chapter six. wine and memories
𝐇𝐀𝐏𝐏𝐈𝐍𝐄𝐒𝐒
⌇ ☾ ❪ chapter six ❫ ೋ
۫ ₊˚ wine and memories˚₊ ۫ ۫
━━━━ ★ ━━━━
Para la hora de la cena después del entrenamiento, Lincoln nos pregunta que tal nos ha ido a Alden y a mi, agradezco demasiado no haber sido la única que piensa que no dio lo suficiente o quizá si, lo único que quiero es que todo se termine lo más pronto posible.
Por suerte durante toda la cena me mantengo sin habla y con la mente en blanco, hasta que la televisión se enciende y presentan a Caesar.
—Deben ser las calificaciones— menciona Lincoln.
Me vuelvo al holograma que se enciende sobre la mesa y presto la máxima atención. Pasan el distrito uno... Dos... Tres... Cuatro... Cinco y es cuando realmente me pongo nerviosa.
—Alden Ryker, del distrito cinco ha obtenido un promedio de...— Caesar mira la hoja que tiene entre sus manos —Diez.
Todos felicitan a Alden y yo también, dándole una leve sonrisa antes de volver a la pantalla.
—Mayrin Holloway, del distrito cinco— menciona Caesar con mucho cuidado —Ha obtenido un promedio de: diez.
Mi ceño se aligera un poco, sintiendo menos presión.
—Felicidades, Mayrin— Alden me sonríe.
—Gracias— sonrió al igual —Crei que me ganaría un tres.
El chico ríe —Y yo un cero, de verdad, no pensé que llegaría tan lejos.
—¡Bueno! Es hora de ir a descansar, mañana será un día largo— menciona Lincoln.
Tanto Alden como yo lo observamos, sin embargo, el chico es quien se atreve a preguntar: —¿Tendremos nuestras sesiones para la entrevista?
Lincoln niega —No, como ya son profesionales, ya no es necesario, así que tienen mañana libre por si quieren pasear por el edificio.
Asiento, aunque no tengo nada planeado ya que no podemos salir del edificio pero dar un paseo y mirar por esas gigantescas ventanas todo el día no me parece mala idea.
Al día siguiente, me despierto muy temprano, así que me quedo un buen rato mirando el techo sabiendo que nadie vendrá a molestarme porque es mi día libre.
Pero, ¿Que debería hacer hoy? ¿Llorar? ¿Dormir? ¿Arrepentirme de haber nacido? Tal vez la única opción que pueda tomar sea dormir por ahora o seguir practicando para los juegos que son mañana. «Mañana» la idea me aterra, así que me asusto y termino levantandome de la cama para correr al comedor, donde han servido una gran mesa con muchísimos alimentos.
Tomo todos los alimentos que puedo y me trago mi ansiedad, mirando con preocupación el suelo.
—Buenos días— me saluda Lincoln —O debería decir tardes.
Frunzo mi ceño —¿Que hora es?
—Las doce, ¿Desayunas? ¿Puedo acompañarte?
Asiento, dándole una palmada a la silla junto a mi para que se siente ahí. Él lo hace y ambos nos quedamos en un gran silencio en el que me dedico a comer todo lo que puedo.
—Estaba apunto de preguntarte cómo estás— menciona Lincoln —Pero ya veo que no muy bien.
—Los juegos son mañana, estoy preocupada, es todo.
—¿Quieres hablar sobre eso?
Niego —No quisiera abrumarte con mis problemas.
—Entonces deberias hablar con alguien que quiera escucharlos, alguien en quien confiarías tu vida.
Aquello me hace mirarlo, aunque se de una persona que lo haría, me niego rotundamente a hablar con el sobre los juegos.
—Sobrevivire— le aseguro.
—Lo se, pero necesito entregarte mañana en una pieza, no a la mitad por tantos alimentos combinados— señala la charola de pastelillos frente a mi.
Rendida y como si fuera una niña recién regañada por su padre, me levanto de la mesa y tomo la botella de vino.
—Me llevaré esto— le señaló a Lincoln —Ya que me estás corriendo de mi propio departamento.
El adulto me sonríe —¡Ve a pensar en otro lado, anda! Eso sí es correrte, así que ve.
Me resisto al impulso de sacarle el dedo de en medio y me doy vuelta hasta el ascensor. El cual se detiene hasta la primera planta de recepción, vacía y más abandonada que mi propio futuro, camino descalza y con mi uniforme de entrenamiento puesto, el cabello pelirrojo ya bastante despeinado por tantas vueltas que he dado. Si un agente de la paz me encontrase creería que soy un vagabundo que se ha infiltrado en el edificio.
Termino sentada en una gran ventana, donde el mármol es como un asiento bastante alto. Abro la botella de vino y la tapa sale volando a otro lado, pero no me preocupo ni en mirarlo, me empinó la botella en un sorbo.
—¿Que? ¿No vas a compartir?— escucho una voz lejana y me atragantó con el vino, tosiendo un par de veces.
Finnick se ríe de mi reaccion, acercándose hasta mi casi en la misma desgracia de vestimenta que yo.
—¿Hablamos del vino, verdad?— bromeo, entregándole la botella.
Finnick se sienta frente a mi, sin mirar la ventana y tomando la misma botella de vino.
—¿Que estamos mirando?— inquiere al devolverme la botella, la cual coloco en mi regazo como en forma de protección.
—Nada en especial— encogí mis hombros —Solo mato tiempo, mi mentor me corrió del piso.
El chico frente a mi se ríe —No me puedo imaginar la razón.
—Bueno, no me gustaría hablar contigo sobre los juegos— le suelto, dándole un sorbo a la botella.
Finnick me mira —¿Por qué no?
No puedo responder a ello, aunque tengo la respuesta en la punta de la lengua: porque eso me trae nuestros recuerdos, los cuales no quiero ahora que moriremos.
Me quedo callada, aunque desearía haberle dicho.
—No tienes que fingir que no recuerdas todo eso— añade de forma agresiva —Ambos sabemos, es suficiente.
—No, el presidente snow lo sabe y me castigo por ello— le señaló —Mato a mi familia y me mandó a otro distrito.
—No me estás culpando por eso, ¿Verdad?
Niego —No, me culpo a mi por haberme enamorado de ti.
Apenas me doy cuenta de lo que he soltado una vez que termino mi oración, es como si un mareo de un segundo me pasara por la cabeza y me temo que no es efecto del vino, de hecho, me temo que eso ha estado en mi boca desde hace años.
Una vez que saco el tema ya no hay vuelta atrás para esto.
—¿Cómo es que nos hemos culpado el uno al otro?— se pregunta, extendiendo su mano para que le entregué la botella.
Bajó la mirada porque soy demasiado cobarde para mirarlo a los ojos, a sus entristecidos ojos verde mar.
—Te culpaba a ti al principio— confieso —Por ser siempre tan... Tu, pero luego me di cuenta que no te odiaba a ti si no a mi y que lo que sea que paso no fue la causa de que mi familia muriera y que estuviese en otro distrito. Era mi culpa, solo mía, por haber roto las reglas en la arena.
Finnick suspira luego de tragar su sorbo de vino —No hay ganadores, ¿Eh?
Niego, tomando la botella —No, no los hay.
Jamás los habrá, porque puedes bien ganar los juegos pero al volver a casa algo en ti cambia y si no aceptas un trato todo se termina, pero no para ti, si no para todo lo que te queda.
—Siempre he creído que eres valiente— le menciono a Finnick, mirando los edificios de afuera —Por haber aceptado el trato que el presidente snow te dio cuando tenías dieciséis, yo jamás lo habría podido hacer.
El ceño de Finnick se aligera, pues bien eso es un tema muy delicado para el y me imagino que lo he sorprendido con ello.
—Se que es un secreto— añado —Pero no significa que tengas que no puedas hablarlo con otros vencedores, conmigo, puedes hablar conmigo.
—Lo se— asiente únicamente.
Suspiró —Bueno, este vino me deprimió más, ¿A ti no?
—Definitivamente— Finnick sonríe ante mi cambio de tema —Hubieras traído vodka o tequila, algo más fuerte.
Reí —Beber no te hace feliz, te pone más triste y si hubiera traído algo como vodka seguro ya estaríamos llorando.
—Es deprimente, pero sabe bien— responde, tomando la botella de vino una vez mas. Rió un poco más, mirándolo beber y luego conectando su mirada con la mía —Gracias.
—No hay de que, podría traer más si quieres.
Niega —No hablo del vino— lo observo —Por hablar conmigo y darme la confianza de decirte cómo me siento.
Sonrió —Eso hacen los amigos, ¿No?
Frunce el ceño —No eres mi amiga, eres más que eso.
—¿Mejor amiga?— bromeo.
—No, eres la mitad que siempre he buscado.
Aquello me toma en definitiva sorpresa, mis músculos se tensan y juro que puedo ver mi sonrojo a través del espejo. No encuentro palabras para decir ni mucho menos para formular en mi cerebro, esto no es a causa del vino, eso lo sé.
—Tranquila, no intentaba asustarte— me sonríe de forma coqueta —Ni tienes que responder a eso ahora mismo.
Aparto la mirada de nuevo a los edificios, ganando tiempo al beber más vino, aunque termino dándole doble sorbo.
—Bueno, es que no sé que decir— murmuro —Pero no quiero responder porque se que si lo hago será bajó los efectos de esto— señaló el vino —No porque no quiera o no sienta lo mismo, Finnick, pero pasaron como diez años desde la última vez que nos vimos.
—Tienes razón, las personas cambian y los sentimientos también, ¿Verdad?
Asiento un poco y bebo el último trago de vino, ya pasa de la una, así que pienso en volver para comer un poco más.
—¿Te gustaría comer aquí conmigo?— propone Finnick.
Me detengo a medio camino, ya que a este punto estoy vagando para el quinto piso.
—¿Crees que nos digan algo?
Niega —No lo creo, además, es nuestro día libre, si alguien del capitolio quiere fastidiarnos que sea mañana en los juegos.
Rió un poco —¿Si sabes que decirlo aquí podría llevarte a la horca?
Se encoge de hombros —Soy yo, no pueden hacerme nada. Lo tomare como un sí y traeré fruta para bajar el alcohol de tu sistema.
—Yo... Traeré más vino— levanto la botella vacía, casi chocando con un florero.
Empiezo a caminar con Finnick siguendome, ya que prácticamente nuestros pisos están de camino. Así que él baja primero y luego yo.
Curiosamente todo el departamento está vacío, a excepción de Alden, quién lee algo en la sala sobre animales o tecnología, la portada me aparece muy borrosa a este punto.
—Buenos días— le digo a alden, dejando la botella sobre la mesa de la sala.
El chico frunce el ceño, subiendo la mirada —¿Estás ebria?
Niego —No, jamás me he sentido tan sobria, de hecho.
—Es la una de la tarde.
—Ya se, ya se— manoteo al aire y me meto a mi habitación para darme un buen baño.
La hora de la comida es hasta las tres, así que eso me da tiempo para bañarme y cambiarme la ropa que llevo a una más decente que el uniforme de entrenamiento de ayer. En mi guardarropa solo hay jeans negros y blusas de colores distintos, así que opto por una color rojo vino, ya que siempre ha quedado conmigo.
Peino mi cabello y lo dejo suelto. Es como hacer un milagro, ni siquiera yo me reconozco de en la mañana. El alcohol ha bajado ya lo suficiente de mi cuerpo, así que estoy más cuerda como para prometerme no beber en la hora de la comida.
«ya tuve un poco de diversión» pensé, era verdad.
Estoy de camino a la cocina, buscando entre los estantes una botella más de vino pero no encuentro nada.
Entonces Lincoln se acerca a mi, —¿Buscas algo?
—Si, ¿Has visto todo el licor que tenías? Especificamente vino.
—No creo que quieras tomar más.
Frunzo mi ceño —¿Por qué se molestan tanto en que tome? Posiblemente moriré mañana, solo quiero vivir un poco más y eso no tuvo sentido.
—No digo porque me moleste— avanza sus pasos hasta mi —Te conseguí una sorpresa.
—¿Que es?
—Conseguí que pudieras hacer una llamada con tu hijo— suelta.
Mi ceño se aligera tan pronto como reaccionó ante la noticia. Mi corazón se acelera y puedo sentir mis ojos lagrimear de emoción.
—¿No está prohibido hablar con tus familiares así? Creí que... Creí que era ilegal o algo así.
Lincoln asiente —Bueno, lo es, pero a los mentores se nos permite hacer llamadas especiales con nuestros parientes si están enfermos, tenemos esposas embarazadas o bebés que nos esperan. Aunque es solo una vez a la semana en las que estamos aquí, hable con mi esposa antes de venir y ella accedió a que Francis este para entonces con ella y así pueda hablar contigo.
Cubro mi boca con ambas manos, dando saltitos de la emoción.
—¡Esta bien! ¿A qué hora es?— le tomo de los hombros.
Lincoln mira su reloj de mano —En diez minutos, prepárate, estoy seguro de que Francis estará feliz de escuchar a su madre.
—Eres el mejor del mundo, ¿Lo sabes? ¿Lo sabes?— inquiero emocionada, haciéndolo reír.
—No tenía idea.
Diez minutos más tarde, estoy siguiendo a Lincoln por un largo pasillo vacío hasta una serie de teléfonos como los que tenemos en casa, el teléfono empieza a sonar y Lincoln me hace una seña para que lo tome, y lo hago, sin embargo no se que decir.
—¿Hola?— escucho la voz de Francis por la línea, lo cual me hace sonreír y llorar al mismo tiempo por la emoción.
—Hola, Francis, hola— rió un poco —¿E-Estas bien? ¿Esta todo bien?
—Má, si, está todo bien aquí— escucho como rie un poco —¡Te vi! Con ese vestido, te veías muy bonita, mamá.
—Gracias, Francis, estuve pensando todo el tiempo en tu estado, ¿Está Dania contigo aún? ¿Sigues yendo a clases?
—Si y si, me está yendo bien en la escuela y la señora Dutton está conmigo, me ha cuidado con sus hijos y me promete que volverás conforme pasan los días, que solo es cuestión de tiempo.
Aquello me hace sonreír —Tiene razón, tan solo salgo de los juegos y todo estará bien.
Él se mantiene en silencio, quizá porque no me crea, pues Francis siempre ha sido bastante listo para saber sobre el mundo y los Juegos es la principal cosa del mundo de ahora.
—¿Lo prometes, mamá?— inquiere.
Tomo aire, mirando un momento a Lincoln y asintiendo al otro —Si, lo prometo.
Escucho una secuencia de música y la llamada se corta. Cierro los ojos, soltando todo el aire retenido en mis pulmones y dejo el teléfono donde esta.
—¿Cómo te fue?— me pregunta.
—Supongo que bien, aunque creo que ya sabe que probablemente no volveré jamás.
Niega —No lo digas así, volverás, recuerda lo que espera en casa, Mayrin.
Y tiene razón, pensar en ello me hace sentir un poco mejor.
Por una buena parte, el alcohol me ha puesto sentimental, así que para la hora de la comida decido no beber más. Llevo una botella, más me prometo no beber ni un solo trago.
Sonrió en cuanto veo a Finnick esperándome junto a una canasta, lo cual me desconcerta.
—No sabía que se convertiría en un picnic— admito, dejando la botella sobre el mármol.
—No quería cargar con todo, me emocione un poco— responde, sonriendo de lado a lado —Otra botella de vino, ¿Ahora que estamos celebrando?
—De hecho, si hay algo, pero no beberé demasiado, no quiero tropezar en el escenario en la noche— me siento frente a el, destapando la botella.
—¿Y que es eso tan importante? Si se puede saber, por supuesto.
—¿Recuerdas que te hable sobre Francis?— inquiero y el asiente, miro a mi alrededor para asegurarme de que nadie más nos este escuchando y me acerco lo suficiente para susurrar: —Hable con el hace un momento, creo que ese es mi único motivo.
Su ceño se aligera —Dejame adivinar: el teléfono especial para los mentores.
Me alejo —Si, ¿Sabías de el?
—Solo lo usé una vez, para pedirle consejos a mags sobre como ser mentor— menciona, haciéndome reír.
—Yo no sabía que existía, creo que no leí bien el manual sobre como ser un mentor— bromee, ya que no existía ni un manual.
Finnick abre la botella en ese momento, —Ese es motivo para celebrar.
Llena dos copas de aquel vino y me extiende una, la cual dudo en tomar debido a mi promesa de no tomar. Sin embargo, ¿Que más da? Si bebo un poco no me hará daño, bueno tal vez si, pero moriré mañana.
Bebo la mitad de mi copa y tanto Finnick como yo disfrutamos de una buena comida juntos, sin cámaras, sin patrocinadores a los cuales impresionar, sin vigilantes y especialmente sin otros tributos. Solo Finnick y yo.
Al atardecer Nolan me manda a llamar con mis otros estilistas para esta noche, así que tengo que correr hasta mi piso junto a Finnick, quién se detiene en el suyo.
—Buena suerte está noche, Birdie— me dice, paralizando me por completo.
—No has olvidado el apodo— recuerdo.
Niega —Jamas lo haría, creo que eso es a lo que más me aferró en esta situación.
Y la puerta de cierra antes de que pueda responder a aquello, que me suena a una propuesta que decido dejar para mañana. Hoy son las entrevistas y no se lo que diré o lo que pasará, solo se que todo podria salir de dos maneras: bien o mal.
—Al fin llegas, ¡Ya está aquí!— grita Lincoln, caminando de un lado a otro.
Frunzo mi ceño —¿De que me perdí?
—Dime que no estás ebria.
Niego —No, no bebi mucho está vez, ¿Que pasa?
—Nada, pero quería darte un consejo para está noche— se queda frente a mi, guardando silencio unos momentos —Los demás vencedores están absolutamente molestos, he escuchado muchas cosas este año como mentor, muchos de ellos harán y dirán lo que sea para detener los juegos así que te recomiendo hacer lo mismo junto a Alden, no me importa lo que tengan que hacer, háganlo.
—¿Tienes algo en mente?
Asiente —Si, usa a tu hijo para eso.
Mi ceño se aligera —No.
—Mayrin...
—No, no voy a meter a Francis en esto, es solo un niño y si el presidente snow se entera que es muy importante para mí querrá arrebatarme lo también y no voy a permitir eso— niego —No voy a dejar que también me quite eso.
—Si no lo haces y los juegos siguen entonces él será quien no tenga nada— me dice —Por favor, no lo hagas por ti, hazlo por el.
Eso es injusto, la manera en la que me obliga a pensar en Francis así, no me deja negarle el plan. Incluso si no se si tengamos posibilidad, lo acepto.
—De acuerdo— murmuro —Esta bien, lo haré.
Me sonríe, tomándome del hombro —Gracias.
No le sonrió de vuelta, pues aparto la mirada lo más rápido que puedo de la suya y me voy hasta mi habitación para empezar a arreglarme.
Durante la ducha, el secado y el maquillaje me mantengo callada y mirando a la nada. Mis estilistas arreglan mi cabello rojo en rizos y trenzados, mi maquillaje de un color perlado. Cuando me dejan sola en la habitación es cuando reaccionó y me doy cuenta que han terminado, entonces Nolan se adentra con dos piezas de traje; una falda larga color perla hasta las rodillas que cae como olas de mar y una blusa azul cielo de tela, mangas largas y listones que terminan en plumas, los cuales cierran el escote de la blusa.
—¿Que opinas? Estaba pensando en un color azul más fuerte, aunque esté color pálido se volvió mi favorito— menciona, levantando ambas piezas.
Le sonrió desde mi silla —Son hermosos, gracias.
Sin embargo, Nolan nota el cambio de humor tan repentino en mi.
—Dime la verdad, aunque aún podemos cambiarlos, yo creo que son hermosos y te verás bellísima con ellos.
Niego —No es el traje, es la entrevista.
—Si estás nerviosa no es nada, solo se tu misma, les encantaras a la audiencia.
Me levanto para empezar a colocarme mi vestuario, observando como deja los zapatos de tacón bajo con plumeado y azulado en ellos.
Me veo como si fuese del distrito, aunque más elegante, lo cual me deja un buen rato en el espejo. Nolan me habla pero no le prestó mucha atención, me limito a responder afirmaciones o negaciones, osea «sí y no»
Más tarde, cuando estamos bajando hasta el estudio donde serán las entrevistas, los demás vencedores ya están ahí o al menos la mayoría. Sin embargo, permanezco donde está Alden y Lincoln, sonriendo a uno que otro tributo vencedor que conozco.
—¿Que pasa por tu mente?— inquiere alden de pronto.
Lo observo, recargandome sobre la pared. Él lleva un traje de una sola pieza, con colores muy distintos a los míos ya que lleva un azul muy fuerte.
Niego —Nada importante, solo intento que decir en la entrevista para detener este circo.
Él asiente, como si entendiese —Lo haremos bien, todos.
—Ya sería de más que no.
Justo en ese momento, el distrito cuatro baja del ascensor y un Finnick sonriente toma la delantera de su pequeño grupo. Se dirige hasta mi y mira de reojo a alden nada más.
—Luces como esperaba— me dice Finnick.
Entrecierro los ojos —¿Rara?
—No, perfecta, de hecho.
Le sonrió, mirando la incomodidad de Alden junto a mi. Finnick lo observa entonces, de pies a cabeza y después le sonríe sin gracia.
—Alden— le saluda.
El mencionado asiente —Finnick.
Finnick se detiene, rodando los ojos sin que nadie más que yo lo vea, haciéndome negar en desaprobación.
—¿Quisieras saludar a los demás vencedores, Mayrin?— me propone Finnick, estirando su brazo hacia mi para que lo tome.
Acepto su invitación tomando su brazo para empezar a caminar juntos.
—¿Por qué no te cae bien Alden?— le inquiero.
—No me cae mal, solo no tolero su presencia, pero ese ya es otro tema— niega como si nada.
—Creo que deberías intentarlo al menos, es un buen amigo y seguro se llevarán bien— sonrió.
—Si, por supuesto— dice únicamente.
Ambos caminamos, deteniéndonos para hablar con un grupo de vencedores que está conversando y bromeando. Me limito a escuchar y reír un poco, añadir uno que otro comentario pero nada más, pues jamás he sido una persona tan sociable.
Tanto Finnick como yo permanecemos de brazos entrelazados, lo cual no le importa mucho a los otros vencedores ya que ni siquiera lo notan. Por alguna razón terminamos juntando nuestra conversación a la llegada del distrito uno, pues todos se sorprenden por el vestido de novia que Amanda lleva este año. Admito que me toma unos momentos procesar la idea, la boda cancelada, una buena excusa para cancelar o posponer los Juegos.
—No puedo creer que Kenna te haya puesto eso— dice Finnick a la joven.
—No tuvo elección, el presidente Snow la obligó— murmura.
—Es muy lindo— añado, solo para darme ánimos.
Ella me agradece con una sonrisa y una campana nos informa que las entrevistas están por empezar, seguida por una voz femenina que nos pide que nos ordenamos en fila y nuestros asientos. Como la mujer es entrevistada primero, Finnick y yo quedamos sentados uno junto al otro, lo cual nos da oportunidad de hablar un poco más conforme cada entrevista sucede.
La fila de hace más corta, hasta que es el turno de Finnick y escucho como las personas explotan en gritos, silbidos y aplausos. La pantalla frente a mi muestra a Finnick junto a Caesar, con quién habla un poco sobre sus juegos, su vida en el distrito y un poco sobre él mismo. Finnick parece encantado de hablar sobre si mismo, pero algo en su cara me dice que está harto y quiere irse, lo cual me hace sonreír. Al menos hasta que menciona unas palabras que le pide que diga Caesar antes de que termine su entrevista, se pone serio y mira directamente a la cámara, aguardando unos segundos.
—Tengo un sueño que es vivir, así que si muero en esa arena mañana, mi último recuerdo serás tu— finaliza.
Por un momento siento que está mirándome a los ojos y estoy tan hinoptizada que no escucho cuando llaman a mi nombre, hasta que Alden me da un codazo y me levanto rápido hasta el escenario.
Hay un par de aplausos, lo usual con el resto de los vencedores, mi reputación sigue siendo un poco mala al parecer.
—Buenas noches, Mayrin, ¿Cómo te sientes está noche de celebración?— inquiere Caesar, acercándome el micrófono a la cara.
Lo miro a él, luego al público y el sudor empieza a bajarme por la frente.
—Algo nerviosa— admito.
—Bueno, es entendible, con tanto público aquí para mirarte y mirar a todos nuestros vencedores de los distritos ¡Es maravilloso!— salta Caesar —Hablemos de ti, ¿Cómo te sientes ahora? ¿Nerviosa para mañana también?
Asiento —Si, un poco, aunque también preparada para pelear.
Caesar sonríe —Admiro tu seguridad, de verdad, pero y dime ¿Cómo va la vida nueva?
Entiendo que habla del cambio de distrito y por un momento creo que debería decirlo pero en lugar de eso digo:
—Bastante bien, gracias, Caesar, me gusta la vida en mi distrito junto a mi hijo.
Caesar se sorprende —Me alegro mucho de ello, Mayrin, ¿Está tu hijo viéndonos ahora mismo?
Sonrió —Espero que si, aunque le pedí que no lo hiciera, Francis es un niño muy curioso.
—¡Que alegría! Creo que todos y todo se merecen una segunda oportunidad, ya saben, como el Vasallaje— le dice Caesar al público, el cual rie un poco —Me parece agradable que tengas una vida, Mayrin, todos te apoyamos para que tengas oportunidad de ganar mañana. Muchísima suerte.
Le sonrió —Gracias, Caesar.
Dicho eso, la alarma que informa que mi tiempo de ha acabado empieza a sonar y subo los pequeños escalones de las plataformas para colocarme junto a Finnick.
«eso fue más fácil» pensé, quizá la mera mención de Francis no tenga tanto efecto como el que Lincoln esperaba, pues si se tratase del hijo de alguien más sería diferente. Como el hijo sorpresa que Peeta Mellark suelta en el escenario refiriéndose a su ahora esposa en secreto Amanda. Y el cual, deja al público tan congelado como a mi.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top