cinco


Intentamos ver una película juntos pero el celular de mi esposo comenzó a sonar y contestó la llamada, mientras hablaba parecía un poco nervioso e incómodo.

Respondía con monosílabos y me miraba a cada rato.

No sé qué sucedió, pero sentí extraña la garganta, picaba, sentía como si no hubiese bebido agua en muchísimo tiempo y la tos comenzó.

Me asusté mucho e incluso intenté huir de TaeHyung pero el dolor me venció y me retorcí en el suelo mientras tosía fuertemente.

Sus brazos me apretaron con fuerza impidiendo que siguiera golpeándome sin querer contra el suelo, me sentí atrapado y el rojo llenó la sala a montones, pequeñas lágrimas se escurrían por mis mejillas ante el dolor que me causaba el toser los pétalos rojos.

La garganta me picaba y el dolor en mi pecho se hacía cada vez peor, como pequeñas espinas tratando de atravesar mis pulmones.

Luego de minutos en agonía, solo sintiendo los brazos fuertes de mi esposo abrazándome, logré calmarme, aún con los espasmos azotando mi cuerpo.

TaeHyung me miró preocupado preguntándome qué me pasaba sin detenerse, yo solo podía observar los pétalos sobre sus suaves cabellos castaños y sonreí mientras las lágrimas en mis ojos se acumulaban soltando un quebrado «Estoy bien».

Mi esposo me miró con los ojos llenos de preocupación, no parecía estar convencido con mi mentira y con el rostro serio me dijo que debíamos ir al hospital.

Simplemente acepté. Sin saber que acababa de comenzar mi infierno en tierra.

Los pétalos de color carmín flotaban a nuestro alrededor, posandose sobre nosotros y acariciando nuestras pieles.

Nuevamente mi esposo parecía no ver lo que sucedía alrededor de nosotros.

Puesto a que su mirada sólo estaba sobre mí y sentía que estaba flotando por la nada porqué su simple mirada me hacía sentir especial.

TaeHyung me ayudó a levantarme del suelo, me colocó los zapatos y seguido de eso mi abrigo, todo lo hacía con delicadeza como si tuviese miedo de hacer algo mal y lastimarme.

Él era demasiado dulce para mí.

El viaje en auto no fue largo, nuestro hogar estaba cerca de muchas cosas, como los supermercados, las tiendas de convivencia, centros comerciales, farmacias y otras cosas. Cuando llegamos a la clínica mi esposo me ayudó a bajarme del auto y habló con la recepcionista para buscarme una cita cuanto antes.

El olor a alcohol y desinfectante en la clínica se colaba en mi nariz, dándome cierta incomodidad y picazón.

Además de que sentía la respiración extraña y algo punzante en mi pecho.

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