiera trascurrido como en cualquier otro día normal, de no ser por lo que estaba a punto de presenciar.

Por una ventana que daba al patio trasero de la escuela, pudo ver que Suzuhara y Aida estaban rodeando a Shinji Ikari. No era muy visible, pues estaban algo lejos, pero se notaba que el primero estaba casi encima de él, y el otro estaba con esa estúpida cámara que llevaba siempre.

-—¡Ya déjame en paz...! —dijo Shinji al sentir como lo alzaban desde el cuello de la camisa- Nunca te hecho nada malo... —desvió la mirada, a punto de llorar. Sabía que una actitud agresiva no ayudaría en nada.

—Mira, Ikari... Si me van a expulsar por tu culpa, al menos haré que sea por una buena razón —preparó su puño mientras Kensuke reía tontamente.

Kaworu se quedó paralizado. No supo cómo reaccionar exactamente. Aunque sabía que ese tipo era un estúpido, no podía creer que realmente fuera a golpear a un chico tan indefenso e inocente como Shinji.

Antes de que Kaworu pudiera caminar unos pasos para ver mejor lo que pasaba, Touji golpeó a Shinji y este cayó al suelo de inmediato.

Kaworu sintió una opresión muy grande en su pecho. Cada paso rápido que daba en dirección al patio era una peor tortura para su corazón. Y cuando vio que aquel imbécil quería levantar al pobre chico de nuevo, no se reprimió para correr con todas sus fuerzas hasta llegar de una vez a confrontarlo.

—¡¿Qué haces, estúpido?! ¡¡Suéltalo..!! —vio como Kensuke apuntó la cámara hacia él, pero no le importó.

Touji parecía incrédulo y tardó en responderle.

—¿Disculpa? —hizo una mueca burlona y miró a su amigo— ¿Qué diablos haces tú aquí? —soltó el cuello de la camisa de Shinji y lo dejó nuevamente en el suelo. El chico no estaba malherido, pero sí muy asustado.

Kaworu se dirigió hasta Suzuhara y lo golpeó directamente en el rostro, tal como él lo hizo con Shinji.

Se incorporó casi de inmediato a pesar del golpe tan inesperado, y le cerró el paso a Kaworu, quien trató de dirigirse hacia Shinji.

—¡Diablos! ¿Es tu nuevo novio, Nagisa?

Kaworu lo miró con una inmensa furia, mientras intentaba vigilar su retaguardia del otro imbécil por si quería reaccionar.

—Porque de otro modo no puedo comprender este arranque de valentía y estupidez por tu parte...

—Creí que eras sólo estúpido, pero resulta que también eres un maldito bastardo... —intentó fingir una actitud más relajada, y cuando se dio cuenta de que Kensuke no tenía planeado intervenir, se lanzó de inmediato contra el chico que tenía enfrente.

Shinji contempló como ambos se enfrascaron en feroces golpes, algunos certeros y otros no tanto. Y luego de unos rápidos movimientos, ambos tenían los rostros algo ensangrentados. Suzuhara logró retener por un momento a Nagisa pasando un brazo por su cuello y apretándolo, pero este contrarrestó con un fuerte codazo en las costillas, haciéndolo caer casi de inmediato.

Kaworu respiraba muy agitadamente y mientras se limpiaba un poco la sangre de la comisura del labio, se dio cuenta de que tenía encima la mirada impactada a más no poder de su compañero Ikari.

Como pudo se acercó a él. Aún estaba en el suelo, algo adolorido por el golpe.

—Ikari... ¿Estás... bien? —lo ayudó a levantarse, mientras Touji aún se quejaba del dolor en el piso.

—¡Ahora sí estás frito, marica! —dijo Kensuke burlón.

Kaworu los miró con asco y tomó del brazo a Shinji con cuidado para llevarlo al baño.

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—Kaworu, te hizo mucho daño... —Shinji tomó un trozo mojado de papel higiénico para aliviar un poco sus heridas.

—No te preocupes por mí, Ikari... Yo estoy bien... ¡Auch!

—Lo siento.

—No pasa nada...

—No... Digo que lo siento por todo esto. Él te golpeó por mi culpa...

—¿Qué? ¿Por qué dices eso? Él me golpeó porque es un bruto de mierda —bufó y desvió la mirada molesto— Es más, soy yo quien debería decir que lo siente. Vi que esos imbéciles estaban rodeándote y demoré mucho en llegar... No pude evitar que te golpearan.

Shinji abrió ligeramente los ojos y sintió cálidas sus mejillas. Kaworu vio su expresión y de pronto le pareció totalmente lógico su accionar al defender a ese muchacho tan adorable.

—Al menos tú llegaste... Vi a varios pasar y nadie se dignó si quiera a llamar a un profesor... Realmente no imaginé que intervendrías así... Muchas gracias, Kaworu. Fuiste muy valiente —el chico le sonrió dulcemente, terminando de calmar a Nagisa.

—No fue nada, Ikari... —le devolvió la sonrisa— En serio no fue nada...

Luego de unos pocos minutos, ambos salieron del baño para encontrarse a la salida nuevamente con Touji.

—Hey, marica...

Ambos trataron de ignorarlo y pasar de largo.

—¡Debes ser más específico! ¡Hahaha...! —rio Kensuke.

—¡Tú, el de ricitos de oro! Hoy no planeaba tener una pelea... y estaba desprevenido. ¡Mañana no te salvas, imbécil! A la salida te veo... con navajas.

Shinji tragó en seco. Preso del miedo, comenzó a temblar a pesar de que para él, el peligro ya había pasado. No había manera de que Kaworu pudiera salir bien parado de la situación.

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Habiendo llegado a un punto lejano de la escuela, ambos chicos se despidieron tímidamente luego de un camino en completo silencio.

—Hasta mañana, Kaworu... —dijo cabizbajo.

—Nos vemos, Ikari... Descansa —se alejó unos pasos y luego habló de nuevo— No vengas mañana, ¿Quieres? Será lo mejor... —dio media vuelta para marcharse definitivamente mientras Shinji se quedó esperando el autobús con miles de palabras en la boca.

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Al día siguiente, claro que Shinji no faltó. Lo normal hubiera sido que tuviese un montón de miedo, pero eso lo dejó para la noche anterior, en la que a penas pudo conciliar el sueño. Pero al caer en cuenta de que podía llevar a Kaworu a ese lugar, no pasaría nada al menos por ese día. Rogaba en su interior que echaran pronto de la escuela a ese desadaptado.

Kaworu por su parte no se veía ni un poco nervioso, aunque lo estaba, y mucho. Sabía que no serviría de nada decirle a algún profesor. Nadie podría resguardarlo hasta que llegara a su casa.

Pero aún con todo no se arrepentía un poco de lo que había hecho. No sólo había defendido a Shinji Ikari, sino que también le había plantado cara a quien siempre tuvo miedo desde su infancia.

Cuando sonó el timbre para la salida, vio que Touji salió muy apresurado del aula. Incluso sin Kensuke, quien se quedó arreglando sus cosas.

Kaworu tragó en seco. Estaba claro que no tenía otra salida más que tratar de dar pelea. No podía escapar, seguramente ese bruto había traído amigos para que le ayudaran a emboscarlo.

Se paró de su asiento y ordenó rápidamente sus cosas. Tampoco veía a Shinji por ningún lado. Rogaba porque ese bastardo no lo lastimara de nuevo.

Dio un hondo suspiro, escuchando latir su propio corazón, y salió del aula. Caminó por el pasillo y cuando estuvo a punto de salir por la puerta anterior a la principal, sintió un fuerte jalón del listón de su camisa. Luego una pequeña mano le tapó la boca.

—Sígueme —dijo Shinji en un susurro. Luego soltó su boca y lo tomó de la mano.

—¿Shinji...? ¿Adonde--

—Shh... no hagas ruido. Debemos ir rápido y en silencio —siguió guiándolo hasta meterse en un angosto pasillo. Kaworu sólo iba detrás de él, mirándolo con sorpresa. Al parecer quería esconderse con él. Realmente no era ningún cobarde, pero prefería ahorrarse la golpiza posiblemente más brutal de su vida y acabar en un hospital, si era posible. Además el proceder de Shinji fue tan atrevido que por alguna razón no pudo evitar seguirle.

—¿Ya llegamos? —preguntó al ver que había una puerta delante de ellos. Todo estaba muy oscuro, y a penas podía distinguir bien a su compañero.

—Un momento, espera —el chico sacó un clip de su bolsillo y abrió la puerta en unos pocos segundos. Se veía aún más oscuro que el pasillo estrecho, por lo que dudó unos momentos.

—Es completamente seguro —dijo Shinji— Siempre vengo aquí cuando quiero esconderme... Es sólo un poco caluroso, porque son las tuberías de la escuela.

—Ya veo...

Pasó primero el chico castaño y él lo siguió detrás. Para mayor seguridad, ahora era Kaworu quien se aferraba fuertemente a la mano de Shinji.

—Más allá hay una especie de tragaluz... Podrás ver mejor.

—Está bien... —Kaworu no podía creer que después de estar tan asustado, todo se diluyera tan rápido con la mera intervención de ese intrépido y lindo chico. Se quedó viéndolo embobado unos segundos, aunque claro, tampoco es que pudiera ver mucho en ese lugar.

—¿Y... cuánto tiempo podemos estar aquí? —preguntó Kaworu mientras su vista se acostumbraba a la oscuridad y comenzaba a distinguir algunos objetos.

—El que nosotros queramos... Nadie sabe que estamos aquí. Vigilé que nadie me viera, y te agarré justo a tiempo.

—Ah, sí... —Kaworu hizo un leve quejido y se arregló el listón de su uniforme que había sido jalado por Shinji.

—¡Oh, lo siento, Kaworu! No quería dañar tu uniforme...

—Tranquilo, no lo dañaste... —rio alegremente, para sorpresa de Shinji— sólo lo tironeaste un poco...

—Bueno, espero no haber deshecho ese bonito nudo rojo...

—Haha... ¿Te gusta?

—Es muy lindo. Yo quisiera tener un uniforme así, como el tuyo. El mío es tan feo y simple...

—Claro que no... Bueno, es simple, pero lo combinas muy bien con esa playera azul, déjame decirte —Kaworu hizo una pausa— Además, cuando llegué a la escuela, todos se burlaron de mí por este uniforme —suspiró— Pero estaba tan acostumbrado en mi antigua escuela que no quería dejar de usarlo.

—Sí recuerdo cuando llegaste —dijo serio Shinji— Pero a mí siempre me pareció adorable...

—Muchas gracias...

—Pero, siempre tuve la duda... ¿Cómo te dejaron llevarlo hasta ahora?

—Es que mis abuelos hablaron con el director, y lo convencieron de que podía usarlo. Después de todo, esta escuela no tiene uniforme oficial tampoco. Solo mira a Mari Makinami, tiene un despampanante unirme y nadie le dice nada...

—¿Tus abuelos hablaron...?

—Mi madre está fuera del país desde hace mucho. Mis abuelos me cuidaron desde siempre...

Mientras hablaban, llegaron un poco más al fondo y por fin a uno de los tragaluces.

—¿Podemos sentarnos en el suelo, o...?

—Sí, generalmente está seco.

Kaworu miró con mucha lastima a Shinji. ¿Tan seguido tenía que huir de los golpes de ese matón de mierda? ¿Por qué no lo había visto antes? Sentía demasiada impotencia.

—Al fin te veo un poco mejor la cara —sonrió Kaworu. Y atrevidamente, quitó un mechón de su cara y lo deslizó detrás de su oreja— No, ahora sí...

Shinji quedó viéndolo directamente a los ojos, muy impresionado. Kaworu podía asegurar que se estaba sonrojando, pero no lo veía con tanta claridad. Sus ojos eran oscuros y profundos. Completamente hermosos. Sin pensarlo acercó de a poco su rostro al de Shinji, quien se mantenía callado y casi podía jurar que expectante. Y aunque no había mucha luz, veía sus ojos brillar incandescentemente.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se alertó

—Ah-- Di-Discúlpame, Ikari... —se alejó considerablemente y desvió la mirada— No quiero que pienses que soy un atrevido... Estaba viéndote de cerca, nada más... —Trató de sonreír, aunque en el fondo se sintió bastante torpe.

—Entiendo... —suspiró Shinji, resignado y algo desilusionado— No te preocupes...

Quedaron en silencio un par de minutos, hasta que Kaworu abrió el diálogo nuevamente.

—¿Sabes? A pesar de que Suzuhara probablemente me estaría apuñalando ahora, y de que no tenía escapatoria, esta no ha sido la ocasión en que he sentido más miedo en mi vida...

—¿En serio? —Shinji lo miró muy intrigado y asustado. Kaworu rio.

—No te preocupes, sentí más miedo cuando volé en un avión por primera vez a los ocho años...

—Ah... Creí que había sido algo grave... —suspiró relajado.

—Pero eso no significa que esta situación no haya sido peor... —miró al suelo y luego a Shinji— Así que gracias por salvarme...

—No fue nada, en serio —desvió la mirada tímidamente.

—No sé qué ocurrirá mañana, pero lo que importa es que ahora estamos juntos y seguros...

A pesar de lo poco tranquilizadoras que eran esas palabras, Shinji se sintió feliz con esa declaración.

—Es cierto... —Shinji súbitamente sintió la confianza de recargarse en el hombro ajeno, e incluso de agarrarle el brazo. Definitivamente no quería que ese momento terminara.

—Disculpa, Ikari, ¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo Kaworu, después de unos instantes.

—Claro... —se incorporó lentamente.

—¿Por qué vienes aquí siempre? Porque, según dices, este lugar te es completamente familiar...

—Bueno, porque ese idiota suele agredirme. La verdad nunca antes me había golpeado como ayer... Pero aún así no quería tolerar sus burlas así que un día descubrí este lugar... Y fue como una especie de santuario —vio que Kaworu lo miraba con algo de tristeza— Por más ridículo que suene...

—No es ridículo, para nada... —puso una mano en su hombro para confortarlo— ¿Pero por qué no ibas a tu casa, simplemente? —calló de golpe— Lo siento, esa pregunta fue impertinente...

—No, no lo fue... —Shinji lo miró con una sonrisa algo decaída- Tengo problemas con mis padres... O más bien con mi padre... Él es muy estricto y yo no soy tan buen estudiante como él querría. Como mi madre no hace nada, él a veces me golpea, por eso-- —comenzó a quebrarse— Por eso prefiero entrar aquí y quedarme a salvo de todo —colocó su cabeza entre las rodillas y comenzó a llorar suavemente.

Kaworu se quedó pensativo. Mostrar debilidad a una persona que había sido tan fuerte como para ayudarlo no era una opción. Pero no podía abrazar a Shinji sin su permiso. Posiblemente él prefería llorar sin nadie delante.

—Shinji, ¿Te molesta si te abrazo?

El chico levantó rápidamente su mirada, para posarla en Kaworu.

—Me has llamado Shinji...

—¡Ah!, Es cierto... —se sintió aún más torpe— No te molesta, ¿Verdad?

—Claro que no... —Shinji sonrió a pesar de tener los ojos llenos de lágrimas— y lo otro... tampoco me molesta... —esta vez su sonrojo fue tan evidente que no tuvo problemas en notarlo.

Tal vez no estaba tan equivocado al pensar que le gustaba a Shinji.

Procedió a rodearlo en un cálido abrazo. Se hubiera podido concentrar más en inhalar el rico aroma de Shinji o en disfrutar la suavidad y blandura de su cuerpo, sino fuera porque el chico temblaba de sobremanera.

—¿Tienes frío o estás nervioso? —rio Kaworu.

Shinji no respondió, y sólo se hundió aún más en su pecho. Nunca se había fijado tanto en lo bajito y delgado que era en su comparación.

—Shinji... No es que no me guste estar aquí —comenzó a hablar mientras le acariciaba el pelo suavemente— Pero de ahora en adelante podríamos reunirnos en otros lugares... Tal vez en mi casa, ¿No? Mis abuelos son algo amargados, pero no tendrían problema en recibir a un chico tan agradable como tú...

—Eso sería genial... —sus ojos dieron un escaso brillo— aunque no sé si pueda...

—No te preocupes, de una u otra forma nos seguiremos viendo fuera de clases. No me importa si es aquí en todo caso...

—Lo siento, Kaworu... Yo... arruiné el momento con mis tontos lloriqueos... Es que a veces no puedo evitarlo...

—Bueno, es tu forma de sacar el dolor... —Kaworu tomó sus manos y observó sus muñecas. Estaban limpias y sanas— Tranquilo, es mejor que hacer lo que yo hacía...

—¿Lo que tú...? Oh... —Kaworu alzó sus manos y dejó ver a través de la luz las líneas que marcaban sus muñecas. Como su piel era tan blanca eran fáciles de ver. Pero él nunca las había visto. Es más, siempre consideró a Kaworu como un chico feliz aunque algo aislado. Se veía que era de buena posición económica aunque no fuera rico. Tal vez siempre fue demasiado estúpido al creer eso.

—Por favor... Dime que ya no lo haces... —lo miró suplicante.

—Hace tiempo que no —mintió para tranquilizarlo. Hace poco se había cortado en otra parte de su cuerpo no tan visible- ¿Pero entiendes lo que digo? Está bien llorar. Es mucho mejor que hacer esto.

Siguieron conversando un rato sobre diversos temas, hasta que al pasar varios minutos, tuvieron que pararse debido a la incomodidad.

Era increíble. Habían estado años en la misma clase y su encuentro recién se estaba dando ahora, a raiz de un hecho violento. No de un acto espontaneo.

—Si creías que era el más agradable de la clase, ¿Porqué nunca me hablaste antes? —dijo Shinji, ya sonriente y con gran soltura.

—Porque era un idiota amargado... no quería tener amigos, y además me parecías muy tierno como para llegar a amargarte la vida... Eso pensaba... —Shinji negó con la cabeza y rio— ¿Y tú por qué no te acercaste a mí si te parecía tan interesante?

Shinji calló unos segundos y se mordió el labio.

—Porque no podía acercarme a ti —dijo melancólico.

—¿Por qué no? —Kaworu sonrió, proporcionando la sonrisa más amplia y confiable que pudo.

Shinji aparentaba muy bien el papel de chico cobarde. Pero era muy valiente, y eso ya lo había demostrado.

—Porque tú me gustabas.

Kaworu respondió con una suave y adorable risita.

Shinji quedó mudo. No podía creer que había sido tan fácil decirle eso al chico que siempre le gustó. Aún así, luego de tan osado acto, se quedó paralizado esperando una respuesta.

El rubio se acercó lentamente, tratando de agachar su cabeza a la altura de Shinji. Enseguida tomó su mano y la colocó en su propia mejilla.

—Por favor dime que aún te gusto.

—Sí.

Kaworu lo besó.

Nunca había besado a nadie, y Shinji tampoco, así que la ansiedad y desesperación los consumió poco a poco, haciendo que comenzaran a aferrarse mutuamente con cariño.

Shinji jaló un poco el hermoso cabello de Kaworu, quien respondió con un suave toque en su espalda, deslizando sus dedos de arriba a abajo, aunque cuidando de no propasarse con la confianza proporcionada.

Su primer beso fue tan raro... Lleno de ternura, algo de pasión y muchos errores. Shinji reía entre besos, sin poder si quiera imaginar que seguiría besando a la misma persona por muchos, muchos años, y Kaworu mientras tanto se deleitaba con el hermoso espectáculo sonoro dado por el menor. Quería disfrutarlo, quería cuidarlo. Quería cuidarlo siempre. Y quería que él también estuviese ahí, para tener por fin a alguien a quien entegarle su desconfiado corazón.

Tal vez lo que le dijo a Shinji sobre que ya no se infringía daño, no sería una mentira después todo.

En ese momento sí que valía decir que nada más importaba, sólo que estaban juntos y recién comenzando a conocer a quien sería el amor de su vida.

Fin.

* Ilustraciones hechas por Charlot's draws.

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