Prólogo

-¡Corre! ¡Vamos!

La cacería de brujas había iniciado y pocas familias estaban seguras.

Un joven matrimonio se encerró en su humilde morada, la mujer tenía una pequeña de meses en brazos y él llevaba a un niño de no más de cinco años.

Reum era ahora un campo de batalla, la gente desconfiaba de los vecinos y ante cualquier sospecha los acusaba de practicar la brujería. Esta familia sabía preservar las plantas, y por generaciones había aprovechado sus propiedades curativas y medicinales, por ello ésta junto con otras más ahora era culpada de tener vínculos con seres desconocidos y sobrenaturales.

-Axell- exclamó el hombre, -eres un niño valiente y muy fuerte-, lo alzó para colocarlo dentro de un gran canasto tejido; -toma, esto es un tesoro-, colgó en su cuello un anillo atado a un hilo. El pequeño lo miró curioso; -¿tesoro?- repitió; su padre lo miró con ternura y le besó la frente.

La mujer se acercó; -cuídate mucho Axell, y cuida a tu hermana-, depositó a la pequeña a su lado, luego inmediatamente buscó más cestas y objetos semejantes para cubrirlos.

-Los amo-, los ojos de la madre se tornaron cristalinos.

-¡Dense prisa! No deben estar lejos-, las voces de los que serían sus verdugos se escucharon.

Ambos le dedicaron una última mirada a los pequeños antes de cubrirlos.

-Lo siento mucho... - susurró la mujer antes de partir. Buscaron una salida por la puerta trasera y escaparon.

Pero la carrera sólo duró unos cientos de metros; puestoque la multitud con antorchas en mano se hizo cargo de erradicar a todos y cadauno los supuestos hechiceros de Reum.



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