Capítulo VII: La falsa.

Quiero tomar agua, pero... Incluso el beber algo, duele como el infierno.

-Fujin, despierta. No mueras, aún no debes morir... tienes mucho por vivir, por favor... -Ruega entre sollozos el joven-. Toma la medicina, te mejorarás, ¿Si? Fujin... Por favor... Toma la medicina... Debes de tomarla para estar bien... Por favor... Por favor... No mueras...

La voz que me habla flaquea y se rompe en las últimas palabras, está llorando. Es complicado saber lo que está pasando a mi alrededor, solo puedo deducir por cómo mi hombro empieza a mojarse que está temblando. No puedo ver a la persona que presiona mi cuerpo contra el suyo, sé que me está abrazando y que es cálido, pero... Su mano está fría, por más que intente demostrar confort, no emite calor.

Scaramouche tiene un problema similar, pienso. Mis pensamientos tornándose alegres por un momento al recordarlo, como avergonzado, se frustraba porque no podía calentarme en épocas de frío pero, para mí su mano era cálida.

Porque Scaramouche fue el único en poder calentar mi corazón, gracias a él, me sentía viva.

Já, ¿Es acaso porque estoy a punto de morir que estoy pensando en cosas tontas?

Antes... Yo nunca me había puesto a pesar en el futuro, yo solo... Yo solo quería seguir disfrutando del presente junto a él, quería quedarme más tiempo, yo... Yo, en serio... quería que Scaramouche me amará, aunque fuera egoísta y tonto... necesitaba, urgentemente, que me amara.

Ámame, antes de que muera y deje de existir, por favor, no dejes de amarme.

¿Por qué lo necesitaba? De haberlo ignorado, entonces... ¿Qué hubiera cambiado?

Scaramouche, yo... ingenuamente, creí que si ignoraba todo lo que me hacía daño, tal vez, en algún punto, las cosas mejorarían y esa fantasía se haría realidad.

¿No se supone acaso que eso hacen los humanos normales?

Las buenas personas no hablan de sus traumas... No agobian a los demás con sus problemas y... Siempre, pero siempre, están bien.

Yo no estoy bien; así que, debo fingir estarlo.

No existen mis heridas y si no existen, no duelen. Si no existe, no duele. Nada duele, ¿Verdad?

Está bien que no duela, ¿Verdad?

Y si ignoro mi cuerpo ensangrentado y el rugir de mi estómago, entonces... ¿No se supone que eso me hará estar bien?

Los niños que fueron criados en buenas familias y jamás pasaron hambre o fueron vendidos, aman a los que los aman y tienen una visión muy poco realista del mundo en el que vivimos.

Pensé que si fingía ser uno de ellos, sería feliz.

¿Pero alguien infeliz puede fingir ser feliz?

Estoy segura que sí, porque me encontré a muchas personas así pero, me di cuenta al poco tiempo que, puedo fingir muchas cosas, menos ser feliz. Porque por más que estirara mis mejillas para formar una sonrisa en el espejo, esta no duraba mucho tiempo, notándose inmediatamente que era falsa por los ojos sin brillo que, hasta a mí me causaban un profundo resentimiento.

Tú no mereces ser feliz, ¿Por qué diablos estás sonriendo?

Por alguna extraña razón, la voz en su cabeza, siempre estaba en contra suya.

El desconocido intenta darme de beber, presiona contra mis mejillas abultándolas para pasar el líquido, el cuál, es amargo.

Sabe mal, muy mal. No quiero, no me des eso. Me niego a tomarlo.

Azael se queja, trata de votar lejos la medicina para no tomarla pero, la medicina es puesta lejos de su alcance y solo escucha un quejido frustrado del contrario.

Sabe horrible. Sabe horrible. No quiero.

Se repite sintiendo escalofríos al pensar que intentan envenenarla.

Hace un momento me estabas abrazando, entonces, ¿Por qué ahora intentas dañarme?

-No... No... -negó repetidas veces.

-Fujin, por favor, debes tomártela. Colabora, no voy a hacerte daño...

Me niego, cuando un ataque de tos empieza a invadirme, siento que me ahogo, me falta el aire y empiezo a removerme para escapar.

Déjame. No me toques.

No puedo ver, ¿Cómo podría...?

Mis pensamientos son cortados cuando siento algo suave presionando contra mis labios, ¿Qué está haciendo?

¿Acaso él... Me está besando?

La única persona que llegó a besar a Azael después de los eventos ocurridos en su pueblo, fue Scaramouche. Al principio, tenía reacciones evasivas y algo agresivas, tendiendo a casi golpear a su novio en modo de respuesta a esta acción.

-¿Por qué haces eso? Besarse... ¿Eso es normal en las parejas? -le preguntó escondida entre medio de las sábanas.

Scaramouche era inusualmente comprensivo, buscándola cuando se ocultaba, no la obligaba a verlo o invadía su espacio personal, se acercaba, sí pero, con cautela y preguntaba antes de asumir algo.

-¿Qué significa para ti un beso?

Azael guardó silencio, tragó nerviosa, sin saber qué responder, estaba insegura por las nuevas emociones experimentadas.

Al no haber respuesta, preguntó otra vez.

-Azael, ¿Has tenido una mala experiencia con eso?

-Yo... No lo sé.

Oh, porque siempre le diría vergüenza admitir que estaba sucia.

-Para mí, un beso significa que tomarán algo de mí después...

Scaramouche se sintió pesado por la revelación, ella nunca le hablaba sobre su pasado y las pocas veces que tocó el tema, se veía tan insensible al tema y a sí misma.

Como si el solo pensarlo provocara una total desconexión.

-¿Crees que tomaré algo de ti?

-¿No lo harás?

No podía comprender cómo un simple roce de labios provocaba tanto, ¿Era porque la persona que la estaba besando era él?

-Dime, Fujin... -siempre sentía un escalofrío cada que él pronunciaba su verdadero nombre- ¿Cómo te sientes cada que toco tu cuerpo?

Salió de las sábanas y lo miró, sin percatarse que estaba llorando y que al hablar la voz se le rompería en el proceso.

-No me siento mal, al contrario, me siento bien.

Scaramouche abrió sus brazos y ella no dudó en tirarse a ellos.

Sí, definitivamente su tacto se sentía bien, incluso... Podía sentir como su alma era limpiada.

Como si él estuviera borrando malos recuerdos y reemplazándolo con nuevos.

Te amo. Pensó con una sonrisa.

Incluso aquellos que intentaron acercarse a Azael solo obtendrían una muerte lenta y dolorosa en sus manos, quedándose totalmente en blanco cuando su odio y la profundidad de su trauma salía a la luz al aferrarse a Scaramouche cada que este le daba órdenes.

No importaba a quién debía de matar o qué imposibilidad debía de cumplir, si fuera por Scaramouche, movería no solo cielo y tierra, traicionaría a quien sea para hacerlo feliz.

Pudo haber ascendido pero, prefirió seguir siendo su asistente, porque si fuera Heraldo, tendrían que hacer misiones por separado y ya no pasarían tanto tiempo juntos.

¿Y qué hay de ahora? ¿Cómo se separaron tanto?

¿Cómo acabó siendo salvada por otra persona en vez de él?

Entra en pánico, se retuerce tratando de apartarlo al notar que intenta meter su lengua dentro de su boca, algo se desconecta en ese instante, las lágrimas empiezan a caer por su rostro y por un instante, ambos son envueltos por el silencio.

Su mano tiembla y antes de siquiera pensar, ya lo había golpeado brutalmente en el rostro, los pensamientos encontrándose difusos mientras luchaba por apartarse. Los forcejeos empezaron a ser más bruscos y cómo si hubieran activado un interruptor, recuerdos olvidados, aquellos que tomaron tanto tiempo en reprimir, empiezan a invadir su mente.

No, no, aléjate. No me beses... Por favor... No hagas eso... Por favor... Me da asco...

Me acerca más a él y vuelve a besarme pero, esta vez logra profundizar el beso, es como si de repente volviera a ser una niña, al no verlo, lo único que "observo" con mi ceguera actual es a uno de los tantos hombres que venían a visitar frecuentemente mi habitación.

Por favor, no me toques. Tengo miedo.

Suelto un quejido ahogado cuando muerde mi labio inferior con fuerza para que abra la boca, las lágrimas no dejan de salir y chillo golpeándolo con las pocas fuerzas que tengo de forma inútil. No puedo hacerle daño al estar tan débil, no causo efecto alguno en mi enemigo y en algún punto... Él, finalmente, se abre paso dentro de mí, mete su lengua en mi boca, robándose lo poco que queda de mi persona. Me quedo inmóvil, como una piedra enorme y pesada que jamás podrá moverse por mucho que sople el viento. Algo gigante, de lo cuál no vale, en lo más mínimo, preocuparse.

Porque todos asumirán que siempre estaré ahí...

Él sigue empujando y presionando mi cuerpo, hasta el punto que siento que me aplasta con el suyo.

Es asfixiante.

No puedo respirar.

No es hasta que noto que estoy bebiendo un líquido espeso que, por fin noto su intención detrás de su acción.

Halló una forma para darme la supuesta "medicina".

Es medicina, ¿Verdad?
No está intentando hacer algo más, ¿Verdad?

Dejo que mi cuerpo ceda y haga con él lo que sea, mi sistema de defensa olvidado activándose ante la situación de extremo estrés.

Vótalo, tienes que vomitarlo. Es algo malo, intentan matarte. Débil, ¿Es así como deseas morir?

-¿Fujin? -murmura mi nombre preocupado después de separarse de mí, está agitado e incluso si intento decir algo, no puedo hablar.

Sé que no quiere hacerme daño y que trata de ayudarme, pero... ¿Por qué siempre trato de poner excusas? ¿Qué es lo que trato de hacer con engañarme de esa manera? ¿Qué gano diciéndome a mí misma mentiras?

-No... -le respondo, sin notar que ya no duele hablar gracias a lo que me dio-. No quiero morir... Por favor... No quiero morir así... Tengo miedo... No quiero morir...

El hombre frena sus movimientos y la observa atónito, sintiendo un revoltijo de emociones que se alojan en su estómago cuando la escucha sollozar.

-Fujin.

No me llamo así, Suéltame.

-¡Fujin! ¡Reacciona!

Vuelve a insistir en un grito que hace que frene sus movimientos, exhala con pesadez cuando al intentar abrir los ojos, todo se ve borroso.

No veo, me duele la cabeza.

-¿Quién diablos eres? -pregunto con desconfianza.

Su pregunta sale rota, amortiguada por el dolor en su garganta, aunque todo es una farsa para tapar su falta de visibilidad.

-Debes de beberte toda la medicina, vas a morir si no lo haces.

Lo sé. Lo sé. Quiso decir.

-¿Por... Qué? ¿Quién eres? -insitió en saber.

Para el hombre, era irónico que una persona agonizante y a punto de morir, le pregunte el por qué la está ayudando.

-¿En serio me preguntas por qué quiero salvarte? -le cuestionó, dolido.

-Sí -admitió sin pudor, sus ojos azules se encontraban cristalinos debido a que empezaba a recobrar la vista y eso la asustaba un poco, no sabía con quién se encontraría al volver a ver- no hay razón alguna para que desees salvar a alguien como yo.

-¿Cómo tú? ¿Por qué...? -Murmuró antes de gritar frustrado- ¡¿Por qué te tratas a ti misma de esa manera?!

Azael sonrió, sentía lástima por aquel extraño, porque estaba segura que lo hacía de buena fe, pero no la conocía.

Si él supiera sobre las atrocidades que he cometido... No estaría ayudándome en primer lugar.

-¿Por qué haces esto? ¿Qué... ganas? No tengo dinero ni posesiones -admitió.

Poco a poco fue recobrando la vista, mi primer pensamiento al verlo es el nombre de alguien que ya no está a mi lado, no puedo evitar confundirlo, pero la voz se me hace tan familiar que es imposible no hacerlo. Me pregunto si tal vez enloquecí y ahora estoy alucinando con él, porque estoy segura que, los ojos que me ven en estos momentos... son los suyos.

-No lo entiendo, Fujin. ¿Por qué llegaste a este punto? ¿Tanto es tu repudio hacia a mí que siempre te empeñas en morir?

¿Quién es el verdadero tonto entre tú y yo? Yo al menos desistí de tenerte pero, ¿Qué hay de ti? Si sigues persiguiéndome así, ¿Qué se supone que debo hacer?

Intenté alejarte, te alejé tanto como pude pero, resultaste ser tan terco y posesivo como yo.

-Tú... No eres de este mundo, ¿Verdad?

Abre la boca y busca palabras para expresarse, fue atrapado. Al final, terminé haciendo más mal que bien, porque terminé atrayéndote aquí.

Sonrió con tristeza y dijo:

-Quien soy yo no importa, mejor dime si te encuentras mejor. Puedo buscar otras maneras de salvarte, Fujin. No tienes por qué limitarte a morir, tienes la opción de seguirlo intentando.

Lo observé por un tiempo, sintiendo algo de curiosidad por la máscara que lo cubría, esta era similar a la de un demonio, con grandes cuernos y ojos saltones.

Parecido a una máscara Yaksha.

-Mi nombre es Azael, no Fujin... Te estás confundiendo de persona. -le enfaticé- Diem cómo debería llamarte, porque pareces no querer decir tu nombre. Hace mucho abandoné el nombre de "Fujin", y respecto a lo último... No, no tengo más opciones. Incluso con tu medicina, no durará más de unos días, esto no es una enfermedad que adquirí de casualidad...

Suspiró.

-Entonces llámame un tonto con máscara.

Lo pensó un poco.

-No sé por qué haces esto pero, te lo agradezco. Hace mucho que no podía respirar o hablar con normalidad.

-Cuando estabas con Scaramouche, hablabas con normalidad... -recordó.

¿Me estuvo espiando? ¿Cuánto sabe sobre mí?

-Solo monosílabos, tampoco teníamos mucho de qué hablar.

Cuando me enteré de mi enfermedad, lo primero que hice, fue visitar a mi hermana menor.

Mi parte divina murió hace mucho tiempo atrás, después de la caída de Kaenri'ah. El mundo, el cuál era gobernado por tres diosas hermanas en las sombras, se redujo a solo dos.

Yo era la Diosa del Mundo Humano, la hermana del medio y la gemela mayor.

Cuando dejé de ser útil para mis hermanas, me mataron. Bueno, mi hermana mayor me mató, supongo que se cansó de mis réplicas y protestas, ya no quería seguir sus órdenes y... fue tan fácil para ella el deshacerme de mí...

Para ellas, yo solo era un estorbo.

Pero... A pesar de eso... Yo.... seguí buscando algo que, ya no era mío por derecho, como lo era mi lazo de hermandad.

Ellas eran mi única familia, tenía la pequeña ilusión de que mi muerte les haya afectado, que hayan llorado o que, no sé, esperaba algo, lo que sea, no una total indiferencia a mi persona.

Las tres partíamos de un mismo ser, nos encargábamos de cuidar y guiar al mundo, suena noble, ¿No? Desde los seres completamente elementales como lo son los dragones, hasta los demonios monstruosos del abismo, todos ellos estaban por debajo de mí.

Respecto a mi gemela, bueno, ella realmente me resentía, después de "abandonarla" y ponerme "de lado" de nuestra hermana mayor, la misma que había intentado deshacerse de nosotras un tiempo atrás. Por más que intenté explicarle y aclarar la situación, no me escuchó. Supongo que no era digna de confianza, mi traición provocó que se me utilizara tiempo después al ser la más débil de las tres.

-Hermana, hoy es mi cumpleaños... -dijo Azael intentando acercarse, hace tan solo unas pocas horas Dottore había dado con su diagnóstico y, en busca de consuelo, a pesar de ser consciente del escepticismo de la Diosa a su persona, lo mordaz que podría ponerse cuando le dirigía la palabra, pensó que podría ser aceptada y consolada por ella.

Creyendo que por primera y única vez en mucho tiempo, se apiadaría de su alma.

Era la primera vez que se encontraban en su vida, pero el último después de 300 años.

La Diosa detuvo sus pasos y volteó a verla con ojos inyectados en odio, el enorme pasillo se sintió pequeño en ese momento y Azael retrocedió por instinto, asustada.

La preocupación inundó su rostro al no poder prevenir lo que podría suceder a continuación.

-¿Por qué alguien tan inferior como tú siquiera se atreve a dirigirme la palabra? ¿Es que acaso no conoces tu lugar, miserable humano? -Preguntó en un tono sepulcral y autoritario.

Azael sabe que a comparación de antes, ahora es más débil, no alcanza ni a los talones a lo que alguna vez fue, parecía una misión imposible acercarse a la Diosa en ese momento.

-Yo... -dudó en decirlo, no era bienvenida, su hermana ni siquiera la reconoce- Yo soy tu hermana... -murmuró bajo.

La Diosa enarcó una ceja confusa.

-Mi hermana está muerta. -dijo.

Las palabras fueron tan frías e insensibles que hizo que bajara la cabeza para que que la Diosa no vea la expresión en su rostro.

Conmoción.

-Yo... Soy tu hermana mayor... Soy Fujin, hermana. Aún estoy viva... Sobreviví, ¿No estás feliz por volverme a ver?

Silencio.

Ese rostro lleno de frialdad solo le dolía, le hacía replantearse sobre todo.

No significó nada para ti, ¿Verdad? Mi muerte... Fue solo una más del montón para ustedes, ¿No es así?

Azael cree que la voz en su cabeza es la antigua Diosa del Mundo Humano, porque esa voz suena tan apagada y vacía que, a veces duda que incluso sea suya.

Y como si fuera capaz de escuchar sus pensamientos, se asustó cuando la Diosa frente a ella chasqueó la lengua y se alteró.

-¡Déjame en paz! ¡Ya no somos hermanas! ¡Tú estás muerta! -gritó.

"Mi muerte, no te causó el más mínimo efecto, ¿Verdad? ¿Es que acaso no lo entiendes? Si ella muere, yo muero junto con ella"

Incluso si se ponía a rogar milenios entre la delimitación entre ambos mundos, ella jamás le abriría la puerta.

No eres bienvenida nunca más aquí.

Porque a pesar de ser la mayor, siempre estuvo por debajo de la menor.

-Nunca podré recuperar tu confianza, ¿Verdad?

La Diosa negó.

-No estás muerta. -la corrigió.

Silencio.

Azael se río mientras Fujin dentro suyo sollozaba.

-Estás bromeando, ¿Verdad?

Ya no era la humana quien dominaba la conversación, si no su hermana.

-Caos, estoy muerta. No voy a resucitar, no voy a volver a vivir si muero esta vez... ¿Es que acaso no lo entiendes? Yo estoy muerta, solo soy las sobras de lo que alguna vez.

-Eres una traidora, no solo eludiste tus responsabilidades, ¿sino que ahora me dices que morirás y dejarás de existir? No, Fujin. La única que puede reclamar tu alma en ese cuerpo soy yo y yo... Nunca reclamaré tu alma, volverás a ser una Diosa de nuevo, te guste o no.

"¿Por qué pensaste que venir aquí sería bueno en primer lugar? Sí hablar con ella es como hablar con la pared... Nunca escucha"

La Diosa miró a su encarnación y sonrió.

"Tienes razón, perdóname por hacerte pasar por todo esto, Azael. Todo tu sufrimiento es mi culpa, de haber aceptado mi muerte, nunca hubieras tenido que pasar por todo ese dolor, lo siento"

Era la primera vez que hablaba con ella, la situación no era la ideal pero, jamás nadie le habló en un tono tan dulce.

Era como escuchar a... Una diosa.

Una verdadera Diosa.

Seguro para que a la hermana de la Diosa, ella solo era una falsa Fujin. No tenía caso perder en ello.

"Gracias a ti conocí a Scaramouche, no todo fue malo..."

"Pero... Tu enfermedad..."

"Es solo una equivocación, Scaramouche me sigue amando. Él no ha dejado de amarme... ¿Verdad?"

No hubo respuesta, la Diosa solo pudo corroborar que su encarnación era igual que ella.

¿Será difícil amarme? Porque a veces no entiendo porque estoy tan sola.

-Soy Fujin... Mi verdadero nombre, al igual que el tuyo, es ese.

-Ese ya no es tu nombre, ese nombre ya no te pertenece.

-¿Por qué?

-Porque no eres mi hermana. No tienes ninguna relación conmigo, solo eres un humano más del montón, te odio... No sabes cuánto te odio. Si no hubieras muerto... Si no me hubieras dejado sola, entonces... ¡Entonces! ¡Tal vez podría haber acabado con ella y ascender en el trono! ¡Gobernaría todo yo sola! ¡Y tú...! ¡Vive como si estuvieras muerta! ¡No quiero verte!! ¡Me repugna que creas que somos hermanas! ¡No! ¡No eres mi hermana mayor y nunca lo serás! ¡Tú...! ¡AHG!

Y le llegó, tan duro como los piedrazos que lanzaban sus padres, la realidad de que ella (la versión humana) no significaba nada para su hermana menor.

Supongo que quería escucharlo de la boca de quién provocó esta enfermedad. Por eso estás sola y no tienes amigos, hermana. Nadie quisiera ser amigo de alguien tan tonta y mala como tú.

¿Por qué sigues intentando?

No estás a la altura, ella no te ha perdonado, a sus ojos, solo eres un reemplazo... No, solo eres una sombra de lo que alguna vez fuiste.

Porque alguien que perdió su autoridad, ya no sirve de nada.

¿Qué utilidad tendría?

No pude ni reaccionar cuando su mano fue directo a mi cuello, más rápido que un segundo, no logré ni pestañear, luché por respirar mientras ella apretaba más su agarre.

La miré y solo encontré odio en sus ojos.

Sí, ¿Por qué estoy viva?

Si ella me odia...

Oh, porque no soy importante para nadie y solo soy un pedazo de escoria para los demás...

El peso del pensamiento dolió, fue ese momento en el que me rendí, cuando recordé sobre cómo los rumores de que Scaramouche mantenía una relación secreta con la viajera que todo explotó.

No puedes ser amado sin dar algo a cambio, todo tiene un precio. Nada es gratis en esta vida. Lo sé.

Scaramouche no podría haberme amado mucho tiempo de todos modos, porque tú te encargaste de eso, ¿Recuerdas? No querías que le contara sobre mí, sobre nosotros. Para ti, mi amada hermana menor, yo no podía revelar sobre tu vergonzoso pasado, sobre cómo amaste a un humano y cuando este murió, tú solo enfermaste a ese pueblo dónde vivías, sino que propagaste a todo el mundo de esa horrible enfermedad llamada "Hanahaki".

El síndrome del corazón roto...

La enfermedad que obtienes al no ser capaz de aceptar que no eres correspondido, aferrándote a la idea de que, en algún momento, las cosas puedan volver a ser diferentes.

Un desesperado pedido de "Ámame".

Estoy segura, de que no haber tenido piedad, hubieras hecho que naciera enferma.

¿Quién podría amar a alguien tan asquerosa como yo de todos modos?

La Diosa observó sorprendida cómo Azael dejaba de luchar, cediendo ante la muerte y permitiéndole llevar su alma. Cerró sus ojos y se mostró vulnerable, la incredulidad adornó el rostro de la Diosa, exhaló pesado mientras su agarre se suavizaba y la soltaba en el proceso. La gemela mayor cayó al suelo, agarrándose el cuello por el dolor, la Diosa se sorprendió cuando notó que estaba llorando.

-¿Qué...? ¿Por qué lloras?

"¿Por qué no estás luchando por tu vida?" Quiso preguntar, pero las palabras quedaron atascadas en su garganta; en cambio, fue transformada en ira y arrojada en forma de palabras hirientes y reclamos.

-¡¿Qué diablos crees que estás haciendo?! ¡¿Acaso quieres que te mate?! ¡¿Eres estúpida o qué?!

Quiso reír por sus reclamos, porque seguía insultándola y denigrando su existencia como si no hubiera muerto ya antes.

¿Por qué nací?/¿Por qué no me morí?

Cuerpo y alma entonces, llegaron a una conclusión.

-¡Si! -respondió frustrada- ¡Quiero morir porque vivir no tiene sentido! ¡Aún así quise...! ¡Aún así quise darles una oportunidad! ¡Pero no tuvo sentido! ¡No tenía sentido seguir viviendo si a nadie le importó mi muerte! Caos... Yo... Ya no puedo más... Estoy cansada, cansada de todo y todos... Cansada de ti.

La Diosa tragó pesado cuando, incluso en su forma humana, Azael seguía desprendiendo tal divinidad y superioridad al levantar la cabeza, sus cabellos se mecieron lentamente, provocando un notable contraste entre el cabello corto que poseía y el largo que alguna vez tuvo.

Después de todo, a pesar de la diferencia de poderes, la primera en nacer fue Azael.

Para la Diosa, era algo inevitable no tenerle algo de miedo y respeto a su mayor.

¿Y cómo iba a dejar de desprender tal poder divino si gracias a ello seguía con vida?

-Porque ya estoy muerta. -puso una mano en su pecho al expresar los hechos- Si muero así, ya nunca más podremos volver a vernos, volveremos a ser uno solo, como en el principio, ¿No crees que eso sería beneficioso para ti? Que yo desaparezca, ¿No es acaso aquello que más deseas? Cumpliré tu deseo y el de todos por fin, así... Todos serán felices, ¿Verdad?

No, ¿Qué estás diciendo?

La Diosa la observó horrorizada.

-¿Qué...?

Azael se acercó a ella y tomó sus manos, se veía tan transtornada en ese momento, cuando le expresó sus planes fue como si por fin pudiera ver el alcance de sus acciones.

Esa sonrisa desesperada y su expresión llena de locura...

-Piénsalo, hermana. Voy a desaparecer de este mundo, no me recordarás, ¡Nadie lo hará! ¡Voy a morir y nadie podrá hacer nada para impedirlo! Podrás acabar con ella y ya nadie se interpondrá en tu camino, podrás gobernar el mundo sola, como tanto deseas. Ya no seré un estorbo para ti, tú... Por fin serás feliz, ¿Verdad? Con esto... Tú... Podrás volver a sonreír, ¿No es así? Solo déjame morir, porque ya no puedo soportarlo más...

Está loca. Pensó negándose a la idea de cumplir sus planes.

En otra ocasión se burlaría, le diría que si tanto quiere morir, que muera sola.

En otra circunstancia, le hubiera dicho que se suicide si tanto quiere hacerlo, que no le importa, pero...

La convicción en sus palabras y sus ojos llenos de determinación son demasiados para asimilar.

Incluso si la pregunta es tonta, quiere preguntarle...

-¿Por qué deseas morir? ¿Es que acaso no sabes por qué quiero deshacerme de ella?

-Estoy cansada. -repitió mirándola sin pestañar.

-¿Cansada de qué? ¿De existir y no hacer nada?

Azael quitó la sonrisa de su rostro.

-Sí, estoy cansada de existir -dijo con indiferencia-. Me aburre vivir, me decepcionó mucho saber qué incluso muriendo, nada cambió.

La Diosa rodó los ojos con aburrimiento, volviendo a su habitual rostro inexpresivo, Azael inclinó su cabeza y luego señaló un espejo donde se veían reflejadas las dos.

El mundo, en las sombras, era gobernado por tres hermanas. Solo los Arcontes (y personas seleccionadas) conocen sobre dicha información o bueno, solo los Arcontes originales lo sabían.

El tercer individuo más fuerte del planeta amaba a sus hermanas, soportó sus maltratos y reclamos por ese dichoso amor.

Porque pensó que era amor que, dejó que le arrebataran todo de sí hasta que ya no quedó nada. Dejó que tomarán su tiempo y se aprovecharán de ella porque ellas eran toda su vida.

Ellas significaban todo.

Quería hacerlas felices...

Porque ver a la Diosa del Mundo del Vacío era como ver a sus padres...

Como Diosa del Mundo Humano, creé a la humanidad y la guíe por miles de años, eso quiere decir que, cuando fue anunciado el inicio de la Guerra de los Arcontes, el anuncio de tal masacre salió de mis labios, dicté las reglas y todo el peso cayó sobre mí una vez la guerra finalizó, todos estaban dolidos y rencorosos después de haber perdido a sus familias, amigos y tanta gente que estaba a su cargo.

Cuando los reclamos y la culpa de innumerables víctimas cayeron a su nombre...

La Diosa alzó a mirada y los cayó sin decir palabra alguna, el peso de su presencia pasándole factura y marcando la GRAN diferencia que había entre ella y los seres elementales ganadores. La inexpresión adornaba su rostro, recargando su cabeza en la palma de su mano y sentada en su gran trono, su palacio era enorme y lujoso, pero estaba vacío y solo era iluminado por su presencia.

-¿Ustedes son los ganadores? -Preguntó con cierta decepción en su voz.

Estaban inclinados en señal de respeto, temblando, enojados e impotentes por no poder tomar justicia por mano propia. El ganador del total dominio del elemento Geo se levantó hirviendo en ira y preguntó:

-Su Majestad, perdone mi impertinencia pero, en nombre de todos, me permite preguntar: "¿Por qué?"

-Tu nombre.

-Morax...

-Morax, ¿Eh? -mucho menos que un segundo, ya estaba de cara al suelo sin poder levantarse- No recuerdo haberte dado permiso para hablar.

Los observó a los demás en busca de algún otro estúpido y nadie pudo devolverle siquiera la mirada.

Tal vez me pasé... Pero mi hermana me dijo que debo demostrar mi autoridad o ellos no me respetarían y si no me respetan, no la respetan a ella, a nosotras y... No me gusta hacer esto. Quiero disculparme con él, está sangrando muy feo... Yo... Ah, ¿Qué hice? Todos aquí me odian...

Después de ser nombrados Arcontes y serles entregados las Gnosis, fueron usados como tapadera para que la humanidad no divague de más en las razones de su existencia.

Azael salió de sus pensamientos cuando su hermana volvió a dirigirle la palabra.

-Te prohíbo volver a morir. Como humano, solo puedes morir si yo reclamo tu alma y yo nunca, pero nunca, vendré por tu fétida alma.

Azael soltó una pequeña risa soberbia.

¿Así que solo tú puedes matarme? Eso explicaría porqué he vivido tantos años, aún siendo humano.

-No puedes prohibirme nada, no eres mi Dios, ni mi igual. No eres nada para mí, Caos.

Es curioso como los menores siempre dicen palabras tan dolorosas como si nada, el amor de los mayores es tan grande que, probablemente, creen que siempre serán perdonados pero, cuando el mayor es el que dice las palabras hirientes entonces, el menor por primera vez, puedo sentir el peso de sus acciones.

¿Recuerdas cuando me dijiste que hubieras deseado tener otra hermana mayor? ¿Que no me meta en tu vida y que soy aburrida? ¿Que hubieras deseado que yo nunca hubiera nacido?

Bueno, dejaré de existir y será por tu propia mano que voy a morir. Me rendí, definitivamente me rendí con todo.

Yo ya no tengo salvación.

El amor, la pérdida y el sacrificio.

Azael empieza a cuestionar el valor y el significado de sus propios sentimientos por Scaramouche, en comparación con su propia vida y bienestar... La situación desencadenó emociones que Azael y Scaramouche han estado reprimiendo desde que rompieron. Esto puede incluir: sentimientos de amor no resuelto, resentimiento, celos y deseo de reconciliación.

Y lloró.

Porque llorar era la única forma de sacar su frustración, llorar era la única forma que tenía para gritar lo que su desgarrada alma le pedía.

Azael miró al joven frente a ella y dijo:

-Gracias...

Porque detrás de ese agradecimiento, se encontraba un deseo perpetuo por morir y acabar con todo.

Lamento ser alguien tan lamentable que no ve un futuro en su vida y solo piensa que su única opción es morir porque así, tal vez, deje de sufrir.

Se despide:

"Mr_Swag95"

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top