Hanahaki en Den

Todos los usuarios de Vrains corrían horrorizados, los gritos y lamentos de los humanos satisfacían al verdugo despreciable que admiraba desde de lo más alto, la posible decadencia de la humanidad.

El Neuron Link atravesaba sin piedad a los usuarios que cumplían con el único requisito que permitía infectarlos con el parásito, esta condición consiste en algo tan absurdo pero letal con el tiempo.

El "Neuron Link modificado" solo ataca a las personas solteras o con una decadente relación amorosa. Nadie sabe con exactitud cómo es que el sujeto que lo creó, logró adquirir toda esa información personal, aunque bien dicen que posiblemente este sujeto se aprovechó de la estupidez humana, esta hipótesis se basa en un solo hecho que saca más de alguna risa por lo ridículo que suena.

Los usuarios en su mayoría no saben diferenciar entre lo que es privado y lo que es público. Muchos subían en la plataforma de Vrains su vida privada sobre todo la situación amorosa individual. Una información tan irrelevante para el resto, pero peligrosa como para crear un arma mortal. Esta estupidez hacía pensar que un Neanderthal hubiera quedado mejor para liderar la cadena alimenticia y la rama evolutiva que un Homo Sapiens, al menos así se hubiera evitado tanto problema con el virus y cuanta desgracia en el mundo.

El famoso virus o parásito del desamor creado por el Neuron Link Modificado, era también conocido como la enfermedad del Hanahaki, esto consiste en una infección respiratoria causado por un amor imposible o no correspondido, lo inverosímil de esta condición es que el individuo escupe sangre mezclado con flores, esto debido a que los pulmones de la persona es invadido por unas raíces con botones florales de cualquier tipo que brotan cuando la enfermedad está en la fase terminal, causando una muerte lenta y dolorosa cuando no se trata a tiempo.

El sujeto que creó el parásito se fue a la fuga, actualmente nadie lo ha podido localizar, dejando a su paso, muerte y tragedia por toda la ciudad de Den City, ahora todos tienen miedo de sentir un fuerte apego con sus pares.

Hanahaki en Den


— Otro café cargado por favor.

— ¿Otro?

— Sí, otro.

En una cafetería localizada en la plaza central de la ciudad, un hombre se encontraba bebiendo café a diestra y siniestra, el otro sujeto que lo acompañaba agradecía no estar en un bar al ver esta acción compulsiva.

— ¿En verdad no te molesta que Emma sea mi novia?

— No. — El sujeto con la prótesis izquierda bebió con rapidez el café. — ¡Otro café!

— Como usted ordene señor, hoy estamos de suerte. — Mencionó el mesero cuyo nombre en el gafete decía Fujiki Yusaku.

Kengo al observar que el mesero se fue, prosiguió con el discurso.

— No me molesta Akira, la mayoría sabía que esto pasaría, era algo obvio.

— Que alivio, con tu carácter y como es tu hermana, esperaba algo de "celos de hermano mayor". — Akira dejó su tranquilidad al ver que Kengo somataba la mesa con su prótesis, para luego retirarse las gafas.

— El hecho de que me mires tranquilo, no significa que no te amenace. Si algo le llega a pasar a Emma y es por tu culpa, te juro que en menos de tres chasquidos, estarás muerto.

— Como lo esperaba. — Suspiró. — Puedes estar tranquilo, amo demasiado a Emma, y sería incapaz de dañarla.

— Estaré alerta Zaizen Akira.

Mientras que esos dos seguían charlando, Yusaku preparaba el café en la cocina del local; en el fondo se podía escuchar "es la guitarra de Lolo", el ritmo pegajoso hacia que el muchacho moviera discretamente sus caderas con un toque cómico y extraño para alguien tan serio como lo es ese mesero.

—Que lindo bailas Yusaku. — La voz de una mujer amable y burlona se escuchó en la cocina, haciendo que Yusaku casi derramara el café por el susto y la vergüenza al ser descubierto.

— ¡Shoichi!, casi me matas del susto.

— Lo siento, es que es raro verte tan alegre, ¿acaso ya pasó el joven de ojos bonitos?

— No, y no es mi fuente de felicidad. — Contestó Yusaku, mientras servía el café.

— ¿Entonces?, he visto que le sonríes cuando lo atiendes. —Pasando su mano por el mentón, la mujer de cabello morado, esperaba ansiosa la respuesta de su empleado.

— Tú misma dices que hay que ser amable con los clientes. — Tomando la bandeja con el café encima, Yusaku estaba dispuesto a salir de la cocina. — Solo sigo tus ordenes.

— Como digas Yusaku. — Con una amplia sonrisa, Shoichi observó como aquel chico llevaba la orden hacia esos dos sujetos, suspirando, la mujer tomó el delantal y comenzó sus labores.

A medida que la radio sonaba, Shoichi seguía el compás de la música, moviendo su cuerpo mientras rebanaba las cebollas hasta que escucho a alguien gritar "Kengo"; con terror, la mujer salió de la cocina para saber lo que ocurría. Ya estando afuera, se encontró con un hombre de traje blanco, escupiendo sangre y pétalos de flor. Y sin dudar llamó al número de emergencia.

Un dolor que sería incapaz de describir con palabras, aumentaba en el pecho de aquel hombre que en una cafetería quedó tirado. El sujeto no recordaba con detalle lo que paso; desorientado observó por todos lados, le tomó cinco segundos en darse cuenta que estaba en el hospital.

— Maldita sea, de nuevo en este lugar. — Murmuró el hombre al verse acostado en una camilla. El ruido de la puerta hizo que guiará su vista hacia un hombre de piel morena, cabello oscuro y detalles rubios.

— Buenas noches, soy el doctor Fudo Yusei, la persona que lo atendió. — Se presentó el hombre de manera amable, dando su mano para ser estrechada.

— Dojun Kengo, el enfermo. — Dijo en burla y extendiendo su mano izquierda al darse cuenta que su prótesis había sido retirada.

— ¿Tiene alguna idea del por qué está aquí? — Preguntó el doctor después de sentarse en una silla.

— Tengo una idea leve, lo que recuerdo es que pasado del medio día, comencé a sentir comezón en la garganta.— Dijo Kengo pasando su mano en su cuello. — Era una sensación irritable, por lo que bebí demasiado café para aliviar la comezón.

— Ajá, ¿qué más? — Preguntó el doctor apuntando cada detalle.

— Estaba conversando con el novio de mi hermana, todo estaba bien en ese momento, hasta que ordene el sexto café, este pedido se demoró y en cuestión de segundos comencé a toser, como si tuviera tuberculosis.

— Bien, veamos, ¿el tema de conversación entre su cuñado y usted era relevante para su vida personal?

— Supongo, él me confesó su noviazgo, Emma es mi media hermana, pero igual la estimo demasiado, ¿y eso que tiene que ver con lo que estoy pasando?

— ¿Usted entró a Vrains hace cinco años?

— Que recuerde, sí, sí entre, espere... ¿Acaso usted trata de decirme que tengo esa estúpida enfermedad? — Kengo comenzó arrugar la manta que lo cubría al ver que el doctor afirmaba con la cabeza. — Esto no puede estar pasando, ¡no!, yo no estoy enamorado del idiota de Akira, yo sabía desde un principio que este se interesó por mi hermana. — Alterado, Kengo no hallaba la forma de canalizar su ira.

— Sé que el Hanahaki es considerado para muchos como una enfermedad terminal, sin embargo, hay opciones para que el parásito no esparza sus flores en los pulmones, todavía está a tiempo.

— Supongo que eso me tiene que aliviar.

— Sus opciones son las siguientes: 1. Busca la manera de ser correspondido, con esto desaparece las raíces y el parásito muere, pero si la persona no lo ama, morirá, o 2. Le removemos las flores junto al parásito, pero a cambio los sentimientos por esa persona se esfumara, además está el riesgo de no volver amar, pero su vida estará a salvo. Usted decide que hacer, pero tome en cuenta que su decisión debe ser lo más pronto posible para que la enfermedad no siga esparciendo.

— Elijo la dos...

— ¿Qué?, recuerde que tiene tiempo para pensar su decisión.

— ¿Qué no lo entiende?, aquí no hay nada que pensar, aun no debo morir, retiren o destripen esa mierda.

— Como usted diga, en ese caso le haremos unos análisis. — Levantándose de su asiento, el doctor sonrió. — Sabe, son pocos los que eligen esta opción, recuerde que puede cambiar de opinión.

— No voy a cambiar de parecer, no soy idiota como el resto.

Fuera del hospital, en la cafetería, Yusaku colocaba el cartel de cerrado. A juzgar por su miraba, había tristeza, Shoichi lo notó y decidió preguntar.

— ¿Pasa algo Yusaku?

— Hoy no fue mi día, eso es todo. — Con el tono de voz bajo, y retirando de manera desganada el delantal, Yusaku observó el gran ventanal del local.

— Oh, Yusaku. — De manera maternal, Shoichi lo abrazó. — Me imagino que es por lo sucedido con el cliente, te confieso algo, yo también me altere al ver demasiada sangre salir de ese sujeto.

— No pensé ver algo así de grotesco, a parte de eso, hoy no tuvimos demasiada clientela, incluso los clientes habituales no se acercaron.

— Oh, sobre todo el joven de ojos bonitos.

— Sí. — Contestando, Yusaku se alejo de Shoichi, deshaciendo el abrazo. Estaba a punto de tomar sus pertenencias, pero la campanita de la puerta sonó y con eso, un joven de cabellos blancos, ojos celestes y una mascarilla, entró al local. — Ya cerramos. — Dijo Yusaku de manera grosera, sin ver al cliente ya que estaba sentado en una de las mesas y dispuesto a guardar el celular en su mochila.

— Perdón, solo necesito un café.

Yusaku al reconocer la voz, guió su vista hacia el emisor, y sin dudar, se levantó.

— Creo que todavía puedo atenderlo, tome asiento.

— Gracias, perdón por entrar tarde, pero necesito el café. —Dijo el joven para luego sentarse en una mesa ubicada cerca de la ventana.

— Descuide, usted ya es un cliente habitual, lo atenderé con mucho gusto.

— Gracias.

Yusaku al retirarse, corrió despavorido hacia la cocina, Shoichi se encontraba terminando la contabilidad hasta que noto la presencia de Yusaku.

— ¿Qué pasa Yusaku?, pensé que ya te habías marchado.

— Un cliente entró. — Dijo Yusaku sacando el café.

— ¿Tendré que pagarte horas extras?, bueno, no le digas a tus compañeros o querrán quedarse hasta tarde. — Shoichi se extraño al no escuchar alguna respuesta, así que asomo la cabeza por la ventana para ver quien era el cliente. — Oh, ya veo, es el joven de los ojos bonitos.

— ¡Listo! — Exclamó Yusaku con una sonrisa. — ¡Ya está el café!

— Entonces sirve el café y de paso le pides su número.

— ¡Kusanagi!

Shoichi al ver lo sonrojado que estaba Yusaku, comenzó a reír. — El amor te pego fuerte Yusaku.

— Perdón por la demora, acá está su café. — Dijo Yusaku colocando el café sobre la mesa. — ¿Desea algo más?

— Por el momento no, Fujiki. — Dijo Ryoken quitando la mascarilla para luego dar un sorbo al café.

— ¿Sabe mi apellido?

— Lo he visto en tu gafete.

— Oh, es cierto. — Tomando la bandeja, Yusaku se dio la vuelta para irse.

— Esta es la última vez que piso este lugar.

El comentario al aire hecho por el cliente, hizo que Yusaku se detuviera para luego acercarse al joven.

— Perdone, ¿acaso nuestro servicio es pésimo?

— No, no es por eso, su servicio es excelente y la comida y la bebida es delicioso. Es solo que, ya no estaré por aquí.

— ¿Se mudará?

— Algo así.

— Oh, lo extrañaré, digo, en nombre del café Nagi lo extrañaremos.

El joven de cabellos blancos rio al escuchar la torpeza en aquellas palabras.

— Yo también extrañare mi cafetería favorita, sobre todo al mesero que está enfrente de mi. — Dejando el café a medias, el joven se levantó. — Gracias por el buen servicio que me has dado, toma. — Ryoken saco dinero y se lo dio en la mano a Yusaku. — Fue un gusto consumir aquí, adiós.

Yusaku al ver que el joven se retiró, abrió su mano y contó el dinero.

— Oh, no tomo todo el café. — Dijo Shoichi al acercarse a la mesa.

— Me dejó una buena propina. — Comentó al aire al contar nuevamente dinero.

— En ese caso él no deseaba un café, supongo que vino a verte. — Shoichi dio unas palmadas suaves al hombro de Yusaku para animarlo.

— Ya no vendrá aquí, parece que se mudará.

Volviendo al hospital de Den, pero en días posteriores de que fue internado Kengo, el personal colocaba los utensilios despectivos para la operación. En el cuarto donde fue asignado, lo acompañaba una persona más joven que él. El joven poseía unos ojos hermosos y su cabellera era blanca, aquel paciente observó de manera curiosa a al hombre de la prótesis.

- ¿Nos hemos visto antes? - Preguntó el joven de manera curiosa, Kengo lo observó detenidamente y respondió.

- No recuerdo haber interactuado contigo, ¿acaso me parezco a un conocido? - Dijo de forma burlona.

- Tu prótesis. - Insistió Ryoken. - Mi padre contrató hace unos años a un cazador con prótesis.

- No niño, no todos los que tienen prótesis se parecen. - Respondió Kengo tratando de salvar su identidad.

- Mi nombre es Kogami Ryoken, mi padre se llamaba Kogami Kiyoshi, ¿ahora si recuerdas?

La mirada de Kengo delataba sorpresa, no podía creer que el joven que estaba a su lado era el hijo del famoso Dr Kogami.

- Hasta los ricos se enferman. - Murmuró Kengo. - Sí trabajé para tu padre.

- Entonces si eres Blood Shepard.

- Sí, me llamó Dojun Kengo, un disgusto conocerte.

- Oh, ¿Por qué estás en este lugar?, nunca esperé encontrarme a uno de los caza rrecompensas más peligrosos de la red.

- Soy humano, también me enfermo, además, tampoco esperaba encontrarme con uno de los terroristas cibernéticos más peligrosos, que a la vez es hijo de un doctor reconocido.

- Tú lo has dicho, somos humano, también nos enfermamos, y no has contestado a la interrogante.

- Me detectaron la estúpida enfermedad del Hanahaki.

- ¿A ti también?, eso no lo esperaba.

- Je, parece que gente como nosotros no nos salvamos de esta mierda, ¿dime quien es tu amor torturador?

- Un tierno mesero; tiene unos ojos verdes preciosos, es serio y bueno con los niños. - La sonrisa de Ryoken fue opacada en el momento de toser con fuerza. - Es amable, es una buena persona. - Dijo entre tosidos.

- Se nota que estas prendido del sujeto ese.

- ¿Y tú? - Tosió.

- Enamorado del novio de mi hermana.

-Oh, ya veo porque elegiste la operación.

- A parte de estar enamorado de la persona equivocada, no puedo morir aun, mi madre está en silla de ruedas y no la puedo dejar sola.

- Así que tienes responsabilidades, sabes, mi padre antes de morir me dejó a cargo de un trabajo, es peligroso y no puedo distraerme, por eso pedí la operación, no debo perder el tiempo tratando de conquistar a un chico que no sé si corresponde a mis sentimientos, primero está mi padre y luego yo.

- Oh, veo que piensas igual que yo, no tenemos cabida a estupideces amorosas.

- Exacto, cuando termine esto, me alejare del centro de la ciudad, no quiero verlo.

- Suertudo, yo aun le seguiré viendo la cara a ese sujeto.

Ambos comenzaron a reír por esos comentarios hasta que una médica entró en la habitación cargando unos expedientes.

- Buenos días, soy la doctora Izayoi Aki, estaré a cargo de la operación de ambos, el primero en pasar es Kogami Ryoken, en quince minutos los enfermeros lo recogerán, ¿tienen alguna duda?

Ambos hombres negaron con la cabeza.

— Bien, por el momento relájese. — Dicho esto, la doctora se retiró.

— Así que yo soy el primero. — Murmuró Ryoken.

— Eh, si es tu primera vez en una operación, es normal sentir miedo.

— Aún no sé si esto sea lo correcto. — Mencionó al aire sin prestar atención a lo dicho por su compañero de habitación. — Ya no podre amar.

— Bueno, eso es mejor que pasar por una muerte dolorosa.

— Eso sí, pero me hubiera gustado saber si ese chico estaría dispuesto a darme una oportunidad.

— Aun estas a tiempo para cambiar de opinión.

— No, mi padre hubiese querido que siguiera con mi decisión, firme hasta el final. — El discurso de Ryoken fue interrumpido  al ver que Kengo reprimía su risa.

— Tu padre aun te sigue jalando de la correa, sin importar que esté muerto.

— Tu madre también.

— Pero aún está viva, pero lo importante aquí es, que el sujeto que creó el parásito se estará revolcando de felicidad al ver que sufrimos. — Kengo comenzó a reír de manera enloquecedora hasta que se calmó. — Juro que si salgo vivo de esta, ese idiota sera una IA muerta.

— Je, estas loco pero tienes razón, lo buscare y arrancaré su cabeza.

— Las IA nunca debieron existir.

— Las IA merecen ser erradicadas por ser un peligro.

Comentaron ambos al mismo tiempo; en el momento de escucharse, sonrieron con sadismo.

— Parece que nuestra ideología coincide, ¿qué te parece si nos unimos para encontrar al sujeto? — Propuso Ryoken.

— Trabajo solo, no pienso ser el perro de nadie.

— Je, eres un arrogante.

— ¿Y tú no?

Ambos comenzaron a reír, pero fueron interrumpidos al ver la presencia de los enfermeros. Ryoken suspiro y se levantó, su hora ya había llegado. 


_______________________________________________________-_____________________________

Hola \(-_-#)/

Bueno, para empezar, quiero dar el agradecimiento a Yuuki_Kou  y LadyblackSaya por prestarse para crear la portada, me hacen feliz por este gesto \ (>_<")/.

Sus obras lo estarán admirando al finalizar  el fic, calculo que sera entre dos a tres capítulos.

Gracias por leer.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top