chapter seven. If we survive

𝐇𝐀𝐏𝐏𝐈𝐍𝐄𝐒𝐒
⌇ ☾ ❪ chapter seven ❫  ೋ
۫ ₊˚ if we survive ˚₊ ۫ ۫

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Las luces se apagan, todo el mundo entra en pánico y yo también, pues nos obligan a ir hasta nuestras habitaciones de modo que me pierdo entre la multitud. Sin embargo, solo se que Alden me toma muy fuerte de la mano para no perderme entre la multitud que nos empuja.

Ambos llegamos a salvo hasta el vestíbulo, donde todos los demás vencedores se amontonan junto a sus estilistas, mentores y acompañantes. Al parecer a Alden no le importa demasiado eso más que salir vivos de aquí y eso hacemos, cuando menos lo espero ya estamos en nuestro piso.

—¡Que mala idea!— exclama, respirando con pesadez.

—¿Lo de apagar las luces o que Evermore está embarazada?— frunzo mi ceño.

Se detiene un segundo —Ambos.

Noto que asoma su cabeza por la ventana, al principio no lo entiendo pero luego sí, pues afuera en la plaza las personas gritan solo que no logro entender lo que en realidad están diciendo.

—¿Que están pidiendo, que detengan los juegos?— frunzo mi ceño, asomando mi cabeza debajo de la de Alden.

El chico encogió sus hombros —Tampoco les entiendo, quizá si, aunque eso solo significa que habrá más problemas.

La puerta de abre de forma automática y Lincoln aparece, al vernos su expresión se vuelve de alivio y levanta ambos brazos.

—¡Están vivos!— señala obvio.

—Por ahora— bromeo en voz baja —¿Que pasa?

—Hay un desastre allá afuera, no salgan.

—Gracias por el consejo— añade Alden con tono sarcástico.

—De verdad, mandaron a todos a sus casas y con esa noticia no les recomiendo hacer algún movimiento sin pensarlo dos veces.

Lo miro y entonces a Alden —¿Y que haremos entonces? ¿Cancelaran los juegos?

Alden lo mira al igual, con la esperanza de escuchar un «sí» y ambos poder volver a casa.

Sin embargo, Lincoln niega con la cabeza y todas mis esperanzas se van.

—No, lo lamento, los juegos siguen en pie para mañana, lo que significa que deberán estar listos temprano— nos dice -Sus estilistas los llevarán a la base, no se porten mal, yo intentaré de todo para que tengan patrocinadores, se los prometo.

—No les prometas cosas a los muertos, amigo— le pide Alden.

—Oscuro, pero es verdad— concuerdo —De todos modos confiamos en ti, sé que harás lo posible.

—Esperen, ¿Y qué pasa con el plan original?— inquiere Alden.

Entonces lo recuerdo, claro.

—Sigue igual, no hay cambios, saben lo que deben hacer— Lincoln nos corta la conversación y no decimos más.

Nos envía a la cama y nos jura despertarnos incluso en la madrugada para darnos noticias pero eso jamás pasa, me despido de Alden con una sonrisa, diciendo: —Que la suerte este de tu lado—, y luego vamos a la cama en nuestras habitaciones propias.


El alba ilumina la habitación poco a poco, se ha tardado una eternidad porque no he podido dormir en toda la noche, solo entre pausas, cabeceando de vez en cuando o despertando de golpe al soñar que ya estoy en la arena y que debo despertar antes de que otro tributo venga y me mate.

Nolan toca con delicadeza la puerta a la hora exacta de esta mañana, me ofrece cafe pero me niego porque no quiero tener un colapso en el camino. Sin embargo, parece tener instinto de padre ya que me prepara algo de fruta para desayunar entre los cócteles que han puesto en la mesa del aerodeslizador.

—Debes ser fuerte— me dice —Todos queremos que sobrevivas.

Bajo la mirada, algo adormilada —Sí, lo sé— entonces suspiro y empiezo a picotear la fruta con el palillo de madera —¿Cómo crees que será este año la arena? ¿Ya sacaron alguna teoría entre el Capitolio?

Nolan niega —No, en realidad no, aunque supongo que será más agresiva que otros años, ya sabes, por eso de que todos son profesionales.

Sonrió un poco —En eso tienen razón, yo me siento como uno de esos ratones de experimentos junto a todos ellos, un experimento fallido o algo así.

—No lo eres, eres tan especial y fuerte como ellos.

Aquello me hace mirarlo y la duda de conocerlo más entra en mi.

—¿Tienes hermanos?— inquiero, tomándolo de sorpresa.

—¿Soy muy obvio?— pregunta y asiento -Sí, tengo uno de trece.

Alzó ambas cejas —Te ves muy mayor para tener un hermano tan menor.

Ríe —Mi padre decidió irse cuando nació mi hermano, por alguna razón, desde entonces me hago cargo de mi hogar.

—Vaya, debe ser difícil tener que ser la cabeza de la casa.

—No es nada comparado con lo que tú haces, tienes un hijo, tienes que ser el ejemplo y la cabeza de la casa al mismo tiempo.

Encogí mis hombros —Sí, pero yo lo decidí y no me arrepiento, es lo mejor que me ha pasado. No me imagino siendo la cabeza de mi familia.

—¿Vivías con tus padres?

—Mi padre y mi abuela ¡Ah! Y tenía un perro también— sonrió un poco más al recordar mi antigua vida. Ríe, lo cual me confunde —¿Que?

—Creí que eras más de gatos o algún roedor.

Niego —No, siempre me gustaron los perros, son más energéticos si me lo preguntas, ¿Que hay de ti?

—Gatos para toda la vida— sonríe —Aunque no tengo ninguna mascota por ahora.

Alzó ambas cejas —Bueno, si me muero promete que adoptaras un gato y le pondrás mi nombre.

Aquello le toma un poco de sorpresa, aunque termina aceptando sin borrar su sonrisa.

—De acuerdo, es una promesa.

Y así, ambos nos quedamos hablando de todo, lo conozco, le pregunto muchísimo sobre el Capitolio y él me cuenta que había un pequeño grupo que me apoyaba en mis juegos, que vieron potencial en mi y que se preocuparon cuando desaparecí, lo cual me deja ya bastante asombrada. Jamás creí que alguien me prestará atención en mis juegos, pues fui bastante silenciosa como para llamar la atención, lo único que hice mal fue meterme con la estrella del Capitolio y toda mi vida se arruinó, aunque tampoco pienso que Finnick haya arruinado mi vida, al contrario, creo que incluso la iluminó un poco.

El aerodeslizador se detiene, lo informa la cantidad de luz que desaparece cuando aterriza en los túneles de donde serán los juegos, ahora sí comienzo a preocuparme pero me guardo la preocupación para después, cuando tenga tiempo para reaccionar.

Me pongo de pie con Nolan siguiéndome el paso por los pasillos grises llenos de agentes de la paz en cada esquina y ambos nos adentramos hasta la habitación que dice «D5; Holloway, Mayrin» y me doy la última ducha decente que tendré, me pongo el mono de traje que han preparado este año, el cual resulta extraño y para nada cómodo.

—¿Que te dice esto?— le inquiero a Nolan, parándome frente a él con una extraña mueca en mi rostro.

—Que...— mi estilista se detiene unos momentos —Uh, que raro, en realidad no tengo ni la menor idea, parece un traje para nadar, ¿Si sabes nadar?

Le miró asustada —Espero... que aún recuerde cómo hacerlo.

Nolan analiza mi traje a detalle, pasándome el cinturón con varias bolsas alrededor y esponjoso, las analiza una por una pero lo único que puede decirme es: —Parece un traje para nadar, así que supongo que puede ser una clase de playa o algo con mucha agua, la tela consumirá tu sudor lo cual contradice la idea de la playa, así que mejor busca agua lo más pronto posible, si está cosa te exprime como un limón no creo que aguantes mucho.

Lo último lo tomo más como un consejo. Ató mi cabello en una coleta alta y coloco ambas manos sobre mi cintura cuando siento que algo me falta, así que me siento a esperar la hora cuando Nolan imita mi acción confundido por mi repentino cambio de humor.

—Siento que algo me falta— confieso —¿Cuánto falta?

Nolan mira el reloj que retrocede —Dos minutos, creo que lo que te hace falta es algo de casa.

Tomo aire, dándole la razón cuando coloca frente a mi un brazalete hecho de caracoles de mar hecha a mi medida, la reconozco de inmediato solo que no es posible que la tenga frente a mi, porque la perdí en el distrito cuatro cuando aún vivía ahí.

—¿Como la conseguiste?— pregunto de inmediato.

Nolan me sonríe —Es un secreto, pero no me lo preguntes a mi, si no a Finnick.

Mi ceño se frunce unos segundos. «casa» mi verdadera casa, apesar de lo desconcertada que me siento, logro descifrarlo de inmediato y no me niego a usar el brazalete.

—Aún recuerdo cuando lo hice— miro a Nolan —Tenia diez, mi primer brazalete, ¿No es lindo?

Nolan ríe un poco junto a mi —Es un poco material, pero es linda y es de tu hogar.

—Sí, mi verdadero hogar— suspiró —Dale las gracias a Finnick si lo miras.

—Daselas tu misma— me anima —Despues de todo estarán semanas ahí.

Estoy apunto de responder cuando la voz femenina informa que quedan unos segundos para el lanzamiento.

—Ese reloj avanza rápido— dice Nolan y le doy la razón, una vez mas.

No estoy lista, lo sé, no quiero subir a esa placa ni loca, lo sé, pero debo hacerlo de cualquier modo. Estoy aquí y arrepentirse no es una buena manera de empezar estos juegos.

Me vuelvo a Nolan, quién me da un medio abrazo de despedida antes de subirme a la placa plateada. El tubo se cierra luego de unos momentos y un aire fresco hace colar mis mechones de cabello que se han salido de mi coleta.

Miro a Nolan y le sonrió un poco, justo antes de que la placa empiece a subir poco a poco y desaparezca para intercambiarlo una oscuridad que me hace cerrar los ojos para prepararme. Afuera, todo se ve diferente.

—Damas y caballeros, ¡que empiecen los Septuagésimo Quintos Juegos del Hambre!— resuena la voz de Claudius Templesmith y los recuerdos llegan a mi pero me niego a aceptarlos.

El reloj marca un minuto, el cual me doy para mirar la arena y no empezar a hiperventinarme. Tengo una extraña sensación de buscar a Finnick y lo hago, mi cabeza se mueve a mis lados en busca del chico pero no está por ningún lado.

Hay un cielo rosa con sol ardiente que quema parte de mi piel descubierta, visualizo la Cornucopia o al menos una parte de ella, algunos suministros pero detrás de mi hay árboles como de una jungla, doce placas de metal, junto a mi derecha está Peeta y a mi izquierda una tributo cuyo distrito desconozco pero no sé ve para nada confiable, mira las hachas con avaricia y se prepara para correr en cualquier momento hasta la Cornucopia. Hay mucha agua a mi alrededor, tierra firme está más lejos de lo que creo y no se si decidirme en correr a tierra firme o a la Cornucopia.

¡Gong! Mi tiempo se termina y mis piernas se lanzan al agua, que me moja por completo y se siente fría. Olvidó como moverme y entro en pánico, así que ahora me estoy ahogando por unos momentos hasta que empiezo a mover mis pies y poco a poco avanzo hasta las rocas que rodean la Cornucopia. Escucho gente pelear, armas, así que me escondo en la esquina y a mi primera oportunidad corro directo al primer tridente que se me cruza, después no lo dudo y me tiro otra vez al agua con algunas flechas rozandome la cabeza.

Cuando estoy en la orilla de la arena, lista para salir, un brazo me toma del mío y me obliga a salir del agua con rapidez. La otra sombra me empuja al suelo en un golpe que me saca el aire, así que tardo unos segundos en recuperarme y visualizar a ambos tributos del distrito siete, la mujer, Johanna o eso creo, me apunta con el hacha hasta que logra reconocerme y yo también.

Levanto ambas manos —Cinco— logro soltar únicamente con la amenaza de morir tan pronto.

Ella duda un poco pero termina bajando el hacha, pues si bien Lincoln no nos dijo quienes serían nuestros aliados aparte del distrito cuatro, algo me dijo que funcionaria y lo hizo. Johanna y su compañero de distrito: Blight, me ayudaron a ponerme de pie.

—Tienes suerte, roja, estaba apunto de clavarte el hacha por la cabeza— comenta Johanna.

«¿Roja?»

—Pues que suerte que me reconocieran o hubieran llorado por mi vida— bromeo, sacándole sonrisa cuando otro cañón nos asusta.

—Ya deberíamos irnos, no creo que quieran quedarse a mirar como mueren los demás— dice Blight y le doy la razón.

—Tiene razón, estar aquí ya es peligroso.

Escuchamos un grito en la Cornucopia y lo único que veo a la distancia es la sombra de Alden junto a una mujer que intentan ayudar a alguien más de un machetazo, los tres se tiran al agua y estoy por devolverme cuando escucho a Johanna y Blight mover las ramas del paisaje que nos espera detrás.

—¿No vienes?— inquiere Blight.

—Es Alden— le señaló —Es del distrito cinco también, debemos ayudarlo.

En ese momento Alden junto a la pareja suben sus cabezas para tomar aire.

—Si está con alguien más que no sea nuestro aliado ya está muerto— sentencia Johanna —No creo que dure demasiado pero nosotros si, ya vámonos.

Ambos reanudan sus pasos, pero yo ya estoy sumergiendo mi cuerpo entero al agua cuando menos se lo esperan. Intento nadar rápido pero tranquila para no entrar en pánico, entonces tomo aire y sostengo el otro lado del hombre al que arrastra Alden.

—Crei que se irían— murmura Alden.

—¿De verdad? ¿Luego de todo lo que pasamos? Ni loca te dejaré aquí.

El hombre medio muerto con nombre Beetee resulta ser también aliado y no solo en la arena, si no fuera de ella, esto junto a la mujer de su distrito a quien me presenta mientras intentamos buscar una manera de curarlo.

—Ella es Wiress— me dice cuando reviso la apuñalada sobre su espalda.

Le sonrió a la mujer —Mayrin, es un gusto.

—¿No está infectada?— inquiere Alden, trayendo musgo de la que parece ser una jungla.

Niego —No, pero se desangra muy rápido.

—Hay que movernos— pide Blight, pero le ignoro.

—Hay que parar la hemorragia primero y después limpiar— susurró para mí.

—¿Sabes que? Si ustedes no quieren venir nosotros no esperaremos— finaliza Johanna, sacudiendo los brazos al aire —Nos vamos y el que quiera venir es bienvenido.

—Yo quiero ir— dice Beetee a duras penas.

—No puedes ni ponerte de pie.

—Lo ayudaremos— añade Wiress —Podemos cargarlo, ¿Verdad?— nos mira a Alden y a mi así que acepto sin dudar.

Así que, emprendemos nuestro camino dentro de la jungla que nos espera, con Beetee apenas caminando y en busca de no morir.

La sed pronto llega y el hambre también, así que a cada paso que damos nos dedicamos a buscar algún animal para cazar y comer ya que cualquier fruto no es una opción por si llega a estar venenoso.

Unos kilómetros después Beetee se deja caer al suelo rendido sobre un par de ramas, así que de inmediato voy a revisarlo y veo que está ya bastante pálido.

—No se ve muy bien— menciona Blight —¿Que hacemos con el?

—Curarlo— sentencia Alden.

—No tenemos agua ni comida, mucho menos algo para curarlo, deberi— se queda callado de golpe y no entiendo por qué hasta que veo un paracaídas caer poco a poco hasta las ramas.

Wiress se apresura a tomarlo y saca un pequeño frasco con un líquido amarillo dentro.

—¿Qué es eso?— inquiere Johanna.

—Es un adhesivo— responde Wiress y me lo entrega.

Primero lo reviso y verifico su utilidad, así que luego estoy embarrando el adhesivo entre las esquinas de la apuñalada que tiene Beetee en la espalda.

Una sombra muy extraña nos oculta la luz, con el ceño fruncido miro al cielo y noto que es una tormenta.

—Tomen algo para recolectar agua— indica Blight, aunque ya es tarde porque todos —a excepción de Beetee— estamos buscando algo para recolectar agua. Cuando cae la primera gota se estrella contra mi frente, siento una punzada como ardor y Johanna me toma la cabeza para mirar la gota que ha caido, por un momento me asusto de que me saque la cabeza del cuello para recolectar agua, pero cuando quita sus manos y yo tomo la gota, hay una mancha roja en lugar de transparente.

—¿Es...?— mi frase se queda al aire cuando veo que otra gota cae y está vez si logro verla.

La tormenta aumenta, nos empapa a todos y nos hace arder.

—¡Es sangre, maldita sea!— exclama Johanna —¿Qué no pueden darnos al menos algo bueno, infelices?

La lluvia aumenta a una terrible velocidad, tan pronto como empiezan me doy cuenta que está haciendo grandes charcos.

—¿Que vamos a hacer?— inquiere Alden.

—Quedarnos aquí no es una opción— señala Johanna.

—¿Y qué hay de Beetee?

—Fue un buen aliado, vámonos.

—No me iré sin él— sentencia Wiress.

—¡Bien! Entonces aquí se rompe nuestra alianza ¡Buena suerte!— Johanna manotea al aire y se da la vuelta.

Sin embargo, antes de que pueda avanzar un solo paso más, se detiene en seco al mirar el río de sangre que se aproxima con rapidez. Doy un paso hacia atrás, pero la corriente se hace más grande y me lleva arrastrando con ella a quien sabe dónde.

Me ahogo por unos momentos, no recuerdo que fuera tan grande, pero cae lluvia con muchísima rapidez y la corriente se hace más grande. Nos lleva de un lado a otro, muy apenas puedo respirar así que más tarde estoy empapada con Alden tomándome de la mano para no perderme así como hemos perdido a los otros a excepción de Blight y Johanna, quién se aferra a la vida si o si.

Ella grita maldiciones y yo intento no abrir la boca a menos que sea para tomar aire o soltar un grito.

—¿Qué carajos está sucediendo?— exclama la adulta del distrito siete antes de sumergirse otra vez por un largo tiempo.

Es como estar en una clase de brincolín, no es divertido y mucho menos cuando escuchamos un golpe seguido de un grito masculino. Por inercia presionó la mano de Alden, quién está revoloteando a mi lado, pero es muy tarde para Blight porque se ha estrellado contra algo y ahora su cuerpo flota sin vida.

—¡No!— grita Johanna —¡Blight! ¡Despierta, idiota! ¡Levántate, anda!

Pero no lo hace, obviamente, está muerto y ha chocado contra lo que parece ser el campo de fuerza de la arena.

Intento hacerme al otro lado cuando veo que la corriente me está arrastrando por el mismo camino, en pánico y con tres litros de sangre tragados en mi sistema. Me arrastró y nado, o eso intento, solo veo que el campo se acerca cada vez más... Y más.

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