Epílogo : El vacío que dejo el amor
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Hongjoong no podía quitarse la carta de las manos. Las palabras de Seonghwa seguían resonando en su mente, repitiéndose como un eco insoportable, como una melodía triste que no podía dejar de escuchar. La foto en sus manos se había arrugado un poco por las lágrimas, pero no le importaba. Era lo único que le quedaba de él, el último testimonio tangible de lo que habían compartido.
El apartamento, que alguna vez estuvo lleno de risas y conversaciones, ahora era solo un lugar vacío, una cáscara sin alma. Todo parecía distinto, como si las paredes mismas lo miraran con una mezcla de desdén y tristeza, recordándole que Seonghwa ya no estaba allí para llenar el espacio. Cada rincón, cada objeto, cada mueble, cada recuerdo parecía tener el peso de su ausencia.
Hongjoong pasó las horas en ese mismo lugar, sentado en el sofá, sin saber qué hacer con su vida, sin saber cómo podía seguir adelante. Había pensado que, al menos, se encontraría con la paz que Seonghwa le pidió que tuviera, pero la verdad era que no sabía cómo vivir sin él. No sabía cómo seguir cuando la persona que más había amado ya no estaba allí.
La carta y la foto se convirtieron en su refugio, en su consuelo momentáneo. Cada vez que sentía que se hundía en el abismo del dolor, tomaba la carta, la leía nuevamente, como si al hacerlo pudiera revivir esos momentos que habían compartido, esos instantes que ahora parecían tan lejanos.
A veces, sentía una presión en su pecho, como si estuviera siendo aplastado por el peso de la tristeza, de la culpa, de la impotencia de no haber podido hacer nada. Sabía que Seonghwa había sido claro en su carta, que le pidió que no se sintiera culpable. Pero, ¿cómo no iba a sentirse así? ¿Cómo no sentir que, de alguna forma, él había fallado?
—Te amo, Seonghwa. Siempre te amaré —repetía una y otra vez, como un mantra, buscando consuelo en sus propias palabras. Pero no había paz. La paz era algo distante, algo que parecía no existir para él.
Pasaron días, semanas, y el dolor seguía presente. Cada mañana, al despertar, Hongjoong pensaba que la herida se aliviaría, pero lo único que encontraba era el vacío. El espacio junto a él seguía vacío. La silla en la mesa de la cocina ya no se movía, las risas no llenaban el aire, y las horas se estiraban como una eternidad. A veces, se encontraba mirando la foto de Seonghwa y recordando aquellos momentos en que todo parecía posible, en que todo estaba bien.
Pero nada estaba bien ahora. Todo lo que quedaba era la amarga realidad de la pérdida.
Un día, mientras paseaba por el parque al que solían ir juntos, Hongjoong se detuvo frente a un banco donde una vez se habían sentado. Recordaba las conversaciones que tenían, la manera en que Seonghwa lo miraba, como si el mundo fuera más brillante cuando estaban juntos. Las risas que compartían, los secretos que se confiaban... todo parecía tan lejano ahora.
Se sentó en el banco, sin saber qué hacer, sin saber qué pensar. La brisa movía suavemente las hojas de los árboles, pero para él todo parecía inmóvil. Su corazón latía lentamente, arrastrado por la tristeza que lo envolvía. La soledad lo abrazaba con fuerza, y en ese momento, Hongjoong no pudo evitar preguntarse si algún día volvería a sentirse completo.
De repente, su teléfono vibró en su bolsillo. Hongjoong lo sacó lentamente, sin esperar nada, sin esperanza. Pero al ver el mensaje, algo dentro de él reaccionó. Era un mensaje de su amigo Yunho, quien sabía lo que había sucedido.
"Hongjoong, sé que no es fácil, pero debes recordar lo que Seonghwa quería para ti. Él siempre te amó. No puedes dejar que su partida te consuma. Seonghwa te dejó lo mejor de él, y ahora es tu turno de vivir por los dos. No estás solo. Estamos contigo. Siempre lo estarás."
Hongjoong miró el mensaje durante un largo momento, las palabras de Yunho penetrando en su alma. Sabía que Yunho tenía razón, aunque no fuera capaz de verlo en ese momento. Seonghwa había querido lo mejor para él, incluso en su último aliento. Pero, ¿cómo podía seguir adelante cuando el amor que había sido tan puro se había ido? ¿Cómo podía vivir sin él?
Los días siguientes fueron más tranquilos, pero no menos dolorosos. Hongjoong se encontró nuevamente rodeado de amigos, pero se sentía distante, como si la parte de él que alguna vez brilló con fuerza se hubiera apagado. Se encontró yendo al trabajo solo, regresando a un apartamento vacío, comiendo sin ganas, sin disfrutar de las cosas que alguna vez le habían dado alegría. Había momentos en que sentía que, por más que intentara, la oscuridad que le dejaba la ausencia de Seonghwa era más grande que cualquier otra cosa.
Pero algo en su interior comenzó a cambiar. Sabía que no podía seguir así. Sabía que, si quería honrar la memoria de Seonghwa, tenía que seguir adelante. La tristeza nunca desaparecería, pero al menos podría vivir con ella. Al menos podría ser una persona que, aunque rota, aún pudiera encontrar un propósito.
Así que comenzó a salir más, a rodearse de aquellos que aún estaban a su lado. Comenzó a escribir, a sacar del corazón todo lo que Seonghwa le había dejado, su amor, su dolor, sus recuerdos. Poco a poco, Hongjoong comenzó a comprender que el amor no desaparece con la muerte. Se transforma. Y aunque ya no podía abrazar a Seonghwa ni escuchar su risa, su amor seguiría siendo una parte de él, una parte que nunca podría borrar.
Al final, Hongjoong entendió algo crucial: Seonghwa siempre lo amó, y en algún lugar profundo de su ser, ese amor permanecería. No importaba lo que sucediera, no importaba lo que perdiera, siempre llevaría a Seonghwa dentro de él. Y eso, por más doloroso que fuera, era suficiente para seguir adelante.
Con el tiempo, Hongjoong guardó la foto y la carta de Seonghwa en su cajón, en un lugar donde las lágrimas ya no cayeran sobre ellas. Sabía que podía seguir adelante, aunque el dolor nunca se fuera. Lo único que podía hacer era vivir con ese amor, por siempre.
Y finalmente esta historia termina aquí, espero de verdad que esta historia les haya gustado y hayan llorado como yo cuando escribí ciertos capítulos <\3
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