2
Jungkook jamás se había sentido tan inútil y desesperado como en ese momento lo estaba.
El interior de su departamento era cálido y él pensaba que era ciertamente acogedor, pero en ese instante, no sabía si sería suficiente para sus protegidos. Tampoco sabía qué hacer u ofrecer para que el beta y el cachorro se sintieran un poco mejor dentro de su guardida alfa.
Había ofrecido ropa gruesa y calientita en silencio, porque no supo qué más hacer.
Y el beta en completo silencio la había aceptado.
Los había llevado hasta su propia habitación porque era la más grande de su departamento, y ahí, el beta había permanecido encerrado desde muchos minutos atrás.
Jungkook se sentía un alfa inútil y torpe.
Y no sabía si ese chico estaría en condiciones de aceptar ver un médico o alguna autoridad en ese momento.
Jungkook corrió hasta su cuarto de lavado y sacó algunas prendas de la secadora, tomó una toalla y secó sus cabellos con prisa. Retiró su ropa húmeda y sin perder ni un poco más tiempo, se vistió con algo completamente seco y limpio.
Aún escuchaba sollozos naciendo desde su habitación, sin embargo todos y cada uno de ellos provenían del joven beta. El bebé parecía haberse tranquilizado por completo y eso mantuvo al tigre de Jungkook un poco más tranquilo aún si siguese alerta y en constante preocupación por toda la situación.
Decidió darle al beta un poco más de tiempo a solas, el tiempo suficiente antes de que pudiese hablar con él y saber exactamente lo que ocurrió.
Cuidaría de ambos con su vida si fuese necesario, pero no podía dejar pasar el por qué se encontraban así.
Jungkook fue hasta su cocina y se plantó perdido en la entrada, desorientado sin saber dónde se suponía que guardaba sus bolsitas de té, o algo para preparar una infusión para el beta.
Después de muchos intentos pudo encontrar lo que buscaba y sin estar seguro de cuál sabor preferiría el bonito joven, llenó una taza con agua caliente y tomó por lo menos seis sacos de té para ofrecerselos a él.
Buscó en su refrigerador por algo de comida, tal vez algo que le sirviese para preparar una sopa o vegetales, pero solo paquetes y más paquetes de carnes había dentro de él.
Jungkook comenzó a hacer una lista mental de cosas a comprar a primera hora en la mañana.
El sonido bajo y suave de la puerta de su habitación abriéndose alertó al alfa, y sintiéndose de pronto nervioso y ansioso, Jeon salió disparado de la cocina y corrió hasta el pasillo de su habitación.
El tigre se detuvo tan pronto le vio.
El beta llevaba encima la ropa que le había ofrecido, se había secado el cuerpo entero y su cabello caramelo aún caía húmedo por todas direcciones.
Pero fue su rostro, lo que le congeló.
El beta había llorado, de verdad había llorado y él sintió su corazón romperse por la visión.
El beta sufría y en su mirada avellana se podía notar.
Sus ojos castaños se veían cansados y apagados, los delicados bordes ardían rojos y brillantes, sus mejillas sucias habían sido surcadas por todas sus lágrimas y su piel débil y pálida terminaron por quebrar la dura carcasa exterior del tigre.
El joven a pesar de verse cansado y destrozado, entre sus brazos llevaba fiel a su bebé, completamente envuelto y protegido en una suave manta que le dio. Lo llevaba pegado a su pecho, aferrándose a él con todas sus pocas fuerzas centradas únicamente en él.
Jungkook caminó lentamente y el beta retrocedió de inmediato.
— Hola… — Murmuró el alfa y se sintió idiota al mismo instante en que lo dijo.
Sin embargo no podía regresar el tiempo para cambiar su primera impresión.
El beta se mantuvo congelado en su sitio y su rostro se descompuso al término de su voz.
Jungkook vio su labio inferior temblar por un segundo antes de ser mordido por sus propios dientes.
El beta intentó mantenerse firme aún si temblara de los pies a la cabeza.
— Me llamo Jungkook. — Continuó el alfa con suavidad.
El beta asintió una sola vez, casi imperceptible y pareció tener un enorme debate consigo mismo en absoluto silencio justo después.
El tigre aprovechó verle dudar y avanzó un paso más cerca de él.
— Yo… hice té. Bueno, en realidad sólo es agua caliente porque no sé cual sabor te guste más. — Susurró lentamente.
El beta pareció ceder un poco en su postura y dio un paso también.
Jungkook de pronto se sintió estupidamente nervioso y retrocedió sin saber por qué.
— Tu brazo sangraba… —Dijo él de pronto recordando. — tengo que limpiar esa herida.
El beta apretó más el bultito de mantas contra él.
— No.
Jungkook sintió a su tigre ronronear al sonido de su voz aún si sonase ronca y hostil.
Carraspeó un poco antes de continuar.
— Debo ver qué tan grave es. Podría infectarse. — Le explicó Jungkook. — O si lo prefieres podría llamar a un doctor…
El beta abrió los ojos ante la simple idea y frenético comenzó a negar.
— No… por favor… no llames a nadie. — Le suplicó en un jadeo.
Jungkook se sorprendió por la desesperación tirando de sus labios y alzó las manos hacia él para tranquilizarlo un poco.
Liberó un poco de feromonas de tranquilidad también, aún si no funcionasen ni un poco en él.
— Gracias… — Le dijo el beta después de algunos segundos.
Y Jungkook no pudo evitar inflar un poquito su pecho después de escucharle.
Sé acercó un poco más y señaló el pasillo a su espalda, en silencio caminaron lentamente hasta la mesa donde lo podía curar.
— Te dije que no los lastimaría. — Le recordó el tigre de pronto.
El beta asintió hacia el suelo y como un gran avance para Jeon, aceptó sentarse en la silla que él le ofreció.
El beta murmuró un nuevo y casi inaudible agradecimiento y Jungkook sonriendo lo aceptó.
— Iré por material para desinfectar tu herida. — Le dijo el tigre y sin esperar respuesta salió corriendo hasta su cuarto de baño.
Al regresar, el beta arrullaba dulcemente a su bebé, con ambos brazos y un bajo murmullo dirigido sólo a él.
Jungkook carraspeó bajo para hacerse notar y no asustarles.
Dejó el material sobre la mesa y se acercó tímido e inseguro a su lado.
— Tengo… tengo que revisar tu brazo.
— Eres un alfa. — Soltó el beta de pronto.
Jungkook no supo si era una pregunta o una afirmación pero asintió de igual manera.
Su pecho se hinchó un poco para mostrarse fuerte y grande como era y su tigre se irguió poderoso dentro de él también sin poder evitarlo.
— Si. — Dijo bajando el tono de su voz — Soy un macho alfa… joven... saludable... y... alfa... bueno, si... lo soy.
El beta pareció dibujar la sombra de una sonrisa y Jungkook relajó un poco los hombros aún si acabase de perder su dignidad frente a él.
— ¿Puedes olerme? — Le preguntó Jeon de pronto curioso.
El beta lanzó un suspiró hacia su bebé y negó.
— Tu cuerpo y... voz. No huelo nada. — Confesó él sin mirarlo.
Jungkook se encogió tímido en su lugar. Recordando ese detalle en los betas.
Se sintió mal de haber hecho esa pregunta en primer lugar.
— Yo huelo a duraznos. — Explicó Jeon al cabo de unos segundos. — Y a roble... canela también.
El beta le miró por debajo de su flequillo húmedo mientras hablaba. Sonrió levemente imaginándose la combinación.
Intentando recordar cada nota del aroma que le describió.
— ¿Cómo te llamas?
El beta se inclinó más hacia su cachorro y le miró fijamente. Evaluandolo en silencio.
Todavía sin confiar totalmente en él.
Jungkook se sintió cohibido y se colocó unos guantes de látex con torpeza, tomó el alcohol y lo sacó del botiquín.
— De acuerdo. No preguntaré tu nombre de nuevo. Lo lamento.
El beta se mantuvo en silencio y Jungkook decidió ponerse a trabajar. Olfateó para identificar la cantidad de sangre que brotaba de su herida y se tranquilizó un poco al notar que no era demasiada para ser considerada de gravedad.
El joven sin nombre acomodó el bultito en su brazo sano y deslizó su brazo lastimado sobre la mesa en silencio, más cerca de él sin atreverse a hacer o decir más.
Jungkook levantó un poco la manga de su camiseta blanca y suspiró. La tela blanca se había manchado ya con sangre fresca y él frunció el ceño repentinamente preocupado de que hubiese que tener que recurrir a algún experto.
Observó la herida con miedo, y su tigre se relajó un poco cuando la vio.
No era profunda ni de gravedad.
Comenzó a limpiarla y se disculpó a cada siseo que el beta soltó. Le escuchó jadear con dolor y aún así permanecer firme sin quejarse.
Era fuerte. Realmente era fuerte y Jungkook ya comenzaba a admirarlo aún si acabara de conocerlo una hora atrás.
Cubrió la herida con cuidado y se aseguró de vendar su brazo con delicadeza también.
El beta reguló sus respiraciones y miró hacia su delgado brazo curado.
— Debes tener cuidado con el vendaje. — Le dijo Jungkook guardando el material utilizado.
— Jin... Mi nombre es Jin.
Jungkook sonrió.
— Debes tener cuidado con la herida, Jin.
— Gracias... — Repitió el beta con sinceridad.
Jungkook asintió y comenzó a recoger los algodones sangrados y gasas húmedas.
Acomodó meticulosamente el pequeño botiquín bajo la atenta mirada del beta sobre él y terminó.
Intentó morder su lengua y guardarse la pregunta. Sin embargo por más que intentará, Jungkook no lo podía dejar pasar.
Su tigre se removía inquieto por saber el motivo de la herida en su delgado brazo.
Y tenía que tomar medidas si todo llegaba a empeorar.
— ¿Quién te disparó? — Preguntó el alfa por fin.
Jin se tensó al instante y sus ojos se abrieron sorprendidos.
Su rostro perdió color y Jungkook se sintió mal de haberle hecho la pregunta de una forma no sutil.
Sin embargo no podía controlar del todo el protector y rudo instinto de su felino.
— Esa herida fue provocada con el roce de una bala. — Continuó el alfa y se sentó en una silla frente a él. — Jin, debes denunciar a quien te hizo eso.
Los ojos del beta comenzaron a cristalizarse y negó.
Negó frenetico y cansado. Su mirada oscurecida y perdida en dolor se contrajo con cada musculo de su bonito rostro.
Y entonces, nuevamente Jin comenzó a llorar.
Se refugió en el calor de su bebé. Lo arrulló lentamente y abrazó como si temiese perderlo si tan solo lo soltaba.
Jungkook perdió una parte de su corazón con cada lágrima que el beta soltó, más no pudo hacer nada más que verle llorar.
Jin lentamente frotó sus labios contra la coronilla de su cachorro y este entre sueños, suspiró.
— ¿Dónde está la madre del bebé?
SeokJin alejó sus lágrimas con unos cansados parpadeos y se encogió de hombros destrozado.
Jungkook se alzó de su silla y lentamente se acercó a él.
— ¿Es beta también? — Continuó cuidadosamente — ¿O es un omega?
Jin le miró con temor cuando se arrodilló frente a él y su bebé.
— Yo los puedo ayudar, no temas. — Susurró bajo — Solo quiero saber quién dio a luz a este bebé y por qué no está contigo.
Jin suspiró rendido y cerró los ojos.
Jungkook pudo verle luchar duramente en su mente antes de abrir sus ojos y mirarle con contagioso dolor.
— Él me tiene sólo a mí...
— ¿Tu pareja... murió en el parto?
SeokJin tragó duro y comenzó a sollozar.
Su postura entera se rompió y el alfa se rompió con él.
— Ellos… — Sollozó el beta con dificultad.
Jungkook detuvo sus instintos de rodearle en sus brazos y arrullarle hasta que dejase de llorar.
Cerró los puños y sus ojos también comenzaron a picar.
— Perdoname Jin. — Dijo Jungkook — Pero solo quiero ayudarles... Necesito saber qué ocurrió para protegerlos.
El beta llevó su mirada hacia su bebé dormido oculto de la vista del alfa por tantas mantas sobre su cuerpo. Le miró significativamente y el alfa lo observó a él.
Sólo podía escuchar las tranquilas respiraciones del bebé y el dulce aroma a cachorro. Leche y alcohol.
Jungkook se frustraba por no poder oler lo qué sentía el beta.
— Él fue asesinado... — Confesó SeokJin por fin en una baja exhalación.
Y el dolor en su voz congeló al alfa en el suelo.
La gravedad de la situación había golpeado directamente en su instinto y su tigre dentro de él, gruñó.
Entendió el por qué les encontró en esa peligrosa y deplorable situación. Entendió la razón de su herida y el inmenso dolor en su corazón.
Jin había huido de alguien. De esos quienes arrebataron la vida de su pareja. Del padre omega que dio a luz a su pequeño bebé.
Había huido con su cría en brazos y no tenía idea de lo que esas personas querían de él.
Tal vez querían matarlo. O solo quitarle a su bebé.
El beta tenía modales, y lo notó en su hablar. Estaba asustado, destrozado y probablemente en shock, pero mantenía una conversación coherente sin divagar. Quería a su bebé y se veía dispuesto a luchar hasta su último respiro por él.
Jungkook exhaló cansado y cerró los ojos un segundo.
No sabía qué había ocurrido exactamente. Quién les seguía. Ni si pronto darían con él.
Jungkook necesitaba saber todo, pero por el momento, tampoco podía indagar más.
Él no tenía idea de quién era Jin.
— Tengo que irme... — Soltó el beta entre sollozos.
Y Jungkook de pronto enfermo por la idea se alzó frente a él.
— No. No así, es muy tarde y aún está lloviendo. No puedes arriesgarte tú ni a tu bebé así. — Le dijo firmemente.
Su tigre se había vuelto loco con la simple idea de verles partir y tenía que utilizar cualquier cosa para mantenerlos bajo su protección hasta que no corrieran peligro.
Ni podía dejarle irse así.
Lastimado en más de una forma sin fuerzas y a la suerte de su destino.
— Necesitas descansar. — Insistió el alfa con seguridad. — Pueden dormir en mi habitación. Ahí estarán a salvo.
Jungkook retrocedió un paso pasa darle espacio, y se sintió satisfecho al ver que el beta no protestó.
Porque aún si Jin era un beta, el que ambos permanecieran en su habitación le provocaba satisfacción.
Saber que dormirían rodeados de su aroma aumentaba cierto ego en su felino y sabía que al pequeño bebé si le sería de ayuda.
Jin caminó lento y cuidadoso detrás de él. En completo silencio y aún con la guardia en alto.
Jungkook le condujo de vuelta a su habitación.
— Estaré en la habitación al fondo del pasillo. — Informó Jungkook al llegar a su destino. — Siéntete libre de tomar todo lo que necesites. Yo los estaré cuidando.
Jin asintió y mordió su labio para reprimir un nuevo sollozo.
Jungkook de nuevo se sintió un completo inútil sin habilidad alguna para detener el motivo de su dolor.
— Mañana temprano vendrá mi... amigo. — Explicó el alfa recargado en el marco de la puerta. — Él es omega...
Jin se sentó lento e inseguro en el borde de la amplia cama y reprimió un quejido de dolor.
— Yo no quiero causarte problemas con él... Me iré antes de que llegue... — Dijo Jin con temblorosa inseguridad.
Jungkook comenzó a negar.
— No. No es... Minhyuk traerá algunas cosas para ustedes. — Explicó el alfa con torpeza. — Traerá comida y cosas básicas para tu bebé...
Los ojos de Jin nuevamente se humedecieron y aún si tenía miedo, su agradecimiento pudo más que su temor.
Agachó su cabeza intentando detener su nuevo llanto y asintió.
— Duerme. Es muy tarde ya. — Susurró Jungkook ya sin saber qué más decir.
Giró su cuerpo y se detuvo antes de cerrar la puerta detrás de él.
Inhaló cuidadosamente y sus ojos se abrieron completamente alerta.
Un tenue aroma comenzó a llegar a él y no fue fácil de ignorar.
— ¿Dónde más fuiste herido? — Le preguntó directamente.
El beta jadeó asustado y sorprendido.
— No... Yo no...
— Jin. — Le detuvo el alfa con firmeza — Puedo oler la sangre fresca y no es de tu brazo.
— Por favor... No es nada. — Aseguró el beta. — Yo me curaré...
— Dime de dónde estás sangrando. — Exigió el alfa.
Y Jin comenzó a temblar asustado.
Jungkook respiró lentamente y se dio cuenta de su intimidante postura y voz.
Retrocedió y bajo los hombros para intentar verse más pequeño y menos rudo.
— De acuerdo. — Aceptó a regañadientes solo por no seguir asustandolo. — Solo prometeme que cuidarás tus heridas. Prométeme que si es grave me lo dirás.
Jin asintió.
El alfa regresó al comedor y tomó el botiquín, mientras intentaba tranquilizar la inquietud de su tigre. Al regresar a la habitación encontró al beta en el mismo sitio como si en mármol hubiese sido esculpido.
Jungkook se acercó a la cama cauteloso y Jin retrocedió más y más con cada movimiento que hizo cerca de él.
El tigre dejó lentamente el botiquín en el borde del colchón y asintió corto y breve hacia él.
El asustado beta olía a sangre. A fármacos y humedad. Notas suaves y tiernas de su bebé, pero nada, ni siquiera una nota personal.
No sabía mucho de betas, pero conocía que incluso ellos poseían un aroma simple y común. Débil y nada especial. Sin embargo debía estar sobre él.
Tal vez Jin era un caso especial.
Suspiró agotado y aún si su tigre le pedía lo contrario, salió lentamente de la habitación.
Miró una última vez a Jin y contuvo la respiración.
Su última imagen antes de cerrar la puerta fue él soltando lágrimas en silencio, encorvado e inseguro en la orilla del colchón. Con el bultito roncante que era su bébe pegado a su pecho y estómago como si temiese que alguien se lo arrebatara de los brazos.
Completamente destrozado con una verdad oculta que le dolía.
Jungkook esa noche no durmió.
Permaneció alerta montando guardia para protegerles, y en silencio desde la sala, toda la madrugada le escuchó llorar.
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Me gustaría saber qué opinan de esta nueva historia. Si tienen un comentario, pregunta o similar.
Nos leemos en Nuit ♡
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