Hanahaki en Den

Paso una  semana  después  de haber estado internado en el hospital; el más joven de los enfermos se encontraba en su residencia ubicado en una costa de Den City. El reloj marcaba las cinco de la tarde y la radio emitía la siguiente canción:

"Se maquilla, porque quiere sexo
Se peina, porque quiere sexo
Se compra ropa, porque quiere sexo
Se perfuma, porque quiere sexo".

"Te pidió el teléfono, porque quiere sexo
Se atrevió a hablarle, porque quiere sexo
Se ponen nerviosos, porque quieren sexo
Se conocieron, porque querían sexo".

— Yo aun no quiero sexo, me visto, me perfumeo, porque mínimo deseo un beso. — Corrigió el joven de ojos celestes, siguiendo el ritmo y el idioma de la canción.

Ryoken terminó de peinarse para luego admirarse en el espejo, y cuando la canción terminó, susurró. — Bueno, sí, yo sí quiero sexo. — Una risa brotó de manera natural al escucharse decir eso; y con elegancia, comenzó a practicar poses seductoras, unas eran capaces de producir suspiros y otras  causaban gracia, pero su pequeña sesión de poses fue interrumpida al escuchar los golpes provenientes de la puerta, acompañado del llamado de su hermano menor. — Pasa. — Gritó.

— ¿Todo listo para esta noche Ryoken -sama ? — Pregunto un  joven de cabello plateado y ojos  color menta; en sus manos sostenía un vaso de agua y una pastilla.

— Por el momento sí, ¿como me veo? — Dijo Ryoken modelando por toda la habitación.

—Como una modelo. — Mofo Spectre dejando el vaso y la pastilla en la mesa de noche.

— Bien, bien.

— Aunque debería ponerle más glamour. — Pasando su mano en el mentón, Spectre miro a Ryoken. —  ¿Y si se mueve así? — Colocando su mano derecha por la cadera, hizo que esta parte del cuerpo se inclinara  para luego levantar sus glúteos; y con esa postura, Spectre comenzó a caminar con demasiada elegancia y torpeza. — Juegue con su cabello de esta manera. —  Spectre enrollo un mechón de su cabello plateado con el  dedo índice,  y prosiguió su tutorial.— Haga un buen uso de su voz, tome el mentón del borreguito ese, digale que si desea salir con usted, y que comience el rito de apareamiento.

Ryoken no contuvo la risa, y observo a Spectre.

— ¿Y con este método conquistare a Fujiki?

— Éxito asegurado Ryoken - sama. — Respondió con burla.

— En ese caso debo darme prisa antes de  que cierren el local. — Ryoken estuvo a punto de coger su chaqueta gris, pero en el momento de agacharse sintió una comezón  en la garganta; carraspeo pero no logro evitar la tos.

Spectre al ver que Ryoken no paraba de toser y  que  la piel de su cara se tornaba rojiza, se alarmó y recordó la encomienda que tenia.

—Ryoken - sama, tome, es su medicamento. — El joven agarró la pastilla y el vaso de agua, y se lo dio a Ryoken.

— Gracias. — Apenas logro hablar el enfermo, y sin dudar  digirió la pastilla en el momento que la tos cesó.

— Perdone, por un momento olvide darle su medicamento. — Hizo una reverencia en señal de disculpa.

— No te disculpes, estoy bien, ya no tengo comezón en  la garganta.

—Ryoken - sama, ¿en verdad no se arrepiente de haber suspendido la operación?

— No, por primera vez siento que hago algo pensando en mi y no en mi padre. Yo aun debo luchar.

La decisión de no retirar el parásito del Hanahaki surgió minutos antes de prepararse  para la sala de operaciones; cuando se despidió del usuario conocido como Blood Shepherd, Ryoken fue testigo de una escena cuyo efecto hizo que se estremeciera al pensar que él podría estar así con la persona que comenzaba  amar.

El joven enfermo caminaba por los pasillos acompañado de unos enfermeros, pero antes de pasar a la sala de operaciones, se quedo quieto al toparse en la clínica en donde fue diagnosticado con la enfermedad; en la puerta se podía apreciar el nombre del Doctor Fudo Yusei.

— Necesito hablar con el doctor Fudo. — Habló Ryoken sin prestar atención a los regaños  de los enfermeros. — Necesito saber más. — Murmuró, y giró la perilla de la puerta.

Cuando ingreso a la clínica logro presenciar que el Doctor Fudo no estaba solo; junto al profesional se encontraba un joven delgado, de cabello castaño y piel clara.

— Vamos Yusei, di ¡ah, ah, ah! y te comes el camarón. — Dijo el joven tratando de introducir un camarón en la boca del Doctor Fudo con ayuda de unos palillos; ambos no notaron la presencia de Ryoken debido a que estaban de espalda.

— Judai, ahora no puedo, necesito investigar. —  Se excusó el Doctor.

— No has comido nada desde el desayuno, aprovecha que te doy de mi comida, sabes que normalmente no comparto lo sagrado.

Yusei río ante el comentario sincero de Judai.

— Te lo acepto porque sé que es verdad. — El doctor dio un mordisco al camarón empanizado, y cuando trago la comida, besó la nariz de Judai. — Cocinas delicioso. — Susurró en los labios del joven.

— Dime algo novedoso Fudo. — Ambos sonrieron para luego darse un beso. Cuando por fin se separaron, Yusei se giro, y fue ahí cuando noto la presencia de Ryoken.

— Señor Kogami, ¿desea algo? — Preguntó el doctor.

— Sí, deseo cancelar la operación, lo voy a intentar.

Cuando el doctor y su pareja escucharon eso, ambos se vieron con una sonrisa.

Ryoken dejo de pensar en el motivo de su gran desafío personal; su vida estaba en juego, pero aun así quería intentarlo, esta noche era todo para él, si ese muchacho lo rechazaba, entonces si se sometería a la operación que lo marcaría hasta el día que dé su último suspiro.

Tomo sus pertenecías para luego entrar al carro, Spectre lo miro estando desde el asiento del piloto, y sonrió.

— ¿Preparado?

— Sí. Gracias por el apoyo.

— Le debo  muchas cosas, es lo mínimo que puedo hacer para ayudar a los Kogami.

— Te equivocas, yo te pedí ser mi hermano, ahora tu eres un Kogami, aunque qué importancia tiene el apellido, el que salio deudor fui yo.

— Ryoken - sama.

— ¿Sí?

— Si ese niño lo rechaza, le juro que lo amarraré en su cama para que el Estocolmo haga su trabajo.

— Spectre, te dije que sin violencia. — Ryoken miro  a su hermano de manera divertida.

— Oh. — Contesto Spectre de forma desganada.

— Mejor arranca.

— Como ordene, Ryoken - sama.

El Café Nagi se encontraba atascado por la clientela. Una mujer de cabello largo y de color morado, atendía a los clientes de forma rápida y cordial, brindando un servicio cómodo y eficaz, parecía un pulpo por la agilidad y porque hacía muchas cosas a la vez.

- Mi espalda me esta matando. - Dijo la mujer estando en la cocina.

- Le comprendo Kusanagi, no pensé que se llenaría demasiado el día de hoy. - Comentó un chico de lentes verdes.

- En la mesa diez piden aros de cebolla y seis gaseosas, en la mesa tres el combo mediano y en la mesa doce una orden de alitas. - Gritó Yusaku dejando los pedido en la barra.

- Y no acabará hasta pasada las siete, pero aun así agradezcamos que tengamos trabajo. - Comentó Shoichi recogiendo la orden que terminaba Takeru. — Jin y tú sigan sacando las ordenes.

- Como ordene jefa.

— Esta bien hermana.

Contestaron ambos cocineros.

Y tal como dijo la mujer, el reloj marco  la siete  de la noche y el  la clientela comenzó a mermar del local.

- Oh, ya veo porque había demasiada gente, en la plaza proyectarán el duelo en vivo de Blue Angel vs Go Onizuka. - Dijo Takeru al revisar su teléfono en uno de sus momentos de descanso.

- Ojala que transmitieran duelos así de constantes, fue abrumador pero al menos nos fue bien con la venta. - Comentó Shoichi.

- No soporto mis pies, ¿Kusanagi, y si cerramos ya? - Propuso Yusaku, dejándose caer en una de las sillas.

La mujer al ver que Yusaku estaba tendido en una silla, Takeru exhausto en el fregadero, y su hermano Jin que casi se quedaba dormido en el palo del trapeador, suspiro y medito la situación.

- Esta bien, trabajaron duro hoy, tomen el resto de la noche para descansar.

Al escuchar eso, los tres recargaron energía para guardar  sus objetos personales, dispuestos a marcharse y perder el tiempo por ahí. Mientras tanto Shoichi terminaba la contabilidad, era lo único que faltaba por hacer para así cerrar el local .

Cuando los chicos estaban por retirarse, escucharon la campanita del local que avisaba que un cliente habia entrado, esto causo  reclamos discretos   al ver aquel  hombre que interrumpió su salida; Shoichi al darse cuenta, solo rió.

- Da igual, pueden irse, yo lo atenderé. — Ordeno la dueña.

Ni lentos ni perezosos, los chicos salieron del lugar, Shoichi arreglo su cabello desaliñado con una coleta baja, tomó el delantal, y con una sonrisa se dirigió hacia el hombre de gabardina celeste y bufanda corinta que se encontraba en una de las mesas.

- ¿Qué desea ordenar? - Preguntó Shoichi, pero al acercarse demasiado al sujeto, se percató de que se trataba del mismo hombre que había desangrado hasta perder la consciencia. - ¿Usted es?

- Vine a pagar lo que consumí aquí. - Dijo Kengo con la voz carrasposa e intentando no forzar mucho la garganta. - Tome. - Sacó el dinero de su billetera. - El resto es la propina.

- ¿Se encuentra bien? - Preguntó Shoichi sin tomar el dinero aún.

- Eso no le incumbe. - Dijo de manera cortante.

- No es por ser metiche, pero en verdad me preocupe por usted, seré sincera, para mi ver eso fue algo grotesco, por eso me alegra verlo por aquí.

Kengo se detuvo un momento para ver con mejor detalle a la mujer. Por lo que podía observar, la dueña del local era joven y de hermosa apariencia; era un hecho de que la mujer tenía buenos atributos, aunque ahora él ya no lograba apreciar esos detalles.

- Que gentil, se preocupa por un desconocido. - Se burló.

- Solo trato de ser amable y tener humanidad con alguien que al parecer, estuvo a punto de morir. No es motivo para que sea tan grosero conmigo. - Dijo Shoichi con molestia.

- "Humanidad". - Susurró. - ¿Se quiere hacer la buena o qué?, mire, para mi fue algo vergonzoso estar sangrando en este lugar, así que le agradecería que deje de tratarme con pena, con eso no hará que yo vuelva a pisar un pie en este local.

- Yo no trato de hacerlo sentir mal, y no me hago la buena, es solo que reconocí el hanahaki, ahora vea esto. - Comento Shoichi para luego adentrarse a la cocina y traer un frasco con una flor en ella. - Usted escupió esto.

Kengo al ver la flor de color lila, comenzó a temblar en la mano izquierda, y con incredulidad, tomó el frasco.

— ¿Por qué demonios tiene usted esto?, ¿acaso lo colecciona?, ¿es el ingrediente  secreto del local?, ¿lo cultiva?, ¿eso cuenta como canibalismo si viene de mi? — Kengo no dejaba de soltar preguntas al aire, creando en Shoichi una inmensa risa ante esos comentarios. — ¿Se esta burlando de mi? — Preguntó Kengo al notarlo.

— No, ¿enserio cree que yo le echó sus pétalos a la comida?

Kengo agradecía tener puesta sus gafas y su bufanda, con esto al menos podía ocultar un poco su expresión estúpida creada por esa pregunta.

— Entonces digame usted el por qué se tomo la molestia de tomar esa flor que provino de mis entrañas, para luego  limpiarla, cuidarla y colocarla en un frasco.

— Fácil, es porque estoy analizando la flor, se puede decir que investigo sobre el Hanahaki.

Tiene  pasatiempos extraños.

— Es que deseo atrapar al sujeto que lo creo.

El hombre la observo extrañado por esa confesión.

— ¿Para que desea atraparlo?, ni el ejercito ha podido matarlo, dudo que alguien como usted pueda.

— Es algo personal. — Se limito la mujer en contestar.

— Oh, en ese caso no robare más su tiempo, pero como ahora sé que usted esta detrás de esa cabeza, la tendré vigilada, yo también lo estoy buscando, así que no se le ocurra cruzarse en mi camino o no tendré consideración con usted. — El hombre se levanto de su asiento después de decir esa amenaza; estaba dispuesto a irse hasta que sintió un jalón en su prótesis, de inmediato se giro para confrontar a la mujer.

— No puedo dejar que se vaya aun, necesito de sus pétalos para tener más muestras.

— Ya no sacare flores porque me opere la semana pasada, y aunque me estuviera muriendo por esa estupidez, no le daría nada a alguien que quiere sacar provecho mi sufrimiento.

— Me explique mal, necesito que usted me ayude, es el dueño de esta flor. — Tomando el frasco con la petunia de color morado, Shoichi intento retener  al hombre.

— ¿Y que obtendré si la ayudo?, no voy a mover el rabo solo porque lo pide, si quiere que la ayude sera mejor que lo haga proponiendo una paga.

— ¿Cuanto desea?

Kengo sonrió de manera maliciosa al escuchar esa pregunta.

— ¿Tiene lápiz y papel?

— Tome. — Dijo Shoichi sacando su pequeño cuaderno y un bolígrafo que estaban guardados en la bolsa de su delantal.

— Gracias. — Recibió los objetos y comenzó a anotar lo que pedía.  — Esto es lo que normalmente propongo en los negocios.

— ¡Son muchos ceros! — Exclamó Shoichi al ver la cifra.

— Arriesgo mi vida y soy cazarrecompensa de renombre, mi trabajo es profesional y eficaz, no espere que mi sueldo sea generoso.

— Comprendo, pero esto se sale de mi presupuesto, no  gano una  millonada en el cafetería.

— Si pero yo tengo que comer, ambos tenemos necesidad, pero puede consultar con otros cazarrecompesas si le parece más cómodo, si quería mi ayuda por los pétalos, como ya dije antes, ya no tengo esa enfermedad así que no necesita de mi. — Kengo observo a la mujer; Suspiro, y tomo el cuaderno de las manos de Shoichi, con el fin de escribir algo más. — Este es mi contacto, si cambia de opinión puede llamarme.

— Señor Dojun. — Murmuró mirando la hoja. — ¿Le parece si mejor hacemos un trato?

— ¿Trato?

— Si le baja a la cifra, puede comer aquí y no le cobrare. — Shoichi sintió vergüenza al ver que ese hombre no le quitaba la mirada, no decía nada por el momento, pero con eso logro incomodarla.

— ¿En verdad necesita encontrar a esa IA?

— Él ha dañado como no tiene idea a mi familia, sé que el Hanahaki es el arma principal del cretino ese, es por eso que debo buscar la forma de atacar a ese parásito. No soy medica ni nada por el estilo, pero hago lo que puedo.

Sin apartar la vista de aquella mujer, Kengo dio un masaje a  su cuello; a parte de la bufanda corinta, unas  vendas cubría su piel lastimada.

— Yo...

— ¡Por favor se lo ruego!, no soy tan fuerte y si  usted dice que es un profesional, entonces necesito su ayuda. — Con una reverencia, Shoichi suplicó.

— Yo también necesito vengarme, por lo que estaría contratado bajo un asunto personal, eso baja la tarifa. —
Kengo noto el cambio que tuvo Shoichi al escucharlo.

— Entonces...

— Solo comeré de su comida y haremos un presupuesto para ver cuanto me pagaría.

— Gracias, en verdad, muchas gracias. — Shoichi tomo las manos de Kengo y las estrecho como símbolo de agradecimiento.

— Agradezca cuando logremos algo. — Kengo  observó  a la mujer, ella le estaba sonriendo y no apartaba sus manos de las suyas; ni él mismo sabia el porqué aceptó ese trato, tal vez  se debía al hecho de que  ella le recordó a su madre cuando era joven, eso o la condenada tiene buenas habilidades de manipulación.

— ¿Entonces cuando empezamos? — Preguntó Shoichi aun sin retirar sus manos.

— Cuando usted haga las cuentas de cuanto se supone que me pagara. — Respondió Kengo retirando sus manos del agarre.

— Oh, si no tiene algún inconveniente lo podemos hacer ahora mismo.

— Bien, ¿señorita...?

— kusanagi Shoichi, entonces en un momento regreso, traeré los libros de contabilidad. — Dando una reverencia, la mujer se retiro para adentrarse a la cocina, mientras que Kengo observo el dinero que había dado para pagar la cuenta de aquel día.

— Esa mujer va necesitar muchos fondos. — Pensó.

Una hora y media fue lo que tardaron los hermanos Kogami para poder llegar hacia el centro de la ciudad. Con una oleada de tráfico y los parqueos hasta el tope; Spectre suspiraba con desgaste al bajar del auto.

— Olvidamos por completo que hoy transmitirán el duelo de los héroes carisma, en definitiva es un mal día para pedir una cita Ryoken - sama.

— Lo sé, de seguro estará trabajando.

— ¿Aun así irá?

— Sí, no es como si tuviera todo el tiempo.

— Entonces iniciaremos su plan, relajese y camine con confianza. — Ánimo el hermano menor.

— Bien, ¿como me veo?

— Se ve galán, ahora vaya y digale que desea un futuro a su lado. — Empujando a Ryoken, Spectre lo dejo a unos metros de la cafetería.

Ryoken sacudió su saco, inhaló y exhalo para tranquilizarse, paso un mechón blanco hacia atrás y comenzó a caminar hasta que se detuvo.

— Fujiki... — Murmuro Ryoken al ver que Yusaku salia del local junto a otros dos jóvenes; el de cabello rojo y gris no dejaba de abrazar a su amor platónico al igual que otro chico de cabello morado.

Spectre estaba leyendo un libro adentro del auto, tan concentrado estaba que no noto a la distancia la presencia de Ryoken hasta que este abrió la puerta de manera brusca, fue ahí cuando el joven de cabello plateado se altero al ver a su hermano mayor tratando de retener la tos.

— ¿Qué paso? — Preguntó Spectre con temor.

— No pude hacerlo, lo vi junto a dos chicos, y no me atreví a acercarme.

— Ryoken - sama, ¿es enserio? — Mencionó con incredulidad Spectre.

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Punto 1:

Capitulo largo ya lo sé XD, espero que les haya gustado, por cierto, dudo que este fic llegue al tercer capitulo, quiero explotar la situación de los protagonistas así que no sé en cuantos caps acabara la historia.

Punto 2:

La canción que puse al principio, (la del sexo) es de residente y lo quise colocar porque se me dio la gana, (ok no), es que recordé una conversación con una compañera; ella me contó que cuando la escucho su reacción fue esta, "ahora todo es vulgar", ella no lo había escuchado desde el principio hasta   que un familiar se la puso desde el comienzo y entendió la referencia: "Esto dedicado para Sigmund Freud y Judith Butler pa' que la meneen".  Jaja, lo puse porque me imagine a Ryoken arreglándose y porqué no, lo hace para tener las nalguitas de Yusaku XD, ya, fin de la explicación.

Gracias por el apoyo y por leer (-_-#) /

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