Hanahaki
La primera vez que Izuku se dió cuenta de que algo estaba mal con él, fue en una mañana de febrero, todo gracias a un ligero dolor en el pecho que le anunció que su existencia se complicaria aún más a partir de ahora.
No quizo decir nada, tal vez sólo fuera algo pasajero y lo último que deseaba era preocupar a su querida madre, así que sólo tomó el negro uniforme de la secundaria, un ligero desayuno y salió rumbo a su instituto, no llevaba más que un par de cuadras caminando cuando a la distancia pudo ver al que fuera su amigo de la infancia.
Bakugo Katsuki, un chico de catorce años, cabello rubio y mal carácter, mientras miraba su espalda a pocos metros de solo pensaba en la razón de su distanciamiento, algo tan tonto que ni valía la pena recordarlo.
Sintiéndose valiente o tal vez afortunado, decidió acercarse y saludarlo, con un poco de suerte ambos caminarían juntos a la escuela.
—B-buenos días, Kacchan—Dijo Izuku tímidamente.
Nada más oír su nombre, Katsuki se giró a ver quien lo llamaba, frunciendo aún más el ceño al ver que la persona que lo saludaba tan afectuosamente no era otro que el nerd a quien siempre terminaba menospreciando.
—Piérdete—Fue toda la respuesta que le dio Katsuki y siguió caminando, lanzando explosiones pequeñas de vez en en cuando, buscando intimar a Izuku.
Izuku se quedó estático en su sitio, sus ojos y su rostro no reflejaban tristeza o disgusto.
—¿En que estaba pensando?—Dijo Izuku en un suspiro y con una sonrisa en su cara, él sabia bien que Katsuki jamás le respondería un saludo de buena manera, pero en su ingenuidad creía que no perdía nada con intentarlo.
Ignorando el creciente dolor en su pecho Izuku siguió caminando.
La primera vez que Katsuki se dió cuenta de que algo estaba muy mal con él, fue cuando en una mañana de marzo el recurrente dolor en su pecho se hizo más fuerte, para colmo de males ese dolor comenzaba a ser acompañado de una molestia en su garganta que lo obligaba a toser.
El primer ataque severo de tos, lo tuvo en su instituto, a sabiendas de que así no podría prestar atención a las clases aprovechó el descanso para ir a la enfermería, con un poco de suerte esa molestia sería solo algo pasajero.
Para su mala suerte se cruzó en su camino con la última persona que quería ver en ese momento, podía soportar verse débil delante de otros pero no frente a Deku.
—¡Quítate del camino maldito nerd!—Ese grito lastimó aún más su ya maltrecha garganta, sumado a ello la mirada de terror que Izuku le dió sólo hizo que su malestar aumentara.
—Kacchan ¿Te encuentras bien?—El semblante pálido de Katsuki término por preocupar a Deku quien recibió un empujón como única respuesta.
A pesar de estar preocupado no trató de seguir a Katsuki cuando esté se fue, en su lugar comenzó a toser levemente, Izuku no le dió importancia, el dolor en su pecho y la leve tos son tan solo pequeños malestares pasajeros.
La primera vez que Izuku supo que algo iba muy mal fue en una tarde de abril, en esa ocasión había salido de la escuela más tarde de lo habitual, caminaba mirando la puesta de sol, los tonos rojizos del atardecer por alguna razón le recordaban a los ojos de Katsuki y debido a ello no podía dejar de observar.
Aún así no se encontraba lo suficientemente distraído como para ignorar el ruido de una persona tosiendo escandalosamente, al buscar el origen del sonido sus ojos pronto encontraron al causante, en el parque frente a él, su viejo amigo se encontraba de rodillas en el suelo, tosia ruidosamente, parecía estarse ahogando.
—¡Kacchan!—Sin pensarlo ni un momento Izuku salio corriendo en auxilio de su amigo, quien al escucharlo acercarse sólo tomó algo del suelo y sin mirar atrás se marchó de allí.
En cuanto vio a Katsuki alejarse, Izuku detuvo su carrera y jadeando en mitad del parque sólo observó a su amigo perderse de vista.
De pronto el dolor en su pecho fue agudo por instantes y comenzó a sentir claramente algo deslizándose por su garganta, el dolor terminó obligándolo a ponerse de rodillas y toser, su cuerpo intentaba expulsar algo de su garganta.
Después de unos instantes, al final de su boca resbaló una pequeña flor purpura, Izuku sabía lo que estaba pasando, lo había sabido desde siempre y ahora ya no podía ignorarlo.
La primera vez que Katsuki se dió cuenta de que algo estaba terriblemente mal fue en una noche de mayo.
Después de horas de insomnio, por fin había logrado quedarse dormido, estaba preso en el mundo de ensueño que su mente había creado, sólo en sueños él se permitía sonreír dulcemente y entregar su afecto a su persona amada, en sus sueños no había dolor, ni un orgullo lastimado, en su mundo de sueños él aceptaba la mano gentil que se le ofrecía.
—"Deku..."—Pronuncia mientras duerme y de pronto su cuerpo convulsiona, su respiración se detiene y sus pulmones luchan por expulsar algo que se abre paso en su interior, algo grande que lo hiere y lo atormenta.
Eventualmente Katsuki expulsa a su invasor, una flor rosada que el joven identifica como "Camelia rosa", a esas alturas él ya está lo suficientemente informado de lo que ocurre, al pensar en su sueño no le sorprende que la expresión misma del anhelo se encuentre ahora en la palma de su mano.
El día que Izuku supo que todo habia terminado, Katsuki había sido especialmente cruel con él, después de explotar su libreta y arrojarla al agua le había insinuado que lo mejor sería que él mismo le pusiera fin a su existencia, aún así sus crueles palabras no fueron impedimento para que Izuku fuera en su auxilio cuando un villano lo capturó, no todo fue malo ese día, All Might reconoció su valor y gracias al hombre que había admirado desde niño, sus sueños de ser un héroe por fin se harían realidad.
Pero había un problema, Izuku había cambiado de opinión, ya no quería asistir a UA, sus sentimientos por Katsuki eran demasiado fuertes y tenía que deshacerse de ellos.
Mientras tanto, lejos de allí y camino a su casa, Katsuki pensaba lo mismo.
Los sentimientos en forma de flores, debían desaparecer.
Ese día ambos jóvenes se hablaron por última vez, completamente resueltos, ambos llegaron a sus propias casas y una vez allí todo ocurrió de una forma simultánea, a ambas familias les bastó con ver a sus hijos vomitar flores frente a ellos para tomar una rápida decisión.
Al día siguiente ambos chicos fueron internados de emergencia, aún estaban a tiempo de realizar la cirugia que podría salvarles la vida.
Katsuki nunca le dijo a sus padres para quien eran las camelias de múltiples colores que salían de su boca.
Izuku nunca dijo el nombre de la persona que estaba destinada a recibir las violetas y pensamientos que emergian de su pecho.
Tras la complicada cirugía ambos idiotas, tercos e inseguros se llevaron a casa un frasco con flores que ya no tenían ningún significado especial.
La operación fue un éxito y la vida de ambos continuó de un modo normal, aburrido y vacío, dos heroes con un hueco y una cicatriz en su pecho.
Diez años pasaron y el héroe Deku vivía en una constante competencia con Ground Zero, el héroe explosivo que de tanto en tanto le retaba públicamente por el puesto del número uno.
A pesar de que nunca se habían conocido en persona, ambos se consideraban rivales y competían constantemente para demostrar quien era el mejor.
Todo eso cambio cuando en una mañana de febrero, una invitación inesperada llegó a la oficina del héroe Deku, Ground Zero le obligaba cordialmente a tomar un café, Izuku sonrió, no podría rechazar la invitación ni aunque quisiera, si lo hacía, su rival se presentaría en el sitio y explotaria todo a su paso, tomó su abrigo y salió apresuradamente, feliz como no lo había estado en años.
En las afueras de una cafetería Ground Zero le esperaba impaciente.
—Lamento la demora—Dijo Izuku.
Katsuki no dijo nada, en lugar de eso extendió su mano y le ofreció a Izuku un sencillo tulipán rojo.
—Llegas tarde, Deku—.
Sorprendido con el detalle, Izuku esbozó una sonrisa, por alguna razón no le parecía extraño ser llamado tan de repente, era como si hubiera estado esperando todo este tiempo a que algo así sucediera, de algún modo extraño el hombre frente a él no le parecía un desconocido.
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Fin
Se supone que una de las reglas del "Hanahaki" es que una vez que te operas, no puedes amar otra vez, mucho menos a la misma persona, pero dejarlo así no me hubiera gustado, soy demasiado débil.
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