Capítulo tres

« Marie »

Estaba forcejeando con José, intentando que me soltara, pero su agarre era fuerte, inmovilizando mis muñecas. Lina se acercó desde el otro lado de la sala y negó con la cabeza, dando un largo suspiro mientras me miraba con desaprobación.

— ¿Por qué has hecho eso, Marie?

— No puedes mantenerme alejada de Edward – gruñí.

— Como le pase algo a Tina... estás muerta – me advirtió –. Llévatela al sótano, José. Haz lo que quieras con ella.

— ¡Edward va a encontrarla! ¡Y entonces sabrás cómo se siente él! – grité, mientras José me arrastraba fuera de la estancia.

José me arrastró con tanta fuerza que me caí, sin embargo, él siguió tirando de mis brazos, arrastrándome por el suelo. Seguí forcejeando con él para intentar que me soltara. Él abrió una puerta y empezó a arrastrarme escaleras abajo, mientras sentía fuertes golpes en mis costillas de los bordes de los escalones. Luego me tiró hacia una esquina del sótano, haciendo que me chocara contra la pared. Me encogí, abrazando mis piernas, queriendo hacerme invisible. Por un momento pensé que me dejaría tranquila, ya que escondí mi rostro entre mis brazos, sin mirarle ni una sola vez, y él parecía estar sin moverse. Sin embargo, escuché un mechero para luego sentir su mano alrededor de mi muñeca, obligándome a levantarme.

— Ven aquí – dijo, con su mal inglés y su voz tosca.

— Quita tus sucias manos de mí – murmuré, luchando contra él, mientras sentía como el humo del porro que estaba fumándose hacía que me mareara –. ¡Déjame! – grité.

— De eso nada – rió. Entonces agarró mis mejillas con una sola mano, haciéndome abrir mi boca, y soltó el humo de la calada que había dado, haciendo que lo inhalara todo, sin realmente querer –. Ahora vamos a empezar a pasarlo bien, princesa. Al menos yo... voy a pasármelo de miedo.

« Edward »

Tecleaba tan rápido como podía, buscando todas las "Tina Sepúlveda", "Cristina Sepúlveda" y "Christina Sepúlveda" que podía haber en el área de Orlando y alrededores. Por suerte, no había muchas. Entonces, reduje la búsqueda a la edad adecuada, entre 18 y 25 años y, por último, cotejamos aquellos datos con todas las universidades de Orlando... Bingo. Cristina Sepúlveda, 22 años, UCF (University of Central Florida), Derechos humanos y Justicia criminal. Toda esta información venía junto a su fotografía, un clon de Catalina, pero más joven.

— Tiene que ser ella – dije, poniéndome de pie y yendo a buscar una de mis armas –. Es la única que coincide en nombre y ciudad.

— ¿En serio vas a secuestrar a una chica? Edward... no es la mejor idea – dijo Liam, mirándome serio.

— Es la única manera de recuperar a Marie.

— Pero no es lo correcto.

— Liam, somos putos narcotraficantes. No hacemos lo correcto.

— Pero no estamos en esto por el dinero o por la droga – frunció el ceño –. Sabes la razón por la que estamos en este negocio. Y prometimos que nunca haríamos daño a nadie inocente.

— No voy a hacerle daño, ¿estás loco? – arqueé una ceja, guardando mi arma en mi bolsillo trasero – Solo quiero que Catalina me devuelva a Marie. Voy a retenerla hasta que esa loca suelte a mi chica. Y entonces la dejaré ir, completamente intacta. No pienso tocarle un pelo.

— ¿Lo prometes?

— Lo prometo – asentí –. Vamos. Por el camino tienes que hackear su teléfono para que sepamos dónde está.

— Vamos.

Los cuatro fuimos corriendo hacia el garaje, donde subimos a pequeña furgoneta, donde habría sitio para retener a la hija de Catalina. Yo tomé el volante, empezando a conducir a toda velocidad en dirección a Orlando. James iba sentado junto a mí, mientras seguía intentando triangular la posición de Marie, por si acaso nuestro plan no funcionaba. Y Liam se encontraba rastreando el teléfono de Cristina, para poder localizarla.

En menos de una hora ya estábamos fuera del campus de la UCF, ya que el GPS del móvil de Cristina indicaba que se encontraba en éste. Probablemente acabaría las clases pronto, ya que eran cerca de las cinco de la tarde, por lo que decidimos esperar ahí. Estuvimos revisando la foto de Cristina varias veces, para reconocerla cuando la viéramos, ya que aquel campus estaba lleno de estudiantes.

— Hey... creo que es ella – dijo Zayn, dándome un golpecito en el hombro y señalando a una chica que caminaba sola, con sus auriculares puestos y mirando a la pantalla de su móvil.

— Sí... es ella – murmuré –. Tenemos que seguirla, esto está lleno de gente.

— Oye, ¿no puedo ligármela? Será más fácil atraerla a tu casa de esa manera... – sugirió Zayn, haciendo que hubiera un largo silencio en el que los tres le miramos fijamente.

— ¿Tú eres gilipollas? – dije, frunciendo el ceño – ¿Es que no piensas en otra cosa?

— ¡Es que está bastante bien, la chica! – se excusó.

— Te juro que no entiendo como no te he dado un puto balazo en los huevos todavía – gruñí, arrancando el motor.

— Pero tiene razón, Ed – concordó James –. La chica es mona.

— Tú mejor cállate – bufé, viendo como Cristina estaba a punto de girar a la derecha en la siguiente calle, por lo que arranqué y me puse a seguirla –. Cuando veamos que tenemos la oportunidad haremos esto: James, tú eres el más fuerte, tú la agarrarás, asegúrate de cubrirle la boca para que no grite. Liam, tu irás a ayudarle, agarrala por las piernas. Zayn, tú abre la puerta de la furgoneta, y ciérrala en cuanto la suban. Liam, quédate tú atrás con ella, están las cuerdas para atarle las muñecas y la mordaza para que no grite. Asegúrate de decirle que no vamos a hacerle daño. James y Zayn, corred para volver a entrar en la furgoneta en cuanto cerréis la puerta. ¿Entendido?

— Entendido – dijeron los tres a la vez.

Tuvimos que seguir a Cristina por un buen rato, hasta que llegamos a una calle residencial. Por suerte, como empezaba a atardecer, no había tanta luz. Tina se empezó a acercar a la puerta de una de esas pequeñas calles. No había nadie alrededor, así que aquella era nuestra oportunidad. Miré a los chicos y asentí con la cabeza. Entonces se bajaron, dejando las puertas abiertas. Vi como James corría hacia Tina, con Liam justo detrás de él. James agarró a la chica, cubriendo su boca con una mano, y la alzó en el aire haciendo que Liam pudiera sujetarla por las piernas. Entonces corrieron de vuelta a la furgoneta, donde Zayn ya había abierto la puerta trasera. Metieron a Cristina en el vehículo y Liam se subió junto a ella, sujetando sus muñecas con una mano y amordazando su boca con la otra. Zayn cerró la puerta trasera y corrió para volver a meterse en su asiento, mientras que James vino al asiento del copiloto, y arranqué en dirección a Cocoa.

— Lo siento mucho, Cristina – dijo Liam, mientras ataba sus muñecas con la cuerda que habíamos preparado –. No vamos a hacerte daño. Entiendo que estés asustada, pero no tienes por qué estarlo. Tu madre ha secuestrado a nuestra amiga, y esta es la única manera de recuperarla. Solo queremos meterle miedo, chantajearla... pero no te vamos a hacer daño. ¿Está bien? – preguntó Liam. Yo miré por el espejo retrovisor y vi como Tina, algo insegura, asintió con la cabeza.

Ninguno dijo nada más durante el viaje de vuelta, simplemente fuimos en silencio. Era algo incómodo y no sabía qué hacer. Nunca me había imaginado que terminaría secuestrando a alguien. Cuando llegamos a Cocoa, tomé una larga respiración. Metí el coche en el garaje, para que nadie nos pudiera ver sacar a Cristina del vehículo. Entonces, los chicos se la llevaron al salón, donde la ataron a una silla, mientras que yo intenté llamar a Catalina. Pero al ver que rechazaba mis llamadas, le envié un mensaje: "Tengo a Cristina." y en tan solo segundos recibí una petición de videollamada por parte de la mujer.

— No estás diciendo la verdad, Styles – gruñó Catalina, una vez acepté su llamada.

— ¿Vas a arriesgarte a ello?

— Quiero verla.

— Déjame ver a Marie.

— No, sé que estás mintiendo. Hasta que no vea a Tina, no te dejaré ver a Marie.

— Está bien, cederé esta vez. Solo porque estoy deseando ver el dolor en tu rostro cuando veas que no estoy mintiendo – sonreí, caminando hacia el salón –. Cristina, mira hacia aquí, alguien quiere verte – cambié la cámara interior por la exterior, enfocando hacia la chica, viendo como Catalina cubría su rostro con una de sus manos y sus ojos se aguaban –. Ese es el rostro del que hablaba.

— Estás muerto, Styles. Como le pongas una sola mano encima a mi hija voy a torturar a Marie. Voy a torturarla hasta que me ruegue que la mate, y entonces lo haré. ¿Me has oído bien?

— No voy a hacerle nada siempre y cuando me devuelvas a Marie.

— Está bien, lo que sea. Pero no le hagas nada a Cristina.

— Esta noche, a las doce.

— ¿Dónde?

— Texas. Al sur de la comunidad Glen Flora. Apunta las coordinadas: 29.339828, -96.195124.

— ¿A media noche en Texas? No me da tiempo a conducir hasta ahí, Styles.

— Puedes volar a Houston, no te tomará más de un par de horas. Aprovecha que tienes jet privado, Marquesa – dije, con sarcasmo.

— Está bien – gruñó –. A medianoche en Glen Flora.

— Nada de policías, ni de trucos, ¿eh? Conozco tu modus operandi. Como intentes engañarme... le volaré los sesos a tu hija, ¿entendido?

— Entendido. Pero lo mismo va para ti. Como intentes colarme algún truco, olvídate de Marie.

— Nos vemos a medianoche – dije serio, antes de cortar la llamada –. Dadle algo de comer y de beber – dije, guardando mi móvil –. Y dejadla ir al baño. Saldremos hacia Texas en una hora.

Los chicos asintieron con la cabeza, mientras que yo me iba hacia mi cuarto. Una vez solo, cerré la puerta y respiré profundamente. Me senté en el borde de la cama y agarré el marco de fotos que había en mi mesita de noche. En éste había una foto de Marie y mía. Ambos mirándonos el uno al otro, ignorando que estaban haciéndonos una foto, simplemente sonriendo mientras nos mirábamos. Sabía que iba a pasar mucho tiempo hasta que viera a Marie sonreír de aquel modo de nuevo. Sabía que aunque la recuperara aquella noche, ella no iba a ser la misma Marie que había visto casi un mes atrás. Y estaba aterrorizado, porque sabía que había unas altas probabilidades de que Marie no quisiera ni volver a verme después de haber pasado por todo lo que estaba pasando. Y no sabía que iba a hacer si Marie me dejaba. Sentía que mi mundo estaba desmoronándose.


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ed a veces me da penita y a veces me da mazo de rabia

let's go to texas y'all howdy yeeha

ig: mariegracedk / edwardstylesdk / jameshersheydk - empezaré a usarlos de nuevo cuando marie dejé de estar secuestrada, Tina a veces es maja pero no creo que deje a Marie tener móvil para keep the ig feed

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